Hola!!!
Acá con un shot que inició cm minific pero que me gustó mucho y al que por fin pude darle vida *O* ojalá les guste...
Gracias a mi amiga Maki besha por el magnífico video y la preciosa pic *O*
Título: SHADOW OF LOVE
Autora: Felina
Género: Drama-Romance
Pareja: YooSu
Clasificación: NC-17
Resumen: La vida de un samurái es marcada por la sangre de su fiel espada… ¿qué hacer para redimirse si se siente amor por el hijo de aquel que mutiló tu existencia y que asesinado fue por tu propia mano ante sus ojos?
Advertencia: Lemon
**SHADOW OF LOVE**
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El amor no era algo que estuviera en su mente cuando la venganza era todo lo que podía buscar desde que su familia le fue arrebatada de manera sangrienta… con ellos había muerto su corazón… o por lo menos se había enfriado tanto que era imposible reconocer sus latidos cálidos…
Y sin embargo, siendo tan solo un niño no tuvo más opción que acatar en silencio una orden que no pudo negar, formar parte en las filas de aquellos que considerados peones iban al frente en las batallas de la época.
Park Yoochun había crecido entonces bajo la “protección” y el mandato de Kim WongSu, el asesino de su familia se había convertido en su “mentor” en las artes de la espada. Sometido a pesados entrenamientos y crueles castigos, aprendió a ser frío y calculador, hábil de movimiento y ágil de pensamiento, de corazón muerto su alma solo deseaba día a día encontrar el momento de cobrar la venganza que años atrás jurara en silencio ante los cadáveres de sus padres y hermanos.
Durante ese tiempo se convirtió en el estudiante perfecto, su aparente lealtad le dio un título que le siguió toda la vida y que seguramente sería recordado aún en muerte. Con la llegada de nuevas épocas durante aquellos momentos de agitación nacional; Park Yoochun tuvo que posponer su sed de venganza cuando las asignaciones a su mando comenzaron a ser nombradas… se convirtió entonces en un simple asesino a sangre fría que debía obedecer las instrucciones de altos mandos políticos.
WongSu pronto había quedado detrás y sus caminos se hubieron separado… la misma frialdad que estuviera en los ojos negros de Yoochun permaneció intacta durante largo tiempo hasta que inmerso en aquel ambiente político casi olvidó el motivo por el cual desde sus 12 años accediera a tomar una espada entre sus manos.
Contaba ya con 26 años y la leyenda en la que iba convirtiéndose pesaba por cada región que visitaba… el peso de su katana era tan imponente que el respeto era cosa del camino por donde iba. No se había preocupado nunca en ocultarse o mantener el anonimato, que se reconociera su nombre una clara intención de su sed de venganza así ésta no fuera la primera cosa en sus días, en su memoria se mantenía aquel juramento iracundo del pasado.
Las mujeres iban y venían, geishas hermosas le eran ofrecidas como pago por sus servicios, jóvenes vírgenes si así lo deseaba… todo cuanto pidiera se le entregaría si así lo solicitaba, los altos mandos del gobierno preferían tenerle de su lado y satisfecho, a llegar a enfrentar la posibilidad de convertirse en sus blancos mortales.
Yoochun siempre negaba aquellos ofrecimientos, no estaba interesado en el placer carnal… así su porte varonil y su aire seductor atrajera a muchas mujeres tanto de la vida fácil como de la alta alcurnia de la sociedad. Incluso notaba cierto interés en las miradas de algunos hombres, samuráis como él o gobernantes de gran poder. El chico de cabellos azabache era una especie de fruto prohibido que muchos deseaban y temían a la vez.
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Paseaba por aquellos senderos de altos pastizales dejando que el cálido viento del verano meciera sus cabellos como lo hace con aquellos bastos prados de verde intenso. El cielo azul resplandecía en lo alto coronado su limpio color celeste por el luminoso brillar que los rayos del sol le ofrecían al cuadro aquel. Las montañas se levantaban orgullosas a los cuatro puntos cardinales y las esponjosas nubes blancas le daban ese toque fantástico que no podía faltar en la imagen perfecta de una escena de ensueño.
El chico de finos y lacios cabellos castaños sonreía mientras admiraba el paisaje y veía en la distancia los muros y tejados de su hogar. Dentro de aquella Villa, los sonidos del entrenamiento que su padre impartía a todos los súbditos leales se escuchaban viajando en el viento.
Kim Junsu era su nombre, brillante su sonrisa, alegre su mirar, nacaradas sus mejillas… todos lo querían de forma muy natural porque era fácil quererle… era el menor de dos hijos, pero a diferencia de su hermano Junho, Junsu no gustaba de la batalla, y aunque dominaba la espada como algunas artes cuerpo a cuerpo, optaba por alejarse de todo aquello que pensaba solo llevaba pesar a los corazones de las personas… de su familia misma…
Porque veía todos los días la angustia de su madre reflejada en sus grandes ojos claros, porque las cicatrices no terminaban de marcarse en la piel de su padre y hermano con cada nueva salida que tenían a batallas de una guerra que parecía no tener fin…
Porque siempre veía sangre manchar las ropas de los suyos, y odio nacer entre aquellos que sobrevivían a su sable.
La sonrisa no desapareció de sus labios rosados, ni el brillo menguó en sus castañas pupilas… Junsu saludó con algarabía a los jóvenes entrenando en el patio principal, pasó de largo y se internó en un pasillo que conecta a los jardines traseros, su madre bordaba un kimono sentada en el pasto cerca del estanque donde peces de todos colores nadan y le dan algo de vida al lugar.
- he visto nuevos colores en el arcoíris del puente del poblado… - comentó alegremente mientras tomaba lugar a lado de su madre y admiraba aquella destreza al bordar su nombre en aquella fina tela…
- ¿por eso has salido tan temprano, Junsu?... – la mujer de belleza admirable sonrió apenas con suavidad hacia su hijo…
- el sereno del alba siempre forma un arcoíris en el puente, es una vista hermosa mamá, deberías acompañarme un día… - respondió jovial…
- lo haré hijo mío, pronto… - prometió regalándole una de esas pocas sonrisas que la mujer mostraba…
- ¿has vuelto a andar solo por los alrededores?... – ese fue su hermano, quien regresando con solo un corto pantalón y cubierto de sudor, se agachó en el estanque tomando de su agua fresca entre el cuenco de sus manos…
- tú también deberías venir un día, Junho… - sonrió, notando con cierta tristeza aquella cicatriz que en una línea recorría la espalda de su hermano… una cortada casi fatídica que un año atrás obtuviera en una batalla contra uno de los samurái más temidos de todo el país…
- sabes bien que no soy como tú, hermano… - el mayor le sonrió y desordenó sus cabellos… - papá ha dicho que partiremos esta noche, hay una rebelión en el sur y las tropas militares no saben proceder contra samuráis, el gobierno ha solicitado nuestra ayuda…
- ¿se irán de nuevo? Pero si acaban de volver… - el castaño murmuró… mientras que su madre solo guardaba silencio y continuaba bordando aquellas letras…
- no seas meloso, cuando no podamos ofrecer más que molestias a nuestra madre, papá y yo dejaremos la espada y nos convertiremos en unos cascarrabias a los que tú también tendrás que soportar… - bromeó el mayor…
- preferiría disfrutarles ahora también… - el menor dijo sin haber encontrado la gracia en el comentario de su hermano…
- no hay tiempo para eso, Junsu; debes entender que no somos personas tranquilas, papá y yo hemos aprendido a disfrutar los días en batalla, no en la pasividad del hogar que puede resultar aburrido luego de un día de descanso…
- pero…
- cenaremos temprano hoy… - interrumpió de pronto la madre de ambos… ellos callaron al instante e hicieron una reverencia hacia la mujer cuando se puso en pie… - si han de partir por lo menos tengamos un momento de esa aburrida pasividad… - sonrió…
Y Junho comprendió que había herido los sentimientos de su madre arrepintiéndose al instante de sus crueles palabras… esas que sin embargo, él sentía reales y eran una especie de designio de sus días. Junsu por su parte sintió su pecho acongojado y el dolor traslucido en los grandes ojos claros de su madre le fue revelado…
La cena se llevó a cabo temprano tal como la Sra. Kim había indicado… los cuatro estaban sentados a la mesa aunque el silencio fuera todo lo que reinara en el comedor. Los esclavos a un lado sin encontrar demasiado novedosa aquella escena… el cuadro se repetía del mismo modo cada que el Sr. WongSu y el joven Junho salían en una comitiva. Solo en días como ése las sonrisas y carcajadas del joven Junsu se ausentaban y su mirada perdía algo de ese brillo sinigual…
- gracias por la cena… - poniéndose de pie, el Sr. Kim dijo sin mayor ritual… - Junho, alístate, nos vamos…
- padre… - la mirada del hombre cayó sobre su figura… - ¿podemos tener un día de campo cuando vuelvan? … - el castaño sonrió…
- lo tendremos, Junsu… - el hombre se acercó desordenándole el cabello… y el castaño pensó que en eso su padre y su hermano eran idénticos, tenían los mismos gestos y aquello solo le hablaba de lo cercano que ellos eran… a veces tenía la impresión de que verlos era como mirar el reflejo de una imagen en un espejo… Junho es el reflejo y su padre la imagen original…
- WongSu… - el susurro de la mujer detuvo los pasos del hombre… - adiós, querido mío… - acercándose a su esposo, la bella dama besó los labios masculinos en una especie de despedida que hizo sentir mayor angustia al castaño…
- adiós, amada mía… - el hombre correspondió acariciando la mejilla femenina y esbozando una suave sonrisa que por un segundo sorprendió del todo al castaño… hacía tanto, tanto tiempo que no había visto una mueca similar en la expresión de su padre… - perdóname… - susurró entonces a su esposa, y solo ella escuchó aquel lamento en su oído…
- expiarás tus culpas, WongSu; y nosotros nos reencontraremos en otra vida… - le abrazó diciendo aquello con esa voz dulce que 19 años atrás enamorara al hombre…
Junsu no había podido escuchar esa pequeña conversación entre sus padres… pero seguía pareciéndole una triste despedida entre dos amantes… tocó su pecho y una fuerte punzada le hizo sentir algo parecido al miedo. Junho ya había desaparecido del comedor pues ultimarse para la partida era su prioridad… a través de la pequeña ventana alcanzó a observar aquel abrazo desde el otro extremo antes de doblar por el pasillo…
Luego de que esa noche partieran WongSu y Junho, Junsu no volvió a saber de ellos durante largos días y la agonía en su pecho aumentaba… un amanecer no soportó más la presión y la angustia, y a escondidas de su madre salió en busca de su padre y hermano, más de una semana anduvo por tierras desconocidas y a varios peligros se enfrentó, más aún sin haber seguido los pasos de su padre o imitado a su hermano, el jovencito de cabellos castaños era hábil con las kunais…
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Reconocido por su frialdad nadie enfrentó al filo de su espada durante años, y quienes tenían la osadía u obligación, perecían sin duda alguna bajo la agudeza de su espada de doble filo.
Su largo cabello oscuro reflejaba destellos azulados a la luz de la luna, y sus ojos negros tenían el tinte pardo de su condición. Decenas de personas habían ensuciado su espada durante esos años, la sangre había sido el líquido que en más ocasiones mojara su piel y marcara más allá en la profundidad de su alma.
