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lunes, 11 de marzo de 2013

ABC (Parte 2)




Título: ABC de las formas de expresión (Parte 2)
Autora: Felina
Parejas: YunJae, YooSu, HayaMin
Género: Romance
Clasificación: NC-17
Advertencias: Lime, Lemon



ABC DE LAS FORMAS DE EXPRESIÓN
***
 




MINUTERO
(HayaMin)
***

A veces piensas que le odias –claro que de inmediato tu mente se aclara a sí misma que no es un odio literal, es una forma de mecanismo de defensa para no poner ahí la palabra opuesta que bien describe tus sentimientos– por haberte hecho cambiar así. Detestas que solo una de sus miradas ponga tu corazón a mil por hora, o que sus sonrisas aunque engreídas te hagan sentir mariposas en el estómago. Si es que hay que ver lo masoquista y testarudo que resultó tu corazón para haberse ido a enamorar de tremendo baka.

Resoplas frustrado ante tus propios pensamientos y maldices ese bendito tic tac de tu reloj de muñeca, y un poco más de ese lento avanzar de los minutos en el gran reloj en las pantallas del aeropuerto. ¡Pero es tu culpa por llegar tan temprano! Luego te corriges a ti mismo y decides culparle a él por ponerte ansioso por volverle a ver. ¡Si le viste la semana pasada! Aunque claro, es que la idea de que aparezca para aquel fin de semana con un objetivo tan claro y específico es lo que te crispa los nervios.

Oficialmente pedirá tu mano ante tus padres. Correctamente dicho, le notificarán la decisión que de todas formas ya tomaron. El matrimonio finamente ha llegado a tu vida y tú todavía piensas que eres demasiado joven para el compromiso pero que no hay manera de pensar que pueda ser diferente en el futuro.

Porque te guste o no –venga, que lo renegado y malhumorado no se te va a quitar nunca, no es solo una máscara que aposta quieras utilizar, es una de las caras de tu personalidad– sabes que no hay manera de que te enamores de nuevo. No con esa cursi intensidad con que le quieres a él. Hayami se ganó tu corazón a la buena, obteniendo tu confianza y respetando tu forma de ser. Que te saca de tus casillas por mínimo una vez por día, es cierto; pero que lo hacen en un juego medio soso con tal de pelear sabiendo que vendrá un beso, también lo tienes claro. Te molesta porque te gusta que lo haga, porque sabes que no lo hace de verdad, que nunca pretende herirte ni meterse con tu orgullo, que todo lo que hace es ayudarte un poco a soltar la tensión o dejar simplemente libre tu sarcástica forma de bromear y comunicarte. Eh ahí, la razón por la que le amas tanto. Aunque no se lo digas a menudo y sea generalmente él quien te venga con las declaraciones tiernas o los gestos románticos.

Miras tu reloj de muñeca y le gruñes a la aguja que marca los minutos. Le espetas que sea tan lenta y no avance de una buena vez hasta la hora en que su vuelo llega. Sabes que maldecirás a diestra y siniestra como al estúpido avión se le ocurra venir retrasado. Es una tontería que estés pensando de esa manera pero admites que es la maldita emoción que te circula por las venas al saber que vas a verle. Que cuando venga por el pasillo y arrastre la maleta alzará la mano para saludarte y sonreirá con ese aire engreído que le hace ver tan jodidamente atractivo y sonroja tus mejillas –ni hablar, los bochornos se te presentan cada vez más a menudo y a ti solo te queda resignarte–.

- ¡Kuso! – resoplas fastidiado por la ansiedad. Cierras los ojos en un vano intento por calmarte pero solo consigues escuchar más nítidamente el incesante tic tac de tu reloj, el molesto sonido se levanta incluso por encima de los murmullos de la gente en la sala de espera.

Suspiras derrotado –solo por un segundo, que lo tuyo es mantener la frente en alto y el orgullo intacto– y decides mirar las fotografías tomadas con tu móvil.

- Si ni es tan guapo… - susurras pretendiendo que te convences a ti mismo, pero la boba sonrisa ya se ha expandido por tus labios… - Y además es japonés, los coreanos somos mucho más atractivos… - continúas en una especie de monólogo que se ha inventado tu mente para distraerte del lento avanzar de los minutos… - Estoy con él nada más porque cocina delicioso, si es su único punto a favor… - juras y perjuras que esa es la puritita verdad. ¡Y tú nunca mientes!

Oh bien, no vas a ir y admitir como si nada que estás coladito hasta la médula por Mokomichi Hayami. La gente que te conoce lo sabe, a veces te molestan con ella pero la más de las veces aceptan que eres así, medio agrio, soso, malhumorado, sarcástico y con cero tacto para la expresión de sentimientos. ¡Un cubo de hielo en el Everest!

Frunces el ceño y replicas tal afirmación. No es tampoco que seas un maldito insensible. Tienes tus momentos de absoluto sentimentalismo, que no vayas por ahí derrochándolo como tus amigos no significa que no los tienes. ¡No te da la gana mostrarte así en público y ya!

La voz de la señorita al fondo capta de pronto tu atención. Las palabras “llegada” y “Japón” atrapan de inmediato tus sentidos. Te levantas ansioso y miras tu reloj de muñeca. ¡Al fin! Te regocijas internamente y sonríes ampliamente antes de carraspear, acomodarte la chaqueta y colocarte los lentes oscuros, peinar los morochos mechones y echar a andar rumbo al pasillo indicado. Es el primero en salir y tú casi chillas de emoción. Casi, pero de ninguna manera y bajo ningún precepto lo harías. ¡El orgullo ante todo! Esperas pacientemente –vil mentira, el corazón te galopa en la garganta y amenaza con escaparse– que llegue ante ti, y con un bufido de indiferencia le das la bienvenida.

- Si no te conociera tan bien, podría creerme tu engreimiento; pero estoy seguro de que hasta te tiemblan las piernas y te hormiguean las manos porque mueres por abalanzarte sobre mí y comerme a besos… - te dice con su típica arrogancia. Le fulminas con la mirada y comienzas a andar sin preguntarle siquiera si le falta equipaje… - Cariño~

Sonríe con su característico humor altanero y dándote alcance entrelaza sus dedos con una de tus manos –¡Debiste meterlas en los bolsillos de tu pantalón!– tironea de ti y cuando lo comprendes ya te ha besado. No demasiado dulce, no demasiado rudo. Tan solo esa caricia dosificada de añoranza con cariño y deseo. Sí, por algo el idiota es chef, ¡sabe mezclar los ingredientes de todo!

Y oh sí, pasas por alto los lentos minutos del reloj cuando el tráfico les entretiene horas en el camino. Te importa un bledo porque le tienes a él, sentado junto a ti, sonriéndote con cariño y robándote más de un beso mientras reniegas como bien sabes hacerlo.

Tic tac, tic tac. ¡Bendito minutero!


NEVADA
(YooSu)
***

Te gusta el invierno. Te gusta la primavera, el otoño y el verano. Realmente te gustan todas las estaciones del año. Al menos lo hacen desde que le tienes a él. Porque su presencia, su cariño y su desbordado amor te hacen sentir simplemente bien. Te enamoró sin que te dieras cuenta, y cuando sus labios rozaron por primera vez los tuyos fue justamente en una noche como la de hoy. Con la nieve cayendo afuera, cubriendo la ciudad con su blanco manto; mientras celebraban tu cumpleaños y prometía tener el mejor regalo para ti. Lo comprendiste cuando sus penetrantes orbes ónix traspasaron hasta tu alma. Te regaló su corazón, su sincero amor.

Recuerdas nítidamente el sonrojo encendido de tu rostro, su sonrisa nerviosa y el titubeo de sus pupilas esperando tu respuesta, cualquier reacción de tu parte que le hiciera saber lo que pensabas o harías al respecto. Yoochun siempre era señalado como un conquistador, se le atribuían cualidades para el romance y las más seductoras proposiciones. Pero cuando le viste ahí ante tus ojos, con las mejillas ruborizadas y los nervios atravesándole cada poro de la piel, te sentiste inmensamente feliz de conocerle para saber que este era el verdadero Yoochun. El hombre que pretende ser tomado en serio, el que te planta su corazón en la palma de la mano ofreciéndotelo casi sumisamente.

Y te fuiste a sus brazos, rodeaste su cuello con tus manos asintiendo vigorosamente pese a que no había existido una pregunta concreta. ¡Formalismos nada más que a ustedes les venían sobrando entonces! Tu nariz rozó con la suya, sus manos rodearon tu cintura y sentiste cómo un renovado calor los envolvía a los, aunque afuera la ventisca había cobrado fuerza y el mal clima amenazaba con tornarse inclemente como para salir a armar jaleo en tu fiesta de cumpleaños.

Nada de aquello importó cuando su mano cayó sobre una de tus mejillas acariciándola con el pulgar, sonriéndote con esa alegría que le conoces cuando se siente pleno. Ladeó el rostro y se acercó al tuyo despacio, mirándote y deteniéndose a unos centímetros. Estaba pidiéndote permiso para seguir. Comprendiste en su profunda mirada que si aceptabas ahora, sería un para siempre. No dudaste en ser tú quien acortara un poco más la distancia, suspirando y dejando que fuera finalmente él quien terminara de fundir sus bocas.

Sus sensuales labios nunca te parecieron tan encantadores, atractivos y dulces. ¡Si besa como los dioses! Tus mejillas se encendieron de nuevo cuando sus labios hicieron todas esas cosas tan dulces y seductoras con los tuyos, te sentiste inquieto y torpe, pero te esforzaste al máximo por responder y aprender de él. Yoochun sonrió contra tus labios y murmuró algo que no recuerdas claramente. ¡Fue su culpa por hablarte cuando flotas en una nube rosa!

