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lunes, 11 de marzo de 2013

ABC (Parte 1)



Esto lo compartí en face durante los últimos días, pero lo dejó acá en dos partes para quienes no hayan leído o quieran releer su letra favorita ;D
 

Título: ABC de las formas de expresión.
Autora: Felina
Parejas: YunJae, YooSu, HayaMin
Género: Romance
Clasificación: NC-17
Advertencias: Lime, Lemon



ABC DE LAS FORMAS DE EXPRESIÓN
***


AGRIDULCE
(YunJae)
***

Si tuvieses que describir el sabor de tu sentimiento por aquél hombre tú sin duda responderías agridulce. Porque es dulce el néctar que bebes de sus labios rojos, como lo es su nívea piel cuando le recorres con besos sin querer dejar un solo recoveco sin humedecer con tu boca. Pero es agrio también, cuando en las noches de soledad te abrazas a la almohada en un fútil intento por memorar su silueta y aminorar la angustia de su ausencia.

Es agridulce por la respuesta más sencilla que puedes dar. Porque lo han vivido todo, los buenos y los malos momentos. Porque aún en la ruptura, supieron encontrar de nuevo ese lienzo olvidado en el ayer en el que ambos habían pintado el cuadro de sus sentimientos enlazados por el fino hilo rojo del destino.

Es agridulce como algunas frutas, pero siempre terminas volviendo a él porque sabes que no hay sabor más exquisito que el suyo.

- ¿Qué piensas, Yunho ah? – su voz te atrapa, y tu sonríes en respuesta aunque no tenga mínima idea del porqué de tu repentino buen humor.

- Tengo antojo de algo agridulce… - ofreces tu mano y esperas que la tome. Él te mira curioso y ladea el rostro nombrando algún platillo o postre que podría prepararte. Niegas con la cabeza y alcanzas su mano sujetando lentamente desde las yemas sus dedos hasta conseguir enlazarlos con los tuyos, llevas sus nudillos a tus labios y dejas un casto beso sobre el dorso de su mano… - Tengo antojo de ti, Jaejoong ah.

- ¿Soy agridulce? – te cuestiona elevando una ceja, parece dudar si debe tomarse aquello como un halago o si vendrá alguna de esas discusiones tontas en las que a veces inevitablemente caen. Sonríes y vuelves a besar su dorso, antes de ir directo hasta sus labios y lamerlos sin más… - ¡Yunho! – exclama sonrojándose de pronto y sacando su mano de la tuya, dando media vuelta y diciendo a saber qué tantas cosas atropelladamente mientras se dirige a la cocina y se aleja de ti como si repentinamente tu cercanía le quemase.

Te detienes en el umbral de la puerta y te recargas en el marco mientras le contemplas comenzar a sacar ingredientes de la alacena y la nevera. Te entretienes largos minutos simplemente observándole, notando esa concentración abrumadora en la que se sume mientras cocina y te deja un poco fuera de su campo visual. Después tus ojos se quedan prendados únicamente de su rostro, notas algunas perlitas de sudor comenzando a formarse en su frente hasta formar una traviesa gotita que resbala suavemente por el contorno de su rostro. Él parece no darse cuenta ni prestar atención, tú en cambio dejas finalmente tu refugio y caminas hasta él. El murmullo de tus pasos parece tener su atención y sus ojos negros te atrapan desde mitad de camino, su ceja elevada te cuestiona en silencio lo que estás pensando pero por toda respuesta sencillamente terminas de acercarte.

El sonrojo de sus mejillas se expande cuando la punta de tu lengua atrapa la gota de sudor que amenazaba con caer de su mentón. Tus labios pronto se pegan a esa zona y comienzas a besar su cuello. Sigues con antojo. Antojo de él, de su sabor agridulce que te hace tocar el cielo con la punta de los dedos.

- Yunho ah… - suspira y sabes que le tienes cuando abandona la masa espesa sobre la encimera de la isla en medio de su adorada cocina.

Pronto tus labios hacen más que besarle por aquí y por allá, succionando trocitos de piel que quieres marcar como propios mientras tus dedos serpentean por su cuerpo y buscan más páramos de piel que recorrer.

Jaejoong es agridulce. Como sabes que lo eres tú mismo.
No se trata de una mezcla entre su dulzura y tu acidez, o viceversa. No, porque sabes que ambos tienen un poco de ambas esencias. Que la personalidad de cada uno a veces hace los días buenos, a veces malos. Porque el cielo bajo el que caminan tomados de la mano en ocasiones es azul intenso, otras está moteado de nubes y en unas tantas amenaza una tormenta.

Es así.
Y dentro de su sabor agridulce, es perfecto.


BUFANDA
(YooSu)
***

La suave y cálida prenda de lana y algodón cubre alrededor de tu cuello, aspiras con lentitud y el aroma de su perfume te llena los pulmones. Sonríes medio embobado y miras tu reloj de muñeca, se ha ido apenas hace un par de minutos pero tú ya sientes que ha sido una eternidad. ¡Y solo ha ido a aparca el auto!

- Huele tan bien… - sonríes algo más y tomas las puntas de la bufanda para acercarla a tu mejilla y percibir su textura esponjosa. Cierras los ojos y casi te recuerda el tacto de sus dedos cuando se pone en plan cariñoso.

- Me pondré celoso si no es en mí en quien piensas a ojos cerrados, baby… - su voz te saca de tu ensoñación y tu rostro se enciende en rojo vivo al percatarte de que te ha pillado en aquella bochornosa situación… - Te ves más guapo cuando te sonrojas… - susurra con una de esas sonrisas tan suyas que te erizan el vello y alocan tu corazón.

- Babo~ - replicas apenas capaz de pronunciar una palabra. Evades su mirada y esperas a que la señorita se acerque para pedir su orden.

Yoochun te mira –lo sabes porque sus penetrantes orbes negras te hacen estremecer cada vez– y tú sabes que se divierte con tus sonrojos. No te molesta, él es así y sabes que no hay ápice de burla en sus sonrisas. Te ama, le amas. Y eso diluye cualquier otra cosa que la gente pueda pensar. Miras hacia afuera a través del amplio cristal y sonríes al notar a un par de adolescentes juguetear con el cristal de un auto a dibujar corazones y escribir dentro sus nombres. El frío de la época es suficiente para que el vaho se forme rápidamente y los juegos que se pueden inventar resultan cálidos al corazón.

- Café para mí, chocolate para mi novio, por favor… - le escuchas decir y entonces tus ojos castaños vuelven a él. La sonrisa no se ha borrado de sus gruesos labios ni el sonrojo de tus mejillas. Te gusta su nuevo corte de cabello y que diga sin preocupaciones cuál es el lazo que te une a él y te trajo a esta cita… - Estás muy pensativo, Junsu ah.

- Pienso en lo bien que te sienta tu nuevo corte, Yoochunnie.

- Yo pienso en que te ves precioso con mi bufanda, pero te verás mejor cuando te la quite junto a todo lo demás llegando a casa… - te dice con absoluta libertad, desvergüenza si necesita ser puesto en otra palabra.

Te sonrojas de nuevo como termostato y abochornado evades de nuevo la mirada hacia el exterior. No niegas sin embargo lo que ha dicho. Te gusta cómo es, te gusta que sea algo pervertido y que muchas veces al día externe las ganas que tiene de ti. Te gusta porque sabes que es sincero y honesto, transparente con sus sentimientos como sus deseos.

Y en cierta forma piensas que se asemeja a una bufanda. Como cuando te rodea con sus brazos y te sientes seguro entre ellos; cuando refugiado en su pecho el palpitar de su corazón se convierte en el esponjoso tejido que te envuelve a su ser. Yoochun es tu bufanda personal, te protege del mundo, del frío de los prejuicios y rodeándote en la calidez de su corazón cubre tu alma.
´

CALIDOSCOPIO
(HayaMin)
***

Su personalidad nunca ha sido sencilla. Por eso cuando ves aquel calidoscopio en el aparador de la tienda piensas que es un adorno perfecto para tener en casa. Sujetas el tubo en tu mano y miras dentro; los reflejos en los espejos angulares reflejan las variadas combinaciones de colores y formas. Sí, esta es una forma de pensar en ChangMin. Y aunque la mayoría puede asegurar su sarcástica y malhumorada personalidad, todavía esconde muchas formas en su asimétrica forma de ser.

- Llevaré esto, por favor… - indicas al hombre de mediana edad tras el mostrador y sonriente tomas la bolsa en que te entrega tu compra.

