Capítulo 7 LOVE IN THE SOCCER

Me he dado el tiempito hace unas horitas para sacar actu del fico, en correspondencia a los comentarios en el capi anterior ;D 

ADVERTENCIA: Lemon

CAPÍTULO 7.

NO ES CUESTIÓN DE ESTRATEGIA SINO DE CORAJE

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Choi Seong Jo no ha sido a lo largo de su vida el hombre más popular entre las mujeres como pudiera pensarse, de hecho en algún punto de su historia como adolescente y adultez temprano, había sido más bien ese tipo de chico que pasa desapercibido para la mayoría de las personas, las chicas no le miraban más que como el chico torpe que comete más errores de los permitidos, o el típico amigo de buen humor al que de vez en cuando incluso podían manipular a su antojo. Así fue como Seong Jo pasó gran parte de su vida como estudiante de Instituto y más tarde de Universidad. No es que le preocupara demasiado, o quizá simplemente era que su carácter afable le hacía tomar aquello con calma y paciencia, no solía molestarse y parecía que sus sentimientos no podían ser heridos pues siquiera intentaba nada por defenderse de las repentinas bromas pesadas por parte de sus compañeros que claro está, no pudieron faltar.

No fue sin embargo hasta que tuvo 19 años que se enamoró por primera vez. Al menos está seguro de que fue ese flechazo travieso que sacudía su estómago y ponía a tamborilear emocionado su corazón o sudar sus manos y ser algo más torpe, lo que debió pasarle a tal edad. La chica en cuestión no le prestó ni siquiera atención. Pasaba a su lado cual si fuese un ente invisible al que no debía registrar. Seong Jo conoció del mismo modo el vértigo de la decepción. El día que reunió el valor para confesar sus sentimientos, la chica en cuestión le dejó con las palabras en la boca…

- No tengo tiempo para tontos como tú…

Aquellas palabras habían dado duro y directo en su tierno corazón, aún cuando tenía casi 20 años, el golpe había resultado demasiado cruel y entonces Seong Jo había prometido en voz baja no volverse a enamorar. Durante muchos años pareció sencillo ceñirse a aquella promesa. Particularmente no mostraba interés romántico por nadie, incluso cuando se convirtió en todo un hombre realmente atractivo que llamaba la atención de cuanta chica se cruzaba en su camino. Más tarde cuando abrió su propio negocio con el Gimnasio bajo su dirección puede decirse que se transformó en todo un rompecorazones. Su amabilidad pareció convertirse entonces en el principal imán para la atracción de las féminas y alguno que otro espécimen masculino, su obvio atractivo físico para las insinuaciones de índole sexual, y sus sonrisas algo bobas, el detonante de un peculiar sex-appeal que simplemente le robaba el aliento a propios y extraños.

No ha sido sin embargo nada de aquello lo suficientemente fuerte o importante para derribar la barrera de acero que rodea el corazón del bondadoso hombre. Pero entonces está ahí, estático sentado en la arena con el rostro alzado y los ojos abiertos de par en par sin lograr que haya una sola conexión neuronal en su cerebro o una reacción por parte de su cuerpo para hacer o decir algo.

ChangMin acaba de besarle.

Y el joven permanece ahí de pie ante él con el rostro colorado y un constante morder de labio inferior que deja de manifiesto su obvio nerviosismo. Quizá ChangMin espera algo. ¡Claro que espera algo! Hay una ínfima parte de su cerebro que se lo está gritando, que intenta hacer que reaccione y más allá del mutismo disfrazado de rechazo, diga algo sincero al morocho.

- Hyung… - le oye murmurar con ese tono que indica claramente que espera le diga algo, pero su cerebro sigue trabado en alguna parte, tal vez el mecanismo se ha atascado impidiendo el engranaje adecuado de funcionamiento… - Hyung, sé que lo que he hecho no necesita más explicación. Es lógico y obvio que acabo de decirle que me gusta. ¿Está usted pensando en rechazarme?

- Sería lo más sensato, ChangMin ah… - las palabras afloran de sus labios con absoluta libertad. Seong Jo parece reaccionar en el impacto de lo dicho cuando se da cuenta de que la silueta del morocho no está más ante él.

