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sábado, 30 de marzo de 2013

ABC DE LOS EMBARAZOS

Título: ABC DE LOS EMBARAZOS
Desarrollado por: Felina
Parejas: YunJae, YooSu & HayaMin
Género: Romance
Clasificación: NC-18
Advertencias: M-preg, Lemon
Gracias a todas las personas que aportaron sus ideas en mi face, gracias a ustedes esto también se hace posible ;D
ABC DE LOS EMBARAZOS
(Parte 2)


~K~

*Kilos*

Aparte de que la espalda te está matando por el peso de tu vientre, ahora tienes que añadirle estos cambios de humor que –aunque no te toman tanto por sorpresa– ponen a prueba todo su arsenal de métodos de paciencia; lo sabes, después de todo es tu esposo y no por nada se ha ganado tu corazón. Un momento puedes estar de lo más concentrado tejiendo en el sofá, y al minuto siguiente le estás riñendo por no decirte cosas cariñosas como es su estilo. ¡A veces apenas va entrando al departamento! Pero a ti no te importaba, simplemente querías que él te abrazara y te mimara como lo hace siempre -¡Aunque a ti eso no te guste! Ni que fueras mimoso–. Bueno vale, hay cosas que nunca cambian, y tu terquedad es una de ellas.

De todas maneras todo lo que quieres es que te abrace apenas llega, que corra a tu lado y te bese, que te diga cuánto te ha echado de menos y te avise que contaba los minutos para poder volver a casa. Tu suegra, la agradable Sra. Mokomichi tiene ya una semana viviendo contigo, y es un amor la mujer; te consiente, se sienta largas horas a charlar contigo acerca de todas esas cosas que a los hijos generalmente llena de vergüenza y ansiedad –fue ahí donde tomaste nota mental de no permitir que tu mamá se quede a solas con tu esposo, seguro y relata todas esas vivencias de la infancia que quieres mantener ahí–, te cocina casi como Hayami –comprendes ahora de dónde heredó tan deliciosa sazón– y hasta mantiene la casa limpia por ti. ¡Todo un pan de dios! Es divertida y alegre, y te da buenísimos consejos para aliviar la presión de tu abultadísimo vientre. Sobra decir que está por demás encantada con tu barriga y los bebés que siguen moviéndose a menudo en tu panza.

Te has desviado de tema, últimamente te pasa más a menudo, como si tu mente intentara no perder el ritmo en estos meses en los que apenas y te asomas a la calle. ¡La tripa pesa demasiado! ¿Cuántos kilos has aumentado hasta ahora? Fácil como 20. Y apenas comenzará el último trimestre de la gestación.

¿Y si estabas engordando demasiado?
¿Qué si a Hayami dejas de gustarle ahora?

Vamos, que te has visto al espejo, la redondez de tu cara y lo pronunciado de tus pómulos no son nada atractivos ahora. Tampoco es sexy tu cuerpo “gordo”, con tremenda tripa que destroza tu columna y apenas te deja moverte para lo básico. Con la hinchazón de tus piernas y esos cambios de humor que te has mandado. ¿Y si te pide el divorcio?

- ¡Hayami no baka ni se te ocurra pedírmelo! – exclamaste de pronto sacando a ambos Mokomichi de foco. Madre e hijo te miraron contrariados, y tú de la nada comenzaste a llorar. Te cubriste el rostro con las manos y murmuraste muchas cosas contra tus palmas.

- ChangMin… ChangMin. Hey cariño, qué sucede… - él se ha acercado pero tú te niegas en mirarle. Sollozas y gimoteas resentido porque ya no te quiere igual, porque no te ha tocado ni ha llegado corriendo a abrazarte, besarte y llenarte de mimos como te has acostumbrado en tantas semanas… - ChangMin…

- ¡He subido demasiado de peso! – exclamas sollozando todavía más fuerte. Y él consigue apartar tus manos y enjugar tus lágrimas con sus pulgares, sonriéndote tan cariñoso como siempre, y así de rápido sientes cómo su sola sonrisa te devuelve cierta tranquilidad.

- Has aumentado lo normal. Además, a mí no me importa cuánto subas de peso, nuestros bebés lo requieren y tú también.

- Quedaré gordo cuando dé a luz, y entonces no me querrás por tener kilos de más. Seguramente me pedirás el divorcio… - le acusas sin fundamente alguno. Solo queriendo escucharle asegurarte que nada de aquello sucederá.

- ¿Se te fueron las neuronas de paseo? – cuestiona sonriéndote entre divertido y molesto. Sí, hay una extraña mezcla de ambas emociones en su mirada. Y tú lo sabes porque lo conoces. Es tu esposo. Y además te ama…

- Baka… - gimoteas sorbiendo las lágrimas.

- No me interesa si después del parto te quedas con kilos de más, no me interesa porque te conozco y sé que, como Junsu y Jaejoong, volverás a tener tu figura de antes. O casi la misma figura. Y todavía si tu silueta cambia con este hermoso milagro, te voy a seguir amando igual. No, te amo mucho más desde que me dijiste que estabas embarazado, y cuando tengamos a nuestros hijos en casa, te voy a amar otro tanto más. Así que no pienses tonterías de divorcio o de que no te querré, ChangMin.

- Es culpa de las hormonas… - te justificas de pronto con las mejillas arreboladas de carmesí. Te sientes avergonzado y sabes que tus temores ahora sí tienen mucho que ver con los cambios hormonales tan propios de tu cuerpo en estado; pero también puede que sean miedos constantes que sus palabras van a derrumbar como los muros de cartón que caen por inercia en movimiento.

- Lo sé. Malditas hormonas metiches… - sonríe y te besa. Dulce y largo como se te ha hecho adicción. Le abrazas por el cuello y quieres que se acerque un poco más, él lo hace pero toma cuidado de no apretarte la tripa.

- Hermosa pareja… - escuchas a tu suegra decir con un rintintín divertido. Sus pasos se escuchan de pronto lejanos y supones que ha ido a servir la cena ahora que su hijo ha llegado.

Rompes el beso y frunces el ceño. Sin razón alguna, solo por costumbre. Y le echas la culpa de que te ha interrumpido en el tejido y que ahora tendrás que desbaratar una vuelta y reiniciarla. Hayami asiente y acepta que le culpes, te besa y avisa que irá rápidamente a dejar sus cosas del trabajo a la habitación.

Le ves alejarse por el pasillo y suspiras, te tocas la abultadísimo tripa y sonríes. Amas al baka que tienes por esposo, y amas que ame tus kilos de más. Porque son puros kilos de amor.

~L~


*Lactancia*

Cuando despertaste esa mañana estabas preparado para la incomodidad de tu espalda o la poca energía para realizar actividades que todavía hace unos tres meses te eran de lo más naturales. Sin embargo, tras apenas unos cuantos pasos rumbo al baño porque necesitabas orinar –tus bebés presionan demasiado tu vejiga durante tus horas de sueño y lo primero que haces al levantarte es ir a desalojar–, sentiste algo extraño en tu pecho. Bostezaste y trataste de ignorar la sensación porque seguro no era nada en particular, pero cuando te cambiabas el pijama por ropa cómoda, la sorpresa se matizó en tus ojos.

¡Tenías senos! Bien, no senos como una mujer, pero definitivamente algo ha pasado en tu pecho. Tus pezones se perciben sensibles y hay una marca particular alrededor de cada uno de ellos en un tono oscuro, además hay granos en torno a ellos que sabes –tus hermanas se encargaron de explicártelo aunque tú encontrabas innecesario hablar acerca de ellos visto que eres varón–, en conjunto, son factores que indican que estás preparándote para lactar.

L A C T A R

- ¡Yunho! – tu grito hizo despertar al moreno como de rayo. Le escuchaste caer de la cama, tropezar con algún mueble camino al baño y casi dar de bruces en el suelo cuando entró.

- ¿Qué sucede? ¿Qué te duele? ¿Vamos al hospital? – cuestiona de corrido y tú solamente te dignas en colocar tus manos en tu cadera y fruncir el ceño… - ¿Qué pasa? – te pregunta notoriamente confundido.

Si no estuvieras que te tiras de los cabellos por tu reciente descubrimiento, habrías tenido tiempo de decirle que se ve particularmente atractivo con el pelo enmarañado y la almohada pintada en la cara, así como aquel caminillo blanco que desfila bajo sus comisuras. Pero no, eso no es tan importante ahora, así que pasas de largo.

- Parece que voy a lactar…

- ¿Qué?

- Que mis pezones parecen senos y estoy produciendo leche materna.

- ¿Qué, qué?

- ¡Yunho! – le gritoneas perdiendo los estribos. Lo cual no era nada propio de ti en lo que iba del embarazo. Parece que te vendrán nuevos cambios ahora con el inicio del último trimestre.

- ¡Qué! – grita a su vez, pero en respuesta confundida a tu reacción.

Entonces le llamas más cerca, que mire detenidamente tus pezones y note por cuenta propia los cambios.

- Se ven apetecibles… - murmura con voz ronca.

