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lunes, 25 de marzo de 2013

ABC DE LOS EMBARAZOS


Título: ABC DE LOS EMBARAZOS
Desarrollado por: Felina
Parejas: YunJae, YooSu & HayaMin
Género: Romance
Clasificación: NC-18
Advertencias: M-preg, Lemon
Gracias a todas las personas que aportaron sus ideas en mi face, gracias a ustedes esto también se hace posible ;D

ABC DE LOS EMBARAZOS
(Parte 1)

~A~
*Añoranza*

De todo lo que pudieras haber pensado últimamente esta opción realmente no se había cristalizado en tus pensamientos. Había que tener mucho cuidado para emprender una tarea tan cuestionable bajo el ojo crítico y avizor de tus jefes. Pero también se cristalizó necesario. Estabas harto de hoteles a las afueras de la ciudad, de los disfraces constantes para pasar desapercibido, de las credenciales clandestinas y las horas contadas para poder disfrutar realmente de la compañía del otro. Nunca tenías suficiente de su calor, de sus besos, de sus caricias, de su piel pegada a la tuya; ni tampoco de las charlas que solían cortar antes siquiera de saciar la curiosidad porque el maldito reloj anunciaba que era momento de despedirse.

Más cuando la oportunidad se presentó, tras mucho pensarlo y meditarlo con la almohada en la soledad de tu habitación lejos de su esencia; tomaste la decisión y derrochaste una buena cantidad de dinero de tus ahorros personales para evitar las sospechas insanas de tu empresa por averiguar en qué invertías tus ingresos. Adquiriste un departamento que pusiste a su nombre en absoluta discreción, cláusulas específicas de un contrato que revisaste de cabo a rabo hasta las letras más pequeñitas antes de firmar nada.

Pero ahora estás ahí, dejando atrás el mal sabor de la añoranza cuando rodeas su cintura desde la espalda y besas su coronilla mientras él coloca la nueva contraseña en la puerta de sistema eléctrico del nuevo departamento que compartir.

- No puedo creerlo… - le escuchas sonreír todavía asombrado y emocionado por la noticia con que le has sorprendido esta tarde… - Ahora no tendremos que preocuparnos por encontrar un sitio donde vernos o si alguien te verá entrar a mi casa o a mí a la tuya.

- Así es, Jaejoong ah. Este será de ahora en adelante nuestro nido de amor… - sonríes contento tras ver sus mejillas sonrojarse.

Y te arrojas a sus brazos apresándole contra tu cuerpo mientras bebes de sus labios rojos el néctar más dulce de todas las mieles. Sus manos te rodean el cuello y sus dedos se entierran en los cabellos sobre tu nuca. Te sientes feliz y quisieras conservar aquella sensación para siempre. Aunque sabes que el camino aún es largo. Te separas a regañadientes de su boca cuando él advierte alejarse.

- ¿Puedo hacer algunos cambios en la decoración? – te cuestiona comenzando a moverse por toda la planta, mirando detenidamente cada detalle y tú sabes que seguramente en su cabeza ya se está imaginando lo que quiere.

- Por supuesto, es nuestro hogar JaeBoo, y tú eres El Señor de ésta casa… - le sonríes radiante y él libera una risita nerviosa. Se acomoda el cabello tras la oreja con las mejillas moteadas y comienza a hablar sobre cortinas nuevas y utensilios que necesitará en la cocina.

- Yunho ah, ¡la recámara está muy fría! – le escuchas gimotear frustrado cuando se ha internado en la habitación principal. Tú caminas despacio hasta allá y cuando rodeas su cintura le notas sonrojarse como termostato.

- Vamos a calentarla ya mismo entonces… - tu voz sale ronca, y comprendes por qué se ha sonrojado, seguramente el brillo de tus ojos delató tus intenciones.

No importa, ambos saben que desean esto. Que luego de hacer el amor habrá tiempo para más charlas. Que solo quieres marcarle ahora y para siempre sin más preocupaciones que envolverle con las mantas y refugiar su desnudez contra tu cuerpo para que la noche termine de pasar.

Desconoces sin embargo, las sorpresas que te traerá el mañana. No intuyes que esa noche, o una de las pasadas o tal vez de las futuras; habrás de dejar en su interior más que la semilla de tu orgasmo. El fruto del amor.


*Antojos*

Hace un par de semanas que todo se te antoja, a todas horas y en todos los sitios posibles. Te desconoces a ti mismo porque el apetito voraz no te caracteriza. Recuerdas a ChangMin y sonríes ante la imagen mental de tu “crío”. Si es que no hay nada que llene su estómago y eso que siempre está delgado.

Tampoco es que los antojos no se te dieran, de vez en cuando los tenías. Pero ahora la cosa era, a falta de otra palabra, una exageración. No es solamente que te apetezca tal o cual platillo, sino las más extrañas mezclas que solo habías visto justamente a ChangMin realizar de vez en cuando. “Para experimentar nuevos sabores”, solía decir él a modo de defensa cuando cualquiera lo cuestionaba.

- JaeBoo…

- ¿Mh?

- Por qué le estás poniendo tanto picante a la sopa, luego te irritará el estómago… - tu esposo te pregunta y tú casi recién pareces notarlo. Habías estado demasiado pensativo como para darte cuenta de lo que hacías. Y sin embargo, cuando el aroma de inunda el olfato las tripas te gruñen y admites que se te antoja por demás delicioso… - ¿Estás bien?

- ¿Eh?

- Andas como distraído. ¿Estás enfermo? – se preocupa al instante y coloca su mano en tu frente para comparar tu temperatura con la suya… - Pues afiebrado no estás.

- Estoy bien, Yunnie~ - sonríes divertido y terminas de mezclar los ingredientes de tu sopa de miso, revisas el arroz y el pescado frito que también se te ha antojado mientras hacías las compras esa mañana.

- Sigo pensando que andas raro… - te susurra llevándose la mano al mentón sin dejar de mirarte de arriba abajo con mirada suspicaz.

- Ideas tuyas nada más… - sonríes y casi agradeces que el timbre haya sonado… - Anda, deben ser los chicos que llegan ya… - esa tarde les han invitado a todos para tener una tarde de “familia”.

Yunho abre, escuchas saludos y cuchicheos. Pero todavía alcanzas a diferenciar la voz de Hayami y ChangMin. Éste último se adentra de inmediato en la cocina…

- ¡Jae umma! – te saluda exageradamente efusivo, y tú tuerces una sonrisa… - Sabía que te llegaría mi mensaje telepático para decirte que tengo un antojo irracional de sopa de miso con arroz… ¡y carne! – exclama casi babeando la parrilla donde algunos trozos de carne terminan de asarse.

- ¿Desde cuándo Jae umma? – le enarcas una ceja aunque sabes que él hará oídos sordos y cambiará de tema. Y lo hace, se pone a murmurar cantidades de antojos que ha tenido la última semana y tú decides dejarlo por la paz.

Más tarde llegan Junsu y Yoochun. Notas unos chupetones en el cuello del menor y sonríes. Seguro llegan tarde porque el pelinegro lo engatusó antes de que el castaño pudiese tener conciencia de los hechos.

- ¡Pollo! – Junsu exclama con ojos brillantes apenas el aroma le llega a la nariz y se interna a tu lado en la cocina, husmeando por encima de tu hombro los platillos… - Huele delicioso, ya me dio hambre.

- ¿No tenías?

- No hasta hace un minuto. Yoochun y yo hemos comprado helado de camino y pensé que sería suficiente porque moría de hambre, pero ya me ha dado más… - sonríe como niño pequeño, con las mejillas rosadas y la mirada brillante.

- La carne es mía… - escuchas a ChangMin gruñirle cuando Junsu se acerca a husmear por allá en la parrilla.

- Aigoo~ - revoleas los ojos y llamas a sus respectivos para que les saquen de ahí antes de que discutan por la comida.

Te parece gracioso que Junsu ande con el apetito tan disparado. De ChangMin no te extraña, es como su estado natural. Pero Junsu. Y tú. Te entra curiosidad pero lo dejas pasar cuando pides a todos que cooperen a colocar la mesa, y luego comienzas a servir, sonriendo contento porque los tienes a todos ahí. A tu familia. Y ese calor en el estómago que te hace sentir diferente.

Radiante. Pero diferente.


*Alegría*

Estás que no puedes creerlo. Pero él no solo te lo repitió dos veces, sino que te extendió el papel con los resultados de los análisis.

- ¡Es verdad! – gritaste con voz a cuello sumamente feliz. Le levantaste en vilo y diste muchas vueltas con él aferrándose a tu cuerpo para no caer por tu efusivo derroche de felicidad… - ChangMin ah, ¡Vamos a ser papás! – volviste a exclamar, sujetaste sus hombros y le besaste repetidas veces casi como si así le pudieras contagiar tu emoción.

Él en cambio sonreía apenas pasivamente, con el rostro ligeramente pálido y el cuerpo más bien flojo. Te preocupaste por un segundo de que él no compartiera tu felicidad. Y cuando le preguntaste él te bufó de mala gana cruzándose de brazos.

- ¿Crees que si no me emocionara hubiera corrido hasta aquí para contarte? Hayami baka, se supone que me conoces muy bien.

- Es que expresas tan poco entusiasmo… - te justificaste en un vano intento por no admitir que por un segundo le desconociste.

- Estoy cansado. ¿Sabías que los embarazos agotan? Es un síntoma común… - volvió a gruñirte. Pero tú lejos de enfadarte, alimentaste tu sobrada alegría… - Ahora entiendo por qué andaba con antojos extraños…

- Los antojos extraños en ti no son tan raros como piensas… - dijiste y él te fulminó con la mirada… - no te atrevas a retarme, soy quien te cocina, cariño~ - volteó la cara en lo que podría ser un gesto indignado pero tú solo aprovechaste su distracción para abrazarle de cerca y besar sus labios, que fruncidos al principio se negaron en responderte, pero pronto cedieron a tu ternura… - Te Amo, ChangMin ah.

- Y yo, Hayami baka. Ahora, tengo antojo… - te gruñe y tú lanzas una risotada. No te extraña, suele salirse por esa tangente cuando se avergüenza y quiere evitar una escena melosa en la que quieres empalagarle con tu edulcorado cariño.


*Abstinencia*

Le sigues hasta la habitación sin poder creer que te esté diciendo aquello. Y no, no es que te haya dado la noticia de su sorpresivo embarazo –tú que pensabas que no tendrías que preocuparte por aquello, por eso nunca usaron preservativo (y no es que a ti no te gusten, ¡esa es una falacia en tu contra infundada por ahí sin fundamento alguno!) ni ningún otro método anticonceptivo–, es el hecho de que te haya dicho que ni de broma te dejaba tocarle siquiera un pelo en los próximos meses.

- Pero baby…

- ¡Ningún baby! – te chilla alterado, dándose vuelta y encarándote… - Ha sido tu culpa porque siempre terminas arrastrándome en tus besitos y caricias. ¿Cómo vamos a decirle a nuestros padres? – espetó con carita compungida, tragándose las lágrimas (si es que seguro le empezarán también los cambios de humor) y señalándote acusadoramente con el dedo… - ¡Dormiré solo! – dictaminó.

- ¡Qué! – tu viacrucis personal, por decirlo de una manera… - ¡Por qué baby!

- Porque no confío en ti, Chunnie. Como me distraiga seguro me metes mano mientras duermo, y entonces yo, indefenso entre el sopor del adormecimiento terminaré cediendo a tus deseos *^* - estuviste tentado de increparle que no era tan inocente como todo mundo cree. Además que no es tu culpa que él tenga cuerpo de pecado y tú seas un pecador por excelencia. ¡Pero solo con él!

- Pero baby, prometo quedarme quieto. ¿Cuándo he fallado a alguna promesa contigo, eh? – intentas convencerle. Y casi sonríes cuando le ves destensar el cuerpo. Abrió la puerta de la habitación y entró en ella, pero antes de que pudieras seguir del todo sus pasos se giró con el rostro encendido de rubor…

- ¡No te creo! – y te cerró la puerta en tus narices. Visiblemente afectado por la noticia de su embarazo.

- ¡Junsu! – apaleaste la puerta con el puño pero él se negó en abrir… - ¡Baby, esto es injusto!

- ¡Lo injusto es que yo vaya a engordar como ballena por tu culpa! – te chilló al otro lado.

- ¡Embarnecerás por el embarazo, pero seguirás siendo hermoso! ¡Vamos baby, abre!

- ¡No! ¡Y ya déjame dormir, estoy cansado! – volvió a chillarte.

Y aunque estuviste tentado de seguir discutiéndole pensaste en retirarte –de momento– porque como lo hicieras enfadar en serio ni en los 7 meses restantes para el parto, te perdonaba y entonces tendrías abstinencia de por vida. Un escalofrío te recorrió la espina dorsal y preferiste arrastrar los pies hasta la habitación de visitas. La que, por cierto, casi nunca se usaba. Te metiste en la cama refunfuñando y maldiciendo sin sentido. La cama estaba demasiado fría y vacía. Extrañabas horrores el calor de su cuerpo y amoldar tus manos a su silueta. Pero ni hablar, Junsu ha tenido la última palabra –al menos por esa noche–, ya mañana verás si su humor mejora y le convences de que esto de la abstinencia es una ridiculez.

- ¡Una reverenda estupidez! – pataleas las mantas y resoplas visiblemente frustrado. Esa noche será larga, muy larga para ti.

Y sin embargo, la sonrisa se abre paso entre la molestia de tu rostro ceñudo. Está embarazado. Dentro de poco su vientre crecerá y sabes que le verás mucho más hermoso. Le imaginas con las mejillas arreboladas de carmín, sentado en una mecedora –que has de comprar, tomas nota mental de ello– con agujas e hilo tejiendo chambritas para tus bebés. Gemelos, no te cabe duda de que los tendrán. Deseas que su genética se alce por encima de tu herencia y puedan tener dos lindos bebés. Y que se le parezcan a él. Con aquellos pensamientos inundándote la mente esperas que la noche transcurra más aprisa.

Porque todavía tendrás que convencerle de que la abstinencia es una franca… medida extrema.


*Arrullo*

A Jaejoong la noticia de su embarazo le había pillado demasiado por sorpresa. Es algo que no habían hablado para nada desde hace tiempo, y cuando lo hicieron lo habían planeado para cuando años más tarde. No ahora. Y aunque estaba contento también le veías preocupado. Querías consolarle y recordarle que no está solo, que te tiene a ti y que estás dispuesto a hacer hasta lo imposible por él y el –o los– hijo que viene en camino.

- JaeBoo…

- Yunho ah… - te sonríe con suavidad, sentado en el comedor con la mirada medio perdida.

- Es tarde, vamos a descansar… - ofreces tu mano y él no duda en tomarla. Le guías en silencio hasta la habitación y viéndole así, taciturno y frágil, te entra una gran ternura por él… - No tienes que guardarte los pensamientos ahora, Jaejoong ah. Estoy aquí.

- Lo sé… - te sonríe de nuevo como antes, con suavidad y algo de cansancio… - Nuestras vidas cambiarán radicalmente a partir de ahora, ¿lo sabes, no? – asientes y tras verle sentarse en el borde de la cama sin demasiados ánimos para nada, te decides en ayudarle a colocarse el pijama, así que tomas uno de su cajón y sin que él proteste de ninguna manera, comienzas a sacarle la ropa… - Estoy contento, pero al mismo tiempo demasiado asombrado. ¿No te sientes así?

- No sé decir cómo me siento. Aparte de feliz pienso que las responsabilidades serán mayores, entre otras cosas. Como tú dijiste, todo cambia para nosotros a partir de ahora.

- ¿Somos malos por no estar eufóricos?

- No lo creo, JaeBoo… - ajustas el elástico de su pantalón y sujetas su rostro besándole corto en los labios… - Nuestro bebé sabe que lo amamos, es solo que nos ha tomado desprevenidos su llegada… - las manos de tu esposo caen sobre su vientre plano al instante, una de las tuyas le acompaña y ambos miran hacia abajo, donde sus manos enlazadas permanecen sobre el vientre… - Vas a estar fenomenal. Eres su umma ahora. Le cantaremos nanas todas las noches a partir de hoy, ¿qué te parece? – sonríes algo más relajado esperando contagiarle y que suelte un poco la tensión de su cuerpo.

- Suena maravilloso… - murmura entre labios, el flequillo le cubre los ojos y por su pasividad intuyes que aún no se siente seguro. Así que terminas de preparar la cama, te vistes con el pijama y luego le jalas a tu lado metiéndose entre las cobijas, le abrazas cariñosamente a tu cuerpo y comienzas a tararear una nana al azar. Piensas que no sabes muchas y te propones aprender nuevas… - Yunho ah… - te interrumpe con un suave susurro.

- Dime… - atiendes y buscas su mirada, levanta el rostro y se empina rozándote los labios en un beso dulce y efímero…

- Gracias… - sonríe y se acomoda en tu pecho… - Me gusta el arrullo de tu corazón, por favor, canta para nosotros.

Sonríes emocionado por ese “nosotros” que ha pronunciado; casi parece irreal que ahora cuando le abraces no sea solo él a quien cobijes, sino también a ese pequeño ser que crece en su vientre; y acaricias su cabello mientras comienzas un canto suave y lento, no es una nana pero es tu canción favorita cuando piensas en Jaejoong. En lo orgulloso que estás de él, de su amor y el tuyo juntos.



~B~

*Besos*

Los hay de variados tipos, con fines específicos e intenciones claras. Están los besos amistosos, esos que depositas en la mejilla de los familiares o los amigos; están esos besos en la frente que suelen denotar apoyo moral, como un beso reservado que solo quiere transmitir ternura, así como esos que te daban mamá y papá cuando te arropaban en tu cama y te deseaban las buenas noches. Hay besos que obedecen un gesto social y otros más íntimos. Los besos que compartes solo con tu pareja. Y estos son los que más te gustan –lo admites con un dejo de vergüenza por el egoísmo que implica tu aseveración–.

Y aún esos besos íntimos pueden ser tan variados. Suaves, dulces, tiernos, románticos, apasionados, profundos, lentos, calientes, sofocantes, cariñosos. Y tú, tan confiado en tus habilidades para besar habías pensado que te los conocías todos, aunque algunos fueran más comunes en el día a día. Sin embargo, hoy descubres que no es así.

Y se te inflama el corazón con renovados votos de amor cuando le ves ahí, recostado entre tus piernas con sus labios pegados a tu vientre plano. Yoochun deja cortos besos por toda tu tripa y conversa con sus pequeños. Que sí, presientes que no habrá modo de sacarle –de momento– la idea de que tendrán gemelos. Insiste en que tu genética debe prevalecer y que muere por comenzar a comprar ropita a juego para dos, verte tejer chambritas y escoger todo, absolutamente todo, por duplicado.

- Yoochun ah~ me haces cosquillas… - ríes bajito y acaricias sus cabellos, aunque todavía vayan demasiado cortos pegados a su nuca.

- Umma nos interrumpe pequeños… - le escuchas decir quedito, como si estuviera contándole un secreto a tu tripa… - Creo que está celoso porque no lo estoy consintiendo.

- No es verdad… - replicas flojito, sin dejar de sonreír ni de mirarle. Encuentras tan adorable verle así de contento.

Y tú que (lo admites) tenías un poco de miedo sobre cómo se fuera a tomar la noticia del embarazo. Ustedes realmente no habían hablado demasiado acerca de tener familia. Y le conoces el solo hecho de no creer demasiado en el matrimonio, alguna vez le creíste incluso resignado a no tener hijos propios estando a tu lado. Pero ha llegado éste milagro, y ambos lo aprecian con el alma.

- ¿No? – te cuestiona levantando la mirada, tú niegas agitando la cabeza y él se irgue acercándose a tu rostro… - Igual pienso que no te he consentido mucho últimamente, baby… - susurra cerca de tus labios, pero redirige los suyos y te llena de besos el rostro.

- Chun… - le llamas sin motivo alguno en realidad, solo motivado por las cosquillas de sus besos, por la ternura que te transmite en esos momentos.

Y sabes que él lo sabe, porque no para de besarte mientras una de sus manos se queda en tu vientre, casi como si siguiera pensando que ése es el momento para estar con sus pequeños. Justo antes de dormir, porque al día siguiente el trabajo seguirá esperándoles a ambos –al menos hasta que tú encuentres imposible continuar y te tomes unos meses lejos de los escenarios– y no volverán a encontrarse hasta entrada la tarde.

- Te Amo, Junsu ah… - declara de pronto y antes de que puedas corresponderle, sus gruesos labios ya han tomado los tuyos.

Esa clase de beso que lento, suave y tierno te inunda de una dicha sinigual que te hace sumamente feliz. No cambiarías por nada ni por nadie estos instantes. La gloria de su amor, de su compañía, de sus besos.


*Baby shower*

Te gusta mucho más esta faceta suya. Sonríes y le escuchas sin detener ni un segundo su discurso, le dejas hablar porque sabes que está contento, que empezar a organizar aquello desde ahora le viene bien, que ocupará su mente en cosas alegres y no preocupaciones que no tiene al caso dejarle a él en su estado, que tú te piensas encargar de todo eso sin dejarle carga alguna que pueda afectar su embarazo.

- ¿Crees que deba hablarlo con Junsu y ChangMin?

- Probablemente, ya que piensas hacer el baby shower en celebración de los tres, JaeBoo… - él asiente y busca su móvil, se acomoda el flequillo tras la oreja y llama a los dos chicos a la par.

Durante minutos les escuchas hablar entusiasmados. Bien, te corriges un momento cuando los refunfuños suenan en el altavoz de su móvil, ChangMin parece no estar muy de acuerdo…

- Hyung, aún ni siquiera se nos nota la tripa y tú ya estás pensando en baby shower. ¡Es demasiado pronto!

ChangMin protesta, lo imaginas rojo de vergüenza, pero incluso tú que no le tienes enfrente y que ni siquiera estás –supuestamente– atento a la conversación, notas en su voz que le hace emoción, pero siendo tan terco como él solo, no lo admitirá.

- A mí me gusta la idea hyung; es mejor prevenir. No le hagas caso a Minnie amargado

Y ése es Junsu, sonríes aún más al imaginar el puchero que debe estar adornando la boca del menor de tus críos adoptivos. Luego se enfrascan en más comentarios que tú desconectas un rato de tu radio de atención. Estás sentado frente a la portátil buscando información acerca de cuidados durante el embarazo. La cita con el doctor la tienen para dentro de una semana pero tú de cualquier manera no quieres ir en blanco, también tienes pensado comprar algunos libros para mejor preparación. Luego de un rato Jaejoong cuelga el móvil y tú le ves sonriente anotando algunas cosas en una libretita de Hello Kitty que te arranca una risita. Él siempre tan… Jaejoong.

- Yunho ah…

- ¿Sí? – le atiendes levantando la vista de tu portátil…

- ¿Verdad que sí se me nota tripa ya? – te cuestiona una vez se ha puesto de pie y alzado la blusa.

Tu respuesta debería ser NO. Pero su carita te suplica un Sí. Así que no dudas en asentir, pararte y caminar hasta él apoyando tus manos en su vientre. Notas apenas una ligera elevación en su vientre que podría o no ser considerado su “tripa”, pero que seguramente a él le hace sentir “gordo”.

- ¿Los chicos te ayudarán?

- Sí. El fin de semana tenemos tiempo los tres, nos reuniremos a comer y comenzaremos a ponernos de acuerdo.

- Eso me alegra. Un buen baby shower debe ser planeado con anticipación… - le dices y sabes que es el tipo de cosas que necesita escuchar. Se empina hasta tu boca y te besa corto, murmura algo sobre papeles del trabajo que revisar y se pierde en la pequeña oficina.

Sonríes y vuelves a tu portátil. Estás tentado de investigar sobre baby shower pero declinas al instante tu pensamiento. Es tarea de Jaejoong y decides dejarle todo a él, que se sienta plenamente libre de hacerlo como quiera sin que se te ocurra ir y meter tu cuchara. Y sabes que eso a él le hace feliz.


*Balbuceos*

Jaejoong los ha arrastrado a todos a conocer a su sobrina más pequeña. Su hermana no parece en desacuerdo con la presencia de todos ahí en su casa, y a ti aquello al menos te quita un poco de tensión de encima. Sabes que el mayor no le ha dicho a sus padres nada su embarazo. De hecho, ninguno de ustedes tres ha hablado aún sobre el tema con sus respectivas familias. Y eso te tiene intranquilo, aunque Hayami parece de lo más quitado de la pena desde hace un par de semanas que se lo hiciste saber. Te preguntas si es que no le preocupa o si se ha olvidado del pequeño –gran– detalle.

De un momento a otro la pequeña ha terminado en tus brazos y tú te sientes bastante torpe cargándole. Le ves hacer pucheros y te entra miedo de que comience a llorar –si no había hecho otra cosa que sonreír con los cariñitos de todos los demás–, volteas a mirar a tus amigos pero todos han comenzado una charla con la hermana de Jaejoong sobre cómo ha ido su vida desde que su nena nació. La pequeña en tu regazo sigue haciendo curiosos pucheros y tú juras que en cualquier momento soltará el llanto. No tienes idea de qué hacer.

- Tal vez si le hablas… - escuchas a tu esposo decirte en voz baja, como si te estuviera contando un secreto. Y ves una de sus grandes manos acercarse a la manita de la bebé, ella no duda un segundo en sujetarle un dedo e intentar llevárselo a la boca.

- No sé qué decirle. Es tan chiquita… - susurras sintiendo tus mejillas calientes. Este tipo de vergüenza no te había asaltado nunca. Es tan raro.

- Cualquier cosa que le digas le gustará si se la dices con una sonrisa y con voz cálida. Ah que sí chiquitina~ - él le hace caritas y burucas y a la bebé parece gustarle pues no para de reír entretenida con los gestos de tu esposo.

Tú quieres intentarlo pero al mismo tiempo te sigue dando vergüenza. Si tan solo no hubiera tanta gente ahí. De repente Jaejoong interrumpe el juego de su sobrina con tu esposo y le manda llamar a la cocina seguidos por la hermana de tu hyung. La bebé te mira entonces a ti, sus grandes ojos irradian inocencia y tú vuelves a sentirte sumamente torpe…

- Ehm… hola, bebé… - aclaras la garganta y levantas la mirada más allá de la pequeña en tu regazo, los demás siguen conversando sin prestarte atención, lo que te hace sentir aliviado.

- Ta-ta… mmbá… - algo así crees escucharle balbucear y sus ojitos curiosos parecen mirarte como si te buscaran el alma. Los niños a tan tierna edad son tan transparentes, que pareciera que buscan lo mismo en quien quiera que tengan ante sí.

- ¿Ya dices umma? ¿Quieres intentar?... - ella responde agitando sus manitas y con pequeñas risitas. Tú no entiendes su entusiasmo repentino… - ¿Sí? ¿No? – cuestionas acompañando tus palabras con movimientos de tu cabeza y una suave sonrisa.

Luego sin que te des cuenta has comenzado a jugar con la bebé. Ella ríe contigo como había estado riendo con los demás, te toma los dedos y balbucea intentos de palabras. Y de pronto te imaginas así con tu propio bebé. Te tocas el vientre y en voz baja –cual si se tratara de un secreto para ella– le cuentas que dentro de unos meses tú también tendrás un bebé, que seguramente luego jugarán juntos y ella será responsable de enseñarle algunas cosas porque será mayor.

Cuando la hermana de Jaejoong regresa y te ve tan entretenido con su hija te confiesa que no creyó llegar a verte así de contento con un pequeño. Luego les presume a todos que su pequeña ya está dando sus primeros pasos y cuando la bajan a jugar sobre unos tapetes de colores, ella solita busca apoyo en las piernas de su tío Jaejoong que está ahí sentado junto a ella, y se levanta sujetándose con firmeza de la manga de su blusa. Y mientras tú imaginas lo que te espera, rezas internamente porque todo vaya bien, prometes cuidarte durante los siguientes meses y vigilar su sano crecimiento. Quieres ver a tu hijo o hija así dentro de un tiempo, juguetear y balbucear sus primeros intentos de lenguaje hasta que te diga “umma” y a tu esposo “appa”.

- Estuviste genial… - Hayami te abraza por la espalda y susurra en tu oído aquello antes de besarte la sien.

- ¿En qué?

- Te vi desde la cocina. Platicaste con ella, la hiciste sentir bien. Serás un umma maravilloso ChangMin ah.

Sus palabras te confortan y por un momento te dejas hacer, disfrutas del mecer de sus brazos y el ambiente de familia que te hace sentir bien. Aunque aún tengan un largo camino que recorrer, tienes lo más importante. El amor.


~C~

*Cuna*

Yunho y tú han tenido que tomar días de por medio separados el uno del otro. Le extrañas montones pero ambos saben que –al menos por el momento– tendrán que seguir con este ritmo. Sabes que no es que él quiera dejarte –si es que la pasan pegados al móvil entre mensajitos y llamadas breves para asegurarse de que todo va bien, aún y cuando tú rozas apenas el tercer mes de gestación–, le has sabido noches enteras en duermevela buscando alternativas para pasar todo el tiempo contigo, pero trabajo es trabajo y tú mismo le pides que no lo deje de lado, que al menos hasta que la tripa no te crezca todo irá bien si siguen como antes.

Así que, a regañadientes y con aquella vigilancia permanente, Yunho ha aceptado seguir el ritmo habitual. El departamento ha entrado también en fase de remodelación, es después de todo lo suficientemente amplio para ser hogar de familia. Le has tomado cariño porque sabes que lo ha comprado exclusivamente para los dos, no habrías tenido corazón para pedirle que lo vendiera y adquirir una casa.

Y estás aquí, perdido en una mueblería con expresión soñadora, entre cunas y bañeras y recámaras completas para bebés. Sonríes bobamente cada que los infantiles estampados adornan los colchones o el tul sobre las cunas. Te enamoras de una cuna en tonos rosa con móvil de estrellas y una preciosa almohada de Hello Kitty que te agita el corazón con emoción. Te muerdes el labio y respirar profundo, te tocas inconscientemente la tripa y te recuerdas a ti mismo que debes ser neutral, no sabes si esperas nena o nene, o si por ahí cabe la posibilidad de gemelitos. Que además no tienes por qué atiborrarles de tus gustos personales. Te habías prometido ser todo lo neutral que pudieras en absolutamente cada detalle.

- ¡Pero es tan bonita! – exclamas alto sin percatarte de las miradas curiosas que caen sobre ti.

- A su esposa seguramente le parecerá lo mismo, ¿joven…? – una de las empleadas se ha acercado a atenderte. Notas tus tibias cálidas y esperas que no note el sonrojo que se apoderó de ellas tras caer en cuenta de que sigues ahí mirando especialmente aquella cunita que te tienta de sobremanera para tu pequeñ@.

- Sí… bueno… - carraspeas sin atreverte a aclarar la confusión tan obvia en que la mujer ha caído. Te entra nerviosismo y susurras un simple “volveremos luego” antes de dar media vuelta y apresurar tus pasos hacia la salida.

Todavía parece pronto para comenzar a amueblar la habitación del bebé próximo a nacer –vamos que ni siquiera la habitación ha sido terminada porque tienes a un grupo menor trabajando en ello y no escatimas en los detalles, así que por mínimo tardarán al menos otro par de semanas para terminar todo lo que Yunho y tú (principalmente tú, vamos a aceptarlo) les han encargado–; pero a ti no se te puede quitar la emoción de recibirle en las mejores de las condiciones que sabes tu prometido y tú pueden darle.

Así que no es que te extrañe que las cunas hayan acaparado tu atención en aquella tarde libre que te habías autoasignado del trabajo. Conduces de vuelta a tu departamento –donde Yunho no estará esperándote, pero todavía te quedan las llamadas breves y los mensajes para sentirle cerca– sabiendo que mañana, o en el siguiente momento libre, algo ha de acaparar tu tiempo. Quizá ropita para bebé, o el apuro por mamilas y pañales. ¿Quién sabe? Pero estarás más que encantado de dejar que tu tiempo se vea atrapado por aquellos preciosos detalles de tu embarazo.


*Cuidados*

Él es el chico responsable e intelectual, por eso te ha tomado un poco por sorpresa no verle con las narices metidas en su ordenador o libros que hablen todo acerca del embarazo o la importancia de los primeros meses de vida. Si es que casi te parece irreconocible ver a ChangMin preocupado simplemente por cumplirse cada antojo –que justifica ya no son solo suyos, sino también del pequeñito fruto del amor que crece en su interior. ¡Si es que lo hubieran visto! Tan tierno hablando de aquella manera; y no, por si las dudas, no hay ápice de sarcasmo esta vez–. Pero que su tiempo libre lo dedique a sonsacarte al súper para abastecer la alacena que se ha barrido en un par de días, o que te encierre en la cocina preparándole los más exóticos platillos te tiene con el foquito en alerta amarilla.

- ChangMin ah, ¿seguro de que puedes comer lo que sea? Digo, ahora que nuestro bebé crece dentro de ti, ¿no deberíamos poner más cuidado?

- Estoy apenas sobre el primer trimestre, la alimentación es estrictamente normal; se supone que aunque debo comer por dos esa “regla” ahora solo es una falacia transmitida de manera generacional de madres a madres. Pero como mi apetito ha sido de por sí alto, no debo comer menos, ni tampoco mucho más. Así que pienso que estoy comiendo lo suficiente para no sentirme sin energías y fatigado.

Su respuesta te pilla –para variar– con las defensas bajas. ¡Y tú que creías que él no se estaba informando!

- ¿Y… hay alguna clase de alimentos que no debas consumir, o ingredientes que no deba incluir en lo que cocino?

- Bueno, no creo. Tu cocina es muy saludable y equilibrada, y no es que se nos de eso de andar consumiendo comida chatarra. Así que creo que todo va bien. Si por algo veo que no hacemos lo adecuado y en pro de la salud de nuestro bebé, y por tanto mía, te lo haré saber, Hayami baka.

Te responde con soltura y absoluta confianza. Comienzas a sospechar que te preocupaste por las puras en los últimos días. Él tiene todo bien calibrado en su cabecita. Casi podrías jurar que hay ahí alguna especie de imagen mental con el plan perfecto para llevar este embarazo a buen término.

ChangMin podrá no ser un chico muy expresivo, al menos con las emociones más “vulnerables”. A él no se le dan mucho los “te amo”, ni es de que te ande abrazando todo el tiempo o mimándose a tu lado. No en el término “mimo” como lo hace Junsu, o aún como lo hace Jaejoong hyung. ChangMin es a su manera mimoso y emotivo. Le conoces cada una de sus facetas, y aún te sigue mostrando varias de ellas. Relajas el cuerpo y la mente y sigues caminando por los pasillos del súper empujando el carrito de las compras, tomas nota mental de no volver a cuestionar las acciones de tu esposo sin preguntarle al menos primero cómo está pensando él las cosas.

Le ves echar un montón de verduras y algunas carnes selectas. Luego de pronto la tripa le gruñe y él te mira ceñudo. ¡Como si fuera tu culpa que tenga hambre!

- De todas maneras te advierto Hayami baka, si engordo como barril por tu culpa no volverás a “ir arriba” por el resto de nuestro matrimonio… - te sentencia con suficiente seriedad como para que te tomes en serio su advertencia.

Aún así te permites una sonrisa suave y aprovechas su repentina molestia para robarle un beso. Él se sonroja y farfulla maldiciones en tu contra siguiendo el camino con paso digno.

Sí, tienes muchos cuidados que tener en cuenta para él por los siguientes meses. Vigilar su alimentación y su salud –y la de tu bebé por ende– en general serán tus tareas básicas. Pero todavía crees que tendrás tiempo para verle refunfuñar y robarle esos sonrojos que, con cuidados o sin ellos, revelan un poco de todo el amor que te tiene, de la enorme contentura que le provoca estar esperando un hijo de los dos.



*Consentir*

Se lo habías mencionado antes, que sentías que no le has consentido lo suficiente a él porque te has sumergido en tu burbuja de felicidad con el anunciamiento de tus hijos en vías de crecimiento en su vientre. Así que te has propuesto consentirle como a él tanto le gusta. Siendo tu centro de atención. Aunque te cueste un mundo, ¡te encanta acariciarle y besarle la tripa y hablar con tus pequeñines!

Y eso que hoy ha sido un día como pocos, poquísimos en tu vida. Han tenido la primer ecografía y les han dado la noticia que tú tanto anhelabas recibir. ¡Gemelos! Aunque aún no sepan el sexo de cada uno de ellos, para ti es más que suficiente con saber que su genética finalmente se puso por encima de la tuya. Vas conduciendo con el corazón en algarabía, no puedes borrar la sonrisa de tus labios y cada tanto vuelves a mirarle. Aunque tus ojos y los suyos no se encuentran de primera instancia. ¡Es que tu mirada siempre te traiciona y se va a su vientre! Casi tan plano que todavía no puedes creer que haya dos pequeñines creciendo ahí dentro.

Le escuchas lanzar una risita y finalmente subes la mirada en busca de sus castañas pupilas, te sonríe ampliamente mientras niega con la cabeza y te hace sentir medio perdido porque no sabes exactamente a qué se debe tal negación.

- ¿Qué? – te animas en preguntar, echando a andar de nuevo el automóvil porque la luz del semáforo ha cambiado otra vez.

- No tienes que esforzarte tanto, Chunnie~ - te responde con tono dulce. Pero sabes (le has mirado de soslayo) que no te está mirando, que como tú, va concentrado en el camino.

- ¿Esforzarme en qué?

- No estoy celoso de que te emocione tanto el embarazo. No me preocupa que te desvivas mirándome la tripa o que hayas gritado como loquito en el consultorio porque nos dijeron que tendremos gemelitos… - te responde con tranquilidad, notas en su voz la sonrisa que se expande en sus labios y que muestra sin atadura en su expresión.

De pronto te entran ganas de besarle. Y sin más frenas a un lado de la calle –con suerte que no hay demasiado tráfico– sujetas su rostro y topas tu boca con la suya. Él te responde sin prisas, calzando sus labios con los tuyos con más perfección de la que creíste que tenían.

- Te Amo… - susurras sin más. Por el simple hecho de tener ganas de decírselo. Él sonríe contra tus labios y te rodea el cuello con sus brazos, te acerca más y funde de nuevo sus tibios labios con los tuyos.

Llega el beso largo y dulce plagado de ternura. Su lengua danza con la tuya con suma tranquilidad y, francamente, poco o nada les interesa si alguien los ve. Besarse te parece en ése preciso momento el tipo de mimos que él encuentra necesario y suficiente.

Te despegas aún sin demasiadas ganas de abandonar su boca, le escuchas suspirar y sus manos aflojan lentamente el agarre alrededor de tus hombros. Notas que sujeta una de tus manos y la lleva a su tripa.

- Siéntelos Yoochun ah. Porque son tan tuyos como míos, y cuando veo la felicidad que te cruza el rostro cuando hablas con ellos y besas mi vientre como si los besaras a ellos, es el mejor de los consentimientos que puedes regalarme en ésta etapa de nuestras vidas.

Te dice con esa sonrisa tan suya, alegre, tierna e inocente. Te derrite el corazón y sin más vuelves a pegar tu boca a la suya. No te importa perder la reservación del restaurante o llegar tarde al parque de diversiones. Este momento te vale por todos los mimos que pudieras haber planeado para tu prometido. Junsu sonríe y suspira entre besos, y eso ya te es más que suficiente para saber que no lo estás haciendo nada mal. Que a pesar de tu historia de familia, formar la propia a su lado, será maravilloso y a su modo, perfecto.



~D ~

*Diagnóstico*

Si bien es cierto que hace más de un mes te habían dado la gran noticia de que estabas embarazado, los síntomas que acaecen sobre tu cuerpo y tu mente te comienzan a preocupar. Y es que incluso con Junsu, que espera gemelos según les acaban de indicar hace unos días, sus síntomas no son tan intensos como los tuyos. Te entra un tanto de ansiedad y has insistido a tu prometido que te acompañe a consulta aunque aún falten unos días para tu cita programada.

- Pues, Sr. Kim permítame decirle que efectivamente su embarazo no es común… - la doctora comenzó a decir mientras pasaba el ultrasonido por el bulto apenas perceptible de tu tripa de tres meses y unos días… - Me parece que tenemos a tres pequeñines desarrollándose aquí dentro… - ella dijo con una sonrisa suave, un aire de preocupación cruzó sin embargo su semblante y tú te tensaste involuntariamente. Miraste a Yunho con espanto y él en muestra de apoyo solo apretó tu mano un poco más.

- ¿Trillizos? – escuchaste a Yunho preguntar con un hilo de voz. Sabes que se le ha atorado la emoción en la garganta, muy probablemente también la preocupación. De alguna forma se mentalizaron para un bebé. Pero tres, y al mismo tiempo. Era casi  inverosímil y muy, muy diferente.

- Sin dudas, señores… - la doctora terminó de hacerle el chequeo y después de limpiar el gel del vientre de Jaejoong volvió a sentarse tras su escritorio comenzando a hacer anotaciones en unas recetas que les extendió pidiéndoles suma atención y especial cuidado… - Este tipo de embarazos suelen llegar a buen término siempre que, en este caso, el embarazado lleve una vida tranquila y sana. Sin embargo, dada la naturaleza del embarazo me veo en la responsabilidad de catalogarlo como embarazo de alto riesgo. No tienen que entrar en pánico… - le escuchaste decir y estuviste seguro de que hizo aquella aclaración con una sonrisa algo más extensa que la anterior luego de verte más pálido… - mientras se alimente sanamente y tome las precauciones debidas, dentro de unos meses tendrán la dicha de sostener entre sus brazos a tres pequeñines saludables y fuertes.

Yunho asintió, y tú lo hiciste casi más por inercia que por convencimiento. El corazón te latía algo más aprisa y te sudaban las manos. La doctora les extendió varias recetas y les dio recomendaciones tácitas que sabes Yunho se encargará de ayudarte a cumplir a cabalidad. De momento pareces más shokeado tú que él y eso te pone inquieto.

- Jaejoong ah…

- Estás tan tranquilo…

- Si me pongo histérico o algo así no te ayudaría en nada. Estoy sorprendidísimo y atemorizado pero, también estoy contento JaeBoo. Lo siento si eso suena egoísta de mi parte, sé que eres tú quien les lleva en su vientre y quien resentirá cada uno de los cambios que tu cuerpo sufra de ahora en adelante, pero aún así me siento feliz. Y sabes que voy a cuidar de ti, de ellos… - él dijo con ese tono que te hace sentir seguro y alivia cualquier ansiedad que te recorra el cuerpo. Te abrazó y tú dejaste que te acunara entre sus brazos meciéndote con un suave tarareo que calmó también tu corazón… - Vamos a estar bien, JaeBoo.

Tus palabras te suenan a promesa y eso basta para que te relajes del todo. Sobre todo cuando vuelven a casa y él cancela cualquier compromiso casi sin importarle los problemas que pueda tener después con la empresa. Asegura que tú eres mucho más importante que nada y que nadie ahora. Y cuando te acompaña en la ducha y duran rato sumergidos en la tina con tu espalda pegada a su pecho mientras te jabona suavemente con la esponja, tú puedes sonreír abiertamente disfrutando finalmente de la gran noticia.

El mejor diagnóstico de tu futuro.
La familia comienza con creces bajo el milagro de tres pequeñines creciendo en tu interior. La sonrisa que atavía tu rostro le contagia de dicha y sus labios consagran aquella felicidad con un beso lento lleno de ternura.


*Desvelo*

Entre las náuseas matutinas y el apetito en aumento –más de lo normal según palabras de tu querido esposo–, no sabes si continuar con aquél ritmo sea lo esperado para tu estado. Además te sientes fatigado día y noche desde hace unas semanas, al principio pensaste que era lo común en el embarazo, pero luego cuando te diste cuenta de que era más intenso que en Junsu –que se ha convertido en una especie de brújula para todos en cuanto a la normalidad de los síntomas– decidiste que necesitabas urgentemente un chequeo. ¿Y cuál fue tu sorpresa? Embarazo múltiple. ¡Más de dos!

Así que tras saberlo hace unos días, tus hábitos de sueño –entre otros– ha cambiado significativamente. Entre que las posturas ya no te resultan cómodas porque el vientre te ha crecido sorprendentemente como si ya estuvieras sobre el final del segundo período de gestación, y que tu cerebro ha decidido trabajar más que nunca, la pasas entre desvelos. Con Hayami a tu lado durmiendo como si nada, estirado en la cama y cubierto por las mantas lanzando suaves ronquidos que a ti te taladran la cabeza levantando más de alguna ocasión jaquecas.

- ¡Hayami baka! – le gruñes empujándole sin tacto hasta casi botarlo del lecho. Él despierta y parpadea confundido, antes de lanzarse con las que ya se han vuelto típicas preguntas entre ustedes.

- ¿Cómo te sientes? ¿Va todo bien? ¿Te duele algo? ¿Tienes algún antojo?

- Por ahora me conformaría si dejas de roncar… - le gruñes de mala gana. Si es que tu humor no ha mejorado, aunque al menos debe estar agradecido de que no haya empeorado. Porque no lo ha hecho, ¿cierto? ¡Y que se atreva a decir lo contrario!

- No sabía que roncaba… - señala en medio de un bostezo. Se rasca perezosamente la nuca y desordena sus largos mechones castaño oscuro con flojera… - Antes nunca lo habías mencionado.

- Antes no tenía mis sentidos súper desarrollados por estar embarazado… - vuelves a gruñirle, casi como si aquella obviedad debiera saltar a la vista.

- Bien, vale. No roncar… - asegura entre bostezos, los párpados caen y él vuelve a poner la cabeza en la almohada con toda la intención del mundo de retomar el sueño.

Tú gruñes y encuentras que es injusto que vayas por la vida con síntomas que cambiaron radicalmente tu vida, mientras él muy mono se decide a continuar durmiendo sin hacerte un poco de compañía. ¡El muy ingrato! Y así dice que te ama.

- Baka… - le espetas con el ceño fruncido y rápidamente él parece caer nuevamente en los brazos de Morfeo.

Tras una hora de lectura –que en algo tenías que matar el tiempo– sientes ese calorcito subirte por el vientre y dirigirse a todo tu cuerpo. Suspiras y te muerdes los labios sin ánimos de prestarle atención, pero tras varios intentos de ignorar aquel calor, decides que es momento de que tu esposo “coopere” un poco en aliviar tus síntomas.


*Deseo sexual*

Algo húmedo cae sobre tu cuello, te hace ligeras cosquillas y eriza el vello de tu nuca. No tardas mucho en comprender de lo que se trata. Los labios de ChangMin han corrido la parte superior de tu pijama hacia arriba para comenzar a besarte los pectorales y lamerte los pezones.

- ¡Mgh! – el sueño espabila en un santiamén de tu cuerpo y deja libres todos tus sentidos. Tu mano cae sobre su cabeza y tus dedos se entierran entre sus sedosos mechones oscuros… - Min… - gimes ahogado cuando una de sus manos acaricia directamente sobre tu entrepierna, frotando hasta conseguir que despierte igual que el resto de tu cuerpo.

- Hazme feliz, cariño~ - te dice una vez sus ojos se han encontrado con los tuyos. En cualquier otro momento esta experiencia te hubiera parecido irreal y bizarra; pero desde que tu esposo comenzó con los síntomas más pronunciados, su apetito sexual también se había disparado.

Y por supuesto no es que te quejes. Por el contrario, esta faceta suya te agrada y piensas aprovecharla mientras sea posible –algunas recomendaciones de su doctora de cabecera sugirieron limitaciones en la actividad sexual luego de algunos meses transcurridos–. Antes solías ser tú quien iniciara cualquier encuentro íntimo, y casi siempre te costaban muchos refunfuños y negativas de su parte antes de que cediera y se dejara llevar por los besos y las caricias.

Últimamente en cambio, basta con que él tenga ganas para que se te vaya encima y te seduzca a su manera, sin demasiadas palabras y sí muchos besos y las caricias en tus puntos más sensibles. Como esa porción de piel en tu ingle y los roces apenas perceptibles sobre tu tronco que consiguen encenderte a niveles insospechados.

Hacer el amor ahora era más constante, más ardiente y dulce. Sí, dulce. Porque ChangMin se ponía mimoso y soltaba suspiros con muchos “te amo” que ponían loco tu corazón enamorado. Definitivamente el embarazo le ha sentado maravilloso, porque aunque él pueda tener más detalles románticos, sigue siendo el mismo gruñón de quien te enamoraste.


*Decorar*

Tras enterarse de la nueva situación de embarazo de Jaejoong, le  has dejado hacer menos cosas que implicaran esfuerzo alguno. Incluso si se trata de cocinar, la pasas pegado a él ayudándole en todo cuanto te es posible. Y cuando se ha puesto a platicar de todos los cambios en decoración que quiere realizar, tú has sido más que claro asegurándole que sí, se hará todo como quiere, siempre que él se encargue solo de dirigir y no hacer nada.

- Me hacía ilusión ayudar a pintar, acercar los muebles y cambiarlos de mil maneras en la habitación… - te dice con tiernos pucheritos, tú le sonríes y te acercas abrigando su vientre (notoriamente más abultado de lo esperado) con tus manos agachándote para darle un corto beso.

- Sé que te encantan todas estas cosas JaeBoo, pero ahora no solo tienes que preocuparte por un bebé, sino por tres. Nuestros pequeñitos se alimentan de ti, y fatigarte ya te pasa aún si no te esfuerzas gran cosa.

- Pero…

- Sin peros, JaeBoo. Sabes que en esto no vas a convencerme de dar marcha atrás. Puedes sentarte y vigilar que lo haga bien.

Aseguras con seriedad, luego él suspira y se acomoda en la cómoda silla que han comprado exclusivamente para su descanso. Toma su vaso de agua y da un trago con carita infantil. Te genera ternura y al instante te inclinas para besarle de nuevo.

- Muy bien, ¡allá vamos! – te acomodas la playera y con rodillo en mano diriges la mirada por las paredes blancas de la habitación rediseñada para sus trillizos.

Los botes de pintura en el suelo cubierto de plásticos te esperan con paciencia, hay varios colores ahí que Jaejoong mismo ha preguntado concienzudamente cómo mezclar para obtener diferentes tonos. Te piensas que de pronto a tu prometido le ha saltado una vena artística porque quiere paisajes coloridos en los muros. Y afuera, en lo que era una oficina, los muebles para la habitación esperan a que termines la tarea principal de la decoración de la recamara.

Comienzas a pintar y ver la mirada brillante de tu prometido te basta para seguir adelante, aunque mañana te duelan los brazos o a medio camino a Jaejoong se le llegue a ocurrir que siempre no lo quiere así y cambie radicalmente su idea.

Decorar, después de todo, también es un arte de amor.

*Diario*

Te parece por demás absurdo, pero al mismo tiempo te distrae y te parece una gran idea. Has comenzado un diario. “Un diario de embarazo”, así lo has nombrado en tus pensamientos. Bien, también lo has colocado en la portada con recortes de cartulinas de colores y estampas de pompas de jabón y nubes y corazones rosas. La realidad era que tu lado tierno e infantil seguía a flote aún a tu edad y en tu estado.

Tu diario lleva no solo tus pensamientos, sino también fotografías. La primera es, naturalmente, de Yoochun y tú abrazados con radiantes sonrisas; debajo has puesto una leyenda referente a aquella cita hace meses y la razón por la que es tan importante para ti. Luego le siguen otra serie de fotografías, de ustedes juntos en muchos lugares alegres que te traen recuerdos felices. Luego has puesto también las de la primer ecografía, y están por ahí las de los sitios a donde han ido en busca de muebles, ropa y todo lo que sabes tus gemelitos necesitarán apenas nazcan.

- Baby, qué haces… - su voz te hace girar el rostro, tu prometido te observa desde el marco de la puerta de la cocina, donde tú estás con tu diario en la encimera y una nueva fotografía que colocar.

- Les cuento a nuestros bebés cuánta ilusión nos hace esperarlos… - respondes con una sonrisita, tomas el marcador de punto fino y escribes bajo la fotografía algo como “mis primeros intentos de papillas”. Todo y que no será sino hasta cerca del cuarto mes cuando comiencen a comer más que fórmula.

- Eso me parece formidable, Junsu ah… - Yoochun viene y te abraza, te besa la sien y luego prueba las papillas de fruta que has preparado… - está rica, a ellos les encantará también cuando les toque probar… - te sonríe y tú te sientes más animado.

- Chun, ¿sabes qué otra cosa les encantaría?

- No, qué será, eh…

- Que lleves a su umma de compras~ ya no me queda la ropa *^* - y es que, aunque no tan notoriamente como a Jaejoong y ChangMin, a ti también te ha crecido la tripa un poco más rápido que en un embarazo normal.

Y a tus cuatro meses de gestación, ya no te sientes cómodo con casi nada, cualquier ligero ajuste te sofoca y no quieres ni pensar si aquello les hará daño.

- De compras entonces, baby… - te da un beso y rodea tu cintura con un brazo mientras su mano libre te acaricia la tripa. Su sonrisa sigue tan brillante y nítida como desde que supo de tus gemelos.

Decides tomar una fotografía de aquel instante y antes de salir de casa, reservas un espacio en tu diario para aquella ocasión.

- Yoochun appa está emocionado por ustedes. Como cada día~ llevará a Junsu umma de compras. ¡Vamos a divertirnos con las tarjetas de papi! *u* - escribió entre sonrisas. Seguro de que en aquella salida muchas fotografías más podrían llegar.

Y quién sabe, tal vez tu diario se extienda por muchas, muchas páginas más.



~E ~


*Ecografía*

Como tu embarazo múltiple tampoco es para nada normal –ni Jaejoong con sus trillizos tenía comparación con esto– tus visitas al doctor eran alrededor de dos veces por mes, para asegurarse de que todo marchase bien. Por suerte, Hayami te dedica todo el tiempo necesario, aunque te preocupa su bienestar pues admites que básicamente no le dejas descansar. Entre tus antojos que no han parado y todas las atenciones que requieres, además de tu apetito sexual que no tiene consideración por su cansancio, le notas ya tremendas ojeras bajo los párpados, por mencionar solo un rasgo claro de que necesita un respiro. Aunque claro, el muy idiota sigue desviviéndose por ti y entonces te entran todas las ganas del mundo de merendártelo a él.

Sin embargo por ahora te toca aguantarte las ganas de nada, que frente al doctor –sí, varón para los celos de tu esposo que parece se ha tomado muy en serio eso de “cuidar su territorio”, ¡ni que fuesen un par de leones! (y en tal panorámica tú serías “la leona”)– no puedes írtele encima y robarle al menos unos besos.

- ¿Cómo se ha sentido estos días? – el hombre te pregunta (atractivo si se te permite hacer la observación. ¡Y no es que le estés tirando el can!) mientras pasa el transductor por tu vientre y la imagen se refleja en el monitor.

- Igual que la última vez que me lo preguntó hace unos días… - le gruñes casi por inercia, no es que quieras ser grosero, es que piensas que si hubiera algún cambio serías el primero en hacérselo saber, así que te harta su interés.

Bueno vale, tal vez también es culpa de los cambios de humor que te cargas. Y eso no es tu culpa, así que le restas importancia a tu reacción, y a él parece tampoco importarle porque lejos de molestarse ha sonreído. Todo bajo el ojo crítico de tu esposo, que de brazos cruzados observa el intercambio de palabras y miradas entre el doctorcito y tú.

- Pues todo va perfecto. Sus pequeños gozan de salud y siguen creciendo. Es probable que en cualquier momento de los siguientes días hasta la siguiente consulta usted experimente cambios importantes, aún si le aumentara el apetito le recomiendo no excederse. Si están teniendo actividad sexual diaria también es recomendable que procuren menos encuentros dada la naturaleza de su estado y la cantidad de energías que consume.

- Pero usted qué pretende que haga entonces… - vuelves a gruñirle y el hombre suelta una risotada. Vuelve su mirada a Hayami (que no ha emitido una sola palabra) y le palmea el hombro. Frunces el ceño y te dan celos, aunque no lo admitas, no te gustó ese mínimo contacto entre los dos.

- Su esposo es único, si me permite decirlo. A pesar de tan particular embarazo él tiene tiempo y humor para hacer comentarios sinceros cargados de una peculiar sátira que no a cualquiera se le consideraría respetuoso. Las indicaciones no varían por ahora, pero aunque suene repetitivo, seguir lo más cerca posible mis consejos ayudará a que dentro de un par de meses la espalda no le mate por el peso que su vientre tendrá. Tenga en cuenta que su complexión ósea no favorece su embarazo.

- Sí, sí… - gruñes comenzando a perder la paciencia. Te has limpiado el gel del vientre y acomodado la ropa, mientras que Hayami procura prestarle atención al doctor y a ti a la par… - ¿Podemos irnos ya?

Omites más comentario alguno y apenas el doctor le entrega unos papeles a Hayami y asiente con una sonrisa divertida, tú ya estás arrastrando a tu esposo fuera del consultorio con la esperanza de poder tenerle para ti al menos una hora más. Y comértelo aunque sea a besos.


*Estrías*

La habitación de los bebés está lista al fin. Yunho se ha lucido y consentido hasta tus caprichosas ideas respecto a la decoración. Es amplia y colorida, las cenefas en los muros llevan figuras de nubes y pompas de jabón, mientras que el resto van pintados de tonos suaves pero alegres para darle un toque entre infantil y hogareño. Al final no hubo paisajes ni cargaste demasiado de personajes infantiles –pese a que en tu imaginación se veía hermoso– ya que esta habitación antes que nada, es para el descanso de tus bebés. Quizá más adelante, cuando hayan alcanzado alrededor del año, te decidas en redecorar nuevamente.

Luego del último visto bueno a la habitación de los bebés, regresas a la tuya y preparas ropa limpia para tomar la ducha apenas tu prometido vuelva a casa. Has tenido antojo de último momento y él, sin respingar pese a que seguramente está cansado, salió dándote antes un beso y sonriéndole a tu tripa aludiendo aquél gusto a sus pequeños.

Te desnudas y colocas la bata de baño alrededor de tu cuerpo. El espejo de cuerpo completo te llama y tú terminas caminando hasta él. Te colocas de perfil y notas la prominente tripa.

- Vaya que he ganado peso… - susurras sonriendo contento con tu vientre, te acaricias y luego te entra curiosidad por observarte al desnudo con aquella nueva figura que tu milagroso embarazo está moldeándote.

Notas entonces cambios que no habías siquiera imaginado antes en ti, la obvia masa corporal en proporciones disparadas. Centras entonces tu atención en tu vientre abultado. Las perceptibles grietas que te cruzan la piel en un tono más oscuro a tu pálido tono de piel se deslizan a lo largo y ancho de tu abdomen.

Frunces inconscientemente el ceño y te acercas un poco más al espejo para una mejor visión de aquellas “imperfecciones” en tu cuerpo. Alzas la boca en trompetilla y resoplas los mechones en tu frente con gesto contrariado. No es que te importe demasiado tu apariencia física o que seas un vanidoso. Bien, tal vez un poco. Vale, te preocupa que cuando tus hijos nazcan aquellas líneas sigan visibles en tu nívea dermis.

- ¿Qué tanto estás mirándote, JaeBoo? – Yunho te saca de tus pensamientos y cuando le miras a través del espejo gimoteas a punto de llorar. Intuyes que te vendrá un cambio de humor y parece que él también lo nota pues se apresura a abrazarte rodeando tu tripa por la espalda sin prestar atención a tu desnudez… - Pero mira que hermoso estás… - te sonríe y sabes que intenta consolar lo que sea que te haya puesto así.

- No es cierto. Me están saliendo estrías. ¡A mí! – gimoteas desesperado pero sin llegar a soltar una sola lágrima.

- ¿Y…?  Estas bellas líneas en tu tripa me dicen que aquí en tu pancita, hay tres hermosos pequeñines creciendo y haciendo los estragos naturales en tu cuerpo. Y a mí no me parece que tengas que preocuparte por ellas.

- ¿Y si no desaparecen después del parto?

- Seguiré pensando que eres el hombre más bello del mundo… - sonríe y te besa las sienes con devoto cariño… - Anda, vamos a ducharte que estoy seguro lo que necesitas es relajarte nada más.

Te carga en brazos y tú te dejas consentir dejando de lado el tema, al menos por el momento. Sabes que luego irás e investigarás qué puedes hacer para cuidar lo más posible tu cuerpo durante aquellos meses en los que quienes mandan sobre ti, son tus hijos.


*Engordar*

No te extraña encontrarle pucheroso y con las mejillas mojadas. Seguramente le ha venido un cambio de humor y se ha enfadado por alguna tontería que tú no has de mencionar como tal si no quieres empeorar la situación. Sea cual sea, que francamente cada día entiendes menos sus estados y te lías más sin saber cómo acercarte y evitar un concierto de llanto.

- ¿Baby…? – saludas con cautela cuando entras en el probador de aquella tienda departamental en la que vio unos pantalones que le habían gustado. Seguro no le quedó.

- ¡Estoy gordo, Chunnie! – explotó en llanto, cubriéndose el rostro con sus manos y llorando desconsoladamente. Tragaste hondo y sonreíste tiernamente. Que no te culpen, encuentras tan adorable aquel drama de su parte.

- No estás gordo. Cómo se te ocurre, ¿eh? – le abrazas y te sientas en el banquito dentro del probador, le sientas en tu regazo y besas el dorso de sus manos esperando que descubra su rostro y te deje beber sus cristalinas lágrimas.

- ¡Pero no me ha entrado el pantalón! – exclama entre hipidos y mohines de disgusto, apartando sus manos y dejándose hacer cuando tus labios van y besan el camino húmedo en sus mejillas hasta beber la brisa salada en sus pestañas… - El trasero me ha crecido… - moquea y sus mejillas se ruborizan al decir aquello.

Refunfuña y se esconde en tu cuello buscando esos mimos que sin dudar comienzas a regalarle besando sus hombros con cariño y acariciando su espalda con el mismo sentimiento.

- ¿Y tú por eso te sientes gordo? – tu prometido asiente sin apartarse de tu cuello… - No te ha crecido tanto… - susurras en su oído mientras tus manos caen descaradamente sobre su retaguardia y le das un ligero apretoncito… - y mira que te lo tengo bien medidito… - bromeas con dulzura, queriendo solo bajarle ese tonto pensamiento de que engorda… - ha crecido lo que tiene que crecer porque aquí… - posas una de tus manos sobre el bulto en su tripa… - crecen nuestros bebés.

- Pero me siento gordo. Sabes que mi trasero y yo no siempre estamos de acuerdo en caernos bien… - puchea mirándote con ojitos tiernos. Y a ti te dan ganas de besarle con cariño. Y lo haces. Al menos unos momentos.

- Pues mejor dejas de sentirte gordo porque no lo estás. Si ganas peso es solo porque dos pequeñines dentro de ti también tienen que alimentarse mientras crecen. Y baby, siempre que estés en desacuerdo con tu trasero yo me ofrezco amablemente a hacerla de mediador entre los dos… - sonríes y le das un ligero apretón a sus glúteos, besándole corto y mordisqueando sus labios para luego llenarle el rostro de tiernos e inocentes besos.

No es que te quieras pasar de listo, tan solo quieres quitarle esas ideas absurdas que no pegan con su preciosa figura.

- Me haces cosquillas Chun~ - ríe como solo él sabe y tú te sientes tranquilo de que haya dejado de llorar.

- Junsu ah, que te quede claro que cuanto más te crezca la tripa y ganes el peso que ganes durante estos meses, para mí vas a seguir siendo el hombre más precioso y sexy del universo entero.

- Exagerado… - te reclama con el rostro colorado de vergüenza.

- Te Amo… - sonríes contra sus labios y le besas con calma.

Lo siguiente es conseguirle unos pantalones que se ajusten a su pronunciada retaguardia y que no desfalque tus tarjetas aún.



~F~


*Felicidad*

Encuentras difícil y casi osado de tu parte llegar a definir tal estado de ánimo. La felicidad llegó a tu vida desde el momento en que le conociste. Conquistar su corazón había sido una tarea constante, una especie de guerra sin tregua en la que no podías darte el lujo de retroceder ni ser bondadoso; tenías que alzarte en la victoria sin importar el costo que tuvieses que pagar.

Hubo un tiempo en que te sentiste vacío, como un ente sin rumbo que camina por los senderos oscuros de la vida en busca de una luz que te llevara de nuevo a la senda correcta. ChangMin era difícil de personalidad, y por tanto de enamorar. Te costó un mundo llegar a su corazón, y una vez que lo conseguiste te juraste nunca ceder ni un ápice de voluntad que le diera la mínima oportunidad a alejarse, cerrar sus puertas y dejarte de nuevo vacío de alma.

Y estás ahora ahí, de pie en el marco de la puerta de la habitación principal, observándole dormir pausadamente en aquella postura que ahora le viene mejor porque el vientre no le molesta y encuentra minutos de verdadero descanso entre siestas vespertinas que a ti te dan tiempo de cocinar cuando no estás trabajando.

Su relajado rostro te parece sumamente atractivo. Sonríes y te das cuenta de pronto de que nunca le habías visto con aquellas mejillas regordetas y ese tono rosado que parece permanente en ellas. Supones que se debe a su estado. El cabello le ha crecido un poco en esos meses –dos desde que supieron que estaba embarazado–, y se le ondula en las puntas con curioso aire rebelde, sin embargo le luce sedoso y brillante, aún cuando su propio estado debiera tener repercusiones contrarias pues sus bebés toman todos los nutrientes de su organismo.

ChangMin se mueve un poco y lanza un suspiro entre sueños, busca otra postura pero tras varios intentos termina volviendo a la misma, frunciendo el ceño y luego tocándose el vientre con un curioso mohín de resignación. Piensas que es como si hubiera estado por quejarse con sus críos por no dejarle recostarse de otra manera y arrepentirse de último momento porque no hay manera en que doblegue la voluntad de sus hijos cuando todo se trata sobre naturaleza humana.

Te acercas y acomodas el almohadón en su espalda con sumo cuidado, no quieres interrumpir su sueño. Y consigues tu objetivo sin demasiadas dificultades. Basta arrullarle con una nana cuando le ves farfullar entre sueños a punto de despertarse. Te parece de lo más tierno. Se ha convertido en un ChangMin diferente de algunas formas, pero sigue teniendo su esencia intacta. Y eso, te mantiene tanto o más enamorado cada día de él.

Le acomodas los mechones de la frente y le besas con dulzura ahí. Una sonrisa se dibuja inconscientemente en sus labios y te contagia de alegría.

¿Qué es felicidad?

ChangMin.
Sin duda.

Porque es él quien no solo te hizo feliz cuando correspondió tus sentimientos –aunque ser cariñoso y romántico sea más como su talón de Aquiles, difícil de encontrar–; sino ahora cada día mientras el fruto de su amor crece en su vientre.

*Familia*

Es curioso encontrarse ahí. Sobre todo porque realmente no lo planearon de esta manera, pero luego de pronto se supieron en esta situación y no hubo manera de evadirla. En cierta manera era extraño estar aquí. Mientras Junsu, ChangMin, Jaejoong y sus hermanas menores paseaban por ahí en las tiendas del Mall usando las tarjetas de crédito de manera tal que los chicos no podían eludir la sensación de preocupación ante la perspectiva de sus créditos rozando peligrosamente el límite.

- Tremendas ojeras… - Yoochun comentó casualmente. Claro que la casualidad estaba lejos de ser tal. La mirada pícara reflejada en sus ojos negros decía su verdadera intención.

- ChangMin ha tenido un apetito voraz. “Ambos” tipos de apetito… - Hayami respondió sin más. No tiene problema alguno en aceptar abiertamente que su esposo es cada día más lascivo y él desea sin tapujos satisfacerle en todo lo que pueda.

Yoochun rió divertido. Ligera, pero muy ligeramente avergonzado por la actividad sexual de sus amigos. Y no es que tenga algo que envidiarles, él con Junsu hace lo propio. Va y le hace el amor cada que encuentran el tiempo y el modo. Y eso incluye cierta entrega apasionada en los probadores de una tienda hace unos instantes, antes de que esta “catástrofe” se cerniera sobre ellos y hubiesen tenido que quedarse en un café de la zona restaurantera con el cansancio inevitablemente marcado en sus rostros, pero una radiante felicidad matizada en sus ojos.

- ¿Cómo va su embarazo? – Yunho cuestionó, buscando algún tema que le mantenga concentrado y espabilar el sueño repentino que le invadía tras la ausencia de su Jaejoong.

- El doctor ése dice que todo va bien, aunque hemos de seguir con las consultas continuas… - Hayami respondió con cierto aire celoso. Yunho y Yoochun sonrieron por su ceño fruncido, y es que rara vez se le ve actuar con ese aire mosqueado.

- ¿Y Jaejoong, cómo lo lleva?

- Le preocupa su figura, aunque no lo dice tan abiertamente. Hace unos días se quejaba de las estrías que se le han comenzado a formar en la tripa. A Jaejoong le apura que no desaparezcan luego del parto, aunque a mí eso me da igual, serían signos del milagro tan hermoso que vivimos… - el moreno respondió entre sonrisas y suspiros enamorados.

- Junsu se queja de que está engordando y que le ha crecido el trasero… - Yoochun comentó con aire desinteresado, tomando su frapuccino y comiendo un poco del helado café que sensibilizó su dentadura.

- Le ha crecido… - Hayami señaló.

- ¿Y tú qué demonios le andas mirando el trasero a mi prometido? – el pelinegro frunció el ceño con gesto posesivo.

- Es imposible no enterarse. Si de por sí ya era llamativo, ahora lo es más… - el japonés sonrió más que entretenido con el drama que su amigo pelinegro se montaba por un comentario tan inocente como el suyo. Si es que Junsu tiene grande la retaguardia, él qué culpa tiene de notarlo.

- ¡No mires el trasero de mi baby! – Yoochun apretó los dientes lanzándole una mirada asesina.

- Bueno vale, calma que no es como si fuera patrimonio de la humanidad y fuese penado voltearlo a mirar.

- A ver si dices eso si me pongo a hablar de los atributos de tu esposo. Oh espera, para eso primero tendría que encontrarle los atributos… - Yoochun dijo con tono mordaz. Aunque claro, solo estaba reaccionando por impulso, no porque quisiera molestar realmente al japonés.

- Yo se los he encontrado y soy feliz con cada uno de sus atributos. Pueden no ser tan evidentes como los de Junsu, pero así es mejor, no tengo que ir quejándome por cada halago inocente que le hacen las personas.

Yoochun tuvo que admitir que tenía un punto a favor. Para él en cambio es imposible no celar a su Junsu cuando cualquiera va y menciona nada sobre su trasero, su S Line –ahora un poco alterada, pero todavía sexy a sus ojos– o su hermosa carita de ángel.

Mientras Hayami y Yoochun continuaban con su intercambio particular de amistad, Yunho pensaba que seguía teniendo una familia perfecta. Porque mientras que su Jaejoong junto con Junsu y ChangMin, como sus cuñadas, andan por ahí probablemente desfalcando sus tarjetas de crédito; él comprende que es este tipo de lazos tan firmes los que valora en su vida. Hoy está lo suficientemente cansado como para reñir a sus yernos, así que se limita a sonreír mientras los observa y su vista termina formando escenas futuras; cuando sus hijos estén con ellos y la familia se amplié. La cantidad de anécdotas que se forjarán sin esfuerzo alguno, construidas por el solo hecho de ser amigos, hermanos, familia.


~G~


*Gentil*

Estuviste a punto de lanzarle un gruñido a tu esposo cuando le escuchaste suspirar tu nombre entre sueños. Todo el calor que seguía agolpado en tu cuerpo redujo lo suficiente como para simplemente observarle. Tus sentidos seguían profusamente sensibles a cualquier cambio en el ambiente y tus hormonas respondían aún a los estímulos inexistentes.

- No sé cuál fue el momento exacto en que te colaste en mi corazón de esta manera, baka; pero te estoy inmensamente agradecido por amarme, por ser el padre de nuestros hijos, por cumplirme cada maldito capricho y aguantar mi humor agrio y mi lengua presta al sarcasmo. Sé que no soy el mejor esposo que pudiste haber encontrado, tengo muchos defectos y a menudo oculto mis virtudes porque… - te detienes un instante y acaricias embobado el contorno de su mandíbula, sonríes y piensas que es innecesario decir todo esto cuando él no te está escuchando… - y sin embargo pienso que lo sabes, porque cada día me convenzo más de que soy para ti una especie de libro abierto al que puedes llegar y leer cuanto te dé la gana. Hayami, te amo, baka.

Sonríes y te inclinas –todo lo que tu abultada tripa te permite– gruñendo inconforme cuando no te da suficiente espacio y tu rostro queda todavía lejos del suyo y te es imposible alcanzar sus labios. Te irgues de nuevo y recargas de mala gana contra esos almohadones en tu espalda que te dan soporte y comodidad. Él los acomoda cada día para ti, preguntándote si estás conforme, si necesitas cualquier cambio, te mima tan tiernamente que sueles lanzar uno de tus tantos comentarios sarcásticos, a veces te detienes a tiempo y los callas dejándote simplemente hacer.

Sinceramente te gusta tanto cada faceta de su personalidad que no encontrarías nada en él que admires más. Y sin embargo, su gentilidad –aún cuando tú vas con tu más agrio sarcasmo, venga que no vas a negar que has tenido días de “mírame y no me toques” que alejaron a todo mundo menos a él, porque estoico como guerrero espartano ha soportado hasta tus más groseros desplantes– es la que tanto te cautiva a diario.

- ¿Por qué ese ceño fruncido? – le escuchas cuestionarte entre bostezos. Te sonríe y se acerca para besarte corto en los labios. ¡Si eso es lo que quisiste hacer antes!

- Deberías dormir como yo… - le gruñes cruzando los brazos. No, te corriges a medio camino porque tus manos simplemente terminan apoyadas en tu vientre.

- ¿Sí? ¿Por qué? – sonríe y mientras tú le respondes que es porque así te sería más fácil besarle cuando te dé la gana sin renegar porque te “estorba” la tripa, él ya ha hecho su propio bulto de almohadas y emulado tu postura… - No me perdería por nada del mundo tus besos espontáneos… - te sonríe inclinándose en busca de tu boca.

Y mientras tú te dejas besar y le jalas más cerca sabiendo de antemano que será él mismo quien se asegure de no írsete encima para no lastimarte la tripa, te reafirmas mentalmente cuán feliz estás de tenerle por esposo y de que sea justamente él, el padre de tus hijos.

Aunque nunca vaya a dejar de ser tu…

- Hayami baka… - y le suspires enamorado así no vayas a aceptarlo abiertamente más veces de las necesarias para salvaguardar tu personalidad férrea y medio agria.


*Guapo*

Yoochun te miró embobado, y no es que no hayas visto antes aquella expresión en su perfecto rostro varonil. Tus mejillas se tibian y sabes que es por el sonrojo que se ha instalado en ellas.

- Estás, precioso baby… - te halaga con su peculiar honestidad pícara que te hace sonrojar mucho más.

- ¿De verdad? – porque tú no te sientes tan “precioso” como él asegura. Te da un poco  más de vergüenza y evades su mirada sintiéndote demasiado desnudo ante él. Deberías haber sabido que sus ojos negros no iban a dejar pasar por alto la semidesnudez de tu cuerpo.

- Mírame, Junsu… - su voz ronca te hace vibrar entre sonrojos y piernas de gelatina que te recuerdan a la primera vez que sus manos buscaron acariciarte con dobles intenciones. Y oh sí, se siente maravillosamente bien.

Levantas la mirada y clavas tus castañas pupilas en los pozos negros que tiene por ojos. Las más cristalinas ventanas de su alma que pudieras haber imaginado. Yoochun se acerca y apoya sus manos en tu abultada tripa, sonríe tiernamente antes de agacharse y besarte ahí con la devoción que transpira por cada poro de su piel últimamente. Luego sube con una línea de besos por tu cuerpo hasta alcanzar tus labios, te besa despacio al principio pero cuando lo adviertes, su lengua se ha colado apasionadamente en tu boca hasta dejarte sin aliento. Y solo por un segundo refunfuñas entre pucheros porque ahora que la tripa te abulta más, también respiras más laboriosamente cuando esta clase de besos llegan.

- ¿Alguna vez vas a decirme “guapo”? – pucheas de pronto sin sentido alguno. Y él lanza una risotada que te hace puchear más y sonrojarte por la tontería que has dicho.

- ¿Cómo he de decirte guapo cuando eres tan lindo? Tú me dificultas muchas cosas, Junsu. Una de ellas controlarme cuando te pones tan sexy con esa bata blanca abierta sobre tu cuerpo, con esta tripa tan hermosa donde nuestros bebés crecen y esta carita de ángel que me pone bobo y me enamora cada día más de ti. Si fueras un chico cualquiera con quien no tenga este lazo tan fuerte, probablemente podría llamarte simplemente “guapo”, pero siendo tú, el hombre de mi vida, el dueño de mi corazón (y de cada won en mis cuentas) y el umma de nuestros hijos, solo puedo llamarte precioso, hermoso, sexy, bello, ángel y sinónimos parecidos a las cualidades que tanto amo en ti.

Tu sonrojo se expandió pronunciadamente por todo tu rostro, lo sabes porque de pronto te arde toda la cara y sabes que te ha avergonzado demasiado cada palabra que ha dicho. Y como cada vez que puede con tu timidez, tú simplemente le atraes besándole dulcemente en numerosas ocasiones, envolverle en tu calor y entre besos instarle a hacerte el amor.

Lo amas tanto. Que piensas que ese amor que tienes por Yoochun fue el impulsor de tan hermoso milagro creciendo en tu vientre. Dos hermosos milagros.


*Gemido*

¿Hace cuánto no lo habían hecho?

Un par de días. No. ¡Un par de semanas! ¿Y Yunho todavía se tomaba la paciencia del mundo para desnudarte? En momentos como este piensas que si él se pusiera algo menos noble contigo te alegraría de sobremanera. Reconoces el calor de tu cuerpo por las nubes, las hormonas se te han disparado ansiosas por contacto, por la febril sensación de su piel contra la tuya. Pero Yunho te besa con lentitud, te desviste con parsimonia.

- Yunho~ - gimes ronco y presionas su cabeza impulsándole hacia abajo.

- Impaciente… - él levanta el rostro y te sonríe al parecer divertido. Tú te muerdes los labios y buscas tranquilizar al menos tu respiración. Sus dedos juguetean en tus ingles y te hormiguea todo el cuerpo en respuesta a su suave tacto… - No podemos hacerlo con prisas ni salvajemente, podrías lastimarte si nos ponemos demasiado apasionados.

Te susurra para luego volver a recorrer todo tu cuerpo con paciencia. Su boca y sus manos corren por tu silueta deteniéndose en cada uno de aquellos lugares que sabe más sensibles en ti. Comienzas a sudar y a jadear su nombre con más ganas. Finalmente aparta la última prenda de tu cuerpo y su rostro se entierra entre tus piernas dedicándose a acariciar tu entrepierna con su solo aliento.

- ¡Mghh! – gimes alto pero agudo, nunca antes te había hecho eso y ¡dios! Se siente como si pudieras tener un orgasmo ya mismo… - Yunho ah… - gimes de nuevo y abres las piernas deseoso de su boca en tu virilidad.

Él toma tu extensión con una de sus manos acariciándote despacio de arriba abajo. Pero apenas unos instantes después se detiene. Tu respiración ya es irregular y tu cabello se te pega a la cara, has sudado demasiado y eso que en realidad apenas han comenzado. Yunho trepa por tu cuerpo mimando cariñosamente tu tripa, besándote con ganas y acomodando después una almohada bajo tu espalda aliviando un poco la tensión que –apenas descubres– había estado destrozándotela.

Y mientras se dedica a masturbarte con el más sublime de los cariños, los gemidos que nacen de tu boca roja inundan la habitación. Hacer el amor ahora es diferente, con rebosantes cuatro meses y medio ahí colocados en tu abultado vientre, y su infinito amor mandándote al cielo para que lo toques con la punta de tus dedos.


~H~

*Humor*

Le conoces de pies a cabeza, al derecho y al revés, en las buenas y en las malas; y todas las formas posibles que te vengan a la mente en ese momento para describir el grado de conocimiento que tienes hacia tu esposo. Aún así, al menos cada día te da alguna sorpresa. Y esas sorpresas se añaden a tus conocimientos de él como tu mundo, tu centro de atención, el eje de tus alegrías y también alguno que otro disgusto. Pero al fin y al cabo, una cosa más que amar de él.

ChangMin ha estado malhumorado recientemente, todo porque a los 5 meses de gestación le resulta casi imposible hacer cómodamente cualquier cosa; así que la pasa en reposo, sentado sin mucho qué hacer, comiendo, leyendo y/o mirando televisión. Y cuando a ti se te ocurre mencionar sobre tejer.

- ¡Crees que soy nenaza! – te espetó con el ceño fruncido, los labios en una perfecta línea de asombroso disgusto y las orejas rojas de coraje. Le has mencionado aquello en un momento inoportuno.

- Solo te doy opciones para que mates el tiempo cuando las otras cosas que haces no te divierten o entretienen, cariño~

Sonríes tranquilamente y él te lanza una mirada fulminante, gruñe y se lleva un trago de jugo a la boca. Te sientas a su lado en el sofá y besas su frente sabiendo que no te rechaza porque se queda quieto sin intentar botarte de su costado. Dejas la canastilla con hilos y agujas sobre la mesa de centro y le mimas la tripa.

- Tengo antojo…

- De qué…

- Diviérteme…

Enarcas una ceja con inquisición sin comprender exactamente a qué se refiere. Tu esposo encoge los hombros y permanece ahí con sus ojos oscuros clavados en ti a la espera de algo. Algo que tú no tienes idea de lo que es. Va con el humor raro y temes que hagas lo que hagas terminará rezongando y mandándote al demonio. No con esas palabras, pero casi.

- Sería de gran ayuda que me dieras alguna pista, así podría divertirte con lo que tú esperas que lo haga.

- No sé qué quiero de ti, solo sé que quiero algo. Y eso es diversión.

Te responde sin más, sin cambiar la expresión de su rostro y de pronto tú te planteas si seguirá con las hormonas alteradas y querrá “ése” tipo de diversión. Pero lo observas detenidamente y descubres que no, él no está esperando que le hagas el amor. Al menos no por ahora. Tampoco parece tener ganas de mirar tv ni de navegar en la web –hace días que ni siquiera enciende su portátil y el dato por sí te sorprende–, y no te anda lanzando antojos culinarios, así que tampoco tiene hambre.

- ¿Quieres salir a dar un paseo? – aventuras con cuidado y ves sus ojos brillar y una sonrisa curvarse en sus labios deshaciendo finalmente la línea fina con que los mantuvo inexpresivos hasta entonces.

- ¡Eso es! ¡Hace días que no me llevas siquiera al parque! – te espeta con curiosos mohines de reproche, uno que otro pucherito que te da esas cosquillas enamoradas en la boca del estómago.

Y descubres que así de fácil puede ser sobrevivir a sus cambios de humor, basta con estar al pendiente, sincerarte un poco y aventurarte a no errar demasiado el camino. Hace unos días te había gritoneado entre lágrimas que ni loco volvieras a sacarle a pasear, que la columna le dolía horrores y se le habían hinchado las piernas por andar caminando. Entonces tú te habías limitado a no invitarle a salir. Pero hoy, dado que todas las otras actividades que estuvo haciendo no fueron suficientes, supiste que no había más remedio que volver a la rutina anterior.

Le ayudas a levantarse y corres en busca de un abrigo y su bolso –varonil, que no quieres que se ponga impetuoso si le sacas aquél que se compró el otro día en el Mall, según él, porque Jaejoong hyung prácticamente lo había obligado a adquirir uno que le hacía sentir bastante femenino–. Salen juntos rumbo al Parque cercano y él comienza a hablar acerca de las cosas que deberían comenzar a hacer inmediatamente, que los cuatro meses restantes se irán volando y no quiere que el parto les tome desprevenidos.

Y es así como encuentras su humor mejorado. Se entretiene pensando en sus bebés y lo que tienen que comprar y cada preparativo para ellos. Y a ti, te enamora otro poquito.


*Habitación*

Habían discutido el tema durante semanas enteras. Había cierta predisposición para decorar la habitación dependiendo del sexo de sus bebés, pero al mismo tiempo querían dejar de sorpresa el conocimiento de ello para el final. Entonces estaba la otra disyuntiva, qué clase de ropa comprarles y juguetes y todo cuanto fuera necesario para recibirlos en casa.

Así que han pedido consejo y tomado su decisión. Han salido juntos a comprar la pintura –que por ahí has querido empezar, para no cansarte demasiado. Si es que reconoces que tienes tu dosis de pereza para algunas actividades que te exijan esfuerzo–, el blanco predominará pero han decidido hacerlo con el tema de acuario así que han adquirido otros adornos para la decoración.

Junsu está contento, incluso parece que no presta atención al cansancio de la salida y el peso de su tripa. Han regresado tarde a casa pero él ha ido directo a la habitación para los bebés y comenzado a imaginarse cómo ha de quedar. Tú prestas atención y tomas nota mental de cada una de sus ideas para procurar realizarlas al pie. Sonríes y por un instante te desconectas, te pierdes en su expresión soñadora, en sus regordetas mejillas ruborizadas y la sonrisa permanente en sus labios.

- ¡Chun! No estás escuchándome~ - te puchea y solo entonces te das cuenta de que habías dejado de atender sus palabras.

- Lo siento… - te disculpas con una solemne venia y él ríe bajito divertido por tu exagerado gesto. Lo abrazas y él al instante te perdona… - Pero podemos retomar mañana cada cosa. ¿No tienes hambre? Es tarde, cenamos, tomamos una ducha tibia y nos acostamos a descansar, ¿Mh. Te gusta mi idea?

- Pero no estoy cansado… - canturrea todavía demasiado feliz.

- Oh claro que lo estás. Pero también estás emocionado, baby. Es mi deber ayudarte a bajarle a tus niveles de energía, que ya sé que eres hiperactivo pero ahora en tu estado descansar es necesario.

- No tomas en cuenta eso cuando me haces el amor… - vuelve a puchearte, agita sus pestañas lindamente y te regala tiernos besitos.

Una hora después él está durmiendo y tú. Con rodillo en mano pintando los muros de la habitación. Tu baby lo quiere, tus bebés lo merecen. Y tú los amas tanto, que no hay manera a escapar de sus peticiones ahora.


*Hinchazón*

La doctora ya les había mencionado que aquél síntoma se presentaría incluso antes de lo que se presenta en mujeres con embarazos normales. Así que cuando tú notaste tus pies y tobillos hinchados e incómodos, asumiste que era momento de tomar otras precauciones.

- Yunho~

- Qué sucede, Boo… - te pregunta llegando a la habitación en un dos por tres.

- ¡Kawaii! – chillas emocionado apenas le ves. Te parece tan mono verle con tus delantales, la cuchara en la mano y una cofia en la cabeza –para evitar que cualquier cabello llegue a soltarse durante la preparación de tus alimentos–.

- Eh… JaeBoo… - te susurra avergonzado. Y a ti te parece todavía más mono.

Estiras los brazos y le llamas con carita mimosa pidiendo un abrazo. Él suspira y sonríe, aún con las mejillas coloradas, y te consiente. Sus brazos te rodean y al instante aspiras el aroma de su piel.

- Te has duchado sin mí… - gimoteas inconforme.

- Dormías muy tranquilamente y no quise despertarte, Boo. Además, hoy tengo que irme temprano al trabajo.

- No quiero que vayas *^*

- Tampoco quiero ir, pero será solo un momento. Tu hermana no tardará en llegar pero yo quise dejar tu desayuno listo para no darle tantas molestias.

- ¿Cuándo vas a dejar de ir?

- Cuando estés en el sétimo mes. Ya está el permiso pedido, Boo.

- Se me hinchan los pies… - dices de pronto, casi te parece a ti mismo un solo pretexto para tener su atención y quizá, evitar que se vaya.

- La doctora dijo que cuando pasara subieras los pies… - acercó unos cojines y los puso bajo tus pies, te dio un beso y acarició tus mejillas… - también que tomaras suficiente agua, nada de dejar de tomar por temor a que se te hinchen más. ¿Quieres seguir aquí, o te llevo a la estancia?

- Quiero estar contigo… - gimoteaste mimoso.

- Te llevo a la estancia entonces… - sonrió.

- No quiero que te vayas Yunho… - gimoteaste sintiendo así de pronto que en verdad querías llorar. Quedarte solo (aunque tu hermana vaya a estar contigo) no te suena agradable ahora.

- No será mucho tiempo, regresaré temprano por la tarde… - te besa más en tanto te carga con cuidado y te lleva a un sofá en la estancia, asegurándose de que mantengas los pies en elevado gracias a unos cojines… - JaeBoo, sabes que no me gusta dejarte, ¿cierto? – asientes y te dejas hacer cuando sus dedos se entierran en tus mechones y sus labios no paran de besarte con sumo cariño… - ¿Quieres que te traiga algo cuando vuelva?

- Tú serás más que suficiente, Yunho ah… - respondes y él sonríe complacido. Te regala otro beso y se interna de nuevo en la cocina para continuar con tu desayuno.

Minutos más tarde tu hermana llega, toda sonrisas porque le encanta acariciarte la tripa y espera a que sus sobrinos se muevan en una de esas oportunidades. A ti también te da ansiedad porque llegue ese momento. Y así, mientras conversas con ella y tu prometido se despide con más besos dulces que esperas te duren al menos hasta que regrese, te olvidas de la hinchazón en tus pies. Pero sabes, que aquellos síntomas no son más que otra razón para recordar que esto no es un sueño.

Es tu hermosa realidad.


~I~


*Intuición*

No es que antes te consideraras muy intuitivo. De hecho a menudo te dejabas guiar simplemente por las circunstancias sin poner demasiado de por medio más nada, no se te daba pensar demasiado –al menos no al mero estilo de ChangMin– y tampoco es que hayas sido meramente visceral. La forma en que vivías tu vida tenía que ver meramente con la búsqueda de la felicidad y la tranquilidad de tus días. Lo más que pudieras apegarte a esa realidad que cualquier ser humano busca en la cotidianeidad.

Aún así, justo en ése momento en que Junsu se perfila hacia la mitad de su quinto mes de embarazo, tú te sientes lleno de intuiciones en torno a cada cosa que sucede en él. Intuyes –por ejemplo– que espera de ti una propuesta para hablar con su familia y la tuya en una reunión compartida. Intuyes que desea sentirse más que seguro a tu lado, por encima de la propuesta de matrimonio que ha quedado ahí suspendida entre antojos, náuseas e hinchazones. Quiere que hablen formalmente de su estado con ambas familias. Aunque ellos saben de su embarazo, no han hablado con ellos como se debe, todo se había limitado a llamadas por teléfono y felicitaciones apagadas por la distancia que, sin darte cuenta, se les había revelado demasiado grande en momentos como este.

- Baby…

- ¿Sí, Chunnie? – te atiende con una de sus radiantes sonrisas, con las manos en la tripa interrumpiendo el diálogo que mantenía con sus bebés y que a ti te había tenido embobado (para variar) en su figura.

- ¿Qué te parecería una comida con tus papis y Junho, y mi mamá y YooHwan?

- ¿En serio? – sus castañas pupilas brillan emocionadas y tú te limitas a asentir… - ¡Es genial, Chunnie! Hace tiempo que deberíamos haberla planeado… - te orquesta esa serie de pucheros que te tienes más que conocidas y que, como cada ocasión, te derriten de ternura.

Te acercas y le acunas con cuidado entre tus brazos, le besas dulcemente y susurras disculpas por haber pospuesto algo tan simple pero importante como aquello hasta ahora.

- No estoy molesto ni mucho menos. He estado tan feliz pendiente del curso de mi embarazo que la verdad es que tampoco te lo dije antes porque no quería darte más cosas de las qué ocuparte… - admite con un tenue rasgo de timidez bañado con culpa.

Y tú intuyes –nuevamente– que tu querido prometido se piensa que ha de importarte hacer cualquier sacrificio por él. Le riñes suavemente y le aseguras que nada, absolutamente nada de lo que te pida será demasiado para ti, porque estás dispuesto a las cosas más inverosímiles con tal de no faltarle en responsabilidad ni mimos. Quieres hacerle feliz, y para la felicidad, el precio no existe.

- La recámara te ha quedado preciosa… - murmura de pronto mirándote con aprehensión.

Y tú intuyes (que se te ha vuelto una especie de sexto sentido) que quiere mimarte a cambio de tu proeza de la noche anterior. Que aún vas cansado y trasnochado, te duelen los brazos y la pintura no ha terminado de salírsete de la piel ahí donde, sin querer, terminaste manchándote.

- Me da gusto saber que la encuentras así… - sonríes comenzando a llenarle de besos.

Y es que no puedes evitarlo, verle ya es suficiente para querer comértelo a besos. Desde que está embarazado cada día tú lo encuentras más y más hermoso y las ganas que sentías antes, simplemente se te han triplicado. Y sabes, que él es quien intuye el dato, porque pronto sus brazos se anclan a tu cuello y suspira dejándose hacer cuando le sujetas por el trasero elevándole –con algo de dificultad, que no pesa lo mismo de siempre– y cambiando pronto de posición al estilo nupcial para poder llevarle a su habitación.

Junsu ríe divertido y abochornado, le da un poco de vergüenza saber que no le cargas ahora con la misma facilidad de unos meses atrás. Pero al mismo tiempo a veces se aprovecha para recordarte que tienes que ejercitarte más, que eres demasiado apático al ejercicio físico y que eso ayuda de todas maneras a tu salud si te empeñaras un poco más.

- Hacemos el amor casi todos los días… - aseguras. Y el casi, por si las dudas, no es porque no quieran, sino porque hay ocasiones en las que simplemente no puedes comértelo a besos.

Y por si acaso, aquello nada tiene que ver con la intuición pero se lo encasquetas. Le callas con más besos y caricias suaves. Te ha recordado que es importante mantenerse en forma. Y a ti se te olvida que te duele el cuerpo o que tienes sueño. Intuyes, que es momento de hacer el amor.


*Insomnio*

No es que te salte en extrañeza que nuevamente no puedas conciliar el sueño. Ha sido tu “pan de cada día” desde hace un par de meses –al menos entonces había llegado a estos límites el insomnio–, al principio bastaba una agradable lectura, algo de leche tibia –y no, no la de Hayami, que cuando lo arrastrabas a tus alocadas hormonas la cosa iba peor y menos dormías– o hasta ver una película de esas cursis derrochadores de miel que te ponían sensible con suspiritos tontos que te hacían pensar cada segundo en ese baka acostado a tu lado que la más de las veces dormía plácidamente como si tú no estuvieras peleando por conseguir horas de sueño de calidad.

A lo que ibas, ¡que no puedes dormir! Y te has leído ya un libro entero –fantástico a decir verdad– tomaste un vaso de leche que el tonto de tu esposo calentó para ti antes de meterse a la cama, pusiste una película pero a los 10 minutos la quitaste porque no había terminado por engancharte la trama. Y ahora estás ahí, con el ceño fruncido y peleándote con las estúpidas ovejas que corretean en tus pensamientos sin dejarse contar como se debe.

Si el baka que tienes por esposo y que duerme tan apaciblemente a tu lado no te vuelve loco con su respiración parsimoniosa, el insomnio lo hará. Te levantas –con cuidado porque la tripa te pesa horrores– y caminas con pasos tranquilos hacia la estancia, enciendes la luz y buscas por ahí en el cesto a lado del mueble junto a la entrada principal, la canastilla con hilo y agujas que antes tu esposo te había llevado. Por si te entraban ganas de tejer. Bufas y maldices nuevamente a Hayami por haberte visto a niveles tan elevados de ukecidad que lo pensó.

- Ni hablar, supongo que no hay de otra. Intentaré hacer alguna chambrita… o varias… - suspiras con resignación tras mirarte la abultadísima tripa… - Quién iba a pensarlo, tantos de una, si el muy… romántico de su papi tiene más que buena puntería.

Sonríes medio embobado y te acaricias el vientre con cariño. Esto no es un milagro cualquiera, es el más hermoso –y agotador– de los milagros.

- Sabes que no me gusta que salgas de la cama sin avisarme, ChangMin ah… - su voz pastosa entre la molestia y el adormilamiento te hace refunfuñar y estás por lanzarle algún improperio pero su sonrisa te distrae… - ¿Has decidido intentar?... – cuestiona mirándote las manos, donde la canastilla descansa básicamente apoyada en tu tripa.

- Calla… - le gruñes, más que molesto, avergonzado. Aunque contigo la diferencia no salta en obviedad. Excepto para él.

Cierra los labios en una perfecta línea recta y asegura guardar silencio. Su mirada brillante te canta una sonrisa y tú te sonrojas otro poco. Te sientas en el sofá y él te sigue dejándose caer a un lado.

- Vuelve a dormir.

- Qué clase de marido sería dejándote aquí solito… - bosteza y mira el reloj en el muro. Son más de las cuatro… - Además, de todas maneras no tardaría mucho en levantarme para iniciar el día. ¿Tienes hambre?

- No. Solo quédate ahí, baka… - suspiras y te concentras en las benditas agujas e hilo. Luego de pronto él comienza a darte indicaciones y tú pronto le tomas el ritmo… - ¿Dónde aprendiste?

- Mi madre.

- Ah.

- Me gustaría que viniera a pasar unos días en casa… - le enarcas la ceja y él te sonríe suavemente… - Es porque no puedo dejar de trabajar aún y te ha crecido la tripa demasiado.

- No soy un inútil.

- Claro que no, y eso lo sé. Pero es un hecho que no me quedo tranquilo cuando me voy y te dejo solo, te cuesta más moverte con libertad, y la tripa no dejará de crecerte aún. Es solo por seguridad y una propuesta. Pero si no quieres…

- Está bien… - admites luego sin necesidad de pensarlo demasiado. Todo y que el insomnio te habría dado la posibilidad de matarle pensando en algo. Sin embargo, sabes que esto no es algo que deba pensarse. Él tiene razón.

- Le llamaré temprano entonces… - te besa la mejilla y la textura de sus labios pegados a tu piel te hacen sentir una intensa oleada de calor que te sube desde el vientre.

- Hayami…

- ¿Sí, cariño?

- Entretenme…

Y sí, visto que el insomnio ya te había cobrado prácticamente la noche entera, ahora solo quieres que te haga el amor. Con su ridícula y cursi manera de hacerte suspirar y jadear tirado en la cama, su cabeza enterrada en tus caderas o su entrepierna enterrándose cuidadosa y tortuosamente lento dentro de ti.

¡Que sirva de algo el insomnio!
Oh bien, desde que se inventaron los pretextos…


~J~


*Juguete*

No habías querido comenzar por la compra de juguetes tan pronto, pero de regreso a casa has pasado por aquella tienda en una de las calles más comerciales de la ciudad y te había resultado imposible. Te ha hecho ilusión comprar juguetes para niño y para niña aún sin saber si tendrás varoncitos o nenitas, o qué les deparará la bondadosa suerte con los trillizos que siguen creciendo fuertes y sanos en el vientre de tu prometido.

Cuando llegas a casa Jaejoong y tu cuñada están mirando una telenovela en la televisión, ambos se enjugan lágrimas y ríen de lo más divertidos. Al menos no les dio por algún drama, lo que menos quieres es que los estados de ánimo de tu Boo se vean alterados por mirar lo que no debe. Sabías que era buena idea pedirle a su hermana que le acompañara mientras tú trabajas.

- Buenas tardes… - saludas en voz alta para atraer la atención de ambos. Jaejoong de inmediato sonríe de oreja a oreja estirando los brazos cual niño pequeño que quiere ser abrazado.

- Buenas, cuñado… - su hermana te saluda con un ligero movimiento de cabeza, pero luego vuelve su atención a la comedia romántica en la televisión y se olvida de ti y su hermano.

A ti no te importa ni te molesta su desinterés. Abrazas a Jaejoong y le das un beso a modo de saludo, mientras tus manos caen en su tripa acariciando con cariño a tus bebés. Los bolsos que llevabas con lo que has comprado quedó a lado de la puerta en el pasillo, y a ti se te olvida absolutamente todo en cuanto sientes aquella patadita bajo la palma. Y luego otra, y una más.

- ¡Se movieron! – exclamas por demás lleno de emoción.

- ¡Patean fuerte! – Jaejoong se queja con un sutil gesto de incomodidad. Parece que de pronto tus bebés deciden saludar todos a la vez y llenarle de pataditas emocionantes pero no menos incómodas.

- Hey, a umma le duele; así que con más cuidado peques… - susurras a la tripa, besándole con cariño y pasando tus manos a lo largo y ancho.

- Te hacen caso… - Jaejoong susurra entre asombrado y cansado. Los bebés todavía se mueven pero no con la misma energía.

- ¡Quiero tocar también! – tu cuñada interrumpe de pronto con algarabía. Y a ti no te molesta dejarle un momento a solas con tu prometido.

Jaejoong también se deja hacer. Después de todo tú podrías tocarle toda la noche y sentirles moverse en otros momentos. Vuelves al pasillo y tomas los bolsos con tus compras internándote en la recámara. Apenas haya tiempo se los mostrarás a Jaejoong para recibir su opinión acerca de todo lo que has comprado. Algunos peluches, sonajas y mordederas encabezan la lista de juguetes para tus bebés.

- ¡Kawaii! – tu prometido exclama de la nada y le ves adentrarse con soltura en la habitación. Su hermana detrás sonríe y encoge los hombros como dándote a entender que no es su culpa que se le haya “escapado” antes de que pudieras siquiera guardarlos… - ¡Una Hellow Kitty! – señala con alegría con aquél peluche que, de hecho, compraste para él. Y es de un tamaño enorme. ¡Si no sabes cómo no notó el gran bulto desde que llegaste! Ah sí, su prioridad habías sido tú y tus mimos.

- Como te encanta, pensé que umma también merecía un presente… - le besas la frente y él te agradece con las mejillas arreboladas de carmín. Te besa y luego decide que el peluche le acompañará cuando tú no estés ahí.


*Juntos*

Has llamado a tu madre y con alegría ha aceptado pasar unos días en Seúl contigo y tu esposo. Tomará un vuelo cuanto antes, mientras tanto tú te preparas para la siguiente tarea. Según ChangMin, ha llegado el momento ideal para decorar la habitación de sus hijos.

- ¿Crees que una habitación sea suficiente? – te pregunta mordiéndose el labio inferior con gesto pensativo.

- Pienso que es lo suficientemente amplia como para que sí…

- Me gustaría que los muros sean blancos, aunque el lila y el amarillo también son adecuados.

- El amarillo me gusta a mí. Pero el blanco nos daría más opción para hacer cambios inmediatos si así lo queremos de aquí a que nazcan.

- ¿Y algún tema? Eso nos quitaría menos quebradero de cabeza porque ya están diseñados, solo hay que hacerlos como se indica.

- Sé que Junsu y Yoochun decorarán la de sus gemelos con Acuario, y Jaejoong y Yunho han elegido tonos alegres pero sin tema fijo.

- Quiero muros blancos… - decide y tú sonríes al imaginar que es más por no querer hacer nada parecido a sus amigos… - ¿Cómo te enteraste?

- Molestando a Yoochun… - encoges los hombros y él te frunce el ceño… - No me digas que estoy viendo celos en ese ceño fruncido… - le molestas un poco y él te gruñe desviando la mirada… - ChangMin ah, es Yoochun de quien estamos hablando…

- Y tú últimamente hablas mucho con él… - te gruñe de nuevo.

- ¿Mucho? Hablamos el otro día en el Mall, y le he llamado ayer para preguntarle por Junsu, del mismo modo que llamé a Yunho por Jaejoong.

- Pudiste preguntarme a mí…

- ¿Has llamado a tus hyungs estos días? – él niega y se sonroja por insinuar algo que ni ha hecho… - Además, quería organizar alguna reunión o algo, a ustedes les hace bien verse y conversar de sus embarazos.

- Y gastarles las tarjetas… - indicó con una enorme sonrisa.

- Nada de gastos por ahora…

- Hayami~ - se te pone cariñoso y a ti te da entre ternura y risa. De que quiere algo.

- No podemos, cariño. Hay que decorar la habitación de todo a todo éste mes, así que hay que limitar los gastos.

- Gastaré mi dinero entonces… - te gruñe, para variar.

- Se te ha contagiado el hábito de Jaejoong hyung para andar de compras.

- ¡Mentira! – refunfuña y tú sigues molestándole un rato más, hasta que se queja y se sujeta la tripa mirándote con los ojos de par en par… - ¡Se movieron! 

- ¡Oh mi dios! – sonríes ampliamente y antes de que lo pienses, él ya te ha tomado las manos para posarlas en su vientre y puedas sentirles… - ¡Es asombroso!

- E incómodo… - sonríe con un ligero mohín de incomodidad cuando otra serie de movimientos se sienten bajo su tripa, dos relucientes bultitos se levantan a los costados y tú adviertes que son pataditas. El rostro se le cruza de nuevos gestos pero la emoción y contentura no se le borra de la mirada.

- Te Amo, ChangMin ah… - susurras enamorado y con devoción le besas la tripa sin encontrar palabras qué decirle a tus bebés que han decidido comenzar a mostrarse más ahí dentro.

- Y yo, baka… - corresponde con su ineludible “firma” de cariño.

Y casi sin darte cuenta admiten juntos que el amor que se tienen, así con todas sus facetas, es el único merecedor de reconocimiento del milagro latente en su vientre. Vidas ahí se desarrollan y dependen totalmente de ustedes. Te recuerdas así que no hay manera de evitar amar más a este hombre cada día.

Juntos hicieron posible que el amor surgiera, que creciera y se les clavara en el corazón.
Juntos viven este embarazo. Juntos decoran la habitación.

Juntos.
Una vida por delante que apenas parece comenzar.


*Jabonar*

Has querido tomar la ducha antes de dormir, como se te ha hecho casi costumbre en estas semanas. Yoochun la ha preparado, como siempre, tibia para ti. Te has desnudado y colocado la bata y luego dejado guiar por él hasta el baño. Te sacó con paciencia la prenda y te metió en la tina aún con más cuidado. El agua se sentía relajante contra tu piel, y sus manos comenzando a jabonarte con esponja en mano te hacían sentir más que mimado.

- Todo está listo para el fin de semana, tu familia y la mía pasarán la tarde con nosotros, así que hemos de comprar comida, ¿te gustaría algo en especial?

- Mamá me ha dicho que traerá algunos platillos, y tú mamá también me llamó para decir que sería bueno si le permito cocinar algo aquí…

- Por qué a mí no me dijeron nada de eso… - para la trompa en uno de esos pucheros que te hacen reír bajito y le muerdes los labios con gesto divertido.

- Tal vez porque apenas lo pensaron hoy y les fue más fácil marca a casa que a tu móvil. No seas celoso Chun… - susurras divertido, lanzándole un poco de agua jabonada y mojándole la playera.

- No son celos. Bueno, tal vez un poco, yo quería prepararlo todo sin que tu mami y la mía tuvieran que hacer nada.

- Ellas están encantadas, creo que estaban un poco sentidas con nosotros por no haber hecho esto desde antes; pero igual entienden que estuviéramos tan ocupados con acoplarnos a esta nueva etapa de nuestras vidas.

- Me encantas cuando hablas así, baby… - sonríe y te besa corto.

- Yo te encanto siempre~ - sonríes sintiendo su mano jabonarte el pecho y más abajo hacia el sur… - Chun… - suspiras con las mejillas calientes. Aunque ni siquiera te ha tocado “ahí”.

- ¿Quieres hacerlo tú? – ofrece la esponja pero tú niegas despacio… - Jab…jabona tú… - te muerdes el labio inferior y cierras los ojos cuando una oleada de calor te sube al momento en que la esponja pasa por tu ingle acariciando lentamente… - Ahh… - jadeas sonrojándote más… - Chunnie~

- Dime…

- Enjabóname todo… - no lees la mente pero por la mirada negruzca de tu ratón comprendes que está más que encantado con la petición.

Esa noche hicieron el amor en la ducha, con su cuerpo jabonando el tuyo entre suspiros, caricias, besos y mucho amor.

12 comentarios:

  1. wshaskkas esto se alargo mucho xDD
    pero esta mejor *-----------------*

    wiiiiiii arto bebe aaaaaaaarto bebe *--* *se hace bolita en su cama y ruda*

    hahaha pobre changmin xDDDD

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  2. ohhhh feli es el diccionario mas interesante que he leido

    Espero que lleguez hasta la Z

    jejjej gracias... te quiero un resto

    Besitos ^.~

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  3. bebés!!! bebés everywhere!!!!

    Me he pasado todo el rato con las emociones alteradas

    Muy muy lindo!!!

    esperaré las siguientes letras

    GRACIAS ♥

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  4. me eencanto es tan lindo como narras todo
    gracias feli y animo para los que siguen *w*

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  5. ahh!!!!!!!!!!!!!!!!!! *salta por toda su habitacion!!*... no puedo dejar de sentirme feliz!!!!! cada una de las palabras no las habia visto con un significado tan dulcey efimero *en mi imaginacion se llevo toda la trama como una pelicula* esperare la siguiente parte que de seguro dara muchas sorpresas como la primera...

    <3 yoosu <3

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  6. waao q hermosos!!!!
    y eso q aun falta *~*

    si q son muchoss bebés, pero yo estoy muy intrigada x saber cuantos tendra Changmin? si Jaejoong tendrá 3 o.o cuantos serán los de Changmin???

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  7. Belo bello hermoso *o* asi casi dan ganas de tener bebe CASI
    Que los 6 tienen ese toque mágico
    Como siempre amo dl ff esperoooo la segunda y tercera y cuarta parte si quieres xD
    Gracuas feli x dl fic

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  8. Oh mi Dios santo me he muerto de amor~
    Pero que preciosura de ABC esta saliendo
    Muuuuchos bebes *000*
    Me muero con los diversos antonjos,berrinches, alegrias y momentos que pasan juntos
    El Hayamin me tiene arriba de una nube rosada de amor máximo
    Esta muy muy muy hermoso
    Muchas gracias

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  9. Feli, en serio amo a las 3 parejas *^* pero sin duda acá q escribes YJ o HM.... Te luces!!! Me encanta como desarrollas cada uno de sus puntos (aunq YC es un mate de risa x'D

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  10. Han sido Hermosas cada una d las palabritas~~ *,*!!

    Soy inmensamente feliz con tanto amor y ternura d estas 3 parejitas en sus embarazos <3

    GRACIAS FELI X TAN BELLO REPERTORIO~~ ^.~

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  11. loveeeee!!!!!!!!! awwww como no habia leido esto T-T me ha encantado de la ha a la j XDDD todo tan tierno, amoroso y hermosooooo. Cada uno a su modo pero transmitiendo el amor que se tienen.

    Me ha encantadoo ahora corro a terminar de leer la otra parte ^^

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  12. no habia tenidop la oportunnidad de leerlo, entre las vacaciones de mis hijos y las de mi esposo no puedo estar mucho en la computadora.
    pero me di un tiempo y ya lo empece a leer, hasta ahora me encanto son muchos bebes de un solo tiron, pero seran recibidos con mucho amor.
    gracias por compartirlo

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”No me quejo si alguien que ha leído el libro lo encuentra aburrido, absurdo o despreciable, ya que yo tengo una opinión similar sobre sus comentarios.”
J.R.R. Tolkien