Título: Stand by U...
Autora: Felina
Clasificación: NC-17
Parejas: KoMin, YunJae & YooSu
Género: Romance
Resumen: Cuando el amor nace y es vivido, pero las circunstancias lo hacen marchitar ¿puede renacer y emprender el vuelo cual fénix que ha resurgido de sus cenizas?
Advertencia: Lemon
*****
**KoMin**
No sabía hace cuánto había empezado lo que sea que tenía con ése chico… no podían llamarse novios o pareja… tampoco le gustaba la palabra “amantes”, porque no era como si alguno de ellos tuviese una relación formal con alguien más… la cosa era, tal vez, la falta de tiempo y valor para nombrar esa relación que llevaban desde hace algunos meses, esa en la que prevalecían los besos, las salidas a solas a algún lugar público, o las que terminaban en el departamento de alguno con aquéllas apasionadas caricias reflejadas en murmullos que retumbaban en las paredes donde quedaba atrapado todo ese calor que se desprendía del fuego que encendían con sus entregas…
Y ChangMin estaba seguro de que no había absolutamente ninguna otra persona con quien sintiera todas esas emociones que Kohei le inspiraba… incluso desde ese primer momento en que al cruzar sus miradas y el chico de origen japonés le regalara una cálida sonrisa, el morocho hubiera sentido casi que las piernas le temblaban y sus mejillas tomaban un color rosado producto de la vergüenza… eso, que él antes podría haber jurado no conocer, porque siempre había considerado que enamorarse era algo demasiado cursi, y que el amor era en realidad utópico, algo más parecido a un invento humano como excusa para las caricias y besos que escapaban a toda lógica porque no eran siquiera necesarios para el acto sexual como mero recurso para la reproducción humana… ya ni siquiera recordaba cuando entre sus raciocinios apelaba por la justa necesidad de leyes internacionales, que como en China, obligara a las parejas a concebir un solo hijo y evitar la sobrepoblación mundial…
Claro está, cuando pensaba todo eso y era un muchachito casi inmaduro de corazón, pero muy inteligente de pensamiento racional, ChangMin ni siquiera se había sentido atraído por una persona, independientemente de su género… y por supuesto, no había entrado en sus cálculos razonables el hecho de que las relaciones gay no tenían que preocuparse por todas esas cuestiones de la reproducción… aún cuando sin duda las había quienes deseaban tener aquélla facultad, y quienes podían, tenían que conformarse con la adopción, o el ver crecer a niños a su alrededor sin poder tener aquello que anhelaban…
Que todo eso sucedía no podía refutarse, pero una vez más, eran cosas que el morocho de entonces apenas 19 años, no consideraba siquiera… de hecho, debemos atrevernos a decir que aún no lo hace, porque aún y cuando ya cuenta con 22 años y sus ideas han cambiado de manera sustanciosa y casi radical, ChangMin aún es algo inmaduro de corazón y rápido de pensamiento… podemos decir, que está aprendiendo a amar…
Y Kohei es el culpable de aquello…
Porque el japonés, de 25 años de edad y también de un intelecto digno de respeto, le ha ido mostrando lo que hay detrás de todas esas puertas que el morocho ni siquiera había tenido interés en tocar antes… le ha ido mostrando desde esa primer sonrisa boba y ese primer beso tímido, o la primera vez que se tomaron de la mano, que en el mundo hay mucho más que simple lógica y razón, más que eventos cuantificables o causa-efecto; hay esas sensaciones que avergüenzan sin que se esté seguro de lo que las motiva, ésas que hacen que nuestro corazón lata como potro desbocado y que no tienen nada que ver con un padecimiento cardíaco congénito. Las que provocaron esos cientos de besos que se dieron a escondidas o en la oscuridad de la alcoba cuando la luz le significaba inseguridad al morocho y el japonés estaba dispuesto a respetar todos sus deseos aunque muriera por admirarlo en su totalidad…
Y pensaba en ello con los aires de la nostalgia que le invaden cada célula del cuerpo al percatarse de que ya no tiene nada de aquello… y es que una vez más había sido demasiado racional y menos emocional… había dejado que las circunstancias impusieran su voluntad sobre sus propios deseos, había permitido que una palabra lo derrumbara todo y que Kohei saliera de su vida con la facilidad con que el viento sopla sobre las hojas…
Porque cuando su Jefe de Trabajo había cuestionado su sexualidad y le hubiera prácticamente dado a elegir entre ser libre de estar con quien quisiera o continuar con su puesto, ChangMin casi no había dudado de pedirle a Kohei que dejaran de verse como entonces…
- podrías dejar de pasar por mí a la hora de la salida, sería mejor si solo quedáramos en algún sitio para encontrarnos, uno de preferencia donde no haya nadie que me pueda reconocer del trabajo… -
Esas palabras había dicho aquél día hace no más de un mes… y ahora se daba cuenta de lo idiota que había sido, de lo insensible, de lo fácil que su entorno había manipulado su vida, porque bien sabía él que no había reglamento interno ni ley nacional que le impidiera tener pareja, novio, amante o lo que sea que era de Kohei. Que había roto la ilusión del japonés con su impetuosa necesidad inconsciente de encajar en la sociedad, de respetar las normas sociales…
De dejar que su corazón fuera encarcelado por lineamientos lógicos…
Y atarlo como se atan los sueños que mueren en la fantasía mutilada por la realidad burda de una sociedad autómata que poco a poco parece ir olvidando que los sentimientos y el corazón tienen en su color la luz de la vida que pinta de matices alegres la monotonía rutinaria.
Pero era estúpido pensar ahora en los “si hubiera”, porque el japonés se había cansado de luchar contra su razón y querer entrar en su corazón… porque esa tarde le había apuñalado el alma misma desgarrándosela con su casi indiferencia y la serenidad con que aquél argumento saliera de su boca cual petición administrativa que en nada podía lesionar los sentimientos del chico.
Pero Kohei esa vez había suspirado después de escucharle hablar, había bajado la mirada y sonreído con tristeza, para luego volver a mirarle con esos ojos lacrimosos que se le enterraron en alguna parte de su ser como dagas filosas que le cortaban la respiración dejando un agudo dolor que no fue capaz de comprender ni atender en ese momento…
- sería mejor entonces no vernos más, ChangMin… no quiero causarte más molestias… -
Y le había regalado esa sonrisa cursi que ahora sabía era profundamente enamorada… pero que acompañada con esa mirada decepcionada y esa primer lágrima que resbalara por esa mejilla pálida por el frío del invierno que acababa de empezar, había sido la más triste de las despedidas que él ni siquiera se había negado en aceptar.
Porque no hizo nada por evitar que se diera media vuelta y comenzara a caminar lejos de él, porque no hizo nada cuando dejó pasar un día, dos y más sin animarse a llamarle siquiera para preguntar cómo estaba o si es que podían hablar al respecto y llegar a un acuerdo…
Acuerdos… parecía que su vida se resumía a eso, acuerdos cimentados en lógica y cálculos cuantificables que les favorecieran de una u otra manera a todos los involucrados…
¿Era tan patético como sonaba? ¿Su vida tendría que resumirse siempre solo a eso?
Y se drenaba el cerebro una y otra vez pensando en ello, dejando una vez más que los raciocinios se debatieran entre sí tratando de dar una explicación comprensible de lo que había pasado y lo que debía hacer ahora…
Cuando podía simplemente escuchar ese músculo que en su pecho late casi agonizante gritándole que lo único que necesita es tener el valor de seguir los consejos descritos en el palpitar de su corazón. Que tomara su abrigo y saliera corriendo hacia ese departamento donde seguramente Kohei le espera, porque sabe que es de esos chicos que no olvidan con la facilidad de una computadora que elimina archivos de su disco duro. Que seguro se encuentra en esa noche víspera de Navidad solo en la oscuridad, recordando todos y cada uno de los momentos que vivieron juntos por casi un año, esos maravillosos meses que él se había encargado de tirar por la borda en cosa de minutos.
Que recordaría como él mismo estuvo recordando, cada uno de los besos, cada caricia, cada suspiro acompañado de esos sonrojos que casi le habían parecido ajenos porque eran los primeros que causaba la cercanía de una persona o las sonrisas que le dedicaba. Que recordaba esa mano sudada contra la suya cada que lo acercaba a su cuerpo y murmuraba en su oído palabras que eran más hermosas y menos elaboradas que los poemas mismos. Que encendían en su alma una llama imperecedera que él había casi apagado por su maldita incapacidad de escuchar a su corazón… de eso que ahora se esforzaba por hacer ignorando todos esos pensamientos que bombardeaban su mente y que intentaban alejarlo de la oportunidad que él mismo estaba tomando entre sus manos por ir tras lo único que le hizo feliz en esos meses que no quería quedaran solo como recuerdos…
E hizo caso por vez primera del palpitar en su pecho, siguió el camino que ése ritmo apresurado le indicó, tomó las llaves pero ningún abrigo y salió a la calle corriendo hacia ese único lugar en que su alma quería estar. Casi sin sentir esos copos de nieve que caían sobre su cuerpo mojando poco a poco su ropa, esa camiseta de manga larga y esos jeans que en nada le cubrían del frío casi descomunal del que ni se enteraba… porque había una calidez rodeando su cuerpo que nacía desde su alma misma…
Porque sabía… quería creer que a pesar de todo, Kohei esperaba por él y le brindaría el cobijo de sus brazos que eran mucho más cálidos y efectivos que cualquier abrigo.
Corrió y corrió esas largas y numerosas calles que le separaban del departamento del japonés, y sentía que el viento helado le golpeaba el rostro palideciéndolo y enfriándolo, pero eso nada le importaba, sonreía como bobo por el simple hecho de sentir ese latir apresurado de su corazón que simplemente le indicaba una cosa… estaba enamorado y valía más que cualquier lógica o un excelente puesto de trabajo.
Sabía que estaría dispuesto a lo que fuera con tal de recobrar a Kohei.
De tener de vuelta todo aquello que dejó escapar por… por todo eso en lo que ya no quiere pensar porque ha derrumbado esa barrera y ha logrado llegar hasta esa parte de su ser que antes no había conocido.
Y pasó de largo el bello paisaje que la ciudad le ofrecía, pasó de largo ante ese montón de lucecillas plateadas y multicolores que adornaban edificios y calles, o casas residenciales. Como pasó de largo esos cánticos que se escuchaban en establecimientos aún abiertos o esas familias, parejas y grupos de amigos que transitaban pasándoles por el lado; esas personas que sonreían con algo parecido a lo que él sentía, pero que podría jurar no era ni la milésima parte de igual a ese amor que ahora retumbaba con tanta fuerza en su pecho y que casi hacía danzar sus sentidos en una melodía armónica que estaba lejos de la mejor balada romántica que pudiera recordar haber escuchado.
Dejando que sus pies cansados llegaran minutos más tarde hasta ese edificio que también se encontraba ataviado de miles de lucecillas navideñas que parpadeaban como lo hacían las propias estrellas en el oscuro firmamento. Paró apenas por un segundo mientras trataba de relajarse por lo menos un poco, de bajar los latidos de su corazón y controlar su agitada respiración, por la carrera y la emoción. Adentrándose luego por esa enorme puerta de cristal en donde colgaba una corona bastante colorida que dejó sonar una campana con un armonioso sonido que solo le hizo sentir un poco más emocionado y seguro de que, tal vez por primera vez en su vida, hacía lo correcto. Dio esos pasos por el lobby mientras el cuidador de turno le sonreía deseándole “Feliz Navidad” y con un gesto amable le indicaba el camino al ascensor. A esas puertas mecánicas que se abrieron dejándole pasar y llevándolo en los instantes más largos de toda su vida, hasta el octavo piso donde se encuentra el departamento de Kohei.
Salió del ascensor ya con las manos sudándole de nervios, fue entonces cuando se dio cuenta de lo frío que se encontraba, de la humedad de sus ropas y su propio cabello que en vano trató de acomodar porque estaba todo desordenado dándole sin embargo un toque más o menos rebelde y tímido. Se frotó las manos y exhaló aliento entre ellas tratando de darse un poco de calor, pero fue caso perdido porque en verdad que helaba. Se miró una última vez en el reflejo que le ofreció una charola que descansaba en una mesa en medio del pasillo, suspiró y caminó a su derecha hasta esa puerta sin ningún adorno que solo le dejaba escuchar el silencio del otro lado.
Llamó tocando el timbre una vez y esperó… pasaron tal vez cinco segundos y no recibió respuesta de ningún tipo, así que llamó una vez más y volvió a esperar… diez segundos esta vez… pero la puerta no se abrió, así que intentó por una tercera ocasión… y esperó un poco más… medio minuto quizá… pero aquélla puerta permanecía cerrada…
Y se preguntó si es que Kohei aún vivirá ahí o se habrá mudado sin, claro está, avisarle que lo hacía. El nervio y el miedo le comenzaron a invadir, todo el valor que había sentido hasta ese momento se veía peligrosamente amenazado por la realidad que tenía ante sus ojos…
Una puerta cerrada que parecía no se abriría nunca para él…
Luego trató de animarse y pensar que tal vez Kohei simplemente estaba dormido y no había escuchado, o que pudo haber salido a comprar algo y no tardaría en salir de ese mismo ascensor por el que él llegara hace unos minutos. Incluso… incluso quiso pensar que estaba del otro lado viéndolo a través de la perilla esperando solo un poco para abrirle, dejándole sentir toda esa angustia, toda esa incertidumbre y la desazón… solo para que se diera cuenta de lo mucho que se hacían falta…
Quiso creer en mil cosas en las que antes siquiera reparó…
Quiso…
Deseó y suplicó que Kohei no se hubiera ido para siempre de su vida…
Y sin darse cuenta terminó recargando su frente contra la puerta, sollozando sin importarle que alguien le fuera a ver o escuchar… porque al fin sentía todo ese dolor quemándole el interior…
Sentía el dolor del amor…
Y luego sus sollozos se hicieron más audibles y sus lágrimas comenzaron a resbalar sin reparo alguno por sus frías mejillas, su cuerpo comenzó a temblar causa de todas esas sensaciones que circulaban por cada fibra de su ser y que volvían a divergir en un punto en común… el amor.
