**Capítulo 17. Ángel De Fuego**
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- sé que quieres la Fuente Arkhaika y que necesitas el emblema de la raza híbrida y su sangre para entrar en Gizeh… - extendió el pergamino que llevaba en sus manos… - domina esto y tendrás acceso a criaturas malignas que te obedecerán, podrás sembrar caos, dominar el mundo y ni el Gen de Dragón podrá enfrentarte… - Yoo Hwan esperaba en verdad que su plan funcionara, por ello se mostraba temerario, libre de toda emoción, su mente vacía de todo sentimiento por los suyos…
- interesante, debo admitir… - Michael se paró ante el adolescente, pero no tomó el pergamino que se le extendía… - pero he aprendido a no confiar en nadie, ni siquiera en el vasallo más fiel… - Tulkas se movió incómodo a su lado, sintiendo un dolor a la altura del corazón… - la traición va de la mano con la cautela, así que, vamos a entrar juntos… - se hizo a un lado e hizo una reverencia… - tú por delante…
Yoo Hwan esperaba aquello, y de hecho estaba en su plan. Caminó por la llamada Calzada de los Muertos en la ancestral ciudad de Teotihuacan, yendo directo hacia la Pirámide del Sol, la peculiar arquitectura ocultaba en lo profundo de sus entrañas una Cámara donde se encuentra el Velo de la Muerte.
Tulkas encendió las antorchas dispuestas a la altura de medio muro alrededor de la Cámara, iluminando la habitación en cuyo centro se encuentra la tarima de piedra sobre la que reposa el arco de piedra antigua resquebrajada por el pasar del tiempo, y donde el velo de la muerte pende inmóvil.
- increíble, por siglos nadie logró interpretar la correcta ubicación del Velo, siempre que intentaban entrar en cualquier Cámara de las diversas pirámides del mundo, éstas se negaban a abrirse. Me sorprende tu ingenio, Yoo Hwan… - el ojiazul caminó con prudencia en torno al velo, admirando con sigilo las inscripciones de escritura itálica en los bordes de la pilastra, los muros cincelados con figuras de bestias y otros jeroglíficos cuyo significado eran un misterio… - también lograste traducir el hechizo que lo activa?
- solo tienes que leerlo… - el adolescente extendió por segunda ocasión el pergamino. Pero nuevamente Michael no lo tomó.
- léelo tú mismo… - ordenó con tono mordaz, no despegando sus ojos de los del chico, sabía que intentaba leer su mente, pero nada encontraría en ella. Tulkas miraba minuciosamente el velo, demasiado tranquilo para no temerle.
- “Con letras muertas y vestigios del pasado, Él llegará investido en su magnificencia a proclamar como propio lo que oculto está en el hermano gemelo de la doncella fiel, visto solo por ojos místicos a través del espejo universal estaré el reflejo del encanto”…
Tras cada una de estas palabras cambios comenzaron a producirse sobre la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna, un rayo de polvos dorados emergió de la luna y otro de brillos plateados del sol, encontrándose al medio de la calzada de los muertos y de cuya fusión resultó un líquido de color turquesa que se absorbió en el suelo para brotar en una línea circular en torno a la pilastra del velo.
- “despierta lo abominable y libera sobre el mundo sus peores entrañas, nacidas de la Naturaleza pero corrompidas por la ambición “Avaritia fidem, probitatem, caeteres artes subverit”… -
El velo comenzó a ondear suavemente. Aullidos y murmullos arrojados comenzaron a provenir desde el interior de éste, una última frase debía ser pronunciada para que las puertas de aquella dimensión se abrieran y la prisión en que criaturas infernales han permanecido por siglos caerá.
Pero Yoo Hwan no tenía pensado terminar el hechizo, lanzó una onda de energía que consumió el fuego de la cámara casi en su totalidad, dejando apenas luz para distinguir la silueta de Michael y Tulkas, hechicero que se movía entre las sombras pero que en cada eclipse lunar se ve sometido a la voluntad de la luz, atado a ésta por mínima que sea. El menor Park se movió tan rápido como pudo, necesitaba un solo ataque preciso para lanzarlos a ambos al interior del velo, ya que con el hechizo hasta ese punto nadie puede salir, pero si entrar.
Concentró toda su energía mágica en una ráfaga que lanzó contra los magos, pero solo escuchó una carcajada burlona salir de la garganta de Michael. Que con solo levantar la mano se cubrió con un escudo telepático en donde rebotó su ataque.
- me crees tan estúpido y débil para caer en tu trampa, sólo eres un chico ingenuo… - lanzó una onda telepática que retumbó en la Cámara e hizo que Yoo Hwan se estrellara de espaldas contra un muro, arrancándole un gemido de dolor… - ahora tu hermano no deber tardar en llegar, y a cambio de tu vida y la de tus padres no podrá negarse a servirme… - el menor Park sintió las manos ásperas de Tulkas levantarlo tomándolo por el cuello, presionando su garganta, cortándole la respiración.
Se había equivocado… había hecho justo lo que Michael quería…
Cuatro fuentes de polvos de distintos colores aparecieron en la cámara.
- Yoo Hwan… - el pelinegro ni siquiera pensó, simplemente movió su mano apuntando hacia Tulkas, y al girarla hacia un lado, el hechicero fue expulsado lejos de su hermano.
- no tan rápido, Park Yoochun… - el ojiazul atrajo al menor Park con su poder telequinético, antes de que el pelinegro hubiera podido dar siquiera un paso más. Tulkas poniéndose en pie como si nada hubiera pasado.
- Michael Fox… - murmuró con rencor el pelinegro.
Minnie se había acercado directamente a la pilastra, iluminando con una antorcha las inscripciones, buscando el último indicio sobre la ubicación de la Fuente Arkhaika y su relación con Nemetos Nertomárus y el propio velo… y por ende, la raza híbrida.
Junsu, Jae y Yunho a lado de Yoochun, los cuatro frente a Michael y Tulkas, listos para atacar o defenderse. El líquido alrededor de la pilastra levantándose con finos hilos que se movían como tentáculos en torno al velo.
- adolescentes con coraje y determinación… - Michael tenía a Yoo Hwan levitando a su lado, asfixiándolo con su poder telepático lentamente.
- ¡deja a mi hermano, ahora!... – ordenó el pelinegro, la sangre hirviendo, sus ojos marcados por una sombra que al pelirrojo le recordó lo penetrante de la de aquel dragón en el lago.
- claro… como quieras… - sonriendo con sorna, el ojiazul hizo levitar a Hwan cerca, muy cerca del velo… - en verdad deseas que lo suelte…
- ¡¡no!!... – porque de hacerlo, su hermano entraría en el velo… - ¿qué es lo que quieres?... – cuestionó, a pesar de saber la respuesta…
- a ti… - respondió con simpleza, sin apartar a un Yoo Hwan…
- no… Yoochun… no lo hagas… - habló su hermano con dificultad, sintiendo cómo el oxigeno entraba menos a sus pulmones…
- de acuerdo… -
- Chunnie… - murmuró con temor el pelirrojo, mirando a su novio de reojo, no bajando la guardia…
- Yoochun… - habían pronunciado a la vez Jae y Yunho…
- ¡lo tengo!… - soltó de pronto el menor. Atrayendo la atención de Michael.
Los cuatro chicos aprovecharon ese instante de distracción y atacaron. El más ágil era Yunho, así que se movió con impresionante velocidad y saltando sobre Yoo Hwan alcanzó a evitar que cayera en el velo cuando Michael lo soltara al verse flanqueado por tres distintos hechizos. Pero era más experimentado y peligroso, y no estaba solo, acompañado por Tulkas, atacaron al unísono a Yoochun lanzándolo contra un muro, causando un terrible golpe que casi lo dejó inconsciente. Y Junsu enardeció por ello y explotó su ira en una lluvia de fuego que se cernió sobre los magos oscuros, los hilos levantados en el hierática se movieron ahora buscando tomar a todo aquello que respirara en la habitación.