- Baby… - su voz te saca de los recuerdos y la sonrisa se expande al instante en tu boca. Se acomoda el abrigo y extiende la mano para ti… - Siento la demora…

- Está bien. De todas maneras pensaba en ti, Chunnie… - susurras repentinamente avergonzado. Él te acomoda la bufanda y sujeta tus manos, escribe algo sobre tus guantes y tú haces berrinche mentalmente porque temes no percibir lo suficiente cada trazo para adivinar lo que te dice.

Tu corazón late deprisa y tu rostro se ilumina. “Cásate conmigo”.

Te lanzas a sus brazos y asientes vigorosamente. Como aquella vez hace años. Te sostiene de la cintura y sonríe contra tu mejilla acariciándote el pelo con sumo cariño. Afuera, la nieve comienza a caer, y tú solo puedes besarle colgándote de su cuello absurdamente feliz.

Definitivamente te gusta el invierno. Y que nieve sin clemencias. Todavía le tienes a él, y su calor siempre es suficiente para derretir cualquier capa de hielo que amenace con formarse en tu jovial corazón.


ORGULLO
(YunJae)
***

Hay muchas maneras de concebir el Orgullo. Reconoces que tal vez has tenido de ambas partes un poco. Has sido orgulloso en sentido negativo, lo has sido en el positivo. Pero no son aquellos aspectos de soberbia o humildad los que te atañen en este momento. Tan solo piensas en el orgullo en ese sentido más sublime cuando lo miras, porque sientes orgullo por él, por cada uno de sus logros, por ser un hombre fuerte y levantarse después de cada caída. Si es que te has llevado el premio mayor al tener su corazón. Y reconoces que cualquier ente supremo te tiene estima, porque si Jaejoong fuera otro, hace mucho te hubiese mandado a la mismísima mierda.

Los errores han existido, muchos de ellos han venido de tu parte y le han herido profundamente. Has sido causa de sus depresiones y sus borracheras –vamos, que no eres ningún tonto para no saberlo, aunque él nunca te lo dice directamente–. También de sus canciones más tristes, de las que saben a catarsis y te dejan un sabor de culpa instalado en la boca del estómago.

Lo meditas un momento y tomas conciencia de que en situaciones como aquellas, el orgullo mal encaminado de tu parte les había llevado casi al rompimiento. Tú sabes ahora que cada vez que provocaste una grieta en su corazón, hiciste por ende una en el tuyo. Sabes, que nunca podrías vivir sin él. Que le amas, aunque no siempre sepas ser el mejor novio del mundo, todo y que mucha gente lo ve así.

La gente no sabe muchas cosas. La gente no escucha cuando pierdes los estribos y espetas los fallidos reclamos que se generan por culpa del estrés. Has sido soberbio y arrogante. La gente no sabe tampoco lo difícil que puede ser tenerle por novio. Un hombre perfecto pareciera no pertenecerle a uno solo, mucho menos a ti, cuyas imperfecciones te sobran y se engrandecen con el tiempo. La gente no sabe que a veces lo supera su vanidad, que te sientes en segundo plano frente a algunos de sus objetivos.

Y sin embargo, de todo aquello viene el orgullo más importante. El que se siente cuando admiras y respetas la valía de otra persona. Cuando te sientes valorado por otro y encuentran el punto de equilibrio ideal para congeniar, para superar las vicisitudes del escarpado camino de la vida.

- Jaejoong ah… - susurras su nombre en tanto uno de tus dedos delinea el contorno de su figura desnuda; recostado a tu lado y adormilado murmura un monosílabo para darte a entender que te escucha… - Vamos a estar juntos para siempre, ¿sí?

- Para siempre, Yunho… - murmura más dormido que despierto, abrazándose otro poco a tu cuerpo y enredando sus piernas con las tuyas.

Sí. Solo alguien como Jaejoong sería capaz de amarte con todas tus faltas. Y solo alguien como tú puede complementarle. Suena ególatra, pero lo sabes, de alguna manera lo haces. Quizá porque son como la luna y el sol, como el día y la noche. El equilibrio ideal.

Cuestión de orgullo.
Pero no de necedad.


PELVIS
(YooSu)
***

Tus conocimientos en anatomía y medicina son casi nulos, después de todo no te has inclinado por las ciencias de la salud nunca, la música siempre ha sido tu principal pasión y talento. Pero jurarías que no hay ser humano en el mundo con aquella pelvis tan sexy y provocativa como la de tu novio. Si hay que ver cómo lo miran mujeres y hombres por igual, unos con deseo y otros con envidia.

Los movimientos oscilatorios de sus caderas y las proporciones exactas de todo su cuerpo le dan ese aire seductor que levanta bajas pasiones y arranca suspiros a cualquiera que los admira. Estás seguro de que muchas veces él no es plenamente consciente del grado de excitación que puede provocar. Quizá y lo hace por inercia, por el mero disfrute del baile, de las vibraciones de la música que agitan su cuerpo y le instan a sacudirse de un lado a otro con sexys movimientos que aceleran tu corazón y ponen tu propio cuerpo a tono, receptivo a sus insinuaciones conscientes o inconscientes.

No hay día en que no muerdas tus labios y tomes cierta distancia para evitar írtele encima y devorar su anatomía con tus besos insaciables y tus caricias candentes. Pero presientes que él sabe cómo obtener de ti lo que desea cuando quiere, a veces te preguntas si es que detrás de toda esa aura angelical no estará escondido un pequeño diablillo que quiere conocer hasta los más ínfimos límites de tus lascivos deseos; porque es él quien viene y con sonrisas inocentes roza su cuerpo con el tuyo en movimientos sutiles que encienden el fuego de tu interior y ponen en alerta cada uno de tus sentidos; porque bastan aquellos roces para que tus hormonas se alteren y el deseo suba impaciente por tu columna vertebral instándote a su encuentro.

- Yoochun~ - susurra sexy y camina con aquel lento andar con su mirada fija en ti y esa sonrisa sensual que desarma todo en ti.

Tragas hondo y miras de hito en hito la sala de ensayos. ¿En qué momento se habían ido todos que no te diste cuenta? Oh sí, debió ser cuando te sumiste en tus pensamientos con la cachucha cubriéndote la cara y recargado en los espejos. Prestas atención y escuchas TARANTALLEGRA de fondo.

- Oh mierda… - jadeas alterado cuando se detiene frente a ti y la intro de aquella canción de tu novio cambia por INTOXICATION. Lo sabes, se ha quedado con la intención de seducirte.

Maldices por lo bajo cuando sientes ese pinchazo en tu bajo vientre y notas a tu amigo entre tus piernas despertar emocionado. Sus movimientos de cadera se perfilan limpios y sensuales, las ondas corriendo en su S Line y esas ejecuciones de pelvis con empujes eróticos que consiguen que toda la sangre se te concentre hacia el sur de tu ombligo.

Junsu sabe lo que tiene y sabe lo que quiere. Los músculos y huesos de su pelvis se mueven a su antojo, parecen obedecer sus deseos y su cadera ejecuta cada sincronizado movimiento como si se tratase de un simple juego. La elipse de su figura va de allá para acá seduciéndote con lentitud, y el calor que se agolpa en tu cuerpo enardece tu piel y cosquillea en tus dedos. Mueres por arrancarle la ropa y sentarle en tu regazo, que sea ahí donde se mueva, que haga esos círculos con su cadera y encorve la espalda marcando su perfecta S Line.

Te irgues y caminas a su encuentro. Caes en su encanto y reconoces impúdicamente que es éste otro rasgo de su personalidad que te tiene tan enamorado. No es solo el deseo carnal del placer envuelto en el sexo; es satisfacer la pasión incontenible que alberga tu corazón y empuja tu cuerpo a unirse al suyo.

- Tómame, mi Chunnie… - jadea en tu oído y su pelvis finalmente roza contra tu cuerpo. Sientes cada parte de su anatomía en contacto con la tuya. Su cadera fricciona intencionadamente contra ti y tu mano termina yendo a su trasero acariciándole y presionando el coxis.

- Baila sobre mí, Junsu ah… - jadeas con voz ronca, sumamente excitado por sus provocaciones y le escuchas reír con su peculiar voz aguda.

Te empuja y terminas nuevamente sentado en la duela con la espalda pegada al espejo. Sus manos se apoyan en tus hombros y coloca cada pierna a lado de las tuyas antes de descender en un ángulo exacto de rodillas para menearse sobre ti, su trasero roza apenas el bulto entre tus pantalones pero tú sientes cómo se endurece más y más y los gemidos no tardan en brotar graves de tu garganta. Más tarde se arrodilla y echando el cuerpo hacia atrás son sus manos las que se apoyan en tus rodillas mientras mueve en círculos la pelvis y es una de tus manos la que cae sobre su entrepierna estimulándole la libido.

Sabes que esto apenas ha comenzado. Que así como baila sobre el escenario cuando quiere ser sexy, lo hace sobre tu cuerpo y te arrastra al orgasmo. Tus dedos se entierran en los costados de su cintura y tú casi puedes sentir cada uno de los huesos que componen su pelvis, le acaricias hacia el centro hasta su bajo vientre y memorizas los espacios cóncavos que delinean su perfecta anatomía.

Pelvis. Cadera, trasero. La parte medular de su cuerpo que te enloquece. Ahí donde te gusta enterrarte y penetrar con pasión, sudar y gemir, sumergirte en el placer de su estrecho anillo.


QUEBRANTAR
(YunJae)
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Vienes de una familia mayoritariamente femenina. A veces te cuestionas si está bien no darle el gusto a tus padres de salir con una bella mujer y tener la oportunidad de darles lindos nietos que malcriar. La respuesta suele llegarte entonces sin tapujos ni reparos. Quebrantas todas las leyes naturales y las normas sociales por él. Porque es tu mundo y tú el suyo, y no hay manera en que puedas ser feliz si no es a su lado. Yunho te complementa con tal perfección, que un puzle les tendría envidia si tuviese la capacidad de opinar.

