Título:
ABC DE LOS EMBARAZOS
Desarrollado
por: Felina
Parejas:
YunJae, YooSu & HayaMin
Género:
Romance
Clasificación:
NC-18
Advertencias:
M-preg, Lemon
Gracias a todas las personas que aportaron sus ideas en mi face, gracias a ustedes esto también se hace posible ;D
ABC DE LOS EMBARAZOS
(Parte 1)
~A~
*Añoranza*
De todo lo que pudieras haber pensado
últimamente esta opción realmente no se había cristalizado en tus pensamientos.
Había que tener mucho cuidado para emprender una tarea tan cuestionable bajo el
ojo crítico y avizor de tus jefes. Pero también se cristalizó necesario.
Estabas harto de hoteles a las afueras de la ciudad, de los disfraces
constantes para pasar desapercibido, de las credenciales clandestinas y las
horas contadas para poder disfrutar realmente de la compañía del otro. Nunca
tenías suficiente de su calor, de sus besos, de sus caricias, de su piel pegada
a la tuya; ni tampoco de las charlas que solían cortar antes siquiera de saciar
la curiosidad porque el maldito reloj anunciaba que era momento de despedirse.
Más cuando la oportunidad se presentó, tras
mucho pensarlo y meditarlo con la almohada en la soledad de tu habitación lejos
de su esencia; tomaste la decisión y derrochaste una buena cantidad de dinero
de tus ahorros personales para evitar las sospechas insanas de tu empresa por
averiguar en qué invertías tus ingresos. Adquiriste un departamento que pusiste
a su nombre en absoluta discreción, cláusulas específicas de un contrato que
revisaste de cabo a rabo hasta las letras más pequeñitas antes de firmar nada.
Pero ahora estás ahí, dejando atrás el mal
sabor de la añoranza cuando rodeas su cintura desde la espalda y besas su
coronilla mientras él coloca la nueva contraseña en la puerta de sistema
eléctrico del nuevo departamento que compartir.
- No puedo creerlo… - le escuchas sonreír todavía
asombrado y emocionado por la noticia con que le has sorprendido esta tarde… -
Ahora no tendremos que preocuparnos por encontrar un sitio donde vernos o si
alguien te verá entrar a mi casa o a mí a la tuya.
- Así es, Jaejoong ah. Este será de ahora
en adelante nuestro nido de amor… -
sonríes contento tras ver sus mejillas sonrojarse.
Y te arrojas a sus brazos apresándole
contra tu cuerpo mientras bebes de sus labios rojos el néctar más dulce de
todas las mieles. Sus manos te rodean el cuello y sus dedos se entierran en los
cabellos sobre tu nuca. Te sientes feliz y quisieras conservar aquella
sensación para siempre. Aunque sabes que el camino aún es largo. Te separas a
regañadientes de su boca cuando él advierte alejarse.
- ¿Puedo hacer algunos cambios en la
decoración? – te cuestiona comenzando a moverse por toda la planta, mirando
detenidamente cada detalle y tú sabes que seguramente en su cabeza ya se está
imaginando lo que quiere.
- Por supuesto, es nuestro hogar JaeBoo, y
tú eres El Señor de ésta casa… - le
sonríes radiante y él libera una risita nerviosa. Se acomoda el cabello tras la
oreja con las mejillas moteadas y comienza a hablar sobre cortinas nuevas y
utensilios que necesitará en la cocina.
- Yunho ah, ¡la recámara está muy fría! –
le escuchas gimotear frustrado cuando se ha internado en la habitación
principal. Tú caminas despacio hasta allá y cuando rodeas su cintura le notas
sonrojarse como termostato.
- Vamos a calentarla ya mismo entonces… -
tu voz sale ronca, y comprendes por qué se ha sonrojado, seguramente el brillo
de tus ojos delató tus intenciones.
No importa, ambos saben que desean esto.
Que luego de hacer el amor habrá tiempo para más charlas. Que solo quieres
marcarle ahora y para siempre sin más preocupaciones que envolverle con las
mantas y refugiar su desnudez contra tu cuerpo para que la noche termine de
pasar.
Desconoces sin embargo, las sorpresas que
te traerá el mañana. No intuyes que esa noche, o una de las pasadas o tal vez
de las futuras; habrás de dejar en su interior más que la semilla de tu
orgasmo. El fruto del amor.
*Antojos*
Hace un par de semanas que todo se te
antoja, a todas horas y en todos los sitios posibles. Te desconoces a ti mismo
porque el apetito voraz no te caracteriza. Recuerdas a ChangMin y sonríes ante
la imagen mental de tu “crío”. Si es que no hay nada que llene su estómago y
eso que siempre está delgado.
Tampoco es que los antojos no se te dieran,
de vez en cuando los tenías. Pero ahora la cosa era, a falta de otra palabra, una
exageración. No es solamente que te apetezca tal o cual platillo, sino las más
extrañas mezclas que solo habías visto justamente a ChangMin realizar de vez en
cuando. “Para experimentar nuevos sabores”, solía decir él a modo de defensa
cuando cualquiera lo cuestionaba.
- JaeBoo…
- ¿Mh?
- Por qué le estás poniendo tanto picante a
la sopa, luego te irritará el estómago… - tu esposo te pregunta y tú casi
recién pareces notarlo. Habías estado demasiado pensativo como para darte
cuenta de lo que hacías. Y sin embargo, cuando el aroma de inunda el olfato las
tripas te gruñen y admites que se te antoja por demás delicioso… - ¿Estás bien?
- ¿Eh?
- Andas como distraído. ¿Estás enfermo? –
se preocupa al instante y coloca su mano en tu frente para comparar tu
temperatura con la suya… - Pues afiebrado no estás.
- Estoy bien, Yunnie~ - sonríes divertido y
terminas de mezclar los ingredientes de tu sopa de miso, revisas el arroz y el
pescado frito que también se te ha antojado mientras hacías las compras esa
mañana.
- Sigo pensando que andas raro… - te
susurra llevándose la mano al mentón sin dejar de mirarte de arriba abajo con
mirada suspicaz.
- Ideas tuyas nada más… - sonríes y casi
agradeces que el timbre haya sonado… - Anda, deben ser los chicos que llegan
ya… - esa tarde les han invitado a todos para tener una tarde de “familia”.
Yunho abre, escuchas saludos y cuchicheos.
Pero todavía alcanzas a diferenciar la voz de Hayami y ChangMin. Éste último se
adentra de inmediato en la cocina…
- ¡Jae umma! – te saluda exageradamente
efusivo, y tú tuerces una sonrisa… - Sabía que te llegaría mi mensaje
telepático para decirte que tengo un antojo irracional de sopa de miso con
arroz… ¡y carne! – exclama casi babeando la parrilla donde algunos trozos de
carne terminan de asarse.
- ¿Desde cuándo Jae umma? – le enarcas una
ceja aunque sabes que él hará oídos sordos y cambiará de tema. Y lo hace, se
pone a murmurar cantidades de antojos que ha tenido la última semana y tú
decides dejarlo por la paz.
Más tarde llegan Junsu y Yoochun. Notas
unos chupetones en el cuello del menor y sonríes. Seguro llegan tarde porque el
pelinegro lo engatusó antes de que el castaño pudiese tener conciencia de los
hechos.
- ¡Pollo! – Junsu exclama con ojos
brillantes apenas el aroma le llega a la nariz y se interna a tu lado en la
cocina, husmeando por encima de tu hombro los platillos… - Huele delicioso, ya
me dio hambre.
- ¿No tenías?
- No hasta hace un minuto. Yoochun y yo
hemos comprado helado de camino y pensé que sería suficiente porque moría de
hambre, pero ya me ha dado más… - sonríe como niño pequeño, con las mejillas
rosadas y la mirada brillante.
- La carne es mía… - escuchas a ChangMin
gruñirle cuando Junsu se acerca a husmear por allá en la parrilla.
- Aigoo~ - revoleas los ojos y llamas a sus
respectivos para que les saquen de ahí antes de que discutan por la comida.
Te parece gracioso que Junsu ande con el
apetito tan disparado. De ChangMin no te extraña, es como su estado natural.
Pero Junsu. Y tú. Te entra curiosidad pero lo dejas pasar cuando pides a todos
que cooperen a colocar la mesa, y luego comienzas a servir, sonriendo contento
porque los tienes a todos ahí. A tu familia. Y ese calor en el estómago que te
hace sentir diferente.
Radiante. Pero diferente.
*Alegría*
Estás que no puedes creerlo. Pero él no
solo te lo repitió dos veces, sino que te extendió el papel con los resultados
de los análisis.
- ¡Es verdad! – gritaste con voz a cuello
sumamente feliz. Le levantaste en vilo y diste muchas vueltas con él aferrándose
a tu cuerpo para no caer por tu efusivo derroche de felicidad… - ChangMin ah,
¡Vamos a ser papás! – volviste a exclamar, sujetaste sus hombros y le besaste
repetidas veces casi como si así le pudieras contagiar tu emoción.
Él en cambio sonreía apenas pasivamente,
con el rostro ligeramente pálido y el cuerpo más bien flojo. Te preocupaste por
un segundo de que él no compartiera tu felicidad. Y cuando le preguntaste él te
bufó de mala gana cruzándose de brazos.
- ¿Crees que si no me emocionara hubiera
corrido hasta aquí para contarte? Hayami baka, se supone que me conoces muy
bien.
- Es que expresas tan poco entusiasmo… - te
justificaste en un vano intento por no admitir que por un segundo le
desconociste.
- Estoy cansado. ¿Sabías que los embarazos
agotan? Es un síntoma común… - volvió a gruñirte. Pero tú lejos de enfadarte,
alimentaste tu sobrada alegría… - Ahora entiendo por qué andaba con antojos
extraños…
- Los antojos extraños en ti no son tan
raros como piensas… - dijiste y él te fulminó con la mirada… - no te atrevas a
retarme, soy quien te cocina, cariño~ - volteó la cara en lo que podría ser un
gesto indignado pero tú solo aprovechaste su distracción para abrazarle de
cerca y besar sus labios, que fruncidos al principio se negaron en responderte,
pero pronto cedieron a tu ternura… - Te Amo, ChangMin ah.
- Y yo, Hayami baka. Ahora, tengo antojo… -
te gruñe y tú lanzas una risotada. No te extraña, suele salirse por esa
tangente cuando se avergüenza y quiere evitar una escena melosa en la que quieres
empalagarle con tu edulcorado cariño.
*Abstinencia*
Le sigues hasta la habitación sin poder
creer que te esté diciendo aquello. Y no, no es que te haya dado la noticia de
su sorpresivo embarazo –tú que pensabas que no tendrías que preocuparte por
aquello, por eso nunca usaron preservativo (y no es que a ti no te gusten, ¡esa
es una falacia en tu contra infundada por ahí sin fundamento alguno!) ni ningún
otro método anticonceptivo–, es el hecho de que te haya dicho que ni de broma
te dejaba tocarle siquiera un pelo en los próximos meses.
- Pero baby…
- ¡Ningún baby! – te chilla alterado,
dándose vuelta y encarándote… - Ha sido tu culpa porque siempre terminas
arrastrándome en tus besitos y caricias. ¿Cómo vamos a decirle a nuestros
padres? – espetó con carita compungida, tragándose las lágrimas (si es que
seguro le empezarán también los cambios de humor) y señalándote acusadoramente
con el dedo… - ¡Dormiré solo! – dictaminó.
- ¡Qué! – tu viacrucis personal, por
decirlo de una manera… - ¡Por qué baby!
- Porque no confío en ti, Chunnie. Como me
distraiga seguro me metes mano mientras duermo, y entonces yo, indefenso entre
el sopor del adormecimiento terminaré cediendo a tus deseos *^* - estuviste
tentado de increparle que no era tan inocente como todo mundo cree. Además que
no es tu culpa que él tenga cuerpo de pecado y tú seas un pecador por
excelencia. ¡Pero solo con él!
- Pero baby, prometo quedarme quieto.
¿Cuándo he fallado a alguna promesa contigo, eh? – intentas convencerle. Y casi
sonríes cuando le ves destensar el cuerpo. Abrió la puerta de la habitación y
entró en ella, pero antes de que pudieras seguir del todo sus pasos se giró con
el rostro encendido de rubor…
- ¡No te creo! – y te cerró la puerta en
tus narices. Visiblemente afectado por la noticia de su embarazo.
- ¡Junsu! – apaleaste la puerta con el puño
pero él se negó en abrir… - ¡Baby, esto es injusto!
- ¡Lo injusto es que yo vaya a engordar
como ballena por tu culpa! – te chilló al otro lado.
- ¡Embarnecerás por el embarazo, pero
seguirás siendo hermoso! ¡Vamos baby, abre!
- ¡No! ¡Y ya déjame dormir, estoy cansado!
– volvió a chillarte.
Y aunque estuviste tentado de seguir
discutiéndole pensaste en retirarte –de momento– porque como lo hicieras
enfadar en serio ni en los 7 meses restantes para el parto, te perdonaba y
entonces tendrías abstinencia de por vida. Un escalofrío te recorrió la espina
dorsal y preferiste arrastrar los pies hasta la habitación de visitas. La que,
por cierto, casi nunca se usaba. Te metiste en la cama refunfuñando y
maldiciendo sin sentido. La cama estaba demasiado fría y vacía. Extrañabas
horrores el calor de su cuerpo y amoldar tus manos a su silueta. Pero ni
hablar, Junsu ha tenido la última palabra –al menos por esa noche–, ya mañana
verás si su humor mejora y le convences de que esto de la abstinencia es una
ridiculez.
- ¡Una reverenda estupidez! – pataleas las
mantas y resoplas visiblemente frustrado. Esa noche será larga, muy larga para
ti.
Y sin embargo, la sonrisa se abre paso entre
la molestia de tu rostro ceñudo. Está embarazado. Dentro de poco su vientre
crecerá y sabes que le verás mucho más hermoso. Le imaginas con las mejillas
arreboladas de carmín, sentado en una mecedora –que has de comprar, tomas nota
mental de ello– con agujas e hilo tejiendo chambritas para tus bebés. Gemelos,
no te cabe duda de que los tendrán. Deseas que su genética se alce por encima
de tu herencia y puedan tener dos lindos bebés. Y que se le parezcan a él. Con
aquellos pensamientos inundándote la mente esperas que la noche transcurra más
aprisa.
Porque todavía tendrás que convencerle de
que la abstinencia es una franca… medida extrema.
