Cap 4 VAMPIRE

ADVERTENCIA: Lemon

CAPÍTULO IV. TEMERARIA OSCURIDAD

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Perdido entre las sombras… perdido en la sombría soledad de un corazón sin vida.

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Distrito Gangnam-Gu

Yoochun demostró ser mucho más hábil y fuerte que aquel sujeto que pretendía marcharse con su amante, o tal vez era justamente el coraje y el celo ardiente que afloraba desde sus entrañas lo que le impulsaba a mostrarse poderoso. Lo que fuera, el final fue avasallador, el otro vampiro encontró su muerte en sus colmillos en cosa de instantes.

Junsu le observaba con una emoción indescriptible, sonreía y se sentía tan importante para su amante que algo latía presuroso y feliz en su pecho. Él no quería pensar en sentimientos ni un corazón vivo, pero definitivamente algo le inspiraba aquella adrenalina tan reveladora que le hizo mostrarse vanagloriado por la tempestuosa personalidad de Yoochun, quien mientras daba muerte al Embajador le miraba a él, profundamente, con cierto tinte de enojo que le hizo sentir deseo y pasión.

El pelinegro soltó el cuerpo sin vida del otro vampiro, sus labios y el mentón aún escurrían sangre, sus ropas estaban manchadas de rojo también. El pelirrojo fue a su encuentro todavía con esa sensación de gozo y premura circulándole en la sangre. Yoochun se limpió con el pañuelo blanco que llevaba en el bolso de su saco el líquido carmín, negándose en abrazar el cuerpo de su amante cuando éste se lanzó a sus brazos rodeando su cuello y buscando su boca…

- ¡pensabas largarte con ése imbécil!... – gruñó de mala gana todavía mirando el cuerpo inerte del otro vampiro, pero sintiendo también cómo el aroma de la colonia de su amante le impregna el olfato…

- ¿Y qué si pensaba hacerlo?... – el pelirrojo sonrió contra la sensible piel de su cuello dejando que su aliento golpee ahí… - sabes que a veces lo hago, no porque lo disfrute, tener sexo de verdad es algo que solo tengo contigo…

- No quiero que vuelvas a salir con nadie más, Junsu… - el pelinegro dijo con brusquedad, apretándole contra su cuerpo con una de sus manos en su espalda a la altura de su cintura…

- ¿Por qué no?...

- Porque eres mío, lo oyes, MÍO… - gruñó en su oído apretándole algo más, clavando sus colmillos en el cuello del pelirrojo como si así pudiera marcarle de su propiedad, succionando un poco de aquella dulce y deliciosa sangre que aleja el desagradable sabor de la que probara antes de aquel vampiro Embajador…

- mhh… - gime el pelirrojo ante las succiones, enterrando sus uñas en la espalda de su amante rasgando las prendas del pulcro traje que acaba de arruinarse completamente luego de la pelea anterior… - no… soy un objeto, propiedad de nadie, Yoochun… - consigue decir entre espasmos de dolor ante la mordida que parece hacerse más agresiva ante sus palabras y se mezcla con placer y aquella sensación que no desaparece…

- ahora lo eres… - asegura luego de apartar los colmillos y relamer sus labios saboreando la sangre de su amante… - eres un objeto, mí objeto, no veré que salgas con nadie más, de ahora en adelante solo serás mío…

- Sabes que eso no puede ser así… - el pelirrojo le mira con seriedad… casi como si toda la adrenalina de antes se hubiera esfumado en cosa de segundos cuando algo en su cabeza le hizo recordar el lugar en que están, la encomienda que su madre acababa de encargarle y arruinara sin más permitiendo que Yoochun matara al Embajador, la cantidad de problemas que aquel asesinato traería entre clanes de vampiros, los que caerían sobre su familia, las represalias que su familia tendría en su contra y sobre todo contra Yoochun…

- no me importa lo que sea, no me importa a cuántos tenga que matar por ti, Junsu. Solo quiero tenerte a mi lado para siempre… - sujeta su mano y le jala aunque el pelirrojo casi se niegue en seguirle y se resista mirando cada tanto hacia atrás, hacia aquellos ventanales amplios de luces brillantes que dejan ver la actividad que aún se lleva a cabo dentro, el alto sonido de la música de fondo y los sonidos de risas y murmullos que se apagan lentamente conforme se aleja.