Se le llamaba samurái asesino como a muchos otros en la época; pero aún entre aquellos Park Yoochun era el más temido, porque estaba en su juicio la virtud de la elección propia. Moría quien consideraba lo merecía… pero aquella vez, unos ojos castaños se posaron sobre su persona cuando levantó su espada antes de dar un golpe final…
- no le mates… - había susurrado ese chiquillo con los ojos llorosos, varias kunais colocadas entre los dedos de sus manos, pero sin apuntar al pelinegro…
Su mano firme tambaleó… porque sabía que el hombre herido ya bajo su cuerpo merecía la muerte… pero aquella mirada le hacía temblar de un modo extraño y sus ojos infantiles titubear. Entrecerró los ojos en algo similar a la concentración y volvió a empuñar su espada…
- por favor, no lo haga… - pero esa voz le interrumpió de nuevo arremetiendo contra su mente con la fuerza de la culpa…
- Junsu, vete… - el hombre tirado en el suelo terregoso dijo… sonrió hacia el muchacho y pronunció lo que Yoochun tampoco esperó… - él hace lo correcto, más no debes odiarle… da la vuelta y márchate hijo mío, vuelve con tu madre…
El pelinegro volvió a titubear… ¿acaso ese hombre buscaba en su muerte la expiación de sus pecados?... giró su rostro solo un poco para ver al chico de ojos castaños. La blanca piel de su rostro moteada fue por los rayos lunares, y en sus claros ojos titiló el brillo de las estrellas. Era hermoso sin lugar a dudas, pero en su sola mirada estaba también la inocencia de su existencia… y Yoochun supo que por alguien como él, de aura pura y ternura natural, dejaría atrás el peso de su propia espada… si tan solo le hubiese conocido en otras circunstancias…
- adiós, padre… - el muchacho murmuró sin moverse… conteniendo esas lágrimas en sus bellos ojos castaños y mirando profundamente a los del pelinegro… parecía que cobraba sentido todo lo pasado…
Aquel abrazo tan íntimo entre sus padres días atrás… el silencio de su madre y el llanto nocturno que no era un secreto para él…
Yoochun sintió que algo se rompía en su interior… quizá el pasado de la culpa y la sangrienta vida que ha llevado… su mano cayó limpia y certera en el último movimiento fatal que su espada diera… el hombre se desparramó inerte en el suelo, la sangre corrió como pequeños ríos de agua carmín… y la espada cayó al lado cuando la mano que la empuñara por años soltara el peso de su propio dolor.
Junsu cayó de rodillas, las kunais resbalaron de sus manos y derramó el llanto que no quería ahogar en su pecho… el tiempo careció de sentido entonces… ninguno se movió por largo rato mientras el aire fresco de la madrugada soplaba y mecía las hojas de las copas de los árboles. La Luna radiante seguía adornando el firmamento oscuro, y las estrellas bailaban brillantes moteando la bóveda.
Junsu no le olvidaría nunca… si bien nunca cruzaron una sola palabra, le recordaba; había estado en su casa durante varios años… Yoochun, recordaba su nombre; como recordaba esos profundos ojos negros cruzados por una línea de rencor que opacaba cualquier brillo que pudiera haber en ellos…
Comprendió entonces el dolor de su madre… la conversación privada y el abrazo de despedida entre sus padres… WongSu había ido esperando aquel final… de Junho no sabía nada… pero no creía tampoco que esa espada hubiera derramado la sangre de su hermano…
Cuando volvió su mirada al pelinegro sonrió y una lágrima cruzó su mejilla… caminó hacia él y no dudo en tomar su mano y entrelazar sus dedos… tampoco se sorprendió del todo cuando el leve apretón le fue devuelto y sus pasos se encaminaron juntos por el sendero dejando atrás el cuerpo inerte de su padre… notó entonces que sus rasgos finos lucían cansados y sus profundos ojos negros arrepentidos…
- ya terminó… - Junsu dijo con suavidad… Yoochun entonces frenó deteniendo sus pasos y su mirada recorrió el rostro del castaño… ¿porqué tenía ese gesto con quien acababa de dar muerte a su propio padre?... – has terminado lo que te atormentaba… ¿estás tranquilo ahora?
Yoochun no supo responder palabra alguna… pero sus dedos se entrelazaron con más fuerza a los de ese muchacho a quien no reconocía pero quien le resultaba de algún modo familiar; sabía claramente que era hijo de WongSu, que debió verle durante los años que vivió en la Villa de la familia Kim, pero aún entonces no prestó demasiada atención a su entorno… y sin embargo, parecía que sus destinos parecían haberse enlazado en ese preciso instante.
WongSu había pagado sus culpas con su vida… Yoochun no tenía otro motivo por el cual vivir ahora que su venganza había sido cobrada… y no… la muerte del asesino de su familia no le había devuelto tranquilidad, aunque sin duda un peso había abandonado su alma… no había más motivos para sentir rencor…
Detrás quedó entonces también la katana que por esos años le acompañara en cada batalla… tirada en el terregoso suelo, manchada de sangre, filosa hoja brillante a la luz de la luna como siempre…
Ambos jóvenes anduvieron largo rato sin seguir un camino en particular, sus manos seguían entrelazadas y el sol nacarado comenzaba a levantarse en el horizonte… una cabaña abandonada se distinguía entre árboles y suelo escabroso… Junsu no dudó en ir hacia allá, Yoochun le seguía casi en automático…
Polvo y telarañas… luego se encargaría de hacer algo con ello, el castaño buscó algo en qué calentar agua porque la mañana era fresca y solo entonces su cuerpo pareció reaccionar al clima y el cansancio amenazaba con apoderarse pronto también de sus acciones. Miró al pelinegro y le instó a sentarse en una vieja silla que estaba por ahí, la madera crujió bajo el peso de Yoochun pero se mantuvo firme…
- curaré tus heridas… - el castaño dijo luego de horas de extraño silencio… los cortes que antes la espada de su padre le hiciera al pelinegro seguían abiertas, y aunque no sangraban más, la sangre seca se veía muy mal y el castaño temía que se infectaran…
Yoochun no dijo nada… Junsu entonces comprendió que tal vez estuviera en algo parecido al trance… se movió por la cabaña y luego de haber encontrado una vasija de barro, salió en busca de un pozo o algún riachuelo de donde tomar agua… detrás y a unos cuantos metros el sonido de un arroyo le atrajo… el agua estaba helada y cristalina… tomó un poco entre sus manos en forma de cuenco y recordó a su hermano…
- Junho… - murmuró su nombre y miró hacia la nada… estaba seguro de que vivía… pero aún no estaba listo para volver a su Villa y darle la noticia a su madre… aún no estaba listo para ir en busca de su hermano…
Volvió a la cabaña y vio al pelinegro aún sentado con la mirada perdida… los sonidos de aves cantar y el aroma del alba era todo lo que llenaba el lugar. Encendió una pequeña fogata en la chimenea de la cabaña y puso a calentar el agua… no había ropas por ahí que poder usar para curar al pelinegro, así que rasgó las suyas y volvió al río para lavarlas con el agua limpia… una vez regresó, Yoochun movió su rostro dirigiéndole la mirada…
- lo siento… - fue todo cuanto dijo con su voz ronca y cansada…
- también yo… - el castaño entendió que decía aquello por su padre… por supuesto, él también sentía su muerte… de aquella manera… y aunque había sido la espada del pelinegro la que tomara la vida de su padre, no podía llamarle asesino… Yoochun había actuado por el rencor y la venganza… lo que su propio padre provocó…
El silencio volvió a caer entre los dos… Junsu acercó el agua tibia y comenzó a lavar la sangre seca y limpiar las heridas… Yoochun se dejó hacer porque realmente no tenía fuerza alguna pare renegar de aquello… además, tenía la impresión de que necesitaba aquello y de que su acompañante quería hacerlo… tuvo entonces tiempo para observar al castaño…
Pensó que sus facciones eran muy delicadas y su piel tan suave como el actuar de sus manos, olía a algo dulce y su cabello lucía sedoso y brillante como el color de los rayos de sol que se cuelan entre los altos ramajes… cuando Junsu desnudó su torso él sintió un ligero estremecimiento… nunca nadie le había visto de aquél modo y por alguna razón sintió algo parecido a la vergüenza… el castaño se puso de pie y su pecho quedó a la altura del rostro del pelinegro cuando realizó aquel movimiento para enredar un improvisado vendaje alrededor de su hombro para proteger la profundo herida en él… y una vez el castaño volvió a sentarse delante de él en un banquillo, las miradas de ambos finalmente se encontraron con algo más de conciencia… fue casi como si fuera la primera vez que se miran de verdad…
Junsu apartó la mirada avergonzado…
Yoochun notó el palpitar de su corazón…
- gracias… - murmuró el pelinegro cubriéndose de nuevo con sus gastadas ropas…
- aún deberíamos ir a un pueblo y encontrar un médico de verdad, tienes un par de heridas profundas… - el castaño susurró con voz suave mientras recoge los pedazos de tela ensangrentados que habría que tirar en algún lugar…
Recordó a su padre y la cantidad de veces que vio a su madre curarle… el llanto por la pérdida de su progenitor se atoró en su garganta como si recién pudiera ser capaz de sentir su dolor… quiso no llorar pero un sollozo escapó de su garganta… se encogió y tembló entre sollozos… los brazos del pelinegro le cobijaron y por alguna razón los suyos se aferraron a su cuerpo…
Esa mañana Junsu lloró la muerte de su padre en brazos de Yoochun…
Yoochun pensó que era irónico brindarle consuela al hijo del que una vez fue asesino de su familia; y sin embargo, no había nada en el aura de Junsu que le hiciera pensar que es mala persona…
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No supo en qué momento el lazo que les une se volvió tan poderoso o el motivo por el cual de hecho se creó entre los dos… pero Yoochun no podía apartarse de Junsu y cada día al amanecer se preguntaba si esa vez el castaño no estaría más en la cabaña… y suspiraba como si estuviera aliviado cuando le veía tirado en la improvisada cama de hojas y paja a su lado con la respiración acompasada aún entregado al mundo de Morfeo.
El castaño estaba acostado de medio lado y de frente al pelinegro. Yoochun levantó una mano y sutilmente movió los mechones que caían en la frente de Junsu… su dedo recorrió el contorno de su rostro y un mohín apareció como una protesta porque interferían con su sueño… el pelinegro pensó entonces que por más que intentaba, no encontraba la palabra adecuada para describirlo…
Hermoso…
La que más se acercaba a la belleza de su alma como de su físico…
No lo meditó demasiado ni renegó de su sentimiento cuando entendió que se había enamorado de él… pero le asustaba mucho tener que decirle adiós…
Los ojos negros se posaron entonces sobre los labios rosados del castaño… gruesos y delicados lucían suaves como la aterciopelada piel del durazno… al pelinegro se le antojó conocer el sabor, si serían tan dulces y jugosos como la fruta. Cerró los ojos y se recostó mirando el techo… los latidos de su corazón iban muy rápido y él se dio cuenta de que había vuelto a vivir desde la noche en que entrelazaron sus manos por primera vez…
La más extraña de las noches…
Porque le había dado muerte al padre de ése al que ahora ama tanto…
Respiró profundamente en un intento de calmar sus latidos… pero el aroma de Junsu se coló por su nariz y más creció el deseo de besarle, de sentirle de algún modo más cercano a él. Liberó el aire con calma y se sentó luego apartando esa sábana delgada que no les cubría demasiado del frío… y recordó entonces la Villa Kim… sabía que el castaño debía volver a su hogar, a las comodidades y la calidez… con su familia…
- su madre y su hermano deben estar preocupados por él… - dijo en voz baja mirando de soslayo a Junsu, quien se había encogido un poco más quedando en posición fetal… - será mejor llevarte a tu casa, me temo que por cuenta propia no te irás…
Park Yoochun no se sentía listo para amar…
Tenía miedo y la única forma de dejar de sentirlo, pensaba, era alejando la fuente del mismo…
……………………………
Junsu despertó cuando ya el amanecer estaba en esplendor, esa noche había dormido muy bien, sentía que había descansado por primera vez en esas semanas que ha pasado cuidando de Yoochun… una sonrisa boba se formó en sus labios al pensar en que el pelinegro no necesitaba ser cuidado, podía hacerlo perfectamente por sí mismo… no por nada seguía siendo el samurái más respetado de esos tiempos turbulentos…
Cuando fueron, días atrás, a un pueblo que queda cerca de medio día caminando más al este, su nombre se escuchaba en conversaciones entre personas que no le conocían en persona pero seguían contando su historia como una especie de leyenda… el médico que le había atendido no había hecho preguntas ni dicho más nada que los cuidados necesarios que le indicaba para que sus heridas sanaran rápido…
- aunque siendo quien es, estoy seguro de que mis consejos no son relevantes pues sabe muy bien cómo cuidar de su cuerpo… - esas habían sido las palabras del hombre experimentado…
Junsu no preguntó, pero acertadamente intuyó que ese hombre debía tratar a menudo con hombres como Yoochun y heridas peores…
- hoy volverás a tu casa… - la voz del pelinegro le sacó de sus recuerdos y sus ojos parpadearon con sorpresa… - mis heridas han cicatrizado totalmente, no tienes más razón para quedarte ni yo para permanecer aquí…
- ¿tienes un lugar a dónde ir?... – cuestionó al tiempo que evadía la mirada y se sentía de pronto demasiado triste por tener que separarse del pelinegro…
- los samurái nunca tenemos un lugar a dónde ir, Junsu-shii…
Kim le miró con los ojos abiertos de par en par… ¿Qué no tenían un lugar a dónde ir? Su padre lo tuvo durante años, y también era un samurái…
- yo creo que no has encontrado el tuyo, pero todos tenemos un lugar a dónde ir, Yoochun-shii… - susurró… y sus palabras le provocaron un vuelco en el estómago…
Claro que tenía un lugar…
Junsu lo era…
- partiremos después del almuerzo…
- hoy no…
- ¿Por qué no?... – el pelinegro evitó mirarle… no quería encontrarse con el precioso color de sus pupilas y anhelar con fuerza el sabor de sus labios otra vez… solo quería tomar camino y llevarle a su hogar y en él dejarle junto con su corazón…
- porque no estoy listo para irme…
- ¿listo?...
