SAUNA -YooSu-

Se me ocurrió de pronto y me dije "por qué no" xD hay que aprovechar que mis dedos finalmente escriben lo que sucede en mi cabeza~ 

Este pequeño shot -pequeño porque es demasiado corto para que yo lo considere un oneshot en forma, y demasiado largo para llamarle simplemente drabble xD- lo dedico especialmente a Axy, espero que te anime un poco~ 

Título: SAUNA

Autora: Felina

Pareja: YooSu

Género: Romance

Clasificación: NC-18

Advertencia: Lemon

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Había situaciones bizarras. Y esta.

Yoochun está seguro de que hay algo de karma involucrado en todo esto, o algo parecido al karma. El asunto es que está ahí, sentado en el sauna con un Junsu insistente mirándole con sus curiosos ojos chocolate poniéndole sumamente nervioso.

- Ok ya, qué quieres. Algo te pasa por la cabeza y me está torturando… - El pelinegro dijo con tono imperativo, queriendo sonar demandando como Jaejoong cuando pide algo y la cosa es sin tregua ni mediaciones. Venga que lo que quiere es mandar pues.

- ¿Por qué torturando? – Junsu pestañeó angelicalmente. Y a Yoochun su gesto le dio un de esos vuelcos al corazón que a menudo le han sucedido. Sí, esa clase de vuelcos que vienen de una sola clase de nervios: atracción.

- Porque presiento que vas a pedirme algo grueso que NO voy a querer hacer.

- Pero tú eres tan bueno conmigo que lo harás, ¿cierto?

- No.

- Yoochunnie~ por favor… - Y le puso esa carita de niño bueno que podía comprar a cualquiera. Por supuesto, él no es cualquiera.

- No.

- Pero si todavía no sabes qué es… - Esos pucheros incordiados que le hacen sentir agobiado. Cual si se estuviese ahogando en su propia mente. oh sí, quiere besarlos.

- Justamente. Y como lo sepa seguramente que seguirá siendo “no”, Junsu ah.

- ¡Es muy importante para mí! Por favor Chunnie~ - La mezcla perfecta de ternura e inocencia. Sí, así es como Junsu siempre conseguía lo que quería de Yoochun. Y eso que no es cualquiera, pero finalmente el castaño “compró” a su amigo.

- Mejor que sea rápido… - Suspiró derrotado, sabiendo de antemano que se arrepentiría como muchas otras veces.

Junsu sonrió ampliamente, feliz de haberle ganado a su terco amigo. Que –pese a lo que la gente puede pensar– siempre es el que se pone en plan difícil y no quiere ceder a sus caprichos. Vamos que no va a negar lo que es, pero es un capricho de esos que le tienen más que inquieto y hasta le imposibilita dormir de corrido una noche entera.

- Quiero saber cuánto mide… - El castaño dijo con tono casual, mostrando una barra de madera clara.

- ¿Cuánto mide qué cosa? ¿Para qué quieres esa regla?... – El pelinegro enarcó una ceja con aire desconfiado, y de un momento a otro el castaño ya le había arrancado la toalla que cubría su absoluta desnudez… - ¡Junsu, qué crees que estás haciendo! – Gritó escandalizado. Bueno, que acá entre nos, no se esperaba lo que ya veía venir.

- Voy a “medírtela”… - El castaño respondió como si nada, queriendo llegar a alcanzar su entrepierna. Pero Yoochun no estaba por los términos de cooperarle en tal cosa tan… tan… inverosímil e íntima… - ¡Chunnie, deja de cubrirte!

- ¿¡Para qué cojones quieres saber cuánto me mide “ahí”!?

- Quiero saber si es más grande que la mía… - Respondió como si se tratase de cualquier cosa. Y al pelinegro comenzaron a brotarle venitas en la sien.

- ¿Qué necesidad tiene que sepas algo así?

- Tengo curiosidad… - Respondió encogiendo los hombros, con su mirada clavada en los penetrantes ojos negros de su amigo que sin embargo en esos precisos instantes lucían más bien titubeantes y huidizos… - ¿Te la has medido alguna vez?

- ¡Claro que no!

- Pues ahí está, quédate quieto y déjame medírtela, así sabremos los dos.

- ¡Junsu, eso es demasiado vergonzoso y además personal! ¡O me ves interesado en querer saber cuánto te mide o cuánto le mide a cualquiera!