Junsu sube al auto de Yoochun todavía incrédulo de que esté aceptando silenciosamente a seguirle.

- ¿Qué estás haciendo, Yoochun?... – cuestiona casi por inercia, por esa sensación de miedo que le trae recuerdos de un pasado que le desagrada en demasía pero que siempre vuelve en los momentos que más conectado llega a sentirse a su amante…

- Te llevo conmigo… - responde casi como si tratara de una obviedad…

- Por qué…

- Ya te lo dije, porque no quiero que salgas con nadie más, no quiero que ningún otro hombre o mujer te toque, te mire o te bese; eres mío, y así tenga que ir contra tu clan, voy a hacerlo… - el pelinegro respondió con tal firmeza, que algo en el pecho del pelirrojo volvió a latir con fuerza…

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Distrito Yongsan-Gu

Mansión Shim

Bocas que encajan con disimulada perfección, labios que danzan en concordancia de un baile desconocido y misterioso, de sensaciones que mueven los hilos de una pasión reprimida que emerge con anhelo y se dispone a revelarse sin reservas. Joong Ki hubiera querido negarse, pero esos besos eran demasiado embriagadores como para renunciarles por voluntad propia, y ChangMin no hacía otra cosa que volver a sus labios dejándole apenas respirar, enloqueciéndole y derrumbando la fuerte muralla que creyó había levantado a fuerza de indiferencia de parte de su amo. Después de todo no ha dejado de ser un simple esclavo, algunos le llaman el favorito, él solo sabe lo que es, uno más de los tantos hombres que le han pertenecido de una forma u otra al morocho.

Las hebras de color ébano que caen sobre la frente de ChangMin se confunden con sus oscuros mechones, el calor que sube hasta sus mejillas le recuerda que no es un simple ente sin vida humana, pero también le pone en entredicho su codiciada inmortalidad. Joong Ki no quiere ser un vampiro, nunca lo pidió, nunca lo deseó, nunca le ha gustado.

Porque ser un vampiro significa tantas cosas.

Pasión, engaño, ambición, oscuridad.

Soledad.

Y él no quiere ninguna de aquellas.

Le quiere a él, sin duda ha aprendido a valorar en ChangMin muchas de las cualidades que está seguro ni el mismo morocho conoce de sí. Ha aprendido a verle con otros ojos que llegan incluso a desquiciar a su amo, pero le gusta. Le gusta poder mirar en silencio al hombre que le besa en aquel momento con tanta hambre, como si algo en su boca pudiera saciar la necesidad inmediata del sabor de sus labios. Joong Ki lo sabe, que se dejará guiar mudamente aunque tenga miedo de ser quien nunca ha querido.

Un amante más.

ChangMin se aparta por enésima vez de los labios de Joong Ki, respira agitado y siente el deseo quemante de volver a besarle, pero espera. Aguarda unos instantes porque quiere mirarle, grabarse en su memoria esa expresión confundida, esa mirada temerosa pero ansiosa a la vez, esos labios rojos de tantos besos, de la pasión dejada en ellos. Esas mejillas ruborizadas.

Se siente atraído de un modo tan diferente a cualquier otra ocasión que casi teme de sí mismo, de la capacidad que tiene Joong Ki sobre su persona. Él, vampiro de grandes virtudes, capaz de ser doblegado por su figura. ChangMin lo sabe, haría todo cuanto Joong Ki le pidiera, aunque fueran imposibles, él encontraría las formas de cumplir todas sus peticiones. Pero claro, es orgulloso, es egoísta, es frío y calculador. No hará nada con conocimiento de causa, no le dejará ver sus debilidades, no le permitirá saber que le necesita, que ha sido extraño y diferente desde que le conoció. Desde que con una de sus mordidas le transformó solo porque comprendió que lejos de un mortal a quien utilizar a su antojo, quería cuidarle celosamente para siempre a su lado.

- ChangMin-shii… - el muchacho de cabellos oscuros le llama con la voz algo afectada por la incertidumbre y la emoción misma de haber sentido sus besos… tal vez haya incluso excitación. Él no quiere pensar en eso.

- shh… - le manda callar y coloca uno de sus dedos sobre su boca sellando cualquier cosa que quiera decir nuevamente.