*Arrullo*
A Jaejoong la noticia de su embarazo le
había pillado demasiado por sorpresa. Es algo que no habían hablado para nada
desde hace tiempo, y cuando lo hicieron lo habían planeado para cuando años más
tarde. No ahora. Y aunque estaba contento también le veías preocupado. Querías
consolarle y recordarle que no está solo, que te tiene a ti y que estás
dispuesto a hacer hasta lo imposible por él y el –o los– hijo que viene en
camino.
- JaeBoo…
- Yunho ah… - te sonríe con suavidad,
sentado en el comedor con la mirada medio perdida.
- Es tarde, vamos a descansar… - ofreces tu
mano y él no duda en tomarla. Le guías en silencio hasta la habitación y
viéndole así, taciturno y frágil, te entra una gran ternura por él… - No tienes
que guardarte los pensamientos ahora, Jaejoong ah. Estoy aquí.
- Lo sé… - te sonríe de nuevo como antes,
con suavidad y algo de cansancio… - Nuestras vidas cambiarán radicalmente a
partir de ahora, ¿lo sabes, no? – asientes y tras verle sentarse en el borde de
la cama sin demasiados ánimos para nada, te decides en ayudarle a colocarse el
pijama, así que tomas uno de su cajón y sin que él proteste de ninguna manera,
comienzas a sacarle la ropa… - Estoy contento, pero al mismo tiempo demasiado
asombrado. ¿No te sientes así?
- No sé decir cómo me siento. Aparte de
feliz pienso que las responsabilidades serán mayores, entre otras cosas. Como
tú dijiste, todo cambia para nosotros a partir de ahora.
- ¿Somos malos por no estar eufóricos?
- No lo creo, JaeBoo… - ajustas el elástico
de su pantalón y sujetas su rostro besándole corto en los labios… - Nuestro
bebé sabe que lo amamos, es solo que nos ha tomado desprevenidos su llegada… -
las manos de tu esposo caen sobre su vientre plano al instante, una de las
tuyas le acompaña y ambos miran hacia abajo, donde sus manos enlazadas
permanecen sobre el vientre… - Vas a estar fenomenal. Eres su umma ahora. Le cantaremos nanas todas
las noches a partir de hoy, ¿qué te parece? – sonríes algo más relajado
esperando contagiarle y que suelte un poco la tensión de su cuerpo.
- Suena maravilloso… - murmura entre
labios, el flequillo le cubre los ojos y por su pasividad intuyes que aún no se
siente seguro. Así que terminas de preparar la cama, te vistes con el pijama y
luego le jalas a tu lado metiéndose entre las cobijas, le abrazas cariñosamente
a tu cuerpo y comienzas a tararear una nana al azar. Piensas que no sabes
muchas y te propones aprender nuevas… - Yunho ah… - te interrumpe con un suave
susurro.
- Dime… - atiendes y buscas su mirada,
levanta el rostro y se empina rozándote los labios en un beso dulce y efímero…
- Gracias… - sonríe y se acomoda en tu
pecho… - Me gusta el arrullo de tu corazón, por favor, canta para nosotros.
Sonríes emocionado por ese “nosotros” que
ha pronunciado; casi parece irreal que ahora cuando le abraces no sea solo él a
quien cobijes, sino también a ese pequeño ser que crece en su vientre; y
acaricias su cabello mientras comienzas un canto suave y lento, no es una nana
pero es tu canción favorita cuando piensas en Jaejoong. En lo orgulloso que
estás de él, de su amor y el tuyo juntos.
~B~
*Besos*
Los hay de variados tipos, con fines
específicos e intenciones claras. Están los besos amistosos, esos que depositas
en la mejilla de los familiares o los amigos; están esos besos en la frente que
suelen denotar apoyo moral, como un beso reservado que solo quiere transmitir
ternura, así como esos que te daban mamá y papá cuando te arropaban en tu cama
y te deseaban las buenas noches. Hay besos que obedecen un gesto social y otros
más íntimos. Los besos que compartes solo con tu pareja. Y estos son los que más
te gustan –lo admites con un dejo de vergüenza por el egoísmo que implica tu
aseveración–.
Y aún esos besos íntimos pueden ser tan
variados. Suaves, dulces, tiernos, románticos, apasionados, profundos, lentos,
calientes, sofocantes, cariñosos. Y tú, tan confiado en tus habilidades para
besar habías pensado que te los conocías todos, aunque algunos fueran más
comunes en el día a día. Sin embargo, hoy descubres que no es así.
Y se te inflama el corazón con renovados
votos de amor cuando le ves ahí, recostado entre tus piernas con sus labios
pegados a tu vientre plano. Yoochun deja cortos besos por toda tu tripa y
conversa con sus pequeños. Que sí, presientes que no habrá modo de sacarle –de
momento– la idea de que tendrán gemelos. Insiste en que tu genética debe
prevalecer y que muere por comenzar a comprar ropita a juego para dos, verte
tejer chambritas y escoger todo, absolutamente todo, por duplicado.
- Yoochun ah~ me haces cosquillas… - ríes
bajito y acaricias sus cabellos, aunque todavía vayan demasiado cortos pegados
a su nuca.
- Umma nos interrumpe pequeños… - le
escuchas decir quedito, como si estuviera contándole un secreto a tu tripa… -
Creo que está celoso porque no lo estoy consintiendo.
- No es verdad… - replicas flojito, sin
dejar de sonreír ni de mirarle. Encuentras tan adorable verle así de contento.
Y tú que (lo admites) tenías un poco de
miedo sobre cómo se fuera a tomar la noticia del embarazo. Ustedes realmente no
habían hablado demasiado acerca de tener familia. Y le conoces el solo hecho de
no creer demasiado en el matrimonio, alguna vez le creíste incluso resignado a
no tener hijos propios estando a tu lado. Pero ha llegado éste milagro, y ambos
lo aprecian con el alma.
- ¿No? – te cuestiona levantando la mirada,
tú niegas agitando la cabeza y él se irgue acercándose a tu rostro… - Igual
pienso que no te he consentido mucho últimamente, baby… - susurra cerca de tus
labios, pero redirige los suyos y te llena de besos el rostro.
- Chun… - le llamas sin motivo alguno en
realidad, solo motivado por las cosquillas de sus besos, por la ternura que te
transmite en esos momentos.
Y sabes que él lo sabe, porque no para de
besarte mientras una de sus manos se queda en tu vientre, casi como si siguiera
pensando que ése es el momento para estar con sus pequeños. Justo antes de
dormir, porque al día siguiente el trabajo seguirá esperándoles a ambos –al
menos hasta que tú encuentres imposible continuar y te tomes unos meses lejos
de los escenarios– y no volverán a encontrarse hasta entrada la tarde.
- Te Amo, Junsu ah… - declara de pronto y
antes de que puedas corresponderle, sus gruesos labios ya han tomado los tuyos.
Esa clase de beso que lento, suave y tierno
te inunda de una dicha sinigual que te hace sumamente feliz. No cambiarías por
nada ni por nadie estos instantes. La gloria de su amor, de su compañía, de sus
besos.
*Baby shower*
Te gusta mucho más esta faceta suya.
Sonríes y le escuchas sin detener ni un segundo su discurso, le dejas hablar
porque sabes que está contento, que empezar a organizar aquello desde ahora le
viene bien, que ocupará su mente en cosas alegres y no preocupaciones que no
tiene al caso dejarle a él en su estado, que tú te piensas encargar de todo eso
sin dejarle carga alguna que pueda afectar su embarazo.
- ¿Crees que deba hablarlo con Junsu y
ChangMin?
- Probablemente, ya que piensas hacer el
baby shower en celebración de los tres, JaeBoo… - él asiente y busca su móvil,
se acomoda el flequillo tras la oreja y llama a los dos chicos a la par.
Durante minutos les escuchas hablar
entusiasmados. Bien, te corriges un momento cuando los refunfuños suenan en el
altavoz de su móvil, ChangMin parece no estar muy de acuerdo…
- Hyung,
aún ni siquiera se nos nota la tripa y tú ya estás pensando en baby shower. ¡Es
demasiado pronto!
ChangMin protesta, lo imaginas rojo de
vergüenza, pero incluso tú que no le tienes enfrente y que ni siquiera estás
–supuestamente– atento a la conversación, notas en su voz que le hace emoción,
pero siendo tan terco como él solo, no lo admitirá.
- A
mí me gusta la idea hyung; es mejor prevenir. No le hagas caso a Minnie
amargado…
Y ése es Junsu, sonríes aún más al imaginar
el puchero que debe estar adornando la boca del menor de tus críos adoptivos.
Luego se enfrascan en más comentarios que tú desconectas un rato de tu radio de
atención. Estás sentado frente a la portátil buscando información acerca de
cuidados durante el embarazo. La cita con el doctor la tienen para dentro de
una semana pero tú de cualquier manera no quieres ir en blanco, también tienes
pensado comprar algunos libros para mejor preparación. Luego de un rato Jaejoong
cuelga el móvil y tú le ves sonriente anotando algunas cosas en una libretita
de Hello Kitty que te arranca una risita. Él siempre tan… Jaejoong.
- Yunho ah…
- ¿Sí? – le atiendes levantando la vista de
tu portátil…
- ¿Verdad que sí se me nota tripa ya? – te
cuestiona una vez se ha puesto de pie y alzado la blusa.
Tu respuesta debería ser NO. Pero su carita
te suplica un Sí. Así que no dudas en asentir, pararte y caminar hasta él
apoyando tus manos en su vientre. Notas apenas una ligera elevación en su
vientre que podría o no ser considerado su “tripa”, pero que seguramente a él
le hace sentir “gordo”.
- ¿Los chicos te ayudarán?
- Sí. El fin de semana tenemos tiempo los
tres, nos reuniremos a comer y comenzaremos a ponernos de acuerdo.
- Eso me alegra. Un buen baby shower debe
ser planeado con anticipación… - le dices y sabes que es el tipo de cosas que
necesita escuchar. Se empina hasta tu boca y te besa corto, murmura algo sobre
papeles del trabajo que revisar y se pierde en la pequeña oficina.
Sonríes y vuelves a tu portátil. Estás
tentado de investigar sobre baby shower pero declinas al instante tu
pensamiento. Es tarea de Jaejoong y decides dejarle todo a él, que se sienta
plenamente libre de hacerlo como quiera sin que se te ocurra ir y meter tu
cuchara. Y sabes que eso a él le hace feliz.
*Balbuceos*
Jaejoong los ha arrastrado a todos a
conocer a su sobrina más pequeña. Su hermana no parece en desacuerdo con la
presencia de todos ahí en su casa, y a ti aquello al menos te quita un poco de
tensión de encima. Sabes que el mayor no le ha dicho a sus padres nada su
embarazo. De hecho, ninguno de ustedes tres ha hablado aún sobre el tema con
sus respectivas familias. Y eso te tiene intranquilo, aunque Hayami parece de
lo más quitado de la pena desde hace un par de semanas que se lo hiciste saber.
Te preguntas si es que no le preocupa o si se ha olvidado del pequeño –gran–
detalle.
De un momento a otro la pequeña ha
terminado en tus brazos y tú te sientes bastante torpe cargándole. Le ves hacer
pucheros y te entra miedo de que comience a llorar –si no había hecho otra cosa
que sonreír con los cariñitos de todos los demás–, volteas a mirar a tus amigos
pero todos han comenzado una charla con la hermana de Jaejoong sobre cómo ha
ido su vida desde que su nena nació. La pequeña en tu regazo sigue haciendo
curiosos pucheros y tú juras que en cualquier momento soltará el llanto. No
tienes idea de qué hacer.
- Tal vez si le hablas… - escuchas a tu
esposo decirte en voz baja, como si te estuviera contando un secreto. Y ves una
de sus grandes manos acercarse a la manita de la bebé, ella no duda un segundo
en sujetarle un dedo e intentar llevárselo a la boca.
- No sé qué decirle. Es tan chiquita… -
susurras sintiendo tus mejillas calientes. Este tipo de vergüenza no te había
asaltado nunca. Es tan raro.
- Cualquier cosa que le digas le gustará si
se la dices con una sonrisa y con voz cálida. Ah que sí chiquitina~ - él le
hace caritas y burucas y a la bebé parece gustarle pues no para de reír
entretenida con los gestos de tu esposo.
Tú quieres intentarlo pero al mismo tiempo
te sigue dando vergüenza. Si tan solo no hubiera tanta gente ahí. De repente
Jaejoong interrumpe el juego de su sobrina con tu esposo y le manda llamar a la
cocina seguidos por la hermana de tu hyung. La bebé te mira entonces a ti, sus
grandes ojos irradian inocencia y tú vuelves a sentirte sumamente torpe…
- Ehm… hola, bebé… - aclaras la garganta y
levantas la mirada más allá de la pequeña en tu regazo, los demás siguen
conversando sin prestarte atención, lo que te hace sentir aliviado.
- Ta-ta… mmbá… - algo así crees escucharle
balbucear y sus ojitos curiosos parecen mirarte como si te buscaran el alma.
Los niños a tan tierna edad son tan transparentes, que pareciera que buscan lo
mismo en quien quiera que tengan ante sí.
- ¿Ya dices umma? ¿Quieres intentar?... -
ella responde agitando sus manitas y con pequeñas risitas. Tú no entiendes su
entusiasmo repentino… - ¿Sí? ¿No? – cuestionas acompañando tus palabras con
movimientos de tu cabeza y una suave sonrisa.
Luego sin que te des cuenta has comenzado a
jugar con la bebé. Ella ríe contigo como había estado riendo con los demás, te
toma los dedos y balbucea intentos de palabras. Y de pronto te imaginas así con
tu propio bebé. Te tocas el vientre y en voz baja –cual si se tratara de un
secreto para ella– le cuentas que dentro de unos meses tú también tendrás un
bebé, que seguramente luego jugarán juntos y ella será responsable de enseñarle
algunas cosas porque será mayor.
Cuando la hermana de Jaejoong regresa y te
ve tan entretenido con su hija te confiesa que no creyó llegar a verte así de
contento con un pequeño. Luego les presume a todos que su pequeña ya está dando
sus primeros pasos y cuando la bajan a jugar sobre unos tapetes de colores,
ella solita busca apoyo en las piernas de su tío Jaejoong que está ahí sentado
junto a ella, y se levanta sujetándose con firmeza de la manga de su blusa. Y
mientras tú imaginas lo que te espera, rezas internamente porque todo vaya
bien, prometes cuidarte durante los siguientes meses y vigilar su sano
crecimiento. Quieres ver a tu hijo o hija así dentro de un tiempo, juguetear y
balbucear sus primeros intentos de lenguaje hasta que te diga “umma” y a tu
esposo “appa”.
