ABC de los Lemons (Parte 5)

Como muchos años después ;D les traigo las últimas palabras de este ABC, disfruten~

Título: ABC DEL AMOR ÍNTIMO (Lemon)

Autora: Felina

Colaboración: Makino Mizuki

Parejas: YooSu, YunJae & HayaMin 

Clasificación: NC-18

Advertencia: Lemon

N/Felina: Se supone que son drabbles, así que no les extrañe que algunas letras sean más cortas que otras, o que haya algunas que merecen ser llamadas lemon ;D

ABC DEL AMOR ÍNTIMO (Lemon)

 

RELAMER

(YunJae)

Hay muchas maneras de entender una palabra tan sencilla como relamer, pero a ti te viene solo una en donde tu Jaejoong está desnudo, sudado y jadeoso bajo tu cuerpo, mordiéndose los labios en ese vano intento de cada vez, por callar sus escandalosos gemidos, mientras tú, hambriento de su sexo paseas tu lengua arriba y abajo con insistencia, poniéndole más caliente y duro, excitado al límite, tanto que sabes que en cualquier momento puede explotar sin siquiera avisarte. Sí, de momento este relamer es la única significación que te interesa.

- Yunho~ - Solloza tragándose unos cuantos gemidos más que le has provocado, revuelve las piernas y arquea la espalda, tú en cambio tironeas de la piel suave en la cabeza de su falo haciéndole estremecer con más fuerza.

Tu lengua se esmera en lamer cada centímetro de su extensión, te concentras en ratos en la punta, en la abertura de su pene, jugueteando ahí no solo con el músculo flexible de tu boca, sino también con uno de tus dedos o aquel vibrador de bala que dejas correr por toda su longitud, aprovechando de admirar su rostro cubierto de sudor, sus oscuros mechones pegados al contorno contrastando como siempre contra su lechosa piel. Te quedas entonces anonadado en su belleza, encuentras increíblemente seductor aquel juego de colores en su hermosa cara; los negros mechones pegados a su blanca piel, la que moteada de las mejillas te devuelve también un precioso tono carmín que hace juego con sus labios rojos como frutos maduros que claman por ser devorados por tu incipiente lujuria hacia su perfección.

- ¡Mghh~! – Gime ahogado.

Y es que justo cuando presionas con tu mano la base de su erección ardiendo, te has inclinado para besarle con gula. Tus labios aprisionan los suyos, los lames y delineas con calma antes de morderlos e hincharlos con tanto ajetreo delirante de pasión incontenida. Sus manos se arrastran por tu espalda, te araña sin medidas y termina enredando sus piernas en tu cintura, gimiéndote con seducción en el oído ése…

- Cógeme… - Que lejos de vulgar te suena excitante y tan propio de su salvaje belleza.

Porque Jaejoong puede ser perfectamente hermoso, el hombre más fino que un diamante, lindo por dentro y por fuera; pero tiene también esa particularidad de su temperamento que clama obediencia, y cuando se enoja. Oh dios cuando se enoja, reclama con fuerza lo que desea: atención, placer, tiempo, espacio; sus deseos no tienen límites en realidad.

- Yunho ya~ - Gimotea de nuevo, mordiéndote el lóbulo y el cuello, repitiendo esos pequeños mordiscos por toda tu piel morena yendo hacia abajo, succionando la clavícula al mismo tiempo que te clava las largas uñas en los omóplatos y agita su cadera buscando el contacto con tu erección.

- Me quitas el placer de hacértelo lento, JaeBoo… - Sonríes con los ojos entrecerrados y la cabeza echada hacia atrás, dejándole todavía espacio para marcar tu cuello con sus besos y mordiscos.

- Me has llenado de caricias y besos desde hace horas, Yunho.

- No han sido horas.

- Para mí sí… - eleva una ceja con fina exigencia al tiempo en que sus manos resbalan de tu espalda a tus glúteos, presionando tu trasero para acercarte más a su pelvis… - Hazlo.

- Está bien. pero voy a prepararte, Boo… - Te protesta con un curioso mohín de disgusto pero pronto su rostro vuelve a caer contra la almohada, abre sus piernas un poco más para ti y tú te acomodas entre ellas para alcanzar su entrada.

