Esto lo compartí en face durante los últimos días, pero lo dejó acá en dos partes para quienes no hayan leído o quieran releer su letra favorita ;D
Título: ABC de las formas de expresión.
Autora: Felina
Parejas: YunJae, YooSu, HayaMin
Género: Romance
Clasificación: NC-17
Advertencias: Lime, Lemon
ABC DE LAS FORMAS DE EXPRESIÓN
***
AGRIDULCE
(YunJae)
***
Si tuvieses que
describir el sabor de tu sentimiento por aquél hombre tú sin duda responderías agridulce. Porque es dulce el néctar que
bebes de sus labios rojos, como lo es su nívea piel cuando le recorres con
besos sin querer dejar un solo recoveco sin humedecer con tu boca. Pero es
agrio también, cuando en las noches de soledad te abrazas a la almohada en un
fútil intento por memorar su silueta y aminorar la angustia de su ausencia.
Es agridulce por la
respuesta más sencilla que puedes dar. Porque lo han vivido todo, los buenos y
los malos momentos. Porque aún en la ruptura, supieron encontrar de nuevo ese
lienzo olvidado en el ayer en el que ambos habían pintado el cuadro de sus
sentimientos enlazados por el fino hilo rojo del destino.
Es agridulce como
algunas frutas, pero siempre terminas volviendo a él porque sabes que no hay
sabor más exquisito que el suyo.
- ¿Qué piensas,
Yunho ah? – su voz te atrapa, y tu sonríes en respuesta aunque no tenga mínima
idea del porqué de tu repentino buen humor.
- Tengo antojo de
algo agridulce… - ofreces tu mano y esperas que la tome. Él te mira curioso y
ladea el rostro nombrando algún platillo o postre que podría prepararte. Niegas
con la cabeza y alcanzas su mano sujetando lentamente desde las yemas sus dedos
hasta conseguir enlazarlos con los tuyos, llevas sus nudillos a tus labios y
dejas un casto beso sobre el dorso de su mano… - Tengo antojo de ti, Jaejoong
ah.
- ¿Soy agridulce? –
te cuestiona elevando una ceja, parece dudar si debe tomarse aquello como un
halago o si vendrá alguna de esas discusiones tontas en las que a veces
inevitablemente caen. Sonríes y vuelves a besar su dorso, antes de ir directo
hasta sus labios y lamerlos sin más… - ¡Yunho! – exclama sonrojándose de pronto
y sacando su mano de la tuya, dando media vuelta y diciendo a saber qué tantas
cosas atropelladamente mientras se dirige a la cocina y se aleja de ti como si
repentinamente tu cercanía le quemase.
Te detienes en el
umbral de la puerta y te recargas en el marco mientras le contemplas comenzar a
sacar ingredientes de la alacena y la nevera. Te entretienes largos minutos
simplemente observándole, notando esa concentración abrumadora en la que se
sume mientras cocina y te deja un poco fuera de su campo visual. Después tus
ojos se quedan prendados únicamente de su rostro, notas algunas perlitas de
sudor comenzando a formarse en su frente hasta formar una traviesa gotita que
resbala suavemente por el contorno de su rostro. Él parece no darse cuenta ni
prestar atención, tú en cambio dejas finalmente tu refugio y caminas hasta él. El murmullo de tus pasos parece tener
su atención y sus ojos negros te atrapan desde mitad de camino, su ceja elevada
te cuestiona en silencio lo que estás pensando pero por toda respuesta
sencillamente terminas de acercarte.
El sonrojo de sus
mejillas se expande cuando la punta de tu lengua atrapa la gota de sudor que
amenazaba con caer de su mentón. Tus labios pronto se pegan a esa zona y
comienzas a besar su cuello. Sigues con antojo. Antojo de él, de su sabor
agridulce que te hace tocar el cielo con la punta de los dedos.
- Yunho ah… -
suspira y sabes que le tienes cuando abandona la masa espesa sobre la encimera
de la isla en medio de su adorada cocina.
Pronto tus labios
hacen más que besarle por aquí y por allá, succionando trocitos de piel que
quieres marcar como propios mientras tus dedos serpentean por su cuerpo y
buscan más páramos de piel que recorrer.
Jaejoong es
agridulce. Como sabes que lo eres tú mismo.
No se trata de una
mezcla entre su dulzura y tu acidez, o viceversa. No, porque sabes que ambos
tienen un poco de ambas esencias. Que la personalidad de cada uno a veces hace
los días buenos, a veces malos. Porque el cielo bajo el que caminan tomados de
la mano en ocasiones es azul intenso, otras está moteado de nubes y en unas tantas
amenaza una tormenta.
Es así.
Y dentro de su
sabor agridulce, es perfecto.
BUFANDA
(YooSu)
***
La suave y cálida
prenda de lana y algodón cubre alrededor de tu cuello, aspiras con lentitud y
el aroma de su perfume te llena los pulmones. Sonríes medio embobado y miras tu
reloj de muñeca, se ha ido apenas hace un par de minutos pero tú ya sientes que
ha sido una eternidad. ¡Y solo ha ido a aparca el auto!
- Huele tan bien… -
sonríes algo más y tomas las puntas de la bufanda para acercarla a tu mejilla y
percibir su textura esponjosa. Cierras los ojos y casi te recuerda el tacto de
sus dedos cuando se pone en plan cariñoso.
- Me pondré celoso
si no es en mí en quien piensas a ojos cerrados, baby… - su voz te saca de tu
ensoñación y tu rostro se enciende en rojo vivo al percatarte de que te ha
pillado en aquella bochornosa situación… - Te ves más guapo cuando te sonrojas…
- susurra con una de esas sonrisas tan suyas que te erizan el vello y alocan tu
corazón.
- Babo~ - replicas
apenas capaz de pronunciar una palabra. Evades su mirada y esperas a que la
señorita se acerque para pedir su orden.
Yoochun te mira –lo
sabes porque sus penetrantes orbes negras te hacen estremecer cada vez– y tú
sabes que se divierte con tus sonrojos. No te molesta, él es así y sabes que no
hay ápice de burla en sus sonrisas. Te ama, le amas. Y eso diluye cualquier
otra cosa que la gente pueda pensar. Miras hacia afuera a través del amplio
cristal y sonríes al notar a un par de adolescentes juguetear con el cristal de
un auto a dibujar corazones y escribir dentro sus nombres. El frío de la época
es suficiente para que el vaho se forme rápidamente y los juegos que se pueden
inventar resultan cálidos al corazón.
- Café para mí,
chocolate para mi novio, por favor… - le escuchas decir y entonces tus ojos
castaños vuelven a él. La sonrisa no se ha borrado de sus gruesos labios ni el
sonrojo de tus mejillas. Te gusta su nuevo corte de cabello y que diga sin
preocupaciones cuál es el lazo que te une a él y te trajo a esta cita… - Estás
muy pensativo, Junsu ah.
- Pienso en lo bien
que te sienta tu nuevo corte, Yoochunnie.
- Yo pienso en que
te ves precioso con mi bufanda, pero te verás mejor cuando te la quite junto a
todo lo demás llegando a casa… - te dice con absoluta libertad, desvergüenza si
necesita ser puesto en otra palabra.
Te sonrojas de
nuevo como termostato y abochornado evades de nuevo la mirada hacia el
exterior. No niegas sin embargo lo que ha dicho. Te gusta cómo es, te gusta que
sea algo pervertido y que muchas veces al día externe las ganas que tiene de
ti. Te gusta porque sabes que es sincero y honesto, transparente con sus
sentimientos como sus deseos.
Y en cierta forma
piensas que se asemeja a una bufanda. Como cuando te rodea con sus brazos y te
sientes seguro entre ellos; cuando refugiado en su pecho el palpitar de su
corazón se convierte en el esponjoso tejido que te envuelve a su ser. Yoochun
es tu bufanda personal, te protege del mundo,
del frío de los prejuicios y rodeándote en la calidez de su corazón cubre tu
alma.
´
CALIDOSCOPIO
(HayaMin)
***
Su personalidad
nunca ha sido sencilla. Por eso cuando ves aquel calidoscopio en el aparador de
la tienda piensas que es un adorno
perfecto para tener en casa. Sujetas el tubo en tu mano y miras dentro; los
reflejos en los espejos angulares reflejan las variadas combinaciones de
colores y formas. Sí, esta es una forma de pensar en ChangMin. Y aunque la
mayoría puede asegurar su sarcástica y malhumorada personalidad, todavía
esconde muchas formas en su asimétrica forma de ser.
- Llevaré esto, por
favor… - indicas al hombre de mediana edad tras el mostrador y sonriente tomas
la bolsa en que te entrega tu compra.
Vuelves a casa
sintiéndote así de pronto feliz. La misión para conquistarle nunca ha sido fácil.