- ¡Babo! – y tú terminas dándole un sonoro golpe en la espinilla por tremenda tontería. Se soba y murmura un “lo siento”, aunque su voz siga sonando ronca y tú presientas que se hará una morbosa fantasía al respecto… - Tenemos que ir a consulta. ¿Y si no es normal?

- JaeBoo, la doctora ya te había advertido que era probable que pasara…

- Pero…

- Pero está bien, llamaré para sacar cita… - te asegura sin necesidad de que tú digas más nada.

Pero no se mueve, sigue ahí frente a ti mirándote el pecho. Te sientes de pronto demasiado vulnerable ante sus ojos cafés. Le ves tragar hondo y relamerse los labios. A tu adorado prometido se le antojan tus “nuevos” pezones, y tú solo consigues sonrojarte al límite y mandarlo fuera con un refunfuño que le deja algo sordo.

Más tarde cuando están en la consulta, la Dra. te asegura que todo va bien. Que es normal y que no hay nada de lo que preocuparse.

- Felicidades, podrá usted amamantar a sus trillizos.

¡Qué locura!
Aunque hermosa.


*Latido*

Desde que la doctora lo mencionó tú no pudiste evitar comprarte tu propio estetoscopio. Adoras colocarlo en el vientre de tu prometido y escuchar los latidos de los corazones de tus bebés. El ritmo armonioso de sus latidos te emboba por minutos, paseas el aparato por su vientre y te embelesas con aquella experiencia que te acerca más a tus hijos aunque no seas tú quien les lleve dentro.

- Yoochun ah, déjame escucharlos también… - Junsu te pide con una sonrisita, le entregas el estetoscopio y te deleitas con su carita regordeta tinturada de rosado mientras escucha los latidos.

Le notas cansado pero tan feliz como hace semanas. Te apresuras en buscar tu cámara de video y grabas aquella escena que le hace sonrojar avergonzado pues no lleva más que ropa interior y la bata de dormir abierta, su vientre descubierto y todo su cuerpo te parece lo más maravilloso del mundo.

- Chun… - se queja a sabiendas de que no le harás caso.

- Vamos, cuéntale a tus hijos cómo les escuchas, baby… - sonríes ajustando la imagen y captando la esencia de su hermosura.

- Por qué no se los dices tú, ¿mh? Appa ha sido el de la idea, ¿saben? Y podría pasar horas escuchando sus latidos de no ser porque luego lo interrumpo ya que también quiero escuchar sus pequeños corazoncitos… - habla entre sonrisas, sin despegarte la mirada mientras una de sus manos acaricia su tripa y la otra sostiene el extremo del estetoscopio… - ¡Chun, se mueven! – exclama de pronto entusiasmado.

- Están saludando a la cámara… - aseguras con tono soñador, acercándote con la cámara activa y enfocando la tripa de tu prometido, algunos montecitos parecen elevarse sobre su vientre y tú adivinas que son tus hijos saludando… - Umma, cómo se sienten sus movimientos, eh…

- Son como pececitos nadando de un lado a otro por toda mi barriga… - Junsu ríe y a ti te resulta imposible no perderte en el sonido de su risa. Lo que por cierto, le sonroja un poco más… - Appa la vive en su mundo desde que sabe que ustedes vendrán a este mundo a hacernos felices…

- Eso es porque appa ama a sus bebés, y a umma por darle este milagro… - aseguras acercándote para besarle despacio, descender y besar su tripa, perdiendo cuidado cuando él te roba la cámara de las manos y es quien te graba… - Te Amo, Junsu ah… - declaras sin más volviendo a su boca. Sabiendo que en un ángulo distorsionado por el movimiento aquella escena también queda grabada.

Y concedes en tus pensamientos a los latidos de su corazón tan enamorado como el tuyo, el hermoso milagro de los latidos de los corazones de tus hijos. Esos latidos que ahora se escuchan tan armónicos desde la tripa de Junsu. Los latidos que el día de mañana podrán cambiar y armonizar con una gama de emociones en las que ustedes dos serán su primer sustento. Sus primeros maestros de la vida.


~M~

*Maternidad*

Estás más que contento, con tu familia y la suya reunidos en casa. Nunca habías visto a tus papás tan contentos, ni a los de tu prometido tan cercanos entre sí aunque estén divorciados. Siempre te has preguntado qué habrá llevado a sus padres a separarse, pero supones que es probable que nunca lo sepas. Aún así, la concepción de tus gemelos trae consigo nuevas alegrías y eso te llena de gozo.

- La maternidad te ha sentado muy bien, querido. Creo que te veo mucho más lindo que antes… - la Sra. Park se dirigió a ti con sobrada alegría, acarició tu tripa y te dio algunos consejos sobre cómo aliviar la hinchazón y el dolor en la espalda.

Tu madre se mantuvo un poco más al margen, con los ojos lacrimosos de emoción, hablando con Yoochun en susurros sin que tú alcanzaras siquiera a comprender un poco lo qué habría intercambiado con él, pero no te preocupaste cuando viste la sonrisa afable en los labios de tu prometido, y el alivio matizarse en la expresión de tu madre.

Cuando sus familias se retiraron y Yoochun terminó de recoger la cocina, tú te diste tiempo de pensar en todo lo que realmente estaba significando tu nuevo rol como mamá de tus gemelos en crecimiento. La responsabilidad se perfiló entonces sorprendentemente enorme, y te dio un poco de miedo…

- Qué pasa. Te pusiste pálido, baby… - la voz de tu prometido te saca de tus pensamientos, y suspiras abrazándote a él con ligeros temblorcitos corriendo por tu cuerpo… - Junsu ah…

- Estoy bien… - susurras tras escucharle con esa preocupada voz que no tiene razón de estar aquí ahora… - Solo estaba pensando.

- ¿Y qué pensabas, eh?... – sus manos acarician tu espalda con cariño y el calor de su tacto te relaja otra vez.

- Ser padres no será sencillo, Chun…

- Claro que no.

- ¿Seremos buenos?

- Tanto como podamos, baby. No perfectos, pero nos esforzaremos por hacerlo bien. será la empresa más hermosa y llena de responsabilidades de toda nuestra vida. Pero todavía me siento inmensamente feliz por poder tener nuestra propia familia.

Sus palabras te confortan y en medio de su abrazo tus miedos se diluyen. Le amas tanto como te ama, y para ambos lo más importante de esta etapa de sus vidas, es dar lo mejor de sí. No sabes si la maternidad te hará más maduro, pero sin duda la responsabilidad de criarlos desde que se concibieron en tu vientre te hace sentir vinculado a ellos de un modo tan estrechamente suspicaz que no dejas espacio para el titubeo de aquella naturaleza. Te cuidas y dejas que te cuiden, escuchas a tu madre, a tu suegra y a cualquiera de tu confianza que se acerca para aconsejarte sobre cómo llevar tu embarazo en los mejores términos posibles. Todavía te sientes falto de muchas herramientas para ser umma, pero irás adquiriendo de todo conforme la experiencia.

- Lo haces bien ya, baby… - Yoochun te susurra acariciando tus mejillas y te besa antes de que agradezcas siquiera su comprensión.

Decides que no importa si no se lo dices, él sabe que lo haces. Y le besas de nuevo por el simple hecho de amarle. La maternidad es solo un peldaño más en tu vida, el más alto y escarpado, como el más bello e inusitado.


*Mareo*

Pese a que tienes ganas de hacerlo te ves obligado a prescindir del placentero acto sexual con tu prometido. Las relaciones sexuales han ido disminuyendo cada vez más conforme avanzas en el séptimo mes del embarazo. La presión que la tripa ejerce sobre ti te provoca algunos mareos cuando tu postura no es la adecuada, o cuando el ejercicio durante la intimidad excede los límites que tu cuerpo puede soportar en este estado.

Amas a tus hijos, pero estás seguro de que ni Yunho ni tú están sobrellevando bien esta abstinencia obligada, por más cuidadoso que es, llega un punto en la relación en que los dos buscan el frenesí enérgico del vaivén y entonces todo tu mundo se agita incómodo y casi te sientes desfallecer en medio de una peculiar oleada de placer y vértigo.

- Yunho~

- Sí, JaeBoo… - te atiende, como siempre, inmediatamente apenas le llamas.

- Quiero hacerlo… - apenas dices él ya ha tragado hondo y se masajea la nuca con marcado nerviosismo.

- Jaejoong ah, la última vez hace un par de noches me diste un susto de muerte cuando casi te desmayas al llegar al orgasmo. Quizá debiéramos esperar hasta que des a luz.

- ¡Pero faltan dos meses! Y quiero hacerlo… - gimoteas con el calor subiéndote por todo el cuerpo.

- JaeBoo, si lo que pasa es que estás ganoso con gusto puedo encargarme del asunto haciéndote un delicioso sexo oral… - ofrece con sinceridad, pero sabes que aquello no sería suficiente para ti.

- Quiero sentirte dentro…

- Pero…

- ¡Ahora!

- ¿Vas a prometer no arrastrarme a hacerlo frenético?