Junsu no dijo más nada, salió al río por agua para beber, pero se quedó sentado en la orilla un largo rato… no quería irse y sobre ello deseaba meditar.
……………………………
Nunca antes se había enamorado, y mientras más lo pensaba más se convencía de que hasta que conoció a Yoochun, no había pensado en el amor. Una parte de él se sentía culpable y se aborrecía por tener aquel sentimiento por quien dio muerte a su padre, y aunque estuviera seguro de que si no era el pelinegro, cualquier otro podría haber tomado de aquella manera la vida de WongSu, nada podía hacer para evitar la sensación de culpa y vergüenza por haberse enamorado de Park.
La verdad es que desde que estuvo en sus años de adolescencia en su casa, Junsu siempre lograba distinguirle fácilmente de entre todos los demás chicos que también se entrenaban en la Villa; Junho había sido de algún modo la única competencia que ambos encontraron en el otro, y en algún punto, llegó a creer que formarían una amistad… tal vez era porque esperaba que ese apuesto muchacho de ojos negros encontrara a alguien que le diera algo de vida a sus profundas pupilas. Pero siempre parecieron solo compañeros de entrenamiento y cuando Yoochun dejó de formar parte del contingente de su padre, ningún cambio notó en su hermano como para pensar que habían sido amigos.
En una ocasión se animó en preguntarle…
- ¿quién? No sé de quién me estás hablando hermano, no suelo prestar atención en los demás excepto cuando nos enfrentamos en los entrenamientos o debo supervisarlos… - esa había sido la vasta respuesta de Junho…
Eso había sucedido cuando él tenía 15 años, Yoochun había estado ahí desde que él tuviera 10; pero nunca se había atrevido a acercarse. Y rara vez le había observado detenidamente en los entrenamientos, siempre había preferido salir y pasear… evitar los sonidos de las espadas chocar o los golpes al pelear en los adiestramientos. Nunca estuvo conforme con lo que su padre hacía, pero tampoco podía renegar de aquello porque era a fin de cuentas sangre de su sangre, porque a pesar de los pesares, podía ver el amor en los ojos de su progenitor cuando le miraba; y si bien no siguió sus pasos como sí lo hizo Junho, nunca dejó de sentir el cariño en su familia. Su madre soportaba con temple aquella vida, y él no podía menos que acompañarle a su manera.
……………………………
- madre… - susurró el castaño mirando su reflejo en el agua cristalina… recordó la imagen de su progenitora bordando aquel traje con su nombre escrito en la espalda… - ¿qué debo hacer, madre?... – cuestionó a la nada y su voz sonó con un dejo de melancolía…
……………………………
Yoochun había salido a caminar por los alrededores… por un momento tuvo el pensamiento de marcharse y dejarle ahí, así cuando Junsu viera que no estaba más se iría a su casa y entonces todo podría retomar algo de su cauce original. Pero no pudo hacerlo… era como si un hilo invisible le mantuviera atado al castaño y no hubiera modo de romper el lazo para tomar caminos diferentes…
- no está bien…
……………………………
La noche cayó y tanto Junsu como Yoochun no tuvieron valor para separarse, volvieron a recostarse sobre aquellas improvisadas camas dándose la espalda… no conciliarían el sueño y lo sabían… los segundos siguieron avanzando y ninguno estuvo seguro del tiempo transcurrido sumidos en sus pensamientos hasta que el castaño se giró acercándose al pelinegro y apoyando su frente en la espalda de él.
- ven conmigo… - susurró sabiendo que el otro no dormía… le había sentido estremecerse apenas se acercó…
- no digas locuras… - el pelinegro sonrió con ironía en medio de la oscuridad de la madrugada…
- no es una locura, te lo pido Yoochun-shii; ven conmigo… - sintió al pelinegro girarse y en medio de las penumbras intentó distinguirle…
- no… no quieras llevar al asesino de tu padre a tu hogar… - él no quería enfrentar la mirada de una esposa abatida ni un hijo enfurecido…
- no lo menciones… - cerró los ojos sintiendo de nuevo aquella sensación de culpa…
- es la verdad…
- pero duele que lo digas… - gimoteó el castaño… - duele saber que lo hiciste porque mi padre hirió tu corazón arrancándote a tu familia, que hayas tenido que soportar sus duros entrenamientos, que haya sido tu mano la que empuñara la espada que le dio muerte haciendo una justicia que me arrebató a mi padre y destrozará el corazón de mi madre como provocará la ira de mi hermano…
- por eso mismo debemos separarnos, vuelve a tu hogar… - los brazos del castaño se aferraron de pronto a su cuerpo y el calor que le abrigó le hizo temblar dejándole pasmado con el corazón latiéndole muy rápido contra el pecho…
- no quiero… porque estoy enamorado de ti y si nos separamos entonces ya nada tendrá sentido… - gimoteó con más fuerza, sintiéndose aterrado de sus palabras, de sus emociones, siendo abrazado por la culpa y temiendo haberse ganado por aquello el más cruel de los infiernos…
El destino no debía haberlos puesto en el mismo camino para amar…
- Junsu-shii… - susurró su nombre sorprendido…
- ni siquiera lo sé… no sé por qué siento esto por ti… - dijo entre sollozos y las manos del pelinegro se cerraron en su espalda devolviéndole el abrazo envolviéndole en un calor muy diferente al de su madre, incluso de aquellos que pocas veces su hermano o su padre llegaron a brindarle…
- debes olvidarme, será lo mejor para ti… - le susurró con voz suave, ronca y nada dulce, pero sincera y cariñosa…
- ¿tú quieres olvidarme?... – escondió su rostro contra su cuello a pesar de que en la oscuridad no pudieran verse bien y solo distinguieran siluetas y calor…
- debo hacerlo…
- eso no responde lo que te pregunté…
Silencio.
Silencio y sus rostros acercándose en la oscuridad buscando un roce de labios…
- si has de obligarme a partir, tómame esta noche, Yoochun-shii…
……………………………
Se supo de pronto recostado de espaldas al suelo, los labios gruesos del pelinegro encontraron su boca y le probó… algo húmedo recorrió a lo largo de sus labios… tibio, sorprendente, cariñoso… suspiró y cuando aquella boca tomó la suya con delicadeza su respiración comenzó a alterarse…
El primer beso…
Ese que llega en una noche mágica en el cuadro más extraño de todos.
Sus bocas volvieron a encontrarse en la oscuridad y el roce les produjo un estremecimiento de sorpresa y gusto. Los labios de ambos eran suaves e inexpertos, se movían con torpeza pero sin prisas, buscando el ensamble perfecto de esas caricias sublimes como temerosas.
La incertidumbre casi pudo con la magia del primer beso.
Junsu respondió titubeante, movía sus labios esperando corresponder las suaves caricias que Yoochun le entregaba, sintiéndose algo ansioso y asustado… no solo por el hecho de compartir un primer beso con otro hombre… sino por sentir también aún esa opresión en el pecho llamada culpa… se estaba entregando al asesino de su padre… y sin embargo, le parecía que tenía un alma pura…
La sangre que su espada pudiera haber derramado en años no tenía un motivo, solo una burda justificación que en la historia tal vez incluso llegara a convertirle en héroe…
Sus bocas continuaron unidas, sus labios se intercalaban unos con otros rozándose constantemente, suspirando contra los del otro, tirando de ellos como si fuesen frutas exóticas que solo se podrán probar una vez en toda la vida. Junsu se sorprendió cuando la lengua de Yoochun se coló entre sus labios repasando apenas rápidamente el interior de su boca… su corazón se agitó aún más y anheló volver a sentir aquel contacto tan íntimo y de algún modo vergonzoso… pero los labios del pelinegro se habían apartado descendiendo por su mejilla hasta alcanzar su lóbulo…
La felicidad apareció cuando se abandonaron a las sensaciones y el acople de labios encontró el ritmo adecuado de caricias tiernas y suspiros extasiados.
El castaño jadeó algo más alterado cuando su lóbulo fue chupado gentilmente, los latidos de su corazón aumentaron el ritmo y su sangre pareció ganar grados a punto de hervir en calor… esos mismos labios bajaron entonces por su cuello depositando gentiles besos húmedos por toda su piel… dedos esbeltos y suaves deslizaron con lentitud sus ropas desnudando su hombro derecho; la boca del pelinegro continuó su recorrido y sus manos respondieron intentando acariciarle también aunque se sintiera más bien torpe y temeroso…
Con aquella misma parsimonia y besos dulces entregados con tranquilidad, las manos del pelinegro apartaron esas ropas que dejaron al descubierto el más hermoso de los cuerpos… Junsu fue como la revelación de un ángel sin alas ante sus ojos, la timidez de sus pupilas traslúcidas por esos rayos de luna que se cuelan por las ventanas, su piel blanca, las mejillas rosadas…
- hermoso… - el pelinegro susurró deslizando la punta de su dedo por la figura del castaño…
- Yoochun-shii… - suspiró avergonzado, casi intimidado por la profundidad de esas negras orbes que parecían traspasar hasta su alma…
Por esa caricia tan íntima y confiada que recorría su cuerpo y la forma en que su boca fue de nuevo besada y él sintió que moría de ternura y que se sofocaba en calor al sentir aquel toque en su intimidad envolviendo su entrepierna…
Gimió bajito y escondió su rostro contra el hombro del pelinegro cuando aquellos sonidos amenazaban con sonar más alto y ronco al momento en que fue estimulado de un modo que ni siquiera había imaginado… arqueó la espalda y cerró los ojos con vergüenza y pasión mientras aquellas caricias continuaban con un ritmo cada segundo más veloz y los latidos de su corazón como el pulso de su respiración le aturdía el oído temiendo que sonara tan alto como tambores de batalla.
Yoochun le miraba y sus ojos adquirían un brillo que él mismo nunca llegaría a ver en su rostro al observarse en el reflejo de agua cristalina… su cuerpo reaccionaba a la visión que tenía y un deseo quemante como el fuego de una flecha encendida le traspasaba el corazón instándole a tocar más y más íntimamente al castaño… quería ser espada y que Junsu fuera de la noble arma el lado suave, la que no posee el filo pero acompaña en la destreza y el perfeccionamiento de la técnica…
Besarle una tras otra vez se convirtió en una especie de adicción… algo parecido a la necesidad por el opio o la sangre de aquellos que pervertidos de alma no pueden menos que sobrevivir con “la droga” presente en cada uno de sus días como elemento que complementa algo tan sencillo como la respiración. Le recorrió de pies a cabeza sin dejar de acariciar un solo palmo de piel caliente que ardía bajo su tacto y se iba perlando en sudor… Yoochun besó y saboreó especialmente su pecho, jugó con sus pezones y dibujó figuras sin sentido en su vientre plano con su lengua… sintió en algún momento la lujuria por poseerlo, sus caricias eran ardientes y sus besos fogosos, quería marcarle y dejar su huella apasionada como quien toma una virgen y se jacta de su proeza.
Pero luego parecía volver a esa fantasía en la que es un ángel puro quien se entrega a su deseo y reaparece la ternura y la suavidad al recorrer su cuerpo como besa sus labios… esos frutos rosados que dulces se dejan hacer y le responden con habilidad, encajando como lo hacen las espadas gemelas que combaten a la par como si fuesen una pero siempre teniendo su propia personalidad.
Junsu sintió cada escalofrío recorrerle la columna vertebral y sus sentidos llenarse un poco más de aquellas sensaciones, del calor de su amante, de su fragancia varonil, de sus roncos gemidos amortiguados contra su piel, de sus besos candentes como dulces, de sus manos firmes palpando cada parte de su cuerpo… de todo en Yoochun; y sentía que aquel calor le abrasaba el cuerpo cual leña en la fogata arrastrada por el fuego en que es internado… se sentía demasiado feliz, le gustaba todo aquello que le era entregado y solo esperaba que durara un poco más porque temía al frío que vendría cuando se separaran.