Es más, podrías asegurar que le conquistas día con día como si el anterior no
le hubieses jurado amor entre besos y refunfuños tan característicos de él. A
veces algunas personas te dicen si tu relación con ChangMin no es una guerra
constante, una batalla diaria.
No.
Sabes que esa es la
respuesta que brota de tus labios y no solo por inercia, sino porque la
consideras real. ChangMin definitivamente podrá no ser fácil de complacer ni de
comprender. Hay ocasiones en las que tú mismo te preguntas si estarás
interpretando acertadamente sus comentarios mordaces o si su molestia irá en
detrimento o aumento. Si estará bien besarle o sujetar su mano, si quiere un
abrazo o prefiere que le dejes a solas sentado en su lado de la cama mientras
lee uno más de esos libros que deja a medio terminar porque la tripa le gruñe y
te exige un poco de comida sin importar la hora del día o la noche.
Por eso piensas que
un calidoscopio es una forma metafórica muy adecuada de pensar en él. Porque
con todo y esas formas irregulares o la variedad de colores que sus cristales
puedan reflejar, no deja de ser brillante y hermoso. Una especie de misterio
digno de belleza sinigual.
- Tadaima~
- Okaeri…
La diferencia
parece notoria. La alegría rimbombante de tu saludo al llegar a casa frente a
su recibimiento casi autómata. Y sin embargo te parece el gesto más maravilloso
de cada día cuando entras a casa y él te espera sentado en la estancia,
visiblemente aburrido y hambriento, todo y que siempre hay comida en la nevera.
Sabes que le gusta comer contigo mientras se hacen preguntas cotidianas que sin
embargo saben a nuevo cada vez.
- ¿Has comprado
algo? – te cuestiona con interés.
- Sí. Un
calidoscopio. – respondes sacando el objeto del bolso y mostrándoselo con una
sonrisa.
- Comida hubiera
sido mejor… - refunfuña y pasa de largo del objeto yendo directo a la cocina
pensando en qué pedirte de cena aquella tarde de primavera.
No te extraña, ni
te lo tomas a mal. Es justamente como le amas.
- Hayami no baka,
date prisa que tengo hambre… - le escuchas gruñirte desde la cocina y dejando
el bolso en el sofá, te internas sin dejar de sonreír. Le abrazas por la
cintura y pegas tus labios a los suyos dejando que sea él esa vez quien decida
la intensidad del beso.
Te agrada saber que
te ha extrañado también. Lo sabes porque te besa con calma y enreda sus manos
tras tu cuello mientras degusta parsimoniosamente el interior de tu boca,
enredando su lengua con la tuya y jalándote más cerca como si la cercanía no
fuese suficiente.
Sí, ChangMin es tu
calidoscopio.
Y es el mejor
obsequio que la vida pudo darte.
DELICIA
(HayaMin)
***
No te extraña. Y al
mundo tampoco. Disfrutas de la comida
como uno de los auténticos placeres de la vida, sin remordimiento alguno ni
vísperas de renunciamiento. Las papilas gustativas te reaccionan casi por
reflejo, la mirada te brilla y las manos te hormiguean cuando ves los
exquisitos platillos dispuestos en la mesa o ahí en cualquier estantería de
locales establecidos por las avenidas o en los centros comerciales.
Lo aseguras como
autómata pero plenamente consciente de tu respuesta: es una delicia. Tener el apetito tan dispuesto
a ser satisfecho, sobre todo cuando son sus manos las que preparan cada exótico
platillo y tu boca se humedece deseosa de probar. Y entonces no sabes qué es
más delicioso, verle cocinando para
ti, o la comida que de hecho te prepara. Una gran disyuntiva. No sabrías qué
elegir. Te relames los labios y cómodamente te sientas a observarle.
- ¿No ayudas? – te
cuestiona con una de esas sonrisas que arrancan suspiros. Claro que tú no
suspiras, gruñes o finges indiferencia a cambio.
- Ayudaré a que no
se desperdicie nada cuando esté todo listo – aseguras bordeando en tus labios
un intento de sonrisa inocente.
Hayami ríe y tú admites
en silencio que la expresión angelical no va contigo y francamente las más de
las veces ni siquiera pega. Lo cual tampoco significa que seas todo agrio,
sarcástico ni malhumorado, tienes tus arranques de romanticismo y a veces
derrochas miel cuando estás con él, pero te sientes más Tú cuando puedes ser espontáneo y sincero, cuando sabes que tienes
libertad para romper un beso y reventar la burbuja rosa para pedirle un poco de
comida o simplemente para cambiar el canal en la tv.
- ¿Quieres probar?
– te ofrece un poco de esa mezcla dulce que prepara para bañar los panecillos
que hornea por antojo tuyo. ¡Si es que también eres un consentido! Aunque tú lo
expresas de forma diferente a la mayoría de los mimados amigos tuyos.
Te acercas y abres
la boca recibiendo esa cucharada que deja en ella. El líquido semiespeso sabe
rico, un equilibrio perfecto de dulzor sin llegar a ser empalagoso.
Una Delicia.
Justo como Hayami.
Usarías tal palabra
para describirlo, sin temor a equivocarte y aunque las mejillas te ardieran de
vergüenza. Si es que todavía recuerdas lo que significa apenarse cuando te
sientes tan libre de ser tú mismo a su lado.
Pero tu novio es
así, pone los ingredientes necesarios pero sin llegar a ser irritante o
indigesto. Es romántico pero no demasiado cursi ni mucho menos todo el tiempo.
Es divertido pero sin caer en la ridiculez. Es maduro pero no aburrido ni un
sermoneador. Es un hombre que no te trata como una mujer por el hecho de recibir su cariño.
- ChangMin ah…
- ¿Qué?
- Te Amo… - sonríe
para ti y tú no dudas en regresarle el gesto.
- Baka… - susurras
empinándote para topar cortamente sus labios, la mezcla que degustaste sabe
incluso más deliciosa si tienes su saliva mezclada con la tuya.
Sabes, por cierto,
que no necesitas responderle lo mismo, en ése momento no te nace hacerlo pero
tal vez más tarde o mañana sí. Eso no importa, nunca lo ha sido. Porque sabes
que él sabe que si estás con él es porque estás enamorado, no para pasar el
rato.
Y eso para él,
también es una Delicia.
EMPALME
(YooSu)
***
Lo meditas y en
muchas ocasiones reconoces que tu lado pervertido sale a flote cuando se trata
de demostrarle tus sentimientos a tu novio. Por eso muchas ocasiones te
cuestionan si en verdad le amas o si solo te interesa el sexo con él. Al principio te enojaba que hubiera gente que pensara
eso, como si tú también fueras solo un calenturiento incapaz de mostrar afecto.
Después pasaste por la indignación y la mayoría de las veces tenías que
controlarte para no terminar a los golpes con más de algún imbécil que
insinuaba que eras uno de esos hombres que pensaba y “sentía” con los
pantalones y que para nada recurrías al cerebro o el corazón. Luego simplemente
comenzaste a pasar de largo, disfrutando de tu relación con ese precioso chico
que confiaba en ti y solo te pedía un tanto de confianza para no tener que
escuchar los rumores malintencionados.
¿Y todo por qué?
Porque vamos, como hombre enamorado de su hombre, vas y te empalmas con solo
verlo, sin importar cómo va vestido, ni el momento ni el lugar en que se
encuentren. ¡Es que tienes hormonas, joder! Tampoco es tu culpa no poder
desfogar a menudo todo ese deseo que te hormiguea en el cuerpo, ni el que
cuando comenzaron a salir hubieses tenido que esperarle todo un año hasta que
estuvo listo y seguro de que al intimar solo podrías hacerle el amor.
- ¡Yoochun~! – su
voz chillona se escucha por toda la sala, aún y cuando está sentado a tu lado.
Volteas a mirarle despegando la vista del guión que has estado leyendo y sus
pucheros te llaman poderosamente la atención para morderlos. Sonríes con tal de
entretener en algo tus labios… - Deja ya de leer eso y hazme caso~
- Eras tú el que
estaba entretenidísimo jugando Mario Kart… - lanzas en fingido reclamo y te
esmeras en poner caritas como las suyas cuando puchea lindamente. No puedes
evitar las sonrisas y te recuerdas mentalmente que para ser cute también se
nace con cierto don.
- ¡Pero lo he
dejado hace horas! – exclama con curiosos aspavientos y termina arrebatándote
el guión de las manos y tirándolo sobre la mesita de centro. Se sienta en tu
regazo y apoya sus manos en tus hombros… - Quiero que me prestes atención, y no
que leas escenitas de besos con actrices feas… - gimotea celoso y tú encuentras
adorables sus sonrojos molestos y cada mohín de disgusto que se perfila en su
carita angelical.
J O D E R
Te has empalmado.
Y entonces te
resulta claro y sencillo.