- Estuviste genial… - Hayami te abraza por
la espalda y susurra en tu oído aquello antes de besarte la sien.
- ¿En qué?
- Te vi desde la cocina. Platicaste con
ella, la hiciste sentir bien. Serás un umma maravilloso ChangMin ah.
Sus palabras te confortan y por un momento
te dejas hacer, disfrutas del mecer de sus brazos y el ambiente de familia que
te hace sentir bien. Aunque aún tengan un largo camino que recorrer, tienes lo
más importante. El amor.
~C~
*Cuna*
Yunho y tú han tenido que tomar días de por
medio separados el uno del otro. Le extrañas montones pero ambos saben que –al
menos por el momento– tendrán que seguir con este ritmo. Sabes que no es que él
quiera dejarte –si es que la pasan pegados al móvil entre mensajitos y llamadas
breves para asegurarse de que todo va bien, aún y cuando tú rozas apenas el
tercer mes de gestación–, le has sabido noches enteras en duermevela buscando
alternativas para pasar todo el tiempo contigo, pero trabajo es trabajo y tú
mismo le pides que no lo deje de lado, que al menos hasta que la tripa no te
crezca todo irá bien si siguen como antes.
Así que, a regañadientes y con aquella
vigilancia permanente, Yunho ha aceptado seguir el ritmo habitual. El
departamento ha entrado también en fase de remodelación, es después de todo lo
suficientemente amplio para ser hogar de familia. Le has tomado cariño porque
sabes que lo ha comprado exclusivamente para los dos, no habrías tenido corazón
para pedirle que lo vendiera y adquirir una casa.
Y estás aquí, perdido en una mueblería con
expresión soñadora, entre cunas y bañeras y recámaras completas para bebés.
Sonríes bobamente cada que los infantiles estampados adornan los colchones o el
tul sobre las cunas. Te enamoras de una cuna en tonos rosa con móvil de
estrellas y una preciosa almohada de Hello Kitty que te agita el corazón con
emoción. Te muerdes el labio y respirar profundo, te tocas inconscientemente la
tripa y te recuerdas a ti mismo que debes ser neutral, no sabes si esperas nena
o nene, o si por ahí cabe la posibilidad de gemelitos. Que además no tienes por
qué atiborrarles de tus gustos personales. Te habías prometido ser todo lo
neutral que pudieras en absolutamente cada detalle.
- ¡Pero es tan bonita! – exclamas alto sin
percatarte de las miradas curiosas que caen sobre ti.
- A su esposa seguramente le parecerá lo
mismo, ¿joven…? – una de las empleadas se ha acercado a atenderte. Notas tus
tibias cálidas y esperas que no note el sonrojo que se apoderó de ellas tras
caer en cuenta de que sigues ahí mirando especialmente aquella cunita que te
tienta de sobremanera para tu pequeñ@.
- Sí… bueno… - carraspeas sin atreverte a
aclarar la confusión tan obvia en que la mujer ha caído. Te entra nerviosismo y
susurras un simple “volveremos luego” antes de dar media vuelta y apresurar tus
pasos hacia la salida.
Todavía parece pronto para comenzar a
amueblar la habitación del bebé próximo a nacer –vamos que ni siquiera la
habitación ha sido terminada porque tienes a un grupo menor trabajando en ello
y no escatimas en los detalles, así que por mínimo tardarán al menos otro par
de semanas para terminar todo lo que Yunho y tú (principalmente tú, vamos a
aceptarlo) les han encargado–; pero a ti no se te puede quitar la emoción de
recibirle en las mejores de las condiciones que sabes tu prometido y tú pueden
darle.
Así que no es que te extrañe que las cunas
hayan acaparado tu atención en aquella tarde libre que te habías autoasignado
del trabajo. Conduces de vuelta a tu departamento –donde Yunho no estará
esperándote, pero todavía te quedan las llamadas breves y los mensajes para
sentirle cerca– sabiendo que mañana, o en el siguiente momento libre, algo ha
de acaparar tu tiempo. Quizá ropita para bebé, o el apuro por mamilas y
pañales. ¿Quién sabe? Pero estarás más que encantado de dejar que tu tiempo se
vea atrapado por aquellos preciosos detalles de tu embarazo.
*Cuidados*
Él es el chico responsable e intelectual,
por eso te ha tomado un poco por sorpresa no verle con las narices metidas en
su ordenador o libros que hablen todo acerca del embarazo o la importancia de
los primeros meses de vida. Si es que casi te parece irreconocible ver a
ChangMin preocupado simplemente por cumplirse cada antojo –que justifica ya no
son solo suyos, sino también del pequeñito fruto del amor que crece en su
interior. ¡Si es que lo hubieran visto! Tan tierno hablando de aquella manera;
y no, por si las dudas, no hay ápice de sarcasmo esta vez–. Pero que su tiempo
libre lo dedique a sonsacarte al súper para abastecer la alacena que se ha
barrido en un par de días, o que te encierre en la cocina preparándole los más
exóticos platillos te tiene con el foquito en alerta amarilla.
- ChangMin ah, ¿seguro de que puedes comer
lo que sea? Digo, ahora que nuestro bebé crece dentro de ti, ¿no deberíamos
poner más cuidado?
- Estoy apenas sobre el primer trimestre,
la alimentación es estrictamente normal; se supone que aunque debo comer por
dos esa “regla” ahora solo es una falacia transmitida de manera generacional de
madres a madres. Pero como mi apetito ha sido de por sí alto, no debo comer
menos, ni tampoco mucho más. Así que pienso que estoy comiendo lo suficiente
para no sentirme sin energías y fatigado.
Su respuesta te pilla –para variar– con las
defensas bajas. ¡Y tú que creías que él no se estaba informando!
- ¿Y… hay alguna clase de alimentos que no
debas consumir, o ingredientes que no deba incluir en lo que cocino?
- Bueno, no creo. Tu cocina es muy
saludable y equilibrada, y no es que se nos de eso de andar consumiendo comida
chatarra. Así que creo que todo va bien. Si por algo veo que no hacemos lo
adecuado y en pro de la salud de nuestro bebé, y por tanto mía, te lo haré
saber, Hayami baka.
Te responde con soltura y absoluta
confianza. Comienzas a sospechar que te preocupaste por las puras en los
últimos días. Él tiene todo bien calibrado en su cabecita. Casi podrías jurar
que hay ahí alguna especie de imagen mental con el plan perfecto para llevar
este embarazo a buen término.
ChangMin podrá no ser un chico muy
expresivo, al menos con las emociones más “vulnerables”. A él no se le dan
mucho los “te amo”, ni es de que te ande abrazando todo el tiempo o mimándose a
tu lado. No en el término “mimo” como lo hace Junsu, o aún como lo hace
Jaejoong hyung. ChangMin es a su manera mimoso y emotivo. Le conoces cada una
de sus facetas, y aún te sigue mostrando varias de ellas. Relajas el cuerpo y
la mente y sigues caminando por los pasillos del súper empujando el carrito de
las compras, tomas nota mental de no volver a cuestionar las acciones de tu
esposo sin preguntarle al menos primero cómo está pensando él las cosas.
Le ves echar un montón de verduras y
algunas carnes selectas. Luego de pronto la tripa le gruñe y él te mira ceñudo.
¡Como si fuera tu culpa que tenga hambre!
- De todas maneras te advierto Hayami baka,
si engordo como barril por tu culpa no volverás a “ir arriba” por el resto de
nuestro matrimonio… - te sentencia con suficiente seriedad como para que te
tomes en serio su advertencia.
Aún así te permites una sonrisa suave y
aprovechas su repentina molestia para robarle un beso. Él se sonroja y farfulla
maldiciones en tu contra siguiendo el camino con paso digno.
Sí, tienes muchos cuidados que tener en
cuenta para él por los siguientes meses. Vigilar su alimentación y su salud –y
la de tu bebé por ende– en general serán tus tareas básicas. Pero todavía crees
que tendrás tiempo para verle refunfuñar y robarle esos sonrojos que, con
cuidados o sin ellos, revelan un poco de todo el amor que te tiene, de la
enorme contentura que le provoca estar esperando un hijo de los dos.
*Consentir*
Se lo habías mencionado antes, que sentías
que no le has consentido lo suficiente a él porque te has sumergido en tu
burbuja de felicidad con el anunciamiento de tus hijos en vías de crecimiento
en su vientre. Así que te has propuesto consentirle como a él tanto le gusta.
Siendo tu centro de atención. Aunque te cueste un mundo, ¡te encanta
acariciarle y besarle la tripa y hablar con tus pequeñines!
Y eso que hoy ha sido un día como pocos,
poquísimos en tu vida. Han tenido la primer ecografía y les han dado la noticia
que tú tanto anhelabas recibir. ¡Gemelos! Aunque aún no sepan el sexo de cada
uno de ellos, para ti es más que suficiente con saber que su genética
finalmente se puso por encima de la tuya. Vas conduciendo con el corazón en
algarabía, no puedes borrar la sonrisa de tus labios y cada tanto vuelves a
mirarle. Aunque tus ojos y los suyos no se encuentran de primera instancia. ¡Es
que tu mirada siempre te traiciona y se va a su vientre! Casi tan plano que
todavía no puedes creer que haya dos pequeñines creciendo ahí dentro.
Le escuchas lanzar una risita y finalmente
subes la mirada en busca de sus castañas pupilas, te sonríe ampliamente
mientras niega con la cabeza y te hace sentir medio perdido porque no sabes
exactamente a qué se debe tal negación.
- ¿Qué? – te animas en preguntar, echando a
andar de nuevo el automóvil porque la luz del semáforo ha cambiado otra vez.
- No tienes que esforzarte tanto, Chunnie~
- te responde con tono dulce. Pero sabes (le has mirado de soslayo) que no te
está mirando, que como tú, va concentrado en el camino.
- ¿Esforzarme en qué?
- No estoy celoso de que te emocione tanto
el embarazo. No me preocupa que te desvivas mirándome la tripa o que hayas
gritado como loquito en el consultorio porque nos dijeron que tendremos
gemelitos… - te responde con tranquilidad, notas en su voz la sonrisa que se
expande en sus labios y que muestra sin atadura en su expresión.
De pronto te entran ganas de besarle. Y sin
más frenas a un lado de la calle –con suerte que no hay demasiado tráfico–
sujetas su rostro y topas tu boca con la suya. Él te responde sin prisas,
calzando sus labios con los tuyos con más perfección de la que creíste que
tenían.
- Te Amo… - susurras sin más. Por el simple
hecho de tener ganas de decírselo. Él sonríe contra tus labios y te rodea el
cuello con sus brazos, te acerca más y funde de nuevo sus tibios labios con los
tuyos.
Llega el beso largo y dulce plagado de
ternura. Su lengua danza con la tuya con suma tranquilidad y, francamente, poco
o nada les interesa si alguien los ve. Besarse te parece en ése preciso momento
el tipo de mimos que él encuentra necesario y suficiente.
Te despegas aún sin demasiadas ganas de
abandonar su boca, le escuchas suspirar y sus manos aflojan lentamente el
agarre alrededor de tus hombros. Notas que sujeta una de tus manos y la lleva a
su tripa.
- Siéntelos Yoochun ah. Porque son tan
tuyos como míos, y cuando veo la felicidad que te cruza el rostro cuando hablas
con ellos y besas mi vientre como si los besaras a ellos, es el mejor de los
consentimientos que puedes regalarme en ésta etapa de nuestras vidas.
Te dice con esa sonrisa tan suya, alegre, tierna
e inocente. Te derrite el corazón y sin más vuelves a pegar tu boca a la suya.
No te importa perder la reservación del restaurante o llegar tarde al parque de
diversiones. Este momento te vale por todos los mimos que pudieras haber
planeado para tu prometido. Junsu sonríe y suspira entre besos, y eso ya te es
más que suficiente para saber que no lo estás haciendo nada mal. Que a pesar de
tu historia de familia, formar la propia a su lado, será maravilloso y a su
modo, perfecto.
~D ~
*Diagnóstico*
Si bien es cierto que hace más de un mes te
habían dado la gran noticia de que estabas embarazado, los síntomas que acaecen
sobre tu cuerpo y tu mente te comienzan a preocupar. Y es que incluso con
Junsu, que espera gemelos según les acaban de indicar hace unos días, sus
síntomas no son tan intensos como los tuyos. Te entra un tanto de ansiedad y
has insistido a tu prometido que te acompañe a consulta aunque aún falten unos
días para tu cita programada.
- Pues, Sr. Kim permítame decirle que
efectivamente su embarazo no es común… - la doctora comenzó a decir mientras
pasaba el ultrasonido por el bulto apenas perceptible de tu tripa de tres meses
y unos días… - Me parece que tenemos a tres pequeñines desarrollándose aquí
dentro… - ella dijo con una sonrisa suave, un aire de preocupación cruzó sin
embargo su semblante y tú te tensaste involuntariamente. Miraste a Yunho con
espanto y él en muestra de apoyo solo apretó tu mano un poco más.
- ¿Trillizos? – escuchaste a Yunho
preguntar con un hilo de voz. Sabes que se le ha atorado la emoción en la
garganta, muy probablemente también la preocupación. De alguna forma se
mentalizaron para un bebé. Pero tres, y al mismo tiempo. Era casi inverosímil y muy, muy diferente.
- Sin dudas, señores… - la doctora terminó
de hacerle el chequeo y después de limpiar el gel del vientre de Jaejoong
volvió a sentarse tras su escritorio comenzando a hacer anotaciones en unas
recetas que les extendió pidiéndoles suma atención y especial cuidado… - Este
tipo de embarazos suelen llegar a buen término siempre que, en este caso, el
embarazado lleve una vida tranquila y sana. Sin embargo, dada la naturaleza del
embarazo me veo en la responsabilidad de catalogarlo como embarazo de alto
riesgo. No tienen que entrar en pánico… - le escuchaste decir y estuviste
seguro de que hizo aquella aclaración con una sonrisa algo más extensa que la
anterior luego de verte más pálido… - mientras se alimente sanamente y tome las
precauciones debidas, dentro de unos meses tendrán la dicha de sostener entre
sus brazos a tres pequeñines saludables y fuertes.
Yunho asintió, y tú lo hiciste casi más por
inercia que por convencimiento. El corazón te latía algo más aprisa y te
sudaban las manos. La doctora les extendió varias recetas y les dio
recomendaciones tácitas que sabes Yunho se encargará de ayudarte a cumplir a
cabalidad. De momento pareces más shokeado tú que él y eso te pone inquieto.
