Oneshot YooSu DANCE FOR YOU

Esta idea me vino por andar mirando el video de Beyoncé hace un par de días *---* e inmediatamente pensé en YooSu y pues, he aquí el resultado xD 

Título: DANCE FOR YOU

Autora: Felina

Arte: Makino Mizuki

Pareja: YooSu

Género: Romance

Clasificación: NC-18

Advertencia: Lemon

**DANCE FOR YOU**

“Quiero mostrarte cuánto realmente me importa tu corazón…

…Amarte es realmente todo lo que tengo en mente…

…Quiero hacer tu cuerpo temblar, siéntate y observa…

Esta noche voy a bailar para ti,

Esta noche pondré mi cuerpo sobre el tuyo…”

***

Park Yoochun es un detective conocido por su dedicada carrera a la justicia y a la humildad. Atractivo hombre que acaricia los 30 años con su seductora presencia. El popular chico de aura Casanova que despierta los sueños más apasionados de toda fémina que cruza siquiera una mirada con él. Los sedosos mechones azabache coronan su varonil rostro, el que demarcado por aquel par de joyas ónix fulguran igual que una noche estrellada despejada de impureza alguna; ojos negros que seducen cual si pudieran pronunciar las palabras que ni siquiera escapan de su boca, de esos pliegues de carne blanda que gruesos sonríen cazadores a la espera de la presa indicada. Su mandíbula cincelada con los preceptos de la masculinidad encuadran el marco ideal de su silueta.

Hombre de hombres.

Un tentador jugador de la vida que sucumbe solamente ante la más hechizante de las preseas del mundo.

Él es Park Yoochun.

Y tal fascinante hombre solo puede ser seducido por aquel que se ha robado su corazón.

Kim Junsu.

Él es un chico que durante mucho tiempo vivió en los más nefastos barrios nocturnos. Su compañía era bien pagada por muchos, su cuerpo valía más que su peso en oro. Y es por eso que sigue siendo un diamante virgen. Una brillante gema que solo va y se descubre para aquellas orbes negras.

Junsu bailó muchas veces para muchos hombres. Sedujo con su cuerpo aún a los más exigentes, obtuvo cuanto quiso de los más poderosos magnates de cualquier esfera imaginable en el podrido mundo de la corrupción. Pero nunca tuvo lo que encontró con Yoochun.

El amor.

La más sutil de las seducciones.

Y es por eso, que hoy ha venido hasta su oficina a bailar para él como nunca bailó para nadie. Una danza de su cuerpo que se entrega incondicionalmente.

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Kim Junsu no estaba del todo acostumbrado a mostrarse de aquella manera ante aquellos ojos negros, si se tuviera suficiente honestidad lo correcto sería decir que NUNCA se ha mostrado así para él. Park Yoochun era de muchísimas formas completamente diferente a todos los hombres que conoció en su vida nocturna antes de ser rescatado por este hombre ante él que le sostiene la mirada y le hace estremecer de pies a cabeza simplemente por aquella penetrante forma de observarle cual si quisiera ver a través de su alma.

El conjunto casual de Yoochun le ponía algo bobo. Definitivamente este hombre sabe cómo vestirse para la ocasión. La invitación que Junsu le hubiera hecho exclusivamente para esa noche no podía ser tomada como una simple cita que pudiera culminar en una noche de sexo banal. No, Junsu merecía que esta reunión fuese tratada como la más importante de las citas de toda una vida. El saco oscuro a juego con aquella camiseta blanca y los pantalones de tela suave en tono azul zafiro del mismo oscuro que la prenda superior, el peinado perfecto para continuar enfatizando el atractivo varonil del pelinegro. Y sin embargo, el anfitrión ahí no era el más seductor. Junsu debería considerar que su belleza puede provocar problemas al miocardio.

El chico de rosados labios y cabellos teñidos en rubio lleva un conjunto que mezcla el tinto con el negro, terciopelo, seda y cuero, pulcra vestimenta que mezcla aura de ángel con demonio. De pies a cabeza su afable conjunto detalla la exquisita silueta varonil de Junsu. Cada delicada curvatura, el fino perfil y aquella pronunciada curva en la espalda baja que define la sexy S Line que seguramente provocó muchas pasiones y en definitiva despierta el deseo en cualquier par de ojos que le miren y se jacten de humanidad –y claramente Yoochun también entra en aquella categoría–.