Hasta que sintió esa cálida mano sobre su hombro y su mundo se tambaleó al levantar la mirada y encontrarse con ese atractivo joven engalanado en una gabardina oscura que le sonreía suavemente mientras le decía algo que no alcanzó a escuchar porque algo aturdía sus sentidos y él solo pudo lanzarse a su cuerpo abrazándole como si la vida le dependiera de ello.
- Te Quiero, Kohei… no, más que eso, Te Amo… - dijo sin importarle más nada que ser sincero y soltar esas palabras que le nacían del único lugar que no daba cabida para razones ni lógicas… su corazón… - Te Amo, Te Amo, Te Amo… - y repetir una y otra vez esas dos palabras tan hermosas que casi hacían que se sintiera más liviano y más feliz…
- hace frío y no traes nada para cubrirte, ChangMin; ven, entremos, te prestaré algo… - y casi sintió que se moriría cuando el japonés pareció ignorar lo que le dijera apartándole de su cuerpo para abrir la puerta y entrar en el departamento sin dirigirle la mirada una vez más, mientras va a su alcoba y vuelve con ropa seca y un suéter claro que extendió al chico… - puedes usar la ducha para cambiarte, preparé té caliente mientras… - pero el menor solo permanecía de pie mirándole fijamente no entendiendo si aquello era bueno o malo… - cámbiate, ChangMin, o enfermarás, está helando… - repitió y se dio la vuelta entrando en la cocina, dejándole ahí solo, parado en medio de la estancia con el corazón latiéndole angustiado y lágrimas amenazando con volver a recorrer el camino que antes surcaran sus antecesoras…
Observó las prendas y recordó la última ocasión en que le viera con ellas… había sido una tarde hermosa hace no demasiadas semanas… esa vez habían ido al Parque de Diversiones a pesar de que él no había querido, le parecía cursi, pero el japonés había insistido diciéndole que necesitaba relajarse más. Y no podía negar que se había divertido como enano, que había sido casi como una cita perfecta. Ese día Kohei se había ganado un peluche de felpa para él, un enorme oso con un corazón que decía “Te Amo”… entonces recordó también el destino de ése peluche… lo tenía en su armario porque le había parecido demasiado femenino y tonto dejarlo sobre su cama o en algún otro lugar visible de su departamento. Y se dio cuenta de que todavía tenía demasiados errores que corregir, que tenía mucho más que hacer para demostrar su propio amor por Kohei, y no solo ése presentarse precipitadamente ni esa declaración ansiosa que ahora comprendía tal vez no había sido su mejor acción.
- ChangMin… - el menor se dio la vuelta al escuchar su nombre, topándose por primera vez con esa mirada cálida que hace tiempo no veía… - de verdad, debes cambiarte, por favor, no quiero que enfermes… - y ese tono preocupado que hizo que su corazón saltara y una sonrisa se curvara en sus fríos labios…
- no soy nada bueno en esto Kohei, pero… quiero saber… - tragó hondo y sintió un ligero calorcito expandirse por sus mejillas… - quiero saber si aún puedo arreglar las cosas entre nosotros, si aún tengo alguna oportunidad de estar contigo… de ser novios… - murmuró por último, sintiendo otra vez que le temblaba el cuerpo de puros nervios… porque de alguna manera, era como haberse declarado…
Pero solo recibió silencio por respuesta…
Silencio y esa mirada profunda clavada en su persona, ese porte serio y pensativo que le hacía dudar y temblar solo un poco más, temeroso ahora de la negativa que pueda salir de esos labios que recién descubre ha extrañado demasiado también… y que podría no volver a sentir o probar…
Kohei avanzó esos pocos pasos que los separaban, quedándose de pie frente a él a escasos centímetros de distancia. Eran casi de la misma estatura, así que podía sentir claramente su respiración tranquila golpeando contra su rostro, podía sentir esos ojos clavados en los suyos intimidándole de modo tal que terminó por bajar la mirada.
Y sintió que el japonés tomó las prendas que le había entregado dejándolas caer sobre el sofá; mientras él no tenía idea de qué pensar o si debía decir algo ahora, dejándose simplemente hacer por el otro al sentir sus manos en los bordes de su camisa, temblando aún más cuando fue levantada y él no dudó en levantar los brazos para que le fuera retirada por sobre la cabeza…
Y se sonrojó… su piel pálida por el frío tomó el color rojizo del carmesí al saberse desnudo de la parte superior de su cuerpo… una caricia se deslizó por su pecho arrancándole un suspiro que le obligó a cerrar los ojos… tan solo para instantes después sentir que le colocaba aquélla camisa de cuello de tortuga que había dejado sobre el sofá.
- he dicho, que no quiero que enfermes, Minnie… - y solo entonces se dio cuenta de ese algo más que había extrañado horrores sin haberse dado cuenta… ese mote dicho con cariño en esa voz varonil que encogió su estómago presa de diversas emociones que una vez más no supo dilucidar, pero que le dejaban un poquito de la felicidad que hacía semanas había dejado ir como agua entre sus dedos… - ¿me obligarás a colocarte también el pantalón?... – y ese tono pícaro que consiguió el sonrojo de todo su rostro y la negativa efusiva de su parte antes de salir apurado hacia el baño, volviendo un par de minutos después ya vestido con esa ropa que no dejaba de quedarle algo holgada porque es más delgado que el japonés… - ven, tomemos té caliente…
Y esa amabilidad de parte del chico que no conseguía sacarle la duda del cuestionamiento que antes hiciera y seguía sin recibir respuesta clara. Pero que ¡Dios! Solo deseaba que fuera una afirmación que alegrara su existencia, porque de lo contrario, será como morir en vida.
- gracias… - atina a decir mientras sorbe un poco de ese líquido que se cuela por su garganta brindándole efectivamente calor, uno que se instala en su estómago y le recuerda esa ocasión en que Kohei le platicara sobre la importancia de las ceremonias de té en su país, los significados incluso románticos que también se le atribuyen… y se perdió en aquél recuerdo por más tiempo incluso del que fue consciente…
Porque en aquella ocasión… también compartieron caricias y besos… y no pudo evitar cuestionarse si es que en todas esas ocasiones en que intimaron, ellos habrán hecho el amor, o fue solo sexo.
- quise creer que te olvidaría, ¿sabes?... – comenzó a hablar entonces el japonés, sacándole de sus pensamientos, atrayendo su atención… - quise creer que no me había enamorado tanto de ti, que bastarían unos días para seguir adelante sin que doliera el no volver a verte más… pero fallé miserablemente en mi intento, porque más te pensaba cada día, porque muchas veces quise llamarte por teléfono y pedirte vernos, porque estuve muchas veces afuera de tu departamento sin atreverme a llamar a la puerta, porque las cosas a mi alrededor iban perdiendo sentido por el simple hecho de no tenerte, que ya nada valían las sonrisas de las personas a mi alrededor porque no eran las tuyas, que ya nada valía la pena si tú no estabas. Pero dolió ChangMin, dolió darme cuenta de que tú siempre pondrías antes la lógica y la razón, que te podría más lo que la gente pensara o cumplir con tu trabajo, dolió darme cuenta de que a pesar de todo lo bueno que pudiéramos pasar juntos, jamás sería suficiente para ti… que mi amor poco o nada te valía como para estar dispuesto a algunas cosas…
El menor se quedó callado… no tenía palabras que decir para aquello… no cuando todo lo que pudiera decir iría en su contra y podría arruinar lo poco que ha logrado en esos minutos… pero sabía que tampoco se debía quedar en silencio, que tenía que decirle algo, algo que le hiciera ver al mayor que sabía cuántos errores tenía detrás, pero que estaba dispuesto a remediarlos…
Que solo quería una oportunidad de demostrarle que también podía amar…
- me sorprendió verte recargado en mi puerta, se me partió el corazón al escucharte llorar, Minnie… - y ese tono cariñoso que otra vez hace que se sienta mareado por el tornado de sensaciones que le provoca… - pero lograste que se recompusiera un pedazo de él al decirme aquéllas palabras, al lanzarte a mis brazos y sollozar contra mi oído declarándome algo que nunca antes dijiste siquiera de broma… ¿quieres saber si aún te puedo dar una oportunidad? ¿Una oportunidad de ser novios?
El menor asintió avergonzado y ansioso, queriendo mantenerle la mirada pero sintiendo demasiado intenso ese mirar que se clavaba en sus pupilas. E inconscientemente agarró la taza de té con sus dos manos con algo de fuerza, respiraba algo agitado y su corazón parecía que se le escaparía por la garganta. La pausa de Kohei le tenía nervioso e inquieto, asustado y vulnerable.
- déjame pedirte entonces solo una cosa a cambio, Minnie… - se puso de pie y se estiró por sobre la mesa quedando frente al rostro sonrojado del menor… - bésame… - el menor abrió desmesuradamente los ojos porque no se esperaba esa clase de petición… - bésame de corazón… - apretó un poco más la taza de té y tragó hondo… no porque no quisiera cumplir con esa sencilla petición…
Sino porque temía equivocarse y no ser capaz de entregarle en un solo beso todo lo que su corazón tenía para dar, pero que él mismo apenas estaba descubriendo.
Se miraron otra vez a los ojos, los suyos algo asustados y dubitativos; los de Kohei, cariñosos y expectantes. Se empinó hacia al frente reduciendo esos casi nulos centímetros que los separaban… y posó con temor sus labios sobre los del japonés, apenas un roce y se separó, no porque no hubiera querido seguir… ¡Cielos! Sus labios seguían tan suaves y cálidos como los recordaba, pero…
- no podré, me equivocaré y pensarás que no soy sincero… - murmuró con su mirada clavada ahora en la taza de té… esa que aún sostenía con fuerza. Sintió como Kohei se incorporaba y se movía, caminando esta vez hasta su lugar.
- bésame… - volvió a pedirle, una vez que le hubo girado el rostro instándole a mirarle de nuevo… no había nada más que ese brillo en sus pupilas y esa sonrisa suave en su boca como invitándolo a tener confianza…
- pero…
- sólo bésame, Minnie… - le interrumpió. Más no se movió, volvió a dejar unos centímetros de distancia entre sus rostros, orillando al menor a ser él quien los redujera.
ChangMin se tragó todas esas frases que estuvo por decir, comprendiendo que aquello era lo que terminaría por arruinar el momento. Así que se abandonó simplemente a las sensaciones que circulaban por su cuerpo, sin importar que fueran de temor, vergüenza o emoción… se abandonó a ellas mientras cerraba los ojos y se acercaba lentamente a sus labios nuevamente… dejando que emergiera así el amor…
Y rozó su boca con la del mayor en una caricia sutil que le estremeció de pies a cabeza dejándole sentir una calidez que nunca antes recuerda haber experimentado pero que ahora recorría cada fibra de su ser. Aflojó entonces el agarre que mantenía contra la taza de té, moviendo sus labios con calma probando lentamente los del mayor, sintiendo cómo respondían a sus movimientos con la misma sutileza de la danza de cisnes. Y soltó finalmente la taza tan solo para llevar sus manos alrededor del cuello del mayor, colando su lengua en su boca para encontrarse con su igual que le recibía gustosa, resbalando entonces una contra la otra con la paciencia de los elementos esperando su turno de brindar su gracia en cada estación del año. Y mientras el beso era entregado con aquélla ternura, por la ventana podían verse esos copos de nieve que seguían cubriendo la ciudad con su virgen espesura. Pero ya el frío que antes le dejara a ChangMin era desplazado por el calor del amor correspondido que al fin parecía poder vencer todas las barreras impuestas por la sociedad y su propia mente racional que ahora dejaba espacio para el corazón.
Se separaron apenas en busca de oxígeno, pero sin separarse demasiado, dejando sus rostros todavía muy cerca, los ojos cerrados y sus frentes topándose mientras en sus bocas se curvan sonrisas llenas de felicidad y contentura.
Ése había sido el primer beso de corazón que compartieran a pesar de los muchos meses que estuvieron juntos antes… a pesar de los temores que aún pueden quedar en el ambiente flotando con calma pero sin poder romper la atmósfera romántica que les mantenía rodeados en ese preciso instante.
- Te Amo, Minnie… - y volver a escuchar esas dos palabras que sin duda no eran la primera vez que le eran entregadas, hizo que el corazón del menor latiera con furia en su pecho… reavivando esa llama que casi extinguiera tiempo atrás… pero que ahora resurgía como el fénix de sus cenizas…
- yo también Te Amo, Kohei… - correspondió aunque no hiciera demasiados minutos que lo hubiera dicho… pero sabiendo que ese era justo el momento de pronunciarlas de nueva cuenta… como si fuera la primera vez…
Y nada impidió entonces que el mayor se incorporara consiguiendo en el acto que el menor lo hiciera también, pues seguían abrazados y otro beso había nacido en el camino. La taza de té olvidada, pero sus corazones latiendo al unísono más conscientes que nunca. Kohei rodeó su cintura pegándolo a su cuerpo mientras se funden en ese beso apasionado que les deja sentir todo ese calor que nace de sus cuerpos invitándolos a esa otra danza de cadencia que también han extrañado.
Caminando entonces de la mano con sonrisas nerviosas hasta la habitación, sin mediar más palabras, pero sintiendo como si también intimar fuera a ser su primera vez… y es que… quizá hacer el amor sí sería algo nuevo para ambos. Pero querían hacerlo, no por el morbo de la intimidad, sino por esa necesidad fehaciente que se les ha instalado en el alma instándoles a amarse en plenitud.
