Miniserial ISTAR Parte 3

ISTAR

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Tercera Parte

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Reino de Rúnya

La propuesta del Príncipe Jung fue aceptada por los otros sin titubeo alguno. Después de aquello, los príncipes Kim finalmente compartieron el delicioso banquete. Los dragones se alejaron de allí con un impecable vuelo, incluso silencioso, el batir de sus alas se escuchaba como un murmullo común de las ventiscas otoñales que cubrían la faz. Una vez terminado el banquete, los anfitriones invitaron a sus visitantes a sus aposentos, y cuando los hubieron conocido les dieron absoluta libertad de recorrer el reino a su antojo y placer.

De este modo, el primogénito Kim acompañó al Príncipe Jung a conocer los recintos exteriores destinados al entrenamiento de sus caballeros. Los Príncipes Shim y Mokomichi tomaron rumbos diferentes hacia los jardines y bosques más allá de las puertas del palacio. Mientras que castaño y pelinegro caminaban juntos por los diversos pabellones y pasillos del palacio.

- Nenya se ha vuelto mucho más hábil desde la última vez que nos vimos… - el de mechones castaños sonreía alegre, viendo al lobo correr y adelantarse a ellos varios metros antes de detenerse a esperarles, olfateando todo a su alrededor con quisquillosa curiosidad… - Eso significa que tu magia también ha mejorado, Yoochun-elda.

Cuando el Príncipe Yoochun supo que el Príncipe Junsu podía hablar con Nenya se sorprendió, ya que en toda Anarion solamente hay un receptor por cada animal místico, y solo se convierten en sus receptores cuando los animales así lo deciden. Esto sucedió hace algunos meses, cuando el soberano de Rómen conoció al menor de los Kim en uno de sus viajes a lomos de Narvinyë explorando los territorios en Anarion más allá de Rúnya.

- Parece que así es. Además Nenya me permite conocer más de su conciencia, antes casi no me dejaba entrar en su mente y ver sus pensamientos. Complicados por cierto… - el peliazabache sonrió, más por contagiarse del gesto del castaño que por otra cosa.

- La mente de los animales así es, Yoochun-Inya… - el castaño canturreó feliz, dando curiosos saltos siguiendo al lobo. El peliazabache por su parte incluso se sonrojó, esta es la primera vez que el menor de los Kim se dirige a él de aquella manera. Suyo, por supuesto que el Príncipe Park no debatiría pertenecerle puesto que en cierta forma desde que se conocieron, ya le había entregado parte de él.

- Cuidado con lo que piensas, Yoochun-Enta. Veremos si te atreves a negar que la atracción por el Príncipe Junsu atolondra tus sentidos… - Nenya habló con el peliazabache, derramando sus pensamientos más allá de las palabras que sonaron en la mente del humano haciéndole sonrojar.

- ¿Mh? ¿Yoochun-Inya, enfermaste? – el castaño regresó sobre sus pasos, posando la palma de su mano sobre la frente del peliazabache para corroborar su temperatura.

- Estoy bien, Junsu-Lissë. Ha sido solamente una reacción normal por la falta de descanso luego del largo viaje.

- ¡Oh, es verdad!... – el castaño se sonrojó al caer en cuenta de aquello… - Mis sinceras disculpas por mantenerle ocupado, Príncipe Park.

- Yoochun-Inya suena mejor en sus labios, Junsu-Lissë.

- Y el halago de su manera de llamarme ahora un cumplido que agita mi corazón, Yoochun-Inya.

Ambos príncipes sonrieron suavemente, mirándose con detenimiento y una agradable sensación revoloteando en sus almas. Nenya se sentó sobre sus patas traseras olfateando el humor de ambos muchachos. Relamió su hocico y luego aulló. El sonido del lobo tuvo nuevamente la atención del castaño, cuyos ojos brillaron emocionados al escuchar su canto, acompañándole entonces con un tararear dulce que mantuvo entretenido los oídos del soberano de Rómen.