Vuelves a casa sintiéndote así de pronto feliz. La misión para conquistarle nunca ha sido fácil. Es más, podrías asegurar que le conquistas día con día como si el anterior no le hubieses jurado amor entre besos y refunfuños tan característicos de él. A veces algunas personas te dicen si tu relación con ChangMin no es una guerra constante, una batalla diaria.

No.

Sabes que esa es la respuesta que brota de tus labios y no solo por inercia, sino porque la consideras real. ChangMin definitivamente podrá no ser fácil de complacer ni de comprender. Hay ocasiones en las que tú mismo te preguntas si estarás interpretando acertadamente sus comentarios mordaces o si su molestia irá en detrimento o aumento. Si estará bien besarle o sujetar su mano, si quiere un abrazo o prefiere que le dejes a solas sentado en su lado de la cama mientras lee uno más de esos libros que deja a medio terminar porque la tripa le gruñe y te exige un poco de comida sin importar la hora del día o la noche.

Por eso piensas que un calidoscopio es una forma metafórica muy adecuada de pensar en él. Porque con todo y esas formas irregulares o la variedad de colores que sus cristales puedan reflejar, no deja de ser brillante y hermoso. Una especie de misterio digno de belleza sinigual.

- Tadaima~

- Okaeri…

La diferencia parece notoria. La alegría rimbombante de tu saludo al llegar a casa frente a su recibimiento casi autómata. Y sin embargo te parece el gesto más maravilloso de cada día cuando entras a casa y él te espera sentado en la estancia, visiblemente aburrido y hambriento, todo y que siempre hay comida en la nevera. Sabes que le gusta comer contigo mientras se hacen preguntas cotidianas que sin embargo saben a nuevo cada vez.

- ¿Has comprado algo? – te cuestiona con interés.

- Sí. Un calidoscopio. – respondes sacando el objeto del bolso y mostrándoselo con una sonrisa.

- Comida hubiera sido mejor… - refunfuña y pasa de largo del objeto yendo directo a la cocina pensando en qué pedirte de cena aquella tarde de primavera.

No te extraña, ni te lo tomas a mal. Es justamente como le amas.

- Hayami no baka, date prisa que tengo hambre… - le escuchas gruñirte desde la cocina y dejando el bolso en el sofá, te internas sin dejar de sonreír. Le abrazas por la cintura y pegas tus labios a los suyos dejando que sea él esa vez quien decida la intensidad del beso.

Te agrada saber que te ha extrañado también. Lo sabes porque te besa con calma y enreda sus manos tras tu cuello mientras degusta parsimoniosamente el interior de tu boca, enredando su lengua con la tuya y jalándote más cerca como si la cercanía no fuese suficiente.

Sí, ChangMin es tu calidoscopio.
Y es el mejor obsequio que la vida pudo darte.



DELICIA
(HayaMin)
***

No te extraña. Y al mundo tampoco. Disfrutas de la comida como uno de los auténticos placeres de la vida, sin remordimiento alguno ni vísperas de renunciamiento. Las papilas gustativas te reaccionan casi por reflejo, la mirada te brilla y las manos te hormiguean cuando ves los exquisitos platillos dispuestos en la mesa o ahí en cualquier estantería de locales establecidos por las avenidas o en los centros comerciales.

Lo aseguras como autómata pero plenamente consciente de tu respuesta: es una delicia. Tener el apetito tan dispuesto a ser satisfecho, sobre todo cuando son sus manos las que preparan cada exótico platillo y tu boca se humedece deseosa de probar. Y entonces no sabes qué es más delicioso, verle cocinando para ti, o la comida que de hecho te prepara. Una gran disyuntiva. No sabrías qué elegir. Te relames los labios y cómodamente te sientas a observarle.

- ¿No ayudas? – te cuestiona con una de esas sonrisas que arrancan suspiros. Claro que tú no suspiras, gruñes o finges indiferencia a cambio.

- Ayudaré a que no se desperdicie nada cuando esté todo listo – aseguras bordeando en tus labios un intento de sonrisa inocente.

Hayami ríe y tú admites en silencio que la expresión angelical no va contigo y francamente las más de las veces ni siquiera pega. Lo cual tampoco significa que seas todo agrio, sarcástico ni malhumorado, tienes tus arranques de romanticismo y a veces derrochas miel cuando estás con él, pero te sientes más cuando puedes ser espontáneo y sincero, cuando sabes que tienes libertad para romper un beso y reventar la burbuja rosa para pedirle un poco de comida o simplemente para cambiar el canal en la tv.

- ¿Quieres probar? – te ofrece un poco de esa mezcla dulce que prepara para bañar los panecillos que hornea por antojo tuyo. ¡Si es que también eres un consentido! Aunque tú lo expresas de forma diferente a la mayoría de los mimados amigos tuyos.

Te acercas y abres la boca recibiendo esa cucharada que deja en ella. El líquido semiespeso sabe rico, un equilibrio perfecto de dulzor sin llegar a ser empalagoso.

Una Delicia.
Justo como Hayami.
Usarías tal palabra para describirlo, sin temor a equivocarte y aunque las mejillas te ardieran de vergüenza. Si es que todavía recuerdas lo que significa apenarse cuando te sientes tan libre de ser tú mismo a su lado.

Pero tu novio es así, pone los ingredientes necesarios pero sin llegar a ser irritante o indigesto. Es romántico pero no demasiado cursi ni mucho menos todo el tiempo. Es divertido pero sin caer en la ridiculez. Es maduro pero no aburrido ni un sermoneador. Es un hombre que no te trata como una mujer por el hecho de recibir su cariño.

- ChangMin ah…

- ¿Qué? 

- Te Amo… - sonríe para ti y tú no dudas en regresarle el gesto.

- Baka… - susurras empinándote para topar cortamente sus labios, la mezcla que degustaste sabe incluso más deliciosa si tienes su saliva mezclada con la tuya.

Sabes, por cierto, que no necesitas responderle lo mismo, en ése momento no te nace hacerlo pero tal vez más tarde o mañana sí. Eso no importa, nunca lo ha sido. Porque sabes que él sabe que si estás con él es porque estás enamorado, no para pasar el rato.

Y eso para él, también es una Delicia.


EMPALME
(YooSu)
***

Lo meditas y en muchas ocasiones reconoces que tu lado pervertido sale a flote cuando se trata de demostrarle tus sentimientos a tu novio. Por eso muchas ocasiones te cuestionan si en verdad le amas o si solo te interesa el sexo con él. Al principio te enojaba que hubiera gente que pensara eso, como si tú también fueras solo un calenturiento incapaz de mostrar afecto. Después pasaste por la indignación y la mayoría de las veces tenías que controlarte para no terminar a los golpes con más de algún imbécil que insinuaba que eras uno de esos hombres que pensaba y “sentía” con los pantalones y que para nada recurrías al cerebro o el corazón. Luego simplemente comenzaste a pasar de largo, disfrutando de tu relación con ese precioso chico que confiaba en ti y solo te pedía un tanto de confianza para no tener que escuchar los rumores malintencionados.

¿Y todo por qué? Porque vamos, como hombre enamorado de su hombre, vas y te empalmas con solo verlo, sin importar cómo va vestido, ni el momento ni el lugar en que se encuentren. ¡Es que tienes hormonas, joder! Tampoco es tu culpa no poder desfogar a menudo todo ese deseo que te hormiguea en el cuerpo, ni el que cuando comenzaron a salir hubieses tenido que esperarle todo un año hasta que estuvo listo y seguro de que al intimar solo podrías hacerle el amor.

- ¡Yoochun~! – su voz chillona se escucha por toda la sala, aún y cuando está sentado a tu lado. Volteas a mirarle despegando la vista del guión que has estado leyendo y sus pucheros te llaman poderosamente la atención para morderlos. Sonríes con tal de entretener en algo tus labios… - Deja ya de leer eso y hazme caso~ 

- Eras tú el que estaba entretenidísimo jugando Mario Kart… - lanzas en fingido reclamo y te esmeras en poner caritas como las suyas cuando puchea lindamente. No puedes evitar las sonrisas y te recuerdas mentalmente que para ser cute también se nace con cierto don.

- ¡Pero lo he dejado hace horas! – exclama con curiosos aspavientos y termina arrebatándote el guión de las manos y tirándolo sobre la mesita de centro. Se sienta en tu regazo y apoya sus manos en tus hombros… - Quiero que me prestes atención, y no que leas escenitas de besos con actrices feas… - gimotea celoso y tú encuentras adorables sus sonrojos molestos y cada mohín de disgusto que se perfila en su carita angelical.

J O D E R

Te has empalmado.
Y entonces te resulta claro y sencillo.
El empalme viene cuando dos cosas se unen o enlazan. ¡Sencillísimo! Si no es tu culpa, es una operación natural.