Yoochun se desnudó casi con prisas cuando bajo su cuerpo aquel ser tan bello se retorcía de placer y él solo esperaba sentir su calor y piel contra piel quemarse en pasión. Se abrazaron como si la vida fuese a dependerles de ello y se encontraron en un beso desbordado de pasión y ternura, la forma en que sus lenguas se enredaban rayaba en la lujuria, pero la danza de sus labios le daba el toque de dulzor. Era la mezcla perfecta como el equilibrio entre el yin y el yang.
El roce de sus caderas se tornó constante cuando sintieron el placer de sus erecciones friccionándose entre sí, las piernas del castaño se enredaron en la cintura del pelinegro y casi inconscientemente ambos se movieron frotándose el uno contra el otro… pero Yoochun quería más de Junsu… se sentó atrayéndole en el abrazo de modo que quedó sentado en sus caderas, le separó los firmes glúteos y rozó su entrada… Junsu tembló y se abrazó más fuerte a Yoochun sin comprender del todo lo que vendría pero demasiado entregado como para dar marcha atrás… suspiró y cerró los ojos con desesperación cuando fue la punta de la virilidad del pelinegro la que rozó su intimidad…
Yoochun pensó que si se introducía en Junsu así nada más sería demasiado el daño que le ocasionaría… en sus tantas aventuras por el país llegó a ver a chicos lesionados cuando los terratenientes y gente de poder satisfacía sus más bajos deseos pasionales… él no quería nada de eso para el castaño… chupó dos de sus dedos llenándolos de su propia saliva y esperó que si primero introducía aquellos en su pasaje el dolor fuera menos y el placer más.
Junsu se retorció incómodo apretando sus manos en la espalda de Yoochun cuando éste coló un dedo en su entrada… el pelinegro pudo sentirle apretado y parecía que su saliva no había sido suficiente para favorecer el deslice de su dígito… lo sacó despacio escuchando un quejido de parte de su amante y volvió a ensalivarlo esa vez dejando una gran cantidad mojándolo del todo… volvió a introducirlo y esa vez se deslizó algo más fácil aunque aún estaba apretado y tenso…
Continuó sacándolo y metiéndolo despacio durante algún tiempo, atento a los sonidos que escapaban de boca del castaño, a la intensidad con que enterraba sus uñas en su espalda o lo tenso que podía sentirle contra su cuerpo. Luego de unos instantes le escuchó suspirar entre jadeos y supo que estaba listo para el segundo dedo… se repitió la historia de incomodidad y relajación… cuando sus dos dedos comenzaron a deslizarse fácilmente, ambos se buscaron en un beso necesitado como si esos minutos sin besarse hubieran sido una eternidad, sus lenguas se enredaron con ansiedad y Junsu se pegó por completo a Yoochun mientras sentía que disfrutaba de aquellas embestidas contra su entrada…
Aquellos intrusos le abandonaron y luego fue recostado de nuevo sobre sus propias prendas desordenadas en el suelo, el pelinegro se acomodó entre sus piernas instándole a abrirlas para él, pasó sus manos por debajo de su cuerpo hasta posarlas en su espalda baja y de aquel modo elevar sus caderas, la punta de su palpitante erección quedó contra su intimidad, y lentamente comenzó a penetrarle…
- ahhh… - el castaño gimió incómodo y adolorido, sintiendo cálidas lágrimas resbalar por sus mejillas tibias…
Sonrió enternecido cuando la lengua del pelinegro cayó sobre sus mejillas lamiendo sus lágrimas… Yoochun se sintió extasiado al estar completamente dentro… no tenía idea de lo que era hacerlo con una mujer, aún así estaba seguro de que estar en aquel tipo de intimidad con Junsu era por mucho mejor y más hermoso… supuso que aquello debía ser a lo que se llama hacer el amor…
Y su corazón se sintió de pronto algo más cálido y emocionado… había comprendido lo que era amar.
Aunque tarde sintiera que era para él…
Junsu intentaba mantenerle la mirada aunque las oleadas de placer le obligaran a cerrar los ojos y temblar… quería no perderse detalle de esos ojos negros que brillaban como nunca en aquellos años les vio hacerlo. Quería creer que de aquel modo tan extraño Yoochun había encontrado la felicidad y su lugar…
El pelinegro seguía moviéndose en aquel vaivén que a ambos les producía placer y que como las olas del mar, encuentra el mecer exacto para ofrecer paz y tranquilidad, como brío y ardor. El castaño sentía con cada nueva embestida que desfallecía, que más calor le cubría de pies a cabeza y sus sentidos se iban perdiendo algo más en ese mundo de placer…
Continuaron con aquellos movimientos y sus caderas se acompañaron en la danza perfecta, cual cisnes en cortejo que nadan y agitan sus alas sobre las pasivas aguas del lago que tranquilo se somete a su encanto natural. Junsu cerró sus piernas en la cintura de Yoochun y le sintió llegar más profundo tocando un punto en su interior que ni siquiera sabía que podía hacerle casi explotar de placer; el pelinegro también se sintió delirar de gozo ante aquellos roces y la deliciosa prisión de su estreches en torno a su virilidad…
Más tarde aquella entrega les llevó al orgasmo cuando todo el calor y la pasión los arrastró al éxtasis, sus cuerpos temblaron y sus cuerpos expresaron su propia gratitud al derramar aquella esencia blanquecina que manchó sus cuerpos como inundó el interior del castaño…
Con la respiración alterada y su cuerpo aún sacudido por espasmos, el pelinegro salió del castaño recostándose a su lado, sintiéndole recostarse al instante en su pecho y abrazarle dejándole sentir ese calor que aún cubre su cuerpo…
- Junsu-shii… - le acarició la espalda con una mano en tanto que la otra encontró una punta filosa debajo de la improvisada almohada de tronco y tela… - mátame, por favor… - dijo con serenidad al tiempo que sacaba una kunai de Junsu y la colocaba en la mano de éste…
- Yoo…chun… - murmuró completamente sorprendido, sin ser capaz de empuñar su propia arma pero viendo con terror cómo el propio pelinegro la dirigía a la altura de su pecho dejando la punta contra su piel… - por… por qué… - miedo atisbó en sus castañas pupilas…
- porque esto no es más que la sombra de un amor que no puede ser, Junsu-shii… - dijo y su mano se enredó con fuerza en torno a la del castaño que había intentado soltar la kunai…
- Yoochun-shii… - gimoteó derramando lágrimas al sentir que el pelinegro era más fuerte y la punta de su kunai comenzaba a desgarrar la piel… una gota de sangre corrió… - ¡¡NO!!
*****
Junsu volvió a casa sin Yoochun… el amor que se tienen no había estado a pesar de todo, listo para ser entregado sin reservas. Su madre le recibió con una sonrisa pero el semblante decaído; no necesitó decirle nada, ella ya lo sabía porque aquel momento lo estuvo esperando desde que el adolescente de profundos ojos negros llegara a su hogar años atrás. Junho estaba ahí también, con heridas cicatrizadas y un vacío en sus ojos que al castaño le asustó…
- vayamos los tres al Puente por la mañana… - la mujer le había pedido a sus hijos… y éstos no encontraron corazón para negarse… Y así se hizo, al alba del día siguiente los tres observaron el arcoíris que se forma con los primeros rayos de sol y el sereno matutino… - cuando termine, tú deber será volver al que es ahora tu lugar, hijo mío…
- estoy en mi lugar, madre… - dijo evadiendo el hecho de que el pelinegro apareciera en sus pensamientos…
- hijo mío… - sonrió y le acarició una mejilla… - tu verdadero lugar, nosotros partiremos pronto y tú deberás seguir con tu vida… esa que tú siempre has esperado y mereces… la que yo quiero que vivas…
- madre… - susurró confundido… aún le dolía saber que se había enamorado de casi un desconocido, de un fantasma que deambuló por el mundo solo esperando el momento de su venganza…
Enamorado del asesino de su padre…
……………………………
Un par de meses más tarde, Kim Junho murió por algo parecido a la locura y el cansancio de las batallas… una semana después le siguió la Sra. Kim y Junsu prometió en su lecho de muerte que seguiría su vida…
Tomó unas pocas cosas de lo que hasta el día que su padre y hermano partieran por última vez a una batalla, llamó hogar. Montó a caballo durante varios días hasta que volvió a aquella cabaña en un lugar recóndito entre grandes árboles y preciosos arrullos de riachuelos que cruzaban las tierras.
Junsu sonrió de medio lado al ver a Yoochun ahí cortando leña… corrió con prisas y el corazón tamborileándole emocionado contra el pecho… el pelinegro abrió los ojos con sorpresa al distinguirle, le recibió en sus brazos apresándolo sin poder creer que en verdad estuviera ahí…
- volví… Yoochun-shii… volví a mi lugar… contigo… - sollozó demasiado feliz de haberle encontrado… de que, como él no pudo aunque solo le recordara en sueños, marcharse de aquel lugar en el que habían encontrado el amor en medio de sangre y venganza, de dolor y angustia… de un pasado que finalmente no pesa más sobre el corazón del pelinegro…
- Junsu-shii… no debiste… - susurró en su oído con ternura y aprehensión, para luego apartarle un poco y admirar de nuevo sus bellas facciones casi aniñadas…
- sí… porque ahora eres tú lo único que tengo en la vida…
- per… - un dedo del castaño selló sus labios…
- este es ahora mi hogar, mi lugar… sombra o no, es amor… Te Amo, Yoochun… - sonrió esperando que esa vez el pelinegro comprendiera que ese era el destino para los dos… que era el momento para ser felices e iniciar de nuevos sus vidas…
- gracias… - le acarició la mejilla y luego sus dedos se perdieron sutiles entre sus lacios mechones… - Te Amo, Junsu… - sonrió por primera vez en largos años de vida oscura y notó la mirada del castaño brillar mucho más…
Se besaron entonces con cariño y anhelo… con el amor que nació entre las sombras del pasado y el dolor… en la oscuridad de la venganza… pero sincero y puro…
La mano de Junsu se posó sobre el corazón de Yoochun, bajo su ropa estaba aquella pequeña cicatriz que una de sus kunai hizo días atrás… pero casi había desaparecido y solo era el recuerdo del renacimiento de Yoochun y su propia expiación de culpas. Junsu había evitado aquella noche que robara su vida al derramar las únicas lágrimas que el pelinegro no quería volver a ver nunca: miedo. Y entonces su mano había aflojado el agarre y la kunai pronto cayó dejando solo una pequeña herida sobre su piel…
Estaba seguro que un día desaparecería…
Y si habían de iniciar un camino diferente, aquello solo correspondía a ellos decidir… el destino había cumplido su parte, unirles… el resto… era cuestión del amor…
**FIN**
Acá con un shot que inició cm minific pero que me gustó mucho y al que por fin pude darle vida *O* ojalá les guste...
Gracias a mi amiga Maki besha por el magnífico video y la preciosa pic *O*
Título: SHADOW OF LOVE
Autora: Felina
Género: Drama-Romance
Pareja: YooSu
Clasificación: NC-17
Resumen: La vida de un samurái es marcada por la sangre de su fiel espada… ¿qué hacer para redimirse si se siente amor por el hijo de aquel que mutiló tu existencia y que asesinado fue por tu propia mano ante sus ojos?
Advertencia: Lemon
**SHADOW OF LOVE**
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El amor no era algo que estuviera en su mente cuando la venganza era todo lo que podía buscar desde que su familia le fue arrebatada de manera sangrienta… con ellos había muerto su corazón… o por lo menos se había enfriado tanto que era imposible reconocer sus latidos cálidos…
Y sin embargo, siendo tan solo un niño no tuvo más opción que acatar en silencio una orden que no pudo negar, formar parte en las filas de aquellos que considerados peones iban al frente en las batallas de la época.
Park Yoochun había crecido entonces bajo la “protección” y el mandato de Kim WongSu, el asesino de su familia se había convertido en su “mentor” en las artes de la espada. Sometido a pesados entrenamientos y crueles castigos, aprendió a ser frío y calculador, hábil de movimiento y ágil de pensamiento, de corazón muerto su alma solo deseaba día a día encontrar el momento de cobrar la venganza que años atrás jurara en silencio ante los cadáveres de sus padres y hermanos.
Durante ese tiempo se convirtió en el estudiante perfecto, su aparente lealtad le dio un título que le siguió toda la vida y que seguramente sería recordado aún en muerte. Con la llegada de nuevas épocas durante aquellos momentos de agitación nacional; Park Yoochun tuvo que posponer su sed de venganza cuando las asignaciones a su mando comenzaron a ser nombradas… se convirtió entonces en un simple asesino a sangre fría que debía obedecer las instrucciones de altos mandos políticos.
