Miniserial YooSu *w*

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Parte 3. LA HUIDA

Hay ciertas cosas en la vida que no se pueden simplemente superar. Y Junsu estaba a sus 17 años en una de ellas.

BODA

La sola palabra de cuatro insignificantes letras le tenía completamente desubicado en tiempo y espacio, casi no dormía –y él va a negar rotundamente que sus noches de insomnio tengan algo que ver con ese ratón tonto como al rubio le gusta llamarlo en sus pensamientos, y aún fuera de ellos a pleno pulmón abierto cuando se deja llevar por uno de sus arranques y berrinches; ahm, no nos desviemos de tema, decíamos que Junsu iba a negar rotundamente que sus noches en vela tuvieran relación alguna con el hecho de que Yoochun duerma en su habitación, tumbado en el futón justo al lado de su cama, durmiendo a sus anchas con solo bóxers y las benditas ventanas abiertas para que entre el aire y no morir sofocado de calor; sí, nada pero nada tenía que ver con eso, con el hecho de que sus ojos se fueran constantemente a la figura ahí desparramada lánguidamente y durmiendo como auténtico bebé, no tenía que ver tampoco con que incluso buscara una mejor posición en su cama para mirarle hacia abajo y memorizar cada detalle de su torso, ni mucho menos que en más de alguna noche haya tenido el atrevimiento de abandonar su blandita cama para meterse en el futón del pelinegro y acercarse inocentemente a su cuerpo para abrazarle y sentir cómo automáticamente los fuertes brazos de su prometido le atraen y se amoldan a su silueta arrastrándolo rápidamente al profundo sueño que dura sin embargo a las justas un par de horas y luego corre despavorido de vuelta a su cama luchando contra el sonrojo de su ardiente rostro o los apresurados latidos de su corazón; vamos a reiterar que NADA tiene que ver esto con sus noches de insomnio–. Aclarado tal punto significativo en lo que nos atañe el día-noche de hoy, replanteamos los hechos prioritarios, Junsu casi no duerme, las pataletas se presentan con mayor frecuencia y él ha aprendido a que por cada nuevo berrinche…

Viene un beso.

Sí, un beso de parte de ése Yoochun que justifica la unión de sus bocas en tan exquisitos y algo intoxicantes besos con la más absurda de las excusas.

- Solo es para que te quedes quieto y guardes silencio, baby; ¿Nunca te han dicho que eres un hiperactivo? Cuando te pones así me cuesta incluso escuchar mis pensamientos… - el pelinegro dijo a unos cuantos días del GRAN día.

- ¡Pues si no te gusta como soy te aguantas! ¡Porque no pienso cambiar por ti, ratón tonto!... – el rubio espetó con mofletes inflados y volviendo el rostro hacia cualquier otra parte que no sea ese pelinegro parado a su lado que sonríe adivinando lo que su prometido quiere. Con todo y que le acaba de dar tremendo beso sin importarles en absoluto quién mira.  

- ¿Has encontrado productivo discutirme, verdad?

- ¿Qué puede tener de productivo discutir contigo?

- No sé, tengo una teoría… - el pelinegro dijo haciéndose el misterioso, sonriendo un poco más cuando ve al rubio bufar por lo bajo y sonrojarse.

Están ahí, en la recepción de la tienda en la que le entregarán a Junsu su hanbok para la boda, el de Yoochun se lo han entregado ya el día anterior porque el traje de novio siempre es un poco menos elaborado que el de novia, llevan diferente trabajo. Y aún así, Junsu se había aventado un mega-berrinche cuando la Srita. empleada les dijo que hacía una pareja linda… ¡Pareja! Bien que están comprometidos –y nadie le preguntó si quería, simplemente le habían avisado que así era– pero él no es pareja de Yoochun. ¡No son novios por gusto! Solo por acuerdo entre sus familias. ¡Hay una gran diferencia! Sí bueno, el berrinche había venido de ahí y el pelinegro simplemente le había callado con un beso.

- Te gusta que te bese… - murmuró, seguro de que su prometido le escucharía de cualquier manera. Él sabe que Junsu siempre está atento a cada cosa que dice o hace.

- ¡Qué! ¡Pero claro que por supuesto que no!... – chilló histérico… con el rostro hermosamente colorado, y el pelinegro sabe que es en parte por vergüenza, y en parte por molestia. Y la verdad, cómo le gusta molestarlo, es adorable verlo refunfuñar como crío y luego ceder de a poco y dejarse besar. Y Yoochun adora besarlo.

- Claro que por supuesto que sí… - el pelinegro sonrió engreído…

- ¡Que no!... – el rubio volvió a chillar…

- Que sí…

- ¡No!

- Sí…

- ¡No me gustan tus besos!

- No… - el rubio casi sonreía pensando que por fin el pelinegro lo captaba… - Te encantan mis besos…

- ¡Argh! ¡Ratón tonto!... – gritó avergonzadísimo porque todo mundo en la tienda había vuelto a mirarles desde hace rato y parecían de lo más entretenido observándolos discutir. Y Yoochun tenía el descaro de dejarle K.O. con sus tontas teorías… que podían, solo podían, no estar del todo equivocadas.