Junsu+Yoochun+mismo espacio = tu amiguito entre tus piernas despertando. O lo que es sinónimo en este caso. Empalme. Cálido, apasionado, caprichoso y cariñoso Empalme.

¿Ha quedado claro?

Como quiera que sea, tus labios han ido por los suyos, los tironeas y torturas lamiéndolos constantemente sin dejarle emitir una sola palabra más, sus quejas no te importan entonces; solo quieres besarle a tu manera y a tu antojo. Y Junsu parece dispuesto a tus anhelos, así que lo aprovechas.

- Yoochunnie~ - jadea entre sonrisas cuando se sabe atrapado en tu regazo, su rostro se colorea y su chocolate mirar busca tus profundos ojos negros como buscando nuevamente en ellos la razón por la que ahora de pronto el calor ha ascendido en la estancia.

- Estoy empalmado porque Te Amo, hazte responsable de tu irradiante belleza y sensualidad, Junsu ah… - no sabes por qué respondes algo así pero sonríes complacido cuando el sonrojo de su rostro se enciende al rojo vivo mientras asiente y sus manos tímidas se pasean por tu pecho hasta alcanzar el cinto de tus pantalones.

Oh sí.
Una tarde de amor apasionado que entregar.


FIEBRE
(YunJae)
***

Cotidianamente la palabra “fiebre” viene a colación cuando una persona ha enfermado y su cuerpo reacciona en defensa propia produciendo un aumento en la temperatura corporal. Si hasta tú lo sabes. Pero hay ocasiones en las que la “fiebre” invade tu cuerpo por su causa. Porque él sabe bien cómo besarte y acariciarte hasta conseguir que tu cuerpo se encienda y la piel se te ponga febril.

- Ahh Yunho~ - gimoteas mareado en todo ese calor que emana de los dos y que ahora sofoca la habitación.

Si tuvieras que decir algo en aquel preciso momento, con la poca cordura que le queda a tus sentidos, dirías que Yunho es la única enfermedad en tu vida que no quieres erradicar de tu cuerpo. Te gusta el virus de sus labios o la infección de sus manos como la inflamación que te produce cuando enciende cada fibra de tu ser. La febril sensación que te cubre de pies a cabeza es la mejor anomalía patológica imaginable.

- Jae… - jadea tu nombre a medias, su errático aliento golpea la sensible piel de tu ingle cuando su boca va en busca de tu falo… - me calientas demasiado… - susurra con su voz ronca, con la expresión varonil tan nítida en cada una de sus facciones tras lamer la extensión de tu tronco mirándote apenas desde abajo.

- ¡Mghh! – gimes arqueando la espalda, apretando uno de los cojines del sofá. Y entonces recuerdas que del mismo modo en que Yunho te ha “atacado”, lo hacen las enfermedades y reacciona la fiebre.

Llega sin previo aviso. Y la fiebre que él despierta en ti actúa como una especie de mecanismo de defensa. Para aislarse del mundo y entregarse un poco de todo el amor que se tienen.

Sus dedos se pasean por tu vientre y te produce placenteras cosquillas en tanto su boca bombea tu hombría tragándote una y otra vez por completo. Te enferma su saliva caliente mojando todo de ti. Te marea su calor como el vértigo que viene cuando vas en caída libre.

Los gemidos se atoran en tu garganta, tan impetuosos clamando por salir primero en respuesta a las atenciones recibidas. Jurarías que la temperatura de tu cuerpo ha llegado a los 40º, y no te importaría en absoluto que la indagara usando su “termómetro”. Una sonrisa ladina sacude tu garganta y llena la estancia, el pensamiento lujurioso te toma incluso a ti por sorpresa y un chispazo pincha tu bajo vientre haciéndote estremecer. Esta fiebre lejos de amenazar tu vida, te llena de más vitalidad, de energías renovadas y más ganas de seguir adelante.

Si tuvieses que presentar algunos síntomas tan propios de la fiebre seguramente que el único estrés celular que invadiría tu cuerpo sería el de tus alocadas hormonas suplicando por más; y el riesgo de infarto cardíaco vendría por la maestría con que Yunho hace vibrar tu cuerpo y hacerte delirar de placer cuando se perfila entre tus piernas con el “termómetro” dispuesto a tomar apreciadamente la temperatura en tu interior.

- ¡Yunho! – gimes alto y tus manos se abrazan automáticamente a su espalda, aferrándote a sus omóplatos y anclando tus piernas en su cintura cuanto más profundo le sientes tocar.

¡Oh Dios si amas tu cuerpo febril tan pegado al suyo!

Y pese a todo, esta fiebre va y viene a menudo. “Ataca” a Yunho como esa enfermedad irremediable que te seduce cada día con los más sutiles síntomas del amor.


GUSTAR
(YooSu)
***

Movido por la curiosidad innata de tu personalidad algo infantil –todo niño curiosea el mundo a su alrededor– te preguntas por qué te gusta tanto todo lo que viene de él o tiene mínima relación con él. Te gusta su forma de ser, que te siga la corriente y sea tu mejor amigo aunque a veces se burle de ti. Sus bromas rara vez te incomodan o hace sentir mal –rara vez, pero ha pasado, y entonces él viene y se disculpa regalándote un abrazo que casi parece suplicar porque teme que no perdones su falta–, es más lo que se divierten juntos y las risas compartidas entre cotilleos, empujones y acusaciones sin sentido.

El sentimiento de felicidad que te invade cuando estás a su lado te llena como no lo hace la compañía de nadie más. Porque es diferente y no hay modo de compararlo de ninguna manera con el aprecio de cada momento con tu familia u otros amigos.

Yoochun es especial.
Yoochun te gusta.

Vas y rebuscas entre tus libros un diccionario, curioseas con un particular aleteo en la boca del estómago aquella definición en específico. Tu dígito se detiene a mitad de la hoja cuando la encuentras, y tu mirada rápidamente baila sobre el corto texto que acompaña la palabra.

…Gustar: Probar, sentir y percibir en el paladar el sabor de las cosas. Experimentar. Agradar una cosa, parecer bien. Desear, querer, tener gusto por algo.

Lees para ti y te sorprendes inquieto. Hay una sensación de extrañeza que reseca tu boca. De alguna forma esto te dice mucho pero al mismo tiempo no es suficiente. Te sientes metido en un dilema. Yoochun te gusta, pero no sabes a ciencia cierta por qué si nunca lo has probado. Pasas saliva pillando en el aire el curso de tus pensamientos, tocas tus labios con tus dedos e imaginas su boca besándote.

- Aigoo~ debo estar volviéndome loco… - ríes avergonzado y miras de soslayo el diccionario sobre la mesa de centro. Te llaman la atención otras palabras pero de pronto te preocupa seguir investigando. Mirar en un libro las definiciones de algunas palabras parece revelarte más cosas de las que ya con esfuerzo has admitido. Sientes que de pronto sabes demasiado.

Yoochun te gusta. Lo quieres. Te agrada. Lo deseas. Lo quieres experimentar todo de él. Una ola de calor te sube por el cuerpo y el bochorno se te acumula en las mejillas. Aunque más al sur una punzada te advierte que otra parte de tu cuerpo también tiene curiosidad.

- ¿Y el sonrojo por qué? – ronca, sexy y divertida. Su voz atraviesa la estancia y golpea tu oído, te estremeces y juras que te has coloreado un poco más… - ¿Acaso estabas haciendo alguna “travesura”, Junsu ah? – te pregunta con picardía y tú presientes que ha notado el bulto entre tus piernas.

- ¡Yah! ¡Claro que no! – le chillas al tiempo que le lanzas un cojín y le ves hacerse a un lado para esquivarlo. Sus risas te avergüenzan mucho más pero tú ya sabes que es porque te gusta todo lo que viene de él.

- En serio, por qué estás rojito.

- No te interesa… - espetas con supuesta indignación. Te cruzas de brazos y le volteas la cara. Sabes que vendrá a sentarse junto a ti.

- Te ves lindo avergonzado… - su peso cae a tu lado y su dedo te pincha una mejilla… - Cuéntame, por qué la actitud tímida y berrinchuda.

- ¡No estoy siendo berrinchudo! – le chillas en defensa  y él solo se ríe un poco más por lo que tú gimoteas entre pucheros.

- A veces me pregunto por qué tanto puchero, ¿acaso quieres beso? – él dice con absoluta soltura pero a ti te invade otra ola de calor mientras balbuceas sin conseguir una sola palabra… - ¿sí quieres beso? – te pregunta sonriendo lo suficientemente suave para que captes que te lo dice en serio.