Era una defensa del velo, una última memoria del poder de los Arkhaikos que Yunho viera en aquella visión retrospectiva, hilos de agua sagrada que defendían la quimera del velo de la muerte ahora profanado pero no concluido. Hilos mortíferos que se liberaron atacando a todos los presentes, Michael y Tulkas evadían aquello con relativa facilidad, Jae y Junsu también esquivaban a tiempo cada embestida, pero Yunho, Yoo Hwan, Yoochun y Minnie estaban teniendo algunos problemas al respecto, los hermanos Park porque se encontraban debilitados, el moreno por ser mago clase 3 y el menor porque parecía ser el blanco principal de tal acometida.
- debe ser porque descifraste las inscripciones… - el pelioscuro trataba de mantenerse cerca de Yunho, para protegerlo dado que los hechizos que su novio usa no tiene poder suficiente para contrarrestar los hilos de hierática.
- hay que irnos… - el pelirrojo ya estaba a lado del pelinegro, ayudándolo a mantenerse en pie, pero Yoo Hwan y Minnie estaban más alejados, prácticamente acorralados contra uno de los muros al lado contrario.
- tráelo… - Tulkas obedeció el mandato de Michael, levitando se acercó hasta el YooSu, atacó al pelirrojo para que se separaran.
Y obtuvo éxito, puesto que ambos chicos terminaron saltando a lados opuestos al esquivar el ataque del encapuchado y a la vez burlar los hilos… o al menor haberlo intentado, Junsu fue sujetado por brazos y piernas y jalado hacia el velo. Yoochun vio con temor a su novio siendo llevado hacia aquel manto oscuro y sin dudarlo se levantó lanzando ráfagas al por mayor emanando desde sus manos, mismas que cortaban cada hilo que se acercaba a él. El pelirrojo se movía tratando de librarse, pero los amarres absorbían parte de su magia con cada intento. Michael observó con detenimiento el actuar de esos dos en particular.
- amor… es la cosa más absurda… pero una excelente aliada… - los hilos seguían chocando contra una barrera telepática, pero él mismo sentía cómo poco a poco era debilitada… pero quería esperar un poco más, ver de lo que era capaz Yoochun…
El pelinegro lanzó ráfagas hacia los hilos que tenían apresado a Junsu, justo cuando estaba a poco menos de medio metro del velo. El pelirrojo suspiró con alivio y al disponerse a bajar de la tarima de piedra, una onda viniendo desde Michael lo impulsó hacia atrás. Pero no cayó en el velo…
Porque Yoochun lo había tomado de la mano y había tirado de él lanzándolo hacia delante, sus miradas se cruzaron unos instantes… antes de que nuevos hilos enredaran al pelinegro y lo empujaran dentro.
- Chunnie… - murmuró con los ojos abiertos de par en par por temor, mientras caía al suelo y veía cómo su novio desaparecía dentro del velo.
- Junsu… - había sido lo último que murmurara el pelinegro, con la mano estirada como pretendiendo tomar la de su novio, pero todo desapareció de su vista cuando entró en el mundo dentro del velo de la muerte.
Podría ser que el tiempo se haya detenido, que su corazón se hubiera congelado, que todo sea un sueño, una terrible pesadilla. Pero el grito lastimero que salió como un lamento desde su garganta le hice saber al pelirrojo que era la cruenta realidad.
- ¡¡Chunnie!!...
Todos se habían quedado impresionados por la desaparición del pelinegro tras el velo, pero se estremecieron como si la muerte hubiera rondado entre ellos cuando escucharon el grito desgarrador de Junsu. Y los hilos de hierática parecieron calmarse con su lamento, porque volvieron a formar el círculo en torno a la pilastra, sin moverse, tranquilos, como el propio velo.
Yoo Hwan estaba en shock, había ocasionado la muerte de su hermano?
Junsu no dejaba de gritar, había incluso intentado subir a la pilastra y entrar en el velo, vaya a saber dios con qué intenciones claras. Solo quería estar con Yoochun. Pero Jae lo había alcanzado a abrazar por la espalda y alejarlo, pero se removía insistentemente entre sus brazos tratando de liberarse, sin parar de gritar el nombre de su novio, llorando con gruesas lágrimas que resbalando por sus mejillas marcaban el dolor albergado en su alma. Podía sentir el tatuaje en su espalda arder y era como una brasa que quemaba su corazón.
Michael maldijo por lo bajo, eso no estaba en sus planes, perder al mejor postor por el Gen de Dragón. Vio a Yoo Hwan salir de su asombro y buscar el pergamino del hechizo por todas partes, hasta localizarlo en el suelo a unos metros de él. Se acercó y lo tomó con temblorosas manos. Era cuestión de proferir el último verso del hechizo y las puertas del velo se abrirían y su hermano volvería… junto con las criaturas infernales… pero eso no importaba… no… solo traer a Yoochun de regreso.
Pronunció aquella última frase… pero nada pasó…
- es imposible… - escucharon al menor hablar… Junsu aún luchando contra Jae, considerablemente más débil… - una vez que un alma pura ha caído dentro, el velo no abrirá las puertas de esa otra dimensión… -
- ¿de qué estás hablando?... – cuestionó el moreno, Yoo Hwan arrugó el pergamino entre sus manos, sintiendo una punzada en el corazón… había matado a su hermano… el pelirrojo miró con rencor a Minnie.
- de lo que está inscrito en la pilastra… - pero no pudo seguir hablando, Junsu se había zafado de brazos de su hermano y directo hacia él había ido, tomándolo por el cuello…
- te equivocas, Chunnie volverá… él no puede… él volverá… - sus lágrimas marcando nuevamente esos surcos en sus mejillas, el dolor marcado en sus ojos, sintiendo cómo su rencor volvía a sucumbir ante la pesadumbre… Minnie bajó la mirada. No se había equivocado, el hecho de que no pasara nada cuando Yoo Hwan pronunciara la última frase lo demostraba.
- lo siento… - murmuró. Y Michael sintió que entonces nada tenía que hacer ahí. Aunque aún tenía la sensación de que algo faltaba, ni siquiera se molestó en atacarlos, en deshacerse de ellos… presentía… que los necesitaba con vida y unidos… y despareció junto con Tulkas.
- debemos irnos… - el moreno se acercó a Jae, tomando su mano, sabía que esto era muy difícil para Junsu y Yoo Hwan principalmente. Pero… nada ganaban con quedarse, ¿o si?
- Junsu… - el pelioscuro caminó cauteloso hasta él… - hermano, vamos… -
- ¡¡No!!... – pero el pelirrojo se negó rotundamente, alejándose de su hermano, caminando como bestia enjaulada, retrocediendo con enajenado mirar, sintiendo el dolor de la pérdida del amor de su vida llevándolo a la locura.
- Junsu ah… - el moreno también trataba de acercarse, de conseguir tomarlo entre sus brazos y protegerlo, aunque sabe ahora nada podría aliviar ni mitigar el dolor de su cuñado.
……………………………
- ¿cómo está?... – preguntó el castaño, llegando a la Mansión Kim al siguiente día. Se había enterado por Minnie de lo acontecido… y le dolía que el pelirrojo sufriera.
- duerme… es mejor mantenerlo sedado, es un golpe muy fuerte para él… - el pelioscuro tomaba una taza de té para tranquilizar sus propios nervios. En casa también estaba Yoo Hwan, a quien también mantenían sedado la mayor parte del tiempo, porque cuando despertaba siempre intentaba hacerse daño, culpándose insistentemente de la pérdida de Yoochun.