Kohei alguna vez en esas semanas se había llegado a cuestionar si es que ChangMin le habría olvidado, o si es que le soñaba como él lo hacía. Si aún sería algo despistado para algunas cosas y analítico para otras. Si todavía se preocupaba demasiado por la naturaleza o querría comprar algún cachorrito de aquéllos que veían en las tiendas del centro de la ciudad, pero que nunca terminaba por decidirse porque decía no tener tiempo para dedicarle entre el trabajo y el propio japonés. Se preguntó si es que en algo podría cambiar en verdad ChangMin, lo suficiente como para que realmente puedan funcionar esa vez.
Pero todos esos pensamientos se relegaron a alguna parte de su mente cuando iniciaron un nuevo beso y pudo sentir esas mariposas en el estómago que ya no eran solo ideas suyas o anhelos que murieran semanas atrás, eran esos aleteos que los labios suaves y cálidos del menor le hacía sentir, y coló entonces sus manos por debajo de la camisa que le prestara, sintiendo su piel aún algo fría, causando un ligero sobresalto en el menor al dejarle sentir sus manos tibias contra su piel. Y suspiraron una y otra vez largos minutos mientras se iban desnudando dejando al descubierto esas porciones de piel que se sabían de memoria pero que exploraban cual terrenos virgen. Dejando caer una a una las prendas en el suelo, mientras sus cuerpos se buscan deseando mayor contacto, y el calor que desprenden aleja cualquier indicio de frío que pudiera quedar entre ellos o en el ambiente.
Cayendo finalmente sobre la cama entre besos y caricias algo torpes, pero decididas. Notando el acople perfecto de sus cuerpos, la facilidad con que sus manos se perdían por cada recoveco obteniendo más de esos suspiritos que eran como un concierto de música romántica, y esas miradas conectadas fulgurando un brillo único y nuevo.
Es que era finalmente solo amor lo que danzaba entre los dos…
Y dejaron que sus manos se movieran inquietas pero cariñosas por cada palmo de piel, que dejaran su estela de calidez por cada rincón del cuerpo del otro; que los besos se sucedieran con algo más de pasión, que la huella húmeda quedara plasmada a fuego contra la porción de piel que encontraran en su camino, que dejaran marcados los labios del otro mezclando el dulce sabor de sus besos cargados de ternura y nada más que eso.
Habían sufrido para llegar a esto, sí, pero era claro que había valido la pena, porque se sentían inmensamente felices compartiendo todo eso, cada una de las sensaciones. Cada uno de esos jadeos que comienzan a despertar la libido incrementando la excitación causada por las caricias y los besos, por los susurros de amor que les brindan seguridad… y ChangMin siente de pronto una mano en su erección semidespierta que le arranca un gemido bajo haciéndole sentir peculiarmente avergonzado pero feliz.
- ahh, Kohei… - dejándose hacer cuando esa mano comienza con movimientos lentos de arriba abajo proporcionándole un placer exquisito que comienza a mandarle esos chispazos eléctricos que corren por su columna vertebral…
- te extrañaba demasiado, Minnie… - sonríe mientras aparta su mano tan solo para acomodarse mejor entre sus piernas y dejar que sienta la punta de su propio miembro contra su entrada…
- mhh, quiero que sigas… onegai… - lleva su mano a la entrepierna del japonés masajeando con apremio para excitarle completamente, mientras una mano de Kohei va a su boca y se encarga de lamerle tres de sus dedos…
Así, mientras el menor le masturbaba, el mayor preparaba su pasaje para que lo recibiera y no lastimarlo demasiado. Entre gemidos de placer de parte del mayor, y de incomodidad del menor, ambos estaban listos para unirse. Kohei se perfiló entre sus piernas, deslizándose lentamente en su interior, besándole despacio y acariciando furtivamente su erección para distraerle por lo menos un poco de ese dolor inevitable. Pero volver a ser uno era demasiado placentero como para detenerse a sentir esa incomodidad, quería el placer, deseaba el vaivén delirante, quería todo ese amor corriendo por sus venas fundido con el suyo.
Por eso no esperó y fue el propio ChangMin quien moviera sus caderas embistiéndose a sí mismo e ignorando las peticiones de Kohei de esperar un poco… porque no podía, había esperado toda una vida por estas sensaciones, había cometido ya demasiados errores que casi le habían arrebatado de su lado… y quería, solo quería esas estocadas suaves que el mayor comenzó a dejar contra su intimidad y que le transportaban lentamente a ese mundo cálido de ternura y placer, de gozo sincero matizado por cariño y envuelto en la dulzura del amor correspondido.
Y se sumieron en ese ir y venir de caderas, en esas embestidas que iban aumentando el ritmo de sus estocadas en ese estrecho pasaje que le apretaba deliciosamente comprimiendo su erección con cada roce, con cada empujón que era más rápido y profundo que el anterior… marcando con ese líquido que ya bañaba su miembro su cavidad anal con cada nueva arremetida, arrancando más de esos gemidos que se volvían más audibles y descontrolados, obteniendo más de esos besos que se volvían más cortos e intermitentes porque la respiración era errática y sus miradas más perdidas en el placer de su entrega.
Se abrazan con recelo queriendo poder fundirse el cuerpo mismo, pero sintiendo que son sus almas las que finalmente se vuelven una y bailan al mismo ritmo, dejándoles ya solo esa sensación de plenitud cuando todo a su alrededor desaparece y solo quedan ellos dos moviéndose a la vez, desnudos sobre esa cama que ya antes fuera testigo de sus entregas, pero que esa ocasión se volvía confidente muda de una primera vez haciendo el amor, y les brillaba la piel perlada en sudor, ardiente como el fuego de lo imperecedero, llama viva como la luz del sol.
Y continúan con aquél ritmo frenético pero dulce, hasta que sienten ese conocido calor en el bajo vientre, ése que sin embargo hoy sienten diferente, pues es un calor avasallador que los invita a fundirse en un profundo beso al tiempo en que se les tensa cada músculo y explotar con un gemido alto que les obliga a romper el beso, que hace que ChangMin arqueé la espalda al sentir la semilla del mayor esparciéndose en su interior, derramando la propia contra su torso y el de Kohei, con su miembro todavía apresado entre sus cuerpos dejándoles sentir esa viscosa calidez que el mayor no duda en lamer apenas el menor le suelta y se deja caer sobre la cama sonriendo inmensamente feliz por el orgasmo que acaba de vivir.
Hacer el amor era casi mágico…
- Te Amo… -declara de nuevo el menor, acariciando los mechones húmedos del mayor que aún estaba entretenido en su torso degustando su semilla…
- también yo… - y besa su boca dejándole probar su esencia, sonriendo enamorado y dichoso… porque ésta vez… - en verdad estás a mi lado… - susurra y le abraza con aprehensión, recostándose entonces de medio lado con el menor acomodándose contra su pecho, ahí donde su corazón late todavía algo apresurado, pero tranquilo…
Tranquilo porque su otra mitad late de la misma manera en el pecho del menor…
- estoy aquí… - murmura entonces el menor… - y ésta vez no olvidaré que mi corazón ha elegido amarte, a ti y solo a ti, Kohei… - levanta el rostro y vuelve a besarle, dejándose entonces cobijar por sus brazos y esas mantas que cubren sus desnudos cuerpos apretados uno contra el otro…
Y saben que quizá ellos tuvieron la suerte que muchas personas solo pueden soñar. Que el tiempo les dio esa segunda oportunidad que el destino tenía reservada para ellos si se atrevían a amarse aún con los temores, y los defectos y las virtudes que no puedan ser cambiadas ni en uno ni otro.
Porque quizá ChangMin aún siga siendo algo lógico y racional en muchas cosas de la vida, pero Kohei estará a su lado para recordarle que también tiene un corazón al cual escuchar. Y el mayor tal vez aún siga queriendo más del tiempo que no tienen, pero el menor siempre le recordará con caricias y besos, y sonrisas reservadas solo para él, que a veces vale más calidad que cantidad de tiempo.
Y quién sabe, puede que uno de esos días caminando por las calles del centro de la ciudad, Kohei por fin le compre un cachorrito a ChangMin, y se animen a vivir juntos en un departamento nuevo, donde ambos comiencen casi desde cero…
¿Saberlo? El tiempo se los dirá a ellos…
**FIN**
**************
**YunJae**
*****
Hacía demasiado tiempo que las cosas no eran las mismas… porque hacía demasiados años que se había dado cuenta de cuán diferente es de las demás personas, de cuán difícil es encajar en un mundo lleno de lineamientos sociales que rayan en la ridiculez cuando olvidan las cosas que hacen realmente valiosa la vida… cuando los sentimientos puros y sinceros como los suyos son relegados y tachados de la peor de las aberraciones por el simple hecho de tener por destinatario a otro hombre como él.
Poco le importaba ese viento helado que soplaba desde el horizonte mientras permanece de pie en la cima de aquélla montaña en Busán, viendo a la distancia el inmenso océano que le recordaba la profundidad de sus propios sentimientos; a ojos cerrados disfrutaba también esa agradable brizna de playa que dejaba su aroma en su piel, el mar en otoño era realmente catártico, porque era justamente su frescura la que parecía despejar un poco sus pensamientos; ésos que ahora estaban enmarañados y le memoraban su cruel realidad…
Porque todavía recordaba el motivo que le había llevado ahí, y no podía entender porqué era tan malo que se hubiese enamorado de Jaejoong, si era el chico más hermoso del mundo… y no, no lo pensaba así solo por el obvio atractivo envidiable del chico de tez pálida y grandes ojos negros con un matiz púrpura que le recordaba a los higos. Era por esa naturaleza humana que le caracterizaba, por esa profunda calidez oculta en sus pupilas algo sombrías a primera vista, era su sonrisa sincera que solía vislumbrar una sensualidad nata que en nada contradecía su atractivo físico, era su melodiosa voz al hablar… eran todos y cada uno de los detalles que le habían hecho enamorarse genuina y desinteresadamente del joven Kim.
El viento siguió meciendo sus mechones castaños de un tono oscuro que se revolvían como parecían seguir girando sus propios pensamientos en su mente… recordándole incesantemente que la única razón por la que se encontraba ahí era justamente por amar a Jaejoong… pero nada de romántica tenía su estancia en la playa, nada de cursi tenía que estuviera ahí sintiendo el aire fresco mientras observa el mar…
Porque no lo tenía a ÉL a su lado…
Porque había sido más fuerte ese núcleo social al que Jaejoong perteneciera, que el amor que pudieran tenerse…
Porque Kim Jaejoong tenía que asumir las expectativas que su adinerada y afamada familia tenía posadas sobre el joven heredero de una de las compañías más prósperas de Seúl.
Aunque Yunho supiera que en nada le hiciese feliz tener todo ese dinero a Jaejoong, que como él, también sufría la distancia y el adiós… la separación obligada que ni una opinión pidiera, la que fuera impuesta por los padres del joven Kim, la que fuera determinada por su propia familia exigiéndole entrar en razón…
Já… como si el amor fuera cosa de razones, lógicas o géneros.
Y sin embargo, había podido más todo aquello que ese sentimiento que aún ahora, sabe les mantiene unidos… porque metería las manos al fuego para asegurar que Jaejoong le piensa en ese instante también, que sufre tanto como él en ese momento…
Tan solo anhelando el poder estar juntos otra vez, el tomarse de las manos y entrelazar sus dedos, abrazarse y compartir un dulce beso… uno como aquél primero bajo la lluvia…
……flashback……
No había sido la mejor idea tal vez salir en su primer cita con tremendo temporal… pero la verdad era que para qué esperar a mañana si se podía hacer hoy… salir a tomar un café y charlar un poco en ése otro tono con que no lo hicieran antes, porque llevan después de todo años siendo los mejores amigos… ésta vez, las cosas eran diferentes porque cada mirada, sonrisa o roce, les hacía sentir ese calor cubriendo sus mejillas que nacía desde su estómago motivado por los nervios de estar con ese chico del que se gusta sentimentalmente…
No estaban tampoco seguros del cómo o el porqué es que había comenzado la atracción por el otro, o tal vez fuese algo natural que había existido desde siempre pero que recién se atrevían a aceptar, realmente no podían siquiera asegurar el momento en que una mirada y una sonrisa bastaron para comprender que habían cruzado el límite de la amistad y que la atracción era cada día más obvia llevándolos incluso a ser un poco torpes en la Universidad cuando el otro se encontraba cerca…
Pero el hecho era que ahora se encontraban ahí, sentados en una mesa para dos un poco el final de esa cafetería bastante cómoda y llena casi en su totalidad de grupos de amigos y familias, una que otra pareja solamente les recordaba la sensación de estar ahí casi en ese mismo plan… si bien ellos no pudieran decir que eran novios o una pareja formal… el primer paso era esa cita a solas con muchas más sonrisas y miradas por compartir…
Y dejaron que esas charlas algo bobas y sin sentido les absorbieran gran parte del tiempo en el local, que la taza de café terminara entre risas y recuerdos de vivencias compartidas en las que no siempre quedaban del todo bien, que el último trozo de tarta fuera degustado tranquilamente en medio de un cómodo silencio que los envió por esos instantes a un mundo donde nada más que sus miradas conectadas parecía existir…
Y es que había confesiones que hacer y palabras por decir, pero poco el conocimiento acerca de cómo hacerlo con otro chico, mucha la vergüenza y el nervio… las sombras de los temores acechando desde ya…
- se hace un poco tarde… - murmuró el pelioscuro avergonzado al darse cuenta de que ya casi era medianoche y ellos aún estaban sentados en aquél Parque en el que ya casi nadie se vislumbraba…
Un relámpago alumbró los cielos dejándoles ver esas nubes oscuras que se formaban en el firmamento… y ese frío viento soplar meciendo sus cabellos con aroma a tierra mojada haciéndole ver que ya la lluvia había iniciado no muy lejos de ahí, y que no llevaba ningún paraguas ni impermeable, y definitivamente, en la motocicleta de Yunho, solo iban a empaparse…
- puedes quedarte en mi departamento, está más cerca que tu casa… - ofreció el moreno al ponerse de pie, con las manos en los bolsillos de su chaqueta oscura… esas manos que no paraban de sudarle desde que se encontraran en la Cafetería tal como hubieran quedado…
Y casi no se atrevió a mirarle a los ojos porque sentía que de encontrarse de nuevo con sus pupilas mandarían al caño todo ese autocontrol que ha mantenido hasta el momento pero que siente que no da para más porque solo quiere abrazarlo con fuerza y besarle para demostrarle cuánto le ama… porque la casi privacidad que el Parque le ofrece ya a esas alturas de la noche, y ese cielo oscuro opacando la luz de la luna y las estrellas, acrecienta esa sensación de anonimato que le invita a “pecar” ante la sociedad burda que es incapaz de ver en su amor por Jaejoong la misma naturalidad del amor heterosexual.