Asientes despacio y cierras los ojos inconscientemente. Él no ha dicho claramente que sea quien va a besarte, pero tú lo adivinas –o lo que es lo mismo, lo suplicas porque si no morirás de vergüenza ahí mismo–, el corazón te galopa en el pecho con expectación. Tu cerebro colapsa pero tus sentidos se mantienen pendientes de cada sensación cuando su boca choca suavemente con la tuya.

No hay tiempo para pensar, solo sabes que te gusta, que sus labios acaricien los tuyos con parsimonia te hace sentir mariposas en el estómago y también te gusta. Que cuando succiona tu labio inferior y sientes su saliva humedeciéndote tiemblas y te gusta un poco más. Su lengua pasa entre tus labios y resbala contra la tuya haciéndote jadear y de pronto te gusta tanto esta sensación que participas más activamente devolviendo el beso y haciéndolo más profundo.

Te gusta.
Te gustan sus manos, en tu mejilla y en tu cintura.
Te gusta su boca pegada a la tuya y que se robe tu aliento.

- Me gustas, Yoochun ah… - suspiras a ojos cerrados casi sin darte cuenta de que lo has confesado.

- También me gustas, Junsu ah… - su declaración tranquila te lleva a abrir los ojos y mirarle… - Te quiero, Junsu. Te quiero… - susurra acariciándote las mejillas y tú solo puedes sonreír contento y emocionado.

Gustar es una palabra con mucho significado. Lo acabas de comprobar. Y eso es porque al gustar, se puede querer, y cuando se quiere probablemente se llegue a amar.

Y de pronto te gusta todo. Pinta muy bien. El amor se perfila en el horizonte como un bello amanecer. Es sencillo.

Tú ya sabes que Yoochun te gusta. Y que le gustas a él.
Sabes que Yoochun te quiere. Y claro, le quieres a él.


HENDIDURA
(YunJae)
***

Abertura estrecha y larga.

Hay ocasiones en las que tu relación con él atraviesa por situaciones tan malas que se sienten abismales. Cual hendiduras que se abren sutilmente entre los dos: estrechas, pero largas y consistentes.

No puedes asegurar que se deba a diferencias sustanciales en sus personalidades. Tampoco es que puedas echarle la culpa a la edad pues tienen la misma madurez. Ni siquiera se trata a posta de celos, él no es posesivo en ése sentido, y tú tampoco; se tienen confianza para saber que el otro nunca haría nada que le hiriese. Por esa misma razón es que cada hendidura en su relación te perturba, no sueles saber a qué adjudicarla.

Miras el reloj en tu móvil y suspiras con pesadez. Es demasiado tarde y él no ha llamado como lo hace con puntualidad cada que el trabajo les obliga a separarse de nuevo por días o hasta semanas y tú te encuentras a kilómetros de distancia en el país vecino de la bandera del “origen del sol”. Cierras los ojos y apagas la tv porque de todas maneras no hay nada interesante que mirar. El molesto silencio que se ha instalado en el departamento te carcome las entrañas sin miramiento. Lo reconoces, estás así porque antes de partir hace un par de días ustedes tuvieron una pequeña discusión.

A Jaejoong no le hizo gracia en absoluto que permitieses que te enviaran otra vez fuera cuando recién habías vuelto a Seúl.

- Pareciera que esperas un llamado para largarte… - te había espetado visiblemente afectado por la noticia cuando le dijiste que saldrías nuevamente de viaje.

- Es mi trabajo, Jaejoong ah. Igual que el tuyo, sabemos que es así, que es difícil aún congeniar nuestras agendas y encontrarnos más a menudo… - habías querido convencerle pero francamente aquella tarde ni tus palabras te habían saneado a ti la incertidumbre de la distancia.

¡Benditas hendiduras!
De pronto pareces odiarlas. Porque son tan estrechas pero claras que te angustian. Sabes que aunque eres fuerte y soportas este tipo de problemas, las grietas que se abren dejan una huella imborrable que más tarde puede cobrarles un precio muy alto que no estás dispuesto a pagar.

Resoplas con frustración y eres tú quien se anima en marcar a tu novio. Jaejoong no atiende y tú no te rindes ahí, pruebas con un mensaje de texto y uno de voz. Aguardas más de una hora por alguna respuesta pero ésta parece que no llegará. Hasta que estás por mandar todo al diablo y salir a tomar un poco de aire fresco, la chaqueta a medio colocar y el sonido de tu móvil avisando un mensaje entrante. Lo abres con ansias pero lo lanzas lejos con brusquedad, el impacto contra la alfombra de la sala evita que quede inservible, pero se ha desprendido en partes. Cierras las manos en puño y en un arranque golpeas la pared dañándote los nudillos.

Todo para que te enviara una foto suya con alguno de esos amigos que a ti no terminan por caerte del todo bien –no niegas los celos de raíz, aunque sigues confiando en tu novio, son sus amigos los que no te inspiran tal confianza–. Le sabes medio entrado en copas por la expresión de su rostro. Te quema en la boca del estómago la impotencia de no poder arreglar las cosas desde aquí. Y en un acto desesperado sales corriendo de aquel departamento rumbo al aeropuerto.

Odias las hendiduras.

Las horas pasan lentas, casi parece una treta del destino hacerte tanto esperar. Cuando llegas a su departamento en Seúl no te extraña que no abra cuando llamas, con un poco de suerte no has dejado tus llaves en Japón y consigues entrar. Está ordenado y limpio todo pero en la cocina aún descansan algunas bolsas de basura entre latas de cerveza y colillas de cigarro. Suspiras y decides esperar a que regrese. Tomas lugar en la estancia y en silencio simplemente aguardas. La espera más larga de tu vida pareciera. Él llega entrada la tarde, su rostro se pasma apenas consigue enfocarte en la estancia de su departamento. Con un suspiro y peinándose el teñido flequillo entra finalmente.

- Volviste pronto…

- Me mandaste una tonta foto tuya con uno de tus amigotes…

- Debí hacerlo por error. Estaba un poco ebrio…

- Jaejoong…

- ¿Tienes hambre? ¿Cuánto hace que esperas? Debiste llamarme… - suelta de corrido y pasando de largo por la estancia atraviesa el pasillo hasta su habitación. Tú le sigues sin ceremonia alguna, su sensual caminar no te distrae de tu primer objetivo, pero que se desvista delante de ti te hace titubear. Sus grandes ojos negros quieren absorberte y a ti podría no importarte caer en aquellos abismos… - Yunho ah…

- He dejado el móvil en Japón… - le ves sonreír ladino y a medio desvestir buscar en su clóset otro cambio de ropa. Te entra curiosidad por saber el motivo por el que debe cambiarse si ha llegado apenas. No quieres pensar idioteces.

- ¿Has venido porque pensaste que estaba haciendo algo malo a tus espaldas y en tu ausencia? – te pregunta directo y con seriedad. Tú no sabes concretamente qué responder.

- No. Solo odio las hendiduras. Las malditas grietas que siguen abriéndose en nuestro camino y nos distancian tanto que me sofoco en soledad y en absurdos.

- Eres tonto, Jung Yunho. Muy tonto… - te dice con una sonrisa, hay algo parecido a la resignación y la complacencia mezclados ahí.

Se acerca y se empina hasta alcanzar tu mentón, lo mordisquea y luego enrosca sus manos en tu cuello jalándote más cerca. Te besa y le besas. Sus labios rojos siempre serán las frutas prohibidas más exquisitas de este mundo. Se deleita largo rato jugando en el interior de tu boca, seduciéndote con su lengua y el calor de su cuerpo pegándose al tuyo.

- Te Amo. Eso no va a cambiarlo la distancia ni unas cuantas discusiones de vez en cuando. Pero ahora… - sus manos resbalan por tu espalda, en donde una de ellas se queda acariciando sinuosamente mientras la otra va al frente y saca la camiseta de entre tus pantalones… - Hay una sola hendidura que me importa a mí. Y quiero hacerla estremecer para mí… - sonríe con lascivia y tú maldices el momento en que tu cuerpo se deja dominar por su desbordante sensualidad.

Oh sí.
Casi lo habías olvidado.
Está también este otro tipo de hendiduras. Las que todavía estrechas y largas, te arrancan los más insensatos gemidos de placer.

¡Al diablo las discusiones del ayer! Ya tendrás tiempo para hablarlas, a Jaejoong le gusta desfogar el estrés entre tus brazos y bajo tu cuerpo, ronroneando como fiera en celo arañándote la espalda por tu estúpido orgullo.