Este podría ser el preámbulo más largo de toda su vida, pero Yoochun no se arrepiente en absoluto, ni siquiera es consciente de la cantidad de veces que el segundero ha martillado en su reloj de muñeca. Junsu sonríe suavecito y el sonido apenas cantarino que dulce escapa de sus labios le produce un cosquilleo.

- Buenas noches, Yoochun ah… - su voz finalmente sale. El tono quedo le llega al pelinegro lo suficientemente claro a los oídos.

- Buenas noches, Junsu ah… - corresponde con una galante sonrisa, curva sus gruesos labios en un gesto coqueto invitándole a acercarse. Quiere saber cuál es el fin de esta reunión, quiere saber si es que podrá enroscar sus manos en la delicada silueta del rubio y dejar libres todas sus fantasías.

Pero Junsu no se acerca, permanece de pie en el umbral de la puerta y ladeando el rostro le ofrece la borrosa visión de su figura apenas fugaz a través de la semioscuridad de la habitación iluminada solamente por los faroles de la calle y su tenue luminosidad colándose entre las persianas de las ventanas. El pelinegro quisiera abrir la luz de su oficina pero deja que sea el rubio quien mande en cada una de las acciones a realizar.

- Sit… - ofrece con un exquisito tono sexy. El pelinegro obedece caballeroso, sentándose perfectamente con una pierna cruzada en el sofá para los visitantes ante su escritorio… - Watch me… - susurra sensual y lentamente sus pies se mueven sigilosos por el piso de madera.

Camina hasta el equipo de sonido que modesto descansa sobre el mueble al costado, saca un disco del bolso que lleva en la mano y tras dejarlo sobre la tabula rasa a lado del equipo, coloca el disco subiendo el volumen a un tono que le hace sonar como una melodía hechizante de seducción.

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Regresas sobre tus pasos parándote ante Yoochun, un par de metros te separan de él, pero todavía puedes ver claramente la profundidad absorbente de sus cuencas ónix. Las suaves ondas de tu cuerpo comienzan despacio, sabes que has venido aquí a seducirle, aunque probablemente hayas sido tú el primero en caer en sus encantos. Oh sí que ha sido de aquella manera, de otra forma no estarías aquí, tan dispuesto a un acto que incluso ahora te provoca vergüenza, bailar para Yoochun, mostrarle la vulnerabilidad de tu cuerpo mientras le entregas el corazón y con él, tu alma.

Cada movimiento resulta atrayente a esas orbes negras que te siguen casi negándose siquiera a parpadear. Te sientes lleno de confianza así de repente y el ritmo que fluye a través de cada poro de tu piel se vuelve más sensual, tus ojos se prenden de los suyos y lentamente vas descubriendo el verdadero calor de tu cuerpo. De derecha a izquierda, de arriba abajo, de delante hacia atrás; cada sutil movimiento te acerca al encantador acto de la seducción, le hipnotizas más allá del deseo por mirar morbosamente tu cuerpo.

Aumentas solo un poco cada movimiento, las ondas que se deslizan por tu espalda marcan la pronunciada S Line de tu figura. Subes y bajas en un solo movimiento, te colocas de perfil y le dejas admirar la delgada silueta, la prenda superior oscila al compás de tus movimientos y eso te da un toque sensual. Procuras no despegar tu mirada de la suya, quieres seguir segundo a segundo las reacciones de su rostro y grabarte en tu memoria cada expresión marcada en sus facciones. Giras y dejas correr una de tus manos por los costados, acaricias tu propio cuerpo imaginando que son sus dedos los que bordean por allí y se detienen en tu trasero, jadeas y te inclinas mostrándole tu espalda mientras haces a un lado la peculiar chaqueta tinta de corte circular, el redondo y firme trasero le ofrece una exquisita panorámica. Te irgues y das media vuelta de nuevo; deshaces el cintillo en tu cintura y abres la chaqueta, le muestras parte de tu torso por encima de aquella camiseta semitransparente que parece una telaraña pegada a tu piel.