WongSu pronto había quedado detrás y sus caminos se hubieron separado… la misma frialdad que estuviera en los ojos negros de Yoochun permaneció intacta durante largo tiempo hasta que inmerso en aquel ambiente político casi olvidó el motivo por el cual desde sus 12 años accediera a tomar una espada entre sus manos.
Contaba ya con 26 años y la leyenda en la que iba convirtiéndose pesaba por cada región que visitaba… el peso de su katana era tan imponente que el respeto era cosa del camino por donde iba. No se había preocupado nunca en ocultarse o mantener el anonimato, que se reconociera su nombre una clara intención de su sed de venganza así ésta no fuera la primera cosa en sus días, en su memoria se mantenía aquel juramento iracundo del pasado.
Las mujeres iban y venían, geishas hermosas le eran ofrecidas como pago por sus servicios, jóvenes vírgenes si así lo deseaba… todo cuanto pidiera se le entregaría si así lo solicitaba, los altos mandos del gobierno preferían tenerle de su lado y satisfecho, a llegar a enfrentar la posibilidad de convertirse en sus blancos mortales.
Yoochun siempre negaba aquellos ofrecimientos, no estaba interesado en el placer carnal… así su porte varonil y su aire seductor atrajera a muchas mujeres tanto de la vida fácil como de la alta alcurnia de la sociedad. Incluso notaba cierto interés en las miradas de algunos hombres, samuráis como él o gobernantes de gran poder. El chico de cabellos azabache era una especie de fruto prohibido que muchos deseaban y temían a la vez.
*****
Paseaba por aquellos senderos de altos pastizales dejando que el cálido viento del verano meciera sus cabellos como lo hace con aquellos bastos prados de verde intenso. El cielo azul resplandecía en lo alto coronado su limpio color celeste por el luminoso brillar que los rayos del sol le ofrecían al cuadro aquel. Las montañas se levantaban orgullosas a los cuatro puntos cardinales y las esponjosas nubes blancas le daban ese toque fantástico que no podía faltar en la imagen perfecta de una escena de ensueño.
El chico de finos y lacios cabellos castaños sonreía mientras admiraba el paisaje y veía en la distancia los muros y tejados de su hogar. Dentro de aquella Villa, los sonidos del entrenamiento que su padre impartía a todos los súbditos leales se escuchaban viajando en el viento.
Kim Junsu era su nombre, brillante su sonrisa, alegre su mirar, nacaradas sus mejillas… todos lo querían de forma muy natural porque era fácil quererle… era el menor de dos hijos, pero a diferencia de su hermano Junho, Junsu no gustaba de la batalla, y aunque dominaba la espada como algunas artes cuerpo a cuerpo, optaba por alejarse de todo aquello que pensaba solo llevaba pesar a los corazones de las personas… de su familia misma…
Porque veía todos los días la angustia de su madre reflejada en sus grandes ojos claros, porque las cicatrices no terminaban de marcarse en la piel de su padre y hermano con cada nueva salida que tenían a batallas de una guerra que parecía no tener fin…
Porque siempre veía sangre manchar las ropas de los suyos, y odio nacer entre aquellos que sobrevivían a su sable.
La sonrisa no desapareció de sus labios rosados, ni el brillo menguó en sus castañas pupilas… Junsu saludó con algarabía a los jóvenes entrenando en el patio principal, pasó de largo y se internó en un pasillo que conecta a los jardines traseros, su madre bordaba un kimono sentada en el pasto cerca del estanque donde peces de todos colores nadan y le dan algo de vida al lugar.
- he visto nuevos colores en el arcoíris del puente del poblado… - comentó alegremente mientras tomaba lugar a lado de su madre y admiraba aquella destreza al bordar su nombre en aquella fina tela…
- ¿por eso has salido tan temprano, Junsu?... – la mujer de belleza admirable sonrió apenas con suavidad hacia su hijo…
- el sereno del alba siempre forma un arcoíris en el puente, es una vista hermosa mamá, deberías acompañarme un día… - respondió jovial…
- lo haré hijo mío, pronto… - prometió regalándole una de esas pocas sonrisas que la mujer mostraba…
- ¿has vuelto a andar solo por los alrededores?... – ese fue su hermano, quien regresando con solo un corto pantalón y cubierto de sudor, se agachó en el estanque tomando de su agua fresca entre el cuenco de sus manos…
- tú también deberías venir un día, Junho… - sonrió, notando con cierta tristeza aquella cicatriz que en una línea recorría la espalda de su hermano… una cortada casi fatídica que un año atrás obtuviera en una batalla contra uno de los samurái más temidos de todo el país…
- sabes bien que no soy como tú, hermano… - el mayor le sonrió y desordenó sus cabellos… - papá ha dicho que partiremos esta noche, hay una rebelión en el sur y las tropas militares no saben proceder contra samuráis, el gobierno ha solicitado nuestra ayuda…
- ¿se irán de nuevo? Pero si acaban de volver… - el castaño murmuró… mientras que su madre solo guardaba silencio y continuaba bordando aquellas letras…
- no seas meloso, cuando no podamos ofrecer más que molestias a nuestra madre, papá y yo dejaremos la espada y nos convertiremos en unos cascarrabias a los que tú también tendrás que soportar… - bromeó el mayor…
- preferiría disfrutarles ahora también… - el menor dijo sin haber encontrado la gracia en el comentario de su hermano…
- no hay tiempo para eso, Junsu; debes entender que no somos personas tranquilas, papá y yo hemos aprendido a disfrutar los días en batalla, no en la pasividad del hogar que puede resultar aburrido luego de un día de descanso…
- pero…
- cenaremos temprano hoy… - interrumpió de pronto la madre de ambos… ellos callaron al instante e hicieron una reverencia hacia la mujer cuando se puso en pie… - si han de partir por lo menos tengamos un momento de esa aburrida pasividad… - sonrió…
Y Junho comprendió que había herido los sentimientos de su madre arrepintiéndose al instante de sus crueles palabras… esas que sin embargo, él sentía reales y eran una especie de designio de sus días. Junsu por su parte sintió su pecho acongojado y el dolor traslucido en los grandes ojos claros de su madre le fue revelado…
La cena se llevó a cabo temprano tal como la Sra. Kim había indicado… los cuatro estaban sentados a la mesa aunque el silencio fuera todo lo que reinara en el comedor. Los esclavos a un lado sin encontrar demasiado novedosa aquella escena… el cuadro se repetía del mismo modo cada que el Sr. WongSu y el joven Junho salían en una comitiva. Solo en días como ése las sonrisas y carcajadas del joven Junsu se ausentaban y su mirada perdía algo de ese brillo sinigual…
- gracias por la cena… - poniéndose de pie, el Sr. Kim dijo sin mayor ritual… - Junho, alístate, nos vamos…
- padre… - la mirada del hombre cayó sobre su figura… - ¿podemos tener un día de campo cuando vuelvan? … - el castaño sonrió…
- lo tendremos, Junsu… - el hombre se acercó desordenándole el cabello… y el castaño pensó que en eso su padre y su hermano eran idénticos, tenían los mismos gestos y aquello solo le hablaba de lo cercano que ellos eran… a veces tenía la impresión de que verlos era como mirar el reflejo de una imagen en un espejo… Junho es el reflejo y su padre la imagen original…
- WongSu… - el susurro de la mujer detuvo los pasos del hombre… - adiós, querido mío… - acercándose a su esposo, la bella dama besó los labios masculinos en una especie de despedida que hizo sentir mayor angustia al castaño…
- adiós, amada mía… - el hombre correspondió acariciando la mejilla femenina y esbozando una suave sonrisa que por un segundo sorprendió del todo al castaño… hacía tanto, tanto tiempo que no había visto una mueca similar en la expresión de su padre… - perdóname… - susurró entonces a su esposa, y solo ella escuchó aquel lamento en su oído…
- expiarás tus culpas, WongSu; y nosotros nos reencontraremos en otra vida… - le abrazó diciendo aquello con esa voz dulce que 19 años atrás enamorara al hombre…
Junsu no había podido escuchar esa pequeña conversación entre sus padres… pero seguía pareciéndole una triste despedida entre dos amantes… tocó su pecho y una fuerte punzada le hizo sentir algo parecido al miedo. Junho ya había desaparecido del comedor pues ultimarse para la partida era su prioridad… a través de la pequeña ventana alcanzó a observar aquel abrazo desde el otro extremo antes de doblar por el pasillo…
Luego de que esa noche partieran WongSu y Junho, Junsu no volvió a saber de ellos durante largos días y la agonía en su pecho aumentaba… un amanecer no soportó más la presión y la angustia, y a escondidas de su madre salió en busca de su padre y hermano, más de una semana anduvo por tierras desconocidas y a varios peligros se enfrentó, más aún sin haber seguido los pasos de su padre o imitado a su hermano, el jovencito de cabellos castaños era hábil con las kunais…
*****
Reconocido por su frialdad nadie enfrentó al filo de su espada durante años, y quienes tenían la osadía u obligación, perecían sin duda alguna bajo la agudeza de su espada de doble filo.
Su largo cabello oscuro reflejaba destellos azulados a la luz de la luna, y sus ojos negros tenían el tinte pardo de su condición. Decenas de personas habían ensuciado su espada durante esos años, la sangre había sido el líquido que en más ocasiones mojara su piel y marcara más allá en la profundidad de su alma.
Se le llamaba samurái asesino como a muchos otros en la época; pero aún entre aquellos Park Yoochun era el más temido, porque estaba en su juicio la virtud de la elección propia. Moría quien consideraba lo merecía… pero aquella vez, unos ojos castaños se posaron sobre su persona cuando levantó su espada antes de dar un golpe final…
- no le mates… - había susurrado ese chiquillo con los ojos llorosos, varias kunais colocadas entre los dedos de sus manos, pero sin apuntar al pelinegro…
Su mano firme tambaleó… porque sabía que el hombre herido ya bajo su cuerpo merecía la muerte… pero aquella mirada le hacía temblar de un modo extraño y sus ojos infantiles titubear. Entrecerró los ojos en algo similar a la concentración y volvió a empuñar su espada…
- por favor, no lo haga… - pero esa voz le interrumpió de nuevo arremetiendo contra su mente con la fuerza de la culpa…
- Junsu, vete… - el hombre tirado en el suelo terregoso dijo… sonrió hacia el muchacho y pronunció lo que Yoochun tampoco esperó… - él hace lo correcto, más no debes odiarle… da la vuelta y márchate hijo mío, vuelve con tu madre…
El pelinegro volvió a titubear… ¿acaso ese hombre buscaba en su muerte la expiación de sus pecados?... giró su rostro solo un poco para ver al chico de ojos castaños. La blanca piel de su rostro moteada fue por los rayos lunares, y en sus claros ojos titiló el brillo de las estrellas. Era hermoso sin lugar a dudas, pero en su sola mirada estaba también la inocencia de su existencia… y Yoochun supo que por alguien como él, de aura pura y ternura natural, dejaría atrás el peso de su propia espada… si tan solo le hubiese conocido en otras circunstancias…
- adiós, padre… - el muchacho murmuró sin moverse… conteniendo esas lágrimas en sus bellos ojos castaños y mirando profundamente a los del pelinegro… parecía que cobraba sentido todo lo pasado…
Aquel abrazo tan íntimo entre sus padres días atrás… el silencio de su madre y el llanto nocturno que no era un secreto para él…
Yoochun sintió que algo se rompía en su interior… quizá el pasado de la culpa y la sangrienta vida que ha llevado… su mano cayó limpia y certera en el último movimiento fatal que su espada diera… el hombre se desparramó inerte en el suelo, la sangre corrió como pequeños ríos de agua carmín… y la espada cayó al lado cuando la mano que la empuñara por años soltara el peso de su propio dolor.
Junsu cayó de rodillas, las kunais resbalaron de sus manos y derramó el llanto que no quería ahogar en su pecho… el tiempo careció de sentido entonces… ninguno se movió por largo rato mientras el aire fresco de la madrugada soplaba y mecía las hojas de las copas de los árboles. La Luna radiante seguía adornando el firmamento oscuro, y las estrellas bailaban brillantes moteando la bóveda.
