THREESHOT YUNJAE "MINE" Parte 1

Maki dice: kyaaa es el comple de la umma mas hermoso del mundo *------* y para celebrarlo como se merece aquí les trae Feli un 2shot que estará compartido entre el cumple del Jaejoong y el de Yunho *u*; y como ya es 26 haya lo subios de una vez xD

Feli dice:  Les dejamos la primera parte del regalo para nuestro YJ~ me permito expresar mi nerviosismo ante este proyecto, cuando Maki y yo planeamos hacer un twoshot para festejar a Jaejoong y Yunho inicialmente la idea era otra *Sr. y Sr. Jung seguirá esperando xD* fangirleamos enorme con el teaser de MINE y de ahí simplemente no pudimos evitar planear esto.

Para mí es un gran reto, porque el videotrailer que Maki hizo simplemente es genial y además su idea al realizarlo fantástica, me disculpo de antenamo con ella si no he seguido tajantemente su idea u.u pero saben que hago mi mejor esfuerzo y un poco más. Además mientras escribía sobre la mitad de esta parte recordé que alguna vez alguien me dijo que yo no "sabía" escribir YJ porque me faltaba "algo" para hacerlos emocionantes y así, por tanto, el reto fue aún mayor, creo que a pesar de que no escribo tanto de YJ cm de YS sigo teniendo la habilidad para plasmarlos como son. Y espero sinceramente no equivocarme ni defraudarles.

Sin más, les dejo para que lean, recuerden que sus comentarios son siempre bienvenidos~

~* TRAILER *~

Título: MINE

Idea original: Makino Mizuki

Desarrollado por: Felina

Pareja: YunJae

Género: Místico, Romance

Advertencia: Lemon

Nota: la frase de la canción de Jae no dice exactamente eso es para que quede con la historia (: ; que no los engañe lo enredoso que se lea en principio es aproposito 

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Las grandes almas tienen voluntades, las débiles tan solo deseos

(Proverbio Chino)

Durante los largos siglos de existencia de la humanidad siempre se ha hablado también del Cielo y el Infierno. Ellos son dos criaturas de los místicos mundos del bien y el mal que han de conocerse en batalla y comenzar un romance desaprobado por Dios y Lucifer, pero deseado por sus corazones.

Él es un vampiro de la más alta jerarquía, su nombre es Jaejoong y sus poderes extraordinarios. La oscuridad de su corazón es equivalente a sus deseos de venganza y muerte. Ha sido capturado por el mismo Arcángel Miguel, pero hoy ha sido liberado en persona por Lucifer, que ha encontrado el sitio donde Jaejoong había sido encadenado por largo tiempo. Cuando el Arcángel Miguel supo de la liberación del poderoso vampiro mandó a su mejor Arcángel a su captura. Él es Yunho, el Arcángel favorito de Dios mismo. El encargado de capturar al vampiro, sin comprometer su corazón divino.

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MINE

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Las múltiples nociones del Cielo y el Infierno coinciden en una presencia superior en ambos reinos. El Cielo es el hogar de Dios, y en su reino habitan los ángeles –distribuidos en diversos coros– siendo algunos más cercanos a Él. Su contraparte, el Infierno, es la morada de los demonios, de los ángeles caídos que llegan al inframundo a vivir en pecado y dejar libres sus más malévolos deseos.

Existe un denominado equilibrio entre ambos reinos. La armonía que precede al bien y al mal, el yin y el yang y otras concepciones dependiendo de la religión, filosofía o mitología a que se haga referencia.

¿Por qué la breve explicación? Van a conocer un secreto de los cielos. Un romance fallido que ha caído sobre el fango de las injurias y el fuego de las mentiras.

Han de saber cómo dos arcángeles conocieron el amor, y cómo el cielo y el infierno decidieron tomar parte en una relación que pintaba próspera pero que escapaba a los lineamientos que rigen en ambos reinos. Y sin embargo, fue también la personalidad de ambos arcángeles quien jugó un papel importante en el curso de aquel romance.