- Aquí tiene su encargo, Sr. Park… - la empleada apareció de la nada, sonriendo amablemente y extendiendo esa caja que contiene el hanbok de Junsu perfectamente acomodado, listo para ser usado…

- Gracias… - el pelinegro terminó de pagar (con ayuda económica de sus padres, tampoco es que sea rico y trabaje, aunque ya ha comenzado a buscar empleo de medio tiempo, pronto será esposo de un esposo exigente que gusta de ser mimado, aunque reniegue) y cargó la caja visto que su prometido había girado sobre sus talones fingiendo total desinterés… - tsk encima de todo te estás volviendo maleducado, Junsu ah, tu madre tanto que dice que eres un hijo ejemplar y esas cosas…

- ¡Soy educado! ¡Cuando tú no estás cerca para molestarme!... – espetó con gesto malcriado, rojo como tomate, o como al pelinegro le gusta decir “como farolillo encendido a medianoche”

- De todas formas me gustas, baby… - sonrió y el rubio abrió la boca para protestar algo.

Pero el cerebro de Junsu se había quedado tildado. Yoochun también lo desarmaba con esa clase de declaraciones. Aparte de los besos.

- u.u maldición, ¿me estaré volviendo gay?

Yoochun no dijo más nada, le gustaba darse cuenta de esos pequeños detalles que las formas más extrañas le acercaban a Junsu. Con toda la paciencia del mundo, iba consiguiendo su objetivo. Gustarle a su prometido.

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- Pero Yunnie~ - el pelioscuro canturreaba emocionado detrás de su novio. Su formalmente novio, que hasta hace un par de semanas eran, como lo nombran algunos, “amigos con derecho a roce”, luego el moreno se lo había pedido sin mayor preámbulo ni romanticismo (la verdad había sido cerca de alcanzar un orgasmo mientras hacían travesuras en casa del moreno cuando sus padres no estaban). El caso es que Jaejoong va tras él intentando que no se le escape de nuevo… - solo vamos a mirar… - cuando él intenta que entren como cualquier pareja de enamorados, a mirar hanboks… ahí donde Junsu y Yoochun mandaron confeccionar los suyos para la boda.

Eso cambiaba todo.

Yunho no está listo para comprometerse.

- JaeBoo, se supone que tendríamos una cita…

- Estamos en medio de nuestra cita…

- Íbamos a ir al cine…

- Iremos luego, la función comienza hasta dentro de dos horas…

- Deberíamos aprovechar para buscar el presente para Junsu y Yoochun, la boda está cerca…

- Tú lo que quieres es zafarte de entrar ahí… - el pelioscuro se detuvo de pronto, cruzó los brazos y le miró pucheroso… - ¿Es que no piensas casarte nunca conmigo *^*?

- No, no Jaejoong ah… - carraspeó visiblemente nervioso. Esto de que Junsu y Yoochun se casen había revolucionado la mente de su novio. Y él casi podría arrepentirse de haberle pedido formalizar la relación. Oh bien, la verdad no es que se arrepintiera, solo es demasiado joven para casarse…. – Solo creo que deberíamos esperar unos años más, no sé, terminar la Universidad antes, ¿no crees?

- Voy a ir a buscar el presente para Junsu y Yoochun por mi cuenta… - fue todo lo que dijo el pelioscuro antes de tomar su propio camino y dignarse en ignorar el llamado de Yunho aunque le hubiese seguido un par de calles.

El moreno suspiró resignado. Ya lo había hecho enfadar y conociéndolo, no daría su brazo a torcer así nada más. Lo recomendable es dejar que se le baje el enojo, comprarle unas rosas y luego volver a hablar, con algo más de tacto y sumisión. A Jaejoong le gusta sentir –y de hecho lo hace– que lleva las riendas de la relación.

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El día. El GRAN DÍA estaba ahí.

Junsu estaba medio distraído, casi parecía en trance, para variar no había conseguido dormir decentemente –y esa vez no fue por mirar a Yoochun, sino más bien porque Yoochun no durmió en su habitación por mandato de sus padres “no puedes dormir con tu prometido antes de la boda”  eso le habían dicho y Junsu casi lloró ¡Él necesitaba más que nunca el apoyo moral de su prometido!– y no había podido tampoco comer nada porque sentía náuseas…

- Estás emocionado, cariño, por eso te sientes así; también me sentí similar cuando me casé con tu padre… - su madre había intentado consolarle. Lo que en realidad no ayudó mucho, pero el rubio le agradeció a su progenitora con una sonrisa.

Estaba ahí, en la habitación donde terminó de arreglarse, acompañado de su madre, esperando la hora y salir de ahí rumbo a la Iglesia. Y repetimos, era un manojo de nervios. ¡Va a casarse con 17 años de edad!