Lames alrededor de su anillo, besas sus glúteos y acaricias la ingle con paciencia. Le alteras otro poco y lo sabes, sigue gimoteando tu nombre con desespero, notas su palpitante erección temblorosa de excitación y un pinchazo te sacude el vientre. Es tan jodidamente perfecto. Relames una vez más la caliente piel de su entrada y cuando te abres paso con uno de tus dedos humedecidos en las febriles paredes internas de su boca, sientes la rugosa carne rodearte con estrechez. Cuelas una vez más tu lengua cuando dos de tus dedos se han abierto camino en su orificio. Tu lengua entra y sale, embiste con gula y él se revuelca de placer porque le encanta sentir tu caliente músculo llenándole de saliva.

Relamiste antes su falo, relames ahora su cavidad anal. Es la maldita gloria vuelta hombre. Te separas sin demasiadas ganas de abandonar el sabor de su interior, pero tu propia hombría reclama la prisión de sus paredes. Y subes otra vez hasta su boca, le besas con pasión y callas con aquel beso el gemido gutural que se atora en su garganta cuando le penetras de una y sientes todo el sofoco del momento correr por tu espina dorsal.

La ronda apenas ha comenzado, y tú sabes de antemano que todavía tienes recovecos de su cuerpo que relamer.

SEXO

(YooSu)

Para la mayoría de las personas escuchar la palabra sexo suena casi vulgar, o vulgar en el amplio sentido de la palabra. En cierta forma lo entiendes, pero venga que no puedes evitar pensar en encamarte con tu novio a cada minuto; y es su culpa que tu cuerpo delire ansioso de su roce, de su calor, de fusionarse al suyo y juntos danzar en placer. Tener sexo, hacer el amor, ser uno. En este punto de tu vida a su lado, te vale un cuerno adornar con frases bonitas el sentimiento que de sobra Junsu sabe que le tienes, porque no es que cada vez quieras simplemente tomar su cuerpo, él sabe que buscas la unión con su alma, seguir el ritmo de su corazón, afianzarte a cada fibra de su ser.

Por eso sí, mueres justo ahora por tener sexo con tu novio. Y todo lo que tus ojos hacen es seguir su silueta en la sala de ensayos, maldecir por lo bajo a toda la gente que trabaja con ustedes y enterrar bajo tierra a cada una de esas chicas que tontean –en vano– con tu adorado delfín. Le culparías también a él pero es imposible, está en su naturaleza ser amigable y lindo, tan adorable que es inevitable que cualquiera le encuentre encantador y quieran obtener de él desde su sola amistad, hasta los favores placenteros de su cuerpo que –y haya aplausos por favor– solo te entrega realmente a ti, al resto solo les da probadas visuales que enarbolan los sueños guajiros que ataca la mente de miles alrededor del mundo.

- Yoochun ah~ - Te llama, y tú clavas tu penetrante mirada en su figura aguardando por el motivo de tu nombre en sus labios.

Pero Junsu se sonroja, tenue pero lo hace, tú le conoces de pies a cabeza, al derecho y al revés y hasta en sus mínimos detalles, así que aunque para el resto él parezca no inmutarse, tú le descubres sonrojado con esa mirada brillante que te hace sonreír con cierto narcisismo. Está pensando lo mismo que tú, quiere desaparecer a todos y besarte, por lo mínimo aunque ambos sepan de antemano que hace mucho, pero mucho tiempo, los besos dejaron de ser suficientes para calmar esas ganas de amarse a cada segundo.

Sí, quiere tener sexo contigo.

Su mirada te lo grita. Te es transparente y fácil de leer como cualquier libro abierto. Y no un libro cualquiera, no; un libro de imágenes, todas y cada una de ellas mostrando su desnudez y la tuya, su sudor mezclado con el tuyo, el calor de ambos ascendiendo estrepitosamente, los besos, las caricias, los susurros incoherentes, los gemidos mal disimulados, el anclaje de su cuerpo al tuyo. Tanto, tanto que ver. Tanto que hacer. ¡Y toda esa gente por ahí estorbando!

- ¡Maldición! – Bufas por lo bajo, consciente de que la incomodidad en tu entrepierna viene de la excitación que ya ha comenzado a despertar allí.

Y el tiempo pasa repentinamente demasiado lento, y la incomodidad al sur de tu ombligo muta a un dolor insoportable que quieres calmar pegado al cuerpo de tu delfín novio. Pero Junsu sigue asediado por los demás, entre el ensayo y el cotilleo le han tenido más minutos del que querías, así que te inventas una excusa y casi sorprendiéndote a ti mismo, en cuestión de minutos se han quedado solos finalmente.