Quebrantas incluso tus propios límites cuando piensas que no puedes estar más enamorado, y es que basta uno más de esos detalles que te hacen sonrojar y reír nervioso para saber que todavía es posible alimentar más ese amor que ha crecido dentro de ti prácticamente desde que le conociste siendo un par de adolescentes con montones de sueños en las mochilas y muchas puertas que tocar para realizarlos.

Y sin embargo sabes que no son solo tus acciones las que infringen los designios del mundo que los rodea. Es él quien también viene y rompe las reglas con tal de seguir caminando a tu lado, sujetar tu mano y besarte los labios. Sabes que no ha sido fácil para ninguno, que Yunho tiene unos padres algo más estrictos y conservadores, que a diferencia tuya que cuentas con siete hermanas que interceden por ti, a él le echan en cara que debe ser un ejemplo digno a seguir. Y entonces alza la voz y reclama que consideren indignos sus sentimientos tan solo por depositarlos en otro hombre como él. Rasga su moralidad familiar y se dispone a tirarla a la basura si tan solo le orillan a tomar tal decisión.

Comprendes entonces que los límites de su amor por ti son esos. Que es capaz de desmenuzar todas las normas y desecharlas como si fuesen estorbos en su camino a la felicidad continua, al fin último de la plenitud. Sabes que has elegido bien, que si un ser supremo te dio la capacidad de amar y lo puso a él en tu camino, es porque estaban destinados a complementarse pues sus almas son una ya desde el primer beso entregado a mitad de la noche en un departamento compartido que era absolutamente nuevo para todos y representaba la prisión a la que por años se atarían hasta comprender que para volar por los sueños primero se tiene que aprender a extender las alas.

Y es que incluso en eso quebrantaste todo lo pensado para ti. Decidiste ir en contra de lo que el resto quería para ti y luchaste por lo que deseabas de corazón. Y sabes que, a pesar de que no te acompañó en el mismo camino, ha sido su apoyo el que te ha mantenido a flote.

- Jaejoong ah… - su voz te atrapa y tú solo puedes sonreír suavemente cuando le sientes pasar sus brazos por tus hombros y besarte la coronilla inclinándose sobre tu silla… - ¿Componiendo tan tarde? Deberíamos dormir un poco, mañana tienes un avión que tomar… - susurra con cariño y dándole vuelta a la silla termina cargándote en brazos.

- Tenía ganas de escribir algo. Además no quiero dormir, Yunho ah. Quiero que me ames. Haz lo que digo, haz lo que ordeno… - susurras melodioso y él comprende que cantas tu nueva canción pensando en él. Terminan enredados de nuevo entre las mantas de tu cama, su piel morena pegada a la tuya, suave, clara y dulce como helado de vainilla… - ¿Lo ves? Encaja muy bien… - sonríes con sensualidad mientras sientes su virilidad entrando despacio en tu cuerpo, gimoteas contra su pecho y tus manos arañan su espalda mientras él se ancla a tu cintura y empuja dándote un beso… - tan dulce haciendo el amor… - jadeas entrecerrando los ojos cuando él comienza a moverse dentro y fuera.

Qué importa si aún hay cosas que quebrantar. Lo harás con gusto. Si un día la gente puede escuchar tus gritos de amor por Yunho, entonces realmente habrán entendido las letras de todas tus canciones. Mientras tanto, te sigue bastando su amor, su compañía, la forma en que juega a besarte cada parte del cuerpo y hacerte el amor con devoción.

Sabes que él nunca te decepcionará, porque no amará a nadie más que a ti. Y porque él rompe hasta la más exacta de las cosas. El tiempo.


RENEGAR
(HayaMin)
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Renegar es su especialidad. Lo hace por todo, ante todos y sin dudarlo. Y todo lo que puedes pensar cada que le escuchas bufar y maldecir por lo bajo es que es adorable. No sabes si es que estás ciego o eres masoquista, pero para ti la personalidad de ChangMin es adorable. Porque es una cajita de pandora que, aunque pueda parecer predecible, siempre termina dándote sorpresas. Incluso hoy, cuando a punto de salir a casa de sus padres para la comida programada, él no hace otra cosa más que tronar y refunfuñar por el clima, que se haya ido la luz sin previo aviso y haya tenido que dejar su entremés a medias porque a Jaejoong-umma postiza se le haya ocurrido llamarle para aconsejarle ser buen hijo con sus padres. Si es que hay situaciones que pueden parecer irónicas. Y esta.
Pero tú todavía le encuentras mono, con el ceño fruncido, los labios apretados y el mohín de enfado plantado en el rostro. Que te dan ganas de besarlo y él se hace el que no lo sabe.

- No puede ser, ahora Yunho… - resopla frustrado y contesta su móvil por segunda vez en lo que va de la mañana, tú te internas en la ducha y sonríes divertido por sus reniegos.

Le escuchas reclamar alterado y luego murmurar como buen crío que no se irá de lengua larga haciendo alusiones privadas de sus relaciones íntimas. Por un segundo te preguntas si es que Yunho estará en sus cabales para creerle capaz de algo así, luego recuerdas que a veces cuando tu morocho novio se encuentra muy nervioso suelta las cosas más extrañas y revela verdades incómodas. Tomas nota mental de mantener su boquita bien ocupada toda la tarde, consideras oportuno cocinar algo rápido antes de salir de casa, algo se te puede ocurrir.

Cuando ya te estás alistando en la habitación y él se aparece por ahí malhumorado rezongando porque hasta Junsu y Yoochun le han mandado mensajitos recomendándole ser buen chico y no quedar en mal ante su propia familia, mandas al carajo todo por un segundo, te acercas y lo estampas contra lo primero que se cruza en el camino –que termina siendo el clóset– y le besas apasionadamente, corres tus manos por su cintura y le pegas a tu cuerpo, le escuchas jadear en medio del beso y sus dedos se enredan en tu cabello despeinándote –lo cual te obligará a ordenar de nuevo tus castaños mechones, que tu renegado novio tironea y los enreda a su antojo mientras disfruta de tu beso–

- Apresúrate o llegaremos tarde… - espeta con la respiración alterada.

- Tenemos tiempo incluso para un rápido… - alardeas amenazando con desnudarle.

- Hayami baka, ni se te ocurra… - te gruñe dándote un manotazo y escapando de tu alcance… - ¡Aprisa, mis padres gustan de la puntualidad! – da un portazo y le escuchas ir por el pasillo aún rezongando a diestra y siniestra.

Sí, lo amas así tal cual es. Un gruñoncito de primera categoría que podría tener doctorado en las artes del reniegue si tan solo existiese el título. Sonríes al espejo y encuentras conveniente el aire desaliñado de tus mechones, te sienta bien así que solo le das forma a su arranque apasionado contra tu cabello. Observas la argolla en tu dedo anular y suspiras. En su mano está el par. Y en casa de sus padres, el momento de la verdad, aceptar ante sus progenitores que le amas tanto que ya no puedes imaginar una vida sin él. Que quieres amarle para siempre y unirte en matrimonio a su destino.


SACIAR
(YunJae)
***

Satisfacer por completo cualquier deseo o necesidad. Es lo que cualquiera encontraría si buscara la definición para esta palabra que te ronda últimamente tanto en la cabeza. Espabilas un poco y decides ponerte a hacer cualquier otra cosa; dormir por ejemplo estaría bien, visto que pasan las dos de la mañana y tú aún no consigues conciliar el sueño. Te sientes enfermo otra vez. Ese tipo de enfermedad que te ataca cuando no has podido verle porque él o tú han tenido que cambiar los planes por causa del trabajo. Así que te sientes sediento, hambriento, colérico, afiebrado, cansado y a saber qué tantas cosas más que ni siquiera puedes nombrarlas porque la mente se te nubla en imágenes y recuerdos de él a tu lado. Le extrañas horrores y solo quieres que la semana pase volando para que intenten verse otra vez.

- Yunho… - gimoteas contra la almohada y olfateas en ella tratando de encontrar su aroma todavía impregnado por ahí. Maldices por lo bajo y bufas al recordar que apenas esa mañana has hecho la cama con una muda limpia. Siempre queriendo recibirle en las mejores condiciones y todo para que ahora te arrepientas de no haber conservado las mantas que olían a él.

Resoplas los mechones en tu frente y terminas boca arriba otra vez. La oscuridad de tu habitación no ayuda en nada a que te entre sueño, piensas y piensas en él y te sientes demasiado tentado de salir tú en su búsqueda. Te preguntas si aún estará en grabaciones o si ya le habrán dejado volver al departamento para descansar unas horas antes del siguiente compromiso en la agenda. Muerdes tu labio y tu mano tantea sobre la mesita de noche tu móvil. Quieres hablarle y preguntar si puedes ir, quieres escuchar su voz y pedirle que te cuente cualquier cosa con la esperanza de que su tono te arrulle por lo menos; quieres tenerle ahí, en tu cama, abrazado a tu cuerpo y acariciándote el cabello mientras Morfeo los atrapa. Quieres tantas cosas a la vez y no tienes ninguna. Necesitas saciar al menos alguno de todos estos deseos, de tu necesidad de algo real viniendo de tu novio.

El móvil que habías dejado sobre tu pecho vibra y tú te paralizas por un segundo. La posibilidad de que sea un mensaje suyo acelera tu corazón y te hace sentir tembloroso de ansiedad misma gelatina que cae del recipiente en picada al suelo. Lanzas un suspiro y te apuras en leer el texto.

- Ábreme, JaeBoo… - lees entre labios y en un parpadeo ya has abandonado la cama y corrido a la entrada de tu departamento. Has dejado un lío de mantas y trastabillado con la alfombra casi dándote de bruces, en el pasillo no le has atinado al interruptor de encendido así que sigues a oscuras hasta la puerta, cuando con un resquicio de calma consigues abrir la luz antes de abrirle… - Jaejoong… - te nombra y al instante te sabes en sus brazos, muriendo de satisfacción entre sus labios que te besan con sed, hambre y todo lo demás… - No podía dormir ni pensar con claridad, necesitaba tanto verte y besarte… - se justifica hablando contra tus labios, con sus manos asidas recelosas a tu cintura.

