LEUKÓS (Epílogo)

Bueno acá regresando con el epílogo del 3shot ;D personalmente me ha gustado mucho cómo ha quedado, espero también sea de agrado de ustedes. 

 

Título: LEUKÓS (Epílogo)

Autora: Felina

Pareja: YooSu, YunJae, HayaMin

Género: Fantasía, Romance

Clasificación: NC-17

Advertencia: Lemon

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LEUKÓS (Epílogo)

El color de las alas de un ángel representa su pureza, así como su personalidad. Las alas cuyo color entra dentro de la gama del blanco, son los ángeles de infinita fe y pureza, son bondadosos e inocentes, y de entre todos los hijos de Dios, los únicos vírgenes de pensamiento, palabra, obra y omisión. Ángeles con alas completamente blancas son extraordinarios en realidad, la mayoría tienen tonalidades en otros colores, lo que resalta el rasgo particular de su personalidad.

Por ejemplo, cuando Junsu era un Serafín, sus alas eran blancas. Cuando su curiosidad por la humanidad brotó, fueron cubiertas por destellos rosáceos, casi imperceptibles pero claros bajo la luz irradiante del Trono de Dios. Más tarde, cuando fue nombrado Ángel por Dios y conoció a Yoochun, sus alas mutaron del rosáceo al ámbar –cuyo matiz se encuentra dentro de los tonos amarillos que representan por excelencia la alegría y la felicidad–; y cuando el entonces demonio pelinegro se atrevió a profanar por primera vez los labios del ángel, sus alas rápidamente se tiñeron de carmesí, más cuando su cuerpo y el del demonio se hicieron uno en medio de una irrefrenable pasión, las alas se colorearon de granate.

Sin embargo, el verdadero color de sus alas, aún no alcanzaba el verdadero matiz de su alma angelical. Pero eso estaba por cambiar.

Desde que Yoochun fue aceptado por Dios como uno más de sus arcángeles, Junsu no le había concedido la dicha de sentirle nuevamente en plenitud. Los besos sobraban y las miradas cariñosas como el deseo unían sus pupilas todo el tiempo, pero el ángel menor todavía se sentía demasiado avergonzado para entregarse; simplemente era diferente.

Yoochun no era más un demonio, sino un arcángel cuyo pensamiento debió cambiar cuando sus alas fueron suplantadas por las concedidas por Dios. Junsu no sabe qué esperar ahora, titubea y se pregunta si la pasión de antes habrá desaparecido, si mostrarse al desnudo ahora despertará sensaciones diferentes a su amado.

Las alas marfil con destellos cobalto obedecían también al grupo de arcángeles al que Yoochun pertenece ahora. De manera general las alas con tonalidades de azul representan la lealtad y la verdad en su máxima expresión; los arcángeles como él y Yunho podrán luchar contra las verdades que vibran en sus almas, pero inminentemente cederán a ellas –es ese el motivo por el que Yunho no pudo resistirse a la tentación de Jaejoong, y la misma por la que Yoochun había llevado ahí a Junsu, porque sabe que hacer el amor en el mismo sitio en que ambos fueron liberados del tormentoso pasado al que el mismo demonio pelinegro les hubiera condenado, era el lugar ideal para entregarle sus más profundos y sinceros sentimientos–

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A pesar de que el Templo de los Coros es el sitio más sagrado para los ángeles en la Tierra y no debería ser corrompido bajo ninguna circunstancia por un acto de aquella naturaleza.

Resultó inevitable.

Junsu está seguro de que aquél pecado le valdrá otro castigo de Dios, pero el pensamiento de aquello fue fugaz cuando todos sus sentidos se limitaron a sentir de esa forma tan calurosa el cariño que Yoochun le brinda.

Sus dudas respecto al amor y la pasión se iban disipando.

Ocultos entre la espesa vegetación de los terrenos boscosos que circundan el Templo de los Coros, un modesto lago de aguas cristalinas se ha convertido en su lecho de amor. Las caricias impúdicas caen y recorren su desnudez sin pudor alguno, mientras su tierno rostro se enciende en rubor y jadea bajito sumamente avergonzado del acto en el que participa sin remordimiento.

Las alas de Yoochun se abrieron altivas cuando sus manos serpentearon por la delicada figura de Junsu, su piel tibia se le antojaba al arcángel pelinegro como algodones de azúcar; suave, dulce y rosada. Tinturada de vergüenza, la extensión cutánea casi parecía terciopelo de durazno, y los labios rosados del ángel castaño, suspiraban por cada una de sus caricias. El arcángel pelinegro bajó el rostro para besarle con calma, romántico y respetuoso contacto de labios que eriza el vello de ambos y estremece sus cuerpos cual vibraciones de sonidos revelados.