- ¿Nos vamos ya, Chunnie? – Su voz te llega a los oídos, es suave pero chillona. Está ansioso como tú, lo sabes.

- Aún no… - Susurras acercándote a él, rodeando su cintura y yendo directamente por sus labios. Le besas con ansiedad y pasión, enredas tu lengua con la suya y sacias solo un poco la sed por su boca.

Y cuando Junsu lo advierte, ya le tienes contra los espejos, desnudo y febril. Te basta una mirada para entender el reclamo mudo de su posición. Le asalta la vergüenza –como en muchas ocasiones cuando tienen sexo– y puchea como muestra de inconformidad cuando sonríes perverso y le instas a girarse pegando su espalda a tu pecho.

- Por qué siempre tienes ideas así, Chun… - Gimotea colorado hasta la raíz de sus cabellos oscuros.

- Por tu culpa…

- ¡Yo qué tengo que ver!

- Todo, baby. Llevo toda la maldita tarde viéndote mover ese cuerpazo que te cargas para todos lados, las ondas sexys de tu S Line, la forma en que se arruga la ropa aquí o allá obedeciendo los movimientos de tu cuerpo, la manera peculiar en que el sudor te corre por el contorno de la cara y se pierde en tu cuello humedeciendo tu ropa… - Relatas y notas por los estremecimientos de su cuerpo que tu voz ha sonado ronca y demandante. Te percatas de la firmeza con que una de tus manos bombea ya su erección… - Te necesito ahora, Junsu ah. No podríamos llegar siquiera al estacionamiento.

Le ves morderse los labios y mirarte a través del reflejo en el espejo. No te dice más nada, inclina la espalda y te ofrece su trasero casi con sumisión, separa las piernas y sin apartar la mirada de tus profundos ojos negros, gime tu nombre esperando por ti.

No tardas nada en prepararle entonces, la ansiedad y el deseo te nublan los sentidos y descartas la amabilidad que en otras ocasiones te caracteriza cuando intimas con él. Pero Junsu no se queja, soporta estoicamente el trato casi rudo que le das mientras tus dígitos dilatan su intimidad. Y luego, cuando finalmente tu falo le penetra, el gemido ronco que retumba en tu garganta se le contagia haciéndole jadear extasiado.

Sexo. Placer. Amor.

Cuando estás con él, es todo una perfecta mezcla de deseo y sentimiento. Así que, ¿para qué perder el tiempo buscando bonitas palabras que adornen todo aquello que él sabe que le ofreces?

Y cuando comienzas a moverte embistiendo con fuerza contra su pelvis, los gemidos agudos de sus labios te atontan y enamoran otro poco. La sesión ha comenzado.

TETILLA Y TESTÍCULOS

(HayaMin)

- ChangMin ah, te ha llegado un paquete a mi casa.

De entrada que te llamara ya había sido extraño. De hecho, antes que esto lo extraño fue que ustedes hubiesen discutido. Realmente discutido, nada de peleas de esas en las que a diario caían pero que era solo un juego tonto de parte de ambos. No, hace una semana ustedes realmente habían tenido una fuerte discusión, se habían gritado cosas que dolieron, pero que eran verdad también. Y dejando entrever algo de masoquismo, admites que pelear a punto de terminar el noviazgo, te había gustado. La sensación de tener tal poder sobre él te había maravillado, y descubriste por qué ir abajo en estos casos era perfecto; podías echarle la culpa de todo.

- ¿Y? ¿Quieres que vaya por él?

- O puedo mandártelo en un taxi si no quieres venir.

Lo maldijiste mentalmente por ser tan idiota. ¡Sigue ofendido! Todo y que la discusión no fue tu culpa, sino su estúpido sentido de posesión que últimamente ha salido a relucir, más obsesivo que el mismísimo Yoochun con Junsu –y vaya que ese ratón pervertido es cosa seria–, y más celoso que Yunho con Jaejoong –sobre todo desde que al mayor le ha dado por salir con sus amigos dejándoles publicar esas fotos que hacen rabiar al moreno–. ¡Y total que eso no es importante! ¡Si no tu estúpido novio con aquellas características refinadas en su personalidad!

- ChangMin ah…

- Yo paso en un par de horas, aprovechando que andaré por ahí.

- ¿Andarás por acá? ¿Y eso?

- ¡No me vengas con tus manías absurdas de saber cada cosa que hago o dejo de hacer, Hayami baka! – Colgaste la llamada cabreado de la nada. Bien, no es que sea propiamente nada, que te enferma que se ponga en ese plan y no tienes nadita de paciencia.