- quisiera haber podido ayudar, tal vez si hubiera estado ahí…
- no… tenía que pasar… - cortó el pelioscuro. Su novio viniendo de la habitación de Yoo Hwan…
- se ha tranquilizado, duerme profundamente… - el moreno se sentó a lado de su novio, entrelazando su mano con la de él.
- ¿tus padres lo saben ya?...
- no… no he encontrado el momento ni la forma de hablar con ellos, soy el mayor, ni siquiera debería haber permitido que todo esto pasara…
- no fue tu culpa, JaeBoo… - trató de tranquilizarlo su novio. Ha visto la tensión a la que se ha visto sometido con todo esto. No sabe si en cualquier momento su Boo también colapsará…
……………………………
Escuchaba en sus sueños que su nombre era repetido una y otra vez como un llamado que hacía que el corazón se le agitara y la ansiedad recorriera cada palmo de su ser. Era una voz conocida, pero igual triste y lejana… y a su mente solo llegaba un nombre también, susurrado con dolor entre sus labios…
- Chunnie… - el pelirrojo se movía en su cama con doseles entre sueños… tenía una sensación que se concentraba en su espalda, pero no era precisamente que el tatuaje, ahora apenas visible, le ardiera… era algo diferente, algo que divergía desde dos puntos en sus omoplatos… - Chunnie… - Junsu despertó sobresaltado, la frente y el pecho cubiertos de sudor, la respiración acelerada… pero una idea clara en sus pensamientos. Bajó aprisa hacia la estancia, donde su hermano, Yunho y Kenryu le miraron con sorpresa… no se supone que despertara aún… - lo escuché… él me llama, puedo hacerlo volver… -
- Junsu… - el pelioscuro suspiró, sabía que en cualquier momento esa fase llegaría, podía notar una alegría brillando en los ojos de su hermano… pero era imposible… estaría ya en los límites de la locura? Cómo diría aquello a sus padres?...
- no, Jae, no me mires así, no he enloquecido, es verdad, Chunnie me llama, puedo sentirlo, debemos volver a la pirámide… -
- Junsu ah… - el propio castaño sintió su corazón acongojarse al observar al pelirrojo en aquél estado…
- no me miren así, carajo, les estoy diciendo la verdad, no es como si les estuviera hablando de algo imposible, somos magos… - argumentaba en un intento desesperado por ser comprendido… -
- creo que tiene razón… - el menor se apareció ahí con un escrito en la mano… - había unas inscripciones en al medio del arco, no las había comprendido hasta ahora… - Minnie dejó el papel sobre la mesa, era su perfecta caligrafía… -
“El velo de la Muerte se convirtió en la entrada sin retorno hacia una dimensión donde la magnificencia y el pandemónium se combinan. Todo ser que caiga cautivo pasará la eternidad en un mundo donde no necesitarán comer pero padecerán hambre, sentirán sed más no requerirán el líquido vital, querrán dormir pero Morfeo jamás los visitará, vivirán cada segundo en una interminable perpetuidad… y solo podrán ser liberados por Donus Magicus Arkhaikos”
Leyeron todos sobre el papel, siguiendo la voz del menor.
- técnicamente todo mago clase 5 viene a ser un arkhaiko, porque dominan los poderes más antiguos, la telequinesis, la telepatía, la orbitación, el control sobre los elementos… todos a la vez, pudiendo tener un poder casi ilimitado… Yoochun es uno de ellos, así que es muy probable que por el pacto que hiciste con él desde hace meses sus poderes y los tuyos se hayan fusionado como lo hicieron sus almas, de manera que él puede comunicarse contigo a través de los llamados sueños telepáticos… - explicaba el menor sin despegar su vista del pelirrojo… - la cosa es… si puedes sustentar una proyección astral y entrar en el velo de la muerte para traerlo…
- claro que puedo… - soltó sin pensar, decidido a todo, seguro de poder hacerlo…
Jae abrió la boca listo para refutar, pero… tenía que apoyarlo, creer en él, después de todo Junsu siempre ha sido así, arrebatado pero seguro. Así que prefirió guardarse ese otro comentario pesimista que se perdió en sus pensamientos.
- no irás sin antes practicarlo… - fue su manera de apoyarlo.
……………………………
Dos días después.
Jae, Yunho, Minnie, Kenryu, Yoo Hwan y Junsu estaban al frente de la Tarima del Velo, donde éste ondeaba apenas ligeramente, la hierática pasiva formando un venero alrededor de la pilastra.
Jae sintió un frío recorrer su espina dorsal y un vacío acudir a su estómago… la ansiedad de la expectativa… Junsu seguía escuchando, ahora con más ímpetu, su nombre en voz del pelinegro, y su corazón se emocionaba por ello. Pero debía concentrarse.
Se colocó a un par de metros del velo en posición de flor de loto, relajó su cuerpo y abrió su mente, era momento de probarse a sí mismo qué tan poderoso es. Cerró los ojos y unos instantes después una nueva figura apareció delante suyo desprendiéndose de su propio cuerpo… su proyección astral, él mismo, vestido completamente de blanco, sus pelirrojos mechones más brillantes y todo su cuerpo emanando un brillo tenue como si todo su ser resplandeciera con tonos escarlata. Con paso firme comenzó a avanzar hacia el velo, lentamente acercó una de sus manos sin llegar a tocarlo. Los otros cinco conteniendo prácticamente el aliento.
De espalda de su proyección, a la altura de sus omoplatos comenzaron a nacer un par de llamas… literalmente… pronto los demás observaron como esas llamas se transformaban en alas… alas de fuego con una gran longitud, bellas a la vista, iluminando la cámara con su luz, llenándola de calidez. Justo entonces las alas se extendieron por completo, agitándose graciosamente un par de veces en tanto sus pies descalzos se despegaban del suelo y de un solo impulso entraba en el velo sacudiéndolo ligeramente.
El Junsu real permanecía sentado concentrado como en una profunda meditación. Su respirar parsimonioso, sus ojos cerrados. Los minutos pasaron y los chicos comenzaron a impacientarse y a temer, aún cuando el pelirrojo tenía sus signos vitales estables.
De pronto, una sacudida violenta en el velo arrojó a los dos. Uno de ellos brillaba con debilidad, el otro emanaba un extraño vapor negruzco.
- no se acerquen… - escucharon al Junsu de la proyección hablar cuando los cinco hicieron el amago de ayudarlos… - aún no ha terminado… - se puso de pie con un poco de dificultad, entonces se dieron cuenta de que sus alas parecían estar apagándose y que el vapor que emanaba de Yoochun parecía estar conectado al velo por miles de hilos que se confundían con la forma de un manto vaporoso.
Una vez de pie, la proyección astral se consumió y el Junsu real volvió a la conciencia, se le veía agotado y tenía la respiración un poco alterada. Se acercó a su novio y levantando su mano apuntó hacia él… - curtare illuminati… - un haz de luz dorada salió de la punta de sus dedos y los hilos comenzaron a romperse, volviendo entonces al velo, y los que habían estado prendados al pelinegro se desvanecían hasta evaporarse. Junsu redirigió su mirada al velo y exclamó… - sigilum perpetuus… - un haz plateado emanó de la palma de sus manos y chocó contra el velo… miles de hebras se formaron y entretejieron en el velo que ahora adquiría un matiz plateado…. – ahora ya nadie puede entrar o salir del velo… - murmuró antes de desvanecerse por el cansancio.
Inmediatamente ambos fueron llevados a la Mansión Kim, porque es de todas las casas de magos la más segura, y Jae se sentía aliviado de saberlos de vuelta, aunque aún tenía explicaciones que dar a sus padres.