Las aguas tranquilas del lago reflejaban el cielo moteado de esponjosas nubes blancas, y por instantes, ambos amantes escucharon el cálido canto de los serafines cual bendición concedida para su acto de amor.

Junsu sonrió con el rostro colorado y la miraba brillante titilando de emoción, su cuerpo desnudo al descubierto, sus alas abiertas de par en par levantando ligeramente su cuerpo del suelo cubierto de paso a la orilla del lago. Yoochun le acarició una mejilla con fervor, y mientras se perfiló entre las piernas de su ángel, su otra mano se cerró en torno a la entrepierna de su amante.

- ahh… - Junsu gimió quedito, mordiéndose los labios y sonrojándose un poco más. Su cuerpo tembló entusiasmado de calor, y sus piernas automáticamente se cerraron en torno a la cintura de su amante.

- Desde la primera vez que lo dije, y hasta ahora, sigo creyendo que eres el ángel más hermoso de todos. Junsu, eres la criatura más encantadora y sublime de todas las existentes… - el arcángel halagó con sumisión y completa sinceridad, mientras su mano sube y baja a lo largo de esa extensión desprovista de vello alguno, rosada y erguida obediente a su tacto.

- mhh, Chunnie… - jadea y es la primera vez que susurra aquel mote con suma vergüenza, cierra los ojos y sus alas se mueven obedientes a su voluntad cubriéndole el rostro con las puntas de las extremidades plumíferas, privándole al arcángel la visión noble de su carita cruzada de placer.

Yoochun sonríe y aprovecha de cualquier manera aquella acción por parte de su ángel para besar y lamer el pecho del castaño, tomar con sus labios cada montecito rosado y chasquear con su lengua aquellas porciones de terreno que solo él conoce. Los gemidos de Junsu continúan ahí, reservados y amortiguados por la prisión de sus alas, mientras las del arcángel se estiran hacia arriba y se tensan en muestra de concentración, el pelinegro descendió aún más hasta el vientre, besando cada pedacito de piel, admirando ese subir y bajar del torso resultado de la agitada respiración de su amado.

- ¡Yoochun!... – gime y al segundo se muerde los labios sorprendido del propio tono de su voz excitada. Sus alas se agitaron inquietas y su rostro quedó nuevamente revelado cuando aquella acción sacudió todos los sentidos del ángel. Su amante ha tragado su erección y succiona con maestría… - nhh eso no ahh Yoochunnie… - gime avergonzado, con los ojos entrecerrados y la respiración errática…

El arcángel sin embargo no hace caso de la petición del ángel por apartarse. Le gusta, el agridulce sabor de su falo le roba la cordura, e insta a su cuerpo a ir por más. La libido se enciende sin límites, el pudor es relegado a un rincón de sus corazones danzando con emoción. Los dedos de Yoochun encuentran aquel estrecho anillo entre los glúteos redondos y firmes de Junsu, presiona lentamente con uno de ellos y mantiene la erección de su ángel en el fondo de su garganta mientras se abre paso en aquella cálida y apretada entrada.

- ¡Mgh!… - el gemido inquieto, cubierto de dolor e incomodidad. El matiz granate resplandeció en las blancas alas, y éstas se agitaron cual si fuera a emprender el vuelo. Pero las manos del castaño se anclaron a la espalda del pelinegro manteniéndose en tierra firme.

Más tarde, cuando Yoochun le vio más relajado y acostumbrado a la intromisión de sus dígitos, suplantó aquellos por su falo caliente.

- ngh, Junsu… - gimió anonadado en placer, reconociendo segundo a segundo esa sensación plena de gozo conforme su miembro se iba enterrando en aquel apretado espacio…

El ángel por su parte se mordió los labios. Le dolía un poco, pero al mismo tiempo le hacía sentir muy bien, enamorado, pleno, gozoso, lleno de vida. La unión se completó cuando Yoochun tocó fondo y Junsu respiró profundamente normalizando todo en su cuerpo.

Ahí, las alas de Junsu como las de Yoochun, se revistieron de un color definitivo. La blancura definida por destellos de rojo escarlata.

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Cuando Jaejoong agitó sus alas por primera vez aún ante el Trono de Dios no había pensado que fueran tan hermosas como ahora lo sabía cada que Yunho se lo recordaba. Al principio simplemente le habían representado la liberación del infierno, la oportunidad de estar con Yunho. Ahora, sabe cuán unidas están a su alma, comprende el verdadero significado del color de las alas más allá de la obvia visión que ofrecen.