Junsu no le olvidaría nunca… si bien nunca cruzaron una sola palabra, le recordaba; había estado en su casa durante varios años… Yoochun, recordaba su nombre; como recordaba esos profundos ojos negros cruzados por una línea de rencor que opacaba cualquier brillo que pudiera haber en ellos…
Comprendió entonces el dolor de su madre… la conversación privada y el abrazo de despedida entre sus padres… WongSu había ido esperando aquel final… de Junho no sabía nada… pero no creía tampoco que esa espada hubiera derramado la sangre de su hermano…
Cuando volvió su mirada al pelinegro sonrió y una lágrima cruzó su mejilla… caminó hacia él y no dudo en tomar su mano y entrelazar sus dedos… tampoco se sorprendió del todo cuando el leve apretón le fue devuelto y sus pasos se encaminaron juntos por el sendero dejando atrás el cuerpo inerte de su padre… notó entonces que sus rasgos finos lucían cansados y sus profundos ojos negros arrepentidos…
- ya terminó… - Junsu dijo con suavidad… Yoochun entonces frenó deteniendo sus pasos y su mirada recorrió el rostro del castaño… ¿porqué tenía ese gesto con quien acababa de dar muerte a su propio padre?... – has terminado lo que te atormentaba… ¿estás tranquilo ahora?
Yoochun no supo responder palabra alguna… pero sus dedos se entrelazaron con más fuerza a los de ese muchacho a quien no reconocía pero quien le resultaba de algún modo familiar; sabía claramente que era hijo de WongSu, que debió verle durante los años que vivió en la Villa de la familia Kim, pero aún entonces no prestó demasiada atención a su entorno… y sin embargo, parecía que sus destinos parecían haberse enlazado en ese preciso instante.
WongSu había pagado sus culpas con su vida… Yoochun no tenía otro motivo por el cual vivir ahora que su venganza había sido cobrada… y no… la muerte del asesino de su familia no le había devuelto tranquilidad, aunque sin duda un peso había abandonado su alma… no había más motivos para sentir rencor…
Detrás quedó entonces también la katana que por esos años le acompañara en cada batalla… tirada en el terregoso suelo, manchada de sangre, filosa hoja brillante a la luz de la luna como siempre…
Ambos jóvenes anduvieron largo rato sin seguir un camino en particular, sus manos seguían entrelazadas y el sol nacarado comenzaba a levantarse en el horizonte… una cabaña abandonada se distinguía entre árboles y suelo escabroso… Junsu no dudó en ir hacia allá, Yoochun le seguía casi en automático…
Polvo y telarañas… luego se encargaría de hacer algo con ello, el castaño buscó algo en qué calentar agua porque la mañana era fresca y solo entonces su cuerpo pareció reaccionar al clima y el cansancio amenazaba con apoderarse pronto también de sus acciones. Miró al pelinegro y le instó a sentarse en una vieja silla que estaba por ahí, la madera crujió bajo el peso de Yoochun pero se mantuvo firme…
- curaré tus heridas… - el castaño dijo luego de horas de extraño silencio… los cortes que antes la espada de su padre le hiciera al pelinegro seguían abiertas, y aunque no sangraban más, la sangre seca se veía muy mal y el castaño temía que se infectaran…
Yoochun no dijo nada… Junsu entonces comprendió que tal vez estuviera en algo parecido al trance… se movió por la cabaña y luego de haber encontrado una vasija de barro, salió en busca de un pozo o algún riachuelo de donde tomar agua… detrás y a unos cuantos metros el sonido de un arroyo le atrajo… el agua estaba helada y cristalina… tomó un poco entre sus manos en forma de cuenco y recordó a su hermano…
- Junho… - murmuró su nombre y miró hacia la nada… estaba seguro de que vivía… pero aún no estaba listo para volver a su Villa y darle la noticia a su madre… aún no estaba listo para ir en busca de su hermano…
Volvió a la cabaña y vio al pelinegro aún sentado con la mirada perdida… los sonidos de aves cantar y el aroma del alba era todo lo que llenaba el lugar. Encendió una pequeña fogata en la chimenea de la cabaña y puso a calentar el agua… no había ropas por ahí que poder usar para curar al pelinegro, así que rasgó las suyas y volvió al río para lavarlas con el agua limpia… una vez regresó, Yoochun movió su rostro dirigiéndole la mirada…
- lo siento… - fue todo cuanto dijo con su voz ronca y cansada…
- también yo… - el castaño entendió que decía aquello por su padre… por supuesto, él también sentía su muerte… de aquella manera… y aunque había sido la espada del pelinegro la que tomara la vida de su padre, no podía llamarle asesino… Yoochun había actuado por el rencor y la venganza… lo que su propio padre provocó…
El silencio volvió a caer entre los dos… Junsu acercó el agua tibia y comenzó a lavar la sangre seca y limpiar las heridas… Yoochun se dejó hacer porque realmente no tenía fuerza alguna pare renegar de aquello… además, tenía la impresión de que necesitaba aquello y de que su acompañante quería hacerlo… tuvo entonces tiempo para observar al castaño…
Pensó que sus facciones eran muy delicadas y su piel tan suave como el actuar de sus manos, olía a algo dulce y su cabello lucía sedoso y brillante como el color de los rayos de sol que se cuelan entre los altos ramajes… cuando Junsu desnudó su torso él sintió un ligero estremecimiento… nunca nadie le había visto de aquél modo y por alguna razón sintió algo parecido a la vergüenza… el castaño se puso de pie y su pecho quedó a la altura del rostro del pelinegro cuando realizó aquel movimiento para enredar un improvisado vendaje alrededor de su hombro para proteger la profundo herida en él… y una vez el castaño volvió a sentarse delante de él en un banquillo, las miradas de ambos finalmente se encontraron con algo más de conciencia… fue casi como si fuera la primera vez que se miran de verdad…
Junsu apartó la mirada avergonzado…
Yoochun notó el palpitar de su corazón…
- gracias… - murmuró el pelinegro cubriéndose de nuevo con sus gastadas ropas…
- aún deberíamos ir a un pueblo y encontrar un médico de verdad, tienes un par de heridas profundas… - el castaño susurró con voz suave mientras recoge los pedazos de tela ensangrentados que habría que tirar en algún lugar…
Recordó a su padre y la cantidad de veces que vio a su madre curarle… el llanto por la pérdida de su progenitor se atoró en su garganta como si recién pudiera ser capaz de sentir su dolor… quiso no llorar pero un sollozo escapó de su garganta… se encogió y tembló entre sollozos… los brazos del pelinegro le cobijaron y por alguna razón los suyos se aferraron a su cuerpo…
Esa mañana Junsu lloró la muerte de su padre en brazos de Yoochun…
Yoochun pensó que era irónico brindarle consuela al hijo del que una vez fue asesino de su familia; y sin embargo, no había nada en el aura de Junsu que le hiciera pensar que es mala persona…
*****
No supo en qué momento el lazo que les une se volvió tan poderoso o el motivo por el cual de hecho se creó entre los dos… pero Yoochun no podía apartarse de Junsu y cada día al amanecer se preguntaba si esa vez el castaño no estaría más en la cabaña… y suspiraba como si estuviera aliviado cuando le veía tirado en la improvisada cama de hojas y paja a su lado con la respiración acompasada aún entregado al mundo de Morfeo.
El castaño estaba acostado de medio lado y de frente al pelinegro. Yoochun levantó una mano y sutilmente movió los mechones que caían en la frente de Junsu… su dedo recorrió el contorno de su rostro y un mohín apareció como una protesta porque interferían con su sueño… el pelinegro pensó entonces que por más que intentaba, no encontraba la palabra adecuada para describirlo…
Hermoso…
La que más se acercaba a la belleza de su alma como de su físico…
No lo meditó demasiado ni renegó de su sentimiento cuando entendió que se había enamorado de él… pero le asustaba mucho tener que decirle adiós…
Los ojos negros se posaron entonces sobre los labios rosados del castaño… gruesos y delicados lucían suaves como la aterciopelada piel del durazno… al pelinegro se le antojó conocer el sabor, si serían tan dulces y jugosos como la fruta. Cerró los ojos y se recostó mirando el techo… los latidos de su corazón iban muy rápido y él se dio cuenta de que había vuelto a vivir desde la noche en que entrelazaron sus manos por primera vez…
La más extraña de las noches…
Porque le había dado muerte al padre de ése al que ahora ama tanto…
Respiró profundamente en un intento de calmar sus latidos… pero el aroma de Junsu se coló por su nariz y más creció el deseo de besarle, de sentirle de algún modo más cercano a él. Liberó el aire con calma y se sentó luego apartando esa sábana delgada que no les cubría demasiado del frío… y recordó entonces la Villa Kim… sabía que el castaño debía volver a su hogar, a las comodidades y la calidez… con su familia…
- su madre y su hermano deben estar preocupados por él… - dijo en voz baja mirando de soslayo a Junsu, quien se había encogido un poco más quedando en posición fetal… - será mejor llevarte a tu casa, me temo que por cuenta propia no te irás…
Park Yoochun no se sentía listo para amar…
Tenía miedo y la única forma de dejar de sentirlo, pensaba, era alejando la fuente del mismo…
……………………………
Junsu despertó cuando ya el amanecer estaba en esplendor, esa noche había dormido muy bien, sentía que había descansado por primera vez en esas semanas que ha pasado cuidando de Yoochun… una sonrisa boba se formó en sus labios al pensar en que el pelinegro no necesitaba ser cuidado, podía hacerlo perfectamente por sí mismo… no por nada seguía siendo el samurái más respetado de esos tiempos turbulentos…
Cuando fueron, días atrás, a un pueblo que queda cerca de medio día caminando más al este, su nombre se escuchaba en conversaciones entre personas que no le conocían en persona pero seguían contando su historia como una especie de leyenda… el médico que le había atendido no había hecho preguntas ni dicho más nada que los cuidados necesarios que le indicaba para que sus heridas sanaran rápido…
- aunque siendo quien es, estoy seguro de que mis consejos no son relevantes pues sabe muy bien cómo cuidar de su cuerpo… - esas habían sido las palabras del hombre experimentado…
Junsu no preguntó, pero acertadamente intuyó que ese hombre debía tratar a menudo con hombres como Yoochun y heridas peores…
- hoy volverás a tu casa… - la voz del pelinegro le sacó de sus recuerdos y sus ojos parpadearon con sorpresa… - mis heridas han cicatrizado totalmente, no tienes más razón para quedarte ni yo para permanecer aquí…
- ¿tienes un lugar a dónde ir?... – cuestionó al tiempo que evadía la mirada y se sentía de pronto demasiado triste por tener que separarse del pelinegro…
- los samurái nunca tenemos un lugar a dónde ir, Junsu-shii…
Kim le miró con los ojos abiertos de par en par… ¿Qué no tenían un lugar a dónde ir? Su padre lo tuvo durante años, y también era un samurái…
- yo creo que no has encontrado el tuyo, pero todos tenemos un lugar a dónde ir, Yoochun-shii… - susurró… y sus palabras le provocaron un vuelco en el estómago…
Claro que tenía un lugar…
Junsu lo era…
- partiremos después del almuerzo…
- hoy no…
- ¿Por qué no?... – el pelinegro evitó mirarle… no quería encontrarse con el precioso color de sus pupilas y anhelar con fuerza el sabor de sus labios otra vez… solo quería tomar camino y llevarle a su hogar y en él dejarle junto con su corazón…
- porque no estoy listo para irme…
- ¿listo?...
Junsu no dijo más nada, salió al río por agua para beber, pero se quedó sentado en la orilla un largo rato… no quería irse y sobre ello deseaba meditar.
……………………………
Nunca antes se había enamorado, y mientras más lo pensaba más se convencía de que hasta que conoció a Yoochun, no había pensado en el amor. Una parte de él se sentía culpable y se aborrecía por tener aquel sentimiento por quien dio muerte a su padre, y aunque estuviera seguro de que si no era el pelinegro, cualquier otro podría haber tomado de aquella manera la vida de WongSu, nada podía hacer para evitar la sensación de culpa y vergüenza por haberse enamorado de Park.
La verdad es que desde que estuvo en sus años de adolescencia en su casa, Junsu siempre lograba distinguirle fácilmente de entre todos los demás chicos que también se entrenaban en la Villa; Junho había sido de algún modo la única competencia que ambos encontraron en el otro, y en algún punto, llegó a creer que formarían una amistad… tal vez era porque esperaba que ese apuesto muchacho de ojos negros encontrara a alguien que le diera algo de vida a sus profundas pupilas. Pero siempre parecieron solo compañeros de entrenamiento y cuando Yoochun dejó de formar parte del contingente de su padre, ningún cambio notó en su hermano como para pensar que habían sido amigos.