Yoochun fue dejado en la habitación que suele ocupar cuando está ahí, y Junsu naturalmente estaba en la suya, descansaban en sueños, pero se les veía sonreír, como si supieran que estaban juntos de nuevo.
- Boo, también deberías descansar, estos días casi no dormiste… - el moreno le acariciaba el cabello, sentados en un sofá de la estancia. Minnie había vuelto a su casa, aún trabajaba en algunas traducciones. Kenryu igual se había ido, y Yoo Hwan estaba con su hermano esperando a que despertara.
- estoy bien, no quiero dormir antes de que despierten… - dejó que su novio lo acercara a su pecho, donde se recargó y escuchó el latir tranquilo del moreno… - me relajo mejor estando aquí contigo….
- de acuerdo… - aceptó con una sonrisa, volviendo a acariciar sus cabellos oscuros. Seguro de que eso terminaría por arrullarlo, necesitaba descansar… - Te Amo Boo…
En la habitación de Junsu, éste despertó, y se encontraba solo, pero no le importó, supuso que todos estarían cansados, así que salió de su cama con el corazón latiéndole a mil por hora y fue directo hacia la recámara que su novio ocupa, sabía que estaría ahí, simplemente lo sabía. Abrió la puerta con cuidado y sintió su corazón calmarse cuando lo vio conversando con Yoo Hwan.
- Junsu… - pronunció con una radiante sonrisa al verlo, no tenía ni un minuto que acababa de despertar y estaba respondiendo apenas a su hermano sobre cómo se sentía…
- ¡¡Chunnie!!... – el pelirrojo se lanzó a sus brazos, realmente emocionado de tenerlo a su lado, de poder abrazarlo, de sentir su calor, de ver su sonrisa, de escuchar su voz…
- mi delfín… - el pelinegro lo estrechó con fuerza, oliendo su aroma, sintiendo su respiración… y su humedo llanto mojar su hombro…
- no vuelvas a irte sin mí… - dijo entre sollozos, aferrándose al cuerpo de su novio.
Yoo Hwan supo que en ese momento estaba de más, ya tendría tiempo después de hablar con su hermano, sabía que ahora esos dos necesitaban su espacio. Después de todo… así es el amor. Y salió sin ser notado por el YooSu que ahora se besaba con ternura.
- no quiero que me dejes nunca… - volvió a hablar el pelirrojo, su novio besando sus lágrimas… - aún si mueres, quiero morir contigo, Chunnie…
- jamás permitiré que eso suceda… - el ratón enmarcó el rostro de su novio y le miró directo a los ojos… - el día que tengamos que morir, será por la edad, te prometo que nunca, nunca permitiré que ningún poder mágico te arranque de mi otra vez, porque no importa dónde esté, sin ti no tiene sentido… -
- Te Amo, Chunnie… - sonriendo, besó otra vez los labios de su ratón, sintiendo sensaciones diferentes al acoplarse en una danza suave y tierna, más allá de la primera vez que probó su boca, era… algo inexplicable, simplemente difícil de describir, porque había experimentando la sensación avasalladora de perderlo.
- y yo a ti, delfín… - y sus manos comenzaron a acariciar la espalda de su novio, sintiendo la necesidad de saberlo suyo.
Y Junsu deseaba lo mismo, por eso se entregó en nuevas caricias a su novio, olvidando por completo que no están solos en casa. Le sacó la camisa a Yoochun con dulzura, acariciando la piel expuesta bajo sus dedos, demarcando después cada músculo en ese cuerpo, memorizando cada centímetro de su textura. El pelinegro le miraba con las mejillas sonrojadas, igual que las de su novio, le inspiraba un amor que jamás imaginó siquiera, revestido de ternura, de deseo, de alegría, de una y mil cosas más.
Junsu volvió a sus labios, saboreando lentamente el roce de sus lenguas, sintiendo la humedad de su beso alimentar la pasión latente en sus cuerpos. El pelinegro le sacó la playera y deslizó su boca por su cuello, probando como aquella vez en que se entregaran por vez primera, sintiendo su corazón saltar en su pecho con más emoción cada que escuchaba un suave gemido escapando de la garganta del pelirrojo.
Se abrazaron otra vez, sintiendo un corrientazo eléctrico cuando sus pechos desnudos se encontraron, besándose con más urgencia, con más pasión, sus manos acariciando la espalda del otro sugestivamente.
- Chunnie… quiero sentirte… - susurró el pelirrojo en el oído de su ratón, mordiendo suavemente su lóbulo, perdiéndose en su cuello donde comenzó a lamer.
Sintió que era recostado sobre la cama, y el cuerpo de Yoochun se posicionaba sobre el suyo, sin dejar de besar aquí y allá. Disfrutándose lentamente, con toda la ternura de la que eran capaces en medio de ese fuego apasionado que los consumía hasta que se desnudaron por completo.
El ratón llevó sus dedos a la boca del delfín, éste respondió chupándolos y lamiéndolos con el rostro colorado, gimiendo de vez en cuando porque el pelinegro no dejaba de atender su erección acariciándola furtivamente, sonriéndole lascivamente. Después llevó uno de sus dedos a la entrada del pelirrojo, sería la primera vez que le haría el amor, y se sentía ansioso de poder sentirse dentro ya. Comenzó a hacer círculos, veía en la expresión de Junsu el inevitable dolor de la intromisión, se mordía el labio inferior para evitar cualquier gemido de incomodidad. Más tarde un segundo dedo se movía en su interior, la sensación de dolor comenzando a mezclarse con ligeros destellos de placer. El tercer dedo se agregó… y no mucho después estaba listo para que su novio lo penetrara. Y se lo hizo saber con una sola mirada.
Yoochun apartó sus dedos, se acomodó entre las piernas del delfín y colocó su erecto miembro en su entrada, bajó hasta la boca de su novio y lo besó con pasión mientras se adentraba en él, sintiendo cómo gemía entre el beso y se movía incómodo bajo su cuerpo. Se quedó quieto cuando llegó al fondo, esperando a que se acostumbrara, besando su rostro, hablándole al oído, acariciando su erección para darle un placer que lo distrajera del dolor. El pelirrojo movió sus caderas contra él para indicarle que estaba listo, y comenzó a embestirlo con suavidad, gimiendo por lo bajo cada que las estrechas paredes apresaban por completo su erección, sintiendo su calidez recorrerlo en cada estocada.
Y volvía a sus labios para saborear de ese manjar que era la boca de Junsu, y se apegó a su cuerpo cuando el ritmo se aceleró incentivado por los gemidos roncos del pelirrojo, quien se abrazó a su espalda, sus rostros uno frente al otro, mirándose con los ojos entreabiertos, excitados al tope, besándose cada tanto, el pelirrojo le marcó el cuello cuando las embestidas se hicieron más profundas y placenteras.
Estaban cerca del orgasmo, cuando de los omoplatos del pelirrojo volvieron a emerger las alas de fuego extendiéndose a los lados, haciendo que se levantara un poco en tanto el ratón seguía embistiéndolo, era algo peculiar y maravilloso, era como hacer el amor con un ángel de fuego, SU ángel de fuego. Y las alas se desplegaron para plegarse alrededor de ellos, dejándolos en una especie de capullo, en donde sus gemidos eran lo único que se escuchaba, sus nombres pronunciados con frenesí, sus besos candentes más intermitentes, el calor concentrándose en el bajo vientre de ambos, la estocada culmen, la explosión de su encuentro en la semilla de ambos liberada, Yoochun derramándose en el interior de su delfín, éste corriéndose en sus torsos.
El ratón le besó otra vez, más calmado, mientras sentía como las alas de su novio se desplegaban una vez más y el pelirrojo se dejaba caer sobre la almohada, respirando laboriosamente, con el rostro colorado, una sonrisa de satisfacción en su boca y sus manos acariciando el cabello del ratón, apoyado en sus manos, viéndolo de frente ligeramente sobre su cuerpo, agotado también, pero sobre todo, feliz de saberlo suyo, como él le pertenece a su delfín.