- no he avisado a mis padres… - escucha que le responde Kim mientras se pone de pie a su lado y comienzan a caminar en automático hasta ese lugar donde la motocicleta de Jung espera por ellos…
Y no es que sea un muchachito de 18 años o que sea incapaz de andar por ahí como le venga en gana, no es tampoco que sus padres le fuesen a retar si es que llama para decir que no llegará a casa, o si se digna en simplemente aparecerse por allá a la mañana siguiente….
Es que es demasiado el nervio de terminar en el departamento de su amigo cuando lo único que piensa ahora es que en las “citas” suele venir también el primer beso y a veces algo más… resultando entonces que él, se encontraba deseando aquello pero al mismo tiempo temeroso de lo mismo…
Porque para bien o para mal, nadie puede ir de buenas a primeras contra todo lo que en tu existencia te han enseñado como normal y anormal…
Más terminó por subirse a la moto, apretando con algo de ansia la cintura del moreno cuando la echó a andar y el rugir del motor le hizo tomar una bocanada de aire aguantando el acelerar apresurado de su corazón que le golpeaba en el pecho inquiriendo la necesidad de dejarse escuchar e ignorar todas esas otras razones que no le dejaban expresarse con libertad…
Jaejoong no supo el momento en que sus labios susurraron a oído del moreno que sí… que ir a su departamento estaba bien… y no fue tampoco testigo de esa sonrisa boba que se apoderó de labios del moreno al escucharle decir aquello… acelerando más por la emoción del momento que por otra cosa, conteniendo apenas la adrenalina y la exaltación de su corazón enamorado latiéndole furiosamente en el pecho…
Aparcaron fuera del Edificio donde se ubica el departamento de Yunho, y el nervio se encontraba a flor de piel, indudablemente era peor que encontrarse en una cita con alguna chica, porque esa vez en verdad estaban con la persona por la que se sentía algo más que simpatía o atracción… estaban con la persona por la que sentían verdadero amor…
El silencio era lo único que podía casi respirarse entre los dos a lo largo del trayecto hasta llegar a la puerta de entrada del departamento del moreno, y estando ya ahí todo lo demás pasó, irónicamente, muy rápido, pero a la vez muy lento; como para haber querido evitarlo, o como para poder registrar todas y cada una de las sensaciones o pensamientos que pudieron pasar por sus mentes… el hecho era… que se estaban besando…
Yunho podía jurar que nunca había probado labios tan dulces como los de Jaejoong… porque para bien o para mal, ya antes había besado otras bocas, a pesar de no haber sentido más que mera simpatía por las dueñas de aquéllas, pero habiéndose sentido obligado a hacer un esfuerzo por encajar en una sociedad que solo veía “normal” las relaciones hombre-mujer… pero una, dos y tres veces había fallado miserablemente en el intento por hacer que un noviazgo funcionara con esas chicas sin dudar hermosas por dentro y por fuera, pero que simple y sencillamente no… NO eran Kim Jaejoong…
Y se permitió dejarse envolver por esa infinidad de sensaciones que recorrieron cada fibra de su ser desde el primer roce contra esas frutas rojas que con timidez se dejaron probar casi sumisamente, correspondiendo apenas el sentimiento con un suspiro y ése volver a unir sus labios dejando entonces sí, que se movieran danzando libremente haciendo finalmente de aquél contacto un dulce beso apasionado.
Yunho llevó sus manos a la espalda, desplazándolas desde esa cintura, que aunque delgada y fina, no dejaba de ser masculina; presionando apenas un poco para pegarlo más a su cuerpo y arrancarle ése otro suspiro que se perdió entre sus bocas, alargando ése beso que no tardaría en demandar un poco de oxígeno… pero era como si hubiera desaparecido todo alrededor y no hubiera más que ellos dos en el mundo… y ése primer beso que hace tiempo suplicaba ser entregado…
El famoso beso de la primer cita que el mismo Jaejoong había anhelado…
El pelioscuro no supo el momento en que sus propias manos se movieron subiendo por el pecho del moreno hasta enredarse en su cuello y juguetear con su cabello enterrando ahí sus dedos con tranquilidad, provocándole esos ricos escalofríos que le erizaron el vello… y desear más su boca roja, pero viéndose obligado a separarse pues sus pulmones exigían respirar…
Se miraron a los ojos todavía nerviosos y algo sorprendidos… las mejillas coloreadas y la mirada brillante… una sonrisa un tanto temerosa de lo que habían hecho…
De lo que podía, debía y querían que pasara ahora… del conflicto de esas tres sencillas palabras que, a pesar de todo, se contraponían la una a la otra…
- no ha sido un error… - soltó con voz ronca Yunho, como queriendo evitar siquiera que aquél pensamiento cruzara la mente del pelioscuro… porque sabía que aquello no era socialmente correcto, pero ¡Dios! Es que el amor no está sujeto a lineamiento alguno, simplemente se siente…
- tampoco será fácil… - Jaejoong entrelazó sus dedos con la mano del moreno… quizá buscando ése soporte que necesitaba para sentirse seguro en la decisión que sin mediar más palabras estaban tomando…
- Te Amo… - y el moreno quiso que sus palabras valieran lo suficiente para poder con TODO. Quiso creer que estaban comenzando bien… que esa sonrisa ampliándose en labios de Jaejoong ameritaba enfrentar cualquier obstáculo si es que podía verla a diario y estar así… justo como ahora, con sus manos entrelazadas y sus cuerpos buscándose una vez más mientras sus bocas se funden en un segundo beso…
Un segundo beso que es una promesa muda… de estar siempre juntos…
……flashback……
Pero la promesa se quebrantó…
Y ya no le tiene a su lado… pudieron más los temores y los núcleos familiares, los estereotipos sociales que dicen que NO debe amar a otro hombre…
Jaejoong apartó la vista de la ventana, no queriendo ver más esa luna redonda y brillante colgando del firmamento con ese montón de estrellas titilando alrededor de ella…. Porque esa panorámica ahora solo le traía dolorosos recuerdos…
Recuerdos que en su momento habían sido lo más hermoso, los que le habían hecho sentir realmente vivo, los que le habían invitado a soñar, los que habían conseguido que se levantara día a día con alegría y felicidad… esas memorias en las que Yunho había estado a su lado…
Esas que ahora se le enterraban como dagas en el corazón, porque ambos habían decidido separarse antes de que sus familias se derrumbaran, porque ambos habían optado por decirse adiós antes que enfrentar las cosas o levantar el estandarte de su amor como muestra fidedigna de que aquello no estaba mal aunque fuese entre dos personas del mismo sexo…
Recuerdos que le iban carcomiendo lentamente el alma misma, porque tenía que pasar sus días sin su presencia, sin sus sonrisas, sin sus detalles románticos que casi le hacían sentir una chica, sin sus atenciones y sus besos, sin sus manos entrelazadas, sin esas tardes en su departamento viendo televisión, o las citas de noche a tomar un café, a bailar, a un karaoke en el que siempre terminaba cantando porque Yunho consideraba a su voz hermosa y prodigiosa, consiguiendo que se avergonzara y cantara con más emoción…
Remembranzas…
Como aquélla de la primera vez entregándose por completo a Yunho…
……flashback……
Los aniversarios se celebraban justamente por años cumplidos por algo ¿no? Entonces, qué idea de su novio de llevarle a esa cabaña a celebrar aniversario si tan solo llevaban dos meses saliendo…
- ¿no te ha gustado mi sorpresa?... – el pelioscuro vio cómo el moreno se mordía el labio, aún parado en la entrada de ésa cabaña pintoresca que le había parecido el lugar perfecto para pasar un fin de semana solos y lejos del bullicio de la ciudad, de las miradas curiosas, de las sospechas de sus familias…
- tonto… - Jaejoong lo giró un poco para tenerle de frente… - me ha encantado… - sonrió con sensualidad para luego robarle un beso de ésos que cada día parecían atontarle más rápido… - por mí festejemos cada mes… -y es que de pronto no parecía tan loco festejar aniversarios aunque no hubiese transcurrido ni el año… - o cada semana… - una de sus manos encontró camino por debajo de la playera de su novio… - sobrarán los motivos para estar a solas… - ronroneó en su oído, mordiéndole el lóbulo antes de darse la vuelta e ingresar finalmente en la cabaña…
Yunho esperó un momento esperando tranquilizar los latidos de su corazón y apartar todos esos pensamientos subidos de tono que se arremolinaban en su cabeza, despertando sus hormonas y alterando sus sentidos…
- ¿vas a venir?... – Jaejoong dijo con una sonrisa pícara, al tiempo que comienza a subir las escaleras riendo juguetón… así como se sentía de feliz y seguro de que esa vez, TODO podría pasar entre ellos, no más barreras de tiempo o espacio, no más titubeos por ser pillados por alguien estando en la ciudad…
El moreno le siguió con la mirada antes de moverse de su lugar… porque era su cuerpo esculpido por los mismos dioses el que le invitaba a esa otra muestra de amor…
Porque le desea y no solo por atracción carnal… porque le ama y quiere poder sentir que pisa entre nubes y flota en el viento al ser uno… porque quiere sentir que ya no habrá más nada que falte entre ellos para pertenecerse plenamente el uno al otro.
Y anduvo entonces entrando también al interior de esa cabaña que olía a pino y estaba algo fresca. Atravesó la estancia para llegar a esas escaleras por las que antes se perdiera Jaejoong; vio de reojo la chimenea apagada y tuvo el impulso de encender la fogata para dar la impresión más cursi del momento, pero el pelioscuro llamándole desde la habitación le hizo correr subiendo de dos en dos las escaleras hasta llegar arriba…
- me provocas, Jae… - sonriendo, Yunho se acercó a la cama, donde ya el pelioscuro le esperaba recostado en una pose demasiado sensual que solo le dejó en claro al moreno que su novio deseaba aquello tanto como él…
- dos meses, Yunho… - se deslizó acariciando con sus manos las sábanas de la cama… como si fuese una caricia que dejaba sobre esa piel morena que, a pesar de todo, no ha podido recorrer hasta el último recoveco… - dos meses de parar siempre por una razón u otra… - sus manos comenzando a desabotonar sus pantalones, subiendo apenas un poco el borde de su playera dejando al descubierto su abdomen pálido en donde se marcan los pectorales… - no quiero esperar más tiempo…
El moreno tragó hondo al verle hacer aquello… dándole la razón respecto de todas esas ocasiones en las que bastante emocionados, terminaban parando porque sonaba el teléfono, porque llamaban a la puerta, porque… en realidad, los temores quizá absurdos, nunca faltaron… y en ése momento parecen haberse diluido con tal facilidad, que casi le parece que está soñando…
Un sueño demasiado erótico si así fuera…
Pero no… podía sentirse afortunado… esa era la realidad, él en verdad estaba ahí contemplando a su novio provocándole con cada uno de sus movimientos, con su mirada lasciva, con su sensualidad natural reservada solo para él…
- quiero que hagamos el amor… - fue entonces cuando Yunho reaccionó, arrodillándose finalmente en la cama, inclinándose para alcanzar los labios de su novio en un beso tranquilo en el que quedaron al descubierto los tintes de pasión que solo entre ellos podían sentir y deseaban expresar…
Rápidamente las manos resbalaron por el cuerpo del otro despojándose de las prendas, suspirando entre besos y caricias, reprimiendo apenas esos altos gemidos que nacían en sus gargantas, pero que por algo de vergüenza se limitaban en dejar libres… y es que sentir esos roces piel a piel era demasiado nuevo como para ignorar la sensación de timidez que la primera vez de descubrir el cuerpo del otro al desnudo les provocaba…
Y es que todo era absolutamente diferente ahora, porque no eran esos adolescentes que se reían del otro en la ducha solo por el morbo y la curiosidad de ver quién lo tenía más grande o quién podía excitarse más rápido y durar poco masturbándose… porque lejos estaban los momentos aquéllos en que todo era hormonas descontroladas que clamaban por un poco de acción… porque nada tenía que ver hacer el amor con tener sexo con otro cuerpo… con uno que fuera femenino…
E hicieron hasta lo imposible por pasar de largo ante esa realidad, porque en nada valía la pena más quebraderos de cabeza con respecto a haber seguido sus corazones antes, a haber aguardado y dejado de lado lo que la sociedad les exigía… porque nada importaba que los Sres. Kim aún le insistieran a Jaejoong en que debía casarse y le presentaran a bellas mujeres que no tardaban en tratar de seducirlo y que, más de alguna seguro, iba solamente tras de su fortuna…
Nada de aquello importaba…
No cuando sus cuerpos desnudos finalmente se acoplan en una danza de caricias y besos, de roces furtivos que les van aumentando la temperatura, esa que también les hace necesitar contacto cada segundo más íntimo, ésa que les lleva a gemir bajito cuando sus manos topan con la entrepierna del otro dejando sobre ella esos lentos y exquisitos masajes que les van irguiendo lentamente como respuesta a cada atención…
- ahh, mhh, Yunho…
- Jae, ahh, Te Am…mhh, Amo…
Entregado a todas y cada una de esas sensaciones que circulaban libres por sus cuerpos ahora que en verdad nada más importaba, ahora que no había teléfonos que sonar, ni puerta que atender, o miradas de las que ocultarse…
Ahora que era solo el momento de vivir su amor en plenitud…
Y Yunho recorrió entonces con parsimonia cada palmo de piel, dejando en cada centímetro un poco de su calor, de su tacto, de sus besos dulces que deseaban marcarle dejando a la vez una estela húmeda de pasión… descubriendo en el camino, aquéllos puntos en los que de labios de su novio escapaba un suspiro más intenso, o cuando su toque conseguía que su espalda se arqueara un poco más, o que el pelioscuro se moviera tanto más inquieto buscando asirse de alguna parte de su cuerpo para acercarle y fundirse en un apasionado beso e instarle a que vaya más rápido, que le necesita y que ya habrán otras oportunidades de entregarse con tal lentitud…
Pero entonces el moreno solo aprovechaba para torturarle un poco más, yendo más despacio, abandonando su miembro para pasear sus manos por otros palmos de piel, de esa blancura cálida que iba tomando esas perlas de sudor que le daban ese toque erótico que había soñado más de una vez desde que se enamoró de Jaejoong.