Eres como una enfermedad

Como un veneno que se escupe entre gritos ahogados

Un veneno al que ya estoy acostumbrado

Esto no comenzó así, pero es de esta manera que os narraré los hechos. La escena se pinta tétrica, el manto nocturno que ha caído sobre aquél bosque yermo cubierto de nieve ha acorralado al bello arcángel de mechones rojo bermellón. Los grandes ojos ónix como el carbón, labios rojos como cerezas, cuerpo perfecto de músculos definidos. Una mirada desesperada, movimientos titubeantes reflejo de una debilidad que zozobra el alma más que sobre el cuerpo.  Camina, corre, cae, se levanta de nuevo e intenta otra vez salir de ahí. Él es Jaejoong, un arcángel convertido en aquella criatura demoniaca a veces llamada vampiro. El demonio alado con iris felinos y colmillos sedientos de sangre.  

Jaejoong sabe por qué está aquí. Conoce de sobra los pecados que le trajeron a este lugar, las faltas que le acarrearon este castigo. Pero él no quiere aceptar esta realidad, él no encuentra gravoso su pecado ni perversa su falta. Se ha enamorado, y ha sido correspondido. ¿Qué daño hacen al estarlo?

El vampiro cae de nuevo, sus rodillas se hunden apenas perceptiblemente sobre la espesa nieve, las gastadas ropas oscuras que cubren su cuerpo no le protegen del descomunal frío, la piel pálida casi podría camuflarse con la nieve.

- Yunho… - él susurra finalmente el nombre que tiene atravesado en la garganta y clavado en el corazón. Sus labios rojos pierden nitidez pero no hermosura, la resequedad provocada por el frío les ha agrietado y dejado una estela de blanco vacío. Anhela el calor de los tibios labios que tanto le amaron ayer… - Yunho… - repite el nombre y se cubre el rostro con las manos.

La desesperación aflora de nuevo, pero hay algo diferente en ella esa vez. Hay ira y decepción. Su amante ya tendría que haber llegado para rescatarle. Aunque él no es una criatura que necesite seguridad alguna. Se basta solo. Frunce el ceño y se irgue con los puños apretados, sus largas uñas negras se clavan en la piel, rasgan la palma y las finas gotas de sangre caen manchando la virgen blancura.

El ruidoso aleteo de aves negras hace a Jaejoong levantar la mirada. Una parvada de cuervos atraviesa el paisaje en su dirección, tras de ellos le ve. Yunho ha llegado. Pero por su mirada y su apariencia, él no está aquí para salvarle, sino para condenarle al mismo infierno que ya una vez conoció.

Se han reunido pues en aquel lugar inhóspito; el terreno desolado cubierto de nieve y troncos de árboles secos que han cedido su otrora belleza primaveral al invierno se convierte en el marco del encuentro deliberado. Yunho no evita hacer una comparación de su amante con el paisaje; tiempo atrás Jaejoong también era simplemente hermoso, su belleza incluso llegó a ser envidiada por otros ángeles, algunos de los cuales llevaron su envidia tan lejos que sus pecados les hicieron caer al infierno; pero ahora, aunque Jaejoong sigue siendo atractivo, su belleza ha sido contaminada por sentimientos oscuros como el odio, la venganza, la decepción.

Yunho sin embargo no ve más allá –su inconsciente ha actuado en defensa propia para evitar su propia locura y relegado todas sus emociones a lo más profundo de su alma, eso o perder todo control sobre sí, traicionar a Dios mismo y ceder a esos impuros deseos que le han atado al vampiro–; no ve al Jaejoong que esconde el alma acongojada en algún rincón de su mente, no ve la ira creciente doblegando su corazón. Está herido, como el lobo que es acorralado y lejos de amedrentarse amenaza con las fauces babeantes llenas de ira.

No, la historia no comenzó así. Antes de ser enemigos, fueron compañeros, amigos. Pero fue entonces cuando Jaejoong cedió a la tentación primero. Y terminantemente, arrastró a Yunho a su perdición.

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Era tal su ambición y necesidad de tenerle que ni siquiera dormía, el descanso no existe para él. Su mente formulaba una tras otra idea las estrategias que podrían llevarle a donde desea. Porque es solo eso, un deseo incandescente que ciega cualquier otro rasgo de razón. El rostro demacrado revela su condición, las manchas oscuras bajo los párpados y la tintura rojiza que cubre sus ojos, la piel gélida más allá de su natural palidez, los labios rojos resecos por la ansiedad de un silencio perturbador de sus oscuros pensamientos. El arcángel ha cambiado, envenenado por sus profundos deseos.