- También necesitaba de ti, Yunho… - sonríes contra su piel y le jalas dentro. Los besos vuelven a caer mientras caminan dentro y sabes que es así como debe ser.

Yunho a tu lado saciando toda necesidad y deseo de él en ti. No sabes cómo lo consiguen pero terminaron de regreso en tu habitación, besándose y acariciándose entre suspiros sobre las sábanas desordenadas y esas almohadas que pronto volverán a tener impregnado su aroma.

- Jaejoong ah… - jadea tu nombre y parece buscar algo de control en medio de la repentina ansiedad por fundirse en uno.

- Yunho ah… - suspiras su nombre y son tus manos las que enmarcan su rostro atrayéndole a tus labios besándole de nuevo. Una y otra, y otra vez sin tregua a soltarle. No quieres, no puedes, tu sed de su boca no se ha saciado.

Por largo rato se deja llevar, le besas y te besa, se deshacen de parte de las ropas y semidesnudos sus pieles se rozan y acarician entre jadeos de respiraciones alteradas y deseo edulcorado friccionando sus caderas.

- Jaejoong… - vuelve a jadear tu nombre y contra tu voluntad se aleja plantando una distancia prudente entre sus cuerpos cuando apresa tus manos contra el colchón y se irgue evitando prácticamente todo contacto con tu cuerpo aunque haya en realidad apenas unos centímetros de separación entre los dos.

Tus grandes ojos negros titilan deseo y confusión. Notas algo diferente en su rostro y te preguntas si habrá algo que le inquiete de sobremanera. Suelta una de tus manos pero tus muñecas siguen presas cuando las sujeta juntas por encima de tu cabeza con la otra. Parece saber que no estás dispuesto a quedarte quieto por demasiado tiempo, notas en el calor de su cuerpo que tampoco desea aquello. ¿Pero entonces por qué se detiene? Sigues el movimiento de su mano libre y le ves llevarla a uno de sus bolsillos, dudas que vaya en busca de un preservativo porque ustedes simplemente no los usan. Tragas hondo inconscientemente cuando distingues una cajita en su mano.

- Lo había planeado todo para esta noche pero ya ves, nos arruinaron la cita con ese estúpido llamado de última hora… - dice con la voz todavía medio pastosa por la excitación en que se encontraban. Tú aún te sientes excitado también pero no sabes ahora si es por los besos y las caricias anteriores, o por lo que sabes que significa ese anillo que ahora saca de la caja y resplandece ante tus ojos así la habitación esté a media luz… - Jaejoong ah, ¿te casas conmigo?

No es la propuesta más romántica ni la más oportuna cuando están a punto de hacerlo. Pero cuando la sonrisa se expande por tus labios y te alzas besándole tiernamente sabes que es esta la respuesta que esperaba tu mente estos días de insaciable necesidad.

- Sí. Yunho ah… - respondes contra sus labios antes de apartarte y dejarle correr la argolla en el dedo anular.

- Te Amo, Jaejoong.

- Yo más, Yunho.

Se besan dejándose caer lentamente de nuevo sobre el colchón, dispuestos a seguir por donde se quedaron porque de pronto nada más importa. Una simple pregunta sació el deseo de tu corazón enamorado. Te casarás con el hombre que amas y te ama.



TERQUEDAD
(HayaMin)
***

La comida en casa de tus padres resultó muy bien. Perfecta te animarías a decir. A tus padres Hayami les ha caído de maravilla y sin ningún reparo le han aceptado en la familia, agradecido por quererte y a ambos les felicitaron por la buena noticia del matrimonio. Aunque han considerado la fecha muy pronta para las nupcias.

- No puedo esperar a saberle mi esposo… - él había dicho con su típica sonrisa arrogante, y has notado a tu madre sonrojarse y a tu padre reír palmeándole la espalda mientras dice algo respecto al hombre que es y lo orgulloso que se siente de ti por enamorarse de un gran muchacho como él.

¡Si el afortunado es él, no tú! Pero claro, tus padres van y se desviven con el idiota de tu novio mientras tú tienes que aguantar a tu hermana burlándose de ti por lo bajo. ¡Y aún es una cría! Si es que ya nadie te tiene pisca de respeto. El regreso al departamento estuvo plagado de besos salvajes, de tu parte claro está. ¡Y no es que estés celoso de que a tu familia le haya encantado!

- ¿Cuándo puedes viajar a Japón? Necesitamos comprarte otro kimono que el que teníamos lo arruiné… - te dice con esa maldita sonrisa arrogante que no dudas en morderle a punto de hacerle sangrar. Él se queja en un gemido ronco que te colorea las mejillas y te hace preguntarte si es que en verdad no es un masoquista que soporta estoicamente todo lo que venga de ti.

- Revisaré la agenda y… - carraspeas y tratas de ignorar sus manos jugueteando en tus muslos. ¡Van en taxi por dios!... – Hayami baka… - adviertes con tono amenazante y él solo termina por susurrarte algo sucio al oído que colorea tu rostro hasta las orejas… - ¡Yah! ¡Quítate! – le empujas y te alejas al extremo del asiento trasero. Miras hacia el frente y te encuentras con el taxista pervertido sonriendo divertido. A buena hora se les ocurrió salir sin auto.

- ChangMin…

- ¡Qué! – le gruñes.

- Gracias… - sonríe cariñoso y es cuando sientes que te desarma de nuevo. Bufas y te cruzas de brazos fingiendo indiferencia. Si es que eres terco, no quieres mostrarle demasiado todas las emociones que te provoca. Capaz que luego se vuelve más engreído y arrogante.

………………………………

Te encuentras de nuevo en tierras niponas, y pese a que ha querido acompañarte a comprar tu kimono nupcial tú le has insistido –nótese cierto sarcasmo, que solo le dijiste una vez fuerte y claro que ni de coña ibas de nuevo de compras con él– en que puedes hacerlo solo, que se dedique a organizar todo lo demás que para eso tú no tienes cabeza ni paciencia. ¡Como si lo tuvieras para algo!

Terminas en una tienda en el centro de la ciudad con montones de kimonos por todas partes. La señorita te explica un poco sobre las diversas telas y te cuestiona sobre la novia.

- Soy yo… - bufas molesto y notas la expresión desencajada de la muchacha. Pasas de largo con su estupefacción y te internas buscando el kimono ideal.

En tu recorrido terminas echándole ojo a un par que obligarás a tus amigos a usar. Luego de ver muchos kimonos brillantes y demasiado coloridos tú te inclinas por aquel que mezcla negro, blanco, naranja y dorado. La señorita todavía parece sorprendida pero te atiende igual con amabilidad. Tu ceño fruncido parece ponerle nerviosa y tú te esfuerzas por relajar la expresión y sonreír cortés cuando te entregan las cajas con los kimonos que has adquirido. Y no, no es porque hayas comprado los que viste para tus amigos ¡Que se los compren sus novios! Si no porque te has comprado tres de ellos, ya que según estuviste investigando por ahí el ser la novia te da derecho a cambiarte hasta tres veces durante el día de la boda. ¡Y así lo harás!

Cuando vuelves a casa –sí, esa que el baka compró para mimarte como su esposo pero que ya habitan, también por complacerte el capricho ¡aunque lo niegues!– él insiste en mirar.

- No… - le gruñes y entras en una de las habitaciones… - y más te vale no mirar… ¡O no me caso! – amenazas y le ves sonreír con aire contrariado. Esto de la boda te tiene con los nervios crispados y a la defensiva.

- Vale, no mirar. Pero ChangMin-kun, ¿no necesitarás que te ayude a ponértelo? – te sonríe pícaro y tú no puedes evitar recordar cómo terminaron la anterior ocasión cuando te enseñó (notemos el sarcasmo) a vestirlo.

- Aún recuerdo bien cómo me dijiste. Y siempre puedo investigar por mi cuenta, baka… - le respondes arisco. Y él sonríe cariñoso asintiendo, sabes que te ha encontrado mono siendo así y tú, terco como nadie, te haces el que no lo te das cuenta y le exiges alimento. Que mueres de hambre y estás cansado. Si ir de compras no es lo tuyo.

………………………………

Cuando tus amigos han llegado has llevado a los cuatro a la misma tienda a que fuiste antes y les has pedido se compren sus propios kimonos, si has de casarte a la usanza de aquél país, tus amigos han de acompañarte.

- Pero por qué tenemos que usar kimonos de mujer… - Junsu cuestiona todo pucheroso.

- Porque igual que yo, vas abajo… - respondes con un gruñido y él suspira resignado. Mientras que Jaejoong se ha raptado a Yunho en la sección de kimonos nupciales y ves al moreno sudar a mares… - ¡Yah! ¡No vienes aquí a pensar en tu boda sino asistir a la mía! ¡Compra el que te digo y dense prisa! – sí, los nervios crispados y encima celoso porque no quieres que nada robe la atención de TU boda.

Pero, como ya sabemos, eres terco y no has de admitirlo en voz alta así intenten sonsacártelo. Jaejoong te acusa de mal hijo y Yunho parece agradecerte en silencio mientras le convence de que el kimono que elegiste para él se le verá perfecto. Yoochun y Junsu se han desaparecido de tu vista y tú solo ruegas que el pervertido pelinegro no se lo haya raptado en los cambiadores para montárselo.

………………………………

El gran día está ahí y tu suegra te acompaña en la habitación ayudándote con los detalles de tu kimono. Eres terco, pero tu suegra más y se ha empeñado en echarte una mano. Cuando estás listo y te miras en el espejo de cuerpo entero tus mejillas se colorean de rosado en contra de tu voluntad, no es por nada pero te ves hermoso. Agitas la cabeza en negación y cambias el término por atractivo. ¡Si es que eres hombre!