- Jaejoong ah…
- Estás tan tranquilo…
- Si me pongo histérico o algo así no te
ayudaría en nada. Estoy sorprendidísimo y atemorizado pero, también estoy
contento JaeBoo. Lo siento si eso suena egoísta de mi parte, sé que eres tú
quien les lleva en su vientre y quien resentirá cada uno de los cambios que tu
cuerpo sufra de ahora en adelante, pero aún así me siento feliz. Y sabes que
voy a cuidar de ti, de ellos… - él dijo con ese tono que te hace sentir seguro
y alivia cualquier ansiedad que te recorra el cuerpo. Te abrazó y tú dejaste
que te acunara entre sus brazos meciéndote con un suave tarareo que calmó
también tu corazón… - Vamos a estar bien, JaeBoo.
Tus palabras te suenan a promesa y eso
basta para que te relajes del todo. Sobre todo cuando vuelven a casa y él
cancela cualquier compromiso casi sin importarle los problemas que pueda tener
después con la empresa. Asegura que tú eres mucho más importante que nada y que
nadie ahora. Y cuando te acompaña en la ducha y duran rato sumergidos en la
tina con tu espalda pegada a su pecho mientras te jabona suavemente con la esponja,
tú puedes sonreír abiertamente disfrutando finalmente de la gran noticia.
El mejor diagnóstico de tu futuro.
La familia comienza con creces bajo el
milagro de tres pequeñines creciendo en tu interior. La sonrisa que atavía tu
rostro le contagia de dicha y sus labios consagran aquella felicidad con un
beso lento lleno de ternura.
*Desvelo*
Entre las náuseas matutinas y el apetito en
aumento –más de lo normal según palabras de tu querido esposo–, no sabes si
continuar con aquél ritmo sea lo esperado para tu estado. Además te sientes
fatigado día y noche desde hace unas semanas, al principio pensaste que era lo
común en el embarazo, pero luego cuando te diste cuenta de que era más intenso
que en Junsu –que se ha convertido en una especie de brújula para todos en
cuanto a la normalidad de los síntomas– decidiste que necesitabas urgentemente
un chequeo. ¿Y cuál fue tu sorpresa? Embarazo múltiple. ¡Más de dos!
Así que tras saberlo hace unos días, tus
hábitos de sueño –entre otros– ha cambiado significativamente. Entre que las
posturas ya no te resultan cómodas porque el vientre te ha crecido sorprendentemente
como si ya estuvieras sobre el final del segundo período de gestación, y que tu
cerebro ha decidido trabajar más que nunca, la pasas entre desvelos. Con Hayami
a tu lado durmiendo como si nada, estirado en la cama y cubierto por las mantas
lanzando suaves ronquidos que a ti te taladran la cabeza levantando más de
alguna ocasión jaquecas.
- ¡Hayami baka! – le gruñes empujándole sin
tacto hasta casi botarlo del lecho. Él despierta y parpadea confundido, antes
de lanzarse con las que ya se han vuelto típicas preguntas entre ustedes.
- ¿Cómo te sientes? ¿Va todo bien? ¿Te
duele algo? ¿Tienes algún antojo?
- Por ahora me conformaría si dejas de
roncar… - le gruñes de mala gana. Si es que tu humor no ha mejorado, aunque al
menos debe estar agradecido de que no haya empeorado. Porque no lo ha hecho,
¿cierto? ¡Y que se atreva a decir lo contrario!
- No sabía que roncaba… - señala en medio
de un bostezo. Se rasca perezosamente la nuca y desordena sus largos mechones
castaño oscuro con flojera… - Antes nunca lo habías mencionado.
- Antes no tenía mis sentidos súper
desarrollados por estar embarazado… - vuelves a gruñirle, casi como si aquella
obviedad debiera saltar a la vista.
- Bien, vale. No roncar… - asegura entre
bostezos, los párpados caen y él vuelve a poner la cabeza en la almohada con
toda la intención del mundo de retomar el sueño.
Tú gruñes y encuentras que es injusto que
vayas por la vida con síntomas que cambiaron radicalmente tu vida, mientras él
muy mono se decide a continuar durmiendo sin hacerte un poco de compañía. ¡El
muy ingrato! Y así dice que te ama.
- Baka… - le espetas con el ceño fruncido y
rápidamente él parece caer nuevamente en los brazos de Morfeo.
Tras una hora de lectura –que en algo
tenías que matar el tiempo– sientes ese calorcito subirte por el vientre y
dirigirse a todo tu cuerpo. Suspiras y te muerdes los labios sin ánimos de
prestarle atención, pero tras varios intentos de ignorar aquel calor, decides
que es momento de que tu esposo “coopere” un poco en aliviar tus síntomas.
*Deseo sexual*
Algo húmedo cae sobre tu cuello, te hace
ligeras cosquillas y eriza el vello de tu nuca. No tardas mucho en comprender
de lo que se trata. Los labios de ChangMin han corrido la parte superior de tu
pijama hacia arriba para comenzar a besarte los pectorales y lamerte los
pezones.
- ¡Mgh! – el sueño espabila en un santiamén
de tu cuerpo y deja libres todos tus sentidos. Tu mano cae sobre su cabeza y
tus dedos se entierran entre sus sedosos mechones oscuros… - Min… - gimes
ahogado cuando una de sus manos acaricia directamente sobre tu entrepierna,
frotando hasta conseguir que despierte igual que el resto de tu cuerpo.
- Hazme feliz, cariño~ - te dice una vez
sus ojos se han encontrado con los tuyos. En cualquier otro momento esta
experiencia te hubiera parecido irreal y bizarra; pero desde que tu esposo
comenzó con los síntomas más pronunciados, su apetito sexual también se había
disparado.
Y por supuesto no es que te quejes. Por el
contrario, esta faceta suya te agrada y piensas aprovecharla mientras sea
posible –algunas recomendaciones de su doctora de cabecera sugirieron
limitaciones en la actividad sexual luego de algunos meses transcurridos–.
Antes solías ser tú quien iniciara cualquier encuentro íntimo, y casi siempre
te costaban muchos refunfuños y negativas de su parte antes de que cediera y se
dejara llevar por los besos y las caricias.
Últimamente en cambio, basta con que él
tenga ganas para que se te vaya encima y te seduzca a su manera, sin demasiadas
palabras y sí muchos besos y las caricias en tus puntos más sensibles. Como esa
porción de piel en tu ingle y los roces apenas perceptibles sobre tu tronco que
consiguen encenderte a niveles insospechados.
Hacer el amor ahora era más constante, más
ardiente y dulce. Sí, dulce. Porque ChangMin se ponía mimoso y soltaba suspiros
con muchos “te amo” que ponían loco tu corazón enamorado. Definitivamente el
embarazo le ha sentado maravilloso, porque aunque él pueda tener más detalles
románticos, sigue siendo el mismo gruñón de quien te enamoraste.
*Decorar*
Tras enterarse de la nueva situación de
embarazo de Jaejoong, le has dejado
hacer menos cosas que implicaran esfuerzo alguno. Incluso si se trata de cocinar,
la pasas pegado a él ayudándole en todo cuanto te es posible. Y cuando se ha
puesto a platicar de todos los cambios en decoración que quiere realizar, tú
has sido más que claro asegurándole que sí, se hará todo como quiere, siempre
que él se encargue solo de dirigir y no hacer nada.
- Me hacía ilusión ayudar a pintar, acercar
los muebles y cambiarlos de mil maneras en la habitación… - te dice con tiernos
pucheritos, tú le sonríes y te acercas abrigando su vientre (notoriamente más
abultado de lo esperado) con tus manos agachándote para darle un corto beso.
- Sé que te encantan todas estas cosas
JaeBoo, pero ahora no solo tienes que preocuparte por un bebé, sino por tres.
Nuestros pequeñitos se alimentan de ti, y fatigarte ya te pasa aún si no te
esfuerzas gran cosa.
- Pero…
- Sin peros, JaeBoo. Sabes que en esto no
vas a convencerme de dar marcha atrás. Puedes sentarte y vigilar que lo haga
bien.
Aseguras con seriedad, luego él suspira y
se acomoda en la cómoda silla que han comprado exclusivamente para su descanso.
Toma su vaso de agua y da un trago con carita infantil. Te genera ternura y al
instante te inclinas para besarle de nuevo.
- Muy bien, ¡allá vamos! – te acomodas la
playera y con rodillo en mano diriges la mirada por las paredes blancas de la
habitación rediseñada para sus trillizos.
Los botes de pintura en el suelo cubierto
de plásticos te esperan con paciencia, hay varios colores ahí que Jaejoong
mismo ha preguntado concienzudamente cómo mezclar para obtener diferentes
tonos. Te piensas que de pronto a tu prometido le ha saltado una vena artística
porque quiere paisajes coloridos en los muros. Y afuera, en lo que era una
oficina, los muebles para la habitación esperan a que termines la tarea
principal de la decoración de la recamara.
Comienzas a pintar y ver la mirada
brillante de tu prometido te basta para seguir adelante, aunque mañana te
duelan los brazos o a medio camino a Jaejoong se le llegue a ocurrir que
siempre no lo quiere así y cambie radicalmente su idea.
Decorar, después de todo, también es un
arte de amor.
*Diario*
Te parece por demás absurdo, pero al mismo
tiempo te distrae y te parece una gran idea. Has comenzado un diario. “Un
diario de embarazo”, así lo has nombrado en tus pensamientos. Bien, también lo
has colocado en la portada con recortes de cartulinas de colores y estampas de
pompas de jabón y nubes y corazones rosas. La realidad era que tu lado tierno e
infantil seguía a flote aún a tu edad y en tu estado.
Tu diario lleva no solo tus pensamientos,
sino también fotografías. La primera es, naturalmente, de Yoochun y tú
abrazados con radiantes sonrisas; debajo has puesto una leyenda referente a
aquella cita hace meses y la razón por la que es tan importante para ti. Luego
le siguen otra serie de fotografías, de ustedes juntos en muchos lugares
alegres que te traen recuerdos felices. Luego has puesto también las de la
primer ecografía, y están por ahí las de los sitios a donde han ido en busca de
muebles, ropa y todo lo que sabes tus gemelitos necesitarán apenas nazcan.
- Baby, qué haces… - su voz te hace girar
el rostro, tu prometido te observa desde el marco de la puerta de la cocina,
donde tú estás con tu diario en la encimera y una nueva fotografía que colocar.
- Les cuento a nuestros bebés cuánta
ilusión nos hace esperarlos… - respondes con una sonrisita, tomas el marcador
de punto fino y escribes bajo la fotografía algo como “mis primeros intentos de
papillas”. Todo y que no será sino hasta cerca del cuarto mes cuando comiencen
a comer más que fórmula.
- Eso me parece formidable, Junsu ah… -
Yoochun viene y te abraza, te besa la sien y luego prueba las papillas de fruta
que has preparado… - está rica, a ellos les encantará también cuando les toque
probar… - te sonríe y tú te sientes más animado.
- Chun, ¿sabes qué otra cosa les
encantaría?
- No, qué será, eh…
- Que lleves a su umma de compras~ ya no me
queda la ropa *^* - y es que, aunque no tan notoriamente como a Jaejoong y
ChangMin, a ti también te ha crecido la tripa un poco más rápido que en un
embarazo normal.
Y a tus cuatro meses de gestación, ya no te
sientes cómodo con casi nada, cualquier ligero ajuste te sofoca y no quieres ni
pensar si aquello les hará daño.
- De compras entonces, baby… - te da un
beso y rodea tu cintura con un brazo mientras su mano libre te acaricia la
tripa. Su sonrisa sigue tan brillante y nítida como desde que supo de tus
gemelos.
Decides tomar una fotografía de aquel
instante y antes de salir de casa, reservas un espacio en tu diario para
aquella ocasión.
- Yoochun appa está emocionado por ustedes.
Como cada día~ llevará a Junsu umma de compras. ¡Vamos a divertirnos con las
tarjetas de papi! *u* - escribió entre sonrisas. Seguro de que en aquella
salida muchas fotografías más podrían llegar.
Y quién sabe, tal vez tu diario se extienda
por muchas, muchas páginas más.
~E ~
*Ecografía*
Como tu embarazo múltiple tampoco es para
nada normal –ni Jaejoong con sus trillizos tenía comparación con esto– tus
visitas al doctor eran alrededor de dos veces por mes, para asegurarse de que
todo marchase bien. Por suerte, Hayami te dedica todo el tiempo necesario,
aunque te preocupa su bienestar pues admites que básicamente no le dejas
descansar. Entre tus antojos que no han parado y todas las atenciones que
requieres, además de tu apetito sexual que no tiene consideración por su
cansancio, le notas ya tremendas ojeras bajo los párpados, por mencionar solo
un rasgo claro de que necesita un respiro. Aunque claro, el muy idiota sigue
desviviéndose por ti y entonces te entran todas las ganas del mundo de
merendártelo a él.
Sin embargo por ahora te toca aguantarte
las ganas de nada, que frente al doctor –sí, varón para los celos de tu esposo
que parece se ha tomado muy en serio eso de “cuidar su territorio”, ¡ni que
fuesen un par de leones! (y en tal panorámica tú serías “la leona”)– no puedes
írtele encima y robarle al menos unos besos.
- ¿Cómo se ha sentido estos días? – el
hombre te pregunta (atractivo si se te permite hacer la observación. ¡Y no es
que le estés tirando el can!) mientras pasa el transductor por tu vientre y la
imagen se refleja en el monitor.
- Igual que la última vez que me lo
preguntó hace unos días… - le gruñes casi por inercia, no es que quieras ser
grosero, es que piensas que si hubiera algún cambio serías el primero en
hacérselo saber, así que te harta su interés.
Bueno vale, tal vez también es culpa de los
cambios de humor que te cargas. Y eso no es tu culpa, así que le restas
importancia a tu reacción, y a él parece tampoco importarle porque lejos de
molestarse ha sonreído. Todo bajo el ojo crítico de tu esposo, que de brazos
cruzados observa el intercambio de palabras y miradas entre el doctorcito y tú.
- Pues todo va perfecto. Sus pequeños gozan
de salud y siguen creciendo. Es probable que en cualquier momento de los
siguientes días hasta la siguiente consulta usted experimente cambios
importantes, aún si le aumentara el apetito le recomiendo no excederse. Si
están teniendo actividad sexual diaria también es recomendable que procuren
menos encuentros dada la naturaleza de su estado y la cantidad de energías que
consume.