Su congénere casi le desconoce, los murmullos ininteligibles de una locura precipitada que parece caer sobre su aura divina le produce un nerviosismo frío y una sensación de alerta que tampoco le deja descansar. Yunho ha ido hasta ahí con la férrea esperanza de hacer entrar en razón a Jaejoong.

Su amante.

Ambos saben cuán prohibida está tal relación. Una aventura reprobada por Dios pues son ellos criaturas concebidas para la protección de los cielos y la custodia de su reino, no puede darse el lujo de permitir que sus arcángeles se distraigan con pensamientos y deseos para los que no fueron creados.

Dios ha convocado al arcángel Miguel, han tomado una valiosa decisión que repercutirá en todos los cielos.

Encerrar al arcángel Jaejoong o desterrarle. Cualquier opción es válida.

Cuando Yunho se ha enterado no ha dudado en buscar primero al arcángel Miguel. Quiere respuestas y las necesita de inmediato. Jaejoong es su amigo, sabe que tal vez algo más, sabe que quizá demasiado se ha permitido jugar a seducirse y ha provocado la molestia de Dios.

- ¿Están tomando esta decisión también para separarnos?

- Conoces de antemano la respuesta, Yunho; y es mejor que te mantengas al margen. Esta misión no te ha sido encomendada. Me encargaré personalmente… - el arcángel Miguel agitó sus alas y elevó el vuelo.

El arcángel Yunho fue enviado por Dios a la Tierra para evitar que interfiriera en la batalla que seguramente se desencadenaría entre sus otros dos arcángeles. Le entrega un reloj de oro y le indica el tiempo que ha de esperar para volver al Cielo. Si desobedece su orden, sus alas también serán encadenadas.

Las alas de Yunho se agitan como si estuvieran nerviosas. Las flexibles alas son extensiones de su cuerpo y están conectadas a su alma. Cuando las extremidades blancas se repliegan en su espalda y el arcángel esconde la mirada de la divina luz de Dios, Él comprende la encrucijada en que ha puesto a su arcángel favorito.

Si Yunho pudiera escuchar el pensamiento de Dios, sabría que Él siente arrepentimiento por haber acogido a Jaejoong en su regazo tras su primera traición. El pelioscuro nació como uno de sus Tronos favoritos, la pulcra belleza irradiaba sin embargo también demasiada sensualidad. Y con el tiempo se había convertido en la tentación que inquietaba a sus ángeles en los cielos. Más tarde, antes incluso de que Jaejoong y Yunho coincidieran sus caminos, antes siquiera de que Yunho fuera creado, el pelioscuro adquirió su identidad como ángel caído. El vampiro había llegado al inframundo. Y Lucifer se había regocijado en burla y sorna pues el Trono más preciado por Dios dándole la espalda prefirió las crepitantes llamas de su reino.  

- Te prometo que tendrás todos los placeres que puedas imaginar. Todo el poder que puedas controlar… - el gobernante del inframundo juró con la mirada perversa tan propia del primer regente del reino del mal.

Los iris azules de Jaejoong se perfilaron como lo harían los de un felino al acecho. Los largos colmillos dándole ese toque de maldad que generó respeto entre otros demonios en el reino; su porte elegante, imponente caminar seductor. Lucifer podría someterle a sus propios deseos, pero ha visto en el reflejo de su alma que no hay vestigios de sumisión.

- Esta vez incluso Él ha sido ambicioso. Imaginó la perfección y te creó a ti, Jaejoong… - el regente del inframundo sonrió casi cual si se estuviera saboreando alguna victoria.

- No estoy aquí porque necesite nada en particular. Decidí ver con mis propios ojos cómo es el reino que Dios tanto evita.

- ¿Desafiaste a tu creador? – cuestionó con sorna y una carcajada resonó en el recinto maloliente del reino.

- Y no dudaría en retarte a ti, Lucifer… - advirtió sin reparo alguno. El miedo no estaba en los términos de su mente, y su corazón entonces no conocía aún el amor.