Sales con el corazón en la garganta y las piernas temblándote de nervios. Esperas no olvidar nada del bendito protocolo para la ceremonia. Hayami se acerca y se coloca a tu lado, te sonríe y te halaga.

- Te besaría, pero no puedo ahora… - te susurra cerca y tú frunces inconscientemente el ceño.

No, no porque quiera besarte, sino porque sabes que en verdad no puede hacerlo. ¡Absurdas etiquetas de la ceremonia! No podrá besarte hasta que haya terminado del todo. Y a ti de pronto te sobran las ganas de sentir sus labios pegados a los tuyos. Pero eres terco –ya lo sabemos– y ni en mil años se lo admitirás de frente.

El sacerdote que dirigirá la ceremonia se planta ante ustedes y comienza a explicarles paso a paso lo que han de hacer. Tú te desconectas casi sin darte cuenta, las manos te hormiguean y sientes la necesidad de sentir la suya entrelazada a tus dedos. Tampoco podrá hacerlo. Resoplas inconscientemente y el sacerdote te mira con desaprobación. Tú le ignoras porque realmente no te interesa su opinión. ¡Que haga su parte y lo haga rápido! Todavía que vas a tener que soportar ver a Hayami como personaje protagonista mientras que tú te limitas a seguirle como un simple adorno. Si es verdad, la etiqueta de la ceremonia japonesa no te convence, pero le harás estúpidamente feliz y el muy idiota también te hace feliz a ti. Así que de algún modo se compensa tu sacrificio de estar aquí, vestido con kimono de mujer listo para atarte a su vida para siempre.

La ceremonia no dura mucho –por suerte para ti–, y tomar un trago de sake en tres momentos de la misma ha servido para calmar tus nervios. Llega el momento en que Hayami presenta sus votos y le notas también nervioso cuando se dispone a leerlos, captas lo que ha escrito en papel de arroz la noche anterior y sonríes entre divertido y emocionado –porque pasó horas entre papel, tinta y un bote de basura resoplando frustrado, seguro porque no se convencía de sus palabras; si el idiota es un amor, pero tú terco como mula, no has de admitirlo– mientras le escuchas recitar sus votos y nombrarlos en voz alta sin darse cuenta de que cada palabra traspasa tu corazón y te pone algo más bobo y emocionado.

De pronto todos los invitados aplauden –los cuales dicho sea de paso no son demasiados, la tradición es que solo familia y amigos muy allegados estén aquí–. Das la vuelta y hacen una reverencia a todos agradeciendo su asistencia.

- Los señores Mokomichi agradecemos que nos acompañen en este momento tan importante para nosotros… - ambos dicen y tú sientes una peculiar sensación de felicidad y rareza en la boca del estómago.

Mokomichi ChangMin suena…
¡Qué importa! Te gusta y punto.

Y entonces ves a todos tus amigos y a tu familia. Tu madre se limpia las lágrimas con un pañuelo blanco y tu padre rodea su hombro consolándola. Tu suegra sonríe emocionada con los ojos llorosos y tu suegro ostenta un aire orgulloso. Junsu y Jaejoong están que mueren por comenzar las felicitaciones, lo sabes por la expresión radiante de sus rostros –de paso admites que elegiste bien sus kimonos, se ven bonitos. Oh sí, bonitos, lo has pensado malintencionadamente para luego burlarte de su aire femenino–. Sonríes y sigues las indicaciones de una señorita que estuvo todo el tiempo presente en la ceremonia –ella les acercó el sake y los anillos que sin demasiado artilugio se pusieron después de que él leyera sus votos, tú no tuviste que hacer nada porque no es tradición, y es lo único que agradeces porque seguro la voz se te quebraba a medio camino– y les indica que pueden salir a los jardines, tan típicamente japoneses que te gustaría tomarte fotos con tu esposo en todo rincón.

- ¡Felicidades! – y ahí viene, el momento en que las felicitaciones comienzan a llegar de parte de todos.

Tus padres y suegros han sido los primeros –si es que tus amigos han sabido guardar la compostura–, luego vinieron Junsu y Jaejoong con sus lindos kimonos. El del castaño es negro por fuera y rojo por dentro, los bordes están floreados y el obi predominantemente verde; Jaejoong lleva uno igual negro, todo el detalle del floreado en rosa, a juego con el obi del mismo tono. Yoochun y Yunho llevan kimonos típicos masculinos, predominantemente cafés. Y tú por alguna razón te regocijas al pensar que tu esposo se ve mucho más atractivo con su kimono de pantaloncillos rayados y el yukata negro con un magnífico estampado de dragón en la espalda. ¡Joder, te sientes endemoniadamente feliz! Pero claro, terco como tú solo, no vas a decirlo en voz alta; sin embargo, solo por hoy, tampoco evitarás que tu rostro lo demuestre, sonreirás de oreja a oreja como le dan la gana a tus labios de hacer.

Cuando todos pueden ir finalmente al sitio para el festejo, tú te pierdes en una de las habitaciones para cambiarte el kimono. Sabes que tu esposo no lo espera y por alguna razón te emociona. Oh vamos, venga ¿qué te cuesta admitir que las razones vienen de que estás enamorado? Bufas a tu propio pensamiento y te concentras solamente en ajustar bien cada pieza del traje a tu cuerpo. Sales y notas con orgullo que todos te voltean a mirar, sobre todo él. ¡Has dejado a Hayami sin aliento! Y eso que aún no te pones el que has comprado para la noche de bodas. Aunque tú y él han tenido sus noches desde mucho antes. Omitirás el dato de momento. ¡Que a nadie le importa que ya no seas virgen!

- Estás demasiado… demasiado… wow… - tu japonesito idiota se queda sin palabras prendado de ti, y tú sonríes altanero mordiéndote los labios con renovadas ganas de que te bese. Y supuestamente él no puede aún pero parece que le importa un cacahuate porque ya te está besando. ¡Y a ti te encanta! Pero no vas a decirlo, recuerda, tu terquedad… - ¿Nos marchamos ya? – le escuchas susurrarte al oído y tú sabes que lo dice porque muere por hacerte cosas sucias con ese kimono puesto.

- No… - le gruñes con una sonrisa y te alejas, vas y te dispones a atender a los invitados, beber sake en cada mesa y reír divertido por las ocurrencias que sueltan algunos de tus amigos, como Kyuhyun y Minho.

Que sí, les has invitado; faltaba más. Sabes que no le ha sentado demasiado bien a tu esposo pero pensaste que sería peor si no lo hacías. Así le dejaste claro que son solo tus amigos y que nunca te han importado de ninguna otra manera, que no es tu culpa que los líen por ahí en sentido romántico. Oh bien, también lo has hecho porque te gusta verle celosito, te gusta que marque su territorio haciéndote el amor salvajemente apasionado. ¡Si es que también eres masoquista! Pero, sí, –acertaron– no vas a aceptarlo ante nadie. Terco, terco, terco.

Finalmente la fiesta termina, con un Jaejoong medio ebrio que es llevado en brazos por Yunho –y tú te imaginas que esa noche tus papis postizos también harán cosas sucias–; por otro lado es Junsu quien tiene que ayudar a un Yoochun demasiado alegre a caminar decentemente –se ha ido de copas el muchacho–, pero sabes que ese par también terminará encamado; si nada más hay que verle el descaro al pelinegro que sin más le anda mordisqueando el cuello a un sonrojadísimo castaño que solo consigue controlarlo cuando seguro le amenaza con dejarle votado en el departamento como siga de manolarga.

Sonríes tras despedir hasta el último invitado y finalmente Hayami te jala besándote de nuevo con algo más de pasión. Su lengua se cuela en tu boca y resbala contra la tuya sin tregua alguna, jadeas y te excitas sin más. Le jadeas que mueres por hacerlo y en un dos por tres ya están camino a casa.

Pero eres terco, lo reafirmas cuando ni bien entran en casa le apartas y te pierdes en una de las habitaciones prometiéndole lo mejor para cuando salgas. No le dirás que planeaste todo esto para seducirle con tu kimono de noche, pero esperas hacerlo. Y también esperas que esto no se te haga costumbre, ¡Faltaría que el kimono se te volviera un fetiche! Pero, terco como eres, habrás de ocultarlo si así resulta.

Y solo por si las dudas, amas a tu baka. No hay duda, te hace estúpidamente feliz y te vuelve medio idiota como él. Pero claro, apegado a tu personalidad, no has de admitirlo. Oh quizá un poco, puede que esta noche mientras hacen el amor le digas unas cuantas veces que lo amas. Tal vez. Porque terco como tú solo, puede que solo gimas su nombre sin parar.


UKE
(YooSu)
***

Sabes de sobra que lo eres, que tu linda personalidad te ha hecho merecedor del tributo al uke más apetecible ante sus ojos. Por eso te pilla por sorpresa la pregunta que te hace esa noche, con la voz medio trabada porque va un poco ebrio y también porque te está comiendo con la mirada. Se le nota la desesperación cuando no consigue deshacer los nudos de los lazos suaves que sujetan tu kimono. Parpadeas lindamente y enmarcas su rostro para que te preste total atención.

- Vuelve a repetirlo, Yoochun ah…

- ¿Quieres que vaya abajo?... – repite su cuestionamiento y tú tragas hondo. Sabes que está consciente de lo que pregunta y sabes el sentido en que lo pregunta. No es solo uno de sus tantos engaños por referir qué postura quiere experimentar. Realmente te está preguntando si quieres que sea tu uke.