- Claro que sí, Yunnie~

Pero claro, no es que hubieses tenido intención de faltar a tu palabra. No ha sido culpa tuya que sus estocadas lentas te sacaran tu lado más remilgoso y que hubieses suplicado por más, arañándole los brazos, el pecho y la espalda en un agresivo intento por instarle a concederte tus deseos. Así que cuando él aceleró sus embestidas golpeando rápido y profundo en tu interior, aumentando el sofocante calor de tu cuerpo y alterando todavía más cada signo vital, no era de extrañar que sintieras vértigo, ese odioso mareo que te hacía sentir incómodo y sofocado; pero que de todas maneras no evitó que ambos alcanzaran el éxtasis.

- Tendremos que buscar otra manera de hacerlo… - le dijiste apenas te recuperaste, acomodándote en el lecho del lado izquierdo para controlar tu respiración y la presión de la caja torácica.

- O dejar de… - le fulminas con la mirada y él comprende que por su propio bien es mejor callar… - Bien, en la cita le preguntaremos a la doctora acerca de eso.

¡Ningún mareo iba a quitarte el placer de hacer el amor con tu prometido!



*Manitos (manitas)*


Como ya está cerca del octavo mes, el doctorcito que tú tanto odias –que sí, el muy desgraciado le sigue tirando el can a tu esposo y eso no te agrada para nada– les ha citado para una ecografía.

- Pretextos que tiene nada más… - piensas para ti mientras esperas a que ChangMin salga del baño antes de salir rumbo a la consulta. Últimamente la vejiga lo molesta más, y cuando le miras la tripa piensas que tu esposo es definitivamente muy fuerte porque es enorme y la espalda debe matarle con cada paso que da… - ¿Listo?

- Sí… - camino a la consulta a ChangMin se le ocurre ponerte en un dilema… - Hayami~ tengo antojo de café con plátano… - su peculiar antojo no es lo que te toma por sorpresa, sino que cuando él tiene antojo de café lo quiere específicamente de una cafetería que tú dejaste atrás hace más de 20 minutos.

- ¿Ahora? – tu esposo asintió y tú miraste tu reloj de muñeca. Ibas a decirle que si le consentías su antojito se les haría tarde, pero no tenías ganas de hacerle enfadar… - Te llevo a la consulta y mientras te revisan voy por tu café.

- ¿Y dejarme solo?  No sé si estamos en el mismo canal de comunicación pero, ¡vamos a ver a nuestros bebés! – te espeta de mal genio y tú adviertes que tomaras la decisión que tomaras, él ya se había enfurruñado.

- Si me regreso ahora por tu café se nos hará tarde.

- Pero le caemos muy bien a nuestro doctor. Seguro nos hace espacio en otra hora si se nos hace un poquito tarde… - sonríe y pestañea lindamente. Lo cual de por sí es raro en él, aunque en todos estos meses ha sido una cajita de pandora regalándote las más tiernas expresiones.

- Claro, le caemos bien porque le gustas…

- ¿Estás celoso? – asientes y das vuelta en U en la siguiente calle… - Me gusta cuando me celas. Aunque es raro y una muestra de inseguridad.

- No siempre es inseguridad. Estoy celoso porque no me agrada que te coquetee descaradamente.

- Él no coquetea.

- Oh, claro que lo hace.

- Bueno, no importa. A mí me da igual, lo único que espero de él es que nos ayude a traer a nuestros hijos a este mundo… - sonríe y le resta importancia. Tan propio de él que no te sorprende.

Tras llegar efectivamente tarde a la consulta, el doctor les indicó esperar solo a que atendiera a una paciente para poder darles turno a ustedes. Su sonrisa altanera te produjo náuseas pero evitaste pensar en ello.

- Nunca habría creído de ti que te pusieras celoso… - esa ha sido tu madre, que ha reído divertida por tu ceño fruncido. Ella había salido antes y les había alcanzado aquí en la consulta, quería aprovechar para comprar unas cosas y la sorpresa han sido varios bolsos en tu cajuela, aseguras que son cosas para los bebés.

Luego de que mantuviste bajo control tu vena celosa mientras el doctor ése le despejaba el vientre y colocaba el gel en él, el monitor te mostró a tus bebés con tanta nitidez que podías observar cada parte de sus anatomías. Uno de ellos incluso parecía estar chupándose el dedo. Y ver sus manitas ahí, tan delicadas te recordó la vulnerabilidad de tus hijos.

- Ahí están todos, gozando de excelente salud. Han hecho un excelente trabajo los dos… - escuchas al doctor decir, pero tu mirada sigue clavada en el monitor… - Les haré un DVD con la eco para que la tengan como siempre.

Cuando el doctor les dejó solos, tú te fuiste directo a sus labios besándole con renovado amor. Aquellas manitas, aquellos cuerpecitos vulnerables en su vientre, son el más hermoso reflejo de sus votos, de los lazos de sus vidas unidos en un mismo destino.


~N~


*Nervios*

Te engrandeces en la perspectiva bondadosa que posees por el solo hecho de ostentar el título de Espectador. Se siente como si tuvieras el don del Ojo de Horus, aunque probablemente sea más específico mencionar el Ojo de la Providencia, el que todo lo ve; pero realmente eso no es lo importante, esta no es una clase de historia, mitología ni egiptología. Lo único fenomenal en todo esto es tu habilidad cuasi mágica que te permite verlos en estas etapas de sus vidas.

Te atrapa la ternura, el cariño, la curiosidad y el humor –entre una amplia gama de actitudes, sentimientos y emociones que corren por tu cuerpo cada que conoces un poco más de sus historias, una de las miles que existen alrededor de ellos–; te regocijas en la facultad inherente de advertir los nervios que les afloran cuanto más se acercan al gran momento.

Sonríes y suspiras cada que ves a Yoochun siendo tierno, romántico, comprensivo y pervertido con su prometido. Cuando es Junsu quien con pucheros en el rostro suplica más mimos de los que ya recibe. Te enamoras otro tanto cuando les ves planear una vida juntos, con sus gemelos próximos a nacer.

Flotas en una nube cuando reparas en la felicidad infinita de Yunho cuando se desvive por consentir y cuidar de Jaejoong. En cada momento que ellos dos se comparten el amor de esas formas tan maduras que simplemente te hacen recordar que siguen siendo los “papás” de Junsu y ChangMin, que aunque estén en vías de tener a sus trillizos entre sus brazos, todavía sean capaces de aferrarse a aquella otra parte de su responsabilidad familiar con los chicos, que riñan a Yoochun y a Hayami cuando no son los hombres que permitieron “seducir” a sus hijos adoptivos.

Te diviertes y consideras seriamente la posibilidad de encontrarte un Mokomichi como el que tiene ChangMin. Porque adoras que haya sido capaz de enamorar al malhumorado maknae, porque te provoca todo un repertorio de sensaciones cada que descubres una nueva faceta en el menor dong bang y consientes que sea el adorable japonesito quien obtenga de él lo peor, pero sobre todo lo mejor. Que sea capaz de sacarle su lado tierno y romántico, el mimoso y celoso; que le haga perder los estribos y refunfuñar como desquiciado, todo porque está tan coladito por Hayami que no encuentra nunca las formas adecuadas para decirlo. Claro que, hemos ido aprendiendo junt@s que son las suyas justamente las adecuadas, porque así funciona ese peculiar amor-odio entre ChangMin y su esposo Hayami.

Y enumeras muchas experiencias, alimentas tu memoria de episodios de sus vidas que te llevan por un sendero imperfecto de amores correspondidos y te llenas de felicidad por ellos. Repasas el momento y chillas de pura emoción, bordean el octavo mes de gestación y, tanto como ellos, mueres por alcanzar la trigésimo sexta semana de gestación con tal de conocerlos.

Los nervios te asaltan y de solo imaginar cómo deben estar ellos a la misma espera que tú, se duplican. Y te sientes de nuevo feliz por tu peculiar habilidad para ver todo esto.

Nervios, nervios, nervios.
No falta tanto para que nazcan, ostenta también la paciencia y respira profundo. El momento está por llegar.  


*Nombres*

Seis semanas y les tendrás en tus brazos. Junsu se ha sentado con libretita y lapicero en mano en el sofá. Es momento de elegir los nombres.

- Como sabemos que será la parejita, elijamos nombres ahora Chunnie… - su carita emocionada te seduce inocentemente, y tú tienes que controlarte para no comértelo a besos.

- No se me ocurre ninguno ahora, baby… - sinceras, evitando deliberadamente mencionar que si no estás con todos tus sentidos puestos en aquella actividad es su culpa.

Junsu te muestre sus lindos pucheritos y se queja porque no te pones cooperativo. Apoya la libretita en su vientre y comienza a garabatear nombres de niño y niña que te va mencionando pero que de momento no se quedan en tu conciencia, como si entraran por un oído y te salieran por el otro. No es que estés siendo grosero o indiferente a algo tan importante como el nombre de tus hijos. Es que estás muy cansado, tras casi ocho meses de embarazo y largas semanas de actividad entre el trabajo y atender a tu prometido, las energías te van fallando y tus niveles de concentración menguando.