Por un momento pensaste que en cualquier instante tu móvil comenzaría a vibrar de nuevo, o que te mandaría algún mensaje. Algo. Pero no. Capaz que eras el único que estaba haciendo un drama por esto y el muy maldito estaba quitado de la pena estudiando algún libro de cocina, viendo nuevas propuestas de trabajo para modelaje o algún drama en la televisión japonesa.

- Baka… - Resoplaste fastidiado.

Y el tic tac del reloj avanzó a paso de tortuga durante las siguientes tres horas hasta que fuiste libre de marcharte y Yunho te lanzó la cátedra de todos los días acerca de portarte bien y no dejar que Hayami se aprovechara de ti. ¿En qué mundo vive el líder que sigue creyendo que te conservas virgen y casto? ¡Ni idea! Pero tampoco te apetece hablarle de la verdad y que monte en cólera de appa sobreprotector indignado con su yerno.

Iban a dar las siete cuando llegaste al departamento de tu novio japonés, te dio acceso pero te saludó con una sonrisa altanera y volvió a sentarse en el sofá de su estancia, volviendo su atención a aquel ridículo guión de una película que esperas que no haga porque sabes que hay escenas de cama –y oh sí, para dato común, aquello había sido parte de la discusión de hace una semana–; elevaste una ceja con gesto indignado y golpeteaste el pie contra el piso.

- ¿Y mi paquete?

- En la habitación.

Resoplaste molesto e ignorando las ganas de patearle el trasero, te internaste en su habitación. La pequeña caja estaba sobre su cama, intacta. Su curiosidad no había sido más fuerte que su respeto hacia tu privacidad, y eso en momentos como éste te encanta, aunque claro, no piensas decírselo. Tomaste el paquete y al dar media vuelta te topaste con sus ojos pardos clavados en ti.

- ¿Qué?

- ¿Por qué andabas aquí cerca? – Te pregunta sin rodeos y tú terminas revoleando los ojos.

- No te importa… - Le gruñes de mala gana.

- Sí me importa, mientras seas mi novio cada cosa que hagas y digas me importa. Si quieres que me valga un comino todo alrededor de ti, entonces tendrás que esperar a que vuelva a nacer y no me enamore de ti.

Maldito. Lo insultas en tus pensamientos por ser tan exasperadamente romántico cuando se lo propone. Frunces el ceño en automático porque detestas esa sensación de vulnerabilidad que sus palabras te dejan encendida en la piel.

- Entonces.

- Iré a cenar con unos amigos. Quedaron que en un restaurante-bar de por aquí.

- Así que saldrás con esos idiotas… - Espeta y tú sientes renovadas ganas de patearle el trasero. Ahí van sus celos tontos. Aunque al mismo tiempo te encanta. Sí, definitivamente Hayami lo ha vuelto masoquista. Maldito, otra vez.

- No me hagas drama de nuevo.

- No te haría drama si no fueras por ahí siendo demasiado lindo con esos amiguitos tuyos.

- Imbécil, yo no voy siendo lindo… - Gruñes casi ofendido.

- Solo cállate, ChangMin.

- ¡Qué!

- Ya que vas a largarte con tus amigos, quiero mi tiempo de calidad contigo ahora.

- ¿Tiempo de…? ¡Yah, Hayami no baka qué estás haciendo!

Protestaste aunque francamente no te opusiste en absoluto. El idiota de tu novio te ha lanzado a la cama sin miramientos, arrojado tu dichoso paquete por ahí y levantado tu playera hasta dejar tu pecho al descubierto. Su lengua ha ido de inmediato por uno de tus pezones lamiendo y chupando, mientras que el otro montecito era apresado en las pinzas de sus dedos.

- Mghh… - Gemiste mordiéndote el labio inferior, moviéndote bajo su cuerpo con inesperados temblorcitos de placer.

- Voy a probar la T de tu cuerpo, ChangMin ah… - Susurró con tono ronco, soplando el aire caliente de su boca contra tus pezones…

- ¿Q-qué?

- Tetillas para empezar… - Sonríe altanero y sus dientes mordisquean la cúpula de tu pezón.

- Ahhh… - Jadeas sintiendo el calor en tus mejillas encenderse.

Y ahí se entretiene tu novio largos minutos. Besa, lame, chupa, muerde, acaricia. Uno a uno tus pezones reciben todas esas atenciones, y el calor de tu cuerpo sube más a medida que entre todo aquello su pelvis roza contra la tuya y sientes el bulto en su entrepierna crece igualándote a su excitación.