El empalme viene
cuando dos cosas se unen o enlazan. ¡Sencillísimo! Si no es tu culpa, es una
operación natural.
Junsu+Yoochun+mismo
espacio = tu amiguito entre tus piernas despertando. O lo que es sinónimo en
este caso. Empalme. Cálido, apasionado, caprichoso y cariñoso Empalme.
¿Ha quedado claro?
Como quiera que
sea, tus labios han ido por los suyos, los tironeas y torturas lamiéndolos
constantemente sin dejarle emitir una sola palabra más, sus quejas no te
importan entonces; solo quieres besarle a tu manera y a tu antojo. Y Junsu
parece dispuesto a tus anhelos, así que lo aprovechas.
- Yoochunnie~ -
jadea entre sonrisas cuando se sabe atrapado en tu regazo, su rostro se colorea
y su chocolate mirar busca tus profundos ojos negros como buscando nuevamente
en ellos la razón por la que ahora de pronto el calor ha ascendido en la
estancia.
- Estoy empalmado
porque Te Amo, hazte responsable de tu irradiante belleza y sensualidad, Junsu
ah… - no sabes por qué respondes algo así pero sonríes complacido cuando el
sonrojo de su rostro se enciende al rojo vivo mientras asiente y sus manos
tímidas se pasean por tu pecho hasta alcanzar el cinto de tus pantalones.
Oh sí.
Una tarde de amor
apasionado que entregar.
FIEBRE
(YunJae)
***
Cotidianamente la
palabra “fiebre” viene a colación cuando una persona ha enfermado y su cuerpo
reacciona en defensa propia produciendo un aumento en la temperatura corporal. Si
hasta tú lo sabes. Pero hay ocasiones en las que la “fiebre” invade tu cuerpo
por su causa. Porque él sabe bien cómo besarte y acariciarte hasta conseguir
que tu cuerpo se encienda y la piel se te ponga febril.
- Ahh Yunho~ -
gimoteas mareado en todo ese calor que emana de los dos y que ahora sofoca la
habitación.
Si tuvieras que
decir algo en aquel preciso momento, con la poca cordura que le queda a tus
sentidos, dirías que Yunho es la única enfermedad
en tu vida que no quieres erradicar de tu cuerpo. Te gusta el virus de sus
labios o la infección de sus manos como la inflamación que te produce cuando
enciende cada fibra de tu ser. La febril sensación que te cubre de pies a
cabeza es la mejor anomalía patológica imaginable.
- Jae… - jadea tu
nombre a medias, su errático aliento golpea la sensible piel de tu ingle cuando
su boca va en busca de tu falo… - me calientas demasiado… - susurra con su voz
ronca, con la expresión varonil tan nítida en cada una de sus facciones tras
lamer la extensión de tu tronco mirándote apenas desde abajo.
- ¡Mghh! – gimes
arqueando la espalda, apretando uno de los cojines del sofá. Y entonces
recuerdas que del mismo modo en que Yunho te ha “atacado”, lo hacen las
enfermedades y reacciona la fiebre.
Llega sin previo
aviso. Y la fiebre que él despierta en ti actúa como una especie de mecanismo
de defensa. Para aislarse del mundo y entregarse un poco de todo el amor que se
tienen.
Sus dedos se pasean
por tu vientre y te produce placenteras cosquillas en tanto su boca bombea tu
hombría tragándote una y otra vez por completo. Te enferma su saliva caliente
mojando todo de ti. Te marea su calor como el vértigo que viene cuando vas en
caída libre.
Los gemidos se
atoran en tu garganta, tan impetuosos clamando por salir primero en respuesta a
las atenciones recibidas. Jurarías que la temperatura de tu cuerpo ha llegado a
los 40º, y no te importaría en absoluto que la indagara usando su “termómetro”.
Una sonrisa ladina sacude tu garganta y llena la estancia, el pensamiento
lujurioso te toma incluso a ti por sorpresa y un chispazo pincha tu bajo
vientre haciéndote estremecer. Esta fiebre lejos de amenazar tu vida, te llena
de más vitalidad, de energías renovadas y más ganas de seguir adelante.
Si tuvieses que
presentar algunos síntomas tan propios de la fiebre seguramente que el único estrés
celular que invadiría tu cuerpo sería el de tus alocadas hormonas suplicando
por más; y el riesgo de infarto cardíaco vendría por la maestría con que Yunho
hace vibrar tu cuerpo y hacerte delirar de placer cuando se perfila entre tus
piernas con el “termómetro” dispuesto a tomar apreciadamente la temperatura en
tu interior.
- ¡Yunho! – gimes
alto y tus manos se abrazan automáticamente a su espalda, aferrándote a sus
omóplatos y anclando tus piernas en su cintura cuanto más profundo le sientes
tocar.
¡Oh Dios si amas tu
cuerpo febril tan pegado al suyo!
Y pese a todo, esta
fiebre va y viene a menudo. “Ataca” a Yunho como esa enfermedad irremediable que
te seduce cada día con los más sutiles síntomas del amor.
GUSTAR
(YooSu)
***
Movido por la
curiosidad innata de tu personalidad algo infantil –todo niño curiosea el mundo
a su alrededor– te preguntas por qué te gusta tanto todo lo que viene de él o tiene
mínima relación con él. Te gusta su forma de ser, que te siga la corriente y
sea tu mejor amigo aunque a veces se burle de ti. Sus bromas rara vez te
incomodan o hace sentir mal –rara vez, pero ha pasado, y entonces él viene y se
disculpa regalándote un abrazo que casi parece suplicar porque teme que no
perdones su falta–, es más lo que se divierten juntos y las risas compartidas
entre cotilleos, empujones y acusaciones sin sentido.
El sentimiento de
felicidad que te invade cuando estás a su lado te llena como no lo hace la
compañía de nadie más. Porque es diferente y no hay modo de compararlo de
ninguna manera con el aprecio de cada momento con tu familia u otros amigos.
Yoochun es
especial.
Yoochun te gusta.
Vas y rebuscas
entre tus libros un diccionario, curioseas con un particular aleteo en la boca
del estómago aquella definición en específico. Tu dígito se detiene a mitad de
la hoja cuando la encuentras, y tu mirada rápidamente baila sobre el corto
texto que acompaña la palabra.
…Gustar: Probar, sentir y percibir en el paladar el
sabor de las cosas. Experimentar. Agradar una cosa, parecer bien. Desear,
querer, tener gusto por algo.
Lees para ti y te
sorprendes inquieto. Hay una sensación de extrañeza que reseca tu boca. De
alguna forma esto te dice mucho pero al mismo tiempo no es suficiente. Te
sientes metido en un dilema. Yoochun te gusta, pero no sabes a ciencia cierta
por qué si nunca lo has probado.
Pasas saliva pillando en el aire el curso de tus pensamientos, tocas tus labios
con tus dedos e imaginas su boca besándote.
- Aigoo~ debo estar
volviéndome loco… - ríes avergonzado y miras de soslayo el diccionario sobre la
mesa de centro. Te llaman la atención otras palabras pero de pronto te preocupa
seguir investigando. Mirar en un libro las definiciones de algunas palabras
parece revelarte más cosas de las que ya con esfuerzo has admitido. Sientes que
de pronto sabes demasiado.
Yoochun te gusta.
Lo quieres. Te agrada. Lo deseas. Lo quieres experimentar todo de él. Una ola
de calor te sube por el cuerpo y el bochorno se te acumula en las mejillas.
Aunque más al sur una punzada te advierte que otra parte de tu cuerpo también
tiene curiosidad.
- ¿Y el sonrojo por
qué? – ronca, sexy y divertida. Su voz atraviesa la estancia y golpea tu oído,
te estremeces y juras que te has coloreado un poco más… - ¿Acaso estabas
haciendo alguna “travesura”, Junsu
ah? – te pregunta con picardía y tú presientes que ha notado el bulto entre tus
piernas.
- ¡Yah! ¡Claro que
no! – le chillas al tiempo que le lanzas un cojín y le ves hacerse a un lado
para esquivarlo. Sus risas te avergüenzan mucho más pero tú ya sabes que es
porque te gusta todo lo que viene de él.
- En serio, por qué
estás rojito.
- No te interesa… -
espetas con supuesta indignación. Te cruzas de brazos y le volteas la cara.
Sabes que vendrá a sentarse junto a ti.
- Te ves lindo
avergonzado… - su peso cae a tu lado y su dedo te pincha una mejilla… -
Cuéntame, por qué la actitud tímida y berrinchuda.
- ¡No estoy siendo
berrinchudo! – le chillas en defensa y
él solo se ríe un poco más por lo que tú gimoteas entre pucheros.
- A veces me
pregunto por qué tanto puchero, ¿acaso quieres beso? – él dice con absoluta
soltura pero a ti te invade otra ola de calor mientras balbuceas sin conseguir
una sola palabra… - ¿sí quieres beso? – te pregunta sonriendo lo
suficientemente suave para que captes que te lo dice en serio.