IMPULSO
(HayaMin)
***

Los celos no suelen apoderarse de ti bajo casi ninguna circunstancia. Eso hace de tu noviazgo con ChangMin una relación extrañamente equilibrada. Pero todavía hay ocasiones en las que aquella quemante sensación de ira contenida te arde en la boca del estómago y solo tienes ganas de golpear hasta el cansancio a ése que se atreve a pasar ciertos límites de trabajo.

Has odiado con toda tu alma aquella cercanía. Pero sobre todo, has odiado que él no hiciera nada, que lo permitiera como si fuera la cosa más natural del mundo. Te extraña su comportamiento y aún el que haya guardado silencio pasando de largo ante aquella situación como si no hubiera existido. Respiras largo y profundo luchando por serenarte, por pensar con un poco de claridad y sensatez.

¡Al diablo! Ese idiota deberá saber que ChangMin es tu hombre y no tolerarás que se tome libertades que no has concedido tú –y o es que la opinión de tu novio desestime en importancia, solo no hay manera de pensar en ello ahora–.

Sales del departamento como demonio enardecido. Corres a toda velocidad en tu auto y al aparcar en aquel edificio de la ciudad todavía te tomas unos instantes antes de bajar y subir al ascensor. Esa jaula de metal que de pronto te sofoca y aumenta el nivel de celos que te circula por las venas. Cuando las puertas se abren, tú sales hecho un bólido hasta la conocida sala de ensayos, no te molestas en llamar a la puerta –después de todo ya te dejaron entrar desde recepción– y entras escaneando de inmediato el lugar. No hay nadie más que tu novio y un par de bailarines, aquél “confianzudo” entre ellos. Te truenas los dedos de las manos y caminas decidido hasta ellos…

- Hayami… - le escuchas llamarte, hay sorpresa en su voz pese a que su rostro no lo refleja… - Hayami… - intenta de nuevo cuando tú estás a un paso de aquel sujeto que ni siquiera tiene algo de atractivo… - ¡Kuso!... – le escuchas gruñir cuando tu puño le ha dado de lleno en el estómago a su compañero de trabajo… - ¡Baka! ¡Qué crees que estás haciendo!

Sujetas el cuello de la camiseta del sujeto y le acercas lo suficiente para que no le quede duda de lo que dirás a continuación.

- Cuidado con la forma en que te acercas a mi novio. Me importa un cacahuate si él no dice nada o así es como juegan. No me gusta cómo lo miras ni cómo te acercas. Si no me escuchas y hay una próxima vez, vas a desear que te mande al infierno porque será más celestial que las torturas que tenga pensadas para ti… - amenazas con todo el significado posible para tal palabra y le sueltas lanzándolo hacia atrás con violencia.

El sujeto te mira y luego a ChangMin, murmura a saber qué cosa y junto a su otro compañero salen de la sala sin mayor preámbulo. Y solo entonces te dignas en mirar a tu morocho novio. Basta mirarle la cara para saber que está tanto o más enojado que tú –venga que has liberado suficiente tensión tras aquel golpe y la amenaza hacia el tipejo que afloró tus celos–. Sabes cuánto le molestan las escenitas de celos que rarísima vez se montan entre los dos.

- Impulso.

-¿Qué?

- He actuado por impulso. Y mis impulsos respetan cierta lógica de instinto. Si tú vas y dejas que cualquier imbécil se te acerque con dobles intenciones entonces atente a las consecuencias y ni me gruñas por lo que acabo de hacer porque entonces voy a mandar mi casi nulo autocontrol a la mierda y te voy a dar tan duro que no podrás moverte en una semana.

Sueltas de corrido mirándole seriamente y sonríes mentalmente cuando le ves enrojecer hasta las orejas. Parece que por hoy al menos, tus palabras han sido las últimas. Frunce el ceño y se muerde el labio inferior pero guarda silencio. Es que tus impulsos verdaderos le inspiran desconfianza porque te sabe perfectamente capaz de cumplir lo que dices. Toma su bolso y camina atravesando la sala hasta la puerta. Se detiene ahí y gira el rostro para mirarte, todavía con las mejillas rojas y el mezquino silencio de su voz.

Sonríes finalmente y caminas tras captar su mensaje. Te espera paciente y cuando llegas a su lado entrelaza sus dedos entre los tuyos casi con docilidad, te estampa un beso apasionado y muerde tu labio inferior arrancándote un gemido.

- Baka… - suelta su insulto favorito para ti. Sonríe y salen caminando tomados de la mano.

Y cuando entran juntos al ascensor y le empotras contra uno de los muros de metal besándole salvajemente, recuerdas que tus impulsos sexuales siguen a flor de piel y que ChangMin esta noche sí o sí, tendrá que doblegase ante ellos.

JUEGO
(YunJae)
***

Hace días que hacer el amor con él te parece algo automático. No significa que no lo disfrutes o que no alcancen juntos el orgasmo. Tan solo piensas que, un poco de diversidad le caería bien a la relación, sobre todo ahora que les es más fácil y conveniente encontrarse para intimar. Recorres los pasillos de aquella librería y terminas en la sección de sexualidad, miras títulos murmurándolos entre labios, tratando de hacerte una idea de lo que buscas; hasta que tus ojos se detienen y retroceden un par de libros hasta ese que llama poderosamente tu atención.

Juegos Sexuales.

Tomas el libro entre tus manos y le das vuelta para leer la sinopsis. “Los juegos sexuales funcionan como una herramienta más para lograr que ambos disfruten plenamente del sexo. Permiten que tanto cuerpo como mente se enfoquen hacia el placer, haciéndolo más intenso, excitante y entretenido. Cuando la pareja cae en la monotonía se corre el riesgo de que las relaciones sexuales se tornen frías, distantes, rutinarias o menos frecuentes. Los juegos sexuales son pues, tu mejor aliado para reavivar la pasión con tu pareja. ¡Entra y lee nuestros consejos sobre juegos que premiarán tu curiosidad y encenderán sus bajos instintos!”

Sonríes de medio lado con las mejillas bañadas de rubor. Te ha sido inevitable hacerte algunas ideas de lo que te gustaría hacer con él pero que a veces, por vergüenza, no te atreves a pedirle. Y no es que él no satisfaga todos tus deseos. Miras de un lado a otro avergonzándote un poco más cuando encuentras a un hombre en sus 30 probablemente, mirando títulos y murmurando cosas como “el amor por una mujer siempre socaba la timidez de un hombre”. Te sientes tentado de comentar que el amor por un hombre –tu hombre– hace pedazos cualquier barrera más allá de la timidez. Te guardas el comentario y abandonas el pasillo yendo directamente a la caja a pagar por tu nueva adquisición. La señorita tras el mostrador sonríe amablemente y menciona algo sobre una oferta que puedes aprovechar después si deseas volver. Piensas que probablemente lo hagas, tal vez haya títulos que compartir con tu novio. Luego.

Llegas a casa rápido, preparas la ducha y mientras tomas un baño de agua tibia te dedicas a leer el libro. Paseas tus ojos con avidez por cada página, como el hombre sediento de conocimiento. Cuando te das cuenta de que has pasado demasiado tiempo ahí y que la piel se puede arrugar por tanta humedad, sales y enredas simplemente una toalla alrededor de tu cintura. Sigues con la vista pegada al libro y te diriges a tu habitación, te vistes con apenas unos pantaloncillos holgados y tomas una de las playeras de ensayo de tu novio, con los pies descalzos vas y te adentras en la cocina, la cena será en cualquier momento y es tu costumbre recibirle con la mesa servida. A él le encanta que pienses en su estómago vacío luego de horas de trabajo arduo en la empresa. Y a ti te encanta consentirle.

En una de las páginas encuentras un juego que te resulta interesante. Suena típico pero de cualquier manera no lo han hecho. “verdad o reto”. La gente suele pensar que ustedes lo saben todo acerca del otro, que los secretos no existen y que hacen muchas cosas fuera de lo común. Que les va el rollo sadomasoquista y que tu clóset o los cajones de tu cómoda tienen por ahí una gran variedad de juguetes sexuales. Y en realidad. No es así. Lo más que han usado es un vibrador, clásico; que aunque diferente y entretenido, no había resultado tan delicioso como cuando fue su falo el que te invadió.

- “Una vez que los participantes están colocados, se enciende un fósforo pasándolo hacia la derecha, hasta que se apague. Entonces la persona que ha pasado la cerilla encendida, pregunta a la que se le ha apagado ¿verdad o reto? Si elige verdad, tiene que contestar a la pregunta que se le haga. Si contesta reto, se le ordena que haga algo, sobre él mismo o sobre otro jugador o jugadores, indicando el tiempo que debe durar. Si alguien no contesta o no hace lo indicado se le penaliza con la perdida de una prenda. Si no tienes fósforos, no hay de qué preocuparse, el juego puede realizarse sin estos, haciendo las preguntas por turnos a cada persona hacia quien la persona decida”.