Joong Ki traga hondo y baja la mirada evadiendo las pupilas de su mentor. Hay tanto en ellas que no puede entender, que le asusta. No del miedo que viene por la adrenalina ante la sensación de peligro inminente de mal alguno. Es más como el miedo ante lo desconocido e incomprensible, ante lo que anhelas pero sabes que no puedes tener.

ChangMin vuelve a acercarle sujetando su mentón, besa sus mejillas y luego la comisura de sus labios, le escucha suspirar y aprovecha para besarle de nuevo con intensidad; esa que aumenta casi en su contra y le impulsa a buscar más contacto, más pasión, más deseo y calor. Su mano presiona la espalda de Joong Ki y le acerca a su cuerpo, la posición no ha cambiado, el muchacho de cabellos oscuros continúa sentado en su regazo sin animarse en mover sus manos en respuesta alguna ante las acciones del chico de cabellos ébano.

Los besos descienden, se han apartado de los labios del menor de los dos y encontrado camino cuesta abajo concentrándose en el blanco y largo cuello, exquisita piel que se eriza a su contacto, pecho que sube y baja en respuesta refleja de sus atenciones.

- mhh… - Joong Ki jadea involuntariamente cuando un trozo de carne es succionada en su clavícula. Se asusta de nuevo e intenta apartarse.

- Huir no es una opción. No te he dado permiso… - ChangMin le retiene sin miramiento, le jala más cerca sin apartar la mirada de los ojos de su esclavo, le mira respirar agitado, sonrojado, asustado. Pero por supuesto, no es su intención asustarle de aquella manera en que de pronto vio reflejada en los ojos de Joong Ki, pero tampoco le culpa. Jamás ha sido una persona amable. Pero tampoco se considera un monstruo.

- ChangMin-shii…

- shh…

Es callado de nuevo y siente que le tiembla el cuerpo entero cuando su amo retoma la tarea antes iniciada de besarle y marcar su piel con caricias indecentes. Joong Ki cierra los ojos y trata de regular su respiración, de no apreciar demasiado aquellas caricias y atenciones que en ese momento le son entregadas. No quiere sentirlo como algo especial, porque no lo serán. Porque cuando ChangMin sienta otra vez el deseo de saciar su sed, no será él a quien busque, probablemente no. Aunque sin duda sabe que ahora está convirtiéndose en otro de sus amantes.

- mírame Joong Ki… - le llama de nuevo y aunque así no lo quiere, lo hace. Abre los ojos y le mira, se muerde el labio inferior y permanece quieto listo para obedecer cualquier cosa que le sea pedida… - ¿No quieres esto? ¿No te gusta cómo te beso o te acaricio?... – No quieres hacerme feliz… estuvo ahí tal pensamiento, palabras desechadas inmediatamente porque él no es un humano. Es un vampiro, y los vampiros no sienten, no anhelan tal cosa como la felicidad.

- Se lo he dicho, ChangMin-shii, que no quiero ser uno más de sus amantes… pero, usted es dueño de mí, puede y hará lo que quiera conmigo… - el muchacho respondió con total sinceridad, con esa que sale de sus labios siempre aunque a menudo se arrepienta o encuentre agraviante su actitud. Sin embargo, ChangMin nunca le ha castigado de otro modo que no sea ignorándole y teniendo sexo con alguien mientras él le escucha desde la habitación de lado.

Ése es sin embargo el castigo más doloroso que ha cargado en su corazón.

Ése que no debería latir como lo hace, pero el mismo que cada día le recuerda que todavía queda un resquicio de humanidad en su ser inmortal.

- ¿Es lo que crees que serás si te tomo ahora?... – el chico de cabellos ébano cuestionó con tono duro. El muchacho asintió por toda respuesta, evadiendo de nuevo su mirada, pero siendo obligado a volverla cuando su mentón fue tomado con más fuerza de la que el morocho esperaba usar. Es que lograba sacarle de quicio, molestarle por pensar siempre así… aunque tiene razón, ha convertido a tantos y tantas en simples objetos para saciar sus deseos carnales.