Asientes despacio y
cierras los ojos inconscientemente. Él no ha dicho claramente que sea quien va
a besarte, pero tú lo adivinas –o lo que es lo mismo, lo suplicas porque si no
morirás de vergüenza ahí mismo–, el corazón te galopa en el pecho con
expectación. Tu cerebro colapsa pero tus sentidos se mantienen pendientes de
cada sensación cuando su boca choca suavemente con la tuya.
No hay tiempo para
pensar, solo sabes que te gusta, que sus labios acaricien los tuyos con
parsimonia te hace sentir mariposas en el estómago y también te gusta. Que
cuando succiona tu labio inferior y sientes su saliva humedeciéndote tiemblas y
te gusta un poco más. Su lengua pasa entre tus labios y resbala contra la tuya
haciéndote jadear y de pronto te gusta tanto esta sensación que participas más
activamente devolviendo el beso y haciéndolo más profundo.
Te gusta.
Te gustan sus
manos, en tu mejilla y en tu cintura.
Te gusta su boca
pegada a la tuya y que se robe tu aliento.
- Me gustas,
Yoochun ah… - suspiras a ojos cerrados casi sin darte cuenta de que lo has
confesado.
- También me
gustas, Junsu ah… - su declaración tranquila te lleva a abrir los ojos y
mirarle… - Te quiero, Junsu. Te quiero… - susurra acariciándote las mejillas y
tú solo puedes sonreír contento y emocionado.
Gustar es una palabra con mucho significado. Lo
acabas de comprobar. Y eso es porque al gustar, se puede querer, y cuando se
quiere probablemente se llegue a amar.
Y de pronto te
gusta todo. Pinta muy bien. El amor se perfila en el horizonte como un bello
amanecer. Es sencillo.
Tú ya sabes que
Yoochun te gusta. Y que le gustas a él.
Sabes que Yoochun
te quiere. Y claro, le quieres a él.
HENDIDURA
(YunJae)
***
Abertura estrecha y larga.
Hay ocasiones en
las que tu relación con él atraviesa por situaciones tan malas que se sienten
abismales. Cual hendiduras que se abren sutilmente entre los dos: estrechas, pero
largas y consistentes.
No puedes asegurar
que se deba a diferencias sustanciales en sus personalidades. Tampoco es que
puedas echarle la culpa a la edad pues tienen la misma madurez. Ni siquiera se
trata a posta de celos, él no es posesivo en ése sentido, y tú tampoco; se
tienen confianza para saber que el otro nunca haría nada que le hiriese. Por
esa misma razón es que cada hendidura
en su relación te perturba, no sueles saber a qué adjudicarla.
Miras el reloj en
tu móvil y suspiras con pesadez. Es demasiado tarde y él no ha llamado como lo
hace con puntualidad cada que el trabajo les obliga a separarse de nuevo por
días o hasta semanas y tú te encuentras a kilómetros de distancia en el país
vecino de la bandera del “origen del sol”. Cierras los ojos y apagas la tv
porque de todas maneras no hay nada interesante que mirar. El molesto silencio
que se ha instalado en el departamento te carcome las entrañas sin miramiento.
Lo reconoces, estás así porque antes de partir hace un par de días ustedes
tuvieron una pequeña discusión.
A Jaejoong no le
hizo gracia en absoluto que permitieses que te enviaran otra vez fuera cuando
recién habías vuelto a Seúl.
- Pareciera que
esperas un llamado para largarte… - te había espetado visiblemente afectado por
la noticia cuando le dijiste que saldrías nuevamente de viaje.
- Es mi trabajo,
Jaejoong ah. Igual que el tuyo, sabemos que es así, que es difícil aún
congeniar nuestras agendas y encontrarnos más a menudo… - habías querido
convencerle pero francamente aquella tarde ni tus palabras te habían saneado a
ti la incertidumbre de la distancia.
¡Benditas
hendiduras!
De pronto pareces
odiarlas. Porque son tan estrechas pero claras que te angustian. Sabes que
aunque eres fuerte y soportas este tipo de problemas, las grietas que se abren
dejan una huella imborrable que más tarde puede cobrarles un precio muy alto
que no estás dispuesto a pagar.
Resoplas con
frustración y eres tú quien se anima en marcar a tu novio. Jaejoong no atiende
y tú no te rindes ahí, pruebas con un mensaje de texto y uno de voz. Aguardas
más de una hora por alguna respuesta pero ésta parece que no llegará. Hasta que
estás por mandar todo al diablo y salir a tomar un poco de aire fresco, la
chaqueta a medio colocar y el sonido de tu móvil avisando un mensaje entrante.
Lo abres con ansias pero lo lanzas lejos con brusquedad, el impacto contra la
alfombra de la sala evita que quede inservible, pero se ha desprendido en
partes. Cierras las manos en puño y en un arranque golpeas la pared dañándote los
nudillos.
Todo para que te
enviara una foto suya con alguno de esos amigos que a ti no terminan por caerte
del todo bien –no niegas los celos de raíz, aunque sigues confiando en tu
novio, son sus amigos los que no te inspiran tal confianza–. Le sabes medio
entrado en copas por la expresión de su rostro. Te quema en la boca del
estómago la impotencia de no poder arreglar las cosas desde aquí. Y en un acto
desesperado sales corriendo de aquel departamento rumbo al aeropuerto.
Odias las
hendiduras.
Las horas pasan
lentas, casi parece una treta del destino hacerte tanto esperar. Cuando llegas
a su departamento en Seúl no te extraña que no abra cuando llamas, con un poco
de suerte no has dejado tus llaves en Japón y consigues entrar. Está ordenado y
limpio todo pero en la cocina aún descansan algunas bolsas de basura entre
latas de cerveza y colillas de cigarro. Suspiras y decides esperar a que
regrese. Tomas lugar en la estancia y en silencio simplemente aguardas. La
espera más larga de tu vida pareciera. Él llega entrada la tarde, su rostro se
pasma apenas consigue enfocarte en la estancia de su departamento. Con un
suspiro y peinándose el teñido flequillo entra finalmente.
- Volviste pronto…
- Me mandaste una
tonta foto tuya con uno de tus amigotes…
- Debí hacerlo por
error. Estaba un poco ebrio…
- Jaejoong…
- ¿Tienes hambre?
¿Cuánto hace que esperas? Debiste llamarme… - suelta de corrido y pasando de
largo por la estancia atraviesa el pasillo hasta su habitación. Tú le sigues
sin ceremonia alguna, su sensual caminar no te distrae de tu primer objetivo,
pero que se desvista delante de ti te hace titubear. Sus grandes ojos negros
quieren absorberte y a ti podría no importarte caer en aquellos abismos… -
Yunho ah…
- He dejado el
móvil en Japón… - le ves sonreír ladino y a medio desvestir buscar en su clóset
otro cambio de ropa. Te entra curiosidad por saber el motivo por el que debe
cambiarse si ha llegado apenas. No quieres pensar idioteces.
- ¿Has venido
porque pensaste que estaba haciendo algo malo a tus espaldas y en tu ausencia?
– te pregunta directo y con seriedad. Tú no sabes concretamente qué responder.
- No. Solo odio las
hendiduras. Las malditas grietas que siguen abriéndose en nuestro camino y nos
distancian tanto que me sofoco en soledad y en absurdos.
- Eres tonto, Jung
Yunho. Muy tonto… - te dice con una sonrisa, hay algo parecido a la resignación
y la complacencia mezclados ahí.
Se acerca y se
empina hasta alcanzar tu mentón, lo mordisquea y luego enrosca sus manos en tu
cuello jalándote más cerca. Te besa y le besas. Sus labios rojos siempre serán
las frutas prohibidas más exquisitas de este mundo. Se deleita largo rato
jugando en el interior de tu boca, seduciéndote con su lengua y el calor de su
cuerpo pegándose al tuyo.
- Te Amo. Eso no va
a cambiarlo la distancia ni unas cuantas discusiones de vez en cuando. Pero
ahora… - sus manos resbalan por tu espalda, en donde una de ellas se queda
acariciando sinuosamente mientras la otra va al frente y saca la camiseta de
entre tus pantalones… - Hay una sola hendidura que me importa a mí. Y quiero
hacerla estremecer para mí… - sonríe con lascivia y tú maldices el momento en
que tu cuerpo se deja dominar por su desbordante sensualidad.
Oh sí.
Casi lo habías
olvidado.
Está también este
otro tipo de hendiduras. Las que todavía estrechas y largas, te arrancan los
más insensatos gemidos de placer.
¡Al diablo las
discusiones del ayer! Ya tendrás tiempo para hablarlas, a Jaejoong le gusta
desfogar el estrés entre tus brazos y bajo tu cuerpo, ronroneando como fiera en
celo arañándote la espalda por tu estúpido orgullo.