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El primogénito junto al Príncipe de Formen terminaron en un salón circular en uno de los corredores del ala sur. La estructura se levanta entre pilastros de mármol y hormigón, los pisos de piedras naturales perfectamente distribuidas y talladas, el alto techo en cuya superficie se pintaron dragones de diversas razas, y en los costados, amplios ventanales que permiten la entrada de luz de sol o de luna, así como de los elementos del clima día con día.

- Este es el salón principal en el que Junsu y yo nos entrenamos cuando así lo queremos. Ninguno de los caballeros del palacio puede acceder a menos que lo autoricemos, a veces entrenamos juntos, a veces por separado, y la más de las ocasiones lo hacemos solos.

- Jaejoong-Vanima… - aquella expresión en voz del de tez morena era un halago para el primogénito Kim. Una forma de llamarle “bello”, y era esa la manera en que el Príncipe Jung se refería al pelioscuro siempre que podían reunirse a solas como en aquel momento.  

- Yunho-Melko… - El primogénito suspiró.

- Para qué hablar de esas cosas que de todas maneras ya sé, cuando podemos establecer otro tipo de diálogo, Jaejoong-Vanima.

- Me halagas con doble intención, Yunho-Melko… - el pelioscuro sonrió sutilmente, sujetando con gracia las prendas de seda que cubren su cuerpo con galas sensuales.

- Desde que viniste a mí en mis sueños, no he podido dejar de pensarte. Eres una especie de fantasma revoloteando siempre a mi alrededor. ¿Qué me hiciste, Jaejoong-Vanima? Que no puedo sacarte de mi mente.

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- ¡Lo siento!

- ¿Acaso nunca has visto a un hombre desnudo?

La escena resultaba cómica, graciosamente extraña, y al tiempo, vergonzosa. El Príncipe de Númen había llegado hasta aquella cascada sin pensarlo, simplemente por caminar de aquí para allá por todas partes en los bosques del reino. El Príncipe de Hyarmen estaba dentro del río, cerca de donde rompe la cascada en la superficie, refrescándose un poco mientras el cielo se torna completamente oscuro y las estrellas toman su sitio en el firmamento.

La tez tostada del Príncipe Shim reflejaba con impresionante sensualidad las gotas de agua que mojan su piel; los largos mechones oscuros caen sobre su nuca y a la altura de sus hombros. El Príncipe Mokomichi había alcanzado a vislumbrar aquella viril y provocadora silueta, ganando un peculiar sofoco que calentó sus mejillas al tiempo en que se obligó a voltearse.

- No es particularmente común hacerlo en Númen, Príncipe ChangMin.

- De cualquier manera, no es que me esté viendo completamente, Príncipe Hayami. ¿Por qué la vergüenza?

- Simplemente pienso que invadir su privacidad es una falta de respeto, Príncipe ChangMin.

El morocho soltó una risa que el soberano de Númen no supo interpretar apropiadamente. Escuchó el rumor de las aguas agitándose al paso del Príncipe Shim y tragó hondo, la curiosidad por volver la mirada y verle en el esplendor de su desnudez lo tentaba peligrosamente.

- Si estuviera ante los ojos de Isilmë seguramente me avergonzaría de la verdad que zozobra mis pensamientos.

- ¿Cuál piensas que es la razón por la que los reyes de Rúnya no se han presentado ante nosotros? – el soberano de Hyarmen cuestionó en tanto se colocaba la ropa sin importarle lo mojado de su cuerpo.

- No lo sé. Probablemente ellos no estén en el reino.

- ¿Sabes lo que se dice sobre ellos?

- Supongo que los rumores deben ser los mismos en toda Anarion, Príncipe ChangMin.

- ¿No tienes curiosidad por saber si es verdad?

- Pienso que la belleza sobrenatural de los Príncipes Kim, y el hecho de que sus dragones sean tan poderosos, son muestra suficiente de la magia que debe correr por sus venas.

- Pero los Elfos ya no habitan más sobre Anaryon, y se dice que las ninfas se extinguieron hace mucho tiempo, cuando antiguas civilizaciones temieron tanto a la magia que mataban sin remordimiento a las criaturas que no podían comprender.

