DRABBLE POR EL XIAH DAY

HAPPY B-DAY JUNSU *-*

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No estaba seguro de qué darle esta vez. Generalmente tenía montones de ideas para mimar a Junsu en su día, pero desde hace semanas que se dedicara a pensar exclusivamente en el regalo ideal, Yoochun no había concretado nada en su cabeza. Estaba en ceros, vacía, en blanco; ni una minúscula idea que le ayudara a improvisar el resto, y eso le había carcomido los nervios y la paciencia sobre todo en los últimos días, cada que despertaba y veía la fecha en el calendario de escritorio en su mesita de noche, largaba un suspiro y se drenaba el cerebro buscando una sola pista que le iluminara el camino.

Y ahí estaba, es 14 de mes y todavía no tiene nada. Ok, tiene, la orden de rosas rojas que deben llegar puntuales a primera hora del día siguiente, tiene la caja de bombones con relleno de cereza que tanto le gustan a su novio, tiene también ese reloj que sabe le encantará y asientos de primera para la próxima Champions League de Europa. Sin duda debían ser regalos perfectos, emocionarían a Junsu y le arrancarían una enorme sonrisa y esas palabras de agradecimiento que el pelinegro sabe llegarán. Pero todavía se siente “como que algo falta”.

No sabe qué.

Pero le deja una extraña sensación de vacío en el estómago, como si tuviera días sin comer o largas horas sin tomar gota de agua. Se siente como si de pronto le faltase lo más importante pero sin saber qué es ese algo tan vital. Incluso se lo preguntó a Jaejoong, su soulmate debería haberle dado una respuesta clara pero el mayor había sonreído tiernamente, le había palmeado la espalda y deseado buena suerte…

- tienes la respuesta frente a tus narices, solo que no te has quitado la venda de los ojos, por eso no lo ves… - así de simples, yanas y casi sin sentido, habían sido las sabias palabras del mayor.

Yoochun bufó inconforme mientras termina de ducharse y se cambia con el pijama, Junsu le espera en la habitación que hace días comparten en ausencia de Jaejoong… no, la verdad es que la comparten con o sin la presencia del mayor. Son pareja, y aunque nada sea público, no se limitan en detalles como aquellos acerca de compartir la cama… y el amor en sí, todo lo que ello implica.

Entonces… ¿Qué es lo que le falta? ¿Por qué la extraña sensación de vacío? ¿Por qué siente que ni aunque le diese todos sus bienes materiales, no tiene el regalo perfecto que Junsu merece?

Se miró una última vez al espejo y suspiró, mentalmente se riñó por millonésima vez por aquella respuesta no otorgada a sus debrayes. Miró el reloj y sacó cuentas, faltaba una escasa hora para la medianoche, oficialmente sería 15 de Diciembre, el cumpleaños de su novio… y de su cuñado, por supuesto. Intentaría mantenerse despierto y sorprender a su delfín con ser el primerito en felicitarle.

- ¿Por qué tardas tanto, Yoochun ah?... – el castaño le sonrió palmeando el lado de su cama para que le siguiera su novio… - comenzaba a sospechar que el vapor de la ducha te hubiera dejado somnoliento…

- casi, pero no… - el pelinegro le devolvió la sonrisa y pronto se acomodó a su lado, abrazándole cariñosamente al instante, regalándole ese beso dulce que ambos necesitaban así no hubieran pasado más de 20 minutos desde el último compartido entre sonrisas y miradas cómplices… - quería verme guapo para dormir a lado del ángel más sexy del mundo… - halagó guiñándole el ojo de forma coqueta…

- babo… - el delfín le pellizcó la nariz y cubrió mejor sus cuerpos con las mantas, pegándose un poquito más al cálido cuerpo de su novio, descubriendo que, como siempre, sus cuerpos encajan con perfección… - mamá ha llamado temprano, mañana vendrá a visitarnos junto con Junho, quiere una comida en familia…

- ¿Estoy invitado?...

- me parece más que obvio que sí… - el delfín enarcó una ceja con gesto divertido, Yoochun a veces de verdad parecía temeroso de la presencia de su suegra, casi como si temiera haber soñado y que no le acepte como su yerno.