- Pero usted qué pretende que haga
entonces… - vuelves a gruñirle y el hombre suelta una risotada. Vuelve su
mirada a Hayami (que no ha emitido una sola palabra) y le palmea el hombro.
Frunces el ceño y te dan celos, aunque no lo admitas, no te gustó ese mínimo
contacto entre los dos.
- Su esposo es único, si me permite
decirlo. A pesar de tan particular embarazo él tiene tiempo y humor para hacer
comentarios sinceros cargados de una peculiar sátira que no a cualquiera se le
consideraría respetuoso. Las indicaciones no varían por ahora, pero aunque
suene repetitivo, seguir lo más cerca posible mis consejos ayudará a que dentro
de un par de meses la espalda no le mate por el peso que su vientre tendrá.
Tenga en cuenta que su complexión ósea no favorece su embarazo.
- Sí, sí… - gruñes comenzando a perder la
paciencia. Te has limpiado el gel del vientre y acomodado la ropa, mientras que
Hayami procura prestarle atención al doctor y a ti a la par… - ¿Podemos irnos
ya?
Omites más comentario alguno y apenas el
doctor le entrega unos papeles a Hayami y asiente con una sonrisa divertida, tú
ya estás arrastrando a tu esposo fuera del consultorio con la esperanza de
poder tenerle para ti al menos una hora más. Y comértelo aunque sea a besos.
*Estrías*
La habitación de los bebés está lista al
fin. Yunho se ha lucido y consentido hasta tus caprichosas ideas respecto a la
decoración. Es amplia y colorida, las cenefas en los muros llevan figuras de
nubes y pompas de jabón, mientras que el resto van pintados de tonos suaves
pero alegres para darle un toque entre infantil y hogareño. Al final no hubo
paisajes ni cargaste demasiado de personajes infantiles –pese a que en tu imaginación
se veía hermoso– ya que esta habitación antes que nada, es para el descanso de
tus bebés. Quizá más adelante, cuando hayan alcanzado alrededor del año, te
decidas en redecorar nuevamente.
Luego del último visto bueno a la
habitación de los bebés, regresas a la tuya y preparas ropa limpia para tomar
la ducha apenas tu prometido vuelva a casa. Has tenido antojo de último momento
y él, sin respingar pese a que seguramente está cansado, salió dándote antes un
beso y sonriéndole a tu tripa aludiendo aquél gusto a sus pequeños.
Te desnudas y colocas la bata de baño
alrededor de tu cuerpo. El espejo de cuerpo completo te llama y tú terminas
caminando hasta él. Te colocas de perfil y notas la prominente tripa.
- Vaya que he ganado peso… - susurras sonriendo
contento con tu vientre, te acaricias y luego te entra curiosidad por
observarte al desnudo con aquella nueva figura que tu milagroso embarazo está
moldeándote.
Notas entonces cambios que no habías
siquiera imaginado antes en ti, la obvia masa corporal en proporciones disparadas.
Centras entonces tu atención en tu vientre abultado. Las perceptibles grietas
que te cruzan la piel en un tono más oscuro a tu pálido tono de piel se
deslizan a lo largo y ancho de tu abdomen.
Frunces inconscientemente el ceño y te
acercas un poco más al espejo para una mejor visión de aquellas
“imperfecciones” en tu cuerpo. Alzas la boca en trompetilla y resoplas los
mechones en tu frente con gesto contrariado. No es que te importe demasiado tu
apariencia física o que seas un vanidoso. Bien, tal vez un poco. Vale, te
preocupa que cuando tus hijos nazcan aquellas líneas sigan visibles en tu nívea
dermis.
- ¿Qué tanto estás mirándote, JaeBoo? –
Yunho te saca de tus pensamientos y cuando le miras a través del espejo
gimoteas a punto de llorar. Intuyes que te vendrá un cambio de humor y parece
que él también lo nota pues se apresura a abrazarte rodeando tu tripa por la
espalda sin prestar atención a tu desnudez… - Pero mira que hermoso estás… - te
sonríe y sabes que intenta consolar lo que sea que te haya puesto así.
- No es cierto. Me están saliendo estrías.
¡A mí! – gimoteas desesperado pero sin llegar a soltar una sola lágrima.
- ¿Y…?
Estas bellas líneas en tu tripa me dicen que aquí en tu pancita, hay
tres hermosos pequeñines creciendo y haciendo los estragos naturales en tu
cuerpo. Y a mí no me parece que tengas que preocuparte por ellas.
- ¿Y si no desaparecen después del parto?
- Seguiré pensando que eres el hombre más
bello del mundo… - sonríe y te besa las sienes con devoto cariño… - Anda, vamos
a ducharte que estoy seguro lo que necesitas es relajarte nada más.
Te carga en brazos y tú te dejas consentir
dejando de lado el tema, al menos por el momento. Sabes que luego irás e investigarás
qué puedes hacer para cuidar lo más posible tu cuerpo durante aquellos meses en
los que quienes mandan sobre ti, son tus hijos.
*Engordar*
No te extraña encontrarle pucheroso y con
las mejillas mojadas. Seguramente le ha venido un cambio de humor y se ha
enfadado por alguna tontería que tú no has de mencionar como tal si no quieres
empeorar la situación. Sea cual sea, que francamente cada día entiendes menos
sus estados y te lías más sin saber cómo acercarte y evitar un concierto de
llanto.
- ¿Baby…? – saludas con cautela cuando
entras en el probador de aquella tienda departamental en la que vio unos
pantalones que le habían gustado. Seguro no le quedó.
- ¡Estoy gordo, Chunnie! – explotó en
llanto, cubriéndose el rostro con sus manos y llorando desconsoladamente.
Tragaste hondo y sonreíste tiernamente. Que no te culpen, encuentras tan
adorable aquel drama de su parte.
- No estás gordo. Cómo se te ocurre, ¿eh? –
le abrazas y te sientas en el banquito dentro del probador, le sientas en tu
regazo y besas el dorso de sus manos esperando que descubra su rostro y te deje
beber sus cristalinas lágrimas.
- ¡Pero no me ha entrado el pantalón! –
exclama entre hipidos y mohines de disgusto, apartando sus manos y dejándose
hacer cuando tus labios van y besan el camino húmedo en sus mejillas hasta
beber la brisa salada en sus pestañas… - El trasero me ha crecido… - moquea y
sus mejillas se ruborizan al decir aquello.
Refunfuña y se esconde en tu cuello
buscando esos mimos que sin dudar comienzas a regalarle besando sus hombros con
cariño y acariciando su espalda con el mismo sentimiento.
- ¿Y tú por eso te sientes gordo? – tu
prometido asiente sin apartarse de tu cuello… - No te ha crecido tanto… -
susurras en su oído mientras tus manos caen descaradamente sobre su retaguardia
y le das un ligero apretoncito… - y mira que te lo tengo bien medidito… -
bromeas con dulzura, queriendo solo bajarle ese tonto pensamiento de que
engorda… - ha crecido lo que tiene que crecer porque aquí… - posas una de tus
manos sobre el bulto en su tripa… - crecen nuestros bebés.
- Pero me siento gordo. Sabes que mi
trasero y yo no siempre estamos de acuerdo en caernos bien… - puchea mirándote
con ojitos tiernos. Y a ti te dan ganas de besarle con cariño. Y lo haces. Al
menos unos momentos.
- Pues mejor dejas de sentirte gordo porque
no lo estás. Si ganas peso es solo porque dos pequeñines dentro de ti también
tienen que alimentarse mientras crecen. Y baby, siempre que estés en desacuerdo
con tu trasero yo me ofrezco amablemente a hacerla de mediador entre los dos… -
sonríes y le das un ligero apretón a sus glúteos, besándole corto y
mordisqueando sus labios para luego llenarle el rostro de tiernos e inocentes
besos.
No es que te quieras pasar de listo, tan
solo quieres quitarle esas ideas absurdas que no pegan con su preciosa figura.
- Me haces cosquillas Chun~ - ríe como solo
él sabe y tú te sientes tranquilo de que haya dejado de llorar.
- Junsu ah, que te quede claro que cuanto
más te crezca la tripa y ganes el peso que ganes durante estos meses, para mí
vas a seguir siendo el hombre más precioso y sexy del universo entero.
- Exagerado… - te reclama con el rostro
colorado de vergüenza.
- Te Amo… - sonríes contra sus labios y le
besas con calma.
Lo siguiente es conseguirle unos pantalones
que se ajusten a su pronunciada retaguardia y que no desfalque tus tarjetas
aún.
~F~
*Felicidad*
Encuentras difícil y casi osado de tu parte
llegar a definir tal estado de ánimo. La felicidad llegó a tu vida desde el
momento en que le conociste. Conquistar su corazón había sido una tarea
constante, una especie de guerra sin tregua en la que no podías darte el lujo
de retroceder ni ser bondadoso; tenías que alzarte en la victoria sin importar
el costo que tuvieses que pagar.
Hubo un tiempo en que te sentiste vacío,
como un ente sin rumbo que camina por los senderos oscuros de la vida en busca
de una luz que te llevara de nuevo a la senda correcta. ChangMin era difícil de
personalidad, y por tanto de enamorar. Te costó un mundo llegar a su corazón, y
una vez que lo conseguiste te juraste nunca ceder ni un ápice de voluntad que
le diera la mínima oportunidad a alejarse, cerrar sus puertas y dejarte de
nuevo vacío de alma.
Y estás ahora ahí, de pie en el marco de la
puerta de la habitación principal, observándole dormir pausadamente en aquella
postura que ahora le viene mejor porque el vientre no le molesta y encuentra
minutos de verdadero descanso entre siestas vespertinas que a ti te dan tiempo
de cocinar cuando no estás trabajando.
Su relajado rostro te parece sumamente
atractivo. Sonríes y te das cuenta de pronto de que nunca le habías visto con
aquellas mejillas regordetas y ese tono rosado que parece permanente en ellas.
Supones que se debe a su estado. El cabello le ha crecido un poco en esos meses
–dos desde que supieron que estaba embarazado–, y se le ondula en las puntas
con curioso aire rebelde, sin embargo le luce sedoso y brillante, aún cuando su
propio estado debiera tener repercusiones contrarias pues sus bebés toman todos
los nutrientes de su organismo.
ChangMin se mueve un poco y lanza un
suspiro entre sueños, busca otra postura pero tras varios intentos termina volviendo
a la misma, frunciendo el ceño y luego tocándose el vientre con un curioso
mohín de resignación. Piensas que es como si hubiera estado por quejarse con
sus críos por no dejarle recostarse de otra manera y arrepentirse de último
momento porque no hay manera en que doblegue la voluntad de sus hijos cuando
todo se trata sobre naturaleza humana.
Te acercas y acomodas el almohadón en su
espalda con sumo cuidado, no quieres interrumpir su sueño. Y consigues tu
objetivo sin demasiadas dificultades. Basta arrullarle con una nana cuando le
ves farfullar entre sueños a punto de despertarse. Te parece de lo más tierno.
Se ha convertido en un ChangMin diferente de algunas formas, pero sigue
teniendo su esencia intacta. Y eso, te mantiene tanto o más enamorado cada día
de él.
Le acomodas los mechones de la frente y le
besas con dulzura ahí. Una sonrisa se dibuja inconscientemente en sus labios y
te contagia de alegría.
¿Qué es felicidad?
ChangMin.
Sin duda.
Porque es él quien no solo te hizo feliz
cuando correspondió tus sentimientos –aunque ser cariñoso y romántico sea más
como su talón de Aquiles, difícil de encontrar–; sino ahora cada día mientras
el fruto de su amor crece en su vientre.
*Familia*
Es curioso encontrarse ahí. Sobre todo
porque realmente no lo planearon de esta manera, pero luego de pronto se
supieron en esta situación y no hubo manera de evadirla. En cierta manera era
extraño estar aquí. Mientras Junsu, ChangMin, Jaejoong y sus hermanas menores
paseaban por ahí en las tiendas del Mall usando las tarjetas de crédito de
manera tal que los chicos no podían eludir la sensación de preocupación ante la
perspectiva de sus créditos rozando peligrosamente el límite.
- Tremendas ojeras… - Yoochun comentó casualmente. Claro que la casualidad
estaba lejos de ser tal. La mirada pícara reflejada en sus ojos negros decía su
verdadera intención.
- ChangMin ha tenido un apetito voraz.
“Ambos” tipos de apetito… - Hayami respondió sin más. No tiene problema alguno
en aceptar abiertamente que su esposo es cada día más lascivo y él desea sin
tapujos satisfacerle en todo lo que pueda.
Yoochun rió divertido. Ligera, pero muy
ligeramente avergonzado por la actividad sexual de sus amigos. Y no es que
tenga algo que envidiarles, él con Junsu hace lo propio. Va y le hace el amor
cada que encuentran el tiempo y el modo. Y eso incluye cierta entrega
apasionada en los probadores de una tienda hace unos instantes, antes de que
esta “catástrofe” se cerniera sobre ellos y hubiesen tenido que quedarse en un
café de la zona restaurantera con el cansancio inevitablemente marcado en sus
rostros, pero una radiante felicidad matizada en sus ojos.
- ¿Cómo va su embarazo? – Yunho cuestionó,
buscando algún tema que le mantenga concentrado y espabilar el sueño repentino
que le invadía tras la ausencia de su Jaejoong.
- El doctor ése dice que todo va bien,
aunque hemos de seguir con las consultas continuas… - Hayami respondió con
cierto aire celoso. Yunho y Yoochun sonrieron por su ceño fruncido, y es que
rara vez se le ve actuar con ese aire mosqueado.
- ¿Y Jaejoong, cómo lo lleva?
- Le preocupa su figura, aunque no lo dice
tan abiertamente. Hace unos días se quejaba de las estrías que se le han
comenzado a formar en la tripa. A Jaejoong le apura que no desaparezcan luego
del parto, aunque a mí eso me da igual, serían signos del milagro tan hermoso
que vivimos… - el moreno respondió entre sonrisas y suspiros enamorados.
- Junsu se queja de que está engordando y
que le ha crecido el trasero… - Yoochun comentó con aire desinteresado, tomando
su frapuccino y comiendo un poco del helado café que sensibilizó su dentadura.
- Le ha crecido… - Hayami señaló.
- ¿Y tú qué demonios le andas mirando el
trasero a mi prometido? – el pelinegro frunció el ceño con gesto posesivo.