- Y para continuar… - Tu novio sonríe al tiempo que te lame los labios y desciende sin más entretenimientos hasta tus pantalones, tirando de ellos hacia abajo junto a tu ropa interior, dejando al descubierto tu despierta erección.

- Eso se llama pene, baka… - Jadeaste intentando fastidiarle.

- Y esto… - Una de sus manos sujetó tu anatomía tras la base de tu falo… - Testículos, cariño… - presionó la bolsa entre su palma, jugando con los órganos como si fueran bolas que pronto metió en su boca saboreándolas cual dulces.

- ¡Mhh maldición! – Gemiste descontrolado, agitando las manos hasta dar con su cabeza y tironear de sus cabellos sin parar de gemir.

Hayami chupó y succionó de tus testículos antes que subir por la extensión de tu falo y engullirte con paciencia. Su rostro subió y bajó tragando y liberando tu pene una y otra vez durante minutos, al mismo tiempo que sus dedos jugueteaban en aquella otra parte de tu anatomía; el conjunto de atenciones te sofocó demasiado rápido y entonces ya no podías pensar en nada que no fuera su boca succionando o sus manos acariciándote.

Claramente, llegarías tarde a la cena con tus amigos. O tal vez no llegaras, lo que Hayami no sabe aún –porque el tonto no violenta tu privacidad– es que el paquete que ha llegado a su casa era parte de tu plan. Te apetece experimentar algo nuevo con él esa noche. Y parte del juego sí, también tiene que ver con su pene y sus testículos acordonados, penetrándote tan profundo que te duela la garganta de tanto gemir su nombre.

- Mierda, me has vuelto un pervertido.

Y para variar, su estúpida sonrisa altanera que te hace gruñir. No, justo ahora mejor gemir.

URGIR

(YunJae)

Hay situaciones en la vida en que sencillamente no se puede evitar. Deseas a tu novio. Tanto, que te ha importado un comino las especulaciones que puedan surgir a raíz de esto, le has llamado y exigido que venga a ti, le has citado en tu departamento en Japón y cuando apenas ha entrado, tú ya te la has ido encima hambriento de sus labios.

- Jaejoong… - Jadea tu nombre, mientras que tú te escurres por su cuello y sigues sin preámbulo camino al sur, hasta sus jeans, deshaciéndote de las molestas prendas que te apartan de ese trozo de carne que tanto ansías dentro de ti… - ¡Oh god! ¡Mghh! – Gime ronco, con los sentidos tal vez nublados, y es que tú te has tragado su erección de una, bombeando casi con prisas para conseguir tu objetivo.

Le sientes crecer y endurecerse dentro de tu boca; y ha servido para humectar su miembro ya que no le darás tiempo de pensar ni reaccionar para nada. Le jalas hasta el sofá y le sientas en él, tu moreno novio apenas si tiene tiempo de responder a tus besos porque ahora que has abandonado su entrepierna, puedes dedicarte a sus labios. Subes en su regazo colocando tus piernas los lados de las suyas, sujetas su hinchado miembro con una de tus manos y lo deslizas en tu entrada aunque penetre más a fuerza de presión que nada.

- ¡Mfgh! – Gimen en medio del beso.

A ti te queda un incómodo dolor inicial en la espalda baja conforme su pene gana lugar en tu interior. Se siente demasiado caliente y duro, como un trozo de hierro hirviendo enterrándose dentro de ti. Y se siente demasiado bien.

- ¡Dios! ¡Adoro tu ego porque puedo contenerlo!

Sus dedos se clavan en tu cintura. Y solo entonces parece consciente de tu desnudez, de eso que no notó cuando le abriste la puerta atacándole cual auténtico felino a la caza. Apoyas tus manos en su pecho y comienzas a subir y bajar, te apartas de su boca pero no de separas, dejas caer tu frente contra la suya mientras continúas con aquellos movimientos y su aliento embriagante se mezcla con los jadeos de tu boca.

- Jae… Jaejoong… Jae… - Gime tu nombre y es todo el sonido que sale de su garganta conforme toman ritmo y aumentas la velocidad y la profundidad de tus movimientos.

Y sonríes complacido porque esto te fascina, saber que es todo lo que hay en su mente, que eres todo lo que siente su cuerpo. De un momento a otro se levanta cargándote en brazos, embistiendo unas cuantas veces contra tu comprimida cavidad en aquella posición, colando desprevenidamente un dedo más allí, haciéndote temblar de placer y una pequeña punzada de dolor.

