ISTAR Parte 30

Mucho tiempo después, y no tengo excusas. Las cosas no se dieron como esperaba y pues he aquí las consecuencias. Pero bueno, lo importante es que hay actu ;D cuando me puse manos a la obra para escribir el capi de hoy, me di cuenta de que donde está no tiene nada que ver con la idea que originalmente tuve al iniciarlo. De hecho -como suele pasarme xD- esto era un miniserial, un break para meter algo de toda esa fantasía que me fascina; y cuando menos lo esperé, ¡tatan! ya estaba en un rumbo narrativo que no daba cabida a terminar la historia en 15 partes siquiera. 

Así que aquí está, la trigésima parte de Istar; cerca, muy cerca, del desenlace~  

ISTAR

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Trigésima Parte

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Reino de Hyarmen

El Príncipe ChangMin ha recibido el alba a lomos de Linta. Su Grifo batía las plumíferas alas con fuerza mientras se acercaban a las fronteras del reino, donde las tropas que dirigiría en batalla aguardaban ya su llegada. Estos son guerreros instruidos en combate agresivo, pero no entrenados para tomar la vida de otros. Para eso tienen a Umbardacil, la celebración de los duelos en que su gente solía resolver sus diferencias.

– Esto no es una celebración, mi estimado ChangMin. Esto es emprender camino hacia la guerra, y en batalla la vida o la muerte son todo lo que importa para hombres como los que vas a comandar.

– Linta, ¿qué sentido tiene la guerra? Cuando partí a Rúnya por primera vez, los Príncipes Kim querían evitar esto. ¿Dónde quedó aquella intención? ¿Por qué tengo la impresión de que incluso entonces, este destino ya estaba predeterminado?

– No tengo respuestas para eso, mi estimado ChangMin. Solo puedo asegurarte que sin importar el final de esto, estaré contigo sin dudar. Voy a cuidarte, protegeré tus sueños para el futuro con toda mi magia.

La promesa del Grifo conmovió el corazón del príncipe morocho. Ahora hasta parecía que los motivos para formar parte de la guerra sobraban.

– El futuro. Es ahora todo por lo qué luchar… – El Príncipe ChangMin dijo con voz segura, no es que necesitara ahora más convencimientos para seguir adelante.

Era momento de ir a la guerra con un solo ideal. El futuro. Esta no es la utópica búsqueda de la libertad, no batallará con aquél objetivo en la mente. Sino simplemente el futuro. Porque en aquella incertidumbre llena de deseos y sueños, el humano se regocija cual si fuese médium del Libre Albedrío. De su libertad más allá de la banalidad, la libertad de su espíritu, de planear sus mañanas como si nunca fuesen a extinguirse.

Linta aguzó la mirada, y lanzando un graznido potente su canto resonó en todo Hyarmen como el eco de un cuerno de guerra que da la señal de inicio en el sendero hacia un atardecer sangriento. Las alas se batieron con furia avanzando por encima de las tropas que se despliegan hacia el frente a lo largo de al menos un par de kilómetros. Los guerreros vitorearon el paso del Primogénito Shim, algunos a pie, otros cabalgando poderosos corceles, y unos pocos más a lomos de grifos de diversos tamaños, madurez y habilidad mágica.

Los Reyes de Hyarmen tomaron su lugar más al frente, comandando las tropas que tomarían el sendero común, por donde saben Formen y Rómen esperan su llegada; en tanto que un par de regimientos siguieron al Príncipe ChangMin por otros caminos que –en una impresionante muestra de magia entre Linta e Isilmë que nadie hubiese concebido pues las criaturas mágicas no pueden mantener un vínculo a través de largas distancias (excepto tal vez los dragones entre sus misma especie) el Príncipe Hayami le comunicó a su prometido la ruta que debería seguir– trazados a través de las entrañas de montañas, le llevarían a Rúnya mucho más rápido y seguros.

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Reino de Númen

La Reina Nanami vio a su primogénito alistarse para partir. Isilmë agitaba sus crines con inquietud, y el cuerno sobre su frente brillaba a la luz de los primeros rayos de sol. Se acercó a la unicornio y acarició suavemente su cuello, el Príncipe Hayami le escuchó murmurar algo que parecía ser solo para oídos de Isilmë.

– Madre…

– Has de partir en un viaje incierto. La guerra siempre trae muerte, sangre, caos y oscuridad. Los motivos que la inician en algún punto pierden sentido… – La bella mujer se apartó de Isilmë y en cambio caminó hasta su hijo, sujetándole con cariño una mejilla. El Príncipe vislumbró en su mirada la zozobra de una despedida para la que una madre nunca se prepara… – Y sin embargo estás aquí, envestido con las galas de la batalla, con la determinación de tu corazón y la fuerza de tu alma. No espero promesas de ningún tipo, hijo mío; solo puedo rezar y pedirle a los dioses que la vida no te sea arrebatada en el campo de batalla.