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No sabes cuánto tiempo has transcurrido en aque lugar. Te atormenta la idea de haber errado del todo la decisión tomada. Llegaste al inframundo con una curiosidad innata de corroborar con tus propios ojos la grandeza en libertad que acompaña cada historia contada del reino. Dudas y tu mirada se pasea de nuevo por el panorama frente a ti.

El desolado horizonte enmarcado por oscuridad, la lúgubre visión de un campo desierto cubierto de peste, sepultado en lamentos y risas sórdidas que destilan el llanto atorado de los pecados que les ha atado al infierno. Las ruinas de un reino que se engrandece en la miseria y el penar, las desquebrajadas puertas que huelen a moho y fango, las montañas consumidas por fuego y lava, las columnas de humo negruzco que se levantan hacia aquel supuesto firmamente atravesado por truenos de odio y rencor. Es aquí donde toda la maldad habita, donde las injurias y todos los pecados convergen en una deplorable armonía.

Escondes tus pupilas tras los párpados que caen pesados, te niegas a suspirar aunque sea eso lo que tanto deseas en aquellos precisos momentos. El aroma a azufre y sangre que flota en el ambiente te revuelve el estómago, no hay la mínima expresión de gloria aquí. Incluso si pudieras dejar libres tus más profundos –y prohibidos– deseos, no encontrarías nada gratificante que sacudiera con emoción tu corazón ni mucho menos que tocara tu alma. Encuentras aburrido y desalentador haber conocido el inframundo, aún cuando Lucifer te invita a las diversas tentaciones de los pecados que aquí son oportunidades para poner en práctica tu destreza y poder.

Tus ojos se abren de nuevo, maldices a la nada y caminas pausadamente entre escombros, lodo y pestilencia, la túnica que cubre tu cuerpo arrastra sobre todo aquello y se ensucia. Sientes como si tal suciedad pudiera tocar tu piel y contaminarla, atravesar los poros y llegar hasta tu corazón y más allá tu alma. Por primera vez sientes algo parecido al miedo y piensas en Él. Si tuvieses menos orgullo no dudarías en clamar su perdón, pero estás ahí, caminando en la putrefacta dicotomía del infierno tentado en demasía de levantar el vuelo.

- Si el infierno te abruma tal vez debieras ir a la tierra. Diviértete con la humanidad, Jaejoong… - Lucifer te ha dicho con aquella sonrisa suya tan característica. Te preguntas inevitablemente si no le es fastidioso o pueril mantener aquella máscara de sobrada omnipotencia que raya más en la vulgaridad y la innecesaria sátira.

Y lo comprendes. No se trata del cielo o el infierno. No se trata de las restricciones o las libertades de uno u otro reino. Hay algo, un peculiar sentido de vacío que te hace sentirte así; cansado, hastiado, aburrido, necesitado de algo más arriesgado. Vagas por los bastos dominios del infierno sin encontrar nada que te devuelva esa sensación de plenitud.

Frenas de pronto el andar de tus pasos. La pregunta reflexiva cae como la lluvia de verano sin previo aviso. ¿Plenitud? ¿Alguna vez la has sentido? No. La respuesta llega sola, automática, irreflexiva, cortante. Tú no sabes lo que aquella sensación pueda significar. Tal vez fuiste feliz en los cielos, tal vez Él te ofreció muchas virtudes, te creó perfecto según has escuchado en labios de muchos personajes en ambos reinos, tal como Lucifer te dijera el día que llegaste a su reino como uno más de los suyos.

- Puede que sea este el motivo por el que nada en ningún sitio me hace sentir pleno. El aburrimiento y la falta de emociones pueden venir de esta supuesta perfección con que he sido creado.

Las palabras afloran naturales desde el fondo de tu garganta, hay también algo de supuestos viscerales y razones elaboradas. Decides entonces que este tampoco es tu sitio, que tampoco aquí encontrarás respuestas a tus curiosidades innatas. Levantas el vuelo y abandonas los patéticos campos del inframundo.