- ahh, ¡Yunho!... – gimió su nombre cuando el moreno mordió algo bruscamente uno de sus pezones, mientras el otro lo pellizcaba y su lengua comenzaba a humedecer esa piel…
- me encantas… - el moreno se deleitó con cada uno de sus suspiros y gemidos, con esas mejillas rojas y sus ojos cerrados, con esos labios rojos entreabiertos regalándole un concierto de sonidos eróticos que le estaban enloqueciendo…
A tal punto, que su virilidad dolía clamando también por atención, pero llevar a su novio al límite le parecía más importante… porque lo único que quería era que esa primera vez quedara en su mente como el más hermoso de los recuerdos…
Hacer el amor era único…
Era como un regalo sagrado que no a cualquiera se le concedía, menos cuando aquello implicaba a dos hombres compartiendo esas caricias y besos, esas miradas y susurros… esos “Te Amo” que retumbaban en sus oídos y se iba grabando a fuego de pasión en sus corazones…
Jaejoong tomó el control en algún momento, e invirtiendo lugares dejó al moreno debajo de su cuerpo, siendo así su turno de torturarle con caricias prometidas que le dejaban más que encendido, reclamando con bufidos y gemidos roncos las acciones de su novio…
- te has divertido antes conmigo, así que no te quejes, Yunho… - sonriendo travieso, el pelioscuro terminó por llevar el miembro del moreno a su boca, dejando que sus paredes bucales se queden poco a poco con ese sabor agrio que destilaba el líquido preseminal que ya perlaba su miembro…
- aahhh… - y sus manos yendo inconscientemente a la cabeza de Jae tomando entre sus dedos algunos mechones de los que tironeó con algo de fuerza cuando más placer sentía ante cada nueva succión… - ahh, así Jae, mhh, más…
Y correrse tal vez demasiado pronto en la boca del pelioscuro, respirando agitado cuando ya Jae sube por su cuerpo y le besa profundamente dándole a probar de su propia semilla, la que se había tragado sin titubear y saboreado hasta la última gota…
Sus cuerpos volvieron a rozarse, y fue entonces que el moreno se dio cuenta del calor quemante que todavía le ardía en el interior… ese deseo de tomar lugar en la intimidad del pelioscuro… y entre besos y nuevas caricias, fue que llevó su mano a sus glúteos, acariciándole algo maliciosamente antes de dejar que uno de sus dedos se paseara por encima de su entrada como signo de advertencia de lo que deseaba a continuación…
- ¿ni chance de querer ser yo el seme?... – medio bromeó el pelioscuro al ser consciente de aquellas caricias en su intimidad… pero levantándose un poco para verle a los ojos y admirar en sus pupilas que aquello no era solo morbo o sexo banal… que efectivamente estaban haciendo el amor…
- te deseo, Jae… - e incapaz de decir un NO rotundo, pero queriéndole hacer saber que ese era su papel, el moreno solo se dedicó a besarle un poco más tierno y brindarle alguna seguridad que pudiera faltarle a su novio…
Jaejoong entonces no dijo más nada, dejándose hacer y entregándose por completo a Yunho… al deseo de ser uno por amor… y gimió de dolor mientras tres dedos del moreno le preparaban dilatando su pasaje, abrazándose con fuerza al cuerpo de su novio, dejando libres esas lágrimas que resbalaron impetuosas por sus mejillas y se perdieron en su cuello… sintiendo cómo Jung sostenía su cuerpo y le mantenía cerca, como procuraba besar sus lágrimas sin parar de susurrarle esos “Te Amo” y “estoy aquí” que le tranquilizaban un poco relajando su cuerpo lo suficiente para que aquella intromisión no fuera tan dolorosa…
- mmhhh… - pero nada evitó que ese gemido incómodo saliera alto de su garganta cuando el moreno le penetró delicadamente… y es que aquello en verdad dolía… era como ser atravesado por… ¡Dios! No lo sabe, solo puede registrar que duele…
Duele porque es la primera vez…
Pero también por ello sonríe en medio de lágrimas… porque es la primera vez de hacer el amor…
Y luego de un tiempo el dolor se dispersa lentamente, dejando solo el vestigio de la incomodidad… aunque volviera a gemir varias veces antes de acostumbrarse a esas pausadas estocadas que iban consiguiendo que su cuerpo se acostumbrara a aquella invasión… y que sus sentidos fueran entonces capaces de detectar y disfrutar de esas oleadas de placer que de a poco iban apareciendo y nacían en su intimidad desplegándose por cada fibra de su ser…
- ahh, ahh, más Yunho… - siendo entonces él quien pidiera más de esas embestidas, quien pidiera que incrementara su ritmo, aferrándose con brazos y piernas a su cuerpo mientras siente que va alcanzando un punto en su interior que le hará gritar de placer…
Y se besan cada tanto con sus labios ardiendo de deseo, dejando que sus cuerpos casi se fundan en uno, acariciando apenas palmos de piel cubiertas de sudor… mientras la noche cae en el exterior, y la luna se levanta imponente, redonda y brillante en el firmamento oscuro, con esas estrellas que titilantes, son como bailarinas danzando para ellos, al tiempo que el ritmo de su vaivén de caderas se vuelve frenético y de labios de ambos ya solo pueden escapar gemidos en los que sus nombres resuenan con excitación, y sensualidad… y amor…
Jaejoong arquea la espalda al instante en que la caliente esencia de Yunho se desborda en su pasaje, y al mismo tiempo se corre derramando su semilla en medio de sus cuerpos bañando sus torsos… ambos gimen ronco y alto, tanto que podrían jurar que los sonidos de la naturaleza se vieron perturbados por el suyo… pero eso en nada importaba, no era como si en la misma naturaleza no existieran esos encuentros desenfrenados, ¿cierto?
- ¿estás bien?… - cuestiona el moreno al salir de su interior y acomodarse a su lado, sin dejar de acariciar su rostro o sus mechones húmedos… no sin dejar de ser cariñoso y tierno…
- sí… - una sonrisa plena en sus labios rojos… - sé que dolerá después, pero ha sido maravilloso y debe ser cuestión de práctica… - soltó con sensualidad… y es que a pesar de que estaba seguro de que la incomodidad en su trasero no pasaría de la noche a la mañana, no se arrepentía en absoluto de haber sido uno con su novio…
- eres un poco pervertido, ¿sabías?... – el moreno sonríe y lo abraza instándole a acostarse en su pecho, queriendo simplemente cobijarlo de lo que fuera, tenerle así para siempre…
Cerca…
Suyo…
……flashback……
Pero nada de aquello había durado para la eternidad, ni siquiera habían alcanzado un aniversario de verdad… porque apenas tres meses después de esa primera vez en la intimidad, Yunho y Jaejoong habían permitido que sus familias, los rumores, las palabras mofadas e hirientes, que los temores, las expectativas y las imposiciones de las personas a su alrededor pudiera más que ese amor… que les derrumbaran los sueños y las ilusiones… que se acabaran las noches de luna llena haciendo el amor, que terminaran las tardes de ver televisión o las citas de salida a tomar un café o al cine…
Que TODO… se había esfumado como la bruma cuando el viento sopla o el sol aparece…
Y sin embargo… ahí seguía todo ese amor… latente y suplicante, deseoso de volver a ser vivido, de ir contra corriente y simplemente ser expresado…
Jaejoong decidió salir de esa casa que solo podía sentir ahora como una prisión de su corazón mismo… era ya tarde pero no le importaba, salió y subió a su auto, encendiendo la radio sin dejar una estación en particular, sintonizando una al azar… escuchando esa suave balada con un ritmo diferente que le agradó y decidió escuchar… era una canción en japonés, pero que recordaba ya haber escuchado una vez antes… y agradeció entonces sus clases de japonés, porque iba entendiendo cada frase… y sintiendo casi como si cada palabra encajara con su propia experiencia…
Y no pudo evitar imaginarse a Yunho en esos momentos, caminando por ahí con ropa cómoda, con sus ojos clavados en la nada pensando en él… solo… dejando que sus pies le lleven tal vez a ningún lado en particular, solo andando sin rumbo fijo deseando estar a su lado… como él lo deseaba también…
Y aceleró sin querer hasta el fondo, pasando por esas avenidas casi vacías sin detenerse en ninguno de los semáforos, no importándole esas luces rojas o que alguno de los pocos autos tocara el claxon al verse obligados a frenar abruptamente al verle pasar a toda marcha, dando vueltas peligrosas dejando huella en el asfalto, el viento golpeando su rostro a través de la ventana, ni un poco de serenidad en su corazón enamorado…
Solo quería…
Quería estar con Yunho en ese momento y para siempre…
Y sabía… sabía que el moreno se encontraría en aquellas playas de Busán tratando de olvidarle quizá, de comprender lo que había pasado que se habían permitido ser separados… lo débiles que habían sido para dejar que los obstáculos fueran más fuertes que su amor…
Cuando es justamente el amor lo más firme de todo lo existente… lo único que puede sembrar esperanzas, sueños e ilusiones… lo único que valía la pena en cada uno de sus días… esos que carecían de calidez desde que se hubieran separado hace un par de semanas…
Y condujo hasta que el alba despuntó y un tanto más, condujo haciendo paradas en gasolineras solo para abastecer el tanque de su automóvil… habiendo suspirado una primera vez cuando se percató de que llevaba su cartera en el bolsillo, cuando encontró aquél cajero en un centro comercial de un pueblo por el que pasó y que ya ni siquiera recordaba cómo se llamaba… condujo sin cansancio, casi sin detenerse siquiera a dormir por más de un par de horas en algún motel de paso sin importarle lo que pudieran pensar o que pudo haberse complicado menos si solo hubiera tomado un avión…
Era solo… era solo que la emoción y la determinación le habían asaltado de pronto, y detenerse a pensar por lo menos un segundo en lo que estaba haciendo, temió hubiera menguado su firmeza…
Y para cuando llegó a su destino, no tenía idea de exactamente en qué lugar pudiera estar Yunho, ni si aún tendría su móvil a la mano… pero lo intentó… porque comprendió que tratándose del amor de ellos dos, todo sería intentar e intentar una y otra vez, porque nunca faltarían los obstáculos, porque nunca terminarían los prejuicios, pero levantarse cada que tropezaran con ellos era lo que podría alimentar y fortalecer el sentimiento sincero que se tienen…
Así que lo hizo… marcó en su móvil esperando que la batería del suyo aguantara por lo menos a que le contestaran, o a que la voz al otro lado de la línea le diera un indicio de la ubicación de Yunho…
- ¿Jae?... – y su corazón casi se le salió del pecho cuando esa varonil voz que tanto extrañara le contestó del otro lado con claro tono de sorpresa…
- yo… Te Amo, Yunho… - y solo entonces se dio cuenta de las realmente pocas veces que él había dicho esas dos palabras, porque casi siempre era el moreno quien las murmuraba para él… - estoy en Busán y… dónde estás tú… - pero el silencio al otro lado le asustaba demasiado… - ¿Yunho?