Quieres abrazarlo y besarle, robarte de su boca todo el elixir que necesitas para recargar baterías, pero él no te ha dejado acercarte demasiado desde hace un par de días. Cansancio, te ha alegado. Y aunque hubieras podido renegarle y suplicarle tus momentos de calidad para el cariño, por una vez en tu vida te estás esforzando por respetar al pie de la letra sus palabras. ¡Y vaya que te cuesta un mundo! Es mucho más cansino no poder hacerle el amor, que amarle así no duermas y tengas que marcharte al trabajo sin una sola hora de sueño.

- Chun Hei y Young Su suenan bien para mí, es una combinación de nuestros nombres~ - le escuchas decir con alegría, levantando la mirada de su libretita para verte a ti, con sus redondeadas mejillas coloradas y sus pupilas chocolates reflejando la contentura de su alma… - Como eres todo un seme la nena llevará parte de tu nombre, y el nene parte del mío; equilibramos nuestras personalidades.

Su lógica te arranca una sonrisa, y por un instante te obligas a concentrarte. No recuerdas a cabalidad todos los demás nombres que hubo mencionado, pero estos te gustan y se ha formado una imagen en tu cabeza acerca del futuro de tus gemelos.

- Me gustan, vamos a quedarnos con esos…

- ¿En serio?

- Chun Hei será una nena hermosa como su umma, y Young Su será un nene guapísimo como tú también…

- ¡Chunnie~! No quiero que se parezcan solo a mí… - puchea y entonces tú finalmente cedes a tus deseos, vas y tomas su boca con ansiedad y dulzura.

El tema principal está resuelto, ahora solo quieres besarle y amarle.

--//--//--

Elegir los nombres para sus trillizos fue una tarea larga pero entretenida. ¡No habías pensado en que fuera tan difícil misión! Y no ha sido solo porque a Jaejoong no le haya gustado tal o cual combinación, ni porque a él le recuerde alguien con quien pudieran haberte liado –o a la inversa–; es porque darles nombre es solo el inicio de quienes serán en el futuro, es su identidad –bien, parte de ella–. Tras la última ecografía finalmente se habían animado en conocer el sexo de cada uno de sus bebés, para así elegir adecuadamente los nombres. Dos varoncitos y una princesita. ¡Una princesa! Todavía no nace, no se diga que aún ni siquiera comienza a sentir atracción por los niños y tú ya te sientes receloso. Entiendes ahora que Yoochun se haya puesto reticente cuando supo que tendrían la parejita. Una princesita siempre era una especie de tarea doble.

- Yunho ah, deja de fruncir el ceño… - tu prometido sonríe cantarín, atrae tu atención y tú fijas tus ojos en su barriga.

- Jaejoong ah, gracias… - dices de pronto, así nada más.

Porque cuanto más avanza el tiempo tú sabes que de ninguna manera habrías podido vivir con tanta felicidad esta etapa de tu vida de no ser porque es él quien tendrá a tus hijos. Sangre de tu sangre mezclada con la suya.

- Yunho… - suspira contra tus labios cuando inclinas tu cuerpo sobre el suyo y tu rostro queda a milímetros del suyo… - ¿Por qué el repentino romance? – te cuestiona entre avergonzado y divertido.

- Porque te amo, y porque si no fueras tú el umma de nuestros hijos, no podría haber formado una familia, Jaejoong ah… - te sinceras con el corazón en la mano. Y cuando reduces la distancia probando con calma sus labios, tú sabes que es así como tenía que ser desde siempre.

- Entonces, estamos de acuerdo con los nombres, ¿verdad?

- Lo estamos… - sonríes besándole de nuevo. ¡Y cómo no estar de acuerdo! Si tú habías insistido en ellos.

Enamorado hasta la médula de tu prometido no puedes menos que cobijar a tus hijos con parte de su identidad. Jae Sun y Jae Hwa para tus varoncitos, Hyun Jae para tu princesa. Y tendrás entonces cuatro tesoros “Jae” que cuidar, como el mismísimo jade que llene de suerte sus vidas.

Y ahí, sumido en sus labios rojos que parecen incluso más dulces y seductores ahora, tú tanteas suavemente el contorno de su redondeada figura, tan exquisita que quieres marcarle de nuevo, y cuando Jaejoong te deja tocarle el pecho, tú envidias la suerte de tus hijos porque podrán probar de eso que aún no te deja.

--//--//--

Hablar del tema fue delicado. En primer lugar hubo que hacer un equilibrio entre ambas culturas. Por supuesto que el baka de tu esposo quería que los bebés llevaran nombres japoneses, y tú estabas aferrado a nombres coreanos. ¡Tanto que te habías quebrado la cabeza ideando las combinaciones perfectas!

Entonces –luego de una extenuante sesión de sexo, que la tripa no te deja disfrutar salvajemente de su pasión– acordaron echarlo un poco a la suerte. Al final la balanza fue más a tu favor, pero él se cobró la ocasión con más besos y caricias. Y cuando intentaron avanzar en el segundo round, tú descubriste que no podías, la tripa te pesaba demasiado y no tenías energías para más. Terminaron dándose placer mutuamente, pero primero él a ti y… ¡Está bien! Solo él a ti. ¡No ha sido tu culpa quedarte dormido cuando apenas te recuperabas del orgasmo y tocaba su turno!

~O~


*Omma*

Recurres de nuevo a tu poder lector del Ojo de Horus y te regocijas ante la idea de verlos en su papel de “omma”. Tan particularmente caracterizado bajo la personalidad de cada uno de ellos.

Sabes que Jaejoong será excelente porque tiene esa aura materna, porque ha sido ya omma de Junsu y ChangMin y ha cooperado con un resultado extraordinario –nada más hay que ver cómo son sus críos–; te permites una sonrisa soñadora y rememoras los viejos tiempos. Además, Jaejoong será excelente porque cuenta con el apoyo de Yunho, y una buena madre siempre es mejor cuando tiene la perspectiva paterna, o cuando se ve obligada a mediar entre los instintos sobreprotectores del hombre por funcionar como vigía de cada paso de los hijos.

Piensas en Junsu y reconoces que será excelente también, porque su tierna personalidad le permite una visión amorosa e incluso infantil para ver por sus hijos. A veces podrá parecer inmaduro y demasiado juguetón, pero todavía adviertes que serán sus hijos el punto clave para desarrollar todo ese potencial para amar, para ser omma y desvivir cada uno de sus sentidos por ellos. Y tiene a Yoochun, y en muchas formas su pelinegro novio es su principal sustento, el motivo por el que de inicio Junsu se ha permitido caer en el amor. Porque se siente seguro, y con aquella seguridad, se aventuró en la delicada experiencia de la maternidad. Una nueva sonrisa te cruza los labios y suspiros flotan en tus labios, de solo imaginarlos con sus gemelos, la ternura te sobrecoge con una insuperable sensación de buenaventura.

Ellos, como Jaejoong y Yunho, serán formidables porque lo tienen todo para ser buenos padres. Y mientras piensas en ello, te convences de que ChangMin y Hayami no lo serán menos.

Aunque haya quienes todavía piensen que a ChangMin le va más la faceta de seme inquebrantable, tú has encontrado adorable descubrir su personalidad uke, su tendencia al sarcasmo y el malhumor no reduce en absoluto su capacidad de entregarse con todo el corazón. Y aunque reniega y pierde los estribos con Hayami, su amor hizo posible el milagro latente en sus vientres, te seduce la forma tan particular con que se enamora y se deja enamorar. Te enloquece y llena de un sinfín de emociones verle tan entregado también a su etapa de maternidad. Imaginas a sus bebés llamándole “omma” y un agradable calorcito se instala en tu vientre. Sonríes como antes y suspiras también, es hermoso saberles a todos tan capaces de esta maternidad, tan indicados para el papel, tan entregados a la tarea.

Recapitulas brevemente sus historias y te convences otra vez de que son perfectos.



~P~


*Posturas*

Junsu se ha negado nuevamente a mantener relaciones contigo y eso te tiene un poco exaltado. No es que seas incapaz de vivir sin la intimidad. ¡Oh bien, tal vez sea apenas un poco eso! Pero es que no puedes evitarlo. Verle con aquel cuerpo te pone más a ser posible, sobre todo desde que se enteraron que sería capaz de lactar, sus pezones se irguen fácilmente y traslucen por encima de sus batas ligeras provocándote más. ¡Y él que no quiere sexo!

- Chunnie~ estate quieto~ - y ahí va de nuevo, con esos adorables pucheros que solo consiguen que te mueras por besarlos y morderlos.

- Baby, por qué no…

- Porque no quiero… - te sigue pucheando y tú cuentas hasta diez antes de decir nada…

- ¿No quieres? – enarcas inconscientemente una ceja mirándole con los brazos cruzados… - Hasta hace una semana no tenías problemas en que lo hiciéramos una o dos veces al menos por día.