Y te desarma en un instante. Te has acostumbrado a recibirle. Antes, cuando comenzaron su relación tú más a menudo te ponías berrinchudo porque querías ser seme, querías experimentar lo que sería poseer su cuerpo del mismo modo en que él toma el tuyo. Pero ha sido solo al principio; y ahora, cuando rara vez lo mencionas, no es que realmente quieras ser su seme, solo bromeas y le provocas porque sabes que cuando marca el territorio de su condición se pone más apasionado y a ti a veces te hace falta que sea algo menos tierno y cuidadoso cuando lo hacen.

¿Pero y ahora? ¿Por qué ofrece voluntariamente ir abajo?

- Junsu ah… - su ronca voz tiene de nuevo tu atención, y tú te das cuenta de que ha conseguido abrirte el kimono hasta el yukata blanco.

- Me gusta ser tu uke, Chun… - respondes casi por inercia. Con el sonrojo pintando tus mejillas y esa carita angelical que le hace sonreír enamorado.

- ¿Seguro? – roza sus labios con los tuyos y te hace suspirar… - Nunca has probado ser mi seme, Junsu ah.

- Porque me gusta ser tu uke. No es que no quiera ser tu seme o tomar tu cuerpo; es solo que me gusta tomarlo a mi manera, mientras eres tú el que me… - te sonrojas al instante y callas por vergüenza.

- El que te qué, baby… - la pícara sonrisa atraviesa sus labios y sus orbes negras brillan intensamente mientras te saca el kimono y levanta tus piernas haciéndose espacio entre ellas.

- Chun… - gimoteas abochornado. Sus dedos te acarician los muslos y tú te sientes ansioso porque siga su camino y no insista con el tema.

- ¿Te gusta que sea quien la mete? – susurra sensual en tu oído, mordiéndote el lóbulo y refregando su virilidad entre tus glúteos. Asientes rojo como tomate pero pronto parte de toda la sangre que motea tus mejillas se va al sur inyectando tu hombría… - Eres hermoso sonrojado y excitado, baby… - su ronquez te aturde, sus manos te separan los glúteos y la punta de su erección presiona contra tu anillo.

- ¿Lo…nghh lo ves? Estoy ahh diseñado para ser tu uke, Chun~ - vuelves a gimotear ansioso por sentirle dentro, te aferras a su trasero y le empujas contra ti jadeando excitado.

- ¡Mierda! – gime sintiéndote estrecho, recordando en medio de su ebriedad que no te ha preparado y que la punta de su falo ya está dentro de ti.

- Sigue~ no te detengas Chun… - le besas el cuello y lames su piel. Quieres provocarle con tus caricias y besos para que no recule. Quieres que siga como va y olvide la tontería esa de querer ser tu uke cuando tú eres inmensamente feliz siendo el suyo.

Y mientras Yoochun termina de penetrarte y te arranca un sonoro gemido agudo, tus manos resbalan contra su yukata y te aferras a la tela conteniendo apenas el deseo quemante que te abrasa la piel. Sí, amas ser su uke, que te embista con pasión y marque tu cuerpo con su ardiente calor.


VINO
(HayaMin)
***

Cuando tu esposo vuelve a la habitación te encuentras con una botella de vino tinto y dos copas de fino cristal ya esperándole. Abres la boca estupefacto al verle ahí, en el marco de la puerta con una pose sexy que seguramente estuvo practicando a escondidas cuando no le veías porque nunca le habías visto ser así ante tus ojos; jurarías por su mirada que este es el efecto que esperaba surtir en ti, no le despegas la vista y le recorres de pies a cabeza admirando su atuendo. El kimono en fucsia con estampado de florecillas blancas en mangas y al frente; algunas aves verdes en las mangas y un obi negro que se fija en su vientre. La apertura de la forma V en el cuello deja al descubierto sus hombros, y lo largo del kimono le llega apenas a medio muslo, así que sus largas piernas van descubiertas también.

- ¿Qué tal me veo? – te pregunta con una sonrisita y tú sabes que espera que le halagues. Imaginas que vestir así para ti es un gran sacrificio para él porque no va con su personalidad ser femenino.

- Sexy… - respondes sin dudarlo y te acercas a él. ChangMin carraspea y luce avergonzado. Pero claro, no va a decírtelo… - ¿Lo has comprado todo tú solo?

- Sí… - Responde y todo el valor que traía encima parece esfumársele cuando lo devoras con tu mirada. Sus mejillas se ruborizan y sus orejas se encienden al rojo vivo, es así como sabes que está sumamente avergonzado.

- Me encanta cómo te ves. Tan sexy pero todavía vigoroso… - le dices para calmarle un poco, tus dedos serpentean por su hombro y tus labios caen sobre su cuello, resbalando lentamente hasta su clavícula y succionando ahí a tu antojo.

- ¡Mghh! ¿Tan pronto a dejar marcas? – te gruñe pero por el tono de su voz tú sabes que le ha encantado el gesto de tu parte.

- Quiero asegurarme de que todo mundo sepa que eres mi esposo.

- El mundo lo sabe, nuestros amigos estuvieron ahí esta tarde… - jadea en medio de un espasmo y es que has colado una de tus manos bajo el corto kimono y parado en su ingle, bordeando su entallado bóxer.

- Es para que el bailarín estúpido ese también lo sepa cuando vuelvas al trabajo.

- ¿Todavía celoso por él? – te gruñe y tú sonríes altanero asintiendo sin vergüenza alguna… - baka…

- También te amo, cariño~ - declaras sin más y te decides a empotrarlo contra el primer muro en tu camino a la cama, le separas las piernas instándole a que las enrede en tu cintura.

Comienzas a repartir nuevos besos a lo largo de sus desnudas piernas, sintiendo sus escalofríos cubrirle el cuerpo y los jadeos atorarse en su garganta. Si es que es terco y testarudo, y aunque muera por gemir de placer, soportará hasta que logres hacerte de todos sus sentidos.

- Hayami… ¿Y… y el vino… a qué hora, baka? – no puede evitar jadear mientras te acomodas entre sus piernas y deshaces el moño en su espalda para desanudar el obi de su kimono.

- En un momento, cariño… - le sonríes lascivo y aunque te gruñe también percibes su sonrojo.

Abres el kimono y admiras su torso desnudo, la ligera tela de seda resbala fácilmente a un lado y tú no puedes evitar sacárselo de inmediato aunque queda bajo su cuerpo entre suspiros y sudor y mareos porque de pronto le torturas con más caricias sin deshacerte de su ropa interior ni de la tuya. Alcanzas la botella de vino tinto y esparces un poco del líquido por su torso, yendo a lamer el camino húmedo de embriagante licor mientras tus manos siguen acariciándole por toda piel expuesta. Tu esposo te jala hacia arriba y bebe el vino directamente de tus labios, te empuja y terminas de espaldas al colchón con un ChangMin inquieto que comienza a besarte por todas partes, que te araña el pecho y esparce mucho más vino en tu pecho del que tú dejaste antes. No se preocupa por lamerlo todo, el aroma a licor se impregna en la habitación y tú solo esperas que el vino no vaya a manchar su kimono que ha quedado por ahí enredado entre mantas y cuerpos desnudos porque planeas vérselo muchas veces más en adelante.

Más tarde ambos han quedado completamente desnudos, tu falo ha ocupado el espacio de su estrecha cavidad y sus piernas en tus hombros, su cadera elevada y tú ejecutando un poderoso vaivén de penetraciones que le hace gemir ferozmente, sudoroso y caliente. Igual que tú. El sudor te resbala por el contorno del rostro y las gotas se mezclan con las suyas cuando caen sobre su cuerpo, específicamente en su torso y cuello, que la postura es lo que permite.

- ¡Ahhh, mhh! ¡Hayami… Hayami mghh! ¡Te Amo! ¡Kuso, ahí, otra vez! – gime casi incoherentemente, pero tú alcanzas a escucharle decir esas dos palabras que casi nunca te lanza ni siquiera sumido en placer.

Y te da tanta emoción y ternura que casi sin darte cuenta bajas la intensidad de tus estocadas. Y entonces él te araña la espalda, te muerde el cuello y suplica por velocidad y profundidad. Desconectas cualquier sentido de razón y concedes sus deseos, penetras con fuerza hasta el fondo una y otra vez hasta que te corres dentro.

- Apestas a vino… - te gruñe, agotado bajo tu cuerpo.

- Será porque a mi esposo se le ocurrió untarme un montón y además dejar la botella por ahí al descuido. Creo que tendremos que cambiar de colchón… - sonríes divertido y él solo te lanza un gruñido, frunce el ceño y se acomoda mejor contra tu cuerpo… - ¿Ya tan pronto vas a dormir? No aguantas nada.

- ¡Hayami no baka! ¡No me ofendas! ¡Soy un uke bien aguantador!

- ¿Uke? – enarcas la ceja divertido por su desliz.

- ¡Cállate! – espeta golpeándote el brazo y tú a cambio le cargas en brazos, te levantas y te encaminas a la ducha.

- Te Amo, cariño~

- ¡Pues yo a ti no!

Lo sabes. Es terco, testarudo, antiromántico y gruñón. Pero todavía es el hombre que amas. Tu esposo. Y además se ve muy sexy en kimono. ¿Y el vino? Quedó en el olvido y fue solo un pretexto para meterlo en la ducha. Lo será para cambiar de cama por una más amplia, y también para comprarle más kimonos, pero esta vez piensas acompañarle sí o sí. Quieres verlo avergonzado y refunfuñándote. Sabes que así es como él también te dice que te ama.

Y eso, los hace estúpidamente felices.


WHISKY
(YooSu)
***

Sentado en la estancia con una botella a medio vaciar en la mesa y un par de vasos de cristal –uno vacío y otro desapareciendo el amarillento líquido en tu boca–; brindabas ahí con el silencio mientras esperabas a tu novio. Los pómulos teñidos y la sonrisa boba adornaban tu rostro de un particular aire distraído.

- ¡Salud por el ausente! – exclamas con la voz espesa y trabada, chocando tu vaso con el que (aún vacío) descansa junto a la botella en la mesa de centro.