Lees las indicaciones y piensas que esto de alguna manera sería mejor en grupo y no en pareja, no tiene caso pasarse uno a uno un fósforo hasta que se apague. Pero de ninguna manera jugarías esto con nadie más que con él. No te apetece ventilar intimidades ni mucho menos que llegue a mostrar su sexy cuerpo. Y seguro él se niega en rotundo a permitir que otros te miren, así sean amigos de ambos. Se te ocurre entonces una interesante idea para modificar el juego pero conservar el objetivo. La campanilla del horno suena y con guante en mano sacas el platillo para la cena. Dejas el refractario sobre la encimera y vas a tu nevera en busca de frutas. Luego al bar en la estancia por un buen vino que refrescar en un recipiente con cubos de hielo. Miras la hora y calculas que llegará en unos 15 minutos, así que tienes tiempo suficiente para arreglarte un poco para él.

Cuando escuchas la puerta abrirse y el sonido de sus llaves caer sobre la mesa redonda junto a la entrada, sabes que ha llegado el momento. Peinas tus sedosos mechones brunos y tomas un largo respiro para relajarte. Pese a todo, aún hay mucha vergüenza en ti.

- Yunho ah… - le saludas desde el pasillo, sus ojos pardos te buscan de inmediato y notas su mirada cambiar al verte.

- Jaejoong… - te nombra con la voz algo más ronca que de costumbre. Piensas que has acertado en la vestimenta.

Si es que llevar una de sus camisetas a medio abotonar como única prenda cubriendo tu cuerpo, se le puede llamar vestir adecuadamente. Tus largas piernas blancas atraen su mirada primero, luego le sientes recorrerte de pies a cabeza. Y por supuesto, no te extraña cuando se acerca con la intención de besarte. Lo que le pilla a él por sorpresa es que le permitas apenas un roce y le apartas con tus manos en su pecho deslizándose suavemente dentro de las solapas de su saco para retirarlo lentamente de su cuerpo. 

- Bienvenido, cariño~ - sonríes de medio lado. El mechón que cae sobre tu frente te cubre parte del rostro y sus dedos francos se apuran en hacerlos a un lado para no perderse detalle de tu belleza… - He preparado algo diferente hoy, ¿quieres probar? – asiente casi como autómata sin despegarte la mirada de encima.

Vas y te internas en el comedor. Él te sigue de cerca, sabes que se está devorando tus piernas y que muere por sacarte su camiseta de seda que te queda algo holgada y larga, hasta medio muslo. Hay una bandeja de plata cubierta en el centro, y a lado, el recipiente con la botella de vino a degustar. Le sientas en una de las sillas y luego tú le sigues tomando sitio en su regazo, tus piernas a los lados y sus manos cayendo de inmediato sobre tus muslos, acariciándote con sus largos dedos rudos marcando tu nívea piel.

- Espera… - sonríes cantarín. Desanudas la corbata de su traje y la deslizas lentamente hasta sacarla de su cuello. La llevas a sus ojos y él advierte lo que tienes en mente… - ¿Está bien así? – cuestionas con un dejo de titubeo.

- Está bien, JaeBoo. Siempre que quieras algo estará bien para mí… - te responde con su varonil voz erizándote así de rápido el vello de la nuca.

- Quiero jugar a algo esta noche.

- ¿A qué?

- Verdad o Reto. Pero para que elijas una u otra tienes que adivinar qué te daré a probar a continuación. Si tú adivinas entonces yo responderé o haré lo que quieras. Si no lo haces, será mi oportunidad para ponerte en aprietos.

- Ya estoy en aprietos por el simple hecho de tenerte encima… - murmura con una sexy sonrisa y tú juras que las mejillas se te han encendido por la clara insinuación.

- Vamos a empezar… - tu mano descubre la bandeja de plata. Hay varias frutas, verduras y algunos preparados ahí. Tomas primero un frasco de vidrio y pinchas el redondo contenido con un palillo llevándolo a sus labios.

Suspiras solo al ver cómo entreabre sus labios y su lengua sale siendo la primera en probar el alimento. Un curioso mohín de disgusto se le cruza en el rostro y tú sonríes ligeramente.

- Aceituna… - responde sin necesidad de morderla siquiera. Tú aplaudes y dejas caer la aceituna sobre una de las copas de cristal que dispusiste junto al vino… - ¿Verdad o reto?

- Verdad.

- ¿Te aburre nuestra forma de hacer el amor?

- No… - respondes sinceramente y por un momento te pincha la sensación de culpa si es que jugar esto le ha hecho pensar eso aposta. Tomas algo más de la charola y se lo das a probar. Esa vez realmente no tiene idea de lo que es. No te extraña, es un aderezo que no sueles utilizar y cuando lo haces va mezclado con otros ingredientes… - ¿Verdad o reto?

- Reto.

- Voy a frotarme contra ti durante 10 segundos, tienes que evitar ponerte duro… - la idea te cruzó por la cabeza sin más. Te sorprendes a ti mismo por la intensidad de tu reto. Le ves tragar hondo y aflojar un par de botones de su camiseta, respirar profundamente y asentir luego de varias respiraciones iguales. Mueves tu cuerpo adelante y atrás presionando tu trasero contra su virilidad, cuentas mentalmente hasta 10 y al final le escuchas jadear ahogado no habiendo conseguido controlarse. Su erección presiona contra tus glúteos.

La siguiente vez pierde de nuevo. Pero contrario a lo anterior, te pide Verdad.

- ¿Te agrada este juego?

- Sí. Sobre todo si estás encima de mí y puedo sentir tu calor envolviéndome. Como alargues esto demasiado me temo que terminaré echándolo a perder porque ya me estoy poniendo a tono, Jaejoong.

Tus mejillas se encienden de nuevo, pero esa vez sientes también alegría. Ríes seductor y tomas algo más de la bandeja. Adivina entonces y tú terminas pidiendo verdad otra vez.

- Desde que estamos saliendo, ¿alguna vez te ha gustado alguien más? – su pregunta te toma un poco desprevenido, pero luego recuerdas que en varias ocasiones te han liado con alguna amiga, o amigo. Sabes que aunque no suelen mencionarlo, él se ha quedado con sus dudas.

- No. Desde que me enamoré de ti, mis ojos siempre te siguen y mis pensamientos siempre caen en ti, Yunho ah.

Le ves sonreír satisfecho y aliviado, te acaricia los muslos y piensas que este juego es divertido pero algo lento para tus repentinas ganas de dejar que te bese y acaricie marcando cada palmo de tu cuerpo. Sin embargo, aprendes algo nuevo. Jugar está bien, y siempre puede ser un pretexto y preámbulo para todo ese deseo que sabes está siempre ahí. Aunque la más de las veces se entreguen de la misma forma.

- Yunho ah, ¿verdad o reto?

- Aún no me das nada a probar, JaeBoo.

- Elige~

- Reto.

- Te reto a que descubras el punto más sensible de mi cuerpo.

Tu reto le basta para mandar todo por la borda. Su autocontrol muere en un segundo y al siguiente te tiene sobre la mesa devorando con ansiedad tu boca roja. Sus manos tantean la botella de vino y el frasco de mermelada de la bandeja. Aquello termina sobre tu cuerpo desnudo, sus labios sobre cada recoveco de tu cuerpo, sus manos sobre cada centímetro de piel.

No. No te va el rollo sadomasoquista –aunque puede que sea divertido jugar con trajes de cuero y máscaras tipo gatubela o disfraces sexys de personajes que le enciendan, tomas nota mental para cuestionárselo después–, tampoco es que necesiten de más cosas cuando su fogosidad te enciende la piel a punto de ebullición y sus embestidas te arrancan los más ruidosos gemidos.


KIMONO
(HayaMin)
***

El hecho de que te invite de compras no es precisamente lo que te pone arisco y hace dudar de sus intenciones. No señoras y señores, lo que te hace sentir a la defensiva es lo que intenta decirte cuando entran en aquella boutique de tradicionales kimonos.

- Entonces, ¿la novia no viene? Es muy importante que la novia elija el kimono de su agrado… - la señorita dijo con una sonrisa. Y el idiota de tu novio se limita a señalarte con el dedo en un gesto bastante cómico a decir verdad, pero que a ti no te sienta para nada en gracia… - ¡Oh! Mis más sinceras disculpas por la confusión… - ella te hace una venia y tú sientes a cambio que te palpita la venita en la sien.