ChangMin se recargó entonces en el respaldo del sofá, sujetando firmemente los muslos de Joong Ki como una orden muda de no intentar escapar. La revolución de pensamientos se sucedió, la tormenta se desató en su mente pero se negaba a pensar con claridad, quería simplemente obedecer al deseo quemante que vibra en sus manos e insta a su cuerpo a volverse uno con el del otro.

- Quiero que seas mío, Joong Ki. Es una orden… - salió de sus labios con tono seco, miró al muchacho y sintió algo parecido a la culpa cuando vio los ojos del otro esconderse tras los párpados y un suspiro de resignación abandonar su boca al tiempo que las manos del menor se mueven temblorosas acariciándole los muslos.

Estaba obedeciendo.

Como un ente sumiso que se doblega en la oscuridad.

ChangMin cerró los ojos sin mover un solo músculo de su cuerpo. Quiso encontrar en aquel tacto obediente una pizca de placer. Pero aquello no llegó. Aún cuando las manos de Joong Ki se colaron bajo su camiseta acariciando con torpeza su abdomen, aún cuando sintió el movimiento del ligero cuerpo de su esclavo inclinarse sobre el suyo y alcanzar sus labios dejándole un tembloroso beso con sabor a… miedo y mansedumbre.

No lo soporta, no quiere tomarle así. ChangMin le aparta bruscamente sujetando sus hombros, Joong Ki le mira confundido y hasta dolido. ¿Tan mal lo estaba haciendo?

- Quiero que seas mío, Joong Ki. Pero solo si tú también vas a disfrutarlo…

Palabras que casi parecen irreales. El de cabellos oscuros le mira con los ojos abiertos de par en par porque realmente no esperaba escuchar nunca algo así. Ni ver sinceridad en las pupilas del de cabellos ébano… no sentir su corazón palpitar apresurado y emocionado contra su pecho. Él es vampiro, pero con ChangMin siempre consigue sentirse humano, tan humano… que duele.

Duele saber que le ama, que se ha enamorado de sus más deplorables defectos y que ha aprendido a valorar sus más esculpidas cualidades.

- No espero llegar a comprenderlo, ChangMin-shii… porque usted siempre parece guardar secretos que me hacen sentir tan pequeño a su lado…

- Tú no tienes idea, Joong Ki… - afirma y le tumba de un movimiento sobre el sofá cambiando entonces de posición, le deja bajo su cuerpo y se acomoda sobre el suyo… - y no quiero que la tengas, no ahora, no pronto. Sólo quiero que me digas, si es que vas a disfrutar que te tome…

Y se anima, por primera vez en mucho tiempo, Joong Ki encuentra el valor para actuar, su mano se mueve casi con vida propia, sube y descansa sobre la mejilla de ChangMin, le acaricia con suavidad y sonríe. La primer sonrisa que ChangMin le ve en años así de cerca, la primer sonrisa que hace despertar los latidos de ese corazón que no debe sentir.

- Lo disfrutaré, ChangMin-shii… como el esclavo que soy de ti… - susurra sin borrar aquella sonrisa.

Pero el de cabellos ébano lo ve, la misma semblanza en sus ojos de sumisión.

Y sin embargo no dice nada, comienza a besarle, despacio, casi inseguro pero anhelante. Besos que avivan la llama de la pasión contenida, ambos están dispuestos a dejarse llevar sin más, sin debatir otra vez aquellos puntos que no parecen poder encontrar un punto medio porque ChangMin no dejará de ser el Señor de aquel Clan al que por décadas ha pertenecido, y Joong Ki no dejará de ser el esclavo sin pasado, sin más familia ni memorias que las que el propio ChangMin le ha dado.

Manos frías, dedos rudos, salvaje ansiedad en la que el cuerpo de Joong Ki es descubierto por la ansiedad que socaba los principios de ChangMin. Estremecimientos que le corren de pies a cabeza, suspiros y jadeos que llenan el espacio silencioso de la estancia combinándose con el rumor de caricias piel a piel, de gemidos roncos que nacen en la garganta del mayor de los dos.