Sale de su estupor y atina a girar el rostro. Le ve caminar de prisa, pasos pesados, aparentemente firmes. La espalda de ChangMin ocupa todo su campo de visión ahora que se aleja caminando descalzo por la arena rumbo al hotel. Seong Jo se queda donde mismo, de pronto parece que tiene mucho que pensar. Él acaba de desilusionar a un buen chico. Del mismo modo en que a él le desilusionaron cuando tenía casi la misma edad que ChangMin. ¿El latido inconstante e inquieto de su corazón es simplemente empatía? ¿Ó se trata de un sentimiento diferente y más profundo?

……………………………

Sería mentira decir que no había esperado esa respuesta.

Sería mentira decir que ChangMin no se había mentalizado para recibirla.

Sería mentira decir también que no le ha dolido, que no siente de pronto el cuerpo pesado y unas enormes ganas de llorar y largarse de ahí.

Incluso si él pensó al respecto durante largos ratos de supuesto ocio, no hay nada comparado a la realidad con cualquier variable mentalmente prediseñada para enfrentar el rechazo. ChangMin comprendió a la mala que nunca se es lo suficientemente inteligente para manejar una desilusión amorosa.

- Incluso si aún siento el cosquilleo de sus labios tibios, él nunca correspondió mi beso y me convertí en una especie de acosador impulsivo… - susurra para sí y antes de entrar a su habitación decide perderse en la azotea del hotel, descansar en el suelo a lado de las escaleras que dan hacia allá.

De pronto es como sentirse demasiado cansado y débil. Una parte de su cerebro le grita débil y perdedor; la otra le “consuela” con golpe de pecho y un constante traté de advertírtelo, mocoso que casi parece le volverá loco. Su corazón. ¡Ah! Su corazón, golpetea herido, dolido y lloroso. Es su primer grieta por amor.

……………………………

Más allá cerca a la casa de Jaejoong donde la historia había comenzado por el mismo rumbo, otro capítulo se escribe con letras carmín como el romance. Yunho todavía no sale de su sorpresa, no del todo, pero sí lo suficiente para dejar aflorar esa sonrisa boba de chico enamorado que ni aunque quisiera podría disfrazar. Los labios de Jaejoong son tan suaves y dulces, y embriagadores y perfectos, que él jura que ha soñado, que en cualquier momento despertará al caer de su cama.

- Yunho ah… - la mano del pelioscuro se agita ante su rostro suspendido entre el supuesto sueño y la vigilia. Jaejoong se muerde el labio inferior y por un segundo duda de haber hecho lo correcto… - ¡Yunho ah, despierta! – truena los dedos delante de su rostro y solo entonces algo de cordura se cuela entre los sentidos del moreno.

- Me has besado… - murmura entre la sorpresa y la afirmación de un sueño imposible que acaba de hacerse realidad. La sonrisa que se había expandido por el rostro del moreno va disminuyendo lentamente hasta desaparecer. La cordura ha vuelto del todo y con ella las dudas y confusiones… - ¿Por qué me ha besado, Jaejoong hyung?

- Para de llamarme hyung, solo te llevo dos años de diferencia, ¡lo cual es nada! – exclama de pronto necesitado de olvidarse de los tontos formalismos, una necesidad inconsciente de sentirse como lo que es, un joven como el moreno, con sus propios sueños e ilusiones.

- De todas maneras, por qué me has besado, Jaejoong ah… - accede a llamarle de Tú sin dejar de lado esa serenidad de su rostro que exige una respuesta, un motivo más allá del “se me ha ocurrido” o “me han dado ganas” porque el moreno jura no le perdonaría una excusa de aquella naturaleza.

Por supuesto que no, Yunho anhela una especie de correspondencia a esos sentimientos que él le confesó semanas atrás.

- Supongo que me gustas… - murmura con las mejillas así teñidas de un lindo rosado… - ¿No te ha gustado que te bese? ¿Estás enojado? Creía que yo te gustaba mucho a ti… - suelta con prisas y con expresiones variadas, un ligero fruncir de ceño, un sonrojo más evidente, un marcado nerviosismo y esa aura repentinamente mucho más relajada como avergonzada.