Yoochun traga hondo, puedes notarlo al ver su sexy manzana de Adán subir y bajar por su cuello, lo sabes porque notas una traviesa gota de sudor correrle por el contorno perdiéndose lentamente en su cuello. Acaricias tu clavícula mientras tu cuerpo sigue moviéndose pausadamente. Ves de soslayo la silla al costado y no dudas en caminar hacia ella, te sientas y abres las piernas. Deslizas tu cuerpo un poco hacia adelante para poder recargar tu espalda en el respaldo, tus manos acarician de nuevo tu propio cuerpo, corren por los costados y hacia el frente, tocas tu vientre por encima de la camiseta, cuelas una de tus manos por debajo de la prenda y alcanzas uno de tus pezones, presionando con tus dedos el botón canela provocándote un suspiro. Corres la camiseta hacia arriba y descubres un poco de piel en tu vientre. Sientes tu corazón palpitando furioso contra tu pecho, se te desbocará en cualquier momento pero no importa. Es lo que quieres, perder el control del todo mientras bailas para él. Porque bailar para Yoochun es hacer el amor.

- I make you fever, i do, i do… - cantas en un tono suave, sexy, provocativo. Quieres que te vea tal cual eres. Quieres que sepa que lo tienes, que lo ves, que lo sabes.

Tus manos siguen el camino hacia el sur, bordeas el cinto de tus jeans y te tomas un tiempo considerable para sacarlo de su sitio. Acaricias la pelvis y sigues cuesta abajo hasta las ingles y más allá tus muslos. ¡Oh dios! Sabes que su mirada sigue el camino de tus manos, que también imagina que son sus delgados y largos dedos los que recorren cada centímetro. Sabes que mientras se muerde el labio inferior lucha por contener a raya el calor que asciende en su propio cuerpo. Te regocijas en tal conocimiento. Deslizas tus manos hasta el borde de la silla y te apoyas ahí elevando tu cadera, haces un movimiento que le hace jadear y después vas al frente y hacia abajo hasta arrodillarte en el piso de madera.

En un sexy movimiento lento haces la chaqueta a un lado, deslizándola por los hombros hasta que cuelga de tus codos; sus ojos negros brillan intensamente y le sientes devorarse tu piel desnuda así sean solo algunos páramos en brazos y cuello. No sabes si es que te has excitado con solo su mirada, pero es claro que tus pezones se endurecen bajo sus penetrantes ónix. De un rápido movimiento vuelves a colocarte la chaqueta, dejándola abierta, mostrándole la excitante visión de tu torso cubierto por aquella camiseta semitransparente. Caminas hacia él y a un paso de su sitio vuelves a realizar esas sensuales ondas que sabes le encantan. Descruza la pierna y te mira hacia arriba, sus ojos se clavan en los tuyos y a cambio le regalas una sonrisa coqueta.

Reduces la distancia y te inclinas, tus manos se apoyan en el respaldo mientras tu rostro queda a pocos centímetros del suyo. Te animas en rozar sus labios al tiempo en que tu cuerpo se sienta en su regazo. Los escalofríos explotan en tu vientre y corren por cada fibra de tu ser. Nunca habías estado tan cerca de él y esto te pone un poco nervioso, tus manos resbalan del respaldo del sofá y caen en sus hombros. Te estás preguntando si esta cercanía a él también le pone el corazón a mil por hora y si el calor que sientes emana también de su cuerpo.

- Tell me watch you want… - susurras balanceando apenas perceptiblemente tu trasero contra su pelvis. El jadeo ronco que suena en su garganta te hace sonreír, piensas que su reacción es más que favorable… - Tell me do you want me, Yoochun…

- I wish you, baby… I want to kiss, touch you, discover your body and make love… - te responde con esa ronca voz que eriza cada vello en tu nuca, empina el rostro hacia delante y sabes lo que busca.

Niegas el favor de tus labios solo por unos segundos. Te gusta sentir este juego con él, te gusta saber que no importa realmente cuánto evites besarle, terminarás haciéndolo y no será la primera vez, pero sí de algún modo diferente. Porque cuando tus labios y los suyos se encuentran fundiéndose en una ardiente caricia, tus manos resbalan por su pecho buscando el latir de su corazón, pero te distrae de tu misión cuando sus brazos se enroscan en tu cintura pegándote a su cuerpo, rozando parsimoniosa y sinuosamente sus manos con tu espalda. Sabes que quiere sacarte la ropa.

Sabes que quieres que te la arranque si es necesario.