- Eres tan… fuego puro, Jaejoong… - sonríe contra tus labios antes de besarte de nuevo y con renovada pasión, como si efectivamente tomase consciencia de absolutamente todo.

De la misma necesidad que tiene de ti. Toma rumbo a la habitación, pero a medio pasillo te empotra contra la pared golpeando de nuevo y con más fuerza contra tu trasero, su pelvis choca contra tus glúteos y su falo se entierra profundo haciéndote gemir alto, aferrándote a sus hombros aunque todavía pienses que no es soporte suficiente, que enredar tus piernas en su cintura tampoco contiene todo ese placer que te corre de pies a cabeza.

Unos minutos más tarde sientes tu espalda contra la suavidad de tu cama, y su cuerpo ha ido con el tuyo sin dejar de embestirte. Esta es la urgencia que no podía esperar más, la necesidad de su cuerpo pegado al tuyo, de todo su calor y desenfrenada lujuria golpeando con ímpetu contra tu intimidad.

VIGOR

(YooSu)

Sabes que le has sorprendido, y sonríes gustoso por haberlo conseguido. Rara vez eres tú quien toma la iniciativa en todo esto de la intimidad, generalmente te dejas llevar por sus caricias y besos, por sus sonrisas lascivas y su mirada lujuriosa. Pero hoy, tú has comenzado con todo, desde las insinuaciones en el elevador, hasta los besos y las caricias con doble intención.

- Junsu ah… - susurra tu nombre y tú sientes una repentina vergüenza cuando escuchas el tono áspero de su voz. Está excitado al límite y si no te ha arrancado la ropa a tirones es porque aún están a medio pasillo camino al departamento.

- Yoochunnie~ - Jadeas involuntariamente cuando sientes sus manos apretujarte el trasero… - A-abre… el código… el código lo cambiaste tú…

- ¡Mierda! – Bufa por lo bajo y se aparta solo lo suficiente para teclear en la barra de acceso el código al departamento… - Por eso no quería comprar aquí, una llave sería mejor.

- No seas quejumbroso, Chun… - Sonríes divertido y cuando la puerta les deja dentro, tú vuelves a besarle anclándote a su cuello y restregando tu cadera contra la suya.

Y es entonces cuando vuelves a preguntarte cómo es que Yoochun suele aparentar ser un hombre más bien demasiado tranquilo y sin un cuerpo demasiado atlético; porque lo que es su vigor, siempre sale a relucir cuando hacen el amor. Y es que de pronto te carga en vilo como si no pesaras nada, y notas bajo tus manos los músculos en sus brazos, y en sus muslos cuando se inclina un poco sin soltarte ni ningún otro apoyo más que su fuerza para mantenerte al vuelo.

De alguna manera se las ingenia para alcanzar tu virilidad estimulándote con pasión. El sonido húmedo de su boca succionando tu erección te distrae de tu objetivo, y toda su fuerza y energía mandan por el caño tus planes de seducirle y mandar un poco esa noche.

Pronto ha conseguido prepararte y su caliente erección penetrado en tu estrecha cavidad. Embiste con ímpetu arrancándote impúdicos gemidos de placer. Recorre con sus manos tu cuerpo y besa cada centímetro de piel a su alcance. No sabes el momento en que te ha desnudado, ni mucho menos cómo fue que llegaron a la ducha o por qué, pero cuando el tibio chorro de agua cae sobre tu espalda, tus manos encuentran algo de soporte en las baldosas mientras que él se sujeta a tu cintura y agita su pelvis contra tu trasero con frenesí, gimiendo en tu oído, dejándote sentir su pecho pegado a tu espalda, cada parte de su anatomía fundiéndose a la tuya.

- ¡Ahh~ Chun! – Gimoteas sin control, te tiemblan las piernas pero no puedes desfallecer aún. Una de sus manos ha ido a parar a tu miembro, bombea al ritmo de sus estocadas y eso te altera mucho más. Presientes el orgasmo cerca pero intuyes que no parará allí.

Sientes en el furor de sus besos y el poder de sus embestidas, que la noche no le será suficiente para agotar todo su vigor.