IMPULSO
(HayaMin)
***
Los celos no suelen
apoderarse de ti bajo casi ninguna circunstancia. Eso hace de tu noviazgo con
ChangMin una relación extrañamente equilibrada. Pero todavía hay ocasiones en
las que aquella quemante sensación de ira contenida te arde en la boca del
estómago y solo tienes ganas de golpear hasta el cansancio a ése que se atreve
a pasar ciertos límites de trabajo.
Has odiado con toda
tu alma aquella cercanía. Pero sobre todo, has odiado que él no hiciera nada,
que lo permitiera como si fuera la cosa más natural del mundo. Te extraña su
comportamiento y aún el que haya guardado silencio pasando de largo ante
aquella situación como si no hubiera existido. Respiras largo y profundo
luchando por serenarte, por pensar con un poco de claridad y sensatez.
¡Al diablo! Ese
idiota deberá saber que ChangMin es tu hombre y no tolerarás que se tome
libertades que no has concedido tú –y o es que la opinión de tu novio desestime
en importancia, solo no hay manera de pensar en ello ahora–.
Sales del
departamento como demonio enardecido. Corres a toda velocidad en tu auto y al
aparcar en aquel edificio de la ciudad todavía te tomas unos instantes antes de
bajar y subir al ascensor. Esa jaula de metal que de pronto te sofoca y aumenta
el nivel de celos que te circula por las venas. Cuando las puertas se abren, tú
sales hecho un bólido hasta la conocida sala de ensayos, no te molestas en
llamar a la puerta –después de todo ya te dejaron entrar desde recepción– y
entras escaneando de inmediato el lugar. No hay nadie más que tu novio y un par
de bailarines, aquél “confianzudo” entre ellos. Te truenas los dedos de las
manos y caminas decidido hasta ellos…
- Hayami… - le escuchas
llamarte, hay sorpresa en su voz pese a que su rostro no lo refleja… - Hayami…
- intenta de nuevo cuando tú estás a un paso de aquel sujeto que ni siquiera
tiene algo de atractivo… - ¡Kuso!... – le escuchas gruñir cuando tu puño le ha
dado de lleno en el estómago a su compañero de trabajo… - ¡Baka! ¡Qué crees que
estás haciendo!
Sujetas el cuello
de la camiseta del sujeto y le acercas lo suficiente para que no le quede duda
de lo que dirás a continuación.
- Cuidado con la
forma en que te acercas a mi novio. Me importa un cacahuate si él no dice nada
o así es como juegan. No me gusta cómo lo miras ni cómo te acercas. Si no me
escuchas y hay una próxima vez, vas a desear que te mande al infierno porque
será más celestial que las torturas que tenga pensadas para ti… - amenazas con
todo el significado posible para tal palabra y le sueltas lanzándolo hacia
atrás con violencia.
El sujeto te mira y
luego a ChangMin, murmura a saber qué cosa y junto a su otro compañero salen de
la sala sin mayor preámbulo. Y solo entonces te dignas en mirar a tu morocho
novio. Basta mirarle la cara para saber que está tanto o más enojado que tú
–venga que has liberado suficiente tensión tras aquel golpe y la amenaza hacia
el tipejo que afloró tus celos–. Sabes cuánto le molestan las escenitas de
celos que rarísima vez se montan entre los dos.
- Impulso.
-¿Qué?
- He actuado por
impulso. Y mis impulsos respetan cierta lógica de instinto. Si tú vas y dejas
que cualquier imbécil se te acerque con dobles intenciones entonces atente a
las consecuencias y ni me gruñas por lo que acabo de hacer porque entonces voy
a mandar mi casi nulo autocontrol a la mierda y te voy a dar tan duro que no
podrás moverte en una semana.
Sueltas de corrido
mirándole seriamente y sonríes mentalmente cuando le ves enrojecer hasta las
orejas. Parece que por hoy al menos, tus palabras han sido las últimas. Frunce
el ceño y se muerde el labio inferior pero guarda silencio. Es que tus impulsos
verdaderos le inspiran desconfianza porque te sabe perfectamente capaz de
cumplir lo que dices. Toma su bolso y camina atravesando la sala hasta la
puerta. Se detiene ahí y gira el rostro para mirarte, todavía con las mejillas
rojas y el mezquino silencio de su voz.
Sonríes finalmente
y caminas tras captar su mensaje. Te espera paciente y cuando llegas a su lado
entrelaza sus dedos entre los tuyos casi con docilidad, te estampa un beso
apasionado y muerde tu labio inferior arrancándote un gemido.
- Baka… - suelta su
insulto favorito para ti. Sonríe y salen caminando tomados de la mano.
Y cuando entran
juntos al ascensor y le empotras contra uno de los muros de metal besándole
salvajemente, recuerdas que tus impulsos sexuales siguen a flor de piel y que
ChangMin esta noche sí o sí, tendrá que doblegase ante ellos.
JUEGO
(YunJae)
***
Hace días que hacer
el amor con él te parece algo automático. No significa que no lo disfrutes o
que no alcancen juntos el orgasmo. Tan solo piensas que, un poco de diversidad
le caería bien a la relación, sobre todo ahora que les es más fácil y
conveniente encontrarse para intimar. Recorres los pasillos de aquella librería
y terminas en la sección de sexualidad, miras títulos murmurándolos entre
labios, tratando de hacerte una idea de lo que buscas; hasta que tus ojos se detienen
y retroceden un par de libros hasta ese que llama poderosamente tu atención.
Juegos Sexuales.
Tomas el libro
entre tus manos y le das vuelta para leer la sinopsis. “Los juegos sexuales funcionan
como una herramienta más para lograr que ambos disfruten plenamente del sexo. Permiten
que tanto cuerpo como mente se enfoquen hacia el placer, haciéndolo más
intenso, excitante y entretenido. Cuando la pareja cae en la monotonía se corre
el riesgo de que las relaciones sexuales se tornen frías, distantes, rutinarias
o menos frecuentes. Los juegos sexuales son pues, tu mejor aliado para reavivar
la pasión con tu pareja. ¡Entra y lee nuestros consejos sobre juegos que
premiarán tu curiosidad y encenderán sus bajos instintos!”
Sonríes de medio
lado con las mejillas bañadas de rubor. Te ha sido inevitable hacerte algunas
ideas de lo que te gustaría hacer con él pero que a veces, por vergüenza, no te
atreves a pedirle. Y no es que él no satisfaga todos tus deseos. Miras de un
lado a otro avergonzándote un poco más cuando encuentras a un hombre en sus 30
probablemente, mirando títulos y murmurando cosas como “el amor por una mujer
siempre socaba la timidez de un hombre”. Te sientes tentado de comentar que el
amor por un hombre –tu hombre– hace pedazos cualquier barrera más allá de la
timidez. Te guardas el comentario y abandonas el pasillo yendo directamente a
la caja a pagar por tu nueva adquisición. La señorita tras el mostrador sonríe
amablemente y menciona algo sobre una oferta que puedes aprovechar después si deseas
volver. Piensas que probablemente lo hagas, tal vez haya títulos que compartir
con tu novio. Luego.
Llegas a casa
rápido, preparas la ducha y mientras tomas un baño de agua tibia te dedicas a
leer el libro. Paseas tus ojos con avidez por cada página, como el hombre
sediento de conocimiento. Cuando te das cuenta de que has pasado demasiado
tiempo ahí y que la piel se puede arrugar por tanta humedad, sales y enredas
simplemente una toalla alrededor de tu cintura. Sigues con la vista pegada al
libro y te diriges a tu habitación, te vistes con apenas unos pantaloncillos
holgados y tomas una de las playeras de ensayo de tu novio, con los pies
descalzos vas y te adentras en la cocina, la cena será en cualquier momento y
es tu costumbre recibirle con la mesa servida. A él le encanta que pienses en
su estómago vacío luego de horas de trabajo arduo en la empresa. Y a ti te
encanta consentirle.
En una de las
páginas encuentras un juego que te resulta interesante. Suena típico pero de
cualquier manera no lo han hecho. “verdad o reto”. La gente suele pensar que
ustedes lo saben todo acerca del otro, que los secretos no existen y que hacen
muchas cosas fuera de lo común. Que les va el rollo sadomasoquista y que tu
clóset o los cajones de tu cómoda tienen por ahí una gran variedad de juguetes
sexuales. Y en realidad. No es así. Lo más que han usado es un vibrador,
clásico; que aunque diferente y entretenido, no había resultado tan delicioso
como cuando fue su falo el que te invadió.