- eres un ángel de fuego… - murmuró…
- que cosas dices, Chunnie… - sus alas desaparecieron, tal vez por su vergüenza, ni siquiera sabía que eso podía hacerlo, ni siquiera se había dado plenamente cuenta de que aparecieron…
- te amo, Junsu ah… - y se besaron otra vez…
……………………………
Corría por la colina cuesta arriba, como todas las mañanas de fin de semana, con el fresco viento acariciando sus mejillas y moviendo su castaño cabello. Todo lo que había pasado lo llevó a reflexionar y a darse cuenta de que era egoísta de su parte no seguir adelante solo porque sus sentimientos no eran correspondidos. Así que retomó su rutina, y ahora ejercitaba para espabilar cualquier mal recuerdo.
- ¡alto!... – escuchó una voz familiar ordenarle desde algunos metros a su izquierda. El chico paró y volteó para encontrarse con aquélla persona apuntándole directamente con arco y flecha… su corazón parecía ser el blanco de aquel tiro…
Continuará……
ADVERTENCIA: Lemon
**Capítulo 18. Oscuridad Y Sombras**
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Minnie tuvo un mal presentimiento al despertar, la luna aun estaba en el firmamento, redonda y blanca a punto de ocultarse tras las montañas en el horizonte como una enorme esfera en aquél cielo azul oscuro que se empezaba a iluminar por el sol naciendo… pero el silencio surcado apenas por murmullo de pájaros y aullidos de perros lo hacían sentir intranquilo, se acercó al ventanal de su alcoba y salió al balcón, el fresco aire que golpeó su rostro fue como un rumor de augurio fatal.
Y por reflejo intuitivo salió corriendo, aún en pijama, fuera de su casa, no sabía porqué su corazón latía con furia en su pecho, no porqué mientras sus piernas daban grandes zancadas al correr solo la imagen de Kenryu aparecía en sus pensamientos. Corrió y corrió hasta que su cerebro pareció recordar cierta habilidad mágica que lo llevaría en un parpadeo hasta donde su mente ordenaba. Dio vuelta en una esquina y un par de metros después topó con n callejón, se adentró sigiloso y oculto tras un contenedor de basura orbitó hasta el departamento del castaño. Vacío.
- Kenryu, dónde estás… - cuestionó al aire, caminando con desespero por todo el departamento, ni siquiera parecía que más de una persona viviera ahí; y sin embargo estaba todo ordenado y limpio, poca comida en la heladera y la alacena casi vacía… - no parece que la Sra. Endo viva aquí…. – caminó de regreso a la estancia, donde un sobre encima de la mesita de centro llamó su atención… - ¿una carta del Concilio Escarlata?... – el sobre aun estaba sellado de aquella antigua manera, la cera grabada con el emblema del concilio… intacto… no ha sido leída aún… y él tenía enorme curiosidad por saber lo que contenía… - pero es correspondencia ajena… - el menor se mordió el labio, una vocecilla en su interior le suplicaba que lo abriera, que podía ser importante… y son poder contenerse, terminó por leer la carta…
El momento en que terminó de leerla, una imagen que no era captada por sus ojos se visualizó en su mente, y era como ver a través de los de alguien más. Y pudo ver a Mitsuo Inamoto apuntándole directamente… y entonces lo comprendió e intentó orbitar al lugar exacto que vio a través de los ojos del castaño, pero apareció varios metros cuesta abajo, porque un hechizo anulador (que solo una raza mágica puede hacer) le impidió su arribo.
Y volvió a correr, la carta en una mano sujetada con fuerza, sus pies descalzos resbalando en las hojas secas mojadas por el rocío, tropezando con piedras y raíces sobresalientes sobre el suelo de tierra, sintiendo algunas heridas formarse en sus plantas, pero eso no le importó, siguió corriendo, la respiración agitada, su corazón latiendo violentamente, sus ojos esperando vislumbrar el claro donde Kenryu es amenazado de muerte.
……………………………
- porqué haces esto, Mitsuo… - el castaño se mantenía impávido ante el chico misterioso…
- realmente, no tengo opción, ojala pudiera decirte que no es personal, pero al final ése es el asunto… - la cuerda del arco tensa, la flecha recta, su mirada viendo en la dirección correcta, su cuerpo rígido de medio lado, su respiración tranquila…
- sabes que Michael Fox no cumplirá su palabra si me matas, sabes que encontrará la manera de seguir manipulándote… -
- sabes que harías lo mismo que yo de estar en mi lugar… - y antes de llegar a arrepentirse como casi pasó también con Takeshi, Mitsuo hizo el amago de soltar la flecha, pero una figura interponiéndose lo hizo frenar en el último instante…
- ¡¡espera!!... – Minnie se paró delante de Kenryu, respirando con dificultad por la carrera… - cometerás un error…
- ¡¡apártate!!... – escuchó que gritaron los primos Endo a la vez…
- para que la Cámara de una de las Pirámides de Gizeh revele las secretas escrituras de la ubicación de la Fuente Arkhaika necesitas del emblema y la sangre de un híbrido, no robarle la vida… - argumento uno…
- ¡¡he dicho que te apartes!!... – porque Inamoto sabía aquello, pero… si no lo hace, su madre…
- Michael solo quiere demostrar que todos tenemos un precio, que todos somos capaces de matar o traicionar si tenemos la motivación suficiente, que no importan los métodos sino el resultado, solo quiere probar que puedes ser como él… - argumento dos…
- ¡¡cállate!!... – espetó Inamoto, sintiendo la ira crecer en su interior. Kenryu atento.
- ¡¡Minnie, vete!!... – el castaño dijo con seriedad…
- la verdad es que no quieres ser como él, por eso es que te tomó tanto tiempo tomar la decisión, porque sabes que no tienes que hacer esto… - que no lo obligue a llegar al cuarto argumento, por favor, que no lo obligue…
Pero Mitsuo no soportó escucharlo más, y cuando reaccionó ya había soltado la flecha, la cuerda vibrando al haber liberado la tensión del agarre. Minnie cerró los ojos pero no se movió, esperando el golpe de la flecha enterrándose en alguna parte de su cuerpo; pero solo sintió cómo era empujado con cierta brusquedad hacia un lado tirándolo al suelo. La flecha encontró su destino… apenas unos centímetros sobre su corazón, un hilo de sangre manchando la sudadera del castaño.
- Kenryu… - el menor le miró con los ojos abiertos de par en par. Y reaccionó hasta que escuchó un grito salir de boca del castaño cuando Mitsuo le sacó la flecha de un tirón… - basta, déjalo… - el castaño cayó de rodillas, presionando por instinto la herida con su mano, Mitsuo apuntando con una daga al cuello del castaño, su mano temblorosa dudando… - la deuda de la Familia Endo fue cubierta por los Tanaka hace un par de meses… - el chico le miró sorprendido, esos dos apellidos haciendo eco en su mente… - tu madre fue vista con Dante (aquel afroaméricano que se reuniera con los Park en Suiza) en una ciudad estadounidense, haciendo negocios por la Tríada… -
-de qué mierda estás hablando… - Inamoto envainó la daga en su cadera con un rápido movimiento, y moviéndose con la agilidad de un león y la velocidad del relámpago tomó al menor por el cuello, presionando con fuerza… - mi madre es prisionera de Michael Fox…
- tu madre… hizo un trato con él… - apenas podía respirar… - el Concilio Escarlata trató de advertirle… - dirigió su mirada a Kenryu… - pero… jamás pudieron acercarse a ti para decírtelo… - y como pudo, subió su mano mostrando la carta que había sido dirigida al castaño.