- Estoy seguro de que Jaejoong la tiene más grande que nosotros.

- ¡Qué!

- Basta con mirar algunas fotos de él. La próxima le preguntaré si sabe cuánto le mide.

- ¡Ni siquiera se te ocurra! ¡No quiero que vayas y acoses a Jaejoong para verle desnudo! – Espetó, más que avergonzado, molesto.

- No quiero verle desnudo, eso no me interesa Chun. Solo tengo curiosidad por…

- ¡Sí, sí, sí! ¡Joder! ¡No quiero que veas desnudo a Jaejoong y menos que vayas a medírsela! – Trinó francamente celoso.

La sola idea de imaginar a Junsu con Jaejoong en una situación tan malditamente cómica e íntima le producía náuseas. Y estar él en tal situación solo le ponía nervioso. Sí, Junsu y él desnudos en la misma habitación intercambiando cualquier clase de intimidad estaba bien.

- Vale, pero no te pongas bestia. Ahora quieto que ya me encargo de medir…

- ¡Mghh!

Todo sucedió muy rápido. Tanto, que Yoochun no tuvo tiempo ni de protestar cuando la mano de Junsu ya había rodeado su virilidad por la base y masajeaba lentamente arriba y abajo matándole de un delicioso placer inesperado.

- Hay que ponerlo bien erecto para que mida lo que realmente es… - Junsu dijo con la mirada centrada en el miembro que comenzaba a ponerse duro en su mano, ganando tamaño y ese tono rojizo tan propio de las venitas inyectadas de sangre que vienen con la excitación.

- ¡Mierda! Junsu, nghh basta… - Casi suplicó con la voz ahogada pero ronca, notando esas oleadas de placer que le corren por la columna vertebral.

- Aún no… - Susurró con aire concentrado, notando de pronto que saber que es el falo de su mejor amigo el que tiene en su mano se siente demasiado bien y le produce un agradable calor en el vientre… - Creo que la tienes más grande que yo… - Sonrió de pronto con humor, llevando su otra mano a la labor realizada.

- ¡Ngh Su! ¡Basta! Baby~ - El pelinegro entornó los ojos y se mordió los labios tratando de callar los gemidos que se le agolpaban en la garganta. Nunca nadie le había tocado así.

Las manos de Junsu eran cálidas y hábiles –un chispazo de celos le dio un latigazo en el vientre cuando imaginó que su amigo fuera capaz de hacer “esto” con alguien más–; una de ellas jugaba con sus testículos y la otra continuaba bombeando, centrándose de tanto en tanto en la punta, tocándola con la yema de sus dedos, haciendo círculos en la cabeza y presionando la hendidura con interés.

Por su parte el castaño notó que bajo su toalla su propia virilidad ganaba tamaño. Tocar de esta manera a Yoochun le estaba poniendo, y no conforme con estar masturbándole en su mente bailaban pensamientos acerca de lo que se sentiría si fuese su lengua la que acariciara también, se preguntaba a qué sabría ese trozo de carne o si su semen le resultaría desagradable al gusto.

- ¡Basta! ¡Junsu no sigas! – Gimoteó desesperado, apretando los puños hasta dejarse blancos los nudillos en un vano intento por evitar llevar sus manos a cualquier parte del cuerpo de su amigo buscando mayor contacto.

- Solo un poco más…

- ¡Harás que me corra!

Junsu hizo oídos sordos a la exigencia de Yoochun, y por el contrario, se dejó llevar por sus curiosidades. Sacó la lengua acercando su rostro al hinchado miembro, lamiendo descarada y lentamente desde la base hasta la punta. El gemido que obtuvo del pelinegro le dio otra punzada en el bajo vientre y su pene se alzó bajo la toalla punzándole necesitado de atención, pero él tenía sus manos ocupadas y no pensaba dejar de disfrutar este novedoso placer que le producía excitar a Yoochun y escuchar sus roncos gemidos o sentirle temblar alterado. Sus atenciones no pararon en bombeos o simples lengüetazos, el castaño se animó en meter el pene del pelinegro en su boca y succionar hasta sentir que la punta se le perdía en la garganta.