- “Una vez que los
participantes están colocados, se enciende un fósforo pasándolo hacia la
derecha, hasta que se apague. Entonces la persona que ha pasado la cerilla
encendida, pregunta a la que se le ha apagado ¿verdad o reto? Si elige verdad,
tiene que contestar a la pregunta que se le haga. Si contesta reto, se le
ordena que haga algo, sobre él mismo o sobre otro jugador o jugadores,
indicando el tiempo que debe durar. Si alguien no contesta o no hace lo
indicado se le penaliza con la perdida de una prenda. Si no tienes fósforos, no
hay de qué preocuparse, el juego puede realizarse sin estos, haciendo las
preguntas por turnos a cada persona hacia quien la persona decida”.
Lees las
indicaciones y piensas que esto de alguna manera sería mejor en grupo y no en
pareja, no tiene caso pasarse uno a uno un fósforo hasta que se apague. Pero de
ninguna manera jugarías esto con nadie más que con él. No te apetece ventilar
intimidades ni mucho menos que llegue a mostrar su sexy cuerpo. Y seguro él se
niega en rotundo a permitir que otros te miren, así sean amigos de ambos. Se te
ocurre entonces una interesante idea para modificar el juego pero conservar el
objetivo. La campanilla del horno suena y con guante en mano sacas el platillo
para la cena. Dejas el refractario sobre la encimera y vas a tu nevera en busca
de frutas. Luego al bar en la estancia por un buen vino que refrescar en un
recipiente con cubos de hielo. Miras la hora y calculas que llegará en unos 15
minutos, así que tienes tiempo suficiente para arreglarte un poco para él.
Cuando escuchas la
puerta abrirse y el sonido de sus llaves caer sobre la mesa redonda junto a la
entrada, sabes que ha llegado el momento. Peinas tus sedosos mechones brunos y
tomas un largo respiro para relajarte. Pese a todo, aún hay mucha vergüenza en
ti.
- Yunho ah… - le
saludas desde el pasillo, sus ojos pardos te buscan de inmediato y notas su
mirada cambiar al verte.
- Jaejoong… - te
nombra con la voz algo más ronca que de costumbre. Piensas que has acertado en
la vestimenta.
Si es que llevar
una de sus camisetas a medio abotonar como única prenda cubriendo tu cuerpo, se
le puede llamar vestir adecuadamente. Tus largas piernas blancas atraen su
mirada primero, luego le sientes recorrerte de pies a cabeza. Y por supuesto,
no te extraña cuando se acerca con la intención de besarte. Lo que le pilla a
él por sorpresa es que le permitas apenas un roce y le apartas con tus manos en
su pecho deslizándose suavemente dentro de las solapas de su saco para retirarlo
lentamente de su cuerpo.
- Bienvenido, cariño~
- sonríes de medio lado. El mechón que cae sobre tu frente te cubre parte del
rostro y sus dedos francos se apuran en hacerlos a un lado para no perderse
detalle de tu belleza… - He preparado algo diferente hoy, ¿quieres probar? –
asiente casi como autómata sin despegarte la mirada de encima.
Vas y te internas
en el comedor. Él te sigue de cerca, sabes que se está devorando tus piernas y
que muere por sacarte su camiseta de seda que te queda algo holgada y larga,
hasta medio muslo. Hay una bandeja de plata cubierta en el centro, y a lado, el
recipiente con la botella de vino a degustar. Le sientas en una de las sillas y
luego tú le sigues tomando sitio en su regazo, tus piernas a los lados y sus
manos cayendo de inmediato sobre tus muslos, acariciándote con sus largos dedos
rudos marcando tu nívea piel.
- Espera… - sonríes
cantarín. Desanudas la corbata de su traje y la deslizas lentamente hasta
sacarla de su cuello. La llevas a sus ojos y él advierte lo que tienes en
mente… - ¿Está bien así? – cuestionas con un dejo de titubeo.
- Está bien,
JaeBoo. Siempre que quieras algo estará bien para mí… - te responde con su
varonil voz erizándote así de rápido el vello de la nuca.
- Quiero jugar a
algo esta noche.
- ¿A qué?
- Verdad o Reto.
Pero para que elijas una u otra tienes que adivinar qué te daré a probar a
continuación. Si tú adivinas entonces yo responderé o haré lo que quieras. Si
no lo haces, será mi oportunidad para ponerte en aprietos.
- Ya estoy en
aprietos por el simple hecho de tenerte encima… - murmura con una sexy sonrisa
y tú juras que las mejillas se te han encendido por la clara insinuación.
- Vamos a empezar…
- tu mano descubre la bandeja de plata. Hay varias frutas, verduras y algunos
preparados ahí. Tomas primero un frasco de vidrio y pinchas el redondo
contenido con un palillo llevándolo a sus labios.
Suspiras solo al
ver cómo entreabre sus labios y su lengua sale siendo la primera en probar el
alimento. Un curioso mohín de disgusto se le cruza en el rostro y tú sonríes
ligeramente.
- Aceituna… -
responde sin necesidad de morderla siquiera. Tú aplaudes y dejas caer la
aceituna sobre una de las copas de cristal que dispusiste junto al vino… -
¿Verdad o reto?
- Verdad.
- ¿Te aburre
nuestra forma de hacer el amor?
- No… - respondes
sinceramente y por un momento te pincha la sensación de culpa si es que jugar
esto le ha hecho pensar eso aposta. Tomas algo más de la charola y se lo das a
probar. Esa vez realmente no tiene idea de lo que es. No te extraña, es un
aderezo que no sueles utilizar y cuando lo haces va mezclado con otros
ingredientes… - ¿Verdad o reto?
- Reto.
- Voy a frotarme
contra ti durante 10 segundos, tienes que evitar ponerte duro… - la idea te
cruzó por la cabeza sin más. Te sorprendes a ti mismo por la intensidad de tu
reto. Le ves tragar hondo y aflojar un par de botones de su camiseta, respirar
profundamente y asentir luego de varias respiraciones iguales. Mueves tu cuerpo
adelante y atrás presionando tu trasero contra su virilidad, cuentas
mentalmente hasta 10 y al final le escuchas jadear ahogado no habiendo
conseguido controlarse. Su erección presiona contra tus glúteos.
La siguiente vez
pierde de nuevo. Pero contrario a lo anterior, te pide Verdad.
- ¿Te agrada este
juego?
- Sí. Sobre todo si
estás encima de mí y puedo sentir tu calor envolviéndome. Como alargues esto
demasiado me temo que terminaré echándolo a perder porque ya me estoy poniendo
a tono, Jaejoong.
Tus mejillas se
encienden de nuevo, pero esa vez sientes también alegría. Ríes seductor y tomas
algo más de la bandeja. Adivina entonces y tú terminas pidiendo verdad otra
vez.
- Desde que estamos
saliendo, ¿alguna vez te ha gustado alguien más? – su pregunta te toma un poco
desprevenido, pero luego recuerdas que en varias ocasiones te han liado con
alguna amiga, o amigo. Sabes que aunque no suelen mencionarlo, él se ha quedado
con sus dudas.
- No. Desde que me
enamoré de ti, mis ojos siempre te siguen y mis pensamientos siempre caen en
ti, Yunho ah.
Le ves sonreír
satisfecho y aliviado, te acaricia los muslos y piensas que este juego es
divertido pero algo lento para tus repentinas ganas de dejar que te bese y
acaricie marcando cada palmo de tu cuerpo. Sin embargo, aprendes algo nuevo.
Jugar está bien, y siempre puede ser un pretexto y preámbulo para todo ese
deseo que sabes está siempre ahí. Aunque la más de las veces se entreguen de la
misma forma.
- Yunho ah, ¿verdad
o reto?
- Aún no me das
nada a probar, JaeBoo.
- Elige~
- Reto.
- Te reto a que
descubras el punto más sensible de mi cuerpo.
Tu reto le basta
para mandar todo por la borda. Su autocontrol muere en un segundo y al
siguiente te tiene sobre la mesa devorando con ansiedad tu boca roja. Sus manos
tantean la botella de vino y el frasco de mermelada de la bandeja. Aquello
termina sobre tu cuerpo desnudo, sus labios sobre cada recoveco de tu cuerpo,
sus manos sobre cada centímetro de piel.
No. No te va el
rollo sadomasoquista –aunque puede que sea divertido jugar con trajes de cuero
y máscaras tipo gatubela o disfraces sexys de personajes que le enciendan,
tomas nota mental para cuestionárselo después–, tampoco es que necesiten de más
cosas cuando su fogosidad te enciende la piel a punto de ebullición y sus
embestidas te arrancan los más ruidosos gemidos.
KIMONO
(HayaMin)
***
El hecho de que te
invite de compras no es precisamente lo que te pone arisco y hace dudar de sus
intenciones. No señoras y señores, lo que te hace sentir a la defensiva es lo
que intenta decirte cuando entran en aquella boutique de tradicionales kimonos.