En una ocasión se animó en preguntarle…
- ¿quién? No sé de quién me estás hablando hermano, no suelo prestar atención en los demás excepto cuando nos enfrentamos en los entrenamientos o debo supervisarlos… - esa había sido la vasta respuesta de Junho…
Eso había sucedido cuando él tenía 15 años, Yoochun había estado ahí desde que él tuviera 10; pero nunca se había atrevido a acercarse. Y rara vez le había observado detenidamente en los entrenamientos, siempre había preferido salir y pasear… evitar los sonidos de las espadas chocar o los golpes al pelear en los adiestramientos. Nunca estuvo conforme con lo que su padre hacía, pero tampoco podía renegar de aquello porque era a fin de cuentas sangre de su sangre, porque a pesar de los pesares, podía ver el amor en los ojos de su progenitor cuando le miraba; y si bien no siguió sus pasos como sí lo hizo Junho, nunca dejó de sentir el cariño en su familia. Su madre soportaba con temple aquella vida, y él no podía menos que acompañarle a su manera.
……………………………
- madre… - susurró el castaño mirando su reflejo en el agua cristalina… recordó la imagen de su progenitora bordando aquel traje con su nombre escrito en la espalda… - ¿qué debo hacer, madre?... – cuestionó a la nada y su voz sonó con un dejo de melancolía…
……………………………
Yoochun había salido a caminar por los alrededores… por un momento tuvo el pensamiento de marcharse y dejarle ahí, así cuando Junsu viera que no estaba más se iría a su casa y entonces todo podría retomar algo de su cauce original. Pero no pudo hacerlo… era como si un hilo invisible le mantuviera atado al castaño y no hubiera modo de romper el lazo para tomar caminos diferentes…
- no está bien…
……………………………
La noche cayó y tanto Junsu como Yoochun no tuvieron valor para separarse, volvieron a recostarse sobre aquellas improvisadas camas dándose la espalda… no conciliarían el sueño y lo sabían… los segundos siguieron avanzando y ninguno estuvo seguro del tiempo transcurrido sumidos en sus pensamientos hasta que el castaño se giró acercándose al pelinegro y apoyando su frente en la espalda de él.
- ven conmigo… - susurró sabiendo que el otro no dormía… le había sentido estremecerse apenas se acercó…
- no digas locuras… - el pelinegro sonrió con ironía en medio de la oscuridad de la madrugada…
- no es una locura, te lo pido Yoochun-shii; ven conmigo… - sintió al pelinegro girarse y en medio de las penumbras intentó distinguirle…
- no… no quieras llevar al asesino de tu padre a tu hogar… - él no quería enfrentar la mirada de una esposa abatida ni un hijo enfurecido…
- no lo menciones… - cerró los ojos sintiendo de nuevo aquella sensación de culpa…
- es la verdad…
- pero duele que lo digas… - gimoteó el castaño… - duele saber que lo hiciste porque mi padre hirió tu corazón arrancándote a tu familia, que hayas tenido que soportar sus duros entrenamientos, que haya sido tu mano la que empuñara la espada que le dio muerte haciendo una justicia que me arrebató a mi padre y destrozará el corazón de mi madre como provocará la ira de mi hermano…
- por eso mismo debemos separarnos, vuelve a tu hogar… - los brazos del castaño se aferraron de pronto a su cuerpo y el calor que le abrigó le hizo temblar dejándole pasmado con el corazón latiéndole muy rápido contra el pecho…
- no quiero… porque estoy enamorado de ti y si nos separamos entonces ya nada tendrá sentido… - gimoteó con más fuerza, sintiéndose aterrado de sus palabras, de sus emociones, siendo abrazado por la culpa y temiendo haberse ganado por aquello el más cruel de los infiernos…
El destino no debía haberlos puesto en el mismo camino para amar…
- Junsu-shii… - susurró su nombre sorprendido…
- ni siquiera lo sé… no sé por qué siento esto por ti… - dijo entre sollozos y las manos del pelinegro se cerraron en su espalda devolviéndole el abrazo envolviéndole en un calor muy diferente al de su madre, incluso de aquellos que pocas veces su hermano o su padre llegaron a brindarle…
- debes olvidarme, será lo mejor para ti… - le susurró con voz suave, ronca y nada dulce, pero sincera y cariñosa…
- ¿tú quieres olvidarme?... – escondió su rostro contra su cuello a pesar de que en la oscuridad no pudieran verse bien y solo distinguieran siluetas y calor…
- debo hacerlo…
- eso no responde lo que te pregunté…
Silencio.
Silencio y sus rostros acercándose en la oscuridad buscando un roce de labios…
- si has de obligarme a partir, tómame esta noche, Yoochun-shii…
……………………………
Se supo de pronto recostado de espaldas al suelo, los labios gruesos del pelinegro encontraron su boca y le probó… algo húmedo recorrió a lo largo de sus labios… tibio, sorprendente, cariñoso… suspiró y cuando aquella boca tomó la suya con delicadeza su respiración comenzó a alterarse…
El primer beso…
Ese que llega en una noche mágica en el cuadro más extraño de todos.
Sus bocas volvieron a encontrarse en la oscuridad y el roce les produjo un estremecimiento de sorpresa y gusto. Los labios de ambos eran suaves e inexpertos, se movían con torpeza pero sin prisas, buscando el ensamble perfecto de esas caricias sublimes como temerosas.
La incertidumbre casi pudo con la magia del primer beso.
Junsu respondió titubeante, movía sus labios esperando corresponder las suaves caricias que Yoochun le entregaba, sintiéndose algo ansioso y asustado… no solo por el hecho de compartir un primer beso con otro hombre… sino por sentir también aún esa opresión en el pecho llamada culpa… se estaba entregando al asesino de su padre… y sin embargo, le parecía que tenía un alma pura…
La sangre que su espada pudiera haber derramado en años no tenía un motivo, solo una burda justificación que en la historia tal vez incluso llegara a convertirle en héroe…
Sus bocas continuaron unidas, sus labios se intercalaban unos con otros rozándose constantemente, suspirando contra los del otro, tirando de ellos como si fuesen frutas exóticas que solo se podrán probar una vez en toda la vida. Junsu se sorprendió cuando la lengua de Yoochun se coló entre sus labios repasando apenas rápidamente el interior de su boca… su corazón se agitó aún más y anheló volver a sentir aquel contacto tan íntimo y de algún modo vergonzoso… pero los labios del pelinegro se habían apartado descendiendo por su mejilla hasta alcanzar su lóbulo…
La felicidad apareció cuando se abandonaron a las sensaciones y el acople de labios encontró el ritmo adecuado de caricias tiernas y suspiros extasiados.
El castaño jadeó algo más alterado cuando su lóbulo fue chupado gentilmente, los latidos de su corazón aumentaron el ritmo y su sangre pareció ganar grados a punto de hervir en calor… esos mismos labios bajaron entonces por su cuello depositando gentiles besos húmedos por toda su piel… dedos esbeltos y suaves deslizaron con lentitud sus ropas desnudando su hombro derecho; la boca del pelinegro continuó su recorrido y sus manos respondieron intentando acariciarle también aunque se sintiera más bien torpe y temeroso…
Con aquella misma parsimonia y besos dulces entregados con tranquilidad, las manos del pelinegro apartaron esas ropas que dejaron al descubierto el más hermoso de los cuerpos… Junsu fue como la revelación de un ángel sin alas ante sus ojos, la timidez de sus pupilas traslúcidas por esos rayos de luna que se cuelan por las ventanas, su piel blanca, las mejillas rosadas…
- hermoso… - el pelinegro susurró deslizando la punta de su dedo por la figura del castaño…
- Yoochun-shii… - suspiró avergonzado, casi intimidado por la profundidad de esas negras orbes que parecían traspasar hasta su alma…
Por esa caricia tan íntima y confiada que recorría su cuerpo y la forma en que su boca fue de nuevo besada y él sintió que moría de ternura y que se sofocaba en calor al sentir aquel toque en su intimidad envolviendo su entrepierna…
Gimió bajito y escondió su rostro contra el hombro del pelinegro cuando aquellos sonidos amenazaban con sonar más alto y ronco al momento en que fue estimulado de un modo que ni siquiera había imaginado… arqueó la espalda y cerró los ojos con vergüenza y pasión mientras aquellas caricias continuaban con un ritmo cada segundo más veloz y los latidos de su corazón como el pulso de su respiración le aturdía el oído temiendo que sonara tan alto como tambores de batalla.
Yoochun le miraba y sus ojos adquirían un brillo que él mismo nunca llegaría a ver en su rostro al observarse en el reflejo de agua cristalina… su cuerpo reaccionaba a la visión que tenía y un deseo quemante como el fuego de una flecha encendida le traspasaba el corazón instándole a tocar más y más íntimamente al castaño… quería ser espada y que Junsu fuera de la noble arma el lado suave, la que no posee el filo pero acompaña en la destreza y el perfeccionamiento de la técnica…
Besarle una tras otra vez se convirtió en una especie de adicción… algo parecido a la necesidad por el opio o la sangre de aquellos que pervertidos de alma no pueden menos que sobrevivir con “la droga” presente en cada uno de sus días como elemento que complementa algo tan sencillo como la respiración. Le recorrió de pies a cabeza sin dejar de acariciar un solo palmo de piel caliente que ardía bajo su tacto y se iba perlando en sudor… Yoochun besó y saboreó especialmente su pecho, jugó con sus pezones y dibujó figuras sin sentido en su vientre plano con su lengua… sintió en algún momento la lujuria por poseerlo, sus caricias eran ardientes y sus besos fogosos, quería marcarle y dejar su huella apasionada como quien toma una virgen y se jacta de su proeza.
Pero luego parecía volver a esa fantasía en la que es un ángel puro quien se entrega a su deseo y reaparece la ternura y la suavidad al recorrer su cuerpo como besa sus labios… esos frutos rosados que dulces se dejan hacer y le responden con habilidad, encajando como lo hacen las espadas gemelas que combaten a la par como si fuesen una pero siempre teniendo su propia personalidad.
Junsu sintió cada escalofrío recorrerle la columna vertebral y sus sentidos llenarse un poco más de aquellas sensaciones, del calor de su amante, de su fragancia varonil, de sus roncos gemidos amortiguados contra su piel, de sus besos candentes como dulces, de sus manos firmes palpando cada parte de su cuerpo… de todo en Yoochun; y sentía que aquel calor le abrasaba el cuerpo cual leña en la fogata arrastrada por el fuego en que es internado… se sentía demasiado feliz, le gustaba todo aquello que le era entregado y solo esperaba que durara un poco más porque temía al frío que vendría cuando se separaran.
Yoochun se desnudó casi con prisas cuando bajo su cuerpo aquel ser tan bello se retorcía de placer y él solo esperaba sentir su calor y piel contra piel quemarse en pasión. Se abrazaron como si la vida fuese a dependerles de ello y se encontraron en un beso desbordado de pasión y ternura, la forma en que sus lenguas se enredaban rayaba en la lujuria, pero la danza de sus labios le daba el toque de dulzor. Era la mezcla perfecta como el equilibrio entre el yin y el yang.
El roce de sus caderas se tornó constante cuando sintieron el placer de sus erecciones friccionándose entre sí, las piernas del castaño se enredaron en la cintura del pelinegro y casi inconscientemente ambos se movieron frotándose el uno contra el otro… pero Yoochun quería más de Junsu… se sentó atrayéndole en el abrazo de modo que quedó sentado en sus caderas, le separó los firmes glúteos y rozó su entrada… Junsu tembló y se abrazó más fuerte a Yoochun sin comprender del todo lo que vendría pero demasiado entregado como para dar marcha atrás… suspiró y cerró los ojos con desesperación cuando fue la punta de la virilidad del pelinegro la que rozó su intimidad…
Yoochun pensó que si se introducía en Junsu así nada más sería demasiado el daño que le ocasionaría… en sus tantas aventuras por el país llegó a ver a chicos lesionados cuando los terratenientes y gente de poder satisfacía sus más bajos deseos pasionales… él no quería nada de eso para el castaño… chupó dos de sus dedos llenándolos de su propia saliva y esperó que si primero introducía aquellos en su pasaje el dolor fuera menos y el placer más.