- ¿Vas a dejarme, Junsu?… - su varonil voz se cuela en tus oídos mientras sus manos que han encontrado camino bajo tu camiseta rozan tu piel haciéndote temblar en expectación…

Te apartas lentamente de su torso, permaneciendo solamente sentado en su regazo, juegas con el contorno de su rostro siguiendo centímetro a centímetro la línea de su clavícula…

- Loving you is really all that´s on my mind… I Wanna make that body rock, sit back and watch… - cantas de nuevo para él, te levantas y te alejas un par de pasos. Vuelves a retomar el baile de acuerdo al ritmo sensual que sigue sonando en la oficina.

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- Undress for me… - la palabra aflora casi contra tu voluntad. Ves al rubio sonreír juguetón y su mirada chocolate te perfora hasta el alma.

- Come and do it yourself… - su respuesta te atonta, sientes la punzada en el bajo vientre y tu entrepierna cobra vida entre tus pantalones.

Suficiente autocontrol has tenido hasta ahora, aguantando las ganas de lanzártele encima y arrancarle la ropa a tirones. Ese rubio tienta su suerte, te provoca de mala manera y se regocija en su logro, lo sabes. Y no te importa, claro que no. Quizá has esperado a un chico como Junsu toda tu vida. Te levantas y a cambio él retrocede, sonríe como solo él sabe. Su cuerpo sigue moviéndose al ritmo de la sensual melodía. No, te corriges mentalmente, su cuerpo es por sí mismo sensual, y cada movimiento las notas de la melodía que llega hasta tu corazón.

Junsu te vuelve loco. Lo sabes, y también que él lo sabe. Es un peculiar juego de seducción. Te gusta, le gusta. Es perfecto.

Te detienes a un paso, admiras de arriba abajo su sexy silueta, se gira y te muestra de nuevo aquella parte de su anatomía que te ha hecho tener los más calientes sueños húmedos. Sientes otro pinchazo y casi quieres suplicarle que se detenga. Pero te hipnotiza que baile para ti, porque sabes que esta danza es exclusiva para tus ojos, que la forma en que se muestra ante ti es única.

Se acerca y es él quien reduce la distancia; se saca la chaqueta y la deja tirada por ahí al descuido mientras tus ojos se pierden por los trozos de piel que alcanzas a percibir con claridad por debajo de esa camiseta semitransparente que te hace pensar en la trampa de seducción a la que has caído. Junsu es la telaraña más sexy y pegajosa del mundo, y a ti no te importa en absoluto caer y morir en ella. Junsu coloca su mano en tu hombro izquierdo y realiza más ondas mientras sube y baja rozando tu cuerpo. La sensación es exquisita y te hace delirar, has podido registrar cada parte de su anatomía rozando la tuya. Gira sobre sus talones y realiza el mismo movimiento dejándote sentir esa vez la parte trasera de su silueta. Su redondo trasero fricciona tu pelvis y sabes que puede sentir el bulto que ha crecido considerablemente en tu entrepierna.

- Junsu… - no puedes evitar jadear su nombre.

Él se detiene ahí, parado frente a ti, con su espalda en tu pecho y su trasero en tu pelvis. Rodeas su cintura con una de tus manos y pasando una mano bajo su camiseta acaricias su vientre mientras tus labios caen sobre su cuello.

- Ahh, Yoochun… - jadea para ti y sus manos suben hasta tu nuca asiéndose a tu cuello. Sus dedos acarician a su paso erizándote el vello, sus suspiros comienzan a soplar con más ahínco. Su cuerpo tiembla y el tuyo lo hace con él… - I love you.

- También Te Amo, Junsu ah… - susurras seguro de las palabras que brotan desde el fondo de tu alma. Le giras encarándole y presuroso te haces de sus labios.

Le besas con el corazón en la garganta y el alma en la mano. Mano que entrelazas con una de las suyas cual si se la estuvieses entregando mientras la otra se hace de su cintura pegándole a tu cuerpo. Tu lengua y la suya se encuentran e inventa su propia danza. La húmeda sensación del roce te provoca otro poco y sabes que tu excitación se ha ido por las nubes. Te sofocas en tu propio deseo y sin pensarlo dos veces comienzas a desnudarle.

La camiseta cae fácil y es la primera en abandonar su cuerpo. Tus labios se deslizan por su cuello besando y dejando pequeñas lamidas. Quieres marcarle cada palmo de piel, y si pudieras, tatuarías tu nombre en cada centímetro.