- Entonces, ¿la
novia no viene? Es muy importante que la novia elija el kimono de su agrado… -
la señorita dijo con una sonrisa. Y el idiota de tu novio se limita a señalarte
con el dedo en un gesto bastante cómico a decir verdad, pero que a ti no te
sienta para nada en gracia… - ¡Oh! Mis más sinceras disculpas por la confusión…
- ella te hace una venia y tú sientes a cambio que te palpita la venita en la
sien.
Tu molestia –y la
vergüenza, aunque no vas a ir y aceptarlo, menos delante de él– va en aumento.
Sientes tus orejas calientes y aseguras que están rojas como semáforo en alto.
- De casualidad
podría orientarnos sobre cuál podría sentarnos bien. A mi novio no se le da muy
bien elegir, es un poco tímido… - le escuchas decir y sabes que todo esto es
parte de su “venganza”.
¡Solo porque un
bailarín se toma confianzas contigo! ¡Supuestas confianzas! Que tampoco es que
haya osado correrte mano. ¡Tú ni siquiera lo permitirías! Pero no, a tu idiota
novio le afloraron de golpe los celos y ha pasado el día haciéndote la vida
imposible –todo y que al principio te gustaron sus arranques posesivos, pero
esto ya era el colmo. ¡El colmo!–
- Bueno, por su
estatura, su complexión y el tono de su piel… - la señorita comienza a hablar
hasta por los codos explicando desde su experiencia en el arte del kimono cuál
les iría bien a los dos.
Al final terminan
comprando un kimono de pareja. Tú intuyes que de hecho es de bodas, pero
prefieres guardarte cualquier comentario porque tu lengua es capaz de castigarte
a ti mismo. Lo que menos quieres ahora es “provocarle”.
Una semana después
terminas viajando al país nipón. Te invita a su casa –no su departamento, sino
la casa que ha comprado para ambos cuando se hayan decidido en hacer vida de
casados, lo cual dicho sea de paso te pone los nervios de punta y ansioso. No
es que no quieras casarte, tan solo piensas que todavía eres joven, muy joven
para el matrimonio–, tan típicamente oriental que te quedas admirando los
detalles, el jardín y su estante con peces de colores, escuchas el tintineo del
Fuurin colgando en la entrada y sonríes sintiéndote de pronto relajado.
- ChangMin-kun… -
hasta que su voz te interrumpe y te hace recordar que estás aquí contra tu
voluntad.
¡Que prácticamente
te ha secuestrado! ¿y todo por qué? Porque tú planeabas irte con los chicos del
staff a comer por ahí. No es tu culpa que el bailarín siga trabajando con
ustedes y sea tan amigable que charla contigo la mayor parte del tiempo. Vale,
tal vez tengas conciencia de que le gustas al tipo, ¡Pero no significa que
correspondas!
- ChangMin… - su
voz suena a orden. Volteas a mirarle y su expresión tranquila te hace
estremecer más que si le vieras enfadado. Porque está ahí ese brillo en sus
ojos que advierte que ese día lo que tiene planeado para ti te hará amarlo más
entre refunfuños, vergüenzas, gemidos y sofocante pasión… - Vamos, quiero que
te pruebes algo.
Le sigues dentro de
la casa. La que por dentro no es menos tradicional y bella que por fuera. Tu
calzado quedó en la entrada, y en su lugar tus pies enfundados en calcetines
blancos se deslizan pacientemente por el piso de madera recién lustrada. Te
sientes en una película de esas que muestran la época antigua, y cuando miras
la espalda de tu novio, es como si siguieras a tu “Señor”. Espabilas el absurdo
pensamiento sacudiendo un par de veces la cabeza de un lado a otro. Por alguna
razón tus mejillas se han encendido en rubor. Hayami desliza la puerta de una
de las habitaciones, y cuando entras te encuentras con aquél kimono que compraran
antes, perfectamente distribuido en una cruceta de maderas como si fuera
expuesto ante tus ojos. Realmente es bello. El uchihake rosado con estampado
floreado primaveral y esas grullas en la parte inferior que le dan el toque de
elegancia, también está la yukata en blanco que sabes va como una especie de
prenda interior; algunos lazos suaves y los tabi. No eres experto en la
vestimenta nipona, pero sabes un poco acerca de esto. Sabes, por ejemplo, que
colocarse un kimono tradicional no sería sencillo a la primera.
- Desnúdate… - le
escuchas decirte y tú de inmediato te estremeces por culpa de su voz tan ronca.
¡Juras que planea correrte mano!
- ¿Para…? – enarcas
una ceja y él a cambio sonríe perverso.
- Para que te
pruebes el kimono.
- ¿No puede esperar
al día que tenga que usarlo?
- No es necesario.
Quiero vértelo puesto ahora.
- ¡No me da la gana
ponérmelo!
- ¿Quieres que te
obligue? – su pastosa voz hace que aquella amenaza suene más a una proposición
que te hace sentir abochornado.
- ¿Pero no se
supone que es para la ceremonia nupcial? Se arruinará la sorpresa.
Hayami no dice
nada, se acerca paso a paso a ti y sujetando tu mentón te mira directo a los
ojos. Su otra mano rodea tu cintura acercándote un poco más a él y cuando menos
lo esperas sus labios ya te besan con pasión, te deja sin aliento en un
parpadeo y con el corazón a mil por hora. Y cuando reaccionas lo suficiente
–que parece que el cerebro se te había quedado sin oxigenación para procesar
los eventos– sus manos ya te están desnudando.
- ¡Hayami no baka!
- Te lo pedí
amablemente antes.
- ¡Quita tus manos
de ahí! – gritas escandaloso y por un momento temes que ciertas manías de tus
amigos sean contagiosas. Te has escuchado tan uke que se siente como si
hubieses pisoteado tú solito tu orgullo.
- No es como si te
estuviera tocando para calentarte… - sonríe de medio lado y vuelves a jurar que
tiene intenciones de “violarte” en cualquier momento. Tragas hondo y piensas en
algo para relajarte.
Un minuto después
estás en bóxer a su entera disposición. Sonríe lindamente y te planta un beso
tierno mientras te coloca la primer prenda. Una a una va indicándote cómo
ponerlas en tu cuerpo, te aconseja algunos tips para facilitar el trabajo y
cuando ha terminado –luego de una eternidad para ti, si alguien te pregunta– te
hace caminar hacia el extremo de la habitación, donde un espejo de cuerpo
entero te devuelve el reflejo de tu figura.
El uchihake encima
de la yukata emula una capa elegante que te hace lucir adorable, según le escuchas susurrarte al oído. Luego simplemente
mordisquea el lóbulo de tu oreja y tú tiemblas en medio de un jadeo ante su
acción.
- Ahora, voy a
hacértelo sin desvestirte…
- ¿Q-qué? –
tartamudeas con el rostro encendido al rojo vivo, jadeando sorprendido cuando
te empotra contra el muro y sus manos se abren paso entre las prendas
acariciándote las piernas… - ¡Kuso!
- Tsk, cuida esa
boquita tuya si no quieres que la calle a base de asfixiantes besos… - te
sonríe provocativo y tú por un momento piensas que eso es justamente lo que
hará sí o sí y que en algún momento encontrarás tentadora la amenaza.
- ¡Ngh! No puedes
hacérmelo con toda esta ropa encima… - gimoteas sintiendo que uno de los lazos
atados a tu torso sosteniendo el yukata está algo ajustado porque te quita el
aliento… - ¡ngh! – gimes de nuevo medio mareado y captas que no es culpa de los
lazos, sino de los dedos de Hayami acariciándote la ingle y tu casi nula
movilidad por culpa del traje.
Hayami sonríe
perverso y tú presientes que viene lo peor. De alguna manera se ha hecho de
espacio entre tus piernas y toca tu falo con paciencia haciéndote suspirar
abochornado y sofocado. De pronto te gira y tu frente choca contra el muro su
pelvis se refriega contra tu trasero y sientes su virilidad crecer contra ti
pero encima de tanta ropa. Luego simplemente te das cuenta de que estás de
rodillas en el piso, con la cabeza encima de las ropas que te quitaste y tu
cadera elevada, las prendas todavía ajustadas pero lo suficientemente abiertas
para que él pueda entrar en ti.
- ¡Hayami Baka! –
gimes con un gesto incómodo cuando le sientes penetrar en ti sin haberte
preparado concienzudamente. Venga, que dos de sus dígitos en tu interior no
tienen comparación con su tamaño y el muy bestia ya ha entrado de una.
- Todavía puedo
callar esa boquita tuya, ChangMin… - le escuchas gruñirte al oído, su pecho
choca con tu espalda y su lengua te lame la nuca y el cuello mientras se mueve
y embiste un par de veces con algo de dificultad… - ¡Mghh! – le escuchas gemir
ronco y sabes que viene de la estrechez de tu anillo comprimido.