- Pero ahora tengo ocho meses de embarazo~ - se justifica con sus tiernas caritas.

- ¿Y qué hay con eso y mantener vida sexual activa?

- Eres un pervertido *^*

- No es eso baby… - suspiras y te presionas el puente de la nariz controlando las oleadas de calor que te corren por el cuerpo. Necesitas mirarle a los ojos y no al pecho o te le irás encima…

- Entonces por qué quieres obligarme a hacer el amor… - gimotea haciendo un curioso berrinche, y solo consigue que se le abra la bata hasta dejar descubierto uno de sus pezones. Durito, erguido y oscuro… tan apetecible.

- No quiero obligarte. Y no entiendo realmente por qué no quieres, soy cuidadoso y no te lastimo el vientre.

- Pero cuando lo metes puedes lastimar a nuestros bebés~ - gimotea rojo de vergüenza. Y tú te tildas con sus palabras.

- ¿Qué? ¿Cómo voy a lastimarlos al estar dentro de ti?

- ¡Pues no sé~! Pero eres grande Chunnie ¿y si cuando penetras los lastimas? *^*

Paciencia. Es lo que necesitaste en ese momento para no reír como loco y encontrar la forma de hacerle ver que aquello no era posible. Que como cualquier pareja de padres en vías de estrenarse como tales, mantener relaciones sexuales debe ser normal. Al día siguiente terminaron en consulta, con la doctora explicándoles que no era dañino mantener vida sexual activa durante el último mes, e incluso recomendándoles algunos sitios donde poder instruirse acerca de las posturas adecuadas dependiendo de cada embarazo y pareja.

Tras aquél descubrimiento, te aventuraste junto con Junsu en clases de sexualidad para embarazadas. Y de alguna forma, Jaejoong y Yunho, como ChangMin y Hayami terminaron con ustedes.

- ¡Ni se te ocurra empalmarte en clases, baka! – escuchaste al morocho advertirle a su esposo por lo bajo.

- ¿Espero entonces a que termine para excitarme? – y al japonés responderle con una sonrisa divertida. Más reclamos salieron de labios del morocho, y Hayami se encargó de callarle con besos en el cuello que le arrancaron a ChangMin un sonoro jadeo que atrajo la atención de las otras parejas de la clase.

- Chun, se me clava algo en la espalda…

- Es Micky Jr. con demasiados días inactivo, baby…

El sonrojo de Junsu fue mayor, si la amplia sala hubiese estado a oscuras, él definitivamente habría iluminado el lugar.

- Yunho ah, probemos con esa… - escuchaste a Jaejoong decirle al moreno.

Y luego el pelioscuro simplemente se recostó, giró las piernas a un lado de modo que su vientre descansaba sobre una almohadilla, y Yunho se colocó de medio lado contra su cuerpo a sus espaldas. Yunho presionó su pelvis contra el trasero de Jaejoong y apoyó una mano en su muslo izquierdo, mientras pasaba la otra por debajo del cuello del pelioscuro. Jaejoong dijo algo sobre encontrar cómoda la postura, no le molestaba la espalda ni le pesaba el vientre, y se podían ver a los ojos y besarse con libertad. Yunho prometió intentarlo apenas volvieran a casa.

Desconectaste tu atención de ellos y volviste la mirada hacia ChangMin y Hayami. El morocho, tan dominante como siempre quiso ir arriba. La postura era sencilla e íntima. Hayami se sentó en una silla con las piernas ligeramente abiertas, ChangMin en su regazo, rodeando con sus largas piernas la cintura del japonés y equilibrándose sujetándose a su vez de los hombros de su esposo. Aunque la tripa de ChangMin es más grande que la de Jaejoong, Hayami encontró la postura cómoda y accesible para los besos, las miradas confidentes y las caricias. Tú no podías saber esto pero el japonés hoy estaba muy hablador y aunque lo hacía en voz baja, tú alcanzabas a escuchar lo suficiente como para darte ideas. Además los refunfuños y los golpes avergonzados del morocho lo dejaban todavía más claro.

- ¡Chun! – Junsu te gimoteó y cuando volviste tus ojos negros a él te encontraste con su regordeta carita contraída en una mueca de molestia… - ¿No era que querías saber cómo podemos hacerlo? ¡Me ignoras!

- Lo siento, baby… - te muerdes el labio y te pateas mentalmente. La curiosidad jugó en tu contra en un mal momento.

- ¡Ningún lo siento! ¡Chunnie feo! – te acusó volteándote la cara. Y pronto te diste cuenta de que eran la comidilla de todos los demás. El instructor también parecía divertido y tú no encontrabas manera de contentar a tu prometido.

Así que hiciste lo único que no suele fallarte. Comenzaste a mimarlo con besos cortos en sus labios y mejillas. Hasta ablandar un poco su coraza molesta y conseguir hacerte un sitio en el hueco de sus piernas. Le tumbaste sobre el tapete blando y colocaste una almohada bajo su cabeza para brindarle comodidad. Hace instantes el instructor había mencionado que la postura clásica era de las mejores en embarazos como el de tu prometido. Sostuviste tu peso a cuatro sobre su cuerpo y sentiste tu pelvis chocar contra su trasero. Todas tus alarmas se dispararon al instante y el calor se te agolpó primero en la cara, luego bajó a velocidad luz hasta tu entrepierna…

- Chunnie… - murmuró con la cara roja también, colocó sus manos en tu pecho empujando suavemente como para poner más distancia. Tragaste duro y casi inconscientemente, movido por una fuerza mayor a tu voluntad, agitaste apenas perceptiblemente tu cadera sintiendo sus glúteos frotar contra tu virilidad… - Chun, detente… - suspiró cerrando los ojos con fuerza, y tú notaste por encima de su ropa sus pezones erguirse… - Chun… - volvió a llamarte, aunque esa vez sonó más a jadeo.

- ¡Muy bien señoras y señores, la clase termina aquí! – el instructor anunció y tú le agradeciste mentalmente que lo hiciera.

Te has empalmado y todo lo que puedes hacer es respirar profundo mientras te apartas del cuerpo de Junsu y ruegas porque se te baje la emoción. No hay demasiada suerte en realidad, porque apenas entran a su casa, tú le tumbas en pleno pasillo de entrada para hacerle el amor. Y esa vez, él no se opone.


*Parto*

El gran día ha llegado, y todo lo que puedes observar son tres hombres que en momentos como aquellos casi podrían haber cedido su título de seme si tan solo supieran lidiar con los nervios y la ansiedad de las contracciones de sus respectivas parejas. Tres varones embarazados con el humor disparado hacia la tempestuosa irritabilidad con frecuentes contracciones y una personalidad desdeñosa hacia cualquier expresión cariñosa, pero al mismo tiempo demandando mimos y amor. 

Vuelves sobre las letras y descubres nuevamente tu mágico don de atraer las bondades del Ojo de Horus, dejas en alta estima esta agradable habilidad y decides continuar observando.

Yoochun ha sido el primero en colapsar de nervios, pero al menos ha sido lo suficientemente íntegro como para no desmayarse delante de todo mundo en la sala de espera, no, el pelinegro ha caído estrepitosa –y curiosamente– en el quirófano, cuando intentaba por todos los medios conseguir sostener la videocámara sin tambalearse tanto. Pero apenas vio la charola de instrumentos, las piernas le habían flaqueado, sus sentidos nublados y… se desvaneció.

- ¡Park Yoochun, levántate ahora mismo! ¡Seme insensible, tus gemelos van a nacer! ¡Joder, Yoochun si no despiertas no me tocas un pelo en lo que te queda de vida, seme idiota!

Sí, te sorprende un poco la explosión de rabieta de parte de Junsu, pero al mismo tiempo lo entiendes. También está nervioso y es él quien está acostado en la plancha de operaciones, listo para que le “rebanen” la panza y saquen a sus hijos de ahí, donde, cabe señalar, sabes que fueron inmensamente felices durante nueve meses.

El equipo de doctores y enfermeras se sorprende por el arranque del paciente, pero sonríen cálidamente mientras una de ellas corrobora que el pelinegro solo se haya desmayado, basta un poco de aire y un algodón con alcohol para hacerle volver.

- ¿Ya nacieron? ¿Dónde están? ¿Están bien? – escuchas decir al ratón y sonríes divertid@ cuando Junsu frunce el ceño y le gritonea con la cara roja de dolor por las contracciones… - Ok, ok. Estoy bien, solo ha sido un poco de cansancio y mareo y sofoco… - se convence a sí mismo pero la expresión de Junsu le dice que prácticamente lo castrará si se atreve a desvanecerse de nuevo… - ¡Ay dios! ¡No me mires así que me pones más nervioso, Junsu ah!

- ¿Tú nervioso? ¡Soy yo quien ha cargado a nuestros hijos por meses, aguantado los cambios hormonales y engordar como ballena! ¡No te atrevas a abrir tu sensual boca si no es para decir algo productivo!

- Bab… - la palabra murió en sus labios cuando el castaño le fulminó con la mirada y respiró como le habían enseñado en las clases preparto. Tú por un instante te preguntas si es que Yoochun también habrá captado que Junsu refirió su boca como sensual en aquel momento.