- ok, nos levantaremos temprano, haremos lo que quieras y recibiremos a mi mami suegra y mi cuñado al mediodía…

- quiero pasarla en casa todo el día, quiero despertar así, junto a ti abrazado a tu cuerpo y que me mimes como solo tú sabes hacer; quiero un cumpleaños así de tranquilo Chun…

- eso tendrás, baby… - sonrió y le jaló algo más cerca besando rápidamente sus labios y acomodándose para conciliar el sueño…

Ese que llegó algunos minutos después para el castaño arrastrándole cándidamente al mundo de Morfeo. Yoochun sin embargo, aguardó, se dedicó a contemplarle en silencio en espera de la medianoche. Jugó con cuidado con los mechones desordenados pero sedosos que caen sobre la frente de su novio, acarició cada centímetro de su rostro notando ese mohín formarse en su nariz como muestra de interrupción a su apacible sueño, pero nada conseguía despertarle, su respiración pausada y tranquila se lo dejaba saber. El pelinegro sonrió enamorado con cada gesto y las facciones todavía aniñadas de Junsu. Nadie puede negárselo, es perfecto. Es hermoso como un ángel. Y él tiene la dicha de estar grabado en su corazón.

- ¿Qué podría regalarle a un ser perfecto?... – susurró y despacio uno de sus dedos delineó la curvatura del mentón de su novio. Demasiado sumido en sus pensamientos y perdido en la imagen del castaño, que la medianoche le alcanzó y rebasó por algunos minutos incluso antes de que tuviera conciencia del tiempo.

Se golpeó la frente por el despiste y se arrepintió de despertarle, estaba tan tranquilo ahí entre sus brazos durmiendo, que no quería interrumpirle. Pero al mismo tiempo, aún quería ser el primero en felicitarle, está seguro de que si se duerme, al amanecer le habrá ganado el móvil y alguno de los tantos amigos de Junsu le estará felicitando antes siquiera de que pueda espabilar el sueño. Así que, negándose en rotundo a perder la oportunidad de ser el primero, Yoochun comenzó a cantar bajito para su novio, susurrándole con cariño y acariciando cuidadosamente sus mejillas esperando despertarle lo suficiente para felicitarle y casi al mismo tiempo arrullarle para que siga durmiendo.

Junsu pestañeó somnoliento, casi al instante se preguntó si tan rápido habría amanecido que casi no sintió dormir. La dulce y ronca voz de Yoochun cantándole Feliz Cumpleaños al oído le hizo sonreír todavía adormilado y dejándose mimar por aquellos dedos que juguetean en sus mejillas y esos labios tiernos que saludan su nariz y sus párpados antes de entregarle cortos besos.

- Feliz Cumpleaños, Junsu ah… - el pelinegro le susurró con tono enamorado antes de besarle algo más y abrazarle arrullándole con caricias suaves sobre la espalda de su novio, jugando con su cabello sabiendo que ha cumplido su objetivo, que aún está más dormido que despierto pero contento porque ha sido el primero.

Pronto ambos se quedaron profundamente dormidos, dos cuerpos que se abrazan cerca, dos corazones que laten al unísono en el ritmo lento del amor correspondido, dos almas enamoradas que se entrelazan como el moño que corona el regalo ideal entregado con generosidad.

Yoochun no lo sabe aún, pero es justamente ese amor incondicional que siente por Junsu, el mejor regalo que no podrá nunca darle nadie más. Y Junsu sabe, que mientras Yoochun esté a su lado y tenga detalles tan únicos como aquel, no importa ningún otro obsequio material, siempre le valdrán más los besos y los abrazos, las felicitaciones a media voz cuando todavía está oscuro y se desliza mayormente en el mundo de los sueños.

Y tal vez, solo tal vez, cuando el amanecer se cuele por la ventana y el canto del alba les despierte, Yoochun también pueda darse cuenta de que hay algo más que desea de corazón y Junsu también espera como un regalo que no requiere de una fecha especial para convertirse en un obsequio anhelado.

Que aguarda en algún sitio la joya dorada que llegue a sellar espiritualmente ese juramento de amor que se hacen cada día.

**FIN**