Blanco porcelana, la belleza de las alas de Jaejoong radica sobre todo en el efecto translúcido tan propio del cuarzo, y como éste, las extremidades plumíferas poseen una fuerza increíble. Bajo los rayos del sol o la luna las alas de Jaejoong matizan un tono amatista relacionado con la realeza y la dignidad, se trata del color místico por excelencia y posee atribuciones tanto del rojo como el azul, el erotismo y la templanza. Ése es Jaejoong, arcángel seductor de aura guerrera.

Las alas de Yunho fueron durante casi toda su existencia de un solo matiz. El azul serpenteante de sus alas se mantuvo durante siglos, la constancia la confianza en sus habilidades habían sido sus principales rasgos. Cuando conoció a Jaejoong y el demonio de entonces despertara en él la tentación al pecado de la lujuria, las alas de Yunho se tiñeron en tricolor, el blanco natural de su naturaleza angelical se mezcló con el azul zafiro y el rojo granate. Durante el tiempo que sucumbió a la tentación, sus alas permanecieron de aquel tono. Para cuando Yunho tomó su decisión de renunciar al entonces demonio por considerarlo el pecado más alto comparable a la traición a Dios, las alas del moreno se tiñeron de un profundo gris que simboliza la indecisión y bipolaridad –sus sentimientos eran claros pero no coincidían con sus acciones–

Cuando Jaejoong apareció ante él con sus renovadas alas porcelana, Yunho sintió la total liberación de sus culpas, y en aquel momento, sus alas cambiaron al verdadero color de su alma, se mantuvieron con un poco común tricolor mezclando el blanco, el azul zafiro y el rojo en su más profunda expresión; los rasgos de Yunho fueron revelados así por su lealtad, su pasión y la vitalidad de su temperamento.

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- ¿Qué haces?... – el moreno rodeó la cintura del pelioscuro por su espalda.

- Observo a la humanidad. Creo que entiendo porqué a Junsu le agradan tanto, aunque tienen grandes defectos, ejercen el Libre Albedrío a diario incluso sin darse cuenta… - el arcángel pelioscuro respondió, ladeando ligeramente el rostro para mirar a su amante. Vivir en el cielo era maravilloso a su lado. Ni los más grandes placeres que pudo alcanzar en el inframundo se pueden comparar con esto.

- Los humanos son los hijos más queridos por nuestro Señor, por eso es que los cuidamos tanto… - el arcángel moreno depositó un beso en el blanco cuello… - Jaejoong…

- ¿Mh?

- Hay algo que he querido decirte desde hace algún tiempo.

El arcángel pelioscuro viró totalmente el cuerpo, sin que los brazos de su amante soltaran el suyo, por lo que permaneció ahí abrazado a él, pero mirándose de frente. Y fue suficiente, sumergirse unos segundos en la mirada café del moreno para conocer ese secreto que parecía inquietar su alma.

- Lo sé, Yunho. Incluso desde aquél día en que nos encontramos por primera vez en el Templo de los Coros. Sé que no querías dejarme, pero tenías demasiadas responsabilidades en el cielo como para arriesgarte, el Arcángel Miguel también habló conmigo cuando supo que Dios me había bendecido con éstas alas… - las extremidades plumíferas se abrieron de par en par mostrándose con orgullo…

- Creo que debí ser más sincero contigo…

- Si lo hubieras hecho, probablemente yo hubiera sido orgulloso y engreído, habría dejado que mi aura perversa de demonio dominara. Yunho, aquello ya no importa, estamos juntos y es lo que más vale ahora… - sus mejillas pálidas fueron cubiertas por las morenas manos regalándole suaves caricias…

- Te Amo, Jaejoong… - y mientras sella aquella confesión sublime con un beso matizado de cariño angelical, sus cuerpos se abrazan con absoluta devoción.

Los arcángeles decidieron entregarse entonces también. Tenían el deseo y sus corazones emocionados clamaban por aquella atención. Y aquel rincón en el cielo se convirtió en su propio lecho de amor. Los ropajes ligeros pronto fueron retirados por las manos inquietas de ambos, la desnudez se reveló erótica, blanco contra pardo, ligeras perlas de sudor se han formado ya a lo largo de la piel.

Levantaron el vuelo surcando nubes nacaradas, los besos caían sin mayor interrupción que el propio deseo de admirarse en pleno, de sonreírse y provocarse mutuamente rozando sus labios o mirándose con el deseo pícaro del amor que se profesan.