El segundero en el reloj de pared dispuesto al centro de la habitación parecía ir lento para gusto de Junsu, que miraba una y otra vez hacia la puerta aguardando el momento en que su padre vaya por él anunciando que todo está listo y es la hora, y poder terminar de una buena vez con eso. Minutos después –o quizá fueron horas para el rubio–, el Sr. Kim finalmente abrió. Junsu se sentía extraño, vestido con aquel hanbok rosado a punto de ser acompañado por su padre como auténtica novia rumbo al altar.

- Te ves hermoso, Junsu ah… - el pelioscuro se permitió darle un gran abrazo y sonreír emocionado. Demasiado según Yunho. Seguro seguía con la idea esa de casarse también. Y él no tendría más remedio que hacerlo, por nada del mundo quería que su novio se fuera a alejar de él.

- Gracias, hyung… - Junsu entonces sonrió realmente contento, su familia y sus amigos estaban ahí. aunque Junho se mantenía un poco más al margen. O quizá estaba celoso porque desde la llegada de Yoochun, su gemelo casi no le hacía caso. Ya saben, celos de hermano.

- Estás listo hyung, quiero decir, el futuro Sr. Park… - escuchó decir a ChangMin, que estaba ahí junto a Hayami, Jaejoong y Yunho. El morocho sonreía divertido, y Hayami estaba segurísimo de que todavía estaría por terminar su broma. Pero cuando todos vieron que el rubio se quedó callado solo mirándolos, supieron que algo saldría mal ahí.

Porque no fue la sonrisa socarrona del morocho lo que hizo parar a Junsu a un par de pasos del altar instantes después mientras caminaba con su mano anclada al brazo de su padre. No, señoras y señores, jóvenes conocedores del género yaoi y amantes del BL; lo que hizo parar a Junsu fue…

La aterradora idea de convertirse en el Sr. Park Junsu.

¡Park Junsu!

- No puedo… - susurró de pronto, mirando con ojos desorbitados a su padre, alejando su brazo del de su progenitor que le devolvía la mirada entre confundido y… confundido. Francamente confundido… - no puedo… - susurró de nuevo dando un paso atrás.

Yoochun, parado en el altar vestido con su hanbok en tonos blanco y azul clavó sus orbes negras en su prometido. Endureció la mirada cuando vio a Junsu retroceder ese paso y mirarle con miedo. Luego de pronto el rubio dio media vuelta y salió corriendo. Literalmente corriendo. Huyendo del matrimonio.

La gente comenzó a cuchichear, Jaejoong se largó a llorar porque… bueno, no sabe con certeza, pero le habían dado ganas de llorar y lo había hecho. Y estaba bien porque Yunho le abrazaba y le consolaba con cariño. ChangMin jaló a Hayami a su lado, por si a alguien se le ocurría tomar represalias en su contra, porque presentía que había sido su culpa la repentina huída del rubio.

Por su parte, Yoochun había echado a correr detrás de su prometido.

- ¡Junsu ah! ¡Espera!

- ¡No! ¡No quiero casarme contigo!

- ¡Te digo que esperes!

- ¡No quiero ser el Sr. Park Junsu!

Esas y otras cosas iban gritándose el uno al otro mientras continuaban la carrera. Era algo cómico a decir verdad, la forma en que el rubio se había remangado las holgadas telas de la parte inferior de su hanbok para correr con mayor libertad, pero sin dejar de gritarse.

- ¡Junsu, tengo asma! ¡Para ya que me desmayo!

- ¡Mentiroso! ¡Solo lo dices para que pare! ¡Y luego seguro querrás besarme y obligarme a casarme! ¡Y no quiero! ¡Porque…! Porque… ¿Yoochun ah…? – luego de que el rubio se percató de que su (aún) prometido no respondía ninguna de sus palabras, frenó y volvió la mirada, metros más atrás vio al pelinegro inclinado y respirando laboriosamente… - ¡Oh mi dios! ¡Chunnie!... – chilló preocupado y volvió de prisa sobre sus pasos hasta llegar a su lado… - ¿Estás bien?...

- No… - apenas dijo… - mi… inhalador…

- ¿Dónde?... – el rubio comenzó a buscar entre las ropas del pelinegro…

- Aquí… - Yoochun metió su mano entre los pliegues de tela a la altura del vientre del rubio…

- ¡Pervertido!... – y por supuesto, el instinto de Junsu le había orillado a propinarle un golpe nada delicado en los hombros para empujarlo.

- ¡Lo guardé ahí! ¡Dios!... – el pelinegro se dejó caer en el pasto (por casualidades de la vida habían terminado a medio parque, ese que está a unos minutos de la Iglesia)… - voy a morir antes de casarnos…

Junsu se mordió el labio inferior y buscó el mentado inhalador. Mismo que, estaba efectivamente donde Yoochun había dicho.

- ¿Cómo y cuándo metiste esto en mi traje?... – preguntó entre molesto y avergonzado extendiéndoselo al prometido, quien inhaló un par de veces antes de sentir que su respiración se normalizaba…

- Te lo diré… si regresas conmigo a la Iglesia y dices “sí” en el altar…

Continuará……