Los doctores luego dieron indicaciones a ambos, cuando Yoochun vio de nuevo los instrumentos tragaste hondo del mismo modo que él, entendiste su miedo y sin querer terminaste respirando como vieras a Junsu antes. El momento era tan emocionante como agobiante. ¡Los gemelos están por nacer!

La anestesia no era total, así que Junsu podía estar al tanto, mientras Yoochun grababa a distancia prudente y permitía que los doctores se encargaran de la operación, que fue relativamente corta. Cuando los bebés fueron llevados por enfermeras para su revisión protocolaria, viste a Yoochun acercarse a Junsu y mimarle en voz baja, felicitándolo y rompiendo juntos en llanto de alegría cuando finalmente –tras limpiarlos y verificar su estado de salud– colocaron a los gemelitos en brazos del castaño.

- Solo un momento, aún tenemos que hacerles unas pruebas para asegurar sus estados de salud; además la “madre” debe ser atendida también. No pasará mucho cuando estén en una habitación y alimenten a sus pequeños… - la doctora les informó y entonces tú aprovechaste para moverte a velocidad luz hacia otro quirófano del hospital.

Jaejoong aún está siendo preparado para la cesárea, y Yunho le acompaña sujetando su mano con los dedos entrelazados mientras le limpia el sudor de la frente y respira con él en cada nueva contracción. Te parece la escena más linda del mundo y te regocijas en felicidad y amor por ellos dos. Se les ve tan serenos, tan calmados –a diferencia del parto que acabas de presenciar, claro está–; sin embargo, no adulas en demasía la madurez y la entereza de ellos dos solo porque sí, ya les has visto enfrentar demasiadas pruebas en su vida de pareja como para saber que se iban a tomar esta experiencia con la debida responsabilidad.

Los rasgos de Yunho te indican sin embargo que muere de nervios, traga saliva constantemente y procura no olvidarse de Jaejoong susurrándole palabras de aliento y alivio, aunque sus ojos sigan fijos en la tripa de su prometido y tenga que soportar estoicamente los apretones que le da cuando le llega una contracción. El perfil de Jaejoong te dice también que está asustado, que cada contracción le acerca más al gran momento del nacimiento de sus trillizos. Le han puesto una bata holgada –igual que la que apenas alcanzaste a vislumbrarle a Junsu porque el ambiente allá era diferente, mucho más arisco y divertido–, un gotero que tiene que ver algo con el control de su presión arterial, le han limpiado la tripa y administrado la anestesia, ahora todo es cuestión de tiempo.

Y cuando transcurre, Jaejoong sonríe nervioso pues le indican que darán inicio. Yunho traga hondo y larga una exhalación inquieta.

- ¿Seguro que quiere seguir aquí? Este momento llega a ser perturbador para muchos padres, sobre todo si es primerizo… - escuchas a un doctor decirle. Pero Yunho se limita a asentir.

Varios segundos después, tras ver deslizarse el bisturí sobre el vientre de Jaejoong, entrecierras inconscientemente los ojos no queriendo mirar la sangre –aunque algunos ojos observadores pueden encontrar esto de alguna manera interesante y flipan dejando su total atención–; tú sin embargo, solo escuchas un sonoro ruido…

- No me diga. Jung Yunho acaba de desmayarse… - esa fue la voz de Jaejoong, y tú, movid@ por la curiosidad, abres un ojo y luego ríes casi sin querer cuando ves al moreno en el suelo, ayudado por un enfermero a recuperar el sentido, aunque tarda un poco más en volver en sí.

Mientras tanto, Jaejoong y tú ven uno a uno a los trillizos abandonar el vientre de umma. La sonrisa cansada se curva en los labios rojos, y luego sus dedos se entrelazan de nuevo con la morena mano que la cobija.

- Son hermosos como tú… - es Yunho, quien tan romántico y enamorado como siempre, se embelesa con sus pequeños, con los primeros llantos de sus pulmones estrenados y la certeza de que la sensación que le invade a él, atrapa también a Jaejoong e inevitablemente te satura a ti.

- Felicidades Sres. Son padres de tres bebés en perfectas condiciones de salud. Cuando terminemos con mami y sus bebés, se reunirán todos nuevamente en una habitación, donde podrá amamantar a sus pequeños.

Te enteras de los pormenores y corres más allá hasta el último quirófano que visitar. A ChangMin aún le están tomando los ciclos de contracciones, los doctores aseguran que necesitan esperar un poco más ya que su parto será un poco más delicado que los demás por su situación tan particular. Hayami está ahí, conciliando su mal humor y mimándole aunque su esposo solo gruña entre contracciones esporádicas.

- ¿Y si pasa algo por esperar más? – escuchas al morocho decir con aprehensión, respirando como aprendió junto con los demás.

Una parte de ti se agita ansios@ por contarle que los otros pequeñines han nacido y que él no debe preocuparse porque todos los equipos médicos que han visto están más que preparados para traer al mundo a sus bebés.

- No pienses esas cosas, los doctores están monitoreando a nuestros hijos y a ti, y presiento que conoces claramente el funcionamiento de cada aparato… - Hayami le acaricia el pelo y aparta algunos mechones que se le han pegado a la sudada frente, limpiando luego con un pañuelo todo su rostro.

Te parece una escena hermosa, pero de pronto te sientes tan ansios@ como ChangMin. Sobre todo porque, a diferencia de ellos, tú no tienes idea de cuántos pequeños esperan en su vientre el momento de nacer. Hayami mira expectante a la enfermera que revisa algo en las máquinas que monitorean a ChangMin y a los bebés, una sonrisa cruza su rostro y murmura algo como “falta poco” que no consigue aligerar tus ansiedades. Y tampoco las de ChangMin ni Hayami. Se notan entonces como padres primerizos, cubiertos de ansiedad y nervios.

Más tarde –cerca de una hora– inician realmente con el proceso para la cesárea. ChangMin mira aprehensivamente a Hayami y tú te derrites de ternura cuando le oyes pedirle que le diga que lo ama.

- Te Amo, ChangMin ah. Te amo tanto que nunca podré hacerte ver cuánto.

- Baka. Te Amo también. Gracias por estar conmigo.

El intercambio de palabras entre ambos te llena de sus sentimientos e inevitablemente una lágrima –o quizá varias– rueda por tu mejilla. La cesárea dura un poco más, a diferencia de los otros dos partos. Y tú te das de topes contra el muro porque esa vez no fue Hayami quien se desmayó presa de emociones. No, esta vez has sido tú quien perdió el conocimiento, y para cuando has vuelto en ti, la sala de operaciones está vacía.

Corres y te mueves por los pasillos en busca de la habitación de ChangMin, pero sientes un tirón en la boca del estómago y luego un remolino de emociones, sentimientos y pensamientos que te arrancan del Ojo de Horus. Te has quedado con la inquietante duda de cómo salió todo con él, pero confías en que pronto lo descubras.


*Paternidad*

Generalmente sucede, y a ti no te extraña ni te pilla en absoluto por sorpresa. Cuando un nuevo ser llega al mundo, todas las responsabilidades recaen fundamentalmente sobre la madre, y es la maternidad la que cobra fuerza con creces. Pocas ocasiones se le brinda su sitio a la paternidad, y no es que te moleste, después de todo cuando tú fuiste niño y aún en tu adolescencia y adultez, tu principal sustento fue tu madre, tu confidente y el seno en el que refugiarse para llorar las amarguras o regodear tus glorias.

Estás demasiado feliz como para preocuparte por detalles que no tienen demasiada importancia ahora. Jaejoong está en casa, tus trillizos también; y su madre y la tuya se han tomado el permiso de estar ahí al menos durante el día para echarles una mano. Mientras ambos se acostumbran a esta nueva vida y encuentran las mejores formas de apañárselas para cuidar de los tres bebés.

Mientras Jaejoong toma una siesta y tu suegra como tu madre preparan algunos platillos para la umma estrenada, tú te dedicas a observar a tus trillizos dormir. Hace unos minutos viste a Jaejoong amamantarlos y fue la escena más hermosa del mundo. Suspiraste y sonreíste al ver a tus bebés respirar tranquilamente. Estrenas tu paternidad con una enorme responsabilidad, pero estás más que listo y dispuesto a tomarla con creces.

- Yunho ah… - la voz de tu prometido te llama, y tú solamente tienes que volver la mirada a un lado. Por ahora han decidido que los nenes duerman en la misma habitación así que ni bien llegaron a casa mudaste la cuna a un lado de la cama… - ¿Aún duermen?

- Sí. Y tú deberías haberles imitado. ¿Qué te despertó? – sujetas su rostro con cariño y besas sus rojos labios. Te parece increíble encontrarle mucho más hermoso ahora tras el parto, como si el embarazo hubiera ungido en él una belleza sobrenatural que no escapará nunca de sus rasgos.