- Es imposible no enterarse. Si de por sí
ya era llamativo, ahora lo es más… - el japonés sonrió más que entretenido con
el drama que su amigo pelinegro se montaba por un comentario tan inocente como
el suyo. Si es que Junsu tiene grande la retaguardia, él qué culpa tiene de
notarlo.
- ¡No mires el trasero de mi baby! –
Yoochun apretó los dientes lanzándole una mirada asesina.
- Bueno vale, calma que no es como si fuera
patrimonio de la humanidad y fuese penado voltearlo a mirar.
- A ver si dices eso si me pongo a hablar
de los atributos de tu esposo. Oh espera, para eso primero tendría que
encontrarle los atributos… - Yoochun dijo con tono mordaz. Aunque claro, solo
estaba reaccionando por impulso, no porque quisiera molestar realmente al
japonés.
- Yo se los he encontrado y soy feliz con
cada uno de sus atributos. Pueden no ser tan evidentes como los de Junsu, pero
así es mejor, no tengo que ir quejándome por cada halago inocente que le hacen
las personas.
Yoochun tuvo que admitir que tenía un punto
a favor. Para él en cambio es imposible no celar a su Junsu cuando cualquiera
va y menciona nada sobre su trasero, su S Line –ahora un poco alterada, pero
todavía sexy a sus ojos– o su hermosa carita de ángel.
Mientras Hayami y Yoochun continuaban con
su intercambio particular de amistad, Yunho pensaba que seguía teniendo una
familia perfecta. Porque mientras que su Jaejoong junto con Junsu y ChangMin,
como sus cuñadas, andan por ahí probablemente desfalcando sus tarjetas de
crédito; él comprende que es este tipo de lazos tan firmes los que valora en su
vida. Hoy está lo suficientemente cansado como para reñir a sus yernos, así que
se limita a sonreír mientras los observa y su vista termina formando escenas
futuras; cuando sus hijos estén con ellos y la familia se amplié. La cantidad
de anécdotas que se forjarán sin esfuerzo alguno, construidas por el solo hecho
de ser amigos, hermanos, familia.
~G~
*Gentil*
Estuviste a punto de lanzarle un gruñido a
tu esposo cuando le escuchaste suspirar tu nombre entre sueños. Todo el calor
que seguía agolpado en tu cuerpo redujo lo suficiente como para simplemente
observarle. Tus sentidos seguían profusamente sensibles a cualquier cambio en
el ambiente y tus hormonas respondían aún a los estímulos inexistentes.
- No sé cuál fue el momento exacto en que
te colaste en mi corazón de esta manera, baka; pero te estoy inmensamente
agradecido por amarme, por ser el padre de nuestros hijos, por cumplirme cada
maldito capricho y aguantar mi humor agrio y mi lengua presta al sarcasmo. Sé
que no soy el mejor esposo que pudiste haber encontrado, tengo muchos defectos
y a menudo oculto mis virtudes porque… - te detienes un instante y acaricias
embobado el contorno de su mandíbula, sonríes y piensas que es innecesario
decir todo esto cuando él no te está escuchando… - y sin embargo pienso que lo
sabes, porque cada día me convenzo más de que soy para ti una especie de libro
abierto al que puedes llegar y leer cuanto te dé la gana. Hayami, te amo, baka.
Sonríes y te inclinas –todo lo que tu
abultada tripa te permite– gruñendo inconforme cuando no te da suficiente
espacio y tu rostro queda todavía lejos del suyo y te es imposible alcanzar sus
labios. Te irgues de nuevo y recargas de mala gana contra esos almohadones en
tu espalda que te dan soporte y comodidad. Él los acomoda cada día para ti,
preguntándote si estás conforme, si necesitas cualquier cambio, te mima tan
tiernamente que sueles lanzar uno de tus tantos comentarios sarcásticos, a
veces te detienes a tiempo y los callas dejándote simplemente hacer.
Sinceramente te gusta tanto cada faceta de
su personalidad que no encontrarías nada en él que admires más. Y sin embargo,
su gentilidad –aún cuando tú vas con tu más agrio sarcasmo, venga que no vas a
negar que has tenido días de “mírame y no me toques” que alejaron a todo mundo
menos a él, porque estoico como guerrero espartano ha soportado hasta tus más
groseros desplantes– es la que tanto te cautiva a diario.
- ¿Por qué ese ceño fruncido? – le escuchas
cuestionarte entre bostezos. Te sonríe y se acerca para besarte corto en los
labios. ¡Si eso es lo que quisiste hacer antes!
- Deberías dormir como yo… - le gruñes
cruzando los brazos. No, te corriges a medio camino porque tus manos
simplemente terminan apoyadas en tu vientre.
- ¿Sí? ¿Por qué? – sonríe y mientras tú le
respondes que es porque así te sería más fácil besarle cuando te dé la gana sin
renegar porque te “estorba” la tripa, él ya ha hecho su propio bulto de
almohadas y emulado tu postura… - No me perdería por nada del mundo tus besos
espontáneos… - te sonríe inclinándose en busca de tu boca.
Y mientras tú te dejas besar y le jalas más
cerca sabiendo de antemano que será él mismo quien se asegure de no írsete
encima para no lastimarte la tripa, te reafirmas mentalmente cuán feliz estás
de tenerle por esposo y de que sea justamente él, el padre de tus hijos.
Aunque nunca vaya a dejar de ser tu…
- Hayami baka… - y le suspires enamorado
así no vayas a aceptarlo abiertamente más veces de las necesarias para
salvaguardar tu personalidad férrea y medio agria.
*Guapo*
Yoochun te miró embobado, y no es que no
hayas visto antes aquella expresión en su perfecto rostro varonil. Tus mejillas
se tibian y sabes que es por el sonrojo que se ha instalado en ellas.
- Estás, precioso baby… - te halaga con su
peculiar honestidad pícara que te hace sonrojar mucho más.
- ¿De verdad? – porque tú no te sientes tan
“precioso” como él asegura. Te da un poco
más de vergüenza y evades su mirada sintiéndote demasiado desnudo ante
él. Deberías haber sabido que sus ojos negros no iban a dejar pasar por alto la
semidesnudez de tu cuerpo.
- Mírame, Junsu… - su voz ronca te hace
vibrar entre sonrojos y piernas de gelatina que te recuerdan a la primera vez
que sus manos buscaron acariciarte con dobles intenciones. Y oh sí, se siente
maravillosamente bien.
Levantas la mirada y clavas tus castañas
pupilas en los pozos negros que tiene por ojos. Las más cristalinas ventanas de
su alma que pudieras haber imaginado. Yoochun se acerca y apoya sus manos en tu
abultada tripa, sonríe tiernamente antes de agacharse y besarte ahí con la
devoción que transpira por cada poro de su piel últimamente. Luego sube con una
línea de besos por tu cuerpo hasta alcanzar tus labios, te besa despacio al
principio pero cuando lo adviertes, su lengua se ha colado apasionadamente en
tu boca hasta dejarte sin aliento. Y solo por un segundo refunfuñas entre
pucheros porque ahora que la tripa te abulta más, también respiras más
laboriosamente cuando esta clase de besos llegan.
- ¿Alguna vez vas a decirme “guapo”? –
pucheas de pronto sin sentido alguno. Y él lanza una risotada que te hace
puchear más y sonrojarte por la tontería que has dicho.
- ¿Cómo he de decirte guapo cuando eres tan
lindo? Tú me dificultas muchas cosas, Junsu. Una de ellas controlarme cuando te
pones tan sexy con esa bata blanca abierta sobre tu cuerpo, con esta tripa tan
hermosa donde nuestros bebés crecen y esta carita de ángel que me pone bobo y
me enamora cada día más de ti. Si fueras un chico cualquiera con quien no tenga
este lazo tan fuerte, probablemente podría llamarte simplemente “guapo”, pero
siendo tú, el hombre de mi vida, el dueño de mi corazón (y de cada won en mis
cuentas) y el umma de nuestros hijos, solo puedo llamarte precioso, hermoso,
sexy, bello, ángel y sinónimos parecidos a las cualidades que tanto amo en ti.
Tu sonrojo se expandió pronunciadamente por
todo tu rostro, lo sabes porque de pronto te arde toda la cara y sabes que te
ha avergonzado demasiado cada palabra que ha dicho. Y como cada vez que puede
con tu timidez, tú simplemente le atraes besándole dulcemente en numerosas
ocasiones, envolverle en tu calor y entre besos instarle a hacerte el amor.
Lo amas tanto. Que piensas que ese amor que
tienes por Yoochun fue el impulsor de tan hermoso milagro creciendo en tu
vientre. Dos hermosos milagros.
*Gemido*
¿Hace cuánto no lo habían hecho?
Un par de días. No. ¡Un par de semanas! ¿Y Yunho
todavía se tomaba la paciencia del mundo para desnudarte? En momentos como este
piensas que si él se pusiera algo menos noble contigo te alegraría de
sobremanera. Reconoces el calor de tu cuerpo por las nubes, las hormonas se te
han disparado ansiosas por contacto, por la febril sensación de su piel contra
la tuya. Pero Yunho te besa con lentitud, te desviste con parsimonia.
- Yunho~ - gimes ronco y presionas su
cabeza impulsándole hacia abajo.
- Impaciente… - él levanta el rostro y te
sonríe al parecer divertido. Tú te muerdes los labios y buscas tranquilizar al
menos tu respiración. Sus dedos juguetean en tus ingles y te hormiguea todo el
cuerpo en respuesta a su suave tacto… - No podemos hacerlo con prisas ni
salvajemente, podrías lastimarte si nos ponemos demasiado apasionados.
Te susurra para luego volver a recorrer
todo tu cuerpo con paciencia. Su boca y sus manos corren por tu silueta deteniéndose
en cada uno de aquellos lugares que sabe más sensibles en ti. Comienzas a sudar
y a jadear su nombre con más ganas. Finalmente aparta la última prenda de tu
cuerpo y su rostro se entierra entre tus piernas dedicándose a acariciar tu
entrepierna con su solo aliento.
- ¡Mghh! – gimes alto pero agudo, nunca
antes te había hecho eso y ¡dios! Se siente como si pudieras tener un orgasmo
ya mismo… - Yunho ah… - gimes de nuevo y abres las piernas deseoso de su boca
en tu virilidad.
Él toma tu extensión con una de sus manos
acariciándote despacio de arriba abajo. Pero apenas unos instantes después se
detiene. Tu respiración ya es irregular y tu cabello se te pega a la cara, has
sudado demasiado y eso que en realidad apenas han comenzado. Yunho trepa por tu
cuerpo mimando cariñosamente tu tripa, besándote con ganas y acomodando después
una almohada bajo tu espalda aliviando un poco la tensión que –apenas
descubres– había estado destrozándotela.
Y mientras se dedica a masturbarte con el
más sublime de los cariños, los gemidos que nacen de tu boca roja inundan la
habitación. Hacer el amor ahora es diferente, con rebosantes cuatro meses y
medio ahí colocados en tu abultado vientre, y su infinito amor mandándote al
cielo para que lo toques con la punta de tus dedos.
~H~
*Humor*
Le conoces de pies a cabeza, al derecho y
al revés, en las buenas y en las malas; y todas las formas posibles que te
vengan a la mente en ese momento para describir el grado de conocimiento que
tienes hacia tu esposo. Aún así, al menos cada día te da alguna sorpresa. Y
esas sorpresas se añaden a tus conocimientos de él como tu mundo, tu centro de
atención, el eje de tus alegrías y también alguno que otro disgusto. Pero al
fin y al cabo, una cosa más que amar de él.
ChangMin ha estado malhumorado
recientemente, todo porque a los 5 meses de gestación le resulta casi imposible
hacer cómodamente cualquier cosa; así que la pasa en reposo, sentado sin mucho
qué hacer, comiendo, leyendo y/o mirando televisión. Y cuando a ti se te ocurre
mencionar sobre tejer.
- ¡Crees que soy nenaza! – te espetó con el
ceño fruncido, los labios en una perfecta línea de asombroso disgusto y las
orejas rojas de coraje. Le has mencionado aquello en un momento inoportuno.
- Solo te doy opciones para que mates el
tiempo cuando las otras cosas que haces no te divierten o entretienen, cariño~
Sonríes tranquilamente y él te lanza una
mirada fulminante, gruñe y se lleva un trago de jugo a la boca. Te sientas a su
lado en el sofá y besas su frente sabiendo que no te rechaza porque se queda
quieto sin intentar botarte de su costado. Dejas la canastilla con hilos y
agujas sobre la mesa de centro y le mimas la tripa.
- Tengo antojo…
- De qué…
- Diviérteme…
Enarcas una ceja con inquisición sin
comprender exactamente a qué se refiere. Tu esposo encoge los hombros y
permanece ahí con sus ojos oscuros clavados en ti a la espera de algo. Algo que
tú no tienes idea de lo que es. Va con el humor raro y temes que hagas lo que
hagas terminará rezongando y mandándote al demonio. No con esas palabras, pero
casi.
- Sería de gran ayuda que me dieras alguna
pista, así podría divertirte con lo que tú esperas que lo haga.
- No sé qué quiero de ti, solo sé que
quiero algo. Y eso es diversión.
Te responde sin más, sin cambiar la
expresión de su rostro y de pronto tú te planteas si seguirá con las hormonas
alteradas y querrá “ése” tipo de diversión. Pero lo observas detenidamente y
descubres que no, él no está esperando que le hagas el amor. Al menos no por
ahora. Tampoco parece tener ganas de mirar tv ni de navegar en la web –hace
días que ni siquiera enciende su portátil y el dato por sí te sorprende–, y no
te anda lanzando antojos culinarios, así que tampoco tiene hambre.
- ¿Quieres salir a dar un paseo? –
aventuras con cuidado y ves sus ojos brillar y una sonrisa curvarse en sus
labios deshaciendo finalmente la línea fina con que los mantuvo inexpresivos
hasta entonces.
- ¡Eso es! ¡Hace días que no me llevas
siquiera al parque! – te espeta con curiosos mohines de reproche, uno que otro
pucherito que te da esas cosquillas enamoradas en la boca del estómago.
Y descubres que así de fácil puede ser
sobrevivir a sus cambios de humor, basta con estar al pendiente, sincerarte un
poco y aventurarte a no errar demasiado el camino. Hace unos días te había
gritoneado entre lágrimas que ni loco volvieras a sacarle a pasear, que la
columna le dolía horrores y se le habían hinchado las piernas por andar
caminando. Entonces tú te habías limitado a no invitarle a salir. Pero hoy,
dado que todas las otras actividades que estuvo haciendo no fueron suficientes,
supiste que no había más remedio que volver a la rutina anterior.