Sí, Yunho por esos instantes no sintió que estaba ante su promotor o un chico de clase adinerada que busca cumplir un capricho. El moreno se sintió ante un igual. Y eso le hizo sentir entre emocionado y vigoroso, de pronto creía que incluso podría tener el coraje para estrecharle entre sus brazos y besarle de verdad. ¡Maldito su cuerpo que no seguía sus pensamientos!

- Yunho…

- Me ha tomado por sorpresa. Ni siquiera imaginé que iba a besarme, no ha hecho otra cosa más que hablar de fútbol y entrenamientos especiales o encuentros con equipos profesionales para “medir” mi potencial como jugador. ¿No cree que es normal que me sienta confundido y me cueste un poco comprender el repentino beso? No facilita las cosas para saber cuando alguien le gusta, hasta hace un par de minutos seguía pensando que es un sueño imposible, una estrella inalcanzable en el firmamento.

- Si te beso de nuevo ahora que sabes que me gustas, ¿vas al menos a devolverme el beso?

- Ya ha dicho que se lo devuelva en el próximo partido… - un golpe mental, eso fue lo que el moreno se dio a sí mismo luego de escucharse decir tremenda estupidez. ¡Está rechazando la oportunidad de besar a Jaejoong!

- No Yunho ah, quiero que me beses cuando te beso. Y en el siguiente partido tú vas a besarme para que yo te bese. ¿Entiendes? – murmura por último de pronto sabiéndose así demasiado ansioso por saber que corresponden su atrevido gesto. Oh sí, sigue ahí el muchacho de 23 años que simplemente quiere vivir este romance sin importarle todo lo demás.

Yunho estuvo tentado de responder que no, que realmente no entendía la diferencia. Pero ¡ni de loco! ¡Besar a Jaejoong a la luz de la luna es un regalo de los mismísimos cielos!

- ¿Qué sucederá si no gano el próximo partido?... – cuestiona mientras acerca su rostro al del mayor…

- Estoy seguro de que un beso mío vale lo suficiente para dar todo de ti en el campo y ganar sin tregua a la derrota… - se permite una suave sonrisa antes de que sus labios sean arropados por los del menor.

¿Habrá sido solo cosa suya? ¿O Yunho también sintió esa explosión de sensaciones por su cuerpo ante el tibio contacto?

……………………………

- Yoochunnie~ deja de intentar meter tu mano por debajo de mi ropa… - el pelirrojo se pregunta ahora si el efecto de sus pucheros han perdido fuerza o encanto, porque ni uno solo de ellos ha conseguido que su novio deje de besarle con tanta pasión o que sus manos inquietas dejen de colarse bajo su camiseta.

- Si me dejas hacerte algo entonces te dejaré en paz… - la sonrisa pícara en labios del pelinegro aflora con absoluta desvergüenza pero tiñe de sorprendente sonrojo las mejillas de su novio.

- ¡Te digo que es muy pronto para eso! – le chilla escandalizado, preguntándose (algo tarde a decir verdad) cómo fue que terminó en la habitación del pelinegro entre besos húmedos e insinuantes caricias.

Mala idea si quería seguir virgen. Venga que tampoco es de piedra, es un chico como cualquiera de su edad, con hormonas alterables y un cuerpo que reacciona sí o sí a las insinuaciones que su novio le hace. ¡Bendito calor que ha subido tanto en la habitación! ¡Y estar recostado en la cama con Yoochun encima ayuda menos! El autocontrol se está yendo por la borda, directo al abismo y al conocido punto de no retorno tan peligrosamente acosador.

- Junsu ah~ ¿un poquito?... – trata de acordar mirándole con ojitos tiernos, mimando el rostro colorado del pelirrojo y jugueteando con sus dedos en el vientre cálido que arranca algunas sonrisas del menor de los dos.

- ¿Eso existe? – sonríe suspirando, sabiendo que si su novio sigue así, él podría ceder.