ChangMin no es delicado, no le trata con nada parecido al cariño o la dulzura; le deja sentir la lujuria, el pecado, el deseo de su anhelo; marca cada centímetro de su cuerpo, bebe de su boca hasta la última gota de saliva, le deja ardiendo los labios y abrasa cada poro de su piel. Joong Ki lo siente, el gozo indiscutible de ser tocado, descubierto, acariciado por la pasión desorbitada de su amo, comprende que es así, que el morocho jamás será más humano de lo que puede mostrar con las actitudes naturales que le surgen en los momentos más extraños. Porque ChangMin nunca ha sido humano, nació, creció y ha vivido como un vampiro.

Así que desecha la remota posibilidad de que le quiera… de que pueda amarle.

Porque un vampiro no siente, toma lo que desea y sacia su sed a su antojo.

Pero se entrega, Joong Ki toma su decisión y se entrega sin reserva, se deja dominar por su alma humana nunca extinta porque él sí nació siendo humano, creció como uno, vivió como uno. Murió como humano, resurgió como el inmortal que todavía detesta la más de las veces.

- ¡ChangMin!… - gime ronco y adolorido. No lo esperaba, no se sintió listo de ninguna manera, pero ahí estaba, recostado en el sofá, con las piernas abiertas descansando sobre los hombros del de cabellos ébano, quien arrodillado entre sus piernas le ha penetrado sin mayor aviso que el escozor de su entrada dilatándose a fuerza ante su intromisión.

- pasará, solo relájate… - gime en su rostro, sin apartarle la mirada. Profundas pupilas que le hacen sentir algo más… - relájate, Joong Ki… - siente que le acarician la espalda baja, manos que caen en sus glúteos separándolos un poco más para dar mayor espacio a aquel trozo de carne caliente que se entierra de lleno hasta el tope…

- ¡ohh! Mhhh… - gemidos de dolor, ligero placer que no llega a ser suficiente. Respiración laboriosa. Calor. Sentimiento.

Una lágrima que resbala por su pálida mejilla.

Lengua que la atrapa, cálida sensación de confort. Como si en algo le importara.

ChangMin no espera más, comienza a moverse dentro y fuera, al principio el ritmo es lento; Joong Ki se siente tomado en cuenta, y se relaja acaricia los brazos que descansan a cada lado de su cuerpo, le mira y sonríe desde el fondo de su alma, no importa si es humano o vampiro. Todavía se trata de sentimiento.

- más, ChangMin-shii, más… - gime moviendo sus caderas, tratando de entregarle también la lujuria de la que puede ser capaz. Pero el mayor todavía es mejor, es experimentado…

Cierra los ojos con fuerza y se muerde los labios, no quiere pensar en ello, no quiere pensar en el hecho de que las caricias, los besos, las embestidas que hoy recibe su cuerpo, mañana le serán dadas a cualquier otro. No quiere pensar en la verdad, que es solo uno más.

El de cabellos ébano sujeta su cintura, le afianza y se levanta sin salir de su interior, le besa y se sumerge en el elixir de su boca antes de, en aquella postura de pie, embestir una, dos, tres veces con profundidad. Golpea con fuerza y encuentra aquel sensible punto que hace gritar al menor, echar la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y respirar más agitado. Le deja en la alfombra y le insta a quedar a cuatro sosteniéndose en sus extremidades superiores e inferiores, le penetra de nuevo con ganas… lo marca como suyo…

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Distrito Gangnam-Gu

Kim Yoora está furiosa, su hijo desaparecido y uno de sus más poderosos invitados muerto en los jardines de su mansión. Kim Chum Moo no quiere una disputa entre clanes pero lo ve venir.

- encuentra a nuestro hijo, ¡Él debe responder por esto!... – Yoora grita enardecida, sus planes se han estropeado… y otra vez por culpa de aquel que trajo al mundo. El hijo al que no estima más de lo que puede estimar a una mascota.

- Calma mujer, Junsu aparecerá cuando así lo considere, tal vez el tipo le atacó primero… - Chum Moo atajó con firmeza, pero el carácter de su esposa nunca ha sido justamente el más fácil de controlar.

- Siempre diciendo cosas así, amas tanto a tu hijo que serías capaz de dejarle hacer cada uno de sus caprichos… - renegó con los dientes apretados la mujer…

- Es mi hijo, por supuesto que soy capaz. Mejor calla Yoora, no es momento para una discusión marital; tengo muchas llamadas que hacer y contactos que tener de nuestro lado…

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Distrito Jongno-Gu

Hogar del Primer Ministro

Kim Hwang recibió una noticia desagradable…

- el Embajador Fyodor Neski fue asesinado esta noche, la mafia Kim parece estar involucrada… - uno de sus secretarios le informó cerca de las 4 de la madrugada… - algunos invitados de una excéntrica fiesta en la Mansión de Chum Moo dicen que fue su hijo el último que le acompañaba cuando salieron de la fiesta…

- ¿Cómo murió?...