Le ayudas a levantarse y corres en busca de
un abrigo y su bolso –varonil, que no quieres que se ponga impetuoso si le
sacas aquél que se compró el otro día en el Mall, según él, porque Jaejoong
hyung prácticamente lo había obligado a adquirir uno que le hacía sentir
bastante femenino–. Salen juntos rumbo al Parque cercano y él comienza a hablar
acerca de las cosas que deberían comenzar a hacer inmediatamente, que los
cuatro meses restantes se irán volando y no quiere que el parto les tome
desprevenidos.
Y es así como encuentras su humor mejorado.
Se entretiene pensando en sus bebés y lo que tienen que comprar y cada
preparativo para ellos. Y a ti, te enamora otro poquito.
*Habitación*
Habían discutido el tema durante semanas
enteras. Había cierta predisposición para decorar la habitación dependiendo del
sexo de sus bebés, pero al mismo tiempo querían dejar de sorpresa el
conocimiento de ello para el final. Entonces estaba la otra disyuntiva, qué
clase de ropa comprarles y juguetes y todo cuanto fuera necesario para
recibirlos en casa.
Así que han pedido consejo y tomado su
decisión. Han salido juntos a comprar la pintura –que por ahí has querido
empezar, para no cansarte demasiado. Si es que reconoces que tienes tu dosis de
pereza para algunas actividades que te exijan esfuerzo–, el blanco predominará
pero han decidido hacerlo con el tema de acuario así que han adquirido otros
adornos para la decoración.
Junsu está contento, incluso parece que no
presta atención al cansancio de la salida y el peso de su tripa. Han regresado
tarde a casa pero él ha ido directo a la habitación para los bebés y comenzado
a imaginarse cómo ha de quedar. Tú prestas atención y tomas nota mental de cada
una de sus ideas para procurar realizarlas al pie. Sonríes y por un instante te
desconectas, te pierdes en su expresión soñadora, en sus regordetas mejillas
ruborizadas y la sonrisa permanente en sus labios.
- ¡Chun! No estás escuchándome~ - te puchea
y solo entonces te das cuenta de que habías dejado de atender sus palabras.
- Lo siento… - te disculpas con una solemne
venia y él ríe bajito divertido por tu exagerado gesto. Lo abrazas y él al
instante te perdona… - Pero podemos retomar mañana cada cosa. ¿No tienes
hambre? Es tarde, cenamos, tomamos una ducha tibia y nos acostamos a descansar,
¿Mh. Te gusta mi idea?
- Pero no estoy cansado… - canturrea todavía
demasiado feliz.
- Oh claro que lo estás. Pero también estás
emocionado, baby. Es mi deber ayudarte a bajarle a tus niveles de energía, que
ya sé que eres hiperactivo pero ahora en tu estado descansar es necesario.
- No tomas en cuenta eso cuando me haces el
amor… - vuelve a puchearte, agita sus pestañas lindamente y te regala tiernos
besitos.
Una hora después él está durmiendo y tú.
Con rodillo en mano pintando los muros de la habitación. Tu baby lo quiere, tus
bebés lo merecen. Y tú los amas tanto, que no hay manera a escapar de sus
peticiones ahora.
*Hinchazón*
La doctora ya les había mencionado que
aquél síntoma se presentaría incluso antes de lo que se presenta en mujeres con
embarazos normales. Así que cuando tú notaste tus pies y tobillos hinchados e
incómodos, asumiste que era momento de tomar otras precauciones.
- Yunho~
- Qué sucede, Boo… - te pregunta llegando a
la habitación en un dos por tres.
- ¡Kawaii! – chillas emocionado apenas le
ves. Te parece tan mono verle con tus delantales, la cuchara en la mano y una
cofia en la cabeza –para evitar que cualquier cabello llegue a soltarse durante
la preparación de tus alimentos–.
- Eh… JaeBoo… - te susurra avergonzado. Y a
ti te parece todavía más mono.
Estiras los brazos y le llamas con carita
mimosa pidiendo un abrazo. Él suspira y sonríe, aún con las mejillas coloradas,
y te consiente. Sus brazos te rodean y al instante aspiras el aroma de su piel.
- Te has duchado sin mí… - gimoteas
inconforme.
- Dormías muy tranquilamente y no quise
despertarte, Boo. Además, hoy tengo que irme temprano al trabajo.
- No quiero que vayas *^*
- Tampoco quiero ir, pero será solo un
momento. Tu hermana no tardará en llegar pero yo quise dejar tu desayuno listo
para no darle tantas molestias.
- ¿Cuándo vas a dejar de ir?
- Cuando estés en el sétimo mes. Ya está el
permiso pedido, Boo.
- Se me hinchan los pies… - dices de
pronto, casi te parece a ti mismo un solo pretexto para tener su atención y
quizá, evitar que se vaya.
- La doctora dijo que cuando pasara subieras
los pies… - acercó unos cojines y los puso bajo tus pies, te dio un beso y
acarició tus mejillas… - también que tomaras suficiente agua, nada de dejar de
tomar por temor a que se te hinchen más. ¿Quieres seguir aquí, o te llevo a la
estancia?
- Quiero estar contigo… - gimoteaste
mimoso.
- Te llevo a la estancia entonces… -
sonrió.
- No quiero que te vayas Yunho… -
gimoteaste sintiendo así de pronto que en verdad querías llorar. Quedarte solo
(aunque tu hermana vaya a estar contigo) no te suena agradable ahora.
- No será mucho tiempo, regresaré temprano
por la tarde… - te besa más en tanto te carga con cuidado y te lleva a un sofá
en la estancia, asegurándose de que mantengas los pies en elevado gracias a
unos cojines… - JaeBoo, sabes que no me gusta dejarte, ¿cierto? – asientes y te
dejas hacer cuando sus dedos se entierran en tus mechones y sus labios no paran
de besarte con sumo cariño… - ¿Quieres que te traiga algo cuando vuelva?
- Tú serás más que suficiente, Yunho ah… -
respondes y él sonríe complacido. Te regala otro beso y se interna de nuevo en
la cocina para continuar con tu desayuno.
Minutos más tarde tu hermana llega, toda
sonrisas porque le encanta acariciarte la tripa y espera a que sus sobrinos se
muevan en una de esas oportunidades. A ti también te da ansiedad porque llegue
ese momento. Y así, mientras conversas con ella y tu prometido se despide con
más besos dulces que esperas te duren al menos hasta que regrese, te olvidas de
la hinchazón en tus pies. Pero sabes, que aquellos síntomas no son más que otra
razón para recordar que esto no es un sueño.
Es tu hermosa realidad.
~I~
*Intuición*
No es que antes te consideraras muy
intuitivo. De hecho a menudo te dejabas guiar simplemente por las
circunstancias sin poner demasiado de por medio más nada, no se te daba pensar
demasiado –al menos no al mero estilo de ChangMin– y tampoco es que hayas sido
meramente visceral. La forma en que vivías tu vida tenía que ver meramente con
la búsqueda de la felicidad y la tranquilidad de tus días. Lo más que pudieras
apegarte a esa realidad que cualquier ser humano busca en la cotidianeidad.
Aún así, justo en ése momento en que Junsu
se perfila hacia la mitad de su quinto mes de embarazo, tú te sientes lleno de
intuiciones en torno a cada cosa que sucede en él. Intuyes –por ejemplo– que
espera de ti una propuesta para hablar con su familia y la tuya en una reunión
compartida. Intuyes que desea sentirse más que seguro a tu lado, por encima de
la propuesta de matrimonio que ha quedado ahí suspendida entre antojos, náuseas
e hinchazones. Quiere que hablen formalmente de su estado con ambas familias.
Aunque ellos saben de su embarazo, no han hablado con ellos como se debe, todo
se había limitado a llamadas por teléfono y felicitaciones apagadas por la
distancia que, sin darte cuenta, se les había revelado demasiado grande en
momentos como este.
- Baby…
- ¿Sí, Chunnie? – te atiende con una de sus
radiantes sonrisas, con las manos en la tripa interrumpiendo el diálogo que
mantenía con sus bebés y que a ti te había tenido embobado (para variar) en su
figura.
- ¿Qué te parecería una comida con tus
papis y Junho, y mi mamá y YooHwan?
- ¿En serio? – sus castañas pupilas brillan
emocionadas y tú te limitas a asentir… - ¡Es genial, Chunnie! Hace tiempo que
deberíamos haberla planeado… - te orquesta esa serie de pucheros que te tienes
más que conocidas y que, como cada ocasión, te derriten de ternura.
Te acercas y le acunas con cuidado entre
tus brazos, le besas dulcemente y susurras disculpas por haber pospuesto algo
tan simple pero importante como aquello hasta ahora.
- No estoy molesto ni mucho menos. He
estado tan feliz pendiente del curso de mi embarazo que la verdad es que
tampoco te lo dije antes porque no quería darte más cosas de las qué ocuparte…
- admite con un tenue rasgo de timidez bañado con culpa.
Y tú intuyes –nuevamente– que tu querido
prometido se piensa que ha de importarte hacer cualquier sacrificio por él. Le
riñes suavemente y le aseguras que nada, absolutamente nada de lo que te pida
será demasiado para ti, porque estás dispuesto a las cosas más inverosímiles
con tal de no faltarle en responsabilidad ni mimos. Quieres hacerle feliz, y
para la felicidad, el precio no existe.
- La recámara te ha quedado preciosa… -
murmura de pronto mirándote con aprehensión.
Y tú intuyes (que se te ha vuelto una
especie de sexto sentido) que quiere mimarte a cambio de tu proeza de la noche
anterior. Que aún vas cansado y trasnochado, te duelen los brazos y la pintura
no ha terminado de salírsete de la piel ahí donde, sin querer, terminaste
manchándote.
- Me da gusto saber que la encuentras así…
- sonríes comenzando a llenarle de besos.
Y es que no puedes evitarlo, verle ya es
suficiente para querer comértelo a besos. Desde que está embarazado cada día tú
lo encuentras más y más hermoso y las ganas que sentías antes, simplemente se
te han triplicado. Y sabes, que él es quien intuye el dato, porque pronto sus
brazos se anclan a tu cuello y suspira dejándose hacer cuando le sujetas por el
trasero elevándole –con algo de dificultad, que no pesa lo mismo de siempre– y
cambiando pronto de posición al estilo nupcial para poder llevarle a su
habitación.
Junsu ríe divertido y abochornado, le da un
poco de vergüenza saber que no le cargas ahora con la misma facilidad de unos
meses atrás. Pero al mismo tiempo a veces se aprovecha para recordarte que
tienes que ejercitarte más, que eres demasiado apático al ejercicio físico y
que eso ayuda de todas maneras a tu salud si te empeñaras un poco más.
- Hacemos el amor casi todos los días… -
aseguras. Y el casi, por si las
dudas, no es porque no quieran, sino porque hay ocasiones en las que
simplemente no puedes comértelo a besos.
Y por si acaso, aquello nada tiene que ver
con la intuición pero se lo encasquetas. Le callas con más besos y caricias
suaves. Te ha recordado que es importante mantenerse en forma. Y a ti se te
olvida que te duele el cuerpo o que tienes sueño. Intuyes, que es momento de
hacer el amor.
*Insomnio*
No es que te salte en extrañeza que
nuevamente no puedas conciliar el sueño. Ha sido tu “pan de cada día” desde
hace un par de meses –al menos entonces había llegado a estos límites el
insomnio–, al principio bastaba una agradable lectura, algo de leche tibia –y
no, no la de Hayami, que cuando lo arrastrabas a tus alocadas hormonas la cosa
iba peor y menos dormías– o hasta ver una película de esas cursis derrochadores
de miel que te ponían sensible con suspiritos tontos que te hacían pensar cada
segundo en ese baka acostado a tu
lado que la más de las veces dormía plácidamente como si tú no estuvieras
peleando por conseguir horas de sueño de calidad.
A lo que ibas, ¡que no puedes dormir! Y te
has leído ya un libro entero –fantástico a decir verdad– tomaste un vaso de
leche que el tonto de tu esposo calentó para ti antes de meterse a la cama,
pusiste una película pero a los 10 minutos la quitaste porque no había
terminado por engancharte la trama. Y ahora estás ahí, con el ceño fruncido y
peleándote con las estúpidas ovejas que corretean en tus pensamientos sin
dejarse contar como se debe.
Si el baka que tienes por esposo y que
duerme tan apaciblemente a tu lado no te vuelve loco con su respiración parsimoniosa,
el insomnio lo hará. Te levantas –con cuidado porque la tripa te pesa horrores–
y caminas con pasos tranquilos hacia la estancia, enciendes la luz y buscas por
ahí en el cesto a lado del mueble junto a la entrada principal, la canastilla
con hilo y agujas que antes tu esposo te había llevado. Por si te entraban
ganas de tejer. Bufas y maldices nuevamente a Hayami por haberte visto a
niveles tan elevados de ukecidad que lo pensó.
- Ni hablar, supongo que no hay de otra.
Intentaré hacer alguna chambrita… o varias… - suspiras con resignación tras
mirarte la abultadísima tripa… - Quién iba a pensarlo, tantos de una, si el
muy… romántico de su papi tiene más que buena puntería.
Sonríes medio embobado y te acaricias el
vientre con cariño. Esto no es un milagro cualquiera, es el más hermoso –y
agotador– de los milagros.
- Sabes que no me gusta que salgas de la
cama sin avisarme, ChangMin ah… - su voz pastosa entre la molestia y el
adormilamiento te hace refunfuñar y estás por lanzarle algún improperio pero su
sonrisa te distrae… - ¿Has decidido intentar?... – cuestiona mirándote las
manos, donde la canastilla descansa básicamente apoyada en tu tripa.
- Calla… - le gruñes, más que molesto,
avergonzado. Aunque contigo la diferencia no salta en obviedad. Excepto para
él.
Cierra los labios en una perfecta línea
recta y asegura guardar silencio. Su mirada brillante te canta una sonrisa y tú
te sonrojas otro poco. Te sientas en el sofá y él te sigue dejándose caer a un
lado.
- Vuelve a dormir.
- Qué clase de marido sería dejándote aquí
solito… - bosteza y mira el reloj en el muro. Son más de las cuatro… - Además,
de todas maneras no tardaría mucho en levantarme para iniciar el día. ¿Tienes
hambre?
- No. Solo quédate ahí, baka… - suspiras y
te concentras en las benditas agujas e hilo. Luego de pronto él comienza a
darte indicaciones y tú pronto le tomas el ritmo… - ¿Dónde aprendiste?