Yoochun buscaba respirar en medio de todo aquel sopor de placer, se mordía los labios y desordenaba sus azabaches cabellos entre gemidos ásperos, todavía luchando por no llevar sus manos a la cabeza de Junsu para demandar un ritmo diferente. Sin embargo, aquello no era necesario, el castaño lo hacía endemoniadamente bien, sentir su miembro apresado en su húmeda cavidad bucal y la rugosa textura de su lengua en contraste con sus suaves labios le llevaban al abismo de la cordura amenazando con lanzarle a la locura.

En aquella nueva acción, Junsu pudo llevar una de sus manos bajo la toalla y masturbarse, aunque no con la intensidad con que lo habría hecho si estuviese dedicándose atención solo a sí mismo. Sin embargo, complacer a Yoochun y obtener de él más de esos gemidos le parecía más que compensatorio. El chasquido húmedo de su boca bombeando el pene del pelinegro se oía exquisito a sus oídos, un sonido que nunca antes había escuchado pero que le gustaría no dejar de escuchar. En otras palabras, quería tener más de estos encuentros con Yoochun.

Un sabor extraño comenzó a impregnarse en sus paredes bucales y también en su lengua, era algo entre salado y agrio o dulce; no lo sabía pero tampoco le desagradaba.

- Junsu… Junsu quítate… ¡Su nghh!

Tarde. La advertencia de Yoochun no le llegó a tiempo a la conciencia, por lo que para cuando se separó, buena parte del semen del pelinegro ya había quedado en el interior de su boca, el resto le había manchado la cara y el pecho. El pelinegro respiró laboriosamente varios instantes más, mientras que el castaño seguía tocándose apenas consciente del movimiento de sus manos, sumido en aquel letargo que haber llevado a Yoochun al orgasmo le produjo.

Cuando el pelinegro fue capaz de enfocar a Junsu, sentado en la baldosa del sauna, con una de sus manos bajo la toalla moviéndose lentamente, la imagen le dio otro latigazo en el vientre e instintivamente su cuerpo se movió hacia el frente y abajo. Hacía un calor del demonio pero presentía que no era solamente por el sauna sino por lo sexy que Junsu se veía ahí, con el sudor cubriendo todo su cuerpo y el rubor moteado en sus mejillas.

Yoochun quiso avisarle cualquier cosa, pero las palabras se negaron en salir de su garganta –probablemente porque en sus pensamientos tampoco tenían sentido–, se inclinó atrapando esos labios rosados que estaban demasiado suaves para su gusto. Mismo terciopelo o pétalos de rosa en botón, delicados y dulces, tan exquisitos que parecían irreales. Al mismo tiempo coló su mano bajo la toalla acompañando la de su amigo, aumentando el ritmo y arrancándole gemidos que ahogados morían entre los besos que desde el primero no pararon hasta que Junsu también liberó su esencia y le mordió inconscientemente los labios al gemir preso de su orgasmo.

- Chun…

- ¿Mh?

- Me he olvidado de medírtela pero, definitivamente la tienes más grande que yo.

Se sonrieron y luego soltaron sinceras carcajadas por todo. Esta situación había sido un nivel por encima de lo raro, extraño, bizarro, entre otros términos. Pero había sido también lo más sensacional de la vida para ambos.

- No quiero saber que quieres medirle el pene a nadie más… - Acotó con tono celoso, ganándose una sonrisilla divertida de parte del otro… - Es en serio, Su.

- Lo sé, Chunnie~ - Un corto beso y otra sonrisa. Una mirada cómplice y más besos.

- Haremos esta clase de cosas solo entre nosotros, lo sabes ¿verdad?

- ¿Es así como me pides ser tu novio? – El castaño sonrió contra los labios del pelinegro, lamiendo y mordisqueando suavemente los pliegues gruesos y colorados por tanto beso.

- Sí. Aunque no te lo estoy pidiendo baby, te estoy avisando que luego de haber “abusado” de mí, solo te queda hacerte responsable.

Junsu rió escandalosamente, sonrojado hasta las raíces de su cabello pero contento. De alguna forma, se sentía como si fuese la primera vez que se siente completo. Yoochun sonrió solo al escucharle, estrechándole entre sus brazos para besarle largo rato otra vez, hasta que alguien vino a avisarles que si no salían del sauna se desmayarían por el calor.

¿Amor?

Definitivamente. Siempre hay extravagancias para llegar a él.

FIN