- ¿condujiste desde Seúl?... – el pelioscuro escuchó esa vez demasiado cerca… demasiado para haber sido una voz en su móvil… y se giró algo ansioso topándose entonces con el moreno tras de él, mirando su auto lleno de polvo y tierra…
- lo haría desde el otro lado del mundo si me lo pidieras… - Jae sonríe algo nervioso y muy ansioso, conteniéndose apenas de lanzarse a sus brazos y besarlo… no había esperado que apenas unos días en el clima de la playa le pudieran sentar tan bien haciéndole lucir un tono bronceado que le volvía más atractivo, y esos cabellos desordenados dándole un aire desinteresado… y… ¡Dios! Como lo amaba…
- y porqué… qué diferencia puede haber ahora, Jae… si tu familia y la mía siempre estarán en el medio, si las personas seguirán hablando, si… - el pelioscuro abrazándolo con fuerza, escondiendo su rostro entre su cuello y hombro…
- lucharé, te juro que ésta vez lo haré, contigo… porque no importa dónde o con quién esté, si no estás a mi lado nada tiene sentido, porque estoy aquí, dispuesto a no irme nunca más, si me dejas…
- cómo no iba a dejarte, cómo no iba a quererte de vuelta, si mi vida ha sido un infierno sin ti estos días… - y regresando el abrazo, Yunho ya solo puede apresarlo con fuerza mientras deja que su nariz se pierda en el aroma de su cabello…
- no hagas eso… - Jae se separa de pronto, contrariando al moreno… - no me he duchado apropiadamente desde ayer… - y sus mejillas se tiñen de carmesí…
- te ves hermoso avergonzado… - atina a murmurar mientras una de sus manos viaja a su mejilla acariciando tiernamente… - Te Amo, Jae…
- también yo, Yunho… Te Amo tanto… - vuelve a abrazarle y solo quiere poder sentir ese calor y esa seguridad por el resto de sus vidas… porque comprende que finalmente, había sido él quien más dejara que los demás interfirieran en su relación… - lo haré bien esta vez, ya no dejaré que nadie ni nada nos separe…
- bésame entonces, aquí y ahora… - el pelioscuro no puede evitar mirar a su alrededor viendo a varias personas caminar por ahí en el malecón… luego vuelve su vista al moreno y su mirada titubea… - esta es la realidad, Jae… personas alrededor que pueden mirar y hablar…
- lo sé… - se muerde el labio y entiende… que lo que Yunho quiere es una muestra palpable de sus palabras… - Te Amo… - y quiere recordarse a sí mismo que no hay nada más profundo que el significado de sus palabras, mientras acerca su rostro al del moreno y une sus labios en un roce cálido que le hace sentir en las nubes… un beso tranquilo y sin prisas, uno… donde solo quieren expresarse su amor sin límites…
Esperando que esa vez, en verdad nada pueda contra el lazo que los une… porque ambos han decidido estar ahí para el otro… de corazón, en cuerpo y alma… firmes…
Como apoyarse en un sentimiento imperecedero e inmortal…
El sentimiento de su amor…
**FIN**
*****
**YooSu**
Comenzar esa relación de pareja había sido demasiado espontáneo y natural, que no lo habían visto nunca como algo anormal o incorrecto… porque era Amor a fin de cuentas lo que sentían el uno por el otro… porque era ese tomarse de las manos y sentarse juntos cosa que les alegraba el corazón, y eran esas sonrisas algo avergonzadas pero cariñosas y los roces de labios que solían convertirse en profundos besos, lo que hacía que sus almas se alegraran de sobremanera e instalaba un agradable calorcito en sus vientres que se convertía pronto en aleteos algo adolescentes que les hacía sentir muy bobos pero profundamente enamorados…
Con la capacidad de afrontarlo TODO…
Porque amaban demasiado ese estar juntos como para querer siquiera dar oportunidad de que los demás destruyan o mermen las ilusiones que han ido depositando a lo largo de esos años de conocerse… porque antes de atreverse a ser novios, a darse ese primer beso… habían sido los mejores amigos, porque desde la infancia se conocían, porque desde la escuela elemental habían sido como algunos dicen “uña y carne” para todos lados juntos, apoyándose el uno al otro al dar el mínimo paso…
Pero la vida no es color de rosa… y los obstáculos se presentaron raudos y arremetieron contra lo suyo con la fuerza vertiginosa de una tempestad…
Y habían terminado agotados casi siempre teniendo que aguantar esas miradas reprobatorias, los reclamos de sus familias por salir a “citas” con su novio… NOVIO… no novia, no una chica linda de buenos modales y refinada familia con la que verles pasar tomados de la mano, o las que invitar a cenar a casa… porque nada de aquello era bien visto por los ojos de la sociedad… porque como una gota de agua cayendo insistente día a día en un mismo punto, toda aquélla presión fue haciendo daño en el lazo que les uniera quizá desde que se conocieran, siendo demasiado infantiles como para pensar en que la simpatía y el cariño, y la amistad, pudiera llegar a mutar en ese profundo y hermoso sentimiento llamado Amor que era tema principal de grandes historias literarias, cinematográficas y televisivas…
¿Qué había de malo entonces en que ellos dos se amaran?
Era cuestión de normas sociales, de mentes cerradas, de estereotipos y prejuicios que no daban más que para ver en su amor una equivocación equivalente al peor de los pecados…
Y fue todo eso lo que terminó por separarles sin miramiento alguno… casi sonriendo triunfantes y omnipotentes al ver el fruto de sus intrigas cuando Yoochun partiera a Estados Unidos dejando a Junsu con el alma triste y el corazón acongojado…
Porque Park Yoochun no quería en realidad irse, pero apenas tenía 17 años y sus padres todavía podían de alguna manera influir en su vida y en sus decisiones…
Porque Kim Junsu aún estaba en los 16 y casi era fácil asustarse y temer, ocultarse y dejar que los demás influyeran en sus decisiones…
Aún así, nada impidió que se entregaran aquélla noche en una habitación de Hotel…
Y hacer el amor por primera vez…
Mientras se dicen adiós entre suspiros bajos y gemidos ahogados… entre todo ese concierto de susurros y la danza de caricias que fueran testigo y prueba de su amor…
Mientras viven el más hermoso de los momentos y construyen el más dulce de los recuerdos… mientras hacen el esfuerzo por no pensar en que esa noche, es la más triste de las despedidas para ellos…
Dejando en un rincón las dudas y los temores, las inquietudes y los sinsabores… esa pregunta cruel ¿si es que se volverán a ver?
………………………………………
Estaba muy nervioso, hacía cuatro años que no le veía, que no sabía prácticamente nada de él, si había cambiado en algo su forma de ser, o si vestiría de forma diferente, si conservaría los amigos o tendría otros ya, si… si habrá olvidado la promesa y saldría con alguien más… quizá estuviera comprometido o casado…
Si tal vez le había dejado de amar…
Pero Yoochun negaba con la cabeza diciéndose a sí mismo que Junsu no era de ésa clase de persona… que si había jurado amarle por siempre y esperar por él, lo había hecho, que quizá contaba como él, los días para poder volver a encontrarse y tomar sin ningún inconveniente las riendas de su propia vida…
De estar uno frente al otro y abrazarse con fuerza, de sonreírse enamorados antes de darse ese beso que por tanto tiempo ha extrañado; y comprobar incluso si es que sus labios son más suaves y dulces, si seguían siendo algo tímidos para amoldarse a los suyos…
El pelinegro sonrió estúpidamente ante sus pensamientos, mientras terminaba por cerrar esa maleta en la que había colocado apenas unos cambios de ropa y sus documentos, listo para partir en cuanto cumpliera esa mayoría de edad legalmente obligatoria para no tener que preocuparse más por nada… para que ya nada de lo que su familia pudiera hacer le impidiera volver a Seúl…
Y aguantar la soledad, la ansia y la emoción, solo unos pocos días más…
………………………………………
Sin duda dolieron todas sus palabras, esa expresión decepcionada y esos ojos llorosos de su madre cuando le dijera que se iba a Corea. Como dolió ese “haz muerto para mí”, que su padre le dijera con tal rencor que casi sintió que se quebraba ahí mismo; estando ya a unos pasos de la puerta de salida de su casa, esa Mansión a la que nunca pudo sentir hogar. Y caminó tambaleándose un poco aguantándose las ganas de llorar, jalando su maleta y apretando con fuerza la correa del bolso al hombro. Y salió sin mirar atrás, sin querer contemplar una segunda vez la desastrosa escena que dejaba a sus espaldas.
Dolía mucho tener que renunciar a la Familia pues no le dejaban otra opción… ¡pero por Dios! Que había dolido un poco más cuando mirara por última vez aquéllas castañas pupilas hace ya cuatro años, porque la tristeza que había visto reflejada en ellas le habían estrujado el corazón.
Y es que ninguno de los dos había querido nunca separarse…
Pero TODO había sido más fuerte que ellos entonces…
TODO eso que ya no dejaría más interferir en su felicidad…
Si es que Junsu seguía siendo parte de ella…
………………………………………
Sería el mentiroso más grande del mundo si dijera que no estaba emocionado y ansioso, incluso angustiado… porque recordaba con claridad aquélla promesa que hiciera con su Yoochun la noche en que después de haber hecho el amor por primera vez… se hubieran tenido que decir adiós…
……flashback…….
Estaba algo cansado y un poco adolorido (ser uno era placentero, pero comprobaba que después de la primera vez la incomodidad no se iba), hacía minutos que habían tenido un orgasmo (el primero de los muchos que deseaban) juntos y habían experimentado el más hermoso de los placeres… pero… ahora estaban ahí desnudos y abrazados debajo de aquéllas sábanas suaves que se habían quedado con su aroma pero que no volverían a cobijarles nunca más… después de todo, no era más que una habitación de hotel… no era la cama de su alcoba o la de Yoochun en la que se hubieran metido a hurtadillas en ausencia de sus progenitores como alguna vez llegó a pensar… ni mucho menos era la recámara nueva de un departamento que finalmente pudieran compartir…
Era una primera vez algo triste a fin de cuentas…
Y estaban en silencio buscando palabras que decir y recuerdos que grabar a fuego lento en sus memorias… con sus manos entrelazadas jugando como si el tiempo no fuera en contra de ellos, mirándose con infinita ternura pero esas iris cristalizadas por el inminente dolor de la separación, besándose lento y suave cada tanto no queriendo perder oportunidad de conservar ese sabor, compartiendo todavía caricias tímidas que resbalaban por el cuerpo del otro arrancando esos suspiros que no tardaban en robarse con más besos…
- Te Amo, Chunnie… - el chico de cabellos castaños oscuros declaró, sintiéndose incapaz de decir otra cosa que no fuera su sentir…
- también Te Amo, Susu ah… - pero aquéllas palabras casi parecían doler más de lo que podían alegrarle… - hagamos una promesa…. – dio un rápido beso a su novio y apretó más su mano entrelazada… - volvamos a estar juntos después…
- pero…
- no siempre pueden amenazarnos con ser legalmente menores, o con retirarnos sustento económico, corrernos de casa o encerrarnos en algún lugar para curarnos… - sintió que Junsu temblaba al recordar aquélla advertencia que de hecho su padre lanzara contra ellos una vez que les pilló besándose cerca de su casa… - no estamos enfermos, Su… sentir lo que sentimos por el otro no nos vuelve ni locos, ni enfermos, ni pecadores, ni nada de lo que ellos y otros dicen… - trató de confortarlo, acariciando tiernamente sus cabellos y su rostro… - podrán separarnos ahora, pero quiero volver a ti, Su…
- ¿me amarás por siempre, Chunnie? Porque yo lo haré, aún en otra vida si llega a haber… - susurró con un dejo de temor… y es que de pronto el tiempo parecía abismal, y la distancia cruel podría llevarse consigo ese amor que se acaban de entregar en el acto más hermoso y puro que pueda existir…
- te amaré por siempre, Junsu ah… - murmura mirándole con toda esa ternura y cariño, y confianza y amor de que es capaz… - prometo volver… - una caricia en esa suave y tibia mejilla que teñida en carmesí, solo aumenta ese aire angelical que su novio le inspira…
- prometo esperarte Yoochun ah… - y esa lágrima rebelde que rueda por su mejilla y se pierde en esa mano que aún le acaricia… - ¡prometo esperar!... – solloza y se quiebra a pesar de haber luchado por no hacerlo, dejando libres todas esas lágrimas que desbordan por sus ojos y que terminan por contagiar a su novio, él a quien le duele un poco más la situación al ver ése llanto…
Y no pudieron contener su propio sufrir, ya solo pueden fundirse en nuevos besos tanto más necesitados e impregnados con ése sabor a agua salada que las lágrimas van dejando…
Y es que decir adiós cuando no se quiere partir, duele con el clamor del fuego que destruye todo a su paso…
Pero esperanzado en ésa promesa que a besos han sellado…
……flashback……
Junsu dejó que su mirada vagara otra vez, como cientos de ocasiones anteriores, por toda su habitación, poco había importado que sus padres le dijeran mil y un veces que la cambiara, que quitara todas esas fotografías enmarcadas donde estaba a lado de Yoochun, abrazados, sonriéndose, jugando, molestándose… eran las escenas palpables que le recordaban que no tenía que dejarse vencer…
Que había todavía un amor que le esperaba, una promesa que cumplir… una ilusión que hacer realidad…
Y se había cansado de decir a sus padres, en ocasiones a pulmón abierto, que no podían cambiar lo que sentía, que bueno o malo para ellos, estaba enamorado de Park Yoochun y eso nada ni nadie iba a cambiar, se había desgarrado la garganta gritando que le dejaran en paz cada que intentaban “hacerle entrar en razón” porque no había nada irracional o ilógico en su sentimiento, porque era algo natural y sincero, puro como el amor que cualquier pareja heterosexual se expresaba…
Pero sus palabras habían sido poco menos que voces muertas que se iban con el viento de otoño…
Y su vista paró en aquél calendario de la pared de lado, sobre el escritorio de estudio… una fecha marcada con rojo encerrada en un corazón… sonrió al darse cuenta de lo cursi y casi tonto que se veía aquello… pero llevaba cuatro años esperando todo enamorado a que ese día llegara… esperaba recibir una llamada o un mail, o algo…
Lo que fuera que le indicara que la promesa seguía firme, que Yoochun no le había olvidado, que le seguía amando como juraron aquélla noche… que tal vez entraría por la puerta y le abrazaría robándole un profundo beso de esos que extraña horrores, de esos de los que ya casi ni recuerda a qué saben porque los meses pesaban más de lo que podía aceptar, porque había días en los que ya casi sentía que ni sus recuerdos le daban la fuerza suficiente para levantarse al siguiente amanecer…
Estaba enamorado sí, pero la realidad era que el tiempo y la distancia pasaban factura, y el precio nunca le había asustado ni parecido tan alto… pero bastaba con pensar en si Yoochun pensará igual, para sentir que se le corta la respiración y le asalta la ansiedad…
Porque solo necesita una… una mínima señal para comprender que todo sigue ahí, los recuerdos y las promesas, el deseo mutuo de volver a estar juntos…
………………………………………
Y sin embargo el día estaba ya ahí sobre él, y del pelinegro no sabía nada aún… quiso no pensar ni temer, pero era casi imposible no hacerlo, se le iban los minutos perdido en sus pensamientos…
Esa mañana no había desayunado salvo una manzana que casi a fuerza ingirió, y es que solo pensaba en que ese día su Yoochun cumplía la mayoría de edad… y aún esperaba que llegara en cualquier momento, que le sonriera como antes y le hiciera sentir que ahora sí que todo estaba bien…
Tenía incluso miedo de salir de su casa, porque era lo único igual que conservaba de aquéllos años, porque seguro Park no sabe que estudia la Universidad y que toma un curso extracurricular sobre canto y baile, y seguro entonces no dará con él, y si sus padres le reciben le negarán en absoluto cualquier información de nada sobre él… y…
Le dolía ya la cabeza aún y cuando no hace más de un par de horas que su día ha comenzado… miraba su móvil con aprehensión, porque incluso se las había ingeniado para conservar el mismo número de entonces, aunque cambiara de modelo ya unas ocasiones… quería que sonara y escuchar la voz de su novio al otro lado de la línea…
De pronto se dio cuenta de ese detalle que a saber, pocas veces había tomado en cuenta… y es que a pesar del adiós, del tiempo y la distancia, Yoochun y él jamás habían formalmente terminado su noviazgo, así que de alguna manera, le había seguido pensando como su novio…
- ¿me pensabas igual, Chunnie?... – suspiró y casi no se dio cuenta de toda esa gente que pasaba por las aceras o los autos a su lado en la carretera, por suerte que tenía un chofer que le llevaba y le traía de la Universidad, porque si no, probablemente ahora ya estaría detenido en algún aparcamiento con tal de no ocasionar un accidente…
- hemos llegado, Señor… - y tal vez era la cuarta vez que su chofer le decía aquello parado fuera de la escuela de Junsu, pero éste seguía demasiado elevado en su nube como para salir de buenas a primeras de sus pensamientos… - ¡Señor!... – y el hombre casi temió que su grito le asustara o fuera a ocasionar su despido, aunque conociendo al joven, eso no pasaría en definitiva, era bastante simpático y amable, aunque también saltaba a la vista que la relación con sus padres no era justamente la mejor… pero vamos, muchas de las familias adineradas que conoce o para las que ha servido, tienen esos mismos problemas…
¿De qué sirve el dinero cuando no se es realmente feliz?