- Mi madre.
- Ah.
- Me gustaría que viniera a pasar unos días
en casa… - le enarcas la ceja y él te sonríe suavemente… - Es porque no puedo
dejar de trabajar aún y te ha crecido la tripa demasiado.
- No soy un inútil.
- Claro que no, y eso lo sé. Pero es un
hecho que no me quedo tranquilo cuando me voy y te dejo solo, te cuesta más
moverte con libertad, y la tripa no dejará de crecerte aún. Es solo por
seguridad y una propuesta. Pero si no quieres…
- Está bien… - admites luego sin necesidad
de pensarlo demasiado. Todo y que el insomnio te habría dado la posibilidad de
matarle pensando en algo. Sin embargo, sabes que esto no es algo que deba
pensarse. Él tiene razón.
- Le llamaré temprano entonces… - te besa
la mejilla y la textura de sus labios pegados a tu piel te hacen sentir una
intensa oleada de calor que te sube desde el vientre.
- Hayami…
- ¿Sí, cariño?
- Entretenme…
Y sí, visto que el insomnio ya te había
cobrado prácticamente la noche entera, ahora solo quieres que te haga el amor.
Con su ridícula y cursi manera de hacerte suspirar y jadear tirado en la cama,
su cabeza enterrada en tus caderas o su entrepierna enterrándose cuidadosa y
tortuosamente lento dentro de ti.
¡Que sirva de algo el insomnio!
Oh bien, desde que se inventaron los
pretextos…
~J~
*Juguete*
No habías querido comenzar por la compra de
juguetes tan pronto, pero de regreso a casa has pasado por aquella tienda en
una de las calles más comerciales de la ciudad y te había resultado imposible.
Te ha hecho ilusión comprar juguetes para niño y para niña aún sin saber si
tendrás varoncitos o nenitas, o qué les deparará la bondadosa suerte con los trillizos
que siguen creciendo fuertes y sanos en el vientre de tu prometido.
Cuando llegas a casa Jaejoong y tu cuñada
están mirando una telenovela en la televisión, ambos se enjugan lágrimas y ríen
de lo más divertidos. Al menos no les dio por algún drama, lo que menos quieres
es que los estados de ánimo de tu Boo se vean alterados por mirar lo que no
debe. Sabías que era buena idea pedirle a su hermana que le acompañara mientras
tú trabajas.
- Buenas tardes… - saludas en voz alta para
atraer la atención de ambos. Jaejoong de inmediato sonríe de oreja a oreja
estirando los brazos cual niño pequeño que quiere ser abrazado.
- Buenas, cuñado… - su hermana te saluda
con un ligero movimiento de cabeza, pero luego vuelve su atención a la comedia
romántica en la televisión y se olvida de ti y su hermano.
A ti no te importa ni te molesta su
desinterés. Abrazas a Jaejoong y le das un beso a modo de saludo, mientras tus
manos caen en su tripa acariciando con cariño a tus bebés. Los bolsos que
llevabas con lo que has comprado quedó a lado de la puerta en el pasillo, y a
ti se te olvida absolutamente todo en cuanto sientes aquella patadita bajo la
palma. Y luego otra, y una más.
- ¡Se movieron! – exclamas por demás lleno
de emoción.
- ¡Patean fuerte! – Jaejoong se queja con
un sutil gesto de incomodidad. Parece que de pronto tus bebés deciden saludar
todos a la vez y llenarle de pataditas emocionantes pero no menos incómodas.
- Hey, a umma le duele; así que con más
cuidado peques… - susurras a la tripa, besándole con cariño y pasando tus manos
a lo largo y ancho.
- Te hacen caso… - Jaejoong susurra entre
asombrado y cansado. Los bebés todavía se mueven pero no con la misma energía.
- ¡Quiero tocar también! – tu cuñada
interrumpe de pronto con algarabía. Y a ti no te molesta dejarle un momento a
solas con tu prometido.
Jaejoong también se deja hacer. Después de
todo tú podrías tocarle toda la noche y sentirles moverse en otros momentos.
Vuelves al pasillo y tomas los bolsos con tus compras internándote en la
recámara. Apenas haya tiempo se los mostrarás a Jaejoong para recibir su
opinión acerca de todo lo que has comprado. Algunos peluches, sonajas y
mordederas encabezan la lista de juguetes para tus bebés.
- ¡Kawaii! – tu prometido exclama de la
nada y le ves adentrarse con soltura en la habitación. Su hermana detrás sonríe
y encoge los hombros como dándote a entender que no es su culpa que se le haya
“escapado” antes de que pudieras siquiera guardarlos… - ¡Una Hellow Kitty! –
señala con alegría con aquél peluche que, de hecho, compraste para él. Y es de
un tamaño enorme. ¡Si no sabes cómo no notó el gran bulto desde que llegaste!
Ah sí, su prioridad habías sido tú y tus mimos.
- Como te encanta, pensé que umma también
merecía un presente… - le besas la frente y él te agradece con las mejillas
arreboladas de carmín. Te besa y luego decide que el peluche le acompañará
cuando tú no estés ahí.
*Juntos*
Has llamado a tu madre y con alegría ha
aceptado pasar unos días en Seúl contigo y tu esposo. Tomará un vuelo cuanto
antes, mientras tanto tú te preparas para la siguiente tarea. Según ChangMin,
ha llegado el momento ideal para decorar la habitación de sus hijos.
- ¿Crees que una habitación sea suficiente?
– te pregunta mordiéndose el labio inferior con gesto pensativo.
- Pienso que es lo suficientemente amplia
como para que sí…
- Me gustaría que los muros sean blancos,
aunque el lila y el amarillo también son adecuados.
- El amarillo me gusta a mí. Pero el blanco
nos daría más opción para hacer cambios inmediatos si así lo queremos de aquí a
que nazcan.
- ¿Y algún tema? Eso nos quitaría menos
quebradero de cabeza porque ya están diseñados, solo hay que hacerlos como se
indica.
- Sé que Junsu y Yoochun decorarán la de
sus gemelos con Acuario, y Jaejoong y Yunho han elegido tonos alegres pero sin
tema fijo.
- Quiero muros blancos… - decide y tú
sonríes al imaginar que es más por no querer hacer nada parecido a sus amigos…
- ¿Cómo te enteraste?
- Molestando a Yoochun… - encoges los
hombros y él te frunce el ceño… - No me digas que estoy viendo celos en ese ceño
fruncido… - le molestas un poco y él te gruñe desviando la mirada… - ChangMin
ah, es Yoochun de quien estamos hablando…
- Y tú últimamente hablas mucho con él… -
te gruñe de nuevo.
- ¿Mucho? Hablamos el otro día en el Mall,
y le he llamado ayer para preguntarle por Junsu, del mismo modo que llamé a
Yunho por Jaejoong.
- Pudiste preguntarme a mí…
- ¿Has llamado a tus hyungs estos días? –
él niega y se sonroja por insinuar algo que ni ha hecho… - Además, quería
organizar alguna reunión o algo, a ustedes les hace bien verse y conversar de
sus embarazos.
- Y gastarles las tarjetas… - indicó con
una enorme sonrisa.
- Nada de gastos por ahora…
- Hayami~ - se te pone cariñoso y a ti te
da entre ternura y risa. De que quiere algo.
- No podemos, cariño. Hay que decorar la
habitación de todo a todo éste mes, así que hay que limitar los gastos.
- Gastaré mi dinero entonces… - te gruñe,
para variar.
- Se te ha contagiado el hábito de Jaejoong
hyung para andar de compras.
- ¡Mentira! – refunfuña y tú sigues
molestándole un rato más, hasta que se queja y se sujeta la tripa mirándote con
los ojos de par en par… - ¡Se movieron!
- ¡Oh mi dios! – sonríes ampliamente y
antes de que lo pienses, él ya te ha tomado las manos para posarlas en su
vientre y puedas sentirles… - ¡Es asombroso!
- E incómodo… - sonríe con un ligero mohín
de incomodidad cuando otra serie de movimientos se sienten bajo su tripa, dos
relucientes bultitos se levantan a los costados y tú adviertes que son
pataditas. El rostro se le cruza de nuevos gestos pero la emoción y contentura
no se le borra de la mirada.
- Te Amo, ChangMin ah… - susurras enamorado
y con devoción le besas la tripa sin encontrar palabras qué decirle a tus bebés
que han decidido comenzar a mostrarse más ahí dentro.
- Y yo, baka… - corresponde con su
ineludible “firma” de cariño.
Y casi sin darte cuenta admiten juntos que
el amor que se tienen, así con todas sus facetas, es el único merecedor de
reconocimiento del milagro latente en su vientre. Vidas ahí se desarrollan y
dependen totalmente de ustedes. Te recuerdas así que no hay manera de evitar
amar más a este hombre cada día.
Juntos hicieron posible que el amor
surgiera, que creciera y se les clavara en el corazón.
Juntos viven este embarazo. Juntos decoran
la habitación.
Juntos.
Una vida por delante que apenas parece
comenzar.
*Jabonar*
Has querido tomar la ducha antes de dormir,
como se te ha hecho casi costumbre en estas semanas. Yoochun la ha preparado,
como siempre, tibia para ti. Te has desnudado y colocado la bata y luego dejado
guiar por él hasta el baño. Te sacó con paciencia la prenda y te metió en la
tina aún con más cuidado. El agua se sentía relajante contra tu piel, y sus
manos comenzando a jabonarte con esponja en mano te hacían sentir más que
mimado.
- Todo está listo para el fin de semana, tu
familia y la mía pasarán la tarde con nosotros, así que hemos de comprar
comida, ¿te gustaría algo en especial?
- Mamá me ha dicho que traerá algunos
platillos, y tú mamá también me llamó para decir que sería bueno si le permito
cocinar algo aquí…
- Por qué a mí no me dijeron nada de eso… -
para la trompa en uno de esos pucheros que te hacen reír bajito y le muerdes
los labios con gesto divertido.
- Tal vez porque apenas lo pensaron hoy y
les fue más fácil marca a casa que a tu móvil. No seas celoso Chun… - susurras
divertido, lanzándole un poco de agua jabonada y mojándole la playera.
- No son celos. Bueno, tal vez un poco, yo
quería prepararlo todo sin que tu mami y la mía tuvieran que hacer nada.
- Ellas están encantadas, creo que estaban
un poco sentidas con nosotros por no haber hecho esto desde antes; pero igual
entienden que estuviéramos tan ocupados con acoplarnos a esta nueva etapa de
nuestras vidas.
- Me encantas cuando hablas así, baby… -
sonríe y te besa corto.
- Yo te encanto siempre~ - sonríes
sintiendo su mano jabonarte el pecho y más abajo hacia el sur… - Chun… -
suspiras con las mejillas calientes. Aunque ni siquiera te ha tocado “ahí”.
- ¿Quieres hacerlo tú? – ofrece la esponja
pero tú niegas despacio… - Jab…jabona tú… - te muerdes el labio inferior y
cierras los ojos cuando una oleada de calor te sube al momento en que la
esponja pasa por tu ingle acariciando lentamente… - Ahh… - jadeas sonrojándote
más… - Chunnie~
- Dime…
- Enjabóname todo… - no lees la mente pero
por la mirada negruzca de tu ratón comprendes que está más que encantado con la
petición.
Esa noche hicieron el amor en la ducha, con
su cuerpo jabonando el tuyo entre suspiros, caricias, besos y mucho amor.
wshaskkas esto se alargo mucho xDD
ResponderEliminarpero esta mejor *-----------------*
wiiiiiii arto bebe aaaaaaaarto bebe *--* *se hace bolita en su cama y ruda*
hahaha pobre changmin xDDDD
ohhhh feli es el diccionario mas interesante que he leido
ResponderEliminarEspero que lleguez hasta la Z
jejjej gracias... te quiero un resto
Besitos ^.~
bebés!!! bebés everywhere!!!!
ResponderEliminarMe he pasado todo el rato con las emociones alteradas
Muy muy lindo!!!
esperaré las siguientes letras
GRACIAS ♥
me eencanto es tan lindo como narras todo
ResponderEliminargracias feli y animo para los que siguen *w*
ahh!!!!!!!!!!!!!!!!!! *salta por toda su habitacion!!*... no puedo dejar de sentirme feliz!!!!! cada una de las palabras no las habia visto con un significado tan dulcey efimero *en mi imaginacion se llevo toda la trama como una pelicula* esperare la siguiente parte que de seguro dara muchas sorpresas como la primera...
ResponderEliminar<3 yoosu <3
waao q hermosos!!!!
ResponderEliminary eso q aun falta *~*
si q son muchoss bebés, pero yo estoy muy intrigada x saber cuantos tendra Changmin? si Jaejoong tendrá 3 o.o cuantos serán los de Changmin???
Belo bello hermoso *o* asi casi dan ganas de tener bebe CASI
ResponderEliminarQue los 6 tienen ese toque mágico
Como siempre amo dl ff esperoooo la segunda y tercera y cuarta parte si quieres xD
Gracuas feli x dl fic
Oh mi Dios santo me he muerto de amor~
ResponderEliminarPero que preciosura de ABC esta saliendo
Muuuuchos bebes *000*
Me muero con los diversos antonjos,berrinches, alegrias y momentos que pasan juntos
El Hayamin me tiene arriba de una nube rosada de amor máximo
Esta muy muy muy hermoso
Muchas gracias
Feli, en serio amo a las 3 parejas *^* pero sin duda acá q escribes YJ o HM.... Te luces!!! Me encanta como desarrollas cada uno de sus puntos (aunq YC es un mate de risa x'D
ResponderEliminarHan sido Hermosas cada una d las palabritas~~ *,*!!
ResponderEliminarSoy inmensamente feliz con tanto amor y ternura d estas 3 parejitas en sus embarazos <3
GRACIAS FELI X TAN BELLO REPERTORIO~~ ^.~
loveeeee!!!!!!!!! awwww como no habia leido esto T-T me ha encantado de la ha a la j XDDD todo tan tierno, amoroso y hermosooooo. Cada uno a su modo pero transmitiendo el amor que se tienen.
ResponderEliminarMe ha encantadoo ahora corro a terminar de leer la otra parte ^^
no habia tenidop la oportunnidad de leerlo, entre las vacaciones de mis hijos y las de mi esposo no puedo estar mucho en la computadora.
ResponderEliminarpero me di un tiempo y ya lo empece a leer, hasta ahora me encanto son muchos bebes de un solo tiron, pero seran recibidos con mucho amor.
gracias por compartirlo