Te animas en deambular entre la humanidad como una especie de fantasma errante. Tu belleza sigue marcando tu camino, como un estigma puesto por Dios mismo en tu creación. A veces le odias, la atención insufacta ahí donde vas, las miradas lujuriosas que se posan sobre ti sin importar el sitio ni el tipo de personas con que te reúnas. Te cansas, esto tampoco funciona. El vacío no se va a ninguna parte. Te consume y te desespera.

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Dios sabe que su Trono no volverá por voluntad propia en aún. Sabe también que en su afán por crear al ángel perfecto tal vez su mano titubeó y sus pensamientos se llenaron de orgullo cuando Jaejoong cobró forma. Al principio, cuando el Trono apenas comenzaba su vida en los cielos, su canto y su belleza sin igual podían compararse con la maravilla de las estrellas y el sumiso descanso a la luz lunar. Dios sintió pesar cuando todo aquello se fue derrumbando ante sus ojos, cuando la curiosidad de su Trono favorito le llevó a los más efímeros pecados arrastrándole a las faltas que Él no podía ignorar y que le llevaron sin tregua a caer al inframundo.

Por eso, en un intento bondadoso por corregir su supuesto error decidió crear otra criatura. Esa vez buscó más que perfección, las virtudes exactas que pudieran llevar en consecuencia natural a Jaejoong al equilibrio. Dios pensó en esto como cuando creó el día y la noche. Jaejoong era la oscuridad taciturna del anochecer, ahora solo necesitaba la tranquila y cálida sinceridad del alba.

Así fue como Yunho nació. Dotado de las virtudes propias de un arcángel, pero condescendiente de corazón. Dios esperó traer de vuelta a su Trono.

- Tu primer misión es encontrarle, y recordarle las bendiciones de una vida entre nosotros… - las palabras se grabaron en las memorias de Yunho.

El que también tuvo un lugar especial en el corazón de Dios. Una de sus creaciones más preciadas. Uno de sus favoritos. En quien depositó todas sus esperanzas.

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Casi te resulta demasiado nuevo todo esto que conoces a tu paso. Dios te creó con una sola intención, tienes esa sensación instalada en la boca del estómago. Pero hay algo que te hace sentir inquieto y sabes que no es simplemente el hecho de que estés en la tierra en busca de un vampiro que fue antes un Trono en los cielos. Te replanteas lo que sabes y no dudas en buscar el consejo del arcángel Miguel, el número uno entre los ángeles de Dios.

- No titubees, si Dios te ha pedido encontrar a Jaejoong y llevarle de vuelta, entonces tan solo hazlo. La palabra del Señor debe ser siempre la única importante, Yunho.

Sus palabras no te han sido suficientes, pero decides seguir el camino, tarde o temprano haz de encontrarle. Piensas por un momento que hubiese sido mejor si tan solo Dios te hubiese puesto ante él, pero en cambio te envió a la tierra a vivir como un humano más, con la única señal de que tu corazón te dictaría cuando estuvieses ante él.

Y es mucho tiempo después –considerando que vives como humano los días se deslizaron como meses y los meses como años, el mundo ha cambiado demasiado desde que bajaste de los cielos– que finalmente lo sabes.

Este hombre tan atractivo debe ser Jaejoong. No, no debe. Es. Su belleza sobrenatural y la sonrisa cándida de sus labios rojos agitan tu corazón como nunca antes le sentiste palpitar.

Tus ojos no se despegan de su silueta, te preguntas si no será la gracia de Dios mismo la que ha puesto aquel rayo de sol juguetón posándose sobre la perfecta figura. Su risa cantarina y sus ojos negros aturden tus sentidos. Te sientes por primera vez realmente humano, pero el hormigueo a la altura de tus omóplatos te recuerda la divinidad de tu naturaleza.

- Jaejoong ah… - susurras casi sin darte cuenta, demasiado asombrado en su belleza.

Pero aún y cuando metros de distancia los separan, el chico de cabellos negros vira el rostro y clava sus ojos negros en ti. Te sientes llamado a su persona. Y tus pies actúan con vida propia, caminas y reduces la distancia. No sabes si sigue siendo la gracia de Dios la que cuida tus pasos o es mera suerte, pero cuando haz cruzado la avenida principal y el sonido de los autos a toda velocidad o los claxons sonando en advertencia por tu arrebato tu vida se ha salvado de milagro. Es irónico que pienses en eso siendo quien eres. Y no es realmente importante.