- Sí… - el pelinegro levanta un poco la camiseta y besa el vientre, alrededor del ombligo concienzudamente, sube despacio la prenda y reparte nuevos besos cándidos por la piel desnuda de un peculiar tono rosado que le hace pensar en pétalos de terciopelo. Continúa su camino besando el mentón, subiendo por un lado a la tibia mejilla hasta alcanzar el oído… - puedo tocarte solamente si me dejas, no necesitamos llegar hasta el final por hoy si no estás listo, baby… - la voz ronca y sexy eriza el vello en la nuca del pelirrojo, le hace suspirar extasiado y anclado a las palabras que han hecho eco en su cerebro… - Está seguro de que no tengo en mente otra cosa que no sea hacer el amor contigo… - susurra mirándole directo a los ojos y besando luego sus rosadas mejillas.

Junsu supo que perdió cuando dijo aquello. Asintió con el rostro encendiéndosele de rubor y cuando accedió a aquella proposición, ninguno pensó en la probabilidad de que ChangMin llegara. Con suerte y harían lo suyo sin interrupción alguna y el consecuente trauma del morocho por llegar a pillarles en plena faena.

- Entonces, prepárate porque voy a comerte… - la sonrisa que se expandió por el rostro del pelinegro detonó también la vergüenza del pelirrojo, que chilló infantilmente apenas su novio comenzó a desabrocharle los pantalones.

- ¡Despacio, Chunnie! – le grita por demás avergonzado, cubriéndose al instante la boca para evitar el gemido ladino que ascendió desde su garganta.

Yoochun ha metido una mano entre sus ropas y tomado su extensión bombeando armónicamente de arriba abajo. Junsu revuelve las piernas y las cierra instintivamente, pero el pelinegro es hábil y hasta rápido, se acomoda entre ellas impidiéndole detener su tarea de la noche.

- ¡Mgh! – el pelirrojo jadea amortiguando el gemido entre sus manos. El pelinegro ha encontrado entretenido jugar con la punta rojiza de su erección que va ganando tamaño y calor.

Mientras la mano del pelinegro atiende la virilidad de su novio, los gruesos labios no escatiman en besos y lamidas por aquí y por allá. Ha atacado primero el vientre del pelirrojo, llenado de saliva el ombligo dejando que su lengua se introduzca en el pequeño orificio que tan morbosamente le hace pensar en aquel pasaje que sabe esa noche no podrá poseer, pero que le esperará pacientemente para un futuro no tan lejano.

Cuando la cadera de Junsu se elevó en un gesto inconsciente buscando mayor contacto con las manos que estimulan su entrepierna, Yoochun supo que los pantalones aún eran un estorbo, por lo que los bajó hasta casi las rodillas; de modo que tuvo acceso a los muslos, a las ingles, a aquel trasero tan firme y torneado con el que tantos sueños candentes ha tenido. Beso entonces todas aquellas porciones de piel desnuda, las acarició de vez en cuando sin llegar a abandonar del todo la hinchada erección de Junsu.

El pelirrojo terminó llevando un cojín a su boca, mordiendo la punta de la blanda y rectangular almohadilla para amortiguar ahí los gemidos casi indecentes que seguían borboteando de su garganta. Su rostro enterrado en la almohada y los ojos cerradas, entregado a ese momento tan íntimo (y el primero) con su novio. Luchando contra la vergüenza y concentrado en las electrizantes corrientes de placer que van circulando por su cuerpo.

- ¡Yoochun! – gimió entonces soltando de la prisión de sus dientes el cojin y abriendo los ojos con sorpresa, irguiendo ligeramente el cuerpo para mirar hacia abajo… - ¡Oh dios mío! ¡Que vergüenza!

Yoochun ha decidido explorar la virilidad de su novio con la boca, ha engullido el falo caliente, duro e hinchado; le saborea con paciencia subiendo y bajando a lo largo, su lengua rugosa resbalando por el rojizo pene brindándole ese exquisito placer que hace a Junsu caer de nuevo contra el colchón y reposar su cabeza sobre la almohada, se muerde los labios y calla apenas los roncos gemidos guturales de su garganta. Los dedos de su novio han caído entonces sobre los testículos, las manos del pelinegro juguetean por toda la zona genital tan peculiarmente desprovista de vello púbico; excepto por ese camino delgado que baja del ombligo y culmina sobre la base de la erección.