- Get a tattoo your name on my tongue, baby… - jadeas contra su piel. Le levantas en vilo y él en respuesta ancla sus piernas alrededor de tu cintura.

Se besan de nuevo con pasión y giras sobre el eje de tu cuerpo antes de avanzar hasta tu escritorio. Papeles, bolígrafos y lápices, la tablet y varias cosas más que tenías sobre el mueble terminan en el suelo. Dejas a Junsu ahí sin querer separarte demasiado tiempo de sus labios, sin dejar de explorar el interior de su boca como si fuese la primera y la última vez que fueras a tener acceso a ella. Aunque sabes que no, que día a día volverás a sus labios sin dudarlo.

Finalmente le abandonas, corres cuesta abajo volviendo a recorrer esos tramos de piel que habías descubierto instantes atrás, succionas sobre la clavícula asegurándote de dejar una marca ahí y continúas hasta llegar a ese par de montecitos canela que tomas entre tus labios chupándolos suavemente hasta endurecerlos, así no hubieses necesitado demasiado pues tienes claro que Junsu como tú ya llevaba dosis de excitación corriéndole por las venas.

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Las manos de Yoochun pronto siguieron el rumbo hacia el sur, deshacerse de los ajustados pantalones negros de Junsu era primordial para él. El rubio rió cantarino cuando la prenda resbaló por sus piernas y sintió al pelinegro sacarle el calzado con prisas. No le culpaba ni quería detenerle en absoluto, suficiente juego habían tenido minutos atrás. Suficiente ha esperado por este momento, si bien antes muchas ocasiones pudieron llegar hasta el final, por alguna razón ambos habían reculado apenas los besos insinuaban ese deseo que hoy tan claramente se les matiza en las pupilas y la temperatura febril que les enciende la piel.

- ¡Mhh Yoochun! – el rubio gime cuando la lengua del pelinegro lame su bajo vientre. La expectación hacia lo que sigue le altera de sobremanera.

- Voy a marcar todo tu cuerpo, baby… - su ronca voz le llega de nuevo a los oídos y el rubio siente ese pinchazo en el vientre que le hace jadear más fuerte y revolver las piernas.

Yoochun sonríe complacido y lleva una línea desde el ombligo y hacia abajo humedeciendo con su lengua el camino hacia el sur, donde la entrepierna de Junsu le espera erguida. La respiración del rubio pierde otro poco de control cuando el aliento del pelinegro golpea contra la sensible piel de su falo.

- ¡Chun! – gimotea casi desesperado cuando la boca traga su hombría y siente la caliente cavidad absorberle.

Sus gemidos resuenan en la oficina y por un segundo agradece la semioscuridad, siente que moriría de vergüenza si Yoochun pudiera notar el encendido sonrojo de su rostro que se debe a excitación y a bochorno. Más lo primero que lo segundo a decir verdad. Despedirse de su virginidad de esta manera no podía ser más perfecto. Pese a su pasado, Yoochun le hacía sentir como si aquellas sombras del ayer no existieran.

El bombeo le hace perder todo de foco, Junsu siente que tras cada succión otro poco de cordura se pierda entre aquellas paredes bucales tan calientes y húmedas. Yoochun le traga hasta el fondo, hasta sentir que ocupa toda su garganta y le viene esa sensación de arcada que produce más saliva y moja la despierta virilidad que sabe tan bien en el interior de su boca.

Las manos del rubio no encuentran sitio del cual anclarse a la realidad, sus dedos terminan alcanzando los hombros del pelinegro y tirando de su chaqueta. Le estorba tanta ropa cubriendo el cuerpo de quien se está convirtiendo en su primer amante. El único, el eterno.

- Yoochun… Yoochun ah… - jadea su nombre sin encontrar todas las palabras para pedirle que pare, que le permita desnudarle y hacerle sentir bien también.

El pelinegro intuye sin embargo el llamado desesperado, los tirones insistentes en su chaqueta. El sabor algo más salado de su mojada erección. Se aparta con un exquisito sonido húmedo y sube de inmediato hasta los rosados labios que le reciben con renovada pasión. Y es mientras comparten el húmedo beso que las manos de Junsu actúan con velocidad deshaciéndose prácticamente de toda la ropa de Yoochun. Las prendas de ambos quedan desperdigadas por el piso y sus cuerpos desnudos pronto se acoplan perfectamente.