Los grandes ojos negros siguen clavados en ti. Su silueta a la luz del sol en aquel restaurante café te sigue pareciendo la más hermosa de las pinturas. Sus labios rojos te reciben con una sonrisa, la postura delicada de sus piernas cruzadas con pulcritud y el gesto sapiente de su mirada te advierte saber quién eres.

- Siempre pensé que enviaría al arcángel Miguel… - su voz se desliza como brisa de mar y tú sientes un ligero estremecimiento sacudirte las entrañas.

- Mi nombre es Yunho. Y he venido para llevarte de regreso a donde perteneces… - las palabras salen autómatas de tu boca. Casi pareciera que es un diálogo que has aprendido de memoria para el momento exacto en que lo conocieras. Sin embargo, todavía ronda ahí en tu cabeza ese algo que te hace sentir expectante y hasta dubitativo.

Su sonrisa burlona te produce un sabor amargo en la boca. Sientes que se mofa de Dios mismo y eso produce algo parecido a la ira en tu interior, pero todavía no es suficiente, tu ceño ni siquiera alcanza a fruncirse y tus músculos siguen relajados. Eres un arcángel y aunque no haya demasiadas batallas en tu haber, conoces de sobra la adrenalina que se dispara en tu cuerpo cuando estás ante una.

- No pertenezco a los cielos, como supe que no pertenezco al infierno, Yunho ah… - su socarrona sonrisa podría sacarte de quicio. Presientes que intenta provocarte a la pelea pero mantienes la mente serena, chasqueas la lengua y terminas sentándote en la misma mesa que él. Ordenas un café y le observas sin intercambiar más palabras.

Se vuelve innecesaria toda charla cuando sus ojos negros brillan de algún modo especial y te hacen sentir inquieto. No conoces este tipo de inquietud pero tampoco te molesta. Haces acopio de paciencia –que por algo Dios te ha dotado de esa y muchas virtudes más– y esperas. Aguardas con la tasa de café entre tus manos a que decida a mostrarse como realmente es.

Es así como comienza su historia. Un encuentro casual, poca charla. Una peculiar sensación revoloteante de comodidad.

Y el tiempo. El tiempo los convirtió en amigos. Hasta el día aquél en que aceptó de corazón su divinidad y las alas crecieron nuevamente en su espalda. Jaejoong lo supo desde el momento en que le vio por primera vez.

Que era Yunho lo que faltaba en su vida para sentir la plenitud.

Aún así. Aún cuando Jaejoong renunció a su jerarquía como Trono y pidió a Dios convertirle en uno más de sus arcángeles, él supo que no encontraría esa paz que tanto se promete en los cielos. Porque Jaejoong se ha obsesionado con Yunho, porque tenerle cerca, ser su amigo y pelear codo a codo, espalda con espalda a su lado no es suficiente.

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Su condición celestial les permite ocultar sus alas a la vista, tanto humana como divina. Las alas se han convertido en un accesorio que todas las criaturas del cielo y el infierno pueden dominar a voluntad; son también una extensión de su alma y no solo de su cuerpo; el temperamento suele verse reflejado en la fortaleza y el color de las alas de cada ángel en los cielos, como demonio en el infierno. Muchos ángeles y demonios las muestran todo el tiempo, la mayoría de ellos porque pertenecen a las jerarquías menores y es una forma de tomar lugar sin exponerse a posibles batallas por poder. Oh sí, aquello sucede en ambos reinos, si bien es mucho más común en el inframundo, en los cielos también sucede, generalmente entre arcángeles y solo bajo consentimiento de Dios a través del arcángel Miguel.