- Sería entonces peligroso para los Príncipes Kim que se supiera la verdad sobre su legado, ¿no lo cree, Príncipe ChangMin?

- Lo creo. Por eso me pregunto cuáles son las verdaderas razones que los motivaron a convocarnos y pedirnos que conformemos un tratado de paz. Cuanto más lo pienso más dudas tengo. Ellos han admitido viajar a los otros reinos, es como si no temieran llegar a caer en manos del enemigo.

- Es porque no creo que ellos conciban a los reyes de los otros reinos como sus enemigos.

Tras intercambiar aquellas palabras, ambos príncipes guardaron silencio unos momentos. Tiempo en el que el Príncipe de Númen fue invitado por su igual a volver la mirada alegando su completa vestidura.

- ¿Es cierto lo que se cuenta sobre los unicornios de Númen?

- Es usted muy curioso, Príncipe ChangMin… - Mokomichi sonrió, consiguiendo un tenue sonrojo de parte del otro.

- El hombre no podría alimentar sus conocimientos sino manifestara sus curiosidades en los momentos en que se le presenta la oportunidad, Príncipe Hayami. Sin embargo, si mi cuestionamiento le incomoda, no me tomaré a mal su silencio.

- No malinterprete mi comentario, Príncipe ChangMin, no me incomoda en absoluto su pregunta. Sin embargo, me temo que necesito que me diga claramente qué es lo que se cuenta en Hyarmen sobre los unicornios de mi reino.

- Que estar ante uno de ellos es igual a mostrar el alma. Que ellos pueden ver dentro de ti más allá incluso de lo que nosotros mismos podemos conocer. Que llegan tan profundo en la conciencia del hombre, que es imposible engañarles o mentir delante de ellos.

- Sí. Los unicornios son sensibles al alma de los hombres, capaces de contactar con cualquier resquicio de magia, y por ello, ver tanto como quieran de ti.

- Las injurias no deben existir en Númen entonces.

- Se equivoca en eso, Príncipe ChangMin. Pese a que debiera ser así, desde que los unicornios decidieron establecer lazos con receptores como yo, algunos han usado el poder de los unicornios para su propio beneficio, y la magia de tan nobles criaturas ha servido para escribir los peores episodios en la historia de mi reino.

- ¿Cuándo te volviste receptor de tu unicornio?

- Cuando tenía seis años. Te contaré la historia cuando pueda presentarte a Isilmë.

- ¿Así se llama tu unicornio?... – el soberano de Númen asintió.

- ¿Qué hay sobre los grifos de Hyarmen? ¿No viajan tampoco con sus receptores?

- ¿Isilmë no viajó contigo porque no quiso?

- No confiaba en el destino de este viaje, así que le pedí aguardar a mi regreso en Númen.

- Mi grifo se llama Linta, no ha viajado conmigo porque pensé que no sería necesario contar con su presencia. Linta aprobó mis razonamientos, pero mantiene una parte de su mente conectada a la mía.

- ¿Puede hacerlo a esta distancia?

- Sí, aunque requiere de mucha magia y concentración; pero hemos estado juntos hace mucho tiempo, conocemos nuestros límites y sabemos cuándo debemos romper el lazo.

- Confía tanto en mí como para contarme esto, Príncipe ChangMin.

- En realidad, pienso que si usted se expresa como lo ha hecho hasta ahora, es porque es bondadoso. Y la bondad es una cualidad que va acompañada con la confianza, Príncipe Hayami.

Ambos soberanos se sonrieron, sintiendo de pronto como si hubiesen encontrado a un amigo con el que pueden conversar sin temor a ser engañados o juzgados. Sin embargo, no saben cómo ha de ser su visita en los otros reinos, y la caravana comenzaría unos días después, luego de descansar lo suficiente para retomar el viaje.

Continuará……

Seguimos con los capis cortos~ pero bueno, si ustedes no se quejan yo tampoco ;D y como hoy escribí doble mi ratón anda cansado, probablemente haya incoherencias X.x 

Ya Ne!