- Tú… - te sonríe y al ver sus grandes ojos negros adviertes que no está culpándote de aquello… - Soñaba contigo, con nuestra familia y no pude evitar despertar. Fue como “por qué soñarles cuando les tengo a mi lado”.

Y te encontraste de nuevo sin palabras qué decir. Te ha conmovido aquel gesto y solo quieres besarle. Tal vez ser padre vaya a llevarse mucho de tus recursos físicos y mentales, pero todavía serás también esposo y amigo. Y el conjunto de todas aquellas cosas, te hace inmensamente feliz.


*Pañales*

Tu madre sigue en casa, y desde que volvieron del hospital la suya también pasa casi todo el día con ustedes. Así que aceptas su ayuda y sales a hacer las compras. Apenas hace una semana que tus hijos nacieron y ya hay que abastecer de leche y pañales para ellos. ChangMin no produce suficiente para amamantarlos a todos y el doctor dijo que era probable que dejara de producir pronto.

“Cada organismo es diferente al lactar”. Algo así había dicho pero no te molestaste en preguntar más cuando ChangMin pareció desilusionado de aquel dato. Desde que su cuerpo había dado señales de aquella capacidad tan propia de las féminas, le había hecho gracia ser capaz de alimentar de su propia leche a sus críos.

- La leche materna posee bondades únicas que ninguna fórmula puede ofrecerle a los recién nacidos. Será maravilloso poder darles pecho, aunque extraño. Muy extraño. Si de por sí ya es raro cuando tú succionas.

- ¿No crees que será radicalmente diferente, cariño?

- ¡Cállate!

Sonríes ante el recuerdo de la escasa conversación y tomas varios paquetes de pañales de la estantería en el súper. Algunas mujeres que transitan por el mismo pasillo se te quedan viendo con miradas curiosas y hasta soñadoras. Parece que al menos en este pasillo no es muy común ver a los hombres. Sigues tu recorrido por el súper y eliges la fórmula que la pediatra les recomendó -¡Al fin una mujer y no un hombre coqueto que mirar en cada consulta!–, echas algunas latas en el carrito y continúas tu camino. Tienes ganas de consentir al umma estrenado y llevas algunas frutas, crema, chocolate y otros ingredientes para prepararle uno de sus postres favoritos.

Cuando regresas a casa ChangMin te recibe con una sonrisa sutil, se le nota aún cansado pero sus ojos continúan brillantes de felicidad. Todo ha salido perfecto con el parto a pesar de que era una operación algo más delicada.

- Llegaste a tiempo porque creo que tus hijos necesitan comer otra vez…

- Prepararé los biberones… - te internas en la cocina con todos los bolsos de las compras y comienzas a prepararles su comida.

- Me encargaré de guardar esto en su sitio, querido… - tu madre te avisa y se lleva los paquetes de pañales a la habitación de los bebés, donde sabes está tu suegra y en donde ChangMin también se ha internado luego de recibirte.

Entre los dos les dieron de comer a los pequeños, y no mucho después, luego de ducharlos a todos y tomarse el tiempo indicado para ello; llegó el momento de cambiarles el pañal. Era toda una tarea colosal porque curiosamente todos se ensuciaban al mismo tiempo, y tu madre y suegra se han marchado ya de casa –a petición de ustedes dos pues es momento de comenzar a ingeniárselas solos pues no es como si fueran a vivir siempre todos bajo el mismo techo, además de que ellas tienen sus propias responsabilidades–  

Pañales, leche, y cada mínimo detalle en el cuidado de tus hijos te mantiene fresco el recuerdo en la memoria de cuán importante es tu existencia ahora. Por ellos, por ChangMin. Por el futuro y cada día vivido.


~Q~


*Quintillizos*

No conoces de descanso ni de una buena sesión de sexo desde que diste a luz a tus bebés. Quintillizos. Dos niñas y tres niños. Toda una odisea hacerse cargo de todos ellos sin olvidar satisfacer sus necesidades básicas en el proceso de atención.

Te dejas caer en la cama sin ganas de nada, ni siquiera de meterte a la ducha, han sido semanas por demás agotadoras. Al principio tu madre y tu suegra fueron de gran ayuda, pasaban gran parte del día contigo y te echaban más que una mano, suplían de alguna manera lo que tú no estabas en condiciones de hacer pues también tenías que cuidarte la operación de tu tripa.

Hoy, a tres meses del nacimiento de tus pequeños, ansías el día en que puedas dormir más de dos horas como dios manda. Aún así, mientras tallas tus sienes y cierras los ojos buscando un momento de descanso superficial, sigues agradeciendo a cualquier ente superior que les permitió –a ti y a tu esposo, e incluso a tus amigos– este milagro. Chiharu y Chihiro son como la luz resplandeciente de tus días soleadas, tus adorables nenas; Dong Min, Min Ki y Min Kyung, los rayos cálidos en las puestas de sol de otoño, tus inquietos nenes.

Sientes un peso extra caer a tu lado en la cama, y una mano apartar los mechones de tu rostro. No necesitas abrir los ojos para saber que es Hayami, ni tampoco para adivinar que sonríe cariñoso y tan cansado como tú, que también lleva ojeras y una fina línea de agotamiento cruzándole las facciones. Y de igual manera, no necesitas preguntar nada, está tan feliz y agradecido como tú.

Al principio, cuando dieron la noticia de tu embarazo múltiple a tus amigos, su primera reacción fue la sorpresa seguido de un inclusivo silencio de dudas; más tarde, las interminables preguntas acerca de cómo podía ser posible –y entonces Hayami y tú tuvieron que revelar que habían estado en tratamiento para ver si conseguían embarazarse de gemelos al menos, por si más tarde resultaba imposible conseguir un nuevo embarazo. Fue cosa de suerte, destino y bondad divina que el resultado fueran cinco pequeñines en tu vientre.–, los riesgos que podía haber y cuestiones por el estilo. Al final, tuviste que aguantar las bromas pícaras de Yoochun. Y en eso mejor ni pensar de momento. Eres feliz, y punto.

- Vamos a ducharnos, ¿te parece, Minnie?

- No tengo ganas de mover un solo músculo… - te quejaste.

- De acuerdo… - su voz sonriente te hizo pensar cómo era que ni agotado su personalidad cambiara. Luego retrocediste y te respondiste que así como él seguía siendo tu mismo baka cariñoso, tú seguías siendo su esposo renegón.

Así que lo dejaste pasar. Unos segundos después sus caricias en tu mejilla cesaron y el peso extra en el colchón desapareció. Escuchaste vagamente sus pasos perderse hasta la ducha, el chorro del agua llenando la tina y él volviendo para sacar ropa limpia de los cajones, seguramente el pijama, aunque aún no fueran ni las nueve y las tripas amenazaran con comenzarte a gruñir. Cinco minutos después sentiste sus manos pasar por debajo de tu cuerpo y sin demasiado esfuerzo levantarte en vilo cargándote al estilo nupcial.

- ¿Qué haces? – gruñiste por inercia.

- Llevarte a la ducha…

- Te dije que…

- No tienes ganas de mover un solo músculo… - completó por ti, y por respuesta gruñiste otra vez… - Por eso te cargo, y te ducharé, cariño… - te planta un sonoro beso en la mejilla y tú decides no discutirle más.

- ¿Cómo lo haces?

- ¿Qué cosa?

- No cansarte. Estoy que muero de agotamiento y tú todavía tienes energía para una ducha compartida.

- Oh, eso… supongo que es simplemente porque amo a nuestros hijos… Y Te Amo a ti, ChangMin ah…

Te besa corto y de pronto las palabras son suficientes. Te desarma de nuevo con sus sinceridades y tú le murmuras al oído un quedito “También te amo, baka”, que le hace sonreír renovado de energías antes de comenzar la ducha.

Sí, tus cinco bebés son tu vida y la suya, y forman parte de los dos. La felicidad plena ha llegado a tus días, aunque el cansancio haya llegado aunado irrefrenablemente junto a ella.


~R~


*Reír*

Está tan contento con sus gemelos –y tuyos por supuesto– que no para de reír cuando está con ellos jugueteando entre cada cambio de pañal o de ropa, aprovechando que el pediatra les ha recomendado dejarles algunos instantes desnuditos para que no guarden humedad y se ventile la piel. Su risa sigue siendo tan escandalosa y peculiar como siempre, y te contagia como lo hace con los gemelos, que no paran de sonreír y lanzar infantiles risitas agitando bracitos y manitas encantados con sus caras graciosas y palabras aniñadas para hablar con ellos. Les sopla en la pancita o les hace cariñitos cosquillosos que los tiene más contentos cada vez.

Y tú, te sientes asombrosamente enamorado de él, como si cada vez que lo observas de nuevo ser tan buen umma con los gemelitos, renovaras los votos silenciosos de amor eterno que se juraron desde el mismo momento en que decidieron entregarse mutuamente tan valioso sentimiento.

- Aigoo~ están tan llenos de energía… - sonriendo entretenido con los pequeños, Junsu levanta la mirada para hacerte saber que ha estado consciente de tu presencia todo el tiempo.