Sin embargo, los duelos entre arcángeles obedecen a varias razones. Un arcángel que acusa a otro de traición. Un arcángel que busca ascender en rango. Un arcángel que ha cambiado sus alas de demonio. Un arcángel contagiado por la ira de la tierra que exige purificación. La más penada de todas las faltas, un arcángel que ha pecado en placer carnal con uno de los suyos. En éste último caso es Dios quien intercede por los arcángeles que han pecado pidiéndoles renunciar a aquella lujuria y encaminar sus anhelos por los cielos, cuando los arcángeles no pueden – o no quieren– cumplir el mandato de Dios, el arcángel Miguel los separa enviándolos lejos el uno del otro, y si los pecadores vuelven a reunirse con la misma intención lujuriosa, entonces ambos son desterrados de los cielos a menos que se enfrenten en batalla y uno sacrifique su vida por el otro; entonces incluso pueden obtener el perdón de Dios y permanecer en los cielos. De otro modo, ambos arcángeles pierden sus alas y caen al infierno; no como ángeles caídos ni como demonios, sino como simples criaturas que deben sufrir el peso de sus pecados.

No. Aún no hemos llegado al momento aquél en que Jaejoong sabiéndose traicionado y abandonado por Yunho termina en aquel desierto nevado con el alma herida y dispuesto a batirse a duelo contra él incluso hasta la muerte. Esta historia confusa se entreteje como el telar de la araña, necesitas prestar atención, contactar tus más profundos sentimientos y advertir los giros inesperados de la vida. Tras aquella ocasión en que ambos arcángeles fueron separados por causa de sus pecados terrenales, Yunho desobedeció el mandato de Dios, ignoró las manecillas del reloj de oro y el marcar de sus horas. Ignoró el insistente tic tac que le alejaba cada segundo de su amante y levantó el vuelo.

Sus alas se precipitaron hacia un destino desconocido, guiado únicamente por el tamborileo de los frenéticos latidos de su corazón. Yunho ha llegado al recinto, atravesó el amplio vestíbulo de mármol, los altos pilares que sostienen la estructura están cubiertos de musgo en la base, y algunas grietas alcanzan a percibirse sobre la piedra caliza como clara muestra del tiempo que ha transcurrido desde que fue levantado por mandato de Dios. 

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La estructura de piedra se levanta al centro del recinto, ahí, encadenado a la figura circular con grabados de símbolos que reconoces como el idioma de Dios. Los grilletes le encadenan los pies y el cuello, la imagen es denigrante en cierta medida. Este es un arcángel tratado como un vil demonio. Se te retuercen las entrañas y la ira crece dentro de ti.

- No deberías estar aquí… - el arcángel Miguel se interpone en tu camino, te tapa la visión pero tú todavía puedes ver a Jaejoong inconsciente encadenado a aquella estructura castigado por amarte.

- Pero estoy. Y no voy a irme sin él… - bramas como nunca lo habías hecho. Estás enojado, como nunca lo habías estado. Aún cuando peleaste por Dios lo hiciste por algo parecido a la inercia. Porque así debía ser, nadie te preguntó, nadie se preocupó (ni siquiera tú mismo) por saber si aquello era algo que querías hacer o no. Debiste entenderlo antes, eso te repite tu mente cegada por el enojo. Esto es lo que Jaejoong siempre ha querido.

Libertad.

El arcángel Miguel extiende sus alas, tú las tuyas. Estás dispuesto a pelear contra tu mentor e ir en contra de tu creador. Tu corazón lo ha decidido, tu alma lo reclama. Pelear por Jaejoong y liberarle.

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Lucifer sonrió victorioso cuando al llegar solo encontró a Jaejoong luchando contra los grilletes que torturan su cuello y sus pies. Le ofreció la libertad a cambio de algo sencillo. Volver a habitar en su reino y regir algunas de sus legiones. Jaejoong aceptó sin titubear. Estuvo aprisionado por Yunho esperando su regreso, que llegara para rescatarle, para demostrarle a Dios que el amor que se tienen no era solo lujuria sino ese sentimiento puro tan natural como en los humanos. Así, ahora solo quiere vengarse. Y así tenga que usar a Lucifer para cumplir su objetivo, Jaejoong lo hará.  

Entonces.

¿Qué llevó esta historia al punto suspendido aquél en el que Yunho y Jaejoong se encuentran listos para enfrentarse?

¿Hubo arrepentimiento de parte del arcángel Yunho cuando se supone iba a liberarle?

Continuará (el 6 de FEb) ……

La tristeza de la separación y de la muerte es el más grande de los engaños

(Mahatma Ghandi)