La erección del rubio se le clava al pelinegro en el bajo vientre, mientras su pene roza entre los glúteos haciéndoles sentir a ambos necesitados de mayor contacto.

Yoochun insta a Junsu a girarse, aún sobre el escritorio. El rubio queda a cuatro sobre la tabula rasa, su trasero a la vista y disposición del pelinegro. La lengua de éste cae al instante sobre su entrada.

- Ahh~ - el gemido que nace desde su garganta le hace cerrar los ojos con fuerza. La sensación de vergüenza mezclada con excitación revolea todo en su interior y sacude sus sentidos.

Junsu no para de gemir a partir de entonces. La lengua y los dedos de Yoochun le preparan sin prisa, disfrutando de su calor, de su anillo, de su apretado interior mientras le dilata lo suficiente para recibirle. El rubio no sabe decir si hay dolor porque la incomodidad rápidamente es suplantada por ese abrazo que rodea su cintura y atrapa su vientre mientras el pelinegro le hace retroceder y bajar del escritorio pero manteniendo su espalda pegada al torso de él.

- ¡Mghh! – el gemido gutural que suena en la oficina es la nota ronca que nace de ambos hombres al mismo tiempo.

El sudor que ha comenzado a perlarse en sus cuerpos cubre la febril piel de una erótica capa de deseo en tanto la unión de sus anatomías se completa. Yoochun le abraza con fuerza, le besa la espalda, el hombro y la nuca buscando compensar cualquier resquicio de dolor que pudiera marcar el momento. Junsu jadea, suspira y gimotea acostumbrándose a la invasión. Al punzante intruso que enterrado en su comprimido anillo le hace sentir miles de cosas a la vez.

Con que esto es hacer el amor.

Es hermoso.

Perfecto.

Es Yoochun.

Junsu sabe que hizo la elección correcta.

Que cuando decidió venir a bailar para él entregándose casi sumisamente, había tomado el camino correcto. Porque nunca nadie le había hecho sentir del modo en que Yoochun lo hace. Junsu no había sabido de romance hasta que le conoció en una noche fría del invierno del año pasado. Les ha tomado algo de tiempo llegar hasta aquí, pero incluso si hubiese tenido que esperar más, lo habría hecho tranquilamente.

- Are you ready, baby… - el pelinegro susurra en su oído, le produce más escalofríos de placer y se impregna otro poco en cada poro de su piel.

- Sí. Make love, Yoochun… - el rubio responde sin duda alguna de por medio.

Y este ritmo de embestidas se convierte entonces en su danza favorita. Junsu se sorprende en algún momento de la cantidad de gemidos que salen de sus labios, de los diversos tonos que alcanzan y la melodía que conforman.

- Dance for me, Junsu… - su varonil voz le seduce entonces con facilidad. Y las caderas del rubio se mueven entonces con las elipses más excitantes que el pelinegro pudiera haber imaginado.

Nunca había sentido un placer tan exquisito como este. Sin percatarse del todo de sus acciones, Yoochun le gira para verle de frente, alza una de las piernas de Junsu buscando un ángulo que le permita tocar más profundo y aumenta el ritmo de sus estocadas. Cada penetración les envía directo a la gloria, saben que están por tocar el cielo con la punta de los dedos. Y cuando el orgasmo los alcanza rodeándoles cada fibra de sus seres, el gemido que escapa de los labios de cada uno pronuncia el nombre del otro.

Ceder agotados al cansancio de este primer encuentro es solo cosa de la necesidad de sus cuerpos de recuperar un poco de energías. Pero cuando sus miradas se conectan de nuevo y sus labios se funden en otro beso; Junsu sabe que bailar para Yoochun es solo el principio de toda una vida de descubrimientos.

Porque mientras sean los ónix de Yoochun los que le miren aún en la más vulnerable de sus seductoras facetas, Junsu sabrá que su corazón es el tesoro más preciado para este hombre.

El hombre de los profundos ojos negros que una vez sedujo su corazón.

Pero que hoy se rendía a sus pies encantado por la danza de su alma reflejada en su cuerpo.

La más fina de las siluetas es la que es dibujada por los dedos del corazón sobre la hoja del alma.

**FIN**