- ¡¡mientes!!... – espetó con brusquedad, ejerciendo más presión, tratando de ignorar esa hoja de papel, los ojos inyectados en sangre, la ira corroyendo su interior…
- ¡¡suéltalo!!... – Kenryu gritó, deseando no haber permitido que lo hirieran, él y su maldita negación a su naturaleza… pudo apartarse, pero a cambio había recibido casi gustoso la flecha… - me quieres a mí, no a él… - maldijo el hechizo anulador porque no podían usar magia, excepto Mitsuo, quien seguía presionando, Minnie ya no podía respirar.
El castaño sintió su propia ira crecer en su interior y el brillo púrpura atravesó sus iris grises, y con la fuerza viniendo desde sus instintos se lanzó contra su primo, cayendo ambos al suelo. El castaño quedó sobre Inamoto y asestó un golpe directo a su mandíbula, pero había perdido demasiada sangre y estaba débil, y fue fácilmente doblegado por la fuerza de su primo, pero solo lo golpeó un par de veces antes de frenar, pararse y mirar el estado del castaño… no necesitaba más que esperar a que la vida lo abandonara, pero…
…- el día que vuelva a ver a mi hermana será porque la muerte ha tocado su puerta… - esas palabras volvieron a su mente como un tornado que arremetía con todo lo que había creído… palabras que escuchó de su propia madre cuando era solo un niño, mismas que habían sonado como dardos venenosos incrustados en un designio latente que emergió de la forma más vil.
Se sujetó la cabeza con sus manos cerrando los ojos con fuerza y trató de comprender… pero esas palabras y muchas otras memorias golpeaban su mente y todo parecía cobrar el sentido real. Nunca vio a su madre cautiva, el ojiazul no hablaba de ella como de otro prisionero. ¿Era posible que su madre lo haya manipulado a través del ojiazul por una absurda venganza de familia? Solo de una forma podía averiguarlo. Tomó su arco y la flecha ensangrentada, dirigió una última mirada a su primo; Minnie presionaba su herida, pensaba en la forma de sacarlo de ahí y atenderlo, de enfrentar a Mitsuo y no morir en el intento.
- recuerda que eres un híbrido… - les dijo con voz sombría, antes de dar la vuelta con una disculpa en la boca, porque no valía la pena, porque aun tenía que ver la realidad con sus propios ojos, y corriendo con la agilidad de una gacela se perdió cuesta abajo.
Y Minnie lo comprendió, entendió porqué le fue entregada la información acerca de los híbrido, porque Hikaru Endo le confesó la condición del castaño encomendándole su salvación. Kenryu siempre ha renegado de su naturaleza híbrida, específicamente de esa parte que lo vuelve vampiro… que lo obliga a sentir sed… y se niega a tener que probarla…
- muérdeme…
- estás loco… - el castaño trató de incorporarse, su mano presionada por la del menor contra su herida…
- no llegaremos a tiempo a ningún hospital… - aún no podía orbitar, y pudo notar que el hechizo anulador cubría un perímetro amplio, el castaño moriría desangrado antes de salir de ahí… - si me muerdes el poder del factor curativo de tu condición vampiresca te salvará la vida… - replicó con tono severo…
- no viviré como un híbrido que necesita sangre para existir… - los iris completamente púrpura… - no quiero ser como él…
- no necesitas ser como tu padre. Maldición! Kenryu, solo muérdeme… - el castaño sonrió de medio lado ante la forma del menor de pedirle aquello… - si no lo haces… no te perdonaré por haber arruinado el momento aquel día…
- no habías dicho que no me guardas rencor por eso… - ambos de pie, la sangre fluyendo aun…
- ¡mierda! No puedes simplemente morderme y ya… que no ves que no quiero que te mueras, que me dejes solo…- su tono de voz bajó, un nudo formándose en su garganta, el castaño mirándolo directo a los ojos… - que no ves que… te quiero… - murmuró ya con el rostro sonrojado, pero el castaño no se movió ni dijo nada… - si no quieres hacerlo por ti o por mí… - una punzada en el corazón… - hazlo por Junsu, a él no le gustará saber que ni siquiera luchaste por…
Su discurso fue interrumpido por los filosos colmillos de Kenryu clavados en su cuello, sentía cómo su sangre era absorbida y cómo el castaño chupaba desesperado su líquido rojo. El menor experimentaba sentimientos encontrados mientras el híbrido se alimentaba, por un lado estaba complacido de justamente estar en esa situación, porque eso significaba que se salvaría; pero… entristecía al saber que no había reaccionado ante su confesión, sino hasta que mencionó al pelirrojo. Cómo podía haber sido tan tonto para enamorarse otra vez de la persona equivocada… y sin embargo, se conformaba con salvar al castaño.
Kenryu sentía cómo la caliente sangre del menor entraba en su propio torrente sanguíneo y se llenaba de energía, y su herida se cerraba lentamente deteniendo en primer lugar la hemorragia para luego percatarse de cómo el músculo y la piel dañada se regeneraba. Y se descubrió a sí mismo disfrutando del dulce sabor de la sangre de Minnie, por eso succionó más fuerte, arrancando un gemido del menor, y fue como una melodía sensual para sus oídos, y chupó aún más, sintiendo las manos de su amigo aferrándose a su espalda mientras lanzaba un gemido más fuerte… y supo que si continuaba así terminaría por tomarlo ahí mismo, y no lo quería, no así… esa vez, quería hacerlo bien… y apartó sus colmillos, para dar luego suaves lamidas en las pequeñas heridas que causó.
Minnie sentía en ese gesto como… como si se estuviera disculpando con él por haberlo mordido y succionado de su sangre, y era como un lobo cuando mima a un congénere lastimado. Kenryu continuó lamiendo tiernamente el cuello del menor, solo y exclusivamente en donde lo mordió, porque su saliva sanaba la piel del menor sin dejar cicatriz alguna. Al final, permanecieron abrazados un rato, en silencio, compartiendo su calor.
- gracias… - soltó Minnie sonriendo con un dejo de desilusión.
- porqué, tú salvaste mi vida… - sintió que el menor acomodaba mejor su rostro en su hombro…
- gracias por quedarte… - y sus palabras lograron que el corazón del castaño latiera con un ritmo diferente y que sintiera que nunca más sería un lobo solitario.
- hay que irnos… - se separó, evitando la mirada de su amigo porque sentía que no soportaría ver el sentimiento antes confesado y aguantar el deseo latente de hacerlo suyo. Tomó su mano y tiró suavemente de él. Era increíble lo rápido que actúa el factor curativo de su condición híbrida. Y de alguna forma saber que es la sangre del menor la que circula por sus venas mezclada con la propia lo hacía sentir más unido a Minnie.
- ¡auch!... – se quejó el menor. Y solo entonces el castaño reparó en el pijama y los pies descalzos de su amigo, heridos por la carrera anterior. Y se sintió culpable por ello.
- sube… - se colocó de cuclillas dándole la espalda, para poder llevarlo hasta donde el perímetro del hechizo anulador le permita orbitar.
- pero, acabas de recuperarte, y…
- sube o te hago subir a la fuerza… - lo interrumpió, sonriendo con una disculpa… - yo estoy bien, eres tú quien necesita descansar después de todo lo hiciste por mí…
El menor ya no dijo nada, realmente no tenía caso, y subió a la espalda del híbrido, sujetándose de él pasando sus manos por sus hombros y enlazándolas al frente; mientras sus piernas eran tomadas por las manos de Kenryu. Y así, éste comenzó a andar cuesta abajo, sintiendo el calor del pecho del menor en su espalda, percibiendo el latir un poco acelerado… y recordaba esas palabras
……………………………
- dónde está mi madre… - cuestionó con tono autoritario al entrar en ese mismo despacho donde Michael siempre le recibe…
- no veo yo que hayas traído los cuerpos inertes de dos híbridos… - el ojiazul miró al adolescente con sorna. Pero le gustaba su personalidad, arrebatada y misteriosa, de alguna forma, sentía que ese chico frente a él mirándolo con desdén y desafío a la vez, era parecido a él mismo.