Los hipidos incontrolados de tu estado de embriaguez comenzaron a atacar tu garganta y sacudir tu cuerpo con curiosos espasmos. Balbuceas cosas sin sentido y te sirves otro trago de whisky; quedándote a medio camino de tomarlo cuando escuchas la puerta abrirse y tambaleándote te apresuras a su encuentro.

- ¡Junsu! ¡Mi baby! – exclamas con algarabía, yéndote a trompicones a abrazarle casi cayendo ambos al piso cuando él te sostiene y equilibra tu efusivo encuentro… - ¡Tardabas tanto! ¿Por qué llegas tan tarde?

- Yoochun ah, por qué has bebido ¿mh? – le escuchas cuestionarte con voz cariñosa, ayudándote a volver a la estancia y sentándose a tu lado sin oponerse ni reñirte cuando llenas ambos vasos y le extiendes uno sin dejar de sonreír como idiota. ¡Que se te ha subido demasiado rápido el licor!... - ¿Por qué vamos a brindar, Chunnie? – te pregunta con dulzura, acariciándote una mejilla y calmando tu ansiedad.

- Por nosotros, Su. Por nuestro amor y todos los obstáculos que hemos salvado… - respondes medio trabándote con tus palabras, las que corren todavía pringosas y amargas en tu paladar. Y te empinas entonces hasta tomar sus labios en un beso suave y lento. Sonriendo contra sus labios feliz de que no te rechace a pesar de tu aliento etílico…. – Por nosotros, Junsu ah…

- Por nosotros, Chun… - sonríe y choca su vaso con el tuyo, tomando apenas un sorbo, pareciendo que es más lo que moja sus labios que lo que realmente bebe. Es sexy e inocente al mismo tiempo. ¡Dios, si le amas tanto!

Aún así, a diferencia suya, tú empinas tu trago de una en tu boca, exclamando guturalmente por la quemazón en tu garganta. Aceptando de buena gana que te quite el vaso de la mano y deje ambos en la mesita. Enmarca tu rostro y te da tiernos besitos, te empuja contra el respaldo y se sienta en tu regazo sin dejar de regalarte esos mimos que van bajando toda tu ansiedad. Comprendes que sabe que algo te pasa y espera pacientemente a que decidas contárselo. Mientras tanto siguen compartiendo besos con sabor a whisky, y tus manos acarician sus muslos o se aferran a su cintura.

- Chun, te amo. Sin importar qué, te amo Yoochun ah… - susurra contra tu boca, succionando luego con sumo cariño uno a uno tus labios, humedeciéndote con su tibia saliva, calmando tu corazón.

- He estado con mamá esta tarde… - sueltas casi con aire casual, pero tu novio se dedica a mirarte mientras sus dedos acarician tu cabello con cariño y sabes que te presta total atención… - Me ha dicho que debería pensar en sentar cabeza… - sonríes y buscas su mano para admirar el anillo en su dedo… - Le dije que eso ya lo sabía y que estoy muy decidido a casarme. El rostro se le iluminó, ¿sabes? Pero luego pareció recordar que no le he presentado pareja alguna y quiso saber quién era mi novia… - sonríes con ironía y le sientes moverse incómodo en tu regazo. Ha comprendido por qué te encontró así… - Le dije que no era una novia sino un novio; así, Junsu ah, a bocajarro. Le recordé que lo que le dije una vez hace tiempo seguía siendo verdad y que eres tú de quien sigo enamorado. Que eres tú con quien haré mi vida para siempre. Mamá no pudo evitar llorar, dijo que me amaba y a ti también, que puede ser feliz por nosotros pero que durante mucho tiempo soñó con los nietos que le daría. Mamá me preguntó si a nosotros no nos interesa hacer familia y respondí que tú serías mi familia, que siempre podríamos adoptar en el futuro. Que cuando llegara el momento tú y yo hablaríamos de eso y muchas cosas más.

Topas tu frente con la suya y le robas un beso. Suspira y entrelaza sus dedos con los tuyos.

- Lo siento, Yoochun ah. Por no ser mujer y ayudarte a darle nietos a tu madre.

- Babo. No me importa que seas hombre. Sabes bien que te amo por eso.

- Pero también amas a tu madre. Y sé que has bebido porque te duele no poder hacerle feliz. Porque estar conmigo hace imposible que le des nietos que vengan de ti, que llevan tu sangre en sus venas.

- Mamá dijo que podríamos plantearnos la posibilidad de una madre sustituta… - susurras y le sientes tensarse en tu regazo. Enmarcas su rostro y clavas tus pupilas en las suyas… - Le dije que no. No podría tener un hijo que no llevara tu sangre y la mía mezcladas corriendo por sus venas. Me disculpé con ella, Junsu ah. Le pedí perdón por no ser el hijo que tal vez esperó y crió. Le pedí perdón por no cumplir sus sueños y aventurarme por los míos. Incluso le pedí que me disculpara por no arrepentirme de amarte. Ella lloró y me abrazó. Y terminamos llorando juntos… - sonríes con amargura y tu aflicción se le contagia. Sus preciosas pupilas chocolate se cristalizan por las lágrimas y tú te apuras en besarle los párpados no queriendo verle llorar… - Dijo que estaba orgullosa de mí. Y que nunca podría culparte por haberme enamorado porque eres un chico extraordinario. Mamá se rió entre lágrimas y me dijo que estuviera atento, que fuera bueno contigo siempre o me cambiarías por otro.

- Jamás haría eso.

- ¿Nunca?

- Ni en una eternidad… - te sonríe con las pestañas húmedas por las lágrimas que no le dejaste derramar pero que se quedaron colgadas de sus hebras castañas. Y tú no dudas en besarle de nuevo.

- Gracias, Junsu ah… - susurras con el corazón en la mano y entonces es él quien vuelve a besarte.

Te gustan sus besos. Te gusta cuando son sus labios los que te dirigen, cuando es él quien te prueba con calma, cuando es su lengua tímida la que se cuela en tu boca y recorre tu interior dejándote impregnado el dulzor de su esencia.

Y te olvidas de todo. Olvidas el pinchazo en el corazón que te durará quizá toda la vida porque sabes que tu madre siempre esperará retoños de tu parte y tú no podrás dárselos. Olvidas el sabor a whisky y el mareo atolondrado que te había dejado el licor. Olvidas el dolor y los pesares que quedan de los sueños truncados y te alimentas de su dulzura. De su tierna capacidad para amarte y calmar esas emociones que te podrían sumergir en un estado depresivo.

Y sabes entonces que mientras sus besos llenen todos los huecos que puedan formarse en tu interior, podrás no necesitar de más tragos de amargo licor, sino la dulzura de sus labios y el amor de su personalidad extendiéndote los brazos.


XILÓFONO
(YunJae)
***

La tienda de instrumentos musicales le tiene entretenido. Pero tú sabes que no es más que un pretexto para pasar la tarde con él. Va y prueba hasta con los más raros, se concentra y presta atención a las explicaciones del hombre en sus cuarentas que le instruye sobre cómo percutir con los macillos en las barras metálicas del xilófono. El sonido que produce es más bien irregular entre los agudos y graves. Pero le observas maravillado y sabes que en su mente flotan notas musicales que se animaría en probar con alguna de sus composiciones.

Sonríe avergonzado y tímido, pero todavía va y prueba con el arpa. Y tú encuentras la escena encantadora. Sus largos y finos dedos se pasean por las cuerdas emulando las indicaciones del hombre consiguiendo algunas notas suaves que se escuchan maravilloso.

No. Sonríes y te corriges un poco mentalmente. Es Jaejoong quien te maravilla con cada cosa que hace. Y de alguna forma piensas que él es como una orquesta compuesta por gran variedad de instrumentos. Porque los varios tonos, las numerosas formas y sus diversos modos de ser tocados son como facetas de su personalidad. Y podrías componer una sinfonía avasalladoramente hermosa con él. Puede ser suave, fino y delicado como un arpa; formal y elegante como un piano; ronco y firme como el violoncelo; por mencionar solo algunos ejemplos que te llegan de pronto a la mente.

- Yunho ah, me gustaría probar con el arpa… - su sonrisa te atrapa y tú asientes casi como autómata. Lo que quiera te parece bien.

Le ves encargarse del resto del papeleo para la compra y tú observas el modesto xilófono que continúa ahí en una de las mesas de exposición. Si bien Jaejoong no lo ha comprado, a ti te gustaría llevarlo –y lo haces– simplemente porque te gustaría sentarte a su lado y practicar música por el mero gusto de hacerlo.

Jaejoong es feliz, lo ves radiante y dedicado al arpa. Ha conseguido clases vespertinas en casa y la maestra le tiene paciencia y le reconoce talento. Tú sonríes enamorado cuando le escuchas exponerle su motivo por el cual se ha interesado en éste instrumento.

- Me gustaría componer algo para nuestra boda. Y ser yo quien toque un solo a mi esposo, con algo diferente a lo que suelo tocar… - responde con las mejillas ruborizadas, y tú solo atinas a mirar el piano al fondo de la sala y las partituras que apenas esa mañana ha colocado ahí. Sabes ahora el por qué.

Y eres inmensamente feliz. Jaejoong será dentro de unos meses tu esposo. Y él solo se preocupa por hacerte un presente especial ese día. te preguntas entonces si serás capaz de corresponder el gesto interpretando algo con el modesto xilófono que descansa por ahí en tu mesa de trabajo en la oficina. Sonríes y tomas nota mental de esforzarte más.

Porque quieres ser parte de su orquesta e interpretar con él la sinfonía más bella del mundo. El amor.


YO
(HayaMin)
***

Podrías cuestionarte si es que su estructura psíquica no se ha completado o si las instancias aún se mantienen en la disyuntiva a diario queriendo controlar cada situación. Luego te corriges a ti mismo y te convences de que ChangMin simplemente es así.