- mordedura, Primer Ministro…

Hwang le indicó que se retirara y luego se recargó en el respaldo de su silla en la oficina de su casa. La lámpara de escritorio iluminando lo justo para evitar la total oscuridad en que aún estaba sumida la ciudad. La muerte de uno de los vampiros de los Clanes de Europa más poderosos e importantes desataría una serie de disputas en el viejo continente y traería importantes golpes en la política y economía de los países alrededor del mundo que pertenecen al Concilio de Linajes Puros que velan celosamente por el poder vampiro.

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Jaejoong salió del lecho y caminó hasta el ventanal de aquella habitación, la luna coronaba aún el firmamento, pero el sol amenazaba con levantarse en el horizonte, los débiles rayos apenas despuntaban a lo lejos. Yunho apagó su cigarrillo en el cenicero de la mesita de noche sin dejar de admirar la perfección del cuerpo desnudo de su amante.

- hay que irnos, va a amanecer… - el moreno señaló mientras comienza a buscar sus ropas…

- ¿Nunca has tenido curiosidad por verlo?... – el pelioscuro cuestionó girándose apenas un poco, la luna parecía haber bañado su piel con sus plateados rayos y quedándose en ella para siempre dándole ese toque seductor que hipnotiza a cualquiera…

- ¿Un amanecer?... – pero aunque el moreno supiera aquella verdad sobre su belleza, se negaba a caer de nuevo seducido por su encanto natural… había obtenido lo que quería… lo había tenido a él… - No es nuestro mundo, Jaejoong; somos seres nocturnos, el sol no existe para otra cosa que no sea dañarnos…

- Pueden dañarnos más cosas de lo que cualquier mortal piensa…

- ¿Por qué estamos hablando de esto?

- Por qué no hacerlo…

- Porque no importa, Jaejoong. No hará que dejemos de ser vampiros…

- Ser lo que somos es excitante, y me llena de placer, Yunho… pero, solo digo que el sol es algo que nunca he visto, y que me gustaría ver… - volvió la mirada al exterior quedándose ahí en silencio mientras lo único que se escucha es el rumor de las prendas que su amante termina de ponerse antes de que unas manos rodeen su cintura y aquellos labios besen su desnudo hombro…

- vamos, tendremos tiempo para filosofar tus curiosidades después… - sonríe con cierto tono de burla y Jaejoong desiste de aquellos pensamientos de inmediato.

De repente suena bien aquel “vamos” como ese “tendremos” aunque le dan la impresión de palabras demasiado humanas para compartirse entre ellos. Recuerda también que ha perdido como ha ganado. Que ha sido de Yunho como Yunho fue de él, porque en aquel encuentro pasional ambos tuvieron que ceder algo de su orgullo, doblegarse y luchar.

Sin embargo, ahí, justo en el momento en que cruza el umbral de aquella habitación a la que espera no volver, Jaejoong siente el vacío en la boca del estómago inequiparable a ninguna otra sensación experimentada en sus largos años de vida inmortal.

Parece que algo deja atrás, que algo marchito revivió tan solo para volver a morir. Y lo siente, los latidos en su pecho que parecen golpeteos de un corazón con vida. Mira adelante y abre la boca para preguntar algo pero no sabe qué, su mente ha quedado en blanco y Yunho solo sigue su camino. Siente la boca seca y pasa saliva esperando ahuyentar aquella sensación. Aparece el frío y algo parecido al miedo. Jaejoong se siente asustado de algo desconocido y actúa por instinto, se mueve con velocidad y empuja a Yunho contra el muro metálico del ascensor que acaba de abrir sus puertas, le atrapa entre su cuerpo y el metal y muerde su cuello…

Quiere de su sangre más que el alimento…

Busca las etéreas imágenes de su pasado…

Sin saber que lo que ahí ve…

Rompe algo en su pecho…

Continuará……