– Tus rezos serán escuchados madre…

– Cabalgaré hasta los Desiertos Polares…

– ¿Para qué?

– Todos tenemos un papel en esta guerra. Anarion nos necesita, hijo mío; pero no a todos en el centro de la batalla. Yo tengo mi propia misión.

El Príncipe Hayami tuvo muchas dudas, sus ojos lo delataban; pero ningún cuestionamiento salió de sus labios. La Reina Nanami besó cada una de sus mejillas, y luego la base del cuerno de Isilmë, acariciando con devoción la textura cilíndrica del cuerno hasta la punta.

– No debes preocuparte por tu madre, mi amado Hayami. Ella tiene razón, todos tenemos un papel en esta guerra, y el nuestro debe llevarnos a Rúnya de inmediato.

– Déjame ver en tus pensamientos aquello que mi boca no pudo cuestionar, Isilmë.

– Monta, y mientras cabalgamos en las profundidades de la tierra, te mostraré lo que acongoja a tu corazón; pero debes saber, mi amado Hayami, que en una guerra no puedes salvar a todos los que amas.

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Reino de Rúnya

– ¿Sabes lo que decían mis padres, Yunho-Melko?… – El Príncipe Jung atendió la voz del primogénito Kim con suspicacia… – Un gran sacrificio hace de piedra el corazón.

El Príncipe Yunho dirigió su mirada al Príncipe Jaejoong con un matiz diferente. El pelioscuro creyó ver un resquicio de molestia deslumbrar en aquellos ojos ambarinos que –sinceramente– no le habían mirado con tal intensidad en largos días. Las pupilas centellearon tantas emociones que el primogénito Kim se sintió abrumado, un mareo sacudió sus sentidos pero rápidamente estabilizó todo en su mente.

Esto se había sentido como un embate mental. Como si una fuerza superior hubiese querido profanar dentro de su mente.

– Sabias palabras que debieras tomar ahora mismo demasiado en consideración… – La profundidad de la voz del moreno sonó a advertencia, en un gesto sensato de precaución.

El sutil movimiento de su cuerpo tomando cierta distancia del pelioscuro, marcó en el Príncipe un sentimiento de desazón.

– ¿Es lo que haces? ¿Sacrificas tu alma por algo más fuerte que esto? – El cuestionamiento afloró de labios del Príncipe Jaejoong como un reclamo con voz propia.

Quizá su inconsciente emergía con creces, luchando contra sus propias barreras de control mental. El primogénito Kim sintió la fuerza de Nënar ajustándose a su mente, como pilares emergentes que sustentan una estructura que amenazada por el exterior parece derrumbarse.

– No sé si es algo más fuerte que esto, todo cuanto puedo saber con certeza es que si cedo totalmente a ti, nuestro amor nos llevará a un final lúgubre… – El Príncipe Jung dijo.

El primogénito Kim frunció el ceño, las emociones ganaban terreno en su autocontrol y sentía que esta situación finalmente lo sobrepasaba. Ama con todo su corazón al moreno, pero éste amor parecía estar envenenándole el alma. Tan dispuesto a todo por él, que no dudaría en ofrecerle sus dones mágicos, entregarle su vida misma.

– ¡Abandona esos pensamientos, Jaejoong!... – Nënar rugió iracundo, su mirada viajó a través de la distancia, buscando atravesar la barrera natural de follaje y entramados ramajes, de diluir el muro de las frondosas copas de los árboles distribuidos a lo largo y ancho de aquel bosque.

El dragón azul cromado se mantenía al Este a una prudente distancia. Todo el cuerpo de la bestia vibraba impaciente, presto a la velocidad y la caída en picada; pendiente también de la presencia de los Fénix.

El Príncipe Jaejoong no respondió nada al reclamo de su dragón, su oscura mirada seguía prendada del hombre frente a él.

– ¿No te importa cómo culmine nuestro futuro, Jaejoong-Vanima?

– ¿Visualizas un futuro sin mí, Yunho-Melko?

Cae la pregunta. Se sumen en un espeso silencio en el que reinan solamente sus miradas ancladas sin tregua. No hay necesidad de palabras, el Príncipe Yunho ha abierto su mente a los pensamientos del Príncipe Jaejoong. Le deja vagar a su antojo. Finalmente cede a sus voluntades.

Bruma, oscuros pasadizos estrechamente elaborados, minuciosos rincones de ideas sombrías, laberintos de altos muros resguardando secretos. Una mente tan compleja, que de pronto parecía no ser humana. El Príncipe Jaejoong no pudo evitar que en su mente se formulara un solo cuestionamiento.

¿Quién es Jung Yunho?

­­– ¿Quién? ¿O qué? Jaejoong-Vanima. Un Encantador de Fénix. O tal vez un Visionario para dominar a todas las criaturas mágicas de Anarion. Tus padres mantuvieron dentro de tu reino todos los secretos que ahora me has revelado.