- quiero ver a mi madre… - lanzó la flecha ensangrentada con que hirió a Kenryu al escritorio…- y después terminaré lo que empecé…
- sabes qué es lo divertido de ser temido por todos, que nunca falta alguien dispuesto a lamer tus botas y traicionar con tal de ser perdonado y obtener un poco más de poder… - Inamoto no se inmutó… - sé que el Concilio Escarlata advirtió a Kenryu Endo sobre Kaoru… después de todo, dejaste vivo a Takeshi Ogazawara, no?
- quiero ver a mi madre… - repitió el adolescente, apretando los dientes, presintiendo el dolor de la manipulación de su propia progenitora.
- bien… supongo que una reunión familiar no le vendrá mal a nadie… - el ojiazul se puso en pie y caminó fuera del despacho hasta una de las habitaciones de la segunda planta. Donde su madre estaba acostada a lado de Dante.
Cómo podía estar tan tranquilamente durmiendo con ese hombre, cómo podía haberle hecho creer que era prisionera de Michael Fox, cómo podía haberlo utilizado. Tenía tantas preguntas, tanto rencor hacia ella… que en realidad no tuvo fuerza para quedarse y sacar todo aquello contra su madre… porque solo imaginaba una horrible escena que lo convertía justamente en aquel que sonríe con suficiencia recargado en el umbral de la habitación. Él era capaz de matar a su madre por haberlo utilizado. Y eso dolía demasiado, saber que aceptaba ese instinto asesino como parte de él.
- mi diablo bailó con su demonio y el violinista no ha dejado de tocar… - pensó el adolescente, antes de salir de ahí con la duda de su propia identidad carcomiendo sus entrañas. (n/a la frase la escuché en una serie que se llama Dexter, no me pertenece xD)
……………………………
Kenryu apareció en su departamento, con el menor aún en su espalda, lo depositó sobre el sofá con cuidado.
- curaré tus pies… - fue hacia un pequeño armario a lado de la puerta, de ahí sacó un botiquín y luego volvió hacia Minnie, que lo miraba con ojos inquietos. Pero no era capaz de decir nada.
El castaño observó sus plantas llenas de pequeñas cortadas, llenas de tierra. Suspiró y fue a la cocina por una bandeja ancha con agua, donde el menor metió sus pies y observó con timidez cómo eran lavados por el híbrido. Luego se las secó con cuidado y se dedicó a limpiar con alcohol, para luego colocar una pomada y cubrírselos con unas vendas.
- siempre consideré que ser un híbrido era una maldición… - comenzó, mientras terminaba de colocar las vendas… - y veía esa parte de mí como la oscuridad de mi persona, y lamento haberte lastimado aquel día… - el menor se movió incómodo en el sofá, no le estaba gustando lo que escucha… - como lamento no haberte dicho nunca sobre mi verdadera naturaleza, porque hubiera sido mejor que esperar a que otros te lo dijeran y permitirte tomar la iniciativa siempre… no hubieras tenido que llegar a esto… - sus manos terminando la labor con sus pies… - y yo no hubiera tenido que liberar el vampiro que llevo dentro… - clavó su mirada en Minnie… - sin embargo, has sido el único que me ha hecho darme cuenta de que ser un hibrido no es mejor o peor que ser un mago o un simple humano, porque seguiste a mi lado sin importarte o temerme, tal vez sea cierto que nadie más lo sabe ahora, que Junsu y los demás también me acepten, pero… sé ahora que fuiste el primero porque así he aceptado yo mismo mi oscuridad y… Minnie, no te dejaré solo… yo también Te Quiero…
El menor curvó una sonrisa radiante, pocas veces se le ha visto sonreír de esa manera, de hecho, es muy probablemente la primera. Porque nunca antes nadie le había dicho esas palabras, que si bien no van cargadas con la intensidad de un Te Amo, tienen un impacto positivo en su persona. Porque puede notar en los iris del castaño que no miente, que se lo dice de corazón. Y se dio cuenta de que ahora Kenryu luce más atractivo con sus iris grises delineados por un tono púrpura, su cabello desaliñado más rebelde y sus labios más rojizos.
Kenryu percibió el aroma del menor… y no justamente el de su shampoo o jabón de ducha, ni siquiera el de su piel… no, el aroma de su deseo. Pero no debía, no tan pronto, no así. Se puso de pie y aprovechó de guardar las cosas para tratar de controlarse.
- ¡mierda! Debí llevarlo a su casa, cómo demonios se me ocurrió orbitar aquí… - pensaba mientras terminaba su actividad. Luego volvió con el menor… - puedes orbitar a tu casa?
- ¿eh?... sí, claro… - el menor se volvió a sentir desilusionado, bueno, es que esperaba algo más… tierno de parte del castaño, un beso por lo menos, o algo. Es que, se quieren, ¿no? Entonces, qué se supone que son ahora, siguen siendo amigos, le había dicho que lo quiere como tal, ¿malinterpretó sus palabras?... – puedo preguntarte algo antes de irme… - el castaño asintió… - ¿y tu mamá?... – ok, esa no era la cuestión que de hecho tenía pensada, pero se arrepintió de último momento y en cambio cuestionó esa otra inquietud.
- mi madre está de voluntaria en África, es doctora… -
- pero… ella sabía que… que tú estarías en peligro, porqué se iría sabiéndolo…
- porque ella sabía que no estaba en sus manos hacer nada por mí, sabía que tú estarías ahí para hacerlo, y ella confió, y se fue tranquila a hacer algo por la humanidad, por los que menos posibilidades tienen…
- oh… bueno, me alegra no haberla decepcionado… - el menor sonrió, como fuera, se sentía feliz porque Kenryu vive, se puso de pie… - me voy ya… - iba a orbitar cuando sintió la mano del castaño tomar la suya…
Kenryu se sorprendió a sí mismo al descubrirse evitando la partida del menor. Pero, un beso, solo un beso no estaba mal, cierto? No tenía porque pasar de eso.
Se acercó lentamente al menor, ambos mirándose directo a los ojos, las mejillas sonrojadas. Posó sus labios con suavidad sobre los del menor, se sentía realmente bien, porque era la primera vez que sentía que lo besaban de verdad, ni con Junsu se sintió así, y con Minnie la primera vez había sido algo arrebatado por su instinto. Pero ahora, era diferente… y esos labios suaves sabían demasiado bien, y no pudo evitar que su lengua se paseara por sobre ellos lamiéndolos con gentileza, ni que se introdujera en esa boca cuando la entreabrió, probando así su interior como si fuera la primera vez que la repasa, saboreando el roce de sus lenguas.
Y tuvo la necesidad de no parar, de marcarlo como suyo, como lo haría un lobo cuando ha encontrado a su pareja. Tal vez por ello ese beso si los llevó a mucho más, porque cuando se separaron para recuperar aire, ya estaban abrazados y sus labios se buscaron instintivamente una vez más, y otra, y otra, hasta que sus manos comenzaron a moverse.
Minnie le sacó la sudadera llena de sangre, luego la playera hasta dejar al descubierto su perfecto pecho, encontrando una cicatriz visible donde la flecha lo hirió, y pasó sus dedos sobre ese trozo de piel y acercó luego sus labios para besar aquella zona como si pretendiera borrar cualquier sufrimiento encadenado a ella. El castaño cerró los ojos disfrutando de ese contacto, sentía su sangre hervir, pero no tenía prisas por tomarlo, quería hacerlo lento y poder memorizar cada detalle.