Buscas alguna clase
de apoyo pero tus uñas solo sienten la madera del piso. Unos instantes después
Hayami coge impulso y toma ritmo embistiendo poderoso y haciéndote sentir tan
excitado que los gemidos impúdicos nacen del fondo de tu garganta. Te afloran
las palabras más sucias que te conoces en japonés –y que has aprendido por su
culpa– y eso parece calentarle más porque sus estocadas son duras y rápidas,
profundas y sofocantes. Su falo toca hondo y tú sientes que desfallecerás
cuando encuentra tu punto sensible al placer y las olas de calor atraviesan tu
cuerpo como pinchazos de infernal seducción.
Hayami se levanta,
anclado a tu cadera te levanta casi en vilo, aún con el cuerpo más bien inclinado;
y deshaciendo algunos nudos por aquí y por allá abre tu yukata teniendo más
libertad y comodidad para enterrarse en ti. Su miembro caliente penetra sin
miramientos y tú hasta sientes que te escose la entrada por el roce constante y
la fuerza de sus penetraciones. Pero todavía es más el placer y las ganas de
gritar su nombre. No es pues tu culpa venirte demasiado pronto y ensuciar
encima tu kimono nupcial, ni tampoco que él parezca bestia dándote tan duro
que, si bien no te partió a ti en dos, si desgarró la tela del uchihake
arruinando la prenda, tras tironear de ella en medio de su salvaje frenesí.
- No dejes que ese
imbécil se acerque a ti… - jadea con la respiración laboriosa, aferrado a tu
cintura y con su pecho en tu espalda.
- Pídele a Yunho
que le despida entonces. Y quítate que pesas… - le gruñes de mala gana pero lo
único que consigues es provocarle y que comience a embestir de nuevo, todo y
que ya se ha corrido dentro de ti… - ¡Oh kuso! ¡Hayami no baka déjame
descansar!
- No… - te gira y
eleva tus piernas hasta sus hombros, levanta tu cadera y penetra de nuevo tu
cansado y sudoroso cuerpo. Su virilidad gana tamaño pronto y tú solo puedes
aferrarse a lo que puedes para no lastimarte las uñas en el piso de madera
porque cada nueva estocada se siente más dura y salvaje.
Si lo sabes. Es
mala idea hacerle enfadar. Pero vamos, el baka de tu novio te hace sacar tu
lado más masoquista. ¡Y uke! ¡Mira que comprarte un kimono rosado de mujer!
LOCURA
(YooSu)
***
Te defines en
estado de locura por su causa. Te roba la cordura sin miramientos y atraviesa
fácilmente cada uno de tus sentidos apropiándose de ellos y por tanto de tu
ser. Te seduce con su aparente inocencia pero sabes que vendrá su ataque
primario cuando derrocha esa sensualidad tan natural con que se acerca sin
compasión cuando busca de ti la irrefrenable pasión que devota se le entrega
sin reservas. El superlativo sentimiento de intenso amor te hace delirar,
puedes jurarlo; porque a veces dudas que sea tal su belleza cegadora, o es un
ángel caído del cielo y Dios te bendijo con la voluntad de amarle a tu antojo.
Francamente aquello
no siempre te importa. Te declaras culpable y prisionero de su carcelario
cuerpo sin remordimiento alguno de tu conducta inmoral ni las faltas de tu comportamiento
a las normas sociales. Prefieres mil veces continuar sumido en locura si cada
día puedes escuchar su ruidosa risa, obtener sus sonrisas avergonzadas o su
canto nocturno cuando gime bajo tu cuerpo.
- Yoochun ah~ - su
dulce voz te llama y tú automáticamente obedeces llevando tus negros ojos a su
silueta. Ríe cantarino y bailotea a tu alrededor como hada juguetona que
encuentra divertido arrastrarte a la demencia de su fantástica existencia.
El velo blanco que
cubre su desnudez se sacude con el viento que se cuela por el amplio ventanal y
pronto su figura se roza con la tuya, cada vez más cerca. Su risa resuena en
tus oídos y la invitación de sus ojos chocolate te atonta a punto del desvarío
acompañado del frenético deseo de fundir tu cuerpo con el suyo.
Su clara piel
destella bajo la luz de la luna, y la fina capa de sudor que la noche de verano
deja sobre la cutánea extensión le brinda ese toque erótico que aludes a su
perfecta naturaleza angelical. Sus labios rosa te llenan de furor y su ladina
sonrisa invitándote a tomarlos exalta cada fibra de tu ser. Intentas atraparle
y él sale corriendo ligero como brisa matutina escapando del alba. Corres y
jugueteas siguiéndole el ritmo, te fatigas inconsciente del tiempo que llevas
persiguiendo su perfección. Cuando finalmente le atrapas y enroscas tus manos
en su cintura, su sonrisa te hipnotiza y sientes que flotas en el viento.
Tomas sus labios
con ansiedad y en un arrebato profanas con tu lengua el interior de su boca. Él
no te rechaza y por el contrario sumiso se entrega a tus deseos. Su cuerpo se
siente tibio y ligero entre tus brazos, la desnudes bajo el velo se revela ante
tus ojos cuando sus manos gráciles la dejan caer al suelo. Sus mejillas
moteadas de rubor te arrancan un jadeo y su inocente mirar socaba el último
resquicio de razón que le quedaba a tu envenenado cerebro.
Enajenado por su
envidiable silueta, dejas que tus manos corran por la línea de su cuerpo como
feroces lobos hambrientos. Es tanto el amor y la veneración que le tienes que
te desquicia que cualquier otro par de ojos volteen a mirarlo. A veces deliras
con que le tienes cautivo en una prisión de oro, donde solo tú puedas admirar
cada rasgo de su sobrenatural hermosura. Tus dedos se deslizan por su piel
siguiendo el camino que deja tu ávida lengua. Tu tacto le quema, lo sabes por
los estremecimientos que sacuden su cuerpo, por los suspiros que emanan de sus
labios y los gemidos que ahoga en su garganta cuando tocas alguno de esos
puntos sensibles que lo hacen enrojecer furiosamente y anclarse a tu cuerpo de
una forma u otra.
No te importa estar
loco de amor por él. Junsu lo vale por encima de todas las cosas. Por encima de
cualquier lógica, razón y moral de un mundo regido por supuestas mentiras
piadosas y reglas que lejos de respetar la autonomía de pensamiento y elección
de vida, quieren encajonarte en sus designios de hipocresía.
Vaya que lo
prefieres. Sobre todo si es el mismo Junsu quien susurra todos esos “Te Amo”
sofocado en calor y mareado de placer cuando eres tú el que se entierra en él
sumidos en una candente danza de pelvis, con el canto de su voz aguda gimiendo
para ti, solo para ti.
Enloquecedoramente
tuyo.
Solo Tuyo.
Tu Junsu.
La raíz y el fin
último de tu locura.
Tu felicidad.
que bonito me ire aleer la siguiente parte :) gracias
ResponderEliminarWowwwwwww
ResponderEliminarlo disfrute mucho!!!!
*corre a la sig parte*
LOVE LVOE LOVE LOVE~~~~~ <3
ResponderEliminarMe encanta cuando escribes estos abecedarios ahwwww los amooooo, me encantaron todos pero en especial los de Hayami y Changmin XDDD es que son adorables xD hahahaha
Corro a leer la segunda parte.
Muchas Gracias!!
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaw esta super
ResponderEliminarcute....puro Amor, pero sinceramente me gustaron más los del HayaMin >_<
ChangMin fue castigado xDD
Ame sin duda alguna los HayaMin y los YJ (no quiere decir q no me haya gustado el YooSu) xD He de admitir q en especial los HayaMin
ResponderEliminarMe encanto q Hayami tuviera esa faceta de celoso y q castigara a CM xD Siii, el nene se lo merecía ? XD
Eliminar*~* q hot~
ResponderEliminarme encantaron todos
fue tan sexy como los describiste.
muchas gracias!!!!
Hola.... gracias por las historias... disfruste mucho las inseguridades de los chicos... y de su lado lascivo. ...
ResponderEliminarSigue adelante... Bye
Awwww lo ame demaciado~
ResponderEliminarcomo amo estas parejas :3
ahora por ti me gusta a Minnie con Hayami <3
gracias~
ahora a leer la siguiente parte :D
Sayomon!
esta muy weno
ResponderEliminargracias
Siiiiiiiiiiiiiiiiii el ABC de las formas de expresión en el Blog, que bueno que lo subiste Feli, disfrute mucho con cada una de las letras y las parejas *O*
ResponderEliminarGracias!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me gusta el hurgar(?)en cada reacción
ResponderEliminarque se hacen tan patentes en cualquier tipo de relación a largo plazo
He de confesar que con varias he de sentirme identificada XD
Mañana leeré el otro por hoy a dormir!!!
GRACIAS!!!
aw*.
ResponderEliminarme ha encantado de principio a fin(?),bueno q me falta la segunda parte pero esta monisimo :),siempre dire que me encanta tu forma de escribir y es verdad.eres buenisima :D~