El sonido húmedo de las succiones inunda la habitación. Yoochun parece de pronto todo un experto en aquel arte para brindar placer, su boca y sus manos han impuesto el ritmo perfecto, y Junsu no puede menos que rendirse y disfrutar a ojos cerrados, mordiéndose los labios y apretando las colchas de la cama entre sus manos, dejándose los nudillos en blanco. El cuerpo se le va tensando, los dedos de sus pies se irguen y su espalda se curva ante cada intensa oleada de placer, ahí cuando la boca de Yoochun le traga por completo, y cuando sus labios presionan la punta succionando particularmente fuerte. Pareciera como si quisiera exprimir de su falo toda su esencia.

- Pervert…ido~~ - jadea ahogado en placer. Junsu no sabe si ha dicho aquello por la magnífica atención que Yoochun le brinda, o por el gozo con que la recibe.

Y es entonces cuando lo sabe cerca, con todo ese calor embriagante concentrándosele en el bajo vientre, el pelirrojo intenta avisarle a su novio el inminente final de su paseo gozoso a la gloria. Pero en medio de tanto placer nublándole los sentidos, Junsu no fue capaz de advertir coherentemente a Yoochun cuando ya su semilla explota y se derrama dentro de la boca del pelinegro, que tomado un poco por sorpresa atina a apartarse sin haber captado con su boca todo el semen, algunas gotas de la blanquecina y pegajosa sustancia manchan su rostro y ensucian el vientre del pelirrojo. Vientre y pecho que suben y bajan agitados por el orgasmo alcanzado, ése que sacude con deliciosos espasmos el cuerpo del menor.

Yoochun no sabe si tragar o no lo que ha quedado en su boca. El sabor no es dulce ni salado, tampoco es agradable o desagradable. En realidad en su cabeza solo flota el pensamiento de “es el semen de mi novio” que no le ayuda a tomar una decisión.

Y son los repentinos labios de Junsu que le toman por sorpresa los que finalmente le hacen compartir y tragar la esencia del pelirrojo, quien sin haberlo previsto se prueba a sí mismo restándole importancia cuando está simplemente ocupado de besarle con renovada pasión y cariño dulcificando el contacto que el pelinegro no duda ni un segundo en corresponder. Los brazos del pelirrojo se anclaron a su cuello y tiraron de él llevándole consigo hasta quedar recostados así de juntos, sudorosos y agitados en la cama. El beso parece no tener –o no querer– fin cuando sus labios se despegan apenas unos segundos para tomar otro respiro y abastecer los pulmones de suficiente oxigeno para continuar pegados de los labios. La entrepierna de Yoochun aún no ha sido mimada y ha comenzado a incomodar a punto del dolor entre sus ropas. Ahora tendrá que convencerle de tocar también.

¡Que ChangMin no llegue aún!

No. En realidad no hay espacio para ese pensamiento.

- ¡Joder! ¡Qué demonios están haciendo! – porque si lo hubieran pensado, cierto morocho no habría entrado en la habitación para encontrarse con la escena que marcará un pasaje en su vida imposible de borrar. O lo que es lo mismo, no se habría traumado.

- ¡ChangMin ah! – gritan los dos, Yoochun se las ingenia para cubrir la semi-desnudez de ese Junsu que no cabe en sí de vergüenza y ha comenzado a lanzarle golpes a su novio pues ha sido su culpa terminar en tan vergonzosa situación.

- Debería haber esperado otro rato… - gruñe por lo bajo mientras ladea el rostro y trata de espabilar esa sensación de sonrojo que sabe se ha expandido por su rostro… - ¡Tendrían que haberse aguantado, par de pervertidos! – espeta a los dos y decide salir dando un portazo y maldiciendo sin miramientos por lo bajo. Él con el corazón roto y este par destilando su miel… - Idiotas… - maldice sin llegar a odiarles realmente. Solo les tiene envidia. Él no podrá estar así con Seong Jo.