YEMAS (Dedos)

(HayaMin)

Casi nunca te muestra ese lado suyo, pero cuando lo hace no desaprovechas la oportunidad de disfrutarlo. Por eso te dejas hacer, le permites dominar la situación a su antojo y aprecias el suave tacto de las yemas de sus dedos paseándose con parsimonia por cada centímetro de tu piel. Te explora con lentitud, como si fuera la primera vez que descubre los palmos de todo tu cuerpo y tú suspiras para él en un gesto de lo más romántico que puedes esperar al hacer el amor con tu morocho novio.

- Me gustas demasiado, ChangMin ah.

- Hayami baka, no hagas confesiones cursis ahora… - Te refunfuña pero tú puedes ver ese rubor esparcirse por sus mejillas que te hace sentir afortunado.

Sonríes y le besas sin refutarle, no quieres arruinar el momento y prefieres disfrutar de sus caricias lentas hasta que él mismo cambie el ritmo de todo. Acaricia cada línea definitoria de los músculos en tu pecho mientras pasea sus labios por la línea de hombro a hombro. Le sientes demasiado cómodo y relajado ahí, sentado en tus piernas, ambos desnudos y sudorosos pues no hace más de diez minutos que han tenido un orgasmo. Contemplas sus acciones y te convences de que es un hombre que cada día te puede sorprender con su temperamento. Estás tan estúpidamente enamorado que no imaginas una vida sin él.

- Todavía estoy abierto… - Te dice sonriendo de medio lado, vislumbras un dejo de lascivia en su mirada y definitivamente sus palabras son claras para ti. Sabes lo que quiere… - Pero me apetece la sensación de las yemas de tus dedos en mi interior… - Se ruboriza pero no retrocede en absoluto.

- Como quieras, cariño… - Sonríes altivo y él te golpea con fuerza en el pecho antes de tomar tu mano y chuparte los dedos.

Cuando los llena de saliva tú los diriges a su entrada, dos dígitos resbalan con facilidad, sientes la humedad de tu semen dentro y comienzas a frotar tus yemas contra la rugosa carne de su anillo.

Observas su cara y sonríes ante la expresión placentera de su rostro. La forma en que sus labios se ladean en una sonrisa de gozo y apoya sus manos en tu vientre mientras –tal vez inconscientemente– agita su cadera buscando mayor contacto con tus dedos. Agregas un tercer dígito y emulas embestidas profundas y lentas, tu novio se contorsiona con mayor disfrute sobre tu cuerpo. Admirarle tan sumido en el placer que tus dedos le proporcionan irgue de nuevo tu falo.

- ChangMin ah…

- ¿Mhh? – Por un segundo dudas entre si fue un monosílabo como cuestionamiento, o un verdadero gemido.

- Quiero metértela…

- Aún no… - Te gruñe a ojos cerrados, mordiéndose luego el labio inferior mientras tus tres intrusos aumentan el ritmo y él parece todavía embelesado con aquel placer. Casi podrías envidiarte a ti mismo porque son tus dígitos y no tu falo los que obtienen aquellas expresiones de sumo placer.

- ChangMin ah…

- Un poco más ¡mhh!

Sonreíste con algo parecido a la ternura al escucharle así. Apartaste un momento tus ojos de su rostro cruzado de placer y recorriste su cuerpo sudado hasta toparte con su entrepierna. El pene alzado sudaba el líquido preseminal pero incluso él no se ha tocado ni una sola vez, sus manos siguen en tu vientre, arañando y presionando. Así que decidiste ayudarle, dejaste caer tu mano en su falo y comenzaste a bombear. ChangMin abrió los ojos por unos instantes, gimió ronco y alto echando la cabeza hacia atrás. Un par de minutos después de las embestidas de tus dedos y el bombeo de tu mano, tu novio se corrió derramándose en tu vientre.

- Eres despiadado, cariño.

- Por qué, baka…

- Te has corrido y yo sigo duro.

- Quejica… - Sonríe y se hace un poco hacia atrás, lo suficiente para que tu pelvis quede a la altura de su rostro. Lame tu extensión un par de veces y luego te traga por completo.

- ¡Mghh! – Gimes ronco entrecerrando involuntariamente los ojos, un minuto después te es inevitable llevar de nuevo tus dedos a su interior, solo para asegurarte de que sigue dilatado porque cuando menos lo espere, entrarás en él sin treguas.

¡No piensas perder ante las yemas de tus dedos!