Con ese aire misterioso que seduce por añadidura. Con esos gestos malhumorados que le borbotan a veces contra su voluntad. Con esa obsesión por los libros y una buena hora de lectura sentado en el sofá sin más ruido que el murmullo de las hojas pasar. Con ese apetito feroz que lo hace parecer un adolescente en desarrollo todo y que hace un buen rato dejó aquella etapa atrás. Con todos y cada uno de esos detalles que lo hacen él. Tan único e irrepetible que te animas en agradecer que sea así, que no haya ser humano sobre la faz de la tierra que se le pueda siquiera parecer. Porque entonces le sientes más tuyo que nada en el mundo.

Y comprendes que es ese Yo que refleja el que te encanta, el que te enamora cada día sin que te hubieses preocupado desde el principio por evitarlo. Porque de algún modo sabías que él era tu destino. Lo supiste en el mismo instante en que le conociste, el momento preciso en que tus ojos se cruzaron por primera vez con los suyos y viste sus pupilas titubear en muestra de silencioso nerviosismo.

Te importa un mísero pepino si la mayoría de la gente todavía no lo entiende, si aún hay quienes le detestan por ser transparente, espontáneo y sincero. Te importa muy poco que haya quienes le tachen de “marica” con intención de ser hirientes y tú no dudas en irte a los golpes con quien quiera que tenga tal atrevimiento. Y te gusta, que sea él quien diga casi con orgullo que es feliz siendo “marica”, que le encanta como se la metes y le haces gritar de placer. Y entonces se mofa de todos esos idiotas que nunca pararán de aparecerse en sus vidas, te jala del brazo y hasta se pone meloso y altanero te besa delante de quien sea hasta robarte el aliento.

- ¡Mierda, que bien besas! – exclamas con el aire escaseado en tus pulmones y él te fulmina con la mirada. Tan típico de él. Sonríes y le besas de nuevo, todavía ahí a media calle e ignorando murmullos o miradas curiosas… - ¡Aish! – te quejas por el labio partido y él bufa por interrumpir el beso.

- Pero claro, mi esposo siendo tan baka como siempre va y se muele a golpes con el primer imbécil reprimido que deja suelta su lengua bífida… - refunfuña y te jala de nuevo echando a andar.

Sigue farfullando por lo bajo sin soltarte un segundo hasta llegar al edificio donde se ubica el departamento de sus padres postizos –Jaejoong y Yunho les han invitado a cenar y tú te las has apañado para llegar todo maltratado; pero claro, no podías dejar impune el atrevimiento sórdido de unos idiotas en el camino–, te limpia las cortadas con poco tacto y sigue bufando sin prestarle demasiado atención a los mayores.

Tú en cambio sonríes bobamente al saberle preocupado. ¡Si es que eres masoquista! Te fascina verle así, te gusta que nunca se deje amedrentar por nadie y que tenga la soltura de abrirse incluso públicamente besándote o alegando el placer que le produces. Venga que eso es un poco sucio e ir demasiado lejos, pero hasta eso le queda jodidamente bien y encaja con su personalidad.

Si es que su aparato psíquico es perfecto. Su Ello sabe cuándo tomar el control y mandar al rincón a su superyó para tomar el lugar de su yo en la realidad y poner las cosas en el sitio que le hacen sentir cómodo.

- ChangMin ah, te amo.

- No te me pongas meloso ahorita que me desconcentras.

No, no te extraña que te bufe o que sea tosco al colocarte otro bandita en la ceja para cubrir la cortada que te hicieron ahí con probablemente un anillo o a saber con qué. Si es que te habías puesto a los golpes con tres sujetos, que, además de imbéciles, cobardemente se te fueron encima por igual. Pero él, estoico como nadie se había quedado mirando la escena hasta que tú solito te deshiciste de todos. Si le leías el pensamiento: “¿Te quieres hacer el macho? Apáñatelas solo”. Y no porque no se preocupara por ti, sino porque en el fondo, sabes que te reconoce la valía y la habilidad marcial para defender su honor –y en añadidura el tuyo–; si hubiese visto que no podrías encargarte habría actuado, pero no fue necesario.

Y ahora, mientras te da un beso corto y agradece a Jaejoong por el botiquín, le ves narrar los hechos con paciencia –orgullo incluso–; y Yunho asiente cada tanto seguramente recordando sus propias peleas por su prometido y juras que es perfecto.

Es perfecto saber que le tienes y te tiene a ti para apoyarse mutuamente desde la trinchera de su propia personalidad. Y su Yo se fortalece en correspondencia con el tuyo. Y eso, también es amor.


ZANJA
(YooSu)
***

Las amplias veredas de la vida coronan su transitar con aquellos espacios intrincados de vicisitudes que superar. No te preocupan en absoluto, si son baches o zanjas, incluso abismos; sabes que puedes salvarlo todo si él te sigue sosteniendo la mano, si sigue siendo tu principal apoyo y se sigue desviviendo de amor por ti.

- Junsu ah… - te llama y tú le respondes con una sonrisa de esas que te afloran naturales en los labios. Se acerca y rodea tu cintura plantándote un beso de esos que te dejan flotando en una nube… - Has estado medio ausente todo el día, no sé qué tanto pensarás pero comienzo a ponerme celoso.

No puedes evitar la risita divertida como abochornada al escucharle decir aquello. Él te sonríe y acaricia tus mejillas. Tu risa le ha bastado para saber que no hay nada de lo qué preocuparse. Que pese a que mañana es el gran día de su boda, no te arrepientes en absoluto y juras que no conseguirás pegar ojo durante la noche, contando ansiosamente los largos minutos para estar a su lado frente al altar y prometerse en sus votos que han de amarse para siempre en las buenas y en las malas.

- Yoochun ah. Bache, zanja o abismo, no importarán ¿verdad?

- No, baby. El día que me enamoré de ti me juré ver siempre por tu felicidad. Cuando aceptaste ser mi novio esa promesa se hizo más fuerte. Nunca, nada ni nadie podrá evitar que siga a tu lado. Te amaré hasta el último día de mi vida, y aún en las que vengan después, Junsu ah.

Sus palabras te bastan, y su beso cargado de amor te lo confirma. Te abrazas a su cuerpo y disfrutas del sublime contacto perdiéndote en el sabor de sus sensuales labios. Él es tu todo y sabes más que nunca, que mañana cuando le digas que sí ante el altar, habrás unido tu lazo rojo al suyo para la eternidad.



FIN

Cada ser humano tiene sus propias formas para expresar o manifestar una gran variedad de emociones, sentimientos, pensamientos, deseos, etc. Son nuestros códigos de lenguaje, las líneas de comunicación que establecemos con nosotros mismos, con la familia, los amigos o nuestra pareja. Las formas de expresión son importantes por efecto colateral en cada uno de nuestros días. Así que…

¿Ya creaste tu propio ABC de las formas de expresión?

11 comentarios:

  1. Me encanto ,eres genial !!! Min se caso :') awwws
    muchas gracias te quieremos:)

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  2. Auch!!!
    no me esperaba muchas cosas!!!!!!
    ahhhhhhh gracias!!!!! (me los lei juntos por ello comento al mismo tiempo) soy algo....

    me gusto muchisimo gracias por la pequeña distraccion en medio de tanto caos estudiantil *entiendase tareas*
    nos vemos luego...

    <3 yoosu <3

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  3. Lo ameeeeeeee igual que la primera parte. Me encanto que cada parte tuvo su esencia y el de cada pareja, sin dejar de lado que no todo es color de rosa en la vida, siempre existen los malos momentos, pero que jamas ganan a los buenos.

    Quiero ver a Changmin en Kimono xDDDD si bien que le gusto hahaha ademas de que Junsu y JJ tmb con kimono de mujer por ser los de abajo me mato hahaha
    Muchas Gracias por compartir esto con nosotras. Siempre me sacas una enorme sonrisa
    Saludossss

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  4. ahhhh que tiernos son todos cuando se expresan sus sentimientos.
    todos van a casarse que felicidad,
    feli me encanto todo el abecedario cuando la gente se quiere no importa cuales sean los obstaculos que no los dejan continuar verdad!? si el amor es verdadero ellos podran continuar y hacer de cuenta que nunca paso

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  5. ah!!!!

    que bonita 2da parte!!!

    se me hizo más melosa y cursi, y más llena de amor >_<

    Sinceramente me hubiera gustado ver a los SoulMate bien ebrios y JJ con kimono xDD sería superchistoso xDD

    y no puedo dejar de decir que sinceramente me ha gustado demasiado el HayaMin en verdad ♥.♥ es puro amor esa couple

    Gracias por escribirlo y compartirlo =D

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  6. Como me encantan las historias YJ y HM que haces felina!!!

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    1. Ame como no tienes idea la forma en q llevártelas mini historias? Jajaja me mate de risa con lo de los kimonos de CM xD en verdad contigo ellos son mis 2dos favorites, no podia can't me de ellos siendon tu la escritora de sus historias xD

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  7. muchas gracias x hacer esto fue muy agradable leer el ABC.

    ahora esperare x el q siigue :D

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  8. Nuevamente gracias. .. fue genial disfrutar de las emociones aqui descritas... me fascinó el Hayamin...

    Sigue Adelante.... bye

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  9. todos los sentimientos evolucionan
    junto a cada persona
    es tan lindo y, porque no, divertido
    querer entender al otro solo porque se le ama


    GRACIAS ^^

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  10. Muchas Gracias, fueron hermosos y debo reconocer que llore con el whisky del Yoosu. Sentí cada palabra de Yoochun y a veces creo que esa si es la parte creíble de esa historia de amor que todos deseamos se haga realidad.

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”No me quejo si alguien que ha leído el libro lo encuentra aburrido, absurdo o despreciable, ya que yo tengo una opinión similar sobre sus comentarios.”
J.R.R. Tolkien