Junsu se retorció incómodo apretando sus manos en la espalda de Yoochun cuando éste coló un dedo en su entrada… el pelinegro pudo sentirle apretado y parecía que su saliva no había sido suficiente para favorecer el deslice de su dígito… lo sacó despacio escuchando un quejido de parte de su amante y volvió a ensalivarlo esa vez dejando una gran cantidad mojándolo del todo… volvió a introducirlo y esa vez se deslizó algo más fácil aunque aún estaba apretado y tenso…
Continuó sacándolo y metiéndolo despacio durante algún tiempo, atento a los sonidos que escapaban de boca del castaño, a la intensidad con que enterraba sus uñas en su espalda o lo tenso que podía sentirle contra su cuerpo. Luego de unos instantes le escuchó suspirar entre jadeos y supo que estaba listo para el segundo dedo… se repitió la historia de incomodidad y relajación… cuando sus dos dedos comenzaron a deslizarse fácilmente, ambos se buscaron en un beso necesitado como si esos minutos sin besarse hubieran sido una eternidad, sus lenguas se enredaron con ansiedad y Junsu se pegó por completo a Yoochun mientras sentía que disfrutaba de aquellas embestidas contra su entrada…
Aquellos intrusos le abandonaron y luego fue recostado de nuevo sobre sus propias prendas desordenadas en el suelo, el pelinegro se acomodó entre sus piernas instándole a abrirlas para él, pasó sus manos por debajo de su cuerpo hasta posarlas en su espalda baja y de aquel modo elevar sus caderas, la punta de su palpitante erección quedó contra su intimidad, y lentamente comenzó a penetrarle…
- ahhh… - el castaño gimió incómodo y adolorido, sintiendo cálidas lágrimas resbalar por sus mejillas tibias…
Sonrió enternecido cuando la lengua del pelinegro cayó sobre sus mejillas lamiendo sus lágrimas… Yoochun se sintió extasiado al estar completamente dentro… no tenía idea de lo que era hacerlo con una mujer, aún así estaba seguro de que estar en aquel tipo de intimidad con Junsu era por mucho mejor y más hermoso… supuso que aquello debía ser a lo que se llama hacer el amor…
Y su corazón se sintió de pronto algo más cálido y emocionado… había comprendido lo que era amar.
Aunque tarde sintiera que era para él…
Junsu intentaba mantenerle la mirada aunque las oleadas de placer le obligaran a cerrar los ojos y temblar… quería no perderse detalle de esos ojos negros que brillaban como nunca en aquellos años les vio hacerlo. Quería creer que de aquel modo tan extraño Yoochun había encontrado la felicidad y su lugar…
El pelinegro seguía moviéndose en aquel vaivén que a ambos les producía placer y que como las olas del mar, encuentra el mecer exacto para ofrecer paz y tranquilidad, como brío y ardor. El castaño sentía con cada nueva embestida que desfallecía, que más calor le cubría de pies a cabeza y sus sentidos se iban perdiendo algo más en ese mundo de placer…
Continuaron con aquellos movimientos y sus caderas se acompañaron en la danza perfecta, cual cisnes en cortejo que nadan y agitan sus alas sobre las pasivas aguas del lago que tranquilo se somete a su encanto natural. Junsu cerró sus piernas en la cintura de Yoochun y le sintió llegar más profundo tocando un punto en su interior que ni siquiera sabía que podía hacerle casi explotar de placer; el pelinegro también se sintió delirar de gozo ante aquellos roces y la deliciosa prisión de su estreches en torno a su virilidad…
Más tarde aquella entrega les llevó al orgasmo cuando todo el calor y la pasión los arrastró al éxtasis, sus cuerpos temblaron y sus cuerpos expresaron su propia gratitud al derramar aquella esencia blanquecina que manchó sus cuerpos como inundó el interior del castaño…
Con la respiración alterada y su cuerpo aún sacudido por espasmos, el pelinegro salió del castaño recostándose a su lado, sintiéndole recostarse al instante en su pecho y abrazarle dejándole sentir ese calor que aún cubre su cuerpo…
- Junsu-shii… - le acarició la espalda con una mano en tanto que la otra encontró una punta filosa debajo de la improvisada almohada de tronco y tela… - mátame, por favor… - dijo con serenidad al tiempo que sacaba una kunai de Junsu y la colocaba en la mano de éste…
- Yoo…chun… - murmuró completamente sorprendido, sin ser capaz de empuñar su propia arma pero viendo con terror cómo el propio pelinegro la dirigía a la altura de su pecho dejando la punta contra su piel… - por… por qué… - miedo atisbó en sus castañas pupilas…
- porque esto no es más que la sombra de un amor que no puede ser, Junsu-shii… - dijo y su mano se enredó con fuerza en torno a la del castaño que había intentado soltar la kunai…
- Yoochun-shii… - gimoteó derramando lágrimas al sentir que el pelinegro era más fuerte y la punta de su kunai comenzaba a desgarrar la piel… una gota de sangre corrió… - ¡¡NO!!
*****
Junsu volvió a casa sin Yoochun… el amor que se tienen no había estado a pesar de todo, listo para ser entregado sin reservas. Su madre le recibió con una sonrisa pero el semblante decaído; no necesitó decirle nada, ella ya lo sabía porque aquel momento lo estuvo esperando desde que el adolescente de profundos ojos negros llegara a su hogar años atrás. Junho estaba ahí también, con heridas cicatrizadas y un vacío en sus ojos que al castaño le asustó…
- vayamos los tres al Puente por la mañana… - la mujer le había pedido a sus hijos… y éstos no encontraron corazón para negarse… Y así se hizo, al alba del día siguiente los tres observaron el arcoíris que se forma con los primeros rayos de sol y el sereno matutino… - cuando termine, tú deber será volver al que es ahora tu lugar, hijo mío…
- estoy en mi lugar, madre… - dijo evadiendo el hecho de que el pelinegro apareciera en sus pensamientos…
- hijo mío… - sonrió y le acarició una mejilla… - tu verdadero lugar, nosotros partiremos pronto y tú deberás seguir con tu vida… esa que tú siempre has esperado y mereces… la que yo quiero que vivas…
- madre… - susurró confundido… aún le dolía saber que se había enamorado de casi un desconocido, de un fantasma que deambuló por el mundo solo esperando el momento de su venganza…
Enamorado del asesino de su padre…
……………………………
Un par de meses más tarde, Kim Junho murió por algo parecido a la locura y el cansancio de las batallas… una semana después le siguió la Sra. Kim y Junsu prometió en su lecho de muerte que seguiría su vida…
Tomó unas pocas cosas de lo que hasta el día que su padre y hermano partieran por última vez a una batalla, llamó hogar. Montó a caballo durante varios días hasta que volvió a aquella cabaña en un lugar recóndito entre grandes árboles y preciosos arrullos de riachuelos que cruzaban las tierras.
Junsu sonrió de medio lado al ver a Yoochun ahí cortando leña… corrió con prisas y el corazón tamborileándole emocionado contra el pecho… el pelinegro abrió los ojos con sorpresa al distinguirle, le recibió en sus brazos apresándolo sin poder creer que en verdad estuviera ahí…
- volví… Yoochun-shii… volví a mi lugar… contigo… - sollozó demasiado feliz de haberle encontrado… de que, como él no pudo aunque solo le recordara en sueños, marcharse de aquel lugar en el que habían encontrado el amor en medio de sangre y venganza, de dolor y angustia… de un pasado que finalmente no pesa más sobre el corazón del pelinegro…
- Junsu-shii… no debiste… - susurró en su oído con ternura y aprehensión, para luego apartarle un poco y admirar de nuevo sus bellas facciones casi aniñadas…
- sí… porque ahora eres tú lo único que tengo en la vida…
- per… - un dedo del castaño selló sus labios…
- este es ahora mi hogar, mi lugar… sombra o no, es amor… Te Amo, Yoochun… - sonrió esperando que esa vez el pelinegro comprendiera que ese era el destino para los dos… que era el momento para ser felices e iniciar de nuevos sus vidas…
- gracias… - le acarició la mejilla y luego sus dedos se perdieron sutiles entre sus lacios mechones… - Te Amo, Junsu… - sonrió por primera vez en largos años de vida oscura y notó la mirada del castaño brillar mucho más…
Se besaron entonces con cariño y anhelo… con el amor que nació entre las sombras del pasado y el dolor… en la oscuridad de la venganza… pero sincero y puro…
La mano de Junsu se posó sobre el corazón de Yoochun, bajo su ropa estaba aquella pequeña cicatriz que una de sus kunai hizo días atrás… pero casi había desaparecido y solo era el recuerdo del renacimiento de Yoochun y su propia expiación de culpas. Junsu había evitado aquella noche que robara su vida al derramar las únicas lágrimas que el pelinegro no quería volver a ver nunca: miedo. Y entonces su mano había aflojado el agarre y la kunai pronto cayó dejando solo una pequeña herida sobre su piel…
Estaba seguro que un día desaparecería…
Y si habían de iniciar un camino diferente, aquello solo correspondía a ellos decidir… el destino había cumplido su parte, unirles… el resto… era cuestión del amor…
**FIN**
aigo!!!!!!!!!!!!!!! asi o mas bonito *O* ....
ResponderEliminaraunque admito que casi shille cuando Yoochun le dijo a Junsu que lo matara T_T ... y loo lo que le dijo su umma... pero se kedaron juntos... era obeo pk en definitiva tu no los separarias nunca xD...
Que te digo mi Feli... te quedo bellisimo... *O*
Maki... como siempre hermosa la pic y el videito asi o mas genialoso *-*
OMGGG el video fue epico ;O;!!
ResponderEliminarlo amee
y ni que decir del ficco
XD quede ;O;en shock al leer la linea de chunnie ;O;!!!!porque el afan de morir TT si tiene al sexy delfin TT
ó.o junho ;O; el de 2pm TT xD
no se porque imaginé que era el XD
Ame el ficco ;O;
fue tiernito XD y ame el outfit de XD yoochun
*-* mask fencer rlz!!!
puro amorrrrrrrrrrrrrr
ResponderEliminaryoosu demasiado bello T_____________T
ah me encanto * llorando T_T*
gracais x el fic XD
me encnato me encanto *O*
ResponderEliminarasi bien binito aw*
anke casi me da el mimiski cuando le dijo chun ke lo matara ke por poco y no la cuentas eh <.<
namas por ke nunca matarias a ninguno ke si no ya te estaba haciendo cachitos <.<
pero fue hermoso y los appas aigooo!!! T___T
cuando se despidieron casi chillo ;___;
pero lo hermoso nada se lo kita *O*
y el video deos nunca pense ke llegaria a gustamr algo ke yo misma hiciera xD
kerooooo mas de esto *O*
cofcof29vs18cofcof 6.6 runs :X
OMO que cosa tan linda
ResponderEliminaresto es verdadero amor nada puede ser mas real.
simplemente hermoso gracias felina
aish~
ResponderEliminarotra vez me haces llorar T_T
fue tan bonito cuando se entregaron
y el babo d chun le pide q lo mate!! como rayos podria?!! si lo ama con toda su alma *-*
pero como todo fico de feli termina en yoosu felish xD...esta no podia ser la excepcion :D
hermosisimo shot!!!
graxias^^!!!!
Kyaaaaa Me encanto el fic!! >///< (y el video....dfkjhjkdshfjk)
ResponderEliminarDe solo imaginarme a Chunnie con el pelo largo y matando gente lleno el teclado de baba *O*
Lo amé, aunque al principio me pareció raro que Junsu aceptara estar con Park, pero luego me recordé que el amor entre el YooSu es tan fuerte que nada puede detenerlo!! xD
Desde el fondo de mi corazón y fangirlismo gracias por no matar a Chunnie xDD
T^T waaa q hermoso
ResponderEliminarel amor del yoosu no tiene
limites..la madre lo sabia
me muero! en serio me ha
encantado como todo lo q
escribes...no pude ver el video
xq dice privado..pero de seguro
es muy lindo ^0^
k lindu de verdad me encanta komo escribes
ResponderEliminarpuxia no puedo ver el video :(
sigue escribiendo
te kero muy lindo
arigatoo .....viva el yoosu...
hermosura de fic!!
ResponderEliminargracias por tanto amorr <33
ooo casi muero con la casi muerte de yoochun T.T en verdad me asuste demasiado en esa parte y casi vuelvo a morir pero de felisidad cuando se volvieron a encontrar *-*
ResponderEliminaromo casi me muero cuando yoochun le dijo k lo matara!! T-T
ResponderEliminarel yoosu es lo maximo >u< me encantan .. el amor siempre florece !! me encanta como escribes felina!!!
wow... divino este shot... amo el yoosu...
ResponderEliminarmis respetos para tus publicaciones...
soy tu fan.
MEGAMI***
Felina!!!! No puedo dejar de llorar😭😭😭 me casi me muero de pensar que mi Chunne no quería vivir. No había leído este fic. Y es hermoso!!!! Amén el lemon ellos merecen ser felices juntos!!!!!
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