El menor buscó otra vez su boca, besándolo con ternura, deslizando sus manos por sus hombros, perdiéndose en su espalda, viajando más tarde hacia delante, acariciando sus pectorales, descendiendo hasta el pants. Pero antes de que pudiera comenzar a quitárselos, el castaño le sacó la parte superior del pijama y lo besó con pasión, tomándolo por el trasero lo instó a aferrarse de su cintura con sus piernas mientras lo conducía a su recámara.
Lo dejó en el filo de su cama, para recostarlo suavemente en tanto desciende con sus besos por su cuello, pecho y torso, lamiendo sugestivamente en su camino, sintiendo su excitación crecer con los gemidos suaves del menor. Le sacó los pantalones y pasó su mano por el miembro medio despierto de Minnie sobre el boxer, arrancando un gemido más sonoro, acariciándolo mientras sentía como se ponía más duro y erecto, subiendo hasta poder hablarle al oído…
- Minnie… ésta vez lo haré bien… - dijo con suavidad, descendiendo sobre el cuerpo del menor hasta tomar sus labios otra vez… - porque te he elegido a ti, para siempre…
- Kenryu… - murmuró entre suspiros y gemidos suaves, la mano del castaño aun frotando su entrepierna por sobre la ropa interior.
El castaño le sacó finalmente el boxer, todos sus sentidos impregnándose de Minnie, de su olor a deseo, de la textura suave de su piel, del sonido excitado de sus suspiros, del tono ronco de sus gemidos, del dulce de su boca… y ahora, del sabor peculiar de su miembro. Kenryu lamía con parsimonia, viendo ante sus ojos como ese trozo de carne llegaba al límite de la excitación. Y lo engulló completamente, su lengua acariciando y quedándose con su salado sabor, memorizándolo como único. Y siguió en eso un rato más, pero cuando sintió que el menor se vendría, paró. Y liberó su erección para poder continuar, se sacó el pants y la ropa interior mientras el menor respiraba laboriosamente y mantenía los ojos cerrados, inconscientemente Minnie llevó su mano a su erección para continuar con la labor y poder descargarse, pero…
- espera… - el castaño detuvo su mano y la dirigió en cambio a su propio miembro… - vamos a hacerlo juntos… - y comenzó a gemir cuando la mano del menor comenzó a moverse de arriba abajo con un ritmo acompasado. Cuando se sintió a tope, volvió a apartar la mano del menor. Besó sus labios casi con salvajismo, mordiendo su labio inferior.
Y cuando Minnie reaccionó, porque se sentía perdido en las sensaciones que corrían en su cuerpo, ya estaba a cuatro patas sobre la cama. Y esa postura le dio un poco de… extrañeza. Pero cualquier pensamiento al respecto quedó suspendido en su mente cuando las manos del castaño recorrieron su espina dorsal desde el nacimiento hasta su nuca, y reconoció el cuerpo de Kenryu posicionarse con delicadeza sobre el suyo, y su erección rozar contra su trasero, y una corriente eléctrica viajó por todo su ser.
- te haré el amor, y te marcaré para que nadie más se atreva a desearte siquiera… - y su voz sonó demasiado varonil en su oído, su calido aliento rozando contra su lóbulo, sus labios besando minuciosamente cada palmo de su piel, su lengua dejando una estela húmeda de pasión.
Y bajó por toda su espalda hasta llegar a ese pasaje íntimo que ya una vez profanó, pero que ahora quiere poseer con dedicación. Sintió al menor temblar cuando pasó su lengua por su entrada, y lo escuchó gemir cuando repitió la acción. Minnie se preguntaba con la poca cordura que le quedaba si es que el castaño se estaba comportando como un auténtico lobo al hacerle el amor de aquella manera. Luego de un rato sintió un dedo introducirse en su entrada lentamente, pero la lengua del castaño seguía humedeciendo su intimidad también, y continuó con el segundo y mas tarde con el tercer dedo. Y casi no hubo dolor, y si muchas sensaciones que lo hacían gemir más y más.
Kenryu sacó sus dedos y volvió a posicionarse sobre el cuerpo del menor, dirigiendo su erección a su entrada, introduciéndose lentamente empujando sus caderas. Minnie gimió ronco cuando llegó hasta el fondo, y sentía una ligera punzada de dolor.
- me moveré solo cuando estés listo… - escuchó que le susurró al oído, para luego besar su mejilla, su nuca, su cuello, su hombro…
- hazlo… hazlo ya, Kenryu… - y comenzó a ser embestido, lento pero fuerte.
El castaño sentía las paredes del menor comprimir su erección y eso lo hacía gemir de placer, era calido y delirante.
- aahhh, Kenryu… mmhhh, aahhh… -
- ¿te gusta? aahhh, mmhhh, Minnie… -
- sí… mmhhh… aahhh, así… sigue… aahhh…
Y los gemidos y gritos de placer de ambos llenaron la habitación. Y el ritmo frenético de sus caderas chocando con cada estocada era una sensación enloquecedora que los transportaba a ese mundo de placer por vez primera. El castaño llevó una de sus manos a la erección del menor para masajearlo al ritmo de su entrega. Estaba tan caliente, que pensó que tal vez lo había desatendido demasiado tiempo, porque no faltó mucho para que se corriera y su esencia se derramara en su mano. y entonces aceleró salvajemente, pero sin hacerle daño a Minnie, hasta que su cuerpo se tensó y liberó su semilla en el interior del menor.
Salió de él y de inmediato se lamió la mano tragando la esencia de Minnie, luego lamió también la entrada del menor, quien se sorprendió ante eso, aunque su cuerpo ya recostado boca abajo sobre la cama por el cansancio, aun temblaba por el orgasmo. Kenryu lo giró para verle el rostro, se veía realmente hermoso con las mejillas cubiertas de carmesí, la respiración agitada, los labios entreabiertos para tomar más aire, el cuerpo sudado y el cabello pegado a su frente.
Se recostó sobre él, sin dejar su peso encima, y lo besó con el sabor de sus esencias en su boca. Cuando se separaron retiró algunos mechones de su frente sin dejar de verlo directo a los ojos.
- ahora somos uno, Minnie…
- lo somos, Kenryu… -
……………………………
Yoochun, Junsu, Jae, Yunho y Yoo Hwan esperaban pacientemente en casa de los Kim la llegada de Minnie.
- ¿le habrá pasado algo?...- cuestionó preocupado el moreno.
- no creo, aunque es cierto que no suele llegar tarde a ninguna reunión… - el pelirrojo ya estaba marcando el móvil de su amigo, cuando apareció en su estancia… acompañado por el castaño.
- perdón por la tardanza, él tuvo la culpa… - sonriendo de oreja a oreja, el menor se sentó a lado de Junsu, sin reparar en lo colorado que se había puesto su novio por las miradas de todos al ser culpado… - bueno, empecemos, porque un plan para ir tras Michael Fox tendrá que ser muy elaborado para que resulte…
Continuará……
kyaa adoro los lemons salvajes me encanto el de minni se lo merecia se feliz minnie¡¡¡¡
ResponderEliminaramooo el kenmin y amo los lemons salvajes tambien son lo maximo, especialmente si son escritos por ti felina!!!
ResponderEliminarLo hicieron a lo lobo(?) *O*
ResponderEliminarLa imagen de min en cuatro sobre una cama no fue sana ni para mi cerebro ni para mi salud *sangramiento nasal* me babosie entera
waaaaaaaaaaaaaaaa... lemon de min!!!! o por dios!!!! estuvo lleno de salvajismo y pasion *O*
ResponderEliminarme encanto *^* ahora... mas!!!!!!!