Su primer amor se ha ido a la mismísima mierda.

……………………………

Seong Jo ha ido en busca del entrenador para ser aconsejado. Seong Jo no está seguro de sí es buena idea, pero de momento al menos necesita desahogarse. Así que le ha interrumpido a medio cenar y esperado a que los chicos se fueran a sus habitaciones para poder charlar. Una copa de vino tinto es todo cuanto queda en la mesa compartida.

- Veo venir que lo que va a decirme no es justamente bueno…

- Depende de lo que sea “bueno” para usted, hyung Jang… - Seong Jo se permite una sonrisita, aunque algo boba como es tan común en su personalidad, la mirada del hombre dista bastante de lo normal. El entrenador Jang entonces se toma la libertad de beber un sorbo de su vino tinto.

- Suéltelo entonces…

- ¿Alguna vez alguna de las chicas de la Universidad se le ha declarado? Realmente declarado, más allá de algún coqueteo inocente…

- Oh cielos, esto es realmente serio. ¿Alguno de mis muchachos se le declaró?...

- No realmente, no es ninguno de sus muchachos…

- Entonces se trata del joven Shim. Supe desde el momento en el que se enfiló en el viaje que su presencia no sería del todo tranquila. No es que yo tenga problema alguno con que usted le guste al joven Shim…

- ChangMin me besó hace unos minutos…

- La juventud de hoy en día es bastante más decidida…

- Hyung Jang, creo que lo rechacé.

- ¿Cree que lo hizo? ¿O lo hizo?

Seong Jo se quedó en punto muerte ante la pregunta. Ciertamente que lo correcto sería decir que lo ha rechazado. ChangMin mismo lo tomó así.

- A usted le gusta, ¿no? El joven Shim mueve las fibras sensibles de su corazón.

- Le llevo 9 años de diferencia en edad…

- Y así que lo único que le preocupa y lo que le llevó a tal vez rechazar al joven Shim fue el absurdo prejuicio de la edad. No fue ni siquiera ser del mismo sexo ni cualquier prejuicio social que dictamine lo incorrecto de las relaciones homosexuales. Tan solo la diferencia de edad.

- No es que haya sido solo eso…

- ¿Seguro?

- Hyung, ¿alguna vez le tuvo miedo al amor?

- Seong Jo, podemos tenerle miedo a muchas cosas en la vida, pero no por eso vamos a huir siempre de ellas. Incluso si tiene miedo de enamorarse de un joven de 20 años, lo que realmente debería plantearse ahora es lo que hará para lidiar con los sentimientos que ya tiene en usted. Porque esos créame, no se irán a ninguna parte.

El preparador físico tomó su copa de vino tinto y miró el líquido en el fondo del cristal. Un líquido rojizo encerrado en una coraza transparente. De pronto pensó en su corazón. Aunque intentara ocultarlo, seguía siendo demasiado diáfano a los sentimientos. Seong Jo tomó un sorbo y volvió su mirada al entrenador Jang. El hombre le sonrió antes de levantarse tras dejar su propia copa ya vacía sobre la mesa de mantel blanco. Un ligero apretón en el hombro a modo de apoyo moral fue la forma de despedirse del entrenador Jang. Seong Jo inspiró y exhaló profundamente, luego permaneció ahí sentado durante otro rato antes de abandonar el restaurante-bar del hotel y salir a caminar un poco por la playa. Todavía necesita clarificar sus pensamientos y tomar una decisión.

Porque esta decisión iba a afectar también a ChangMin.

Y es el chico de peculiar personalidad el motivo por el cual hace meses su corazón había comenzado a latir de un modo diferente.

No se trataba de la emoción aquella con que latió la primera vez que se enamoró, por eso no le había dado demasiada importancia ni había meditado al respecto.

Pero ese beso.

Oh, ese beso.

Lo cambió todo.

Como si de pronto el eje de la tierra se hubiese movido un grado. Un cambio que en términos coloquiales no debería significar nada, pero que en palabras proporcionales, lo es todo.

Continuará……