Junsu finalmente pareció caer en cuenta de que le llamaban y de que ya se encontraba en su destino, sonrió débilmente a su chofer y con una reverencia de agradecimiento, tomó su bolso y bajó del auto… el sol estaba hermoso brillando en lo alto de ese cielo azul…
Y sin embargo se sentía tan frío…
………………………………………
Yoochun llegó a casa de los Kim, pero la imponente mansión tan similar a la suya, no le inspiraba nada de confianza… presentía que su Junsu no estaba ahí, porque conociéndole como le conocía, y esperando que no hubiese cambiado, habría un poco más de ruido y alegría…
Suspiró y miró su reloj de muñeca, eran cerca de las once de la mañana… y por un segundo recordó lo que ellos solían hacer a esa hora los fines de semana, porque el resto, se aburrían en clases, o se mandaban mensajes de texto, o se regalaban sonrisas nerviosas y miradas traviesas… sonrió al recordar aquéllos gratos momentos…
- idiota… - y es que al mirar su móvil, se maldecía a sí mismo por su tan mala suerte, que casi recién llegara a Estados Unidos, había perdido su celular, y en él, cualquier teléfono de Junsu… y había sido tal su frustración, que temía que recordar el número que tenía en mente, fuera completamente diferente o erróneo… - no pierdo nada con intentar ¿cierto?...
Se mordió el labio y optó por marcar ese número que recordaba… sentía la fuerza y la rapidez con que el corazón le latía en el pecho a la expectativa de lo que fuera que resultase ahora… su otra opción era esperar ahí, parado en la acera de enfrente de la Mansión esperando el momento en que Junsu se aparezca, está seguro, aún debe vivir con sus padres…
Y no sabía con certeza de dónde salían aquéllas seguridades respecto de algunas cosas, pero algo en su interior aquello le dictaba… y tratándose de su novio (porque recuerda que no terminaron aún en aquella noche de despedida) no podía menos que confiar ciegamente en su corazón enamorado…
………………………………………
Junsu saltó inconscientemente en su lugar cuando sintió el vibrar de su móvil en el bolsillo de su pantalón… no lo iba a negar, se sintió ansioso y emocionado, y sin decir nada salió corriendo del aula con una sonrisa amplia curvada en sus labios… sentía el latir apresurado de su corazón casi saliéndosele por la garganta… y mirando por un segundo el número de esa llamada entrante… borró su sonrisa, porque aun cuando no lo conocía, no era el de su Chunnie… vamos, que si él había conservado su número, esperó de alguna manera que el pelinegro lo hiciese también…
Suspiró decepcionado, más no negó contestar, justo cuando al otro lado, un Yoochun impaciente había estado por cortar la llamada creyendo que, ó se había equivocado, o Junsu no tenía tiempo de atenderle…
Pero el mundo se detuvo para ambos cuando aquellas sencillas palabras salieron de sus bocas…
- ¿hola?... – porque Yoochun casi había sentido que el corazón se le paralizaba al escuchar su hermosa voz… seguía siendo tan bella como siempre, con ese peculiar timbre que le hacía escuchar un poco infantil…
- Junsu ah… - porque el, ahora, pelirrojo, casi se había desmayado al escuchar su nombre murmurado por aquella varonil voz que definitivamente en nada había cambiado…
Y el corazón de ambos pareció entonces recordar que debía latir… que ahora más que nunca tenía un motivo para hacerlo… porque podían sentir a su parte complementaria en algún lugar no muy lejos de ahí, y solo podían emocionarse… y quedarse mudos de la impresión mezcla con agitación… con el móvil pegado al oído pero sin ser capaces siquiera de moverse de su sitio… Junsu en el medio del pasillo de la Universidad fuera de su aula de clases… Yoochun frente a la mansión Kim mirando un punto fijo pero sin realmente prestarle atención, aunque curiosamente era la habitación del pelirrojo…
- dónd… - carraspeo… - dónde estás, Su… quiero verte… - y finalmente su boca parece recordar que es capaz de hablar, y su mente de lo único que en ese momento quiere saber, porque no puede soportar ni un día más estar sin verle, porque su corazón le demanda reunirse con el amor verdadero…
- Chunnie… - y ese suspiro tan emocionado como parece podrá estarlo toda la vida de ahora en adelante… - en la Universidad, pero…
- voy para allá… - y casi sin dar tiempo a más nada, el pelinegro cortó la llamada, corriendo hasta el metro, pero topándose en el camino con un taxi que no dudó en abordar… y es que solo quería…
Solo quería volver a verlo, abrazarle, tomarle una mejilla y besarlo… solo eso…
Y prácticamente no se dio cuenta de ese “pero” que el pelirrojo murmurara hasta que ya casi llegaba a la Universidad, y por esos instantes se cuestionó si es que tal vez Junsu hubiese querido decirle que no, que no quería verle o que se presentara, si tal vez le hubiera dicho algo que no quería escuchar ni pensar… pero… si tal hubiese sido el caso, le hubiera devuelto una llamada ¿no? O detenido de alguna manera…
- Junsu me espera, sé que sí… - y es que era momento de dejar atrás las dudas, los temores, las incertidumbres, se suponía que estaba ahí para cumplir una promesa que le mantuvo cuerdo y vivo todos esos años, no para herir más a su corazón con aquellos pensamientos que no debían ser en nada acertados…
Bajó del taxi y miró la enorme y elegante entrada de la Universidad, inspiró con fuerza, y todavía con su maleta arrastrando tras de sí, comenzó a andar dentro, dándose un golpe mental por su ansiedad y arrebato, que ahora no estaba seguro del lugar en todo el plantel donde su Junsu debía estar esperándole…
- ¡Chunnie!… - y ese llamado en una voz algo agitada, le hizo girar el rostro hacia la derecha, desde donde pudo ver a su novio parado tomando apenas un poco de aire, antes de correr esos pocos metros que todavía les separaban y abrazarle con fuerza…
- Su… - suspiró aliviado de sentirlo finalmente entre sus brazos, envolviendo los suyos en torno a esa cintura que había extrañado más de lo que podía explicar…
- estás aquí, viniste… volviste por mí Chunnie… - y quería no ser tan infantil y llorica, pero había terminado por sollozar de contentura y derramar esas lágrimas que mojaron también el cuello del pelinegro…
- como no volver, si tú me esperabas, Susu ah… - nada importaban esas miradas curiosas de estudiantes y tal vez algún profesor, que caminaba por los caminos y jardines del campus… - si lo prometimos…
- Te Amo tanto…. – y es que en nada creía que fuera precipitado volver a decirlo, no cuando llevaba cuatro años esperando justamente ese momento, en el que poder volver a decirle lo que sentía…
- porqué siempre me ganas, ¿eh?... – sonriendo bobamente, el pelinegro le apartó un poco, tan solo para poder mirarle a los ojos y perderse en el fulgor de sus castañas pupilas, para acariciar su mejilla y darse cuenta de que no había más felicidad que la que puede sentir estando con él, que a pesar de los buenos recuerdos, esos cuatro años habían sido casi un infierno al no tenerle a su lado… -déjame ser el primero un día en decir Te Amo, Su ah… - sonríe y casi siente que se derrite al contemplar una vez más después de meses de ausencia, ese precioso carmesí apoderándose de las mejillas de su novio, de esa mirada brillante y esa sonrisa avergonzada… - te extrañé mucho… mucho de verdad…
- también yo, Chunnie… - y siente que le toma de la mano, que entrelaza sus dedos mientras le besa una mejilla, esa que ahora siente arder, casi como si fuera la primera vez de estar juntos así, habiendo pasado la línea de la amistad… - ¿acabas de llegar?... – cuestiona todavía algo nervioso y asustado, suplicando porque aquél no sea uno de sus sueños…
- recién hace un par de horas, pero no podía esperar a llevar esto al departamento, moría por verte, por tenerte otra vez así… - murmura y le abraza de nuevo, meciéndole como si de un niño pequeño se tratara… - fui a tu casa, pero de algún modo supe que no estarías ahí, y luego no estaba seguro de que fuera tu móvil, y, he tomado un taxi para llegar más rápido, y no sabía si te encontraría, y… - un beso…
¡Dios! Un beso…
Uno que Junsu le entregaba tomando la iniciativa, posando sus labios suaves contra los suyos, apenas una caricia sutil cual roce que pide permiso de mutar en un contacto más íntimo… Yoochun sonríe contra esos labios gruesos y dulces que incluso parecen saber mejor ahora y que no duda en atrapar entre los suyos, dándole un poco más de confianza, dejando que se acoplen como si reconocieran terreno y danzar en ese baile que casi podrían haber olvidado de no ser porque tenían muchos recuerdos que memorar y casi sentir en carne propia…
- hablas mucho… - susurró cuando se separaron apenas para tomar aire, sin despegarse demasiado, sus rostros aún cerca, sus bocas aún rozándose… compartiendo el aliento…
- estoy nervioso… - y sus labios volvieron a besar una de sus mejillas, esta vez la contraria de antes… - y solo quiero poder tenerte para mí ahora que nos hemos encontrado de nuevo… - se separa un poco más, quiere ver en esas castañas pupilas si es que Junsu deseará lo mismo que él en esos momentos… si es que tal vez no importaría demasiado si se lo raptaba y le hacía faltar a clases…
- mi sentimiento nunca cambió, eres el único en quien pensaba… - fue esa su forma de decirle que sí, que él también espera poder tenerle para sí en adelante… que no volverá a irse… que no volverán a separarse más…
Y sin más palabra, caminaron tomados de la mano fuera de la Universidad, con la maleta de Yoochun tras de ellos arrastrada hasta tomar un taxi que les llevó al departamento que el pelinegro arrendara vía Internet… y es que se había preparado de verdad para volver a Seúl con la única idea de estar con Junsu y apartarle de lo que sea que les pudiera herir o intentar separar… tenía incluso trabajo seguro en una compañía que le pagaría muy bien, lo suficiente para sustentarse y sostener a su novio si era necesario…
¿Tonto? Tal vez, sonaba demasiado a compromiso y demás… pero le amaba, y estaba dispuesto a todo, absolutamente TODO por la felicidad que hace años les fue arrebatada…
Se regalaron nuevas miradas y sonrisas en el camino, sus manos aún entrelazadas, algunas conversaciones nada triviales pero de temas que no tocaban puntos sensibles que les recordaran la interrupción de su noviazgo hace cuatro años.