Tu molestia –y la vergüenza, aunque no vas a ir y aceptarlo, menos delante de él– va en aumento. Sientes tus orejas calientes y aseguras que están rojas como semáforo en alto.

- De casualidad podría orientarnos sobre cuál podría sentarnos bien. A mi novio no se le da muy bien elegir, es un poco tímido… - le escuchas decir y sabes que todo esto es parte de su “venganza”.

¡Solo porque un bailarín se toma confianzas contigo! ¡Supuestas confianzas! Que tampoco es que haya osado correrte mano. ¡Tú ni siquiera lo permitirías! Pero no, a tu idiota novio le afloraron de golpe los celos y ha pasado el día haciéndote la vida imposible –todo y que al principio te gustaron sus arranques posesivos, pero esto ya era el colmo. ¡El colmo!–

- Bueno, por su estatura, su complexión y el tono de su piel… - la señorita comienza a hablar hasta por los codos explicando desde su experiencia en el arte del kimono cuál les iría bien a los dos.

Al final terminan comprando un kimono de pareja. Tú intuyes que de hecho es de bodas, pero prefieres guardarte cualquier comentario porque tu lengua es capaz de castigarte a ti mismo. Lo que menos quieres ahora es “provocarle”.

Una semana después terminas viajando al país nipón. Te invita a su casa –no su departamento, sino la casa que ha comprado para ambos cuando se hayan decidido en hacer vida de casados, lo cual dicho sea de paso te pone los nervios de punta y ansioso. No es que no quieras casarte, tan solo piensas que todavía eres joven, muy joven para el matrimonio–, tan típicamente oriental que te quedas admirando los detalles, el jardín y su estante con peces de colores, escuchas el tintineo del Fuurin colgando en la entrada y sonríes sintiéndote de pronto relajado.

- ChangMin-kun… - hasta que su voz te interrumpe y te hace recordar que estás aquí contra tu voluntad.

¡Que prácticamente te ha secuestrado! ¿y todo por qué? Porque tú planeabas irte con los chicos del staff a comer por ahí. No es tu culpa que el bailarín siga trabajando con ustedes y sea tan amigable que charla contigo la mayor parte del tiempo. Vale, tal vez tengas conciencia de que le gustas al tipo, ¡Pero no significa que correspondas!

- ChangMin… - su voz suena a orden. Volteas a mirarle y su expresión tranquila te hace estremecer más que si le vieras enfadado. Porque está ahí ese brillo en sus ojos que advierte que ese día lo que tiene planeado para ti te hará amarlo más entre refunfuños, vergüenzas, gemidos y sofocante pasión… - Vamos, quiero que te pruebes algo.

Le sigues dentro de la casa. La que por dentro no es menos tradicional y bella que por fuera. Tu calzado quedó en la entrada, y en su lugar tus pies enfundados en calcetines blancos se deslizan pacientemente por el piso de madera recién lustrada. Te sientes en una película de esas que muestran la época antigua, y cuando miras la espalda de tu novio, es como si siguieras a tu “Señor”. Espabilas el absurdo pensamiento sacudiendo un par de veces la cabeza de un lado a otro. Por alguna razón tus mejillas se han encendido en rubor. Hayami desliza la puerta de una de las habitaciones, y cuando entras te encuentras con aquél kimono que compraran antes, perfectamente distribuido en una cruceta de maderas como si fuera expuesto ante tus ojos. Realmente es bello. El uchihake rosado con estampado floreado primaveral y esas grullas en la parte inferior que le dan el toque de elegancia, también está la yukata en blanco que sabes va como una especie de prenda interior; algunos lazos suaves y los tabi. No eres experto en la vestimenta nipona, pero sabes un poco acerca de esto. Sabes, por ejemplo, que colocarse un kimono tradicional no sería sencillo a la primera.

- Desnúdate… - le escuchas decirte y tú de inmediato te estremeces por culpa de su voz tan ronca. ¡Juras que planea correrte mano!

- ¿Para…? – enarcas una ceja y él a cambio sonríe perverso.

- Para que te pruebes el kimono.

- ¿No puede esperar al día que tenga que usarlo?

- No es necesario. Quiero vértelo puesto ahora.

- ¡No me da la gana ponérmelo!

- ¿Quieres que te obligue? – su pastosa voz hace que aquella amenaza suene más a una proposición que te hace sentir abochornado.

- ¿Pero no se supone que es para la ceremonia nupcial? Se arruinará la sorpresa.

Hayami no dice nada, se acerca paso a paso a ti y sujetando tu mentón te mira directo a los ojos. Su otra mano rodea tu cintura acercándote un poco más a él y cuando menos lo esperas sus labios ya te besan con pasión, te deja sin aliento en un parpadeo y con el corazón a mil por hora. Y cuando reaccionas lo suficiente –que parece que el cerebro se te había quedado sin oxigenación para procesar los eventos– sus manos ya te están desnudando.

- ¡Hayami no baka!

- Te lo pedí amablemente antes.

- ¡Quita tus manos de ahí! – gritas escandaloso y por un momento temes que ciertas manías de tus amigos sean contagiosas. Te has escuchado tan uke que se siente como si hubieses pisoteado tú solito tu orgullo.

- No es como si te estuviera tocando para calentarte… - sonríe de medio lado y vuelves a jurar que tiene intenciones de “violarte” en cualquier momento. Tragas hondo y piensas en algo para relajarte.

Un minuto después estás en bóxer a su entera disposición. Sonríe lindamente y te planta un beso tierno mientras te coloca la primer prenda. Una a una va indicándote cómo ponerlas en tu cuerpo, te aconseja algunos tips para facilitar el trabajo y cuando ha terminado –luego de una eternidad para ti, si alguien te pregunta– te hace caminar hacia el extremo de la habitación, donde un espejo de cuerpo entero te devuelve el reflejo de tu figura.

El uchihake encima de la yukata emula una capa elegante que te hace lucir adorable, según le escuchas susurrarte al oído. Luego simplemente mordisquea el lóbulo de tu oreja y tú tiemblas en medio de un jadeo ante su acción.

- Ahora, voy a hacértelo sin desvestirte…

- ¿Q-qué? – tartamudeas con el rostro encendido al rojo vivo, jadeando sorprendido cuando te empotra contra el muro y sus manos se abren paso entre las prendas acariciándote las piernas… - ¡Kuso!

- Tsk, cuida esa boquita tuya si no quieres que la calle a base de asfixiantes besos… - te sonríe provocativo y tú por un momento piensas que eso es justamente lo que hará sí o sí y que en algún momento encontrarás tentadora la amenaza.

- ¡Ngh! No puedes hacérmelo con toda esta ropa encima… - gimoteas sintiendo que uno de los lazos atados a tu torso sosteniendo el yukata está algo ajustado porque te quita el aliento… - ¡ngh! – gimes de nuevo medio mareado y captas que no es culpa de los lazos, sino de los dedos de Hayami acariciándote la ingle y tu casi nula movilidad por culpa del traje.

Hayami sonríe perverso y tú presientes que viene lo peor. De alguna manera se ha hecho de espacio entre tus piernas y toca tu falo con paciencia haciéndote suspirar abochornado y sofocado. De pronto te gira y tu frente choca contra el muro su pelvis se refriega contra tu trasero y sientes su virilidad crecer contra ti pero encima de tanta ropa. Luego simplemente te das cuenta de que estás de rodillas en el piso, con la cabeza encima de las ropas que te quitaste y tu cadera elevada, las prendas todavía ajustadas pero lo suficientemente abiertas para que él pueda entrar en ti.

- ¡Hayami Baka! – gimes con un gesto incómodo cuando le sientes penetrar en ti sin haberte preparado concienzudamente. Venga, que dos de sus dígitos en tu interior no tienen comparación con su tamaño y el muy bestia ya ha entrado de una.

- Todavía puedo callar esa boquita tuya, ChangMin… - le escuchas gruñirte al oído, su pecho choca con tu espalda y su lengua te lame la nuca y el cuello mientras se mueve y embiste un par de veces con algo de dificultad… - ¡Mghh! – le escuchas gemir ronco y sabes que viene de la estrechez de tu anillo comprimido.

Buscas alguna clase de apoyo pero tus uñas solo sienten la madera del piso. Unos instantes después Hayami coge impulso y toma ritmo embistiendo poderoso y haciéndote sentir tan excitado que los gemidos impúdicos nacen del fondo de tu garganta. Te afloran las palabras más sucias que te conoces en japonés –y que has aprendido por su culpa– y eso parece calentarle más porque sus estocadas son duras y rápidas, profundas y sofocantes. Su falo toca hondo y tú sientes que desfallecerás cuando encuentra tu punto sensible al placer y las olas de calor atraviesan tu cuerpo como pinchazos de infernal seducción.