Yunho enroscó sus manos a la cintura de Jaejoong, y las piernas del arcángel pelioscuro –aún en pleno vuelo– fueron elevadas hasta los morenos hombros, así, en aquella posición elevada, Yunho penetró su anillo sin preparación alguna –al pelioscuro no le gustaba, decía que les hacía perder tiempo y que estaba por demás acostumbrado al dolor (pese a lo que pueda pensarse de los demonios, el dolor del infierno también recae sobre sus almas perversas)–, Jaejoong arqueó la espalda y sus alas porcelana se agitaron vehementes, translucieron el matiz amatista característico de ellas; las de Yunho buscaron entonces la unión con las de su amado, rozando las puntas de las extremidades mientras él toma impulso y embiste delicioso contra aquella estreches que se expande para albergar su virilidad pero le presiona cuando está completamente dentro.

Aquello más que lujuria y simple deseo carnal, era de las más sublimes muestras de amor. Con el color verdadero de sus almas coronando el matiz de sus alas de arcángel.

Dios les ha bendecido recibiéndolos en sus cielos.

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Las inmutables alas grisáceas de Hayami no tienen que ver con el mismo significado que tuvieran las de Yunho. Las alas de Hayami han sido en la eternidad únicas, la capacidad de mutar al azul de los cielos viene de su espiritualidad estimada en alta y comparable al llamado Nirvana; sin embargo, su naturaleza como demonio solía dominar sobre sus acciones, por eso sus alas son grisáceas, de un oscuro nubloso que se acercaba al negro, a aquello que en el infierno simboliza la maldad, lo impuro y lo ruin. Hayami no estaba sin embargo decidido entre el Paraíso y el Infierno, los regentes de ambos mundos se debatían el color verdadero de su alma.

Cuando ChangMin aceptó los sentimientos del Nekomata y expresó la complementariedad de los suyos, el demonio pudo alcanzar la iluminación verdadera. Y aunque sus alas permanecieron grises, el tono plateado de ellas bajo la luz de la luna representaba elegancia y caballerosidad; mientras que bajo los rayos del sol, se teñían de cerúleo por su personalidad espiritual y profunda serenidad.

Por otro lado, las alas de ChangMin fueron durante prácticamente toda su existencia de aquel color arena que lucía sencillo en el arcángel y hacía honor a su madurez, su masculinidad y la severidad de sus meditaciones intelectuales. El matiz de sus extremidades plumíferas mutó al borgoña; pero la primera vez que se entregó a Hayami en cuerpo y alma, sus alas equilibraron el tono plateado de las de su amado bañándose de dorado. Su alma reflejó esos rasgos de sabiduría e inspiración, del equilibrio que su propia mente alcanzó y la fortaleza de su apertura espiritual.

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ChangMin no lo reconocería en voz alta probablemente nunca, pero hacer el amor con Hayami se ha convertido en un acto de suma importancia para él.

Verles danzar mientras sus cuerpos se funden en uno era quizá de las escenas más eróticas y sublimes de la creación. Las alas doradas entrelazándose con las plateadas, dos arcángeles besándose mientras el calor les cubre de pies a cabeza y el cariño como el deseo se mezclan irreverentes demandando la liberación de sus almas.

Hayami le giró dejándole de espaldas a él, los dos juegos de alas se separaron en aquel movimiento, y ChangMin abrió las piernas entregándose casi con sumisión al deseo de su amante. Cerró los ojos con fuerza y se dejó hacer cuando sostenido en sus rodillas inclinó el torso dejando a disposición de Hayami su moreno trasero. La lengua del japonés se coló entre sus glúteos, esos que separados por las manos del antiguo demonio se blanquean ahí donde sus dedos presionan involuntariamente.

La lengua profana el estrecho pasaje, humedece con su saliva y dilata con paciencia. Le siente temblar, y ChangMin se muerde los labios negándose a dejarle saber con claridad cuánto está disfrutando de aquellas atenciones, expande las alas y encorva la espalda cuando dos dígitos entran tocando en su interior la carne caliente… el anillo se expande rápidamente y más tarde en un parpadeo la postura cambia…

- Mhh por qué se siente tan bien… - a veces lanzaba preguntas como aquella en pleno acto, mientras sentado en el regazo de Hayami recibiendo sus lentas estocadas con su espalda descansando en el pecho del antiguo demonio, su erección es masturbada por su propia mano cubierta por una de su amante bombeando juntos a un ritmo tranquilo.

- Porque nos amamos… - Hayami responde sonriendo contra su nuca, besando sus hombros y lamiendo ahí donde la cicatriz de la mordida que le diera la primera vez que se enfrentaron perteneciendo a bandos distintos le recuerda la peculiar forma en que su destino cambió.

Así, mientras dos seres alados se entregan con fervor; Dios recuerda que el amor, sin importar la naturaleza del paraíso o el infierno, puede tocar cualquier alma.

Y el color de las alas de toda criatura, siempre obedecerá solamente al sublime sentimiento de la humanidad.

La esperanza del amor eterno.

**FIN**

¿Cuál es el color de tus alas?