ZÍPER

(YunJae & YooSu)

Piensas por un momento que el sueño de todas es tener la oportunidad de estar ahí, de dejar libre ese lado morboso que nos impulsa a pensar “oh sí, me gustaría estar allí, en el mismo espacio que ellos, sofocarme en su calor y morir desangrada por la hemorragia que colapsará mis sentidos cuando vea sus cuerpos desnudos danzando en un cadencioso vaivén”. Oh bien, es casi el pensamiento de todas nosotras, algunos más obscenos que otros –te permites una sonrisa y luego simplemente la risa abandona tu garganta, no lo has podido evitar–; la mente es tan ágil y despierta, que bueno, simplemente es imposible evitarlo. Así que vuelves la mirada en todas direcciones y mientras te aseguras de que nadie más espía por ahí, te regocijas en la oportunidad de envestirte con el Ojo de Horus, ya antes lo has usado y su perspectiva te ha sido por demás extraordinaria.

En cuanto el Ojo de Horus te permite el ingreso a su mundo, tus ojos reparan en una primera escena que te hace sentir abochornada pero al mismo tiempo sumamente curiosa. Están ahí Jaejoong y Yunho, el primero recargado en la mesa del comedor, y el segundo con sus manos atascadas en la delgada cintura del mayor; sus labios pegados en un beso fogoso y húmedo. Pronto aquello no parece suficiente para ninguno de los dos, una de las manos del moreno se desliza hacia el centro hasta la hebilla del cinto que sacó en segundos, luego deslizó el zipper del jean y coló su mano en busca de aquel trozo de carne caliente que cuando emergió entre la prenda te hizo sentir un increíble sofoco que golpeó con fuerza contra tu cerebro. Apenas estaban comenzando y tú ya te sentías al punto del desmayo.

Abanicas tu rostro en un intento fútil por alejar todo aquel bochorno de tu rostro, cuando Yunho gimió ronco y pudiste notar que ya no era solo su traviesa mano la que bombeaba la erección de su novio, sino que Jaejoong le devolvía la atención y ambas erecciones estaban al aire siendo manipuladas por la expertas manos del otro. Sus gemidos comenzaron a sonar entonces más altos y constantes, se miraban con deseo y unían sus labios en desesperados besos cargados de pasión.

Luego de pronto un tirón en el vientre te hace respingar y la escena se distorsiona en círculos que te marean unos segundos antes de sentir que de nuevo eres dueña de tu cuerpo. La vista se te vislumbra de nuevo con claridad y entonces enfocas a una pareja completamente diferente.

Yoochun está recargado en lo que te parece una puerta metálica de emergencia, de esas que ves en las grandes empresas modernas. O algo por el estilo, y que francamente te tiene sin cuidado ahora. Porque ya que has notado al peliazabache con aquella expresión de placer, te sofocas de nuevo al descubrir cuán ágil puede ser Junsu para deslizar el zipper de sus pantalones y hacerse de su erección, lamiéndole como si fuera una paleta, con esa sensualidad inocente que el delfín posee y que usa en situaciones como esta para brindarle una excitante felación a su novio.

Te tiemblan las piernas y buscas desesperadamente unos pañuelos para la sangre que sabes te escurrirá en cualquier momento por la nariz ante la escena tan caliente.

Pero entonces Yoochun insta a Junsu a subir, le besa con fuego y se encarga de bajarle los pantalones –y te entra la curiosidad por saber cómo es que les has pillado a los cuatro en la similitud del zipper ahora–, acaricia sus glúteos sin dejar de besarle, los aprieta hasta dejarlos rojos y luego los separa, notas un dedo cruzar entre ellos y delinear su intimidad –así te percatas de que te sofoca el calor, de que has olvidado encender la cámara y de que el tirón en el bajo vientre se siente peligrosamente cercano–.

Junsu gime contra los labios de Yoochun y tú ladeas el rostro buscando un mejor ángulo para observar cómo el dedo del pelinegro presiona contra su anillo haciéndose espacio en su interior.

Esto te parece de lo más interesante y excitante, pero el Ojo de Horus te abandona demasiado pronto y tú casi lo maldices y haces rabieta. Culpas a la escritora y hasta te pones en plan de mandarla al demonio. Pero todavía estás ligeramente agradecida de que el Ojo de Horus te haya permitido un vistazo, tal vez reconsideres la posibilidad de encontrar este ABC como algo bueno.

Pero solo tal vez. La realidad sin embargo es, aunque en cierto modo pese, que este ABC ha llegado a su inevitable…

FIN

No es que no me sepa el abecedario xD es que las letras K, W y X no encontramos palabras que tuvieran relación con la intención de este ABC e.é