– ¿Me has usado, Yunho-Melko? ¿Has fingido el amor que he visto en tus ojos?

La duda titubeó en las pupilas ambarinas del Príncipe Jung. Y en aquella apertura de mentes, el Primogénito Kim pudo acceder a uno de los tantos pasadizos colando sus pensamientos en lo más profundo de los raciocinios del moreno.

Nënar rugió y escupió serpientes de fuego, no en señal de advertencia por el vínculo mental establecido entre su receptor y el Príncipe de Formen; sino porque su instinto ha sido sacudido por la presencia de Fénix y lobos pertenecientes a los reyes de Formen y Rómen respectivamente.

Los Príncipes continuaron sin embargo sumidos en aquel lazo mental que a cada segundo se volvía más estrecho y tan arraigado que sus mentes quizá alcanzarían un nivel envidiable de vinculación entre humanos.

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Hyarrostar

El Príncipe Yoochun enfundó su espada con orgullo. No, no ha terminado su enfrentamiento ante los capitanes de sus legiones, aquella batalla ha sucedido el atardecer anterior; y uno a uno los 19 capitanes que decidieron hacerle frente habían perdido ante su fuerza y habilidad. Hoy está aquí, al frente de las legiones en las fronteras de Hyarrostar, montando el corcel de su amado, con Nenya aullando alto y rozagante, eufórico ante la idea de combatir. El peliazabache no le culpa, es después de todo un lobo, su temperamento es así. El Príncipe Yoochun no niega tampoco que está nervioso, cualquier otro combate antes de esta guerra no le había hecho sentir tan inquieto; algunas perlas de sudor se han acumulado en sus sienes resbalando lánguidamente por su mandíbula; los mechones azabaches brillaron a la luz del sol que se ha levantado en el horizonte.

– ¡Suenen las trompetas! ¡Hyarrostar avanzará hacia Rúnya! ¡El linaje de la sangre que corre por mis venas habrá de levantarse una vez más! ¡No llevamos la bandera del Reino de Rómen por el Rey Tirion, sino por la Reina Nillë y el Príncipe Yoo-Hwermé! ¡Avancen legiones de Hyarrostar! ¡Por el orgullo del Rómen olvidado!

Los legionarios alzaron sus espadas, lanzas y escudos. Resonaron las trompetas y el eco de los casquetes de los caballos en avanzada. Pulcro y temeroso, así se vislumbran las temidas legiones de Hyarrostar.

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Reino de Rúnya

Formen y Rómen se han movilizado también. Todas las piezas de esta guerra han tomado un lugar en el tablero. Los cuatro reinos del norte, sur, este y oeste han confluido en la Llama Roja.

La inminente guerra se desata finalmente. Inicia con vertiginosa violencia, tropas se encuentran entre sí y enfrentan una indescriptible batalla. Es confuso y doloroso, el Príncipe Junsu puede sentir todo el sufrimiento que comienza a revelarse en las fronteras de su reino. Su pueblo aún duerme en el letargo que sus padres le dejaron, Rúnya no está lista para la guerra. No tiene más defensa que sus Príncipes y los dragones.

Narvinyë se precipita hacia el Palacio, los ocho pequeños dragones han crecido un poco más, su instinto se revela presuntuoso y los maximiza hacia una madurez necesaria. Hay inquietud en el aire, tan espesa y nebulosa que duele respirarlo. El menor Kim cabalga fuera del Palacio, cruza senderos que otrora observaba con detenimiento maravillándose en su excelsa belleza, hoy solo siente la penuria de las prisas por detener esto que siempre pesó sobre su corazón y se le presentó en las más horribles pesadillas.

A la distancia, sumido en una batalla, el Príncipe Yoochun pudo sentir la magia de su amado buscándole con desespero. Cuando se vincularon, en consecuencia se unieron a ellos las mentes de sus respectivas criaturas mágicas. Narvinyë bramaba con recelo, iracundo pero contenido; Nenya disfrutaba de la sangre en sus colmillos y el sabor cromado en su garganta. El Príncipe Junsu no pudo evitar la repulsión hacia las imágenes que se abrían paso en sus pensamientos al ver a través de la mente de su amado.

– ¡Esto no debía ocurrir así! ¡El tiempo se ha adelantado! ¡Yoochun-Inya, debes marcharte!

– ¡No puedo hacerlo, Junsu-Lissë! ¡Confía en mí!

– ¡Esto no es sobre confianza!

El Príncipe Junsu desplegó sus pensamientos hasta Narvinyë, suplicándole que fuera en ayuda de su amado. El dragón rojo bramó negándose, partir dejaría desprotegido a su receptor y para la bestia el Príncipe Junsu era más importante. Pero gracias al vínculo establecido entre su receptor y el Príncipe Park, el dragón rojo también podía sentir que su humano no sobreviviría si perdía a su amado. Batió sus alas con furia y se perfiló hacia el Sur sin otra salida que cumplir con el deseo del Príncipe Kim.

Continuará……