Hayami se levanta, anclado a tu cadera te levanta casi en vilo, aún con el cuerpo más bien inclinado; y deshaciendo algunos nudos por aquí y por allá abre tu yukata teniendo más libertad y comodidad para enterrarse en ti. Su miembro caliente penetra sin miramientos y tú hasta sientes que te escose la entrada por el roce constante y la fuerza de sus penetraciones. Pero todavía es más el placer y las ganas de gritar su nombre. No es pues tu culpa venirte demasiado pronto y ensuciar encima tu kimono nupcial, ni tampoco que él parezca bestia dándote tan duro que, si bien no te partió a ti en dos, si desgarró la tela del uchihake arruinando la prenda, tras tironear de ella en medio de su salvaje frenesí.

- No dejes que ese imbécil se acerque a ti… - jadea con la respiración laboriosa, aferrado a tu cintura y con su pecho en tu espalda.

- Pídele a Yunho que le despida entonces. Y quítate que pesas… - le gruñes de mala gana pero lo único que consigues es provocarle y que comience a embestir de nuevo, todo y que ya se ha corrido dentro de ti… - ¡Oh kuso! ¡Hayami no baka déjame descansar!

- No… - te gira y eleva tus piernas hasta sus hombros, levanta tu cadera y penetra de nuevo tu cansado y sudoroso cuerpo. Su virilidad gana tamaño pronto y tú solo puedes aferrarse a lo que puedes para no lastimarte las uñas en el piso de madera porque cada nueva estocada se siente más dura y salvaje.

Si lo sabes. Es mala idea hacerle enfadar. Pero vamos, el baka de tu novio te hace sacar tu lado más masoquista. ¡Y uke! ¡Mira que comprarte un kimono rosado de mujer!


LOCURA
(YooSu)
***

Te defines en estado de locura por su causa. Te roba la cordura sin miramientos y atraviesa fácilmente cada uno de tus sentidos apropiándose de ellos y por tanto de tu ser. Te seduce con su aparente inocencia pero sabes que vendrá su ataque primario cuando derrocha esa sensualidad tan natural con que se acerca sin compasión cuando busca de ti la irrefrenable pasión que devota se le entrega sin reservas. El superlativo sentimiento de intenso amor te hace delirar, puedes jurarlo; porque a veces dudas que sea tal su belleza cegadora, o es un ángel caído del cielo y Dios te bendijo con la voluntad de amarle a tu antojo.

Francamente aquello no siempre te importa. Te declaras culpable y prisionero de su carcelario cuerpo sin remordimiento alguno de tu conducta inmoral ni las faltas de tu comportamiento a las normas sociales. Prefieres mil veces continuar sumido en locura si cada día puedes escuchar su ruidosa risa, obtener sus sonrisas avergonzadas o su canto nocturno cuando gime bajo tu cuerpo.

- Yoochun ah~ - su dulce voz te llama y tú automáticamente obedeces llevando tus negros ojos a su silueta. Ríe cantarino y bailotea a tu alrededor como hada juguetona que encuentra divertido arrastrarte a la demencia de su fantástica existencia.

El velo blanco que cubre su desnudez se sacude con el viento que se cuela por el amplio ventanal y pronto su figura se roza con la tuya, cada vez más cerca. Su risa resuena en tus oídos y la invitación de sus ojos chocolate te atonta a punto del desvarío acompañado del frenético deseo de fundir tu cuerpo con el suyo.

Su clara piel destella bajo la luz de la luna, y la fina capa de sudor que la noche de verano deja sobre la cutánea extensión le brinda ese toque erótico que aludes a su perfecta naturaleza angelical. Sus labios rosa te llenan de furor y su ladina sonrisa invitándote a tomarlos exalta cada fibra de tu ser. Intentas atraparle y él sale corriendo ligero como brisa matutina escapando del alba. Corres y jugueteas siguiéndole el ritmo, te fatigas inconsciente del tiempo que llevas persiguiendo su perfección. Cuando finalmente le atrapas y enroscas tus manos en su cintura, su sonrisa te hipnotiza y sientes que flotas en el viento.

Tomas sus labios con ansiedad y en un arrebato profanas con tu lengua el interior de su boca. Él no te rechaza y por el contrario sumiso se entrega a tus deseos. Su cuerpo se siente tibio y ligero entre tus brazos, la desnudes bajo el velo se revela ante tus ojos cuando sus manos gráciles la dejan caer al suelo. Sus mejillas moteadas de rubor te arrancan un jadeo y su inocente mirar socaba el último resquicio de razón que le quedaba a tu envenenado cerebro.

Enajenado por su envidiable silueta, dejas que tus manos corran por la línea de su cuerpo como feroces lobos hambrientos. Es tanto el amor y la veneración que le tienes que te desquicia que cualquier otro par de ojos volteen a mirarlo. A veces deliras con que le tienes cautivo en una prisión de oro, donde solo tú puedas admirar cada rasgo de su sobrenatural hermosura. Tus dedos se deslizan por su piel siguiendo el camino que deja tu ávida lengua. Tu tacto le quema, lo sabes por los estremecimientos que sacuden su cuerpo, por los suspiros que emanan de sus labios y los gemidos que ahoga en su garganta cuando tocas alguno de esos puntos sensibles que lo hacen enrojecer furiosamente y anclarse a tu cuerpo de una forma u otra.

No te importa estar loco de amor por él. Junsu lo vale por encima de todas las cosas. Por encima de cualquier lógica, razón y moral de un mundo regido por supuestas mentiras piadosas y reglas que lejos de respetar la autonomía de pensamiento y elección de vida, quieren encajonarte en sus designios de hipocresía.

Vaya que lo prefieres. Sobre todo si es el mismo Junsu quien susurra todos esos “Te Amo” sofocado en calor y mareado de placer cuando eres tú el que se entierra en él sumidos en una candente danza de pelvis, con el canto de su voz aguda gimiendo para ti, solo para ti.

Enloquecedoramente tuyo.
Solo Tuyo.
Tu Junsu.
La raíz y el fin último de tu locura.
Tu felicidad.

13 comentarios:

  1. que bonito me ire aleer la siguiente parte :) gracias

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  2. Wowwwwwww
    lo disfrute mucho!!!!
    *corre a la sig parte*

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  3. LOVE LVOE LOVE LOVE~~~~~ <3
    Me encanta cuando escribes estos abecedarios ahwwww los amooooo, me encantaron todos pero en especial los de Hayami y Changmin XDDD es que son adorables xD hahahaha
    Corro a leer la segunda parte.

    Muchas Gracias!!

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  4. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaw esta super

    cute....puro Amor, pero sinceramente me gustaron más los del HayaMin >_<

    ChangMin fue castigado xDD

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  5. Ame sin duda alguna los HayaMin y los YJ (no quiere decir q no me haya gustado el YooSu) xD He de admitir q en especial los HayaMin

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    1. Me encanto q Hayami tuviera esa faceta de celoso y q castigara a CM xD Siii, el nene se lo merecía ? XD

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  6. *~* q hot~
    me encantaron todos
    fue tan sexy como los describiste.

    muchas gracias!!!!

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  7. Hola.... gracias por las historias... disfruste mucho las inseguridades de los chicos... y de su lado lascivo. ...

    Sigue adelante... Bye

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  8. Awwww lo ame demaciado~
    como amo estas parejas :3
    ahora por ti me gusta a Minnie con Hayami <3
    gracias~
    ahora a leer la siguiente parte :D
    Sayomon!

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  9. Siiiiiiiiiiiiiiiiii el ABC de las formas de expresión en el Blog, que bueno que lo subiste Feli, disfrute mucho con cada una de las letras y las parejas *O*

    Gracias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  10. Me gusta el hurgar(?)en cada reacción
    que se hacen tan patentes en cualquier tipo de relación a largo plazo

    He de confesar que con varias he de sentirme identificada XD

    Mañana leeré el otro por hoy a dormir!!!

    GRACIAS!!!

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  11. aw*.
    me ha encantado de principio a fin(?),bueno q me falta la segunda parte pero esta monisimo :),siempre dire que me encanta tu forma de escribir y es verdad.eres buenisima :D~

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”No me quejo si alguien que ha leído el libro lo encuentra aburrido, absurdo o despreciable, ya que yo tengo una opinión similar sobre sus comentarios.”
J.R.R. Tolkien