Y así fue como llegaron finalmente hasta esa zona de la ciudad que no era muy de clase, pero tampoco de barrio bajo… a Junsu le dio la impresión de que era esa clase de lugar en donde se respira un ambiente familiar… y sonrío algo emocionado al subir con Yoochun tomados de la mano el ascensor… si lo pensaba, parecían una pareja de recién casados… o algo por el estilo…
Park tembló un poco al sacar la llave de su nuevo departamento… ¡Dios! Y eso que aún ni siquiera le ha propuesto vivir juntos, que están ahí solo porque quiere dejar su molesto equipaje, y luego salir a pasear por ahí, tal vez a comer o tomar un café, o… lo que sea, con tal de estar juntos y poder charlar… recuperar por lo menos un poco de todo ese tiempo perdido, tener las conversaciones necesarias, y por supuesto, mas de esas miradas y sonrisas… más de sus dulces besos…
- Te Amo… - y esa vez si es Yoochun quien lo dice primero, apenas ha cerrado tras de sí la puerta de su departamento, pero Junsu le parece tan hermoso, que no puede evitar decirlo, y acercar su rostro para besarle de nuevo mientras le atrapa por la cintura acercándolo a su cuerpo…
El pelirrojo no puede más que suspirar y sentir que le tiembla el cuerpo de emoción y felicidad… corresponder el beso y llevar sus manos al cuello del pelinegro… olvidarse de todo alrededor, dejar solo que el sentimiento fluya entre ellos… y de pronto cuatro años parece haber sido demasiada espera aún para sus cuerpos, que casi actuando como si tuviera vida propia, se buscan exigiendo contacto más íntimo…
Pero paran… paran apenas cuando sienten la respiración alterada y se dan cuenta de esas mejillas sonrojadas del otro, del calor que hace… y de las muchas cosas que faltan por hacer en ese departamento antes de querer estrenarlo haciendo el amor…
- me gusta el color de tu cabello… - dice el pelinegro, casi más como un pretexto para desviar la atención del deseo…
- ¿de verdad?... – sonríe algo más avergonzado y se lo revuelve en un acto meramente inconsciente…
- sí, te ves más guapo de lo que ya eres… - y el pelinegro descubre que no hay nada como apreciar los sonrojos de su novio…
-Chunnie… - y Junsu comprende que durante esos meses, eso era lo único que quería de vuelta, la espontaneidad del amor con Yoochun…
………………………………………
Park buscó entre sus ropas algo que le pudiese quedar a su novio y que usar mientras secan esas prendas empapadas por culpa de un auto que sin miramiento les bañó de pies a cabeza al pasar velozmente por un charco de agua que vaya a saber Dios de dónde había surgido, si no estaban en temporal de lluvias…
Pero cuando regresó al baño y abrió sin siquiera tocar, se quedó pasmado en su lugar al ver el cuerpo de su novio completamente desnudo… Junsu se cubrió apenas su entrepierna con sus manos, sonrojándose como termostato al haberse sabido de pronto observado por esas penetrantes orbes que recorrían casi inconscientemente su figura…
No es que fuera la primera vez que se vieran así, es decir, que Yoochun le viera así… pero igual le daba mucha vergüenza, además, a pesar de que ya ha pasado casi un mes desde que volvieran a encontrarse, de muchos besos compartidos y más de una caricia confiada, no han intimado de verdad…
- lo… lo siento… - pero sabe que es tarde para evitar que su novio se diera cuenta de que casi lo devoraba con la mirada… - dejaré aquí esta ropa, y… bueno, te dejo… - todo nervioso, y sin duda registrando que su entrepierna había comenzado a despertar, el pelinegro se apresuró a su habitación para cambiarse las ropas también…
Junsu se quedó mirando la puerta cerrada por unos segundos, luego pareció salir de su estupefacción y miró la ropa que su novio había dejado para él… suspiró y se mordió el labio…
………………………………………
Yoochun se maldecía mentalmente por haber sido tan obvio antes en la ducha, ¡quedársele viendo con cara de pervertido! Es que eso solo le podía haber pasado a él, cierto que le extraña también de esa manera, que muere por hacerle el amor, pero de ahí a… comérselo tan descarada e inconscientemente con la mirada… había pasado su propio límite…
Perdido en sus pensamientos, se cambió en automático, tirando sus ropas por ahí sin poner atención a sus movimientos, sin notar ese llamado a la puerta que ignoró, sin percatarse de ese Junsu que entraba sigiloso por la puerta y se le quedaba viendo embobado mientras terminaba de colocarse los jeans…
Saltando en su lugar al sentir unas manos pasando por su torso, acariciando lentamente su piel, haciéndole suspirar y cerrar los ojos… porque recordaba perfectamente ese tacto, esas suaves manos deslizándose por su desnuda piel…
A sus espaldas, Junsu solo podía morderse el labio con las mejillas arrebatadas de carmesí al darse cuenta de lo que estaba haciendo… de que no había podido controlar el impulso que le había llevado ahí… y cuando Yoochun se dio la vuelta… casi se queda sin habla de la impresión… de ver a su novio ahí… completamente desnudo mirándole con ese aire inocente, pero esa mirada con el brillo del deseo resplandeciendo en sus pupilas…
- Jun…su… - y siente que las manos del pelirrojo siguen acariciando decididas su torso, bajando lentamente hasta sus jeans…
- acaríciame, Chunnie… - Kim casi siente cómo le arde el rostro al ser él quien pida aquello, quien le esté invitando a revivir aquéllos recuerdos y dejar atrás el vestigio del dolor… - hazme tuyo una vez más, por favor…
- no necesitas pedírmelo como un favor, lo hago con gusto, mi Susu ah… - sonríe y lleva sus manos al cuerpo de su novio, acariciando lentamente sus pectorales, escuchando uno de esos suspiros que por tantos meses solo hubiera podido escuchar en sus recuerdos de aquella noche…
Y dejan entonces que sus cuerpos se busquen sin límites, que sus manos se muevan seguras y cálidas por cada recoveco ya una vez explorado pero que ahora casi sentían como novedoso, porque sentir otra vez la piel del otro era como un regalo divino que se es entregado incluso antes de merecerlo… y es que esa suavidad sinigual era equivalente a la mas grande de las bellezas naturales que sus manos podían delinear y palpar con paciencia y devoción. Ambos recorrieron cada centímetro del cuerpo del otro, ya Yoochun se había quitado esos molestos jeans que en el momento le habían impedido sentirse completamente piel a piel con Junsu… y se pregunta si es que podrá controlarse lo suficiente para aguantar un poco más antes de correrse sin que siquiera se estén tocando esa parte más íntima que sin embargo se mantiene erguida implorando un poco de atención… pero de algún modo, la vergüenza parecía estar presente en ambos…
- ¿estás incómodo? – quiso saber el pelinegro al notar que su novio titubeaba de llevar su mano a su erección… la voz agitada, sus manos acariciando las mejillas del pelirrojo…
- estoy algo nervioso… - susurra… - no será como la primera vez, tengo miedo de no hacerlo bien, Chunnie… - sincera… y solo puede sentir cómo es conducido entre nuevos besos y caricias a la cama, siendo recostado con cuidado sin que sus bocas se separen por demasiado tiempo…
- jamás vuelvas a pensar que no harás bien algo conmigo, porque por el simple hecho de estar a mi lado ahora, ya estamos haciendo las cosas bien, Junsu ah… - murmura y espera que su novio comprenda sus palabras, que se de cuenta de que lo único que quiere es sentirle, amarle y dejarse amar…
- no me separaré nunca más, Chunnie, ya no quiero pensar siquiera en tener que estar sin ti un día más de mi vida… - dice, y una de sus manos va a la entrepierna de su novio, acariciando lentamente de arriba abajo…
- mhh, no nos separaremos Su, ahh… nunca más, ahh… -
Porque Yoochun mismo sabe que no quiere volver a las noches de pesadillas, de despertar sobresaltado y sudando frío, a los días y días de pensarle sin poder tenerle a su lado, extrañándole en la soledad y la incomprensión de su familia. Mirando cada noche la luna y las estrellas esperando en que Junsu siguiera brillando como esos titilantes puntos, que siga tan bello y romántico como la luna… no quiere… no quiere volver a sufrir un día más sin esa calidez tan abrigadora como la del mismo astro sol que su Junsu posee…
- tóc… tócame, Chunnie… - y su petición es concedida al instante, sintiendo la cálida mano de su novio tomar su erección y masajearle al mismo ritmo que él le ofrece…
- lo siento, ahh… me vuelves loco, Su ahh… - y es que se había sumido en las sensaciones que el toque de su novio le dejaba con cada caricia…
- ahh, Chunnie, mhh… te extrañé demasiado… - y es casi algo loco hablar entre gemidos, pero decir cada palabra que se le viene a la mente en esos momentos, parece ser imprescindible…
Porque no quieren dar la mínima oportunidad a dejar que el otro piense que aquello no lleva de por medio el amor, y las ganas de ser felices, de complementarse como aquella primera vez… de hacer nuevos juramentos de una eternidad juntos…
Yoochun sonríe y vuelve a sus labios para besarle con súbita necesidad de transmitirle en aquéllas caricias lo mucho que le extrañó él también… lo mucho que desea volver a impregnarse de su sabor, de su aroma, de su pasión angelical…
Junsu se entrega como ya una vez lo hiciera, se deja hacer por todas y cada una de esas acciones de su novio, se deja besar, y acariciar… y amar… porque no hay cosa más hermosa que estar otra vez así con su novio… sentirle cuerpo a cuerpo, dejar que sus manos sigan laboriosas dando ese placer que tocarse el uno al otro les provoca… y obtener de ese concierto de gemidos y murmullos de sus nombres o palabras de amor que les refuerzan esa seguridad que saben necesitan para no dejar que nada llegue a interferir entre los dos…
Y alcanzan el éxtasis derramándose en la mano del otro, esencia que no dudan en probar con sus lenguas antes de compartir un beso más… uno que lleva ese toque erótico que les hace darse cuenta del tiempo que ha pasado, de la madurez que han alcanzado… porque esa entrega es también tanto más confiada y sensual… porque Yoochun acalla con sus labios cada gemido incómodo ahora que comienza a preparar su pasaje para ocupar su intimidad, y es que comprende de manera diferente a aquella primera vez, que Junsu necesita que vaya despacio, que le mime y le distraiga mientras dilata su entrada, que le llene de besos y beba sus lágrimas ante el dolor inevitable de la intromisión…
Porque ve con esos ojos del adulto en que se ha convertido, que los obstáculos no dejarán de aparecerse tratando de quitarle eso tan bello que tienen… su amor… y con él cada una de las muestras de afecto y expresión… como hacer el amor…
Junsu gime quedito cuando su novio comienza a penetrarlo, tan lenta y cariñosamente que casi siente que podría desfallecer de ternura ahí mismo, y aunque duele mucho sentir la erección de Yoochun en su intimidad llegando cada segundo más dentro de sí, el pelirrojo solo puede sonreír con los ojos semiabiertos y suspirar buscando un poco más de oxigeno y un ritmo de respiración que le permita relajarse mientras se acostumbra a la invasión…
- Te Amo… - escucha que le susurra el pelinegro en tanto aguarda y se dedica solo a besarlo y acariciar con delicadeza cada palmo de su cuerpo a su alcance…
- también Te Amo… - y casi parece un sueño más, demasiado bello para ser verdad… pero ellos son afortunados, y esa, después de cuatro años de sufrimiento, es su realidad… - ya, Chunnie… puedes moverte… - concede apenas se da cuenta de que el dolor se ha ido…
De que las primeras estocadas le arrancarían esos gemidos incómodos para los que se acababa de mentalizar, y que sabía solo precederían el placer del amor mutuo… y se regocijó con cada uno de esos roncos gemidos que el pelinegro dejaba escapar de su boca sin importarle lo alto que llegaban a sonar… disfrutó de su nombre dicho con su voz excitada y sus ojos clavados en los suyos a fuerza, porque sabía que difícil era conservarlos así cuando las oleadas de placer les recorren el cuerpo entero y solo quieren cerrar los ojos, y aferrarse con fuerza el uno al otro, besarse con la poca calma que les queda cuando han alcanzado tal nivel de excitación, y sumergirse en ese vaivén de caderas que les deja sentirse tan profundamente…
Entregados a esa armonía de caricias, de besos, de embestidas fuertes y profundas pero tiernas, de todas y cada una de las palabras que decían cuyo único remitente era esa persona a la que tanto amaban y por la que esta vez estaban más que dispuestos a absolutamente todo con tal de defender y vivir su amor… y así, unidos en cuerpo y alma, alcanzaron ese segundo orgasmo de sus vidas, sonriendo felices, plenos y satisfechos al terminar al mismo tiempo, al quedarse una vez más con la cálida semilla del otro… fundiéndose en un beso profundo y lento, aunque todavía la respiración no les dejara permanecer demasiado tiempo compartiendo besos…
- te extrañé con cada uno de tus detalles, Su… - y no puede, simplemente no puede evitar volver a acariciar sus mejillas y perderse en la inocencia cálida de sus castañas pupilas…
- pero ya no más, ¿cierto, Chunnie?... – apoya su mano en la que acaricia tan fervientemente su mejilla…
- ya no más… es una promesa, Junsu ah… - y volver a unir sus labios para sellar un nuevo juramento…
Conscientes de que si han de extrañarse, será solo en aquellos momentos en que la Universidad o el trabajo les obligue a separarse temporalmente… ansiosos de seguir adelante… felices de haber dado un paso más por su relación…
- ven a vivir aquí, Su… - suelta de pronto, mientras sale con sumo cuidado de su interior y le deja otro dulce beso en los labios…
- ¿tengo que ir ahora por mis cosas?... – sonríe ampliamente y se deja abrazar de medio lado por el pelinegro, suspirando un poco más enamorado al pensar en que pronto, muy pronto, ya no tendrá que preocuparse más por esos momentos en que tenían que decirse un “hasta luego” esperando con ansia que la mañana siguiente despuntara de inmediato… y preguntar aquello fue su manera de decir “sí”, porque no tenía siquiera que pensarlo… porque había esperado que se lo pidiera desde el día que se reencontraron…
- ahora no… - sonríe y se acomoda mejor sobre la cama, permitiendo así que su novio se recueste en su pecho… - primero descansamos un rato, luego nos duchamos, tal vez salgamos a algún lado, y ya luego veremos cómo hacer para ir por tus cosas… - y solo pensar, siente que es casi como si se estuvieran casando, si aquello fuera legalmente posible… pero le basta…
LES basta con saber, que están ahí… los dos… el uno para el otro… que se aman y que ya no habrá más tiempo ni distancia que les pueda separar…
Que tendrán muchas noches, y mañanas y tardes más por compartir, que aprovechar para mimarse, conversar, salir a pasear, a comer… para hacer el amor…
Porque finalmente han tomado la mejor decisión, la de seguir al corazón…
**FIN**
kyaaaaa que bonito me dejaste toda emocionada este fic esta lindisimo *o* ame el yunjae y el yoosu esta hermozo y el komin kyaa me ago adicta cada vez mas a ellos XD
ResponderEliminartkmmmmm felina de mi kokoro ^^
wooooooo he tardado todo el dia en leerlo xo ha valido la pena!!! xq me lo he tomado con calma y he leido palabra por palabra intentando entender cada uno de los entimientos albergados por cada uno de ellos y realmente lo he amado!! amo ese intento de superar los obstaculos q el mundo les ponga por delante y que no les importe nada mas q el "aqui y ahora de ambos" xq si vivimos en una sociedad hipocrita llena de valores sin sentido xo q poco a poco va abriendose mas a eso q llamamos amor sin importar el genero o la raza y eso es realmente hermoso
ResponderEliminarwua que lindo dejo el mejor para el final Yoosu me encanto todo por lo que pasaron al final una promesa renovada, no es que me guste las demás parejas pero me encantan más ellos a decir verdad me encanta Hayami como pareja de Min leoo los demás fics y me quedo algo ida cuando mencionan los demás me encanto a fin de cuentas lo que cuenta es el AMOR gracias
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