- Creo que tienen de dónde heredar, Susu ah… - respondes devolviéndole la sonrisa, sentándote al otro lado en la cama, jugando con tus gemelos también, aunque notas que prefieren los juegos divertidos de umma.

- Ya no me dices “baby”… - te puchea lindamente y tú admites con decoro que es así. So sabes bien por qué motivo, pero el hecho de tener a tus bebés en casa, tan palpables y vulnerables, te hace dedicarles aquél mote casi en exclusiva a ellos.

- Ha sido sin prestar atención… - te empinas rozando su puchero con tus labios, dejando que sea él quien te besa con un sonoro “muak” que hace reír aún más a tus gemelos… - ¿Extrañas que lo haga?

- Por supuesto… - te sonríe cálidamente y luego su mirada vuelve a sus pequeños, que no paran de agitarse y reír aunque sean menores sus acciones, como si bastara saber que es umma quien hace curiosos sonidos con sus labios… - Desde que comenzamos a salir, era la forma en que me llamabas. Y ahora, aunque tenemos a nuestros bebés, ellos crecerán tarde o temprano, pero no sé, tal vez es egoísta de mi parte pero, quiero seguir siendo tu baby para siempre.

- Babo… - te inclinas para soplar en las pancitas de tus hijos provocándole más risas, parece anticipado pero juras que tendrán el mismo tono de tu prometido… te irgues de nuevo y alcanzas sus labios besándole despacio, saboreando el dulce néctar que encuentres siempre en cada recoveco de su boca; le besas hasta que se quedan sin aliento y te ves obligado a apartarte… - Siempre, siempre, siempre, vas a ser mi baby, Junsu ah… - prometes mirándole con cariño, mimando sus mejillas con tu nariz, arrancándole a él también algunas risitas.

- ¿Vas a volver a llamarme así, Chunnie?

- Por supuesto. Baby…

Y mientras ayudas a vestir a los gemelos encargándote del varón mientras Junsu lo hace de la nena, suspiras incontables veces comprendiendo que ha sido un poco tonto de tu parte. Porque no hay manera de que estas tres criaturas preciosas dejen de tener un significado tan especial para ti. Pero Junsu tiene razón, tus hijos crecerán y tarde o temprano incluso les avergonzaría que les llamaras “bebé”, mientras que Junsu. Oh, Junsu, será tu baby para siempre.


*Responsabilidad*

Tu vida ha tomado una serie de directrices que no sabías del todo cómo habrías de considerar en los nuevos aires que ha tomado per se. La responsabilidad ha adquirido nuevos significados ahora, no se trata solo de ti o de Yunho, ni siquiera del hecho que vayan a casarse dentro de poco por todas las leyes humanas y divinas –curiosamente, el mismo día que Junsu y Yoochun, porque así lo acordaron en conjunto– para conformar un matrimonio sólido ante la sociedad.

No, ésta sensación de compromiso con tus trillizos es tan profunda y arraigada en tus pensamientos y corazón, que te abruma cada tanto –sobre todo por las noches– cuando hay tiempo suficiente para buscar un momento de descanso en tus sueños. Temes saber que inherente a tus deseos, habrás de fallar como umma y como ejemplo, porque no eres perfecto –aunque sí perfectible– y porque, evidentemente, será un camino largo y escarpado, conocer a tus hijos. Tan fielmente a cada uno, que las sombras llegarán sí o sí sin posibilidad de evitarlo.

La responsabilidad parental –umma y appa– es la más grande de todas. Porque han de encargarse de formar a seres humanos completamente independientes, pero que dependen por entero de ustedes en sus primeros años de vida.

- La tarea es tan grande… - susurras inconscientemente, das vuelta en la cama y te topas con la espalda de tu prometido.

- No te abrumes, JaeBoo. Lo estamos haciendo bien… - te pilla por sorpresa que esté despierto, pero al mismo tiempo te alivia. Siempre te sientes mejor cuando él te escucha, cuando está ahí para cobijar tus miedos y fortalecer tus debilidades… - Duerme un poco.

- No puedo evitarlo, cada día ellos requieren más de nosotros, Yunho ah…

- Y cada día les daremos lo que necesiten, y lo mejor que podamos. En serio, Jaejoong ah, no te preocupes porque lo estamos haciendo muy bien, ellos gozan de salud, no les hace falta nada y son felices.

Estuviste por decir algo pero el llanto de los pequeños les hizo saber que era hora de alimentarse.

- Iré a preparar los biberones.

- Te espero en su habitación.

Y continúa la que aún es su rutina. El reloj marca alrededor de las cinco de la mañana y tus bebés ya reclaman alimento. Vas y te sientas en la mecedora a lado de la cuna de los trillizos y tomas a uno de ellos para comenzar a amamantarlo, en lo que Yunho regresa con los biberones tú les dejaste unas mordederas que les distraiga un poco y comenzaste a cantarles una nana. Cuando Yunho volvió, tomó al pequeño en tus brazos para darle biberón, y también te acercó a los otros dos para que les dieras un poco de tu leche y luego terminaran de alimentarles con mamila también.

Esto es solo una porción de la gran gama de acciones que tu responsabilidad –y la de Yunho por tanto– exige ahora que sus pequeños son unos humanos en formación. La fragilidad de hoy, será su principal fortaleza mañana. Y el futuro de ellos depende del éxito que hoy tengan ustedes como padres. Más, como Yunho te dice cada que te asaltan las preocupaciones, lo han hecho bien, lo harán mejor cada día, y aunque no sean perfectos, son y serán lo suficientemente buenos para ellos.

12 comentarios:

  1. bebes muuuuuuuchos bebes y barrigones a todo lo que da *--------------------------------* *rueda por su cama

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    1. Dios todo una odisea cambios de humor peso (retaguardia más pronunciada) alimentación y ese apetito de ambos diría el esposo de Minnie lindos la responsabilidad no se termina con solo el nacimiento sino que empieza el recorrido más hermoso para sus vidas.
      YooSu tan lindo como siempre y en su ultima etapa si te desmayas te castro pobre Chunnie con esa amenaza si se concentro adiós cansancio jaja lindos

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  3. me encanto ... hasta la emiocion la sentia en mi pecho todo lo describes tan bien es como si estuviera ahi muchas gracias feli :)

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  4. TAN LINDOS!!!!!!!!!! *suspira repetidas veces y se enfuaga las pequeñas gotas de lagrimas* ahhhhhhhhh todas las historias son tan divertidas romanticas y sorpresivas que lo unico que me queda decir es que lo disfruto tanto que ya no se para donde va tanta alegria despues de tantas cosas que pasas...

    muchisimas gracias por alegrarme los dias con caada pequeña historia!!!!!!!!

    <3 yoosu <3

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  5. Joder, que yo mataría por ver a JJ amamantando a YH >v> !!!

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    1. Pinche YH te odio!
      Jajajajaja el HayaMin lo amo!!!
      Me encanta que tengan tantos bebés *^* pero a la onda pobre Minnie xD 5 escuincles de un jalón o.o

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  6. awww hermoso!!!!
    todos tienen varios bebés *0*
    aunque como mixi hacen Changmin y Hayami con sus quintillizos, eso es un abuso!!!! xDD

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  7. quintillizos guaaaa esos chicos si que no pierden el tiempo para nada
    todos estan tan felices ahora que tienen a sus bebes en sus brazos ahhhh me da ganas de tener uno tambien!! bueno no mio pero en este momento si quisiera cargar al menos a uno son tan cutes me alegro que todas las parejas de stos maravillosos chicos hayan sido bendicidos con sus babys
    feli me eencanto el capi y esperare cin infinitas ansias lo que supongo sera el final muchas gracias como siempre haces feliz mi dia a dia

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  8. Fue lo mas lindo de los mas lindo que haz escrito, no se como expresarlo bien, pero me mori de ternura en cada letra hasta ahora y por Diooos era un manojo de nervios en el parto!!!
    El YooSu y el YunJae me tenian un poco mas tranquilapero el hayamin no!
    Estaba tan asustada de que les pasara algo a los bebes o a Changmin TT-TT y encima no sabia ni cuantos bebos eranFue tan dulce imaginarme todo
    Cinco retoñitos bermosos frutos de su amor <3
    Llore de felicidad con los 10 bebitos
    Muchas Gracias

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  9. <3 lo ameeeeeeeee awwwww la vida es diferente ya con los bebes, es una gran responsabilidad, pero el amor que sus padres se tienen y que kes darán será lo mejor que pueda haber, por que siempre estarán ahi para ellos.

    Me encantooooooooo y el HayaMin se llevo el premio gordo xDDD 5!! waaaaa

    Me encantooo gracias por compartir esta historia con nosotros ^^

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  10. Todo el rato con esa molestia en la boca del estómago
    por la mezcla de emociones y eso, siento yo,
    es lo que hace un éxito de alguien que escribe ♥

    GRACIAS!!!

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”No me quejo si alguien que ha leído el libro lo encuentra aburrido, absurdo o despreciable, ya que yo tengo una opinión similar sobre sus